Europa a tu aire. 80 rutas sobre ruedas

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Aus der Reihe: Petit Futé
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Évora

Situada a 132 kilómetros de Lisboa, la capital del Alentejo atesora más de 300 monumentos, herencia de una prolífica historia en la que sobresalen sus huellas romanas y musulmanas, con vestigios visigóticos y, especialmente, cristianos. Algunos son tan notables como el templo de Diana, el mejor legado romano de Portugal, o el magnífico convento de Lóios, de estilo gótico manuelino y transformado en un alojamiento hotelero. La seo (Sé) luce un severo románico en la fachada que deriva en gótico en el interior, con un museo con gran riqueza de obras de arte sacro. Al lado, en el antiguo palacio Episcopal, el Museo Municipal es otra visita obligada por su colección de pintura portuguesa y flamenca de los siglos XV y XVI. Y desde su parte trasera, callejeando junto a la muralla y caminando por un amplio jardín, se llega hasta la renacentista Universidad del Espíritu Santo, fundada por los jesuitas en el siglo XVI. Lo mejor es caminar sin destino para empaparse de la ciudad y dejarse caer en la porticada plaza do Giraldo, donde se alza el ayuntamiento y se conserva un antiguo foro romano; en la iglesia de San Antón, la de San Francisco y su llamativa capilla de los huesos, o en la de Graça.

Info práctica

Camping Orbitur Valado

Rua dos Combatentes do Ultramar 2,

2450-148 Nazaré.

N 39° 35’ 52.1’’, W 9° 03’ 22‘‘

) +351 262 561 111

www.orbitur.pt

infovalado@orbitur.pt

Abierto todo el año.

A tres minutos en coche del centro de Nazaré, este camping tiene una zona camper para caravanas y autocaravanas. Entre las instalaciones de las que dispone el camping encontramos baños adaptados para personas con movilidad reducidas, wifi e incluso una piscina disponible para todos los huéspedes.

Camping Orbitur Evora

Estrada de Alcáçovas, Herdade Esparragosa

7005-206 Évora.

N 38° 33’ 27’’, W 7° 55’ 35’’

) +351 266 705 190

www.orbitur.pt

infoevora@orbitur.pt

Situado a dos kilómetros de la histórica ciudad de Évora, el camping destaca por sus instalaciones. Dispone de zona camper, además de baños adaptados para personas con movilidad reducida. Asimismo, se puede disfrutar de la piscina (también hay una piscina infantil) y de diversos servicios comerciales.

Parque de autocaravanas de Óbidos

Estrada da Capeleira, 22

2510-089 Óbidos

N 39° 21' 22'', W 9° 9' 24''

) +351 262 955 500

Junto al acueducto, se trata de un espacio tranquilo con todas las instalaciones (descarga de inodoros, aguas residuales, wifi, agua, seguridad...), a un precio asequible. No tiene baño.

Lisboa Campings & Bungalows

Estrada da Circunvalação

1400-061 Lisboa

N 38° 43' 30'', W 9° 12' 27''

) +351 217 628 200

www.lisboacamping.com

info@lisboacamping.com

Este camping cuenta con un amplio terreno de 38 hectáreas y una área dedicada a autocaravanas. Está situado muy cerca del centro de la ciudad, a la que se puede acceder directamente en transporte público. Dispone de amplios servicios (restaurante, mini mercado, salas de estar, lavadora, caja fuerte...)y una amplia la programación de actividades para todos los públicos. La cadena cuenta otros espacios de acampada en las localidades de Coimbra, Torreira y Barra.

Península Ibérica

El Algarve

Este paraíso en la tierra enamora por su luz, la belleza de su paisaje, su gastronomía y la bonhomía de sus gentes. El Algarve ofrece desde playas kilométricas hasta campos de golf junto al mar, un clima magnífico durante todo el año, paisajes que quitan el hipo como el cabo de San Vicente, entornos geológicos únicos como las formaciones rocosas anaranjadas de Lagos, naturaleza exuberante en la Ría Formosa, montañas desde las que se obtienen vistas únicas como la sierra de Monchique y acantilados de vértigo donde la puesta de sol se convierte en un espectáculo sobrecogedor. Y así lo entendieron los musulmanes, que bautizaron a esta tierra como Al-Gharb, al oeste, donde se pone el sol, y dejaron su huella en un urbanismo de pequeñas casas blancas y en castillos que fueron testigos mudos de numerosas contiendas. El tiempo pasa despacio y la vida se celebra tranquila mientras se disfruta de una gastronomía mediterránea volcada en el pescado fresco y en buenos vinos.

Aunque la zona más famosa de la costa presenta un turismo masificado, El Algarve guarda muchos rincones auténticos. Las tentaciones se suceden nada más cruzar la frontera, desde Castro Marim y Vila Real hasta Albufeira y sus playas mágicas, el lujoso turismo de la Quinta do Lago y el Vale do Lobo, o la espectacular iglesia de São Lourenço en Almancil, con su interior completamente azulejado.


• Distancia: 300 kilómetros (sin contar accesos a la playa)

• Puntos de la ruta: Castro Marim - Vila Real - Cacela Velha - Almancil - Loulé - Quarteira - Vilamoura - Faro - Olão - Albufeira - Alcantarilha - Lagos - Sagres - Caldas de Monchique - Monchique - Silves - Aljezur

Camino de Albufeira

La desembocadura del río Guadiana marca la frontera geográfica entre España y Portugal. Su cauce lo salva un puente atirantado que conecta Ayamonte con Castro Marim (apenas 200 km separan Castro Marim de Évora, última parada de nuestra ruta anterior), cuyo nombre ya desvela su vocación defensiva, con su caserío coronado por un castillo que luce su piedra negruzca. Desde esta atalaya se divisa un pueblo de casas bajas, entre las que sobresale la cúpula de la iglesia de Nossa Señora dos Mártires, del siglo XVIII, y las salinas.

El recorrido hasta el Vila Real de Santo António permite adentrarse en la Reserva Natural do Sapal, unas marismas que ocupan 2000 hectáreas del estuario del Guadiana, refugio de infinidad de aves que conviven con el hombre, cuyo trabajo obteniendo sal permite vislumbrar estampas bucólicas.

La Reserva Natural de Sapal funciona como un vivero natural donde se reproducen los peces y crustáceos. Es un lugar sin igual para los observadores de aves, pues por aquí pasan 169 especies de aves, la mayoría acuáticas.

Vila Real se encuentra a cuatro kilómetros. La localidad, fundada en 1774 por el marqués de Pombal, a quien se le dedicó la plaza principal, luce un urbanismo de líneas rectas. Desde el alto del Calvario se logra una completa perspectiva de esta moderna urbe y de las sierras de Marão y Alvão.

Un cómodo paseo de cuatro kilómetros al oeste conduce hasta la concurrida playa de Monte Gordo, pasando por la espectacular Mata Nacional das Dunas do Litoral de Vila Real, un entorno natural sorprendente formado por pinos y vegetación de dunas. Antes de abandonar la zona, merece la pena subir hasta el faro, desde donde se observa la desembocadura del río Guadiana en el océano. Un poco más adelante se llega a Cacela Velha, una antigua villa romana en lo alto de una colina, con vistas a la laguna de Ría Formosa.

El Algarve más turístico

El Algarve más turístico es el que se asienta entre Faro y Albufeira, a lo largo de varias poblaciones costeras que muestran su vertiente más populosa en los núcleos urbanos y que se va volviendo más selecta a medida que nos vamos alejando del mar, salvo en el caso de Quinta do Lago y Vale do Lobo, dos urbanizaciones elitistas cuyos campos de golf llegan hasta la costa. Ambas se localizan en Almancil, una pequeña población en la que sobresale la iglesia de São Lourenço, cuyo interior aparece decorado íntegramente con azulejos de tonos azules y blancos que relatan la vida de San Lorenzo y son una obra destacada del barroco portugués.

En Loulé se celebra un concurrido mercado los sábados, en el que destacan los puestos de artesanos que venden artículos de piel, latón, cobre… Las cataplanas son unos recipientes de cobre de dos piezas típicas de Loulé.

Loulé, a los pies de la sierra de Monte Figo, cuenta con un centro histórico especialmente bien conservado. Entre su patrimonio destaca el castillo, de origen morisco y actual museo municipal, y la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, de mediados del XVII, con un rico revestimiento de azulejos en su interior y situada frente a la fortaleza. En su laberinto de calles blancas sorprende la iglesia de San Clemente, de estilo gótico meridional y levantada sobre una antigua mezquita en el siglo XIII.

El trayecto permite descubrir la turística Quarteira, una pequeña ciudad diseminada a lo largo de su playa, de tres kilómetros, y llegar hasta Vilamoura, uno de los núcleos más visitados del Algarve. La localidad se distribuye alrededor de su hermosa marina, donde se localiza la zona más bulliciosa, que se convierte en un oasis de paz y belleza a medida que se va alejando del centro. Vilamoura es un lugar privilegiado para los amantes del golf y, junto a la bocana del puerto comienza la impresionante playa de la Falesia: ocho kilómetros de arena fina protegidos por acantilados de piedra rojiza y formas caprichosas.

Faro

La capital del Algarve se presenta esbelta, con numerosos monumentos que lucen gótico y barroco en sus fachadas, con hermosas calles peatonales con casas solariegas y rúas repletas de encanto que dirigen sus pasos hacia el distinguido puerto. Nada más acceder a la Ciudad Vieja, su caserío amurallado comienza a conquistar con sus edificios repletos de azulejos que mantienen su esencia histórica y sus calles estrechas y empedradas. Su barrio antiguo mantiene su carácter con casas de pescadores y casonas barrocas; pasear por ellas es un deleite. El acceso se hace a través del espectacular Arco da Vila, de aire italiano, desde donde la Rua do Municipio sube hasta el Largo da Sé, en la que se alza la catedral, del siglo XIII, y el palacio Episcopal, que luce uno de los revestimientos de azulejos más valiosos de Portugal.

 

Tras la catedral aparece la plaza de Alfonso III, al que se honra con una estatua de bronce, y donde sobresale el renacentista convento de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI. La ciudad es generosa en vestigios históricos: desde el Arco do Repouso, una puerta árabe que se conserva al fondo de la muralla, hasta el Centro de Ciencia Viva, que ocupa una antigua fábrica de electricidad, pasando por las iglesias de la Misericordia y del Carmen, el teatro Lethers o el Museo Marítimo Almirante Ramalho Ortigão.

Desde el faro de Ponta da Piedade se disfrutan unas puestas de sol inolvidables; además se puede alquilar una barca para visitar los lagos y cuevas de este paraje natural.

Reserva Natural da Ría Formosa

Desde la marina de Faro se llega a Ría Formosa, un conjunto de lagunas en la que habitan cerca de 250 especies de aves, que comparten esta Reserva Natural con recolectores de ostras y almejas que, cuando baja la marea, se afanan en su trabajo. La Reserva Natural cubre 18 400 hectáreas en las que se suceden istmos e islas alargadas que aparecen paralelas a la costa durante más de 50 kilómetros y que constituyen un enclave ecológico de excepcional valor.

Un viaje en barco de 20 minutos conecta Faro con la isla de Barreta, un auténtico paraíso natural, y el punto más meridional del Portugal continental, como lo es la isla de Culatra, solo accesible en barco desde Olão y que ofrece extensas playas casi desér­ticas de arena finísima y de aguas de gran transparencia. En la isla de Barreta se pueden practicar actividades como el windsurf, vela o paseos en barco.

La pesca y la recolección de mariscos son dos de las principales actividades de los pueblos cercanos a Ría Formosa. En Culatra podemos degustar el famoso arroz de navajas o una caldeirada de pescado.

Albufeira

El Algarve no es un territorio repleto de recursos monumentales. Su atractivo reside en su entorno y en la sencillez y belleza de sus pueblos. Algunos, como Albufeira, se han convertido en un destino turístico potente gracias a que cuenta con algunas de las mejores playas de la costa algarveña. Esta pujanza ha hecho que la localidad sea, en realidad, dos: el pequeño pueblo de pescadores situado junto a la playa, que mantiene su encanto de casas blancas y arcos moriscos aunque se ha poblado de restaurantes de letreros coloridos; y la bulliciosa ciudad que se ha desarrollado para el turismo alrededor del núcleo fundacional.


Paisaje de Albufeira. © Aroxopt - Fotolia

La esencia del pueblo se percibe en su casco histórico, con monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, del siglo XVIII. El Museo Arqueológico muestra la historia de la región con fondos de diversos yacimientos cercanos. Pero el principal patrimonio de Albufeira son sus playas mágicas, como la de Oura o la de São Rafael, considerada una de las mejores del país. Un paseo por la orilla del mar conduce hasta la singular gruta de Xorino. A doce kilómetros se encuentra Alcantarilha, en la que destaca su iglesia del siglo XVI y estilo manuelino. En esta localidad se ubica el Aqualand Algarve, paraíso para los más pequeños.

Lagos

La Lacobriga romana es uno de los destinos ineludibles en El Algarve. Sus espectaculares farallones emergiendo del océano son una de las postales más fotografiadas. Especialmente las caprichosas formaciones de la playa Dona Ana, quizá la más bonita de Portugal, a pesar de sus reducidas dimensiones: 200 metros en forma de media luna.

El casco histórico de Lagos conserva las murallas que protegen su caserío de edificaciones blancas y sus iglesias de azulejos como la de San Antonio, cuya sencilla fachada no deja imaginar la profusa decoración interior. Al lado se encuentra el Museo Municipal y cerca, en la plaza Infante Dom Henrique, está la iglesia de Santa María. Un corto paseo permite asombrarse con el fuerte da Ponta da Bandeira, uno de los puestos defensivos mejor conservados debido a su tardía construcción, en el siglo XVII. Antes de dejar la ciudad, merece la pena acercarse hasta el faro de Ponta da Piedade, a unos tres kilómetros, un promontorio que permite divisar la grandeza de los acantilados de la costa.


Ponta da Piedade. © Unknown

Si viajamos con niños, en Lagos no habrá mucho tiempo para aburrirse, pues tendrán la posibilidad de avistar delfines o pasar unas horas en el Parque Temático de Zoolagos, que acoge más de 120 especies de animales.

Sagres

Esta tierra del sol tiene uno de los enclaves con más encanto en Sagres, una pequeña localidad que ocupa la barbilla de la cara que representa la península Ibérica. Los fuertes vientos que llegan desde el Atlántico, y que han convertido el pueblo en la meca de los surferos, chocan con la fortaleza que se asoma al océano. Es un baluarte defensivo levantado en el siglo XV que conserva algunas dependencias originales. Desde esta fortaleza se inició la época dorada de la navegación portuguesa de la mano del Infante Dom Henrique.

Su costa cuenta con tres magníficas playas: Mareta, Tonel y la espectacular Beliche.

Cabo de San Vicente

Desde Sagres —la punta más austral de Portugal y de Europa—, una tranquila carretera bordeada por acantilados de gran verticalidad conduce hasta el cabo de San Vicente, uno de los rincones más bellos de Portugal. Aquí, donde los antiguos consideraban que se acababa la tierra, se alza una fortaleza y un faro sobre abruptos acantilados verticales que ascienden hasta 60 metros sobre el nivel del mar, cuyas olas embra­vecidas han llegado a superar. Pero es la excepción. La opción más recomendable es acercarse al atardecer y disfrutar de la puesta de sol.

Sierra de Monchique

El Algarve no vive solo de la costa. La sierra de Monchique, frontera natural con El Alentejo, cobija el techo algarveño, el pico Fóia (902 metros), rodeado de unos hermosos parajes que rebosan verdor y densamente poblados de eucaliptos, acacias y pinos que anticipan el acceso hasta las Caldas de Monchique, famosas por sus aguas curativas desde la época de los romanos. A siete kilómetros del complejo termal aparece la ciudad de Monchique, que presenta casas blancas aterrazadas entre las que sobresale la portada manuelina de su iglesia y, en una colina cercana, las ruinas de un convento franciscano.

Descendiendo de nuevo a la costa, llegamos hasta Silves, la antigua capital del Algarve. Sobre una colina despunta un castillo enorme, amurallado y con once torres que atestiguan el esplendor que la civilización islámica logró en esta tierra. Bajo su sombra se despliega el trazado medieval de las calles de la antigua medina, en la que sobresalen edificios señoriales y la catedral gótica, del siglo XIII, aunque su reconstrucción tras el terremoto de Lisboa de 1755 la dotó de elementos barrocos.

Para finalizar el viaje con mejor sabor de boca, si cabe, puedes acercarte a Aljezur para disfrutar de su casco antiguo y visitar su castillo árabe —desde donde se tienen unas vistas espectaculares sobre el valle—, su picota y la iglesia de la Misericordia, del siglo XVI. En los alrededores se encuentran algunas playas de gran belleza natural como Arrifana, Bordeira o Amado, en las que se pueden practicar deportes náuticos; además de emprender pequeñas caminatas por algunos de los senderos que recorren sus orillas.

Info práctica

Parque de Campismo Ría Formosa

Quinta da Gomeira

8800-59, Cabana de Tavira

N 37° 08’ 42.24’’. W 07° 36’ 08.03’’

) +351 281 328 887

www.campingriaformosa.com

info@campingriaformosa.com

Abierto todo el año.

Los precios varían según temporada.

A veinticuatro minutos de Castro Marim, este camping se encuentra muy cerca de la reserva natural de Ría Formosa por la que pasa la ruta. Además de wifi gratuito para todos los huéspedes, entre sus instalaciones encontramos: duchas con agua fría y caliente, piscinas para adultos y niños, zona de juegos, un restaurante y hasta un pequeño supermercado. Hay un total de 350 parcelas que disponen de conexión eléctrica.

Camping Orbitur Valverde

Estrada da Praia da Luz

8600-148 Lagos

N 37° 05’ 57.8’’ , E 8° 43’ 03’’

) +351 282 789 211

www.orbitur.pt

infovalverde@orbitur.pt

Abierto todo el año.

A 6 km del centro de la ciudad de Lagos, este camping es muy extenso. Cuenta con 600 parcelas amplias y con mucha sombra. Los baños son accesibles para las personas con movilidad reducida. El camping cuenta con piscinas para niños y adultos, restaurante, lavandería selfservice e incluso un polideportivo. Acceso a wifi. Se permite el acceso de los animales.

Camping Orbitur Sagres

Cerro das Moitas

8650-998 Sagres

N 37° 01’ 28.6’’, W 8° 56’ 46.6’’

) +351 282 624 371

www.orbitur.pt

infosagres@orbitur.pt

Abierto todo el año.

Ubicado en un bosque de pinos, el camping se halla a tan solo 1 km de la playa. Su entorno invita a descubrir los diferentes estilos arquitectónicos de la zona además de su belleza natural. El camping dispone de baños para personas con movilidad reducida y wifi. Aquí se pueden practicar golf o windsurf.

Parking Largo de São Francisco

Largo de São Francisco. Faro

N 37° 0’ 43’’, W 7° 55’ 57’’

) +351 289 803 604

Abierto todo el año. Sin servicios. Gratuito.

Gran aparcamiento gratuito a 500 metros del centro. Perfecto para visitar la ciudad y pasar la noche. A partir de las 7 h, comienza el ruido de los aviones.

Hay otros espacios con mejores servicios, como el Faro Campervan Park, en la Rua Aquilino Ribeiro, 7, pero no es gratuito.

Península Ibérica

Ruta del Califato

Durante la presencia musulmana en la península Ibérica, entre los siglos VIII y XV, los árabes convirtieron al-Ándalus en una de las regiones del mundo más productivas tanto a nivel agrícola como cultural. El arte, la literatura, la música, la arquitectura y otras ciencias nos dejaron aquí una de las más ricas muestras del patrimonio español: el legado andalusí.

Esta ruta recorre los antiguos caminos que conectaban dos de las ciudades más importantes de al-Ándalus: Córdoba, la capital del califato, y Granada, la ciudad de la Alhambra a los pies de Sierra Nevada.

En el trayecto nos detendremos en varias ciudades históricas (Zuheros, Espejo, Castro del Río...) para visitar algunos de los monumentos que nos legaron los musulmanes y descubriremos qué queda aún de la riqueza del califato.

De la itinerarios que permiten acercarse al legado musulmán de la península Ibérica, la ruta del Califato es probablemente el más significativo. Esta vía de comercio y cultura fue una de las más transitadas en la Edad Media por mercaderes que provenían de todos los rincones del mundo conocido. También fue uno de los destinos preferidos de los grandes viajeros del siglo XIX, fascinados por el exotismo de la arquitectura y de las gentes andaluzas. Como reconocimiento al valor cultural, la ruta del legado andalusí fue declarada en 2004 Gran Itinerario Cultural Europeo.


• Distancia: 385 kilómetros hasta Loja

• Puntos de la ruta: Córdoba - Medina Azahara - Espejo - Castro del Río - Zuheros - Luque - Alcaudete - Granada - Loja

 

Córdoba: la capital de al-Ándalus

Un juego de luces y sombras cubre un bosque de columnas de mármol, jaspe y granito. Sobre ellas, extendiéndose como frondes de palmera, trescientos sesenta y cinco arcos de herradura de rojo y blanco. Un silencio respetuoso flota en el ambiente y en el aire se percibe la fe que emana de sus paredes, doblemente sacras. Estamos en la mezquita de Córdoba. Pocos monumentos pueden ejemplificar tan bien el legado árabe y cristiano de Andalucía como esta mezquita que ha sabido mantener, hasta hace poco, lo mejor de los dos mundos.

Córdoba ya existía cuando los musulmanes invadieron el sur de la península Ibérica en el año 711 d. C. Los romanos fundaron Corduba en el 169 a. C. y la convirtieron en capital de la Hispania Ulterior. En ella vieron la luz algunos personajes tan ilustres como el filósofo Séneca, nacido en el año 4 a. C. Después llegaron los visigodos y construyeron algunos monumentos, como la basílica de San Vicente Mártir en el siglo VI. Con la llegada de los musulmanes, se llamaría Qurtuba. En el año 756, Abderramán I, heredero del califato omeya que huyó de Damasco ante el ascenso al poder de los abasíes, llegó a la ciudad e instauró el emirato independiente de Córdoba, que duró hasta el 929, cuando el emirato fue convertido en califato por Abderramán III. Córdoba se convirtió durante el califato en la segunda mayor ciudad del mundo después de Constantinopla, un centro de esplendor político, comercial y cultural (aquí estaba la mayor biblioteca del mundo) que se destruiría con el fin del califato, en 1031, para dar lugar al caótico reino de taifas.

Abderramán I aprovechó los cimientos de la basílica de San Vicente Mártir para construir la primera mezquita de la ciudad en el 786. Los emires sucesivos se encargaron de agrandarla añadiéndole espacio de oración y puertas de acceso, como la de San Esteban, original de la primera mezquita y con la típica forma de herradura. Se añadió un alminar (que se conserva parcialmente en el campanario actual) y se decoraron espléndidamente, en el siglo X, las puertas y cúpulas de la macsura. La mezquita podía acomodar hasta 20000 fieles en su máxima expansión. Era, tras la mezquita de La Meca, la mayor del mundo hasta la construcción de la mezquita Azul de Estambul.

Al pasear por el interior de sus naves seguro que notaremos el cambio de arquitectura definido por las construcciones cristianas de la catedral a partir del siglo XIV con la capilla Real, la capilla Mayor o el crucero. La perfección estética de la mezquita le valió ser inscrita en el listado de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1985, a la que se uniría después el resto del centro histórico de la ciudad.


Córdoba. Interior de la mezquita. © EMPERORCOSAR - shutterstock

Medina Azahara: la ciudad-palacio de los califas

Diecisiete kilómetros al oeste de Córdoba encontraremos las ruinas de Medina Azahara, inscrita también como Patrimonio de la Humanidad en 2018. Abderramán III hizo construir esta ciudad en pleno apogeo del califato de Córdoba como muestra de su riqueza y esplendor. En ella no se escatimaron gastos, y estaba dotada de todos los lujos de un palacio y de un conjunto de edificios administrativos. Desde aquí controlaba el califa toda la extensión de su territorio y recibía a los embajadores con suntuosas fiestas. Pero la ciudad no duró más de un siglo, ya que durante la guerra civil de principios del siglo XI fue destruida parcialmente y olvidada. En el siglo XX se empezaron a excavar las ruinas y se descubrió la riqueza de sus construcciones. Cuando paseemos por entre las calles, puentes y habitaciones de los palacios y edificios restaurados de la ciudad, quizá no podamos captar del todo el lejano esplendor del califato, pero sin duda podremos apreciar la extensión de toda esta ciudad edificada para acoger al califa y a su corte.

Espejo y Castro del Río: fortalezas musulmanas

Circulando por la carretera N-432 entre campos de olivos, en dirección a Granada, veremos algunas muestras de las construcciones musulmanas erigidas para proteger esta ruta comercial, que fue muy transitada durante la época del emirato y califato. Por aquí anduvieron y cabalgaron comerciantes de todo el mundo que venían a intercambiar sus mercancías en las dos capitales más importantes de al-Ándalus. Con los sabios y artistas que la recorrieron, también viajaron las ideas que convirtieron tanto a Córdoba como a Granada en dos de las ciudades más iluminadas y cultas del mundo.

En la pequeña población de Espejo, por ejemplo, a 45 kilómetros de Córdoba, podremos ver el castillo Ducal, construido originariamente por los árabes. Incidentalmente, la población también es conocida por ser el lugar en que Robert Capa tomó la célebre fotografía Muerte de un miliciano.

Casi diez kilómetros al este, junto al curso del Guadajoz, la ciudad de Castro del Río todavía nos mostrará orgullosa sus murallas del siglo XII, construidas por los almohades y que tenía hasta cuarenta torreones que la protegían. Ahora solo quedan unos cuantos restos en la cara oriental de la antigua ciudad, y frente a la plaza de San Rafael de la localidad, veremos los restos del castillo del siglo XIV, ya de época cristiana.

Zuheros, Luque y Alcaudete

A medida que nos desplacemos hacia el sudeste, nos adentraremos en las colinas arboladas de las sierras Subbéticas, con algunos riscos coronados por fortalezas encargadas de proteger el camino. Es el caso de Zuheros, uno de los pueblos más bonitos de España. Su castillo, con sus paredes y almenas, se asienta sobre un espolón rocoso desde donde domina esta pequeña localidad de casas blancas y tejados rojizos. El nombre antiguo de Sujayra fue su apelativo desde su construcción en el siglo IX, en pleno dominio musulmán, y posteriormente fue modificado a partir de la conquista por Fernando III.

Algo similar pasa en Luque, cinco kilómetros al este. El cerro del Castillo, la colina rocosa que domina la población, está coronado por el viejo castillo. Se empezó a construir en el año 879, y aunque sufrió muchas modificaciones en los siglos posteriores, caminando por entre sus ruinas y torreón podremos imaginarnos a los soldados musulmanes vigilando el camino desde lo alto de sus murallas y sus dos torres.

El castillo de Alcaudete, 22 kilómetros al este de Luque siguiendo la carretera N-432, es, probablemente, el mejor ejemplo de estas fortalezas defensivas, ya que desde lo alto del cerro situado en el centro de la población dominaba la extensión de campos a los pies de la sierra. Los árabes construyeron el castillo sobre los cimientos de una vieja fortificación romana, y el geógrafo Al-Idrisi lo menciona en el siglo XII como el fuerte de Algaidak, bajo el cual se establecía un mercado de gran asistencia por encontrarse a medio camino de Córdoba, Jaén y Granada. Los cristianos lo conquistaron definitivamente en el siglo XIII y durante los siguientes siglos sufrió varias modificaciones bajo la Orden de Calatrava, que lo amplió para proteger la frontera con el reino nazarí de Granada. En Alcaudete podremos pasearnos, pues, por una obra castrense de gran envergadura que nos mostrará no solamente la evolución de la arquitectura militar, sino también la compleja vida en la frontera cristiano-musulmana durante la reconquista.

Granada: la joya nazarí

Lo primero que percibiremos al acercarnos a Granada, es la presencia de la gran mole rocosa a su espalda: Sierra Nevada. En este marco incomparable de montañas de cumbres blancas, la vieja ciudad granadina nos parecerá aún más fascinante y embelesadora que nunca. Si Córdoba era cultural, Granada es bella. Y su palacio más conocido, la Alhambra, merece el título de monumento más bonito del sur de España. Con razón pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, que agrupa tanto el complejo palaciego de la Alhambra como el barrio del Albaicín, que conserva varias construcciones hispanomusulmanas originales mezcladas con casas mudéjares y andaluzas. También se incluyen los jardines del Generalife, que son un remanso de paz y naturaleza controlada desde el que contemplar la Alhambra. En el Generalife, situado en el cerro del Sol, fuera de las murallas de la Alhambra, los reyes nazaríes tenían su lugar de descanso, una villa rural en la que podían relajarse. Parterres floreados, estanques de agua, fuentes, salas con elegantes estucados, una cámara real decorada con complejas yeserías en el techo y varios miradores en los que podremos apreciar las vistas de la ciudad de Granada y la cercana Alhambra, demuestran el lujo que rodeaba a la familia real nazarí.

La gran extensión de la Alhambra merece todo un día parar verla en detalle, pero si nos apremia el tiempo, hay algunos lugares que no nos debemos perder. Entre ellos está la Alcazaba, la parte más defensiva y militar, en el extremo más occidental, en la que podremos pasear por las terrazas, torres, plazas de armas y murallas, y disfrutar de las estupendas vistas de la ciudad.

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