Buch lesen: «Guía práctica de naturopatía»

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© 2020, Redbook Ediciones, S.L., Barcelona

Diseño de cubierta: Regina Richling

Diseño de interior: Primo Tempo

ISBN: 978-84-9917-628-4

Producción del ePub: booqlab

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Índice

1 Introducción: Naturopatía y Medicina Naturista

2 Los recursos. Dietética y alimentación ecológica

3 La depuración del organismo

4 Hidroterapia, la curación por el agua

5 Los Cuatro Elementos. Del Agua al Aire, la Tierra y el Sol

6 Cuerpo y movimiento. Ejercicio y reposo

7 Plantas medicinales en casa. Aromaterapia

8 Acupuntura

Moxibustión

Ventosas

Auriculopuntura

Craneopuntura

Acupresión y Do-in

9 Terapias manuales. Quiromasaje

Reflexoterapia podal

Drenaje linfático manual

Quiropraxia y osteopatía

RPG

Kinesiología

Shiatsu

10 Otras terapias complementarias

Para saber más. Bibliografía


Introducción
«Integral» y la medicina naturista

Para la introducción de este libro, la Dra. García Gomila y yo comentábamos cómo renovar la utilidad de la medicina naturista en tiempos cada vez más complejos. Porque, ¿podremos convencer a las nuevas generaciones de la extraordinaria utilidad de la naturopatía y la medicina naturista?


A lo largo de estos más de 40 años de experiencias en la divulgación de la salud, y de cientos de miles de páginas publicados en la revista «Integral», nos hemos propuesto poner al alcance de todo el mundo, digitalizadas y permanentemente actualizadas, las informaciones que sobre ecología, salud, alimentación naturista venimos publicando. Pronto estarán disponibles los primeros contenidos en www.saludymedicinanatural.net


Prisionera de las cifras, la medicina convencional olvida la mejor medicina.

Una guía práctica siempre actualizada

Por vez primera os ofrecemos una mirada resumida al fascinante universo de la medicina naturista, que hemos tenido el honor de vivir y comunicar en primera persona a lo largo de todas estas décadas.

Gracias a la tarea de aquellos médicos cofundadores, y de un sinfín de colaboradores, hemos reunido el conocimiento de los grandes pioneros naturópatas y su legado en forma de recursos para disfrutar de una buena salud, que hoy se unen a los hallazgos y avances experimentados por la medicina durante todos estos años.

Autogestión de la salud

La intención es poner de nuevo, al alcance de todos, la autogestión de la propia salud tal como hicimos entonces, en 1978. Queremos contribuir a la divulgación de estos recursos esenciales para cuidarse sin necesidad de fármacos o medicamentos con efectos secundarios indeseables.

Se trata de volver a tener a mano un mejor conocimiento de todo lo que podemos hacer para mantener la salud, reservando los recursos convencionales de la medicina –basada a menudo en fármacos– sólo para cuando exista verdadera necesidad de utilizarlos.

Para consultar

Presentamos una obra con informaciones de referencia, ideales para cuidar la salud en cualquier situación con la medicina natural.

Se trata de una obra de consulta para toda la familia, que ayuda a descubrir las bases sobre las que actúa la medicina naturista, así como sus principales remedios y técnicas.

Naturopatía

En España, naturismo, naturopatía y medicina naturista son expresiones equivalentes que engloban una serie de terapias con remedios naturales o tradicionales. Por ejemplo, la fitoterapia (uso de plantas medicinales) o la hidroterapia (curación por el agua). En otros países la expresión «naturismo» se asocia con actividades nudistas.

La naturopatía se basa en recursos terapéuticos naturales como las plantas, el agua, la luz solar, el aire, la arcilla y la alimentación. El término fue acuñado por el alemán Benedict Lust: Etimológicamente, «naturopatía» proviene del latín natura, naturaleza y del griego pathos, sentimiento, emoción.

Según una de las bases de la naturopatía, la fuerza vital del cuerpo le permite defenderse y sanar espontáneamente. Por eso se trata ante todo de fortalecer las respuestas de defensa del organismo.


Técnicas de quiromasaje, un buen recurso al alcance de todos.

En naturopatía se emplea un conjunto de medidas de higiene: dieta, ayuno, ejercicios, relajación, masajes, hidroterapia, talasoterapia…, ayudadas por agentes naturales: aire limpio, plantas medicinales, agua, sol, etc.

Remedios naturales

Puede decirse que «medicina natural» es la que utiliza remedios presentes en la naturaleza –agua, luz, aire, sol, arcilla, alimentos naturales, plantas medicinales, etc.–, que emplea técnicas fisioterapéuticas sencillas y considera como causa importante de la mayoría de enfermedades el alejamiento de nuestras costumbres respecto a un modelo de vida más acorde y más en contacto con la naturaleza. Sin embargo, los médicos naturistas defienden un concepto más amplio y mejor estructurado que es el de «medicina naturista».

En los colegios médicos todo ello queda enmarcado en el ámbito de las medicinas complementarias, por mucho que los médicos naturistas defiendan la existencia de una única medicina: la que cura de verdad.

Existen además asociaciones de naturópatas para defender las buenas prácticas en su labor. Y finalmente, bajo la denominación de «medicina integrativa», existe un movimiento que pretende reunir lo mejor de todas las prácticas terapéuticas.

Salud y medicina naturista

Según los últimos informes de la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 80% de la humanidad utiliza métodos naturales para tratar sus enfermedades. La OMS cita la naturopatía como la tercera medicina tradicional del mundo, después de la medicina tradicional china y la ayurvédica. Y la definen como «un conjunto de métodos de atención diseñados para fortalecer las defensas del cuerpo por medios considerados naturales y biológicos».

El objetivo de la naturopatía es doble: preservar y optimizar la salud general del ser humano, su calidad de vida y permitir que el cuerpo se autorregule por medios naturales.

No vamos a recordar ahora sólo aspectos negativos de la medicina actual, como si no fuera útil y efectiva en muchas enfermedades. Se han erradicado plagas y epidemias de otros tiempos gracias a medidas higiénicas… y al descubrimiento de los antibióticos. Pero el abuso de antibióticos está echando a perder su eficacia a causa de las resistencias generadas en las bacterias, lo cual obliga a científicos y a laboratorios a buscar remedios más «potentes».


El aceite de coco, ideal para enjuagues bucales.

Hoy se tratan con éxito la mayoría de enfermedades infecciosas, pero aumentan otras que tienen mucho que ver con los hábitos de la vida moderna: caries dental, obesidad, arteriosclerosis, diabetes, enfermedades alérgicas, hipertensión arterial, enfermedades coronarias, enfermedades reumáticas, enfermedades inmunológicas, cáncer. Quizá por primera vez en la historia, una gran parte de la humanidad tiene superávit de alimentos. Antes el problema era el hambre, ahora es la sobrealimentación y el acceso a productos muy atractivos pero nada saludables junto a un sedentarismo cada vez más preocupante. Los avances de la medicina actual no ha podido frenar el desarrollo y la cronificación de estas enfermedades, si bien es cierto que el aumento de la expectativa de vida en los países desarrollados hace más pantente esta cronificación.

Es en este campo donde otros puntos de vista terapéuticos aportan nuevas perspectivas de éxito. Estos otros métodos terapéuticos eminentemente empíricos que, les llamemos como les llamemos (medicinas alternativas, blandas, paralelas, no convencionales, etc.), engloban un grupo de terapias, la mayoría de ellas clásicas, que enriquecen y amplían las posibilidades terapéuticas de la medicina oficial.

Cuatro principios básicos de la medicina naturista

Potenciar o activar la capacidad reguladora o curativa del organismo, es decir, la vis medicatrix naturae. Como indica un antiguo aforismo latino: «Medicus curat, natura sanat», es decir, que es la naturaleza del enfermo la que lleva a cabo la verdadera curación. La actuación del médico debería potenciar y dirigir esta fuerza curativa del mejor modo posible.

Utilizar remedios naturales, presentes en la naturaleza o con la mínima manipulación posible para hacerlos más accesibles, evitando remedios o técnicas artificiales e inadecuados para la naturaleza del ser humano. Con todo esta elección de remedios naturales no siempre es posible y se deben utilizar los tratamientos convencionales cuando la situación del paciente lo exija.

Las terapias empleadas han de ser lo menos agresivas posible, aunque ello suponga un mayor esfuerzo por parte del médico en enseñar a los pacientes a mejorar su salud tanto a nivel preventivo como terapéutico. El médico naturista sopesa a fondo la cuestión de «ante todo, no dañar» («Primum, nil nocere» según Hipócrates). El tema de la iatrogenia (efectos secundarios no deseados) ha de valorarse en profundidad antes de elegir el tratamiento más adecuado.

Un tratamiento holístico del enfermo, lo más global posible, no sólo en su aspecto orgánico, sino la esfera psíquica, social y ecológica. La progresiva especialización de la medicina ha contribuido a que se proceda muchas veces con una mentalidad muy limitada, olvidando que un paciente es mucho más que un órgano enfermo.

La mejor medicina

Cada persona debe poder elegir el tipo de medicina que desea, dentro de una mayor apertura de criterios, y sin los dogmatismos de la medicina convencional. Una mejor asistencia sanitaria no consiste sólo en practicar tratamientos caros y sofisticados desde el punto de vista tecnológico, sino, ante todo, en ofrecer mejores posibilidades para fomentar la salud de las personas.

La medicina naturista es de gran utilidad no sólo en los casos de enfermedad, sino también para las personas sanas que quieran conservar y mejorar el estado de su organismo, potenciando su salud.


Los recursos. Dietética y alimentación ecológica
Dieta, «la primera medicina»

Hay demasiado azúcar por todas partes. Y demasiada sal. Y grasas poco saludables en los alimentos de la industria. También exceso de leche, de carne, de alimentos muy procesados. Desde mediados del siglo pasado los hábitos alimenticios han cambiado tanto como nuestro modo de vivir. En palabras del gran escritor: «Hoy la máquina ha venido a calentar el estómago del hombre; pero ha enfriado su corazón». Y pensando en la salud, no es de extrañar que por un lado, hoy en día estén tan presentes las enfermedades relacionadas con la sobrealimentación, como la diabetes, o la hipertensión, la obesidad o algunos tipos de cáncer.

Pero por otro lado son muchas las personas que eligen un cambio en su manera tradicional de alimentarse. El acceso a una mayor información, permite conocer lo que sucede con los animales en los mataderos y las granjas. No es de extrañar que cada vez aparezcan más y más personas que deciden dejar de comer carne.

Sea por motivos éticos, de salud, o por pura elección personal, hoy la alimentación señala más que un nuevo estilo de vida. Hoy la comida marca un cambio en el destino humano.

¿Por dónde empezar?

Sin embargo, elegir lo saludable nos cuesta un poco. Un poco más de fuerza de voluntad para ensalivar, paladear y masticar mejor cada bocado, un poco más de fuerza de voluntad para rehusar la comodidad y los aromas de los alimentos procesados. Como insistimos en esta obra, uno de los mejores recursos terapéuticos de los que disponemos en medicina naturista es el ayuno. Después de un simple ayuno (1-3 días), elegid alimentos saludables con los que vuestro paladar no esté acostumbrado; en una simple ensalada variada redescubriréis un pequeño paraíso de deliciosos sabores escondidos, sencillos, naturales y muy saludables.

Así que nos dejaremos de los «no tengo tiempo» (en realidad solemos dedicar muchísimo más tiempo a mirar pantallas) para ser protagonistas de nuestra propia salud, comenzando por una actividad tan frecuente como el comer.

¿Podemos comer correctamente? Encontraréis abundante información en «El libro de la nutrición práctica» publicado por esta misma editorial.

Nutrientes

En la comida, encontramos:

Los macronutrientes, que proporcionan la energía que el cuerpo necesita para funcionar. Son las proteínas, grasas y carbohidratos.

Los micronutrientes, que no desempeñan ninguna función energética pero que son muy importantes para el buen funcionamiento de todos los metabolismos. Son vitaminas, minerales, oligoelementos, ácidos grasos esenciales, pros y prebióticos.

Proteínas, carbohidratos y lípidos: los macronutrientes esenciales. Una dieta equilibrada debe proporcionar todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo. Los nutrientes son todos los elementos que las células del cuerpo necesitan para sostener la vida y para cumplir con las funciones biológicas del cuerpo.

Las tres primeras familias principales de nutrientes son bien conocidas: las proteínas, las grasas y los carbohidratos. Lo ideal, y de acuerdo con las recomendaciones nutricionales actuales, es comerlos en estas proporciones:

- Los carbohidratos deben representar entre el 40% y el 55% de la ingesta calórica del día.

- La proteína debería proporcionar entre el 15% y el 30% de la ingesta calórica del día.

- La grasa debe constituir entre el 28% y el 38% de la ingesta calórica del día.

¿Dónde encuentro mis enzimas?

Las enzimas son proteínas que aceleran las reacciones químicas del cuerpo. Actúan en concentraciones muy bajas y tienen una acción muy rápida. Podría llevar desde varias horas hasta incluso siglos para que ciertas reacciones químicas se produjeran sin enzimas en una célula.

Hay un gran número de enzimas específicas que juegan un papel muy importante en la digestión, la conducción de los impulsos nerviosos o la síntesis hormonal. Cada día, 3.000 enzimas son responsables de más de 7.000 reacciones químicas. El organismo es capaz de producir una gran parte de las enzimas que necesita, pero también es necesario que la dieta las suministre.

Las enzimas se destruyen en gran medida cuando se cocinan (entre 45 y 75 ºC). Así que, para reponerlas, es mejor comer alimentos crudos o ligeramente cocidos. Las enzimas se encuentran principalmente en la fruta, sobre todo en la piña y la papaya, en las hortalizas, en los alimentos lactofermentados como la chucrut y en las semillas oleaginosas (almendras, avellanas).

Proteínas vegetales

Las proteínas son responsables de la reconstrucción de los tejidos, desde la piel a la mucosa intestinal y la masa muscular, de la restauración de las células, del crecimiento y de la reproducción. También contribuyen a producir hemoglobina, hormonas y más. Las proteínas están compuestas por aminoácidos. Son veinte, ocho de los cuales son indispensables en el aporte diario a través de la dieta (por eso se les llama «esenciales») pues no los produce el propio organismo. Si uno o más aminoácidos esenciales faltan en la dieta, por lo que no se podrán sintetizar las proteinas. Por eso es importante una buena ingesta de aminoácidos esenciales.

En el caso de una dieta vegetariana o vegana, vale la pena seguir buenas combinaciones dietéticas (como las recetas que contienen a la vez cereales y legumbres) para que las proteínas se asimilen bien por el cuerpo.


Las hamburguesas vegetarianas, una saludable fuente de proteínas.

Las proteínas pueden ser de origen animal (huevos, leche y productos lácteos) o vegetal (cereales, legumbres, verduras, semillas oleaginosas y frutas). En los últimos años se conoce mejor la riqueza proteica de algunos alimentos vegetales, como la maca y las semillas de chia, y se investiga el potencial de nuevos alimentos, como los microguisantes de pantano conocidos en Thailandia como «mankai» (Wolffia globosa).

Carbohidratos simples y complejos

Los carbohidratos (o hidratos de carbono, o «azúcares») son la «gasolina», los principales proveedores de energía del cuerpo. Forman parte de la estructura básica del ADN y el ARN, los portadores de nuestro capital genético.

Carbohidratos simples. Se encuentran en las frutas, la miel, la caña de azúcar, la remolacha y en pequeñas cantidades en la mayoría de las vegetales.

Algunos alimentos procesados también son muy ricos en carbohidratos: pasteles, bollería, helados, dulces, refrescos y zumos de fruta, comidas preparadas, ketchup, salsas industriales...

Carbohidratos complejos. Los encontraremos en los cereales (maíz, trigo, arroz, espelta, escanda), en los alimentos feculentos (patatas, mandioca, boniatos), en las legumbres (guisantes, judías, lentejas, trigo sarraceno) y en ciertas frutas (plátanos, mangos, manzanas).


Los carbohidratos simples deben representar sólo el 30% del total de los carbohidratos, de los cuales el 10% son productos dulces (azúcar, mermelada, pastelería, miel) y el resto deberían ser carbohidratos aportados por frutas y verduras.

¿Necesitamos las grasas?

Las grasas o lípidos entran en la composición de las membranas celulares, actúan como portadores de vitaminas y nutrientes, permiten la producción de hormonas esteroides a partir del colesterol, desempeñan un papel esencial en el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso y proporcionan protección térmica desde el exterior. Así que son esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo.

De ahí la importancia de no saltárselas en la dieta con el pretexto de que te hacen engordar. También es importante elegir cuidadosamente las grasas, porque no todas son iguales. De hecho, se hace una distinción clásica entre las grasas «buenas» y las «malas».

Así, los ácidos grasos insaturados (monoinsaturados y poliinsaturados), presentes por ejemplo en los aceites vegetales, plantas oleaginosas (y pescados grasos, para los no-vegetarianos), protegen las arterias, son esenciales para el buen funcionamiento del corazón y el cerebro, participan en la fluidez de la sangre y en la permeabilidad de las membranas de nuestras células.

Se acusa a los ácidos grasos saturados (que se encuentran sobre todo en las grasas animales: carne, leche, mantequilla, queso) de aumentar la síntesis del colesterol malo y el riesgo de enfermedades cardiovasculares si se consumen en exceso. Se caracterizan por su resistencia a la degradación bajo la influencia del aire o la luz. Su «saturación» en hidrógeno estable limita su capacidad de movilización hacia el hígado y, por el contrario, favorece su almacenamiento.

Por eso es importante asegurar un buen suministro, sin abusos, de ácidos grasos insaturados de calidad, asegurando al mismo tiempo un buen equilibrio de omega-3 y omega-6 (dos ácidos grasos poliinsaturados), que es un punto esencial a controlar en nuestra dieta actual.

Aportación ideal de la ingesta de diferentes ácidos grasos

Saturados: 10%. Monoinsaturado: 14-20%.

Poliinsaturados: Omega-3: 1,6%. Omega-6: 4%