Sendas Zen del Toro

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Sendas Zen del Toro
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.

www.Letrame.com

info@Letrame.com

© Davidjesus

Diseño de edición: Letrame Editorial.

ISBN: 978-84-1386-563-8

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

PRÓLOGO

Sabiendo como sabe de su origen oriental, el autor tramita su otra vida por ahora a la vera del Camino de Santiago en esta tierra del toro, que es España, yendo y viniendo por las Sendas de Oku, y sumido siempre y del todo en el Zen, principio y fin de toda su meditación trascendental. Davidjesús escribe un libro al dictado de su visión-pasión del toreo en todas sus vertientes y lo hace con dos claves: la del soneto y la del haiku, a fin de sumar arte y sabiduría en la sutil estructura de unos versos: (14+3) por lo común.

Urgencia y destino podría ser el ultimátum que ha descubierto el poeta a la hora de echarse al monte del libro impreso bajo este título: Sendas Zen del toro. Urgencia porque ve «muy próximo el final del largo viaje» y destino porque «el toro representa la figura/de un Pueblo, de su Historia y de su gesta».

A partir de aquí, todo es tarea del lector en comisión con el autor descubriendo y degustando los secretos de esta tauromaquia personal en el arte de lidiar toros y versos con el único fin de exaltar la belleza de esta tragedia siempre en trance.

Como lector, pongo la mirada en el Toro y el Torero, y en la atmósfera que a uno y otro los envuelve: la FIJEZA. Fijo el toro en su destino, fijo el torero en su tótem animal y en su faena. Y descubro de inmediato este incendio en primavera bajo el signo de Taurus.

Me asombra un toro blanco, metáfora del mirlo, y descubro de inmediato su oportuna aparición: él es el ideario de todo cuanto el poeta quiere transferir a sus lectores transportándoles a otro coso de proporciones colosales más allá de los ruedos de este mundo; y, de igual manera, averiguando otras faenas más allá de las visibles en las habituales corridas de toros. En como si tras la fiesta nos asomáramos a otras trascendencias, y en la lidia del toro y el torero viéramos de otra manera y de verdad el alcance de esta liturgia.

El poeta, vidente y visionario, cicerone de lujo en estas tarde de domingo, nos lleva de la mano, nos muestra al toro y casi todos sus secretos en esta lidia de pasiones y, de paso, nos enseña el ritual ancestral de tan excelsa tauromaquia.

Asomados al cuarto creciente de los cuernos de este toro, sacamos partido a los cuernos de la luna circunvalando con su cuarto creciente todas las parcelas de la noche y así urdimos ya el inicio de la tragedia vespertina: al fin y para todos, vivir es morir.

Este libro no es una enciclopedia, tampoco es un manual, ni siquiera un bosquejo de apuntes para aficionados al toro y a los toreros. Se trata de algo diferente: un breviario de emociones y pasiones personales tenidas al borde del estribo y con la mente puesta en otros cielos. Seguramente, esta connotación —la de irse lejos sin salirse del ruedo— es la que confiere singular valor, entraña belleza y alto rango espiritual a estas letras.

Hay algo místico en todas estas líneas —toreo zen, quizá— que traspasa y engalana aún más la segura y maestra proporción de la medida de estos versos, y es la escala óptima de la pulcritud en todas las miradas del toreo. Todo lo feo queda oculto, olvidado, travestido de hermosura, incluida la sangre, la muerte, el fin de la tragedia. Citando a un maestro de las sabidurías orientales, Teitaro Suzuki, remato este prologuillo haciendo suyo y mío, haciendo nuestro, este pensamiento: «El Zen es el hecho último de toda filosofía y religión. Todo esfuerzo intelectual debe culminar en él, o más bien debe comenzar en él, si es que ha de rendir frutos prácticos».

Leer este libro es gozar la gran experiencia de la vida. Vivir es morir. «Como el toro he nacido para el luto y el dolor» (Miguel Hernández).

HAIKU Y SONETO

Si a los toros se les distingue y valora según la divisa que lucen en su piel, de igual manera a este libro que tienes entre tus manos le diferencia y señala el notable contrapunto de sus versos y estrofas. Es el soneto, rey de reyes entre los poemas conceptuales y sonoros, y es el haiku, poema breve de diecisiete sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente (estructura habitual, aunque no única), son los dos modos de elaboración artística en este caso. Se toma toda la elegancia de Occidente vestida en versos endecasílabos y se complemente con la sabiduría oriental con esta tríada de versos de arte menor. La suma o compendio de uno y otro incendian el paraíso de la magia y, cual cofre de lujo, encierran en su seno todo el saber, el sentir y vivir la fiesta de los toros. Pasión y lujo, dos cintas de color en esta bandera de la poesía.

Juan José Pérez Solana

PRELUDIO

Amanuense bitácora confiere

al diario, los sucesos e incidencia;

análisis, profunda la evidencia,

conocimiento superior se adquiere.

Un amanuense y práctico, en esencia,

soy, quien observa; sin decir, sugiere;

en acta o parte, la verdad venere;

«Mis memorias» o «diario», confidencia.

Párrafos verso orlan el macrocosmos;

pequeñas rimas miman microcosmos;

en mesocosmos, el soneto añoro.

El soneto elegí clásico marco;

a conveniencia la extensión le marco;

y un haiku mi remate, broche de oro.

«Sin normas, Arte» dice el Zen breve.

Lanzo octavillas, real octava, aleve

rima, baldón de sociedad desdoro.

Aislado y aislador, yazgo callado,

soy otro que ya fui; un exiliado;

de incógnito, ignorado en el Camino.

El poema que escribo cada día

cuarteto, después de sinfonía1;

¡obsesión por belleza y lo divino!

Haiku: Con la borrasca / las hojas de bitácora / a luz de luna.

PRESENTACIÓN

Exiliado de Oriente, mi destierro

obedece a la ley inexorable

del karma, acumulado última vida,

por Cipango la distendida estancia.

Los Toros, el Camino de Santiago,

me atraen, me conquistan, me seducen;

y prefiero afincarme en Piel de Toro,

mi vivienda en un borde del Camino.

Así recuerdo eternas Sendas de Oku;

despierto con mi nueva poesía;

Haiku al final aporto, broche sigilo;

y agrego a lidia danza mis bellezas.

Muy próximo el final de largo viaje,

recojo mis apuntes y bosquejos

en pequeña y vivida antología.

Haiku: Un peregrino

perdido en el tendido

uso mi cámara.

POR DIVISA, SONETO CON HAIKU

Un toro es el escudo en mi bandera,

expresando variada alegoría:

fuerza, poder, nobleza, fantasía,

con casta y la hidalguía más señera.

El soneto, la clásica solera

de forma occidental, que no varía;

la utilizo, y lo lidio a mi manera,

descubriendo una nueva poesía.

La bandera decoro con un lazo,

un haiku agrego, en síntesis un trazo,

el poema oriental por excelencia.

Nueva modalidad al Arte aporto;

objetivo y sincero me comporto…

¡Mi pasión por lo bello se evidencia!

Haiku: Soneto el toro

Con haiku japonés

¡Un molinete!

Soneto y haiku

dos cintas de colores

cada poema.

COLOSO CRUCIFICADO

LA CAPILLA

TORO

Rincón y techo; cerchas por cadenas,

Cristo descomunal parece avanza;

sobre los fieles cierne; y abalanza,

sin que se aprecie sujeción apenas.

Relieve reventón de azules venas;

surco empapado huella de la lanza;

máximo flujo del color alcanza

dulce reflejo, énfasis serenas.

Reflejos del temor y del espanto,

enormes ojos límpidos, de llanto,

elevan su mirada, de recelo.

Limpio grito del Hijo desgarrado:

«Padre mío, ¿por qué has abandonado?»

lo abate virtualmente contra el suelo.

Haikus:

Cuarto de plaza

en elevado ruedo

la muerte es Vida.

Sobre el altar

representa escultura

más que hecatombe.

Cristo bravío / por qué en la Cruz humilla / ¡Divino Taurus!

LOS TOROS DE GUISANDO

(Siglo III-II a.C.)

El Tiemblo. Ávila

Ha fraguado la piedra en la bravura

 

reposada; entusiástica fiereza

de la fuerza sexual, en la belleza;

deseo contenido, en la escultura.

Cuatro veces insiste en su figura

la roca que cedió naturaleza;

y sirve de solar, timbre, y grandeza

a las Edades, Pacto y Fuerza obscura.

Un trémulo lugar, fondo sagrado,

nos ha sobrecogido, impresionado

tantos valores que una cerca extraña.

Indignado también; por el olvido

que sufren nuestra Historia, cerro, ejido,

porque estos Toros son visión de España.

Haiku: Los cuatro toros

mitad Historia y piedra

añoran Urus.

LA CUADRILLA

El maestro departe con cuadrilla

la sugerencia de pedir sobrero;

el incidente de la banderilla;

o faena en la puerta del chiquero.

Noble complicidad es lo primero.

Cuando algún toro cornalón no humilla;

escobillado disimula astilla;

o muestra condiciones de playero.

Más que fraternidad, familia ciencia;

que se hace con el toro en el envite,

y ofrece propia vida en cada quite.

Por profunda amistad, la convivencia:

el subalterno, a quien cegó la arena.

Es el primero en ofrecer su vena.

Haiku: Una cuadrilla

por la Suerte hermanada

más que familia.

EL BOTIJO

Icono de la unión y compadreo,

por carreteras en la baca viaja;

discreto y sobrio en toda sombra encaja;

conoce los secretos del toreo.

De sequedad hasta la sed relaja;

empapa la muleta, peso aseo;

refresca cara y manos con chorreo;

por su blancura y agua fría, alhaja.

Recuerdo de una tierra en muchos casos,

diapasona los pases y los pasos:

la mascota de todas las cuadrillas.

Elemento taurino es el botijo:

alegoría en su blasón lo erijo,

cruzado con un par de banderillas.

Haiku: Viaja el botijo

embebiendo los vientos

¡luna de estío!

COCHE DE CABALLOS

Medio de transporte ideal

a la Plaza de Toros

El jamelgo de coches de un caballo,

más delgado, esquelético; pezuñas,

su parte más visible; o las uñas,

el valor residual de su escandallo.

Por lo demás no ostenta ningún fallo;

profesional, apenas refunfuña

por miedo a fusta que su dueño empuña…

cuando ingleses pretenden contratallo.

Discuten precio; en las postrimerías

el jaco da un bocado suculento

en tocado de inglesa: la pamela

de paja fina, flameada al viento.

El cochero indignado, «¡vaya tela!

—dice—: ¡amos que… la cosa tiene guasa:

por la calle le gustan chucherías

y después no me come nada en casa!».

Haiku: Jamelgo enjuto

y cochero andaluz

toman sus finos.

EL RUEDO

Albero de secano y regadío,

con tormentas de arena a ras del suelo,

requiere de la lluvia y luz del cielo,

para no ser espectro de baldío.

Desierto se asemeja, de vacío,

cuando el toro lo corre sin recelo;

lo cree su dominio y señorío;

pero luego cambiada corta el vuelo.

El exceso de riego forma un barro,

motivo de caída, o de desgarro

para cualquier pezuña o zapatillas.

Acoge los regalos al torero:

ramos de flores, puros, el sombrero,

y en casos, lluvia de… almohadillas.

Haiku: Reliquia en ruedo

los pétalos de rosa

¡Sangre torera!

ARENEROS Y PRINCIPIOS

Alza la arena y duna, el arenero,

como si de un jardín Zen se tratara;

la sangre y huellas sin cesar repara

con el badilo, su útil jardinero.

Irrumpe el alguacil, un caballero

que los confines de la plaza aclara;

despejada en momentos se declara;

y un desierto y corcel es el albero.

Corrido de la llave, y paseíllo,

se invaden la barrera y el pasillo,

hasta que inicie gesta el primer toro.

Atuendo de arenero, el monosabio,

cuida del picador y su montura;

exceso de valor sobre estatura,

nadie conocerá nombre del sabio.

Haiku: Un arenero

sin cartel y sin nombre

papel de sabio.

EL PRESIDENTE

La presidencia ostenta un funcionario…

Aficionado… de la policía,

que se colegia con la asesoría

de otro enterado, y un veterinario.

El reglamente marca itinerario,

para evitar error y algarabía;

pero precisa estar en sintonía

con sentido común, poco ordinario.

Dispone de unos múltiples pañuelos

para mostrar señales en revuelos

de las palomas blancas, los tendidos.

Así otorga el número de orejas,

y se hace sordo a populares quejas,

con abucheo y pitos resentidos.

Haiku: El presidente

Sie haben die kostenlose Leseprobe beendet. Möchten Sie mehr lesen?

Weitere Bücher von diesem Autor