Buch lesen: «Saltar el torniquete»

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Primera edición, FCE Chile, 2021

Distribución mundial para lengua española

© Sol Alé, Klaudio Duarte y Daniel Miranda

D.R. © 2021, Fondo de Cultura Económica Chile S.A.

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Comentarios: editorial@fcechile.cl

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Coordinación editorial: Fondo de Cultura Económica Chile S.A.

Cuidado de la edición: Álvaro Matus

Diseño de portada: Macarena Rojas Líbano

Fotografía de portada: Marcelo Hernández. Aton Chile

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra —incluido el diseño tipográfico y de portada—, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito de los editores.

ISBN edición impresa 978-956-289-220-9

ISBN edición digital 978-956-289-221-6

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com


ÍNDICE

Introducción Sí hay alternativa

Capítulo Primero Chocar contra el muro

1. La (re)vuelta de los que sobran: fulgor y crisis del neoliberalismo chileno

Historia de vida: Gonzalo Serrano

2. Las precariedades económicas de los “privilegiados”: morosidad en jóvenes profesionales de Santiago y Concepción

Bibliografía

Historia de vida: Belén Quinchavil

Historia de vida: Carolina Sáez

Capítulo Segundo PARTICIPACIÓN JUVENIL EN EL TIEMPO

1. Una continuidad discontinua: análisis retrospectivo del 18-O a la luz del ciclo de protestas juveniles en el campo educativo

Bibliografía

Historia de vida: Juan Carlos Álvarez

2. Cambios en la participación política de los escolares

Bibliografía

Historia de vida: Vilma

3. Participación en acciones colectivas de los jóvenes en Chile: el rol de las normas familiares e impacto del estallido social

Bibliografía

Historia de vida: Isidora Godoy

Capítulo Tercero NUEVAS FORMAS DE ACCIÓN POLÍTICA

1. Anunciando primaveras: activismo sexopolítico juvenil

Historia de vida: Martín

2. Los estudiantes secundarios frente a los desafíos ciudadanos del cambio climático

Bibliografía

Historia de vida: Max Gallardo

3. Movimiento social y participación institucional en las nuevas generaciones de jóvenes militantes de izquierda

Bibliografía

Historia de vida: Luis Arcos

4. Participación ciudadana escolar en una sociedad desigual: creencias de adolescentes chilenos en cabildos post estallido social 2019

Bibliografía

Historia de vida: Tiare y Millaray

Historia de vida: Pamela Aquino

Capítulo Cuarto LA MOVILIZACIÓN JUVENIL DESDE LAS CLASES SOCIALES

1. De olvidados a protagonistas: el estallido social visto desde la perspectiva de jóvenes populares

Bibliografía

Historia de vida: Jorge Aránguiz

2. La movilización de los jóvenes “cuicos” entendida desde procesos de socialización

Bibliografía

Historia de vida: Sofía Riquelme

3. Debe ser un niño que tiene rabia, que tiene como un dolor con la sociedad

Bibliografía

Historia de vida: Nicolás Rosselot

Capítulo Quinto EMOCIONES Y CONSIGNAS DE LA PROTESTA

1. Acontecimiento y ambivalencia emocional: la experiencia de jóvenes de Valparaíso en la revuelta social

Bibliografía

Historia de vida: Mateo

2. Entre la rabia y la esperanza

Bibliografía

Historia de vida: Antonia

3. “Unidos somos cruos”: consignas juveniles en el levantamiento popular en Magallanes

Bibliografía

Epílogo

La rebelión de octubre como estallido generacional: pánico, “beaterías juveniles” y monsergas seniles

Bibliografía

Agradecimientos

Sobre los autores y autoras

Introducción

SÍ HAY ALTERNATIVA

Estamos peor, pero estamos mejor,

porque antes estábamos bien, pero era mentira,

no como ahora que estamos mal, pero es verdad.

Texto escrito en un pizarrón

La sociedad chilena está en un profundo proceso de cuestionamiento al orden que se construyó en los últimos 47 años. El relato que por años articuló los distintos ámbitos de la vida nacional, que marcaba un horizonte de futuro para las personas, empezó a perder credibilidad hasta caer en una completa deslegitimación.

En lo económico, el camino del crecimiento y las políticas públicas focalizadas fueron insuficientes para enfrentar las profundas desigualdades, minimizadas por los triunfalismos. La bonanza económica fue solo para unos pocos. La política institucional perpetuó el modelo obsoleto de la transición, el “consenso” se volvió sinónimo de inmovilidad y, al final, en nombre de la moderación y la estabilidad consagrada en la Constitución, se frenó el avance en derechos sociales, políticos, sexuales y reproductivos. La ciudadanía infantilizada por los nuevos códigos políticos poco podía hacer para incidir en las decisiones que los afectaban día a día y la participación quedó relegada al ritual de la votación de autoridades.

El discurso de la meritocracia y la movilidad social, ejes centrales de ese nuevo Chile, alimentaron los sueños de las nuevas capas medias surgidas del crédito y el acceso a la educación superior. Orientados hacia el futuro y orgullosos de ser el motor del país, inútilmente esperaron por el reconocimiento y compensación a sus esfuerzos desmedidos. No hubo mucho, el país está clausurado para la mayor parte de sus habitantes.

Pero no solo fueron las promesas rotas, con el tiempo se fue haciendo insostenible el contraste de los privilegios de las élites políticas y económicas respecto de la experiencia de los comunes y corrientes.

Aunque por años pensamos que los robos millonarios, los fraudes al fisco, las autoridades deshonestas y los sobornos políticos eran cosa de otros países, descubrimos que el abuso y la corrupción estaban en todas partes, en el mundo empresarial, en las instituciones del Estado, en los partidos políticos, en las fuerzas armadas, carabineros y en las iglesias.

La precarización generalizada de la vida, la desigualdad en el trato social, la lucha por subsistir en medio de una vida social irritada, transformaron en poco tiempo el malestar anunciado en los años 90, en frustración; y la frustración en una rabia muy profunda, pero aún contenida hasta que aconteció lo impensado: todas las fracturas y debilidades del orden económico, político y social impuesto por el neoliberalismo, evidenciaron lo que éramos realmente. El “oasis de paz” no era más que un espejismo.

Desde octubre de 2019, Chile inició un proceso de cambio. Las y los jóvenes estudiantes de enseñanza media y luego quienes están en educación superior, seguidos por personas de diversas edades, sectores sociales y organizaciones, se sumaron a lo que se ha registrado como una de las mayores movilizaciones populares de nuestra historia.

Lo que comenzó saltando el torniquete en el Metro de Santiago, para protestar por un alza en la tarifa adulta del servicio, se regó por todo el país entre el 18 y 19 de octubre. En ese fin de semana, las chilenas y chilenos abrimos las compuertas para expresarnos contra la desigualdad y para reclamar dignidad.

El imaginario simplista que se ha intentado construir de una juventud individualista y apática fue rebatido, los y las jóvenes no viven en otro mundo, son conscientes de sus historias familiares, han vivido junto a sus madres, padres, abuelos y abuelas, la experiencia de la asfixia y el agotamiento.

Queremos poner de relieve que estas generaciones de jóvenes volvieron a activarse, como en dictadura, como a principios de siglo, como el 2006 desde la enseñanza media, como el 2011 desde la enseñanza superior, como el 2018 con las feministas y disidencias sexuales. Volvieron a mostrarnos que son actores y actoras que buscan protagonismo en tiempo presente, que no quieren ser el futuro (si ello implica postergar el mañana). Han construido un acontecimiento, esos hitos que marcan transformaciones profundas en el devenir de una sociedad, y han mostrado que, eventualmente, el individualismo podría dar paso a mayores niveles de colaboración, la discriminación a un respeto más profundo por la diversidad y la endogamia de las élites a un sistema más plural y representativo.

Hemos logrado por fin quebrar la impotencia reflexiva en la que hemos vivido, tal como una mujer adulta expresaba en una pancarta: “Este movimiento me quitó la pena”. Nos hemos atrevido a soñar un país con nuevos horizontes y sacarnos de encima la profecía autocumplida que Margaret Thatcher sentenció en los 80, “no hay alternativa”.

En esta activación juvenil e intergeneracional, llama la atención, entre otras cuestiones, las formas de acción política a las que se ha recurrido. Ellas marcan continuidades con antiguas maneras de acción, pero también han aparecido nuevos repertorios que nos interesa observar y poner en la conversación. Una de estas novedades está en el fuerte guiño a lo emocional, como un componente que necesita ser estimulado en los procesos sociales de movilización, a contracorriente con la supuesta racionalidad que prima para negar otras formas humanas de expresión. El abrazo intergeneracional en este acontecimiento tiene mucho de esta emocionalidad de quienes agradecen a las y los jóvenes por “ayudar a despertar”.

Rescatamos también la potencialidad que han cobrado las expresiones performáticas, en que los cuerpos son constituidos como continentes de las expresiones de las luchas realizadas. El baile, el canto, el teatro, la pintura en la piel, la “primera línea”, el voluntariado y el socorro ante el ahogo, todas expresiones de una forma de “poner el cuerpo en la lucha”. La performance de Las Tesis, que dió la vuelta al mundo, es un muy buen ejemplo del cuerpo como territorio de lucha.

Tejer redes, aprovechar las plataformas digitales como instrumento de acción política, es una característica novedosa que, desde los blogs del movimiento estudiantil del 2006 hasta ahora, sigue ganando espacio en las luchas sociales y cada vez con mayor amplitud de uso —las personas mayores también se van sumando en esto— y con mejores contenidos. Aportar a desbaratar la pretendida desinformación en la población ha sido algo inédito, las y los jóvenes han aprovechado como nunca las redes sociales para compartir conocimientos, desmentir noticias falsas, crear consciencia y sumar a nuevos adherentes.

Otro elemento novedoso que destacamos en este libro es la participación desde abajo. Si bien en la memoria de las luchas populares existen procesos potentes de esta práctica social, su reemergencia a través de cabildos, asambleas territoriales, coloquios, nuevas organizaciones, vuelve a situar la relevancia de desplegar la acción política con el componente participativo como identidad fuerte, que regula y da sentidos a los modos de hacer en la experiencia.

Hay mucho aprendizaje por producir, ya que tal como señalamos, la infantilización de la ciudadanía ha consistido en quitarnos la palabra, en negar y cooptar la participación en diversos ámbitos de nuestra sociedad pero gracias al impulso de las juventudes, quizás, por fin podremos alcanzar esa promesa de ciudadanía activa, abriendo espacios de creatividad democrática.

Queremos enfatizar en el origen y tono de este libro, las reflexiones sobre la revuelta de octubre han sido plasmadas en diferentes publicaciones. Sin embargo, creíamos necesario llevar adelante un proyecto que ofreciera diversas perspectivas de la juventud como protagonista de esta experiencia histórica, primero para entender y poner en perspectiva su rol en la movilización y contrarrestar los “profetismos de cátedra”, los análisis superficiales y en ocasiones burlescos de los intérpretes de los fenónemos sociales.

Para esto invitamos a investigadores e investigadoras en temas de juventud, con el fin de conocer sus visiones sobre este acontecimiento. Sabemos que el lenguaje y los códigos de la academia no siempre facilitan la divulgación del conocimiento, pero como primer ejercicio intentamos alivianar estos trabajos para llegar a nuevos públicos. Creíamos fundamental que las y los jóvenes hablaran por sí mismos e incorporamos sus testimonios en primera persona, para conocer sus trayectorias de vida y experiencia en el proceso de movilización.

Al igual que la diversidad de personas que formó parte de este hito, Saltar el torniquete: reflexiones desde las juventudes de octubre, entrega desde diferentes perspectivas y formatos (análisis de encuestas, entrevistas en profundidad, grupos de discusión, ensayos y testimonios en primera persona), algunas luces y códigos para leer y entender, quiénes son las y los jóvenes detrás de la revuelta.

Dieciséis textos reflexionan acerca de las juventudes observadas en torno al período del estallido social, organizados en cinco capítulos, para dar cuenta de la amplitud, diversidad, protagonismo, profundidad y claridad que los jóvenes han tenido (y muy probablemente tendrán) en los eventos sociopolíticos del último periodo.

En el primer capítulo, “Chocar contra el muro”, Manuel Canales, María Cristina Hernández, Víctor Orellana y Fabián Guajardo plantean una imagen general de la crisis actual desde la perspectiva juvenil, a partir de la canción “El baile de los que sobran”. Por su parte, Lorena Pérez y Constanza Ayala proponen una bajada concreta de esta imagen, reflexionando acerca del “privilegio” de acceder a la educación superior y las precariedades económicas y el sobreendeudamiento de jóvenes profesionales.

En el segundo capítulo, “Participación juvenil en el tiempo”, Cristóbal Villalobos muestra un análisis histórico en torno a ciclos de protestas en el campo educativo, desde el año 1990. Propone que el estallido social del 18-O puede entenderse como una continuidad discontinua respecto de diversos aspectos observados en ciclos previos de movilizaciones. Daniel Miranda y Juan Carlos Castillo muestran cómo han cambiado las disposiciones de las y los escolares a participar de acciones tanto no disruptivas como disruptivas en los últimos 20 años. Además, discuten cómo estas disposiciones se diferencian entre grupos sociales y entre países. También Roberto González, Cristian Frigolett, Claudia Bazán y Pía Carozzi analizan la participación de jóvenes universitarios en acciones colectivas convencionales y radicales, sus vínculos intergeneracionales y la evolución que estas actividades tuvieron entre agosto y diciembre del 2019, en pleno estallido social.

En el tercer capítulo, “Nuevas formas de acción política”, Marcia Ravelo y Klaudio Duarte reflexionan en torno al movimiento feminista como un antecedente del estallido social, revelando cómo una parte importante de la acción política juvenil gira en torno a lo sexual y al género. Carolina García y Luis Flores discuten el creciente interés y compromiso de jóvenes por involucrarse en temas de interés público, particularmente aquellos ligados al cambio climático, usando formas de expresión extrainstitucionales para la construcción colaborativa del bien común. Isidora Iñigo muestra las visiones juveniles acerca la relación/tensión entre la participación en movimientos sociales y participación institucional. Para cerrar, Danae Videla y Paula Luengo muestran la visión de estudiantes de enseñanza básica acerca de las causas del estallido social y sus demandas como aporte al bienestar de la comunidad nacional.

En el cuarto capítulo, “Movilización juvenil desde las clases sociales”, Nicolás Angelcos, Andrea Roca, Emilia Cuadros, María Luisa Méndez, Alejandra Rasse y Valentina Álvarez muestran una imagen del estallido desde la perspectiva de jóvenes populares, contrastando la idea de “(in)activismo político” con el protagonismo de jóvenes en el “despertar” de la sociedad chilena. Modesto Gayo y María Luisa Méndez muestran cómo jóvenes de clase alta visualizan lo político y sus coincidencias/diferencias en torno a las demandas presentes en la movilización. Además, reflexionan sobre el rol de las familias en la socialización política de jóvenes privilegiados. Emmanuelle Barozet, Óscar Mac-Clure, José Conejeros y Claudia Jordana describen la evolución de la percepción y resignificación de la figura de jóvenes de sectores urbanos antes, durante y después del estallido social.

En el quinto capítulo, “Emociones y consignas de la protesta”, Juan Sandoval reflexiona acerca de las ambivalencias emocionales y las formas de organización espontánea de jóvenes porteños durante la revuelta social. Por su parte, Rodrigo Asún, Karina Rdz-Navarro, Claudia Zuñiga y Raúl Zamora muestran cuáles son las emociones positivas y negativas vinculadas antes y durante la participación en las movilizaciones estudiantiles. Adicionalmente, Margarita Makuc y Walter Molina reflexionan en torno al registro sistemático de las consignas juveniles surgidas durante la revuelta social y su relación con el malestar desde el cuestionamiento al sistema general hasta el malestar social regionalista.

Yanko González cierra el libro con una reflexión en torno a las interpretaciones sobre el estallido social que tempranamente pusieron su foco en los jóvenes. Este capítulo discute explicaciones alternativas que permiten nutrir el imaginario acerca del rol de múltiples generaciones en los últimos ciclos de movilizaciones sociales. En sus palabras: “El movimiento estudiantil del 2011 vigorizado por una mayoría multigeneracional, movió para siempre las fronteras de lo pensable, de lo deliberable y de lo imaginable”. Este proceso tendría en el estallido social de octubre 2019 su continuación.

Probablemente, por un buen tiempo estaremos analizando, desde los distintos quehaceres, disciplinas y ciencias, este acontecimiento. Esperamos que este proyecto contribuya a una discusión fundada y desprejuiciada, lejos de las caricaturas y estereotipos que se construyeron a partir de octubre.

Sol Alé, Klaudio Duarte y Daniel Miranda,

noviembre de 2020

Capítulo Primero

CHOCAR CONTRA EL MURO

1. La (re)vuelta de los que sobran: fulgor y crisis del neoliberalismo chileno

Manuel Canales, Víctor Orellana,

Fabián Guajardo y Cristina Hernández

En un país donde los que mandan han mandado tanto,

es posible que los mandados comiencen a estar hartos de que los manden.

Jesús Ibáñez. El regreso del sujeto, 1989

Entre las grandes imágenes que dejó la movilización sobresalta, por lo simbólico y emocional, el momento en que se vuelve al canto “El baile de los que sobran”, de Los Prisioneros, frente a la Biblioteca Nacional.

La cuestión juvenil fue formulada con magisterio en 1985 por Jorge González en su afamada y triste canción, que denunciaba la exclusión de las juventudes populares que venían entrando a ese Chile neoliberal naciente. Luego, el tema fue acallado por el potente dispositivo de sujeción que vino a ser la industria de las oportunidades de educación superior. De sobrar pasaron al tú puedes. Un proyectil al núcleo de deseo tan antiguo como la impotencia.

¿Cómo esa denuncia vuelve a escucharse —ahora como himno, sin danza— 35 años después? Pero no ya por los que sobraban con su enseñanza secundaria, sino los/las de ahora: con su carrera profesional y su título a cuestas.

Para entender el sentido apremiante, inexcusable, de la situación/exclusión, pueden considerarse los dos gráficos siguientes. El primero señala la expansión de la matrícula de estudios superiores (todo el crecimiento es prácticamente de instituciones de este nuevo tipo). El segundo señala, respecto de los empleos, la postal de una sociedad rentista-extractivista, como siempre. Seis veces se multiplicó una matrícula (ver gráfico 1), apenas se movió una décima la otra (ver gráfico 2). Aquí se reproduce el relato de esa torsión o incoherencia estructural, y se refleja cómo esta termina en un quiebre de los que lo cuentan y viven. Esa es la fractura final del régimen neoliberal. Su fracaso en medio de su afamado y bien vendido modelo.

Gráfico 1. Evolución matrícula total educación superior

(1965-2019)


Fuente: elaboración propia a partir de datos oficiales sies-mineduc (período 1983-2019) y Garretón, M. A., & Martínez, J. (1985). Antecedentes estructurales de las universidades chilenas (sur, ed.). Santiago: sur (período 1965-1981).

Gráfico 2. Evolución de la distribución de ocupaciones directivas, profesionales y técnicas en la estructura general de ocupaciones* (1982-2017)


Fuente: elaboración propia a partir de datos oficiales casen-mds (período 1994-2017) y Censo-ine (período 1982-1992).

* En base a la serie de ocupaciones por oficio utilizadas por las estadísticas nacionales, reagrupadas en categorías genéricas de ocupación que responden a los grandes grupos de la calificación ciuo 08 (incluye fuerzas armadas).

** En las cifras del censo de 1982 la clasificación de ocupaciones (Cota 70) no considera la categoría de grandes grupos equivalente de “técnicos y profesionales de nivel medio” del sistema ciuo 08.

¿Qué pasó?

Crisis del cotidiano neoliberal

Esta crisis no es, en su origen, ni política ni económica; tampoco se debe a circunstancias externas ni fue impulsada por movimientos sociales. Es la crisis del sujeto y el cotidiano popular formado bajo el régimen neoliberal. Ese es el quién y el contra qué de la revuelta; también la razón de su escala, cuándo y cómo.

El espíritu de octubre es la disconformidad, por definición subjetiva, crecida y madurada según se profundizaba el modelo neoliberal. De su éxito nace, de su duración y sus durezas, el sujeto que viene a interrogarlo y a inquietarlo tan gravemente. Es el pasivo o la deuda social que acumula el neoliberalismo cuando se le deja fluir al modo chileno: quiebra sujetos que quebrarán el orden.

Pueblo

Esta fue una revuelta de clase, popular. Todavía el 2011 la representación y la dirección del movimiento estuvo en las clases medias tradicionales. Ahora el protagonismo, de voz y presencia, fue de la gente de trabajo, los comunes: millones, de caras mestizas y apellidos corrientes, por todas partes, convergiendo desde sus mismas y variadas periferias. Esa presencia no es nueva, pero no se había visto hace 40 años y hasta se habría creído que estaba extinta.

Pueblo nuevo, técnicos y profesionales

La revuelta fue liderada por las generaciones nuevas, que nacieron bajo el neoliberalismo. Como ya se anunciaba el 2006 y el 2011, se van desligando los antiguos, que traen en su memoria las huellas de la pobreza y el castigo estamental como norma. Los nuevos, en cambio, están formados sin esos estigmas de clase. Si sus padres y abuelas fueron hijos del rigor y el terror, ellos no temen ni están para el sacrificio.

Los/las que creyeron, aborrecen

Destinatarios de la promesa (los creyentes del régimen)

Niños/as y jóvenes de los 90 en adelante, tienen toda su vida formada en el apogeo y madurez del proyecto neoliberal chileno.

La expansión de la educación superior, pago mediante, se presentó disponible como la nueva ola de prosperidad social. Fue la joya del modelo: ahora, todos los jóvenes, sin diferencias por origen socioeconómico, pueden acceder a estudios superiores o formarse como profesionales.

Ellos/as encarnan el ser social neoliberal chileno realizado, exitoso; llamados a agradecer la historia: universitarios de primera generación, les nombraban, como quien señala a los afortunados de su tiempo; tantas generaciones anhelantes tras lo mismo y, al fin, se escucha la señal del ahora sí. Largo viaje para llegar a ser alguien; salir de número y de llano, de fuerza simple y abstracta en capacidad compleja y diplomarse, adquirir título y rango.

Conocedores del fracaso y la frustración/ defraude

El caso es que la promesa era frustrante y el haberlo creído un defraude: una vez titulados, una vez egresados, a la salida, hay un muro, impasable, el mismo para todo. Los/las que creyeron no pueden descreer lo pasado ni seguir creyendo.

El camino se corta. Una subjetividad formada ha de desafirmarse, deformarse. Se rompe una identidad, una imagen de sí (querida desde lo más profundo, proyectada, y lograda y perdida casi al mismo tiempo). Llevarán, como memoria de su ser social, esa contradicción de ser y no ser. Es su logro personal, potente y valioso, y al mismo tiempo la negación otra vez.

El quiebre, así de personal y autobiográfico, es al mismo tiempo un hecho estamental: lo de cada quien, como individuo, es también lo del conjunto de su clase, como por reproducción de un mismo esquema y su distorsión.

Han de vivírselo, sin embargo, en la misma sola individualidad en que les enseñaron a proyectar lo que sería su conquista. Así sea de todos y del mismo modo, el viaje es solo y el naufragio también.

No entienden dónde estuvo la falla, suya; cavilan, se interrogan, se inculpan, compadecen, preguntan, ironizan, intentan el humor… lo que sea para sobrellevar esta disforia que les carga y entristece el habla.

Así fue hasta octubre, y por eso pasó lo que pasó.

Análisis del discurso, fragmentos

a) Sobran

La forma normal es el fracaso. El lugar común es allí donde no están, salvo para señalar la anomalía.

Tengo dos compañeros que están trabajando.

En la mía también súper poco. Egresamos como 30, hay trabajando cuatro.

Sobran, por número o masa:

Hay 500 currículos antes del tuyo.

Sobran, por nombre o prestigio:

…que si alguien de Recursos Humanos tiene todos estos currículums, lo que hace es revisar si son de la Católica o de la Chile, usach, y ahí eligen y ahí está el ranking entre las tres, y los demás aquí quedan, o sea, esa es la realidad. Es un descarte inmediato.

La estructura les gana, dos veces, al sujeto y su intento: por la matriz productiva, que los requiere simples, y por la dualidad social chilena, que los requiere abajo. Del viaje —que los requirió airosos— salen perdiendo y extraviados. Y debiendo.

b) El muro

Para los de su estamento, el pueblo, la salida (estudios profesionales) no conduce a una entrada (trabajos profesionales). Egresan, pero no ingresan; deben regresar.

Uno sale a un mundo donde las puertas ya están cerradas.

Siempre faltando, siempre debiendo. Como si sus trayectos, y sus títulos, no alcanzaran; forma estamental de incompletitud incorregible y misteriosa que los inhabilita. Quedan debiendo por lo que ya tienen (el título), y por lo que no tienen ni acaso tendrán. Siempre falta algo más. La meta se corre cuando te acercas.

Una forma del desquicio: haga lo que haga, fallará.

Me dicen, “tienes que tener experiencia”, no sé po, “5 años”. “Tienes que hablar chino mandarín”… No sé po, tener cosas, que no sé, que… A uno le da risa igual eso. Pero en verdad, o sea, te piden cosas ilógicas.

Claro, te piden experiencia, pero no te dan oportunidades para.

El orden no resiste un análisis lógico, pero no se inmuta por ello: es real, aunque ilógico. Y ahí se queda la subjetividad con su rabia, impotencia y otros modos de emocionar la debilidad abusada.

c) El quiebre

La urgencia habitual de la economía familiar, por una parte, y la constatación de la inviabilidad de la expectativa laboral profesional, por la otra, fuerzan un quiebre, un “cortar”. Es el momento de la decepción y de alguna forma, acaso insostenible, de resignación.

Entonces, es un tema del trabajo, uno ya se va desmotivando y al final uno agarra lo que hay. Entonces siento que ya está difícil encontrar pega ahora.

Quien se animó y movió, quien ingresó a la competencia por el conocimiento, debe volver/se al régimen de los trabajadores simples o de disponibilidad. El profesional, y su carrera y camino, ceden al jornal y su ley del agarrar, siempre al evento, siempre en presente: donde no se crecerá más, o donde no hay desarrollo posible; mundo que se vive al día y en el que lo único que avanza, y se acumula, es el tiempo.

Pero cuando uno se mete a trabajar a otra [actividad fuera de la especialidad] pierde mucho contacto y no gana nada de experiencia. Eso es lo fome… Pero tampoco se puede estar años buscando pega sin hacer nada más, además yo tengo una hija.

Es la condena social que pasa por su propio condenarse, transmutando el todavía no de la esperanza, en el ya no de la melancolía (y acaso de la rabia).

d) La deuda, la duda y el fin de la creencia

El camino seguido es por lejos el proyecto esencial de sus vidas. En ese camino han puesto los esfuerzos mayores y también una idea de sí. Es una inversión y un viaje identitario, y ambas de alcance mayor. El fracaso abate: un proyecto de ser queda tachado y el sujeto debe hacer solo su pérdida.

Es desmotivante, es muy decepcionante… Yo creo que uno se proyecta… entonces es un proyecto donde uno se endeuda, que uno invierte tiempo y lucas, su intención, su concentración todo en eso…

Al final del tú puedes está la impotencia, el árbol de los frutos vanos. Maldicen la razón abusiva y misteriosa, desconocida, que explota sus sueños y luego deshace sus méritos. Mejor, envanece sus frutos.