Desafiando a las alturas

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Desafiando a las alturas
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Bo, Claudio Daniel

Desafiando a las alturas / Claudio Daniel Bo. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0635-1

1. Relatos Personales. I. Título.

CDD 808.883

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Dedicado a mis hijos

Cristian y Hernán,

a mis padres

Alcides y Ana María,

que me hicieron

el aguante.

PRESENTACIÓN

Surgió una idea, la soñé y la viví: Me fui a Mendoza a pasar unos días a la montaña. Pero no es solo a las montañas, mi objetivo era subir al Aconcagua, llegar al techo de América y decir acá estoy. Una idea que parecía una locura y terminó siendo una experiencia increíble, donde conocí gente con distintos ideales pero con un mismo objetivo. Y ni que hablar de cada paisaje que te regala la naturaleza, solo basta con cerrar los ojos y al abrirlos ver algo diferente. Nunca imaginé estar en medio de los cerros y hablar de campamentos, de armar una carpa entre las piedras o en la ladera de la montaña, o rodeado de nieve. De llevar el cuerpo al límite de esfuerzo y resistencia, a enfrentar temperaturas muy bajas y fuertes vientos.

Soy hombre de campo y me entreveré con montañistas con experiencia. Pasé de mi lugar en el mundo en la llanura a las alturas de la cordillera.

Todo esto fue sin dudas un desafío personal, pero el gran desafío era allá, en la altura.

DESAFIANDO A LAS ALTURAS es el resumen de casi un año que tardó mi viaje desde el primer día de entrenamiento, llegar muy cerca de la cumbre y regresar.

NATURALEZA

Vivir en el campo desde que nací me permite estar en contacto permanente con la naturaleza. Tengo la posibilidad de ser testigo de lo más maravilloso del día: el amanecer o un atardecer. De observar no solo el sol y las sombras, la luna y las estrellas, las nubes y las lluvias, los vientos y el comportamiento de los animales. Todo tiene su lectura, la naturaleza te da señales y guarda secretos. El hecho de estar todos los días disfrutando del trabajo al aire libre no hace que no sea rutinario. Y aquí aparecen las escapadas a las sierras cordobesas: monte, sierras y ríos. Pasar el día en esa paz que transmite un río bajando por las piedras, el sol brillando a pleno, el verde de las plantas.


Explorar el interior de los cerros desde una mina abandonada en La Carolina, San Luis. Esos túneles con historias de mineros que perecieron en épocas de esplendor haciéndose paso a golpe de pico y el misterio que esconden las piedras en su interior, siempre un poco más allá.


O un viaje a Mendoza y ver de cerca la cordillera, pensar en esas tremendas piedras que se elevan sobre la superficie y atraviesan al continente de punta a punta despertando curiosidad porque no es esa montañita con la cumbre nevada que dibujaba en la escuela, es mucho más.

Y así desde el campo pasé por las sierras de Córdoba a San Luis y llegué a Mendoza. De la llanura a sierras y de sierras a cerros o montañas.

VACACIONES

En 2018 fui a practicar Rafting al Río Mendoza y Canopy a sus alrededores, siempre rodeado de grandes montañas. Desde los rápidos del río a estar suspendido en el aire por un cable de acero que va de montaña a montaña te ubica en lugares que solo se viven, no lo podes transmitir en una ni en mil palabras.


Arriba: Rafting en el Río Mendoza. Abajo: Canopy (Tirolesa).


Tras un día intenso de regreso al hotel ya con todas las hazañas realizadas, como que ya había visto todo, me encuentro con una publicidad para volar en parapente. Me contacté con el instructor y al otro día hice un vuelo de bautismo. Subimos a un cerro, se armó el parapente y con los arneses colocados y atados comenzamos a correr hacia el vacío hasta que en un instante estábamos volando y tomando altura hasta perderse entre las nubes.


Parapente en Las Heras, Mendoza.

El instructor me dio una bolsita por si me daban ganas de lanzar, y esa bolsita quedó registrada en un video que hicimos en el aire. ¡La bolsita! decía riendo el piloto de vuelo.

A poco más de 2000msnm veía un punto chiquito que era la camioneta con la que trasladamos el parapente. La ciudad de Mendoza, el Estadio Malvinas Argentinas… todos pequeños cuadros en la superficie. Realmente veía todo de otra dimensión y aprecié la grandeza de la tierra desde la montaña hasta un río, desde un camino hasta la ciudad. Y aquí viendo los cerros chicos pensé lo que sería ver desde la cumbre del Aconcagua por ser lo más alto de América, un privilegio de escaladores.

DESAFIO

Tras el fallecimiento de Débora Volpi, sus colegas y compañeros del noticiero televisivo la recuerdan resumiendo su historia de vida de trabajo y en una de esas escenas ella está intentando subir al Aconcagua. No sé exactamente por qué, pero ésta imagen más las vistas desde el aire de las montañas, me llevaron a pensar que quería subir, posiblemente me di cuenta que era posible, entonces me dije: “ahí voy coloso”.

Casi nadie sabía lo que quería hacer y los que sabían me decían: vos estás loco, eso no es para cualquiera, hace falta mucha preparación, y los menos decían: ¿por qué no?

Pero sin duda que quien me dijo que estaba loco fue quien más me motivó para ésta hazaña.

Esta idea no se borró de mi mente y fue creciendo en curiosidad. Y algo que siempre me digo: si alguien es capaz, ¿porqué no yo? Solo necesito los medios para hacerlo. Esto es válido para cualquier emprendimiento y así un nuevo desafío surgía.

Desafío en todo sentido. No tenía idea lo que era subir a una montaña, exponerse a climas que cambian rápidamente, la altura. Debía arrancar físicamente de cero.

PREPARACIÓN

Empecé a averiguar y me fui informando sobre la preparación física, vestimenta adecuada, me contacté con empresas de turismo que hacen la expedición, guías de montaña, porteadores y más. Fueron muchas las preguntas y también las respuestas, tantas que confundían. Lo que si tenía claro era que debía estar preparado física, psicológica y emocionalmente para enfrentar al vigía continental.

Había que empezar por la preparación física, después estudiaría el frío y la altura, dos detalles no menores.

En abril empecé a prepararme físicamente y adopté algunos, muy pocos, cambios alimenticios.

El entrenamiento comprendía bicicleta, escalador, correr, largas caminatas con peso en mochila, ejercicios aeróbicos. Primero fueron pequeñas caminatas midiendo distancias y tiempo. Después esas caminatas pasaron de media hora a dos o más. De caminar por lo llano a caminar a la vera del Río Tegua subiendo y bajando barrancas, e incluso caminaba por el agua en contra de la corriente y con el agua hasta la cintura. La bicicleta hacía mucho que no la usaba y rápidamente llegué a recorrer entre 18 y 25km por hora, hora y cuarto. El circuito era de sur a norte por el campo y esos vientos fríos y fuertes de invierno más alguna llovizna no me detuvieron. Hasta recorría las vacas en bicicleta. El escalador lo usaba a la madrugada cuando todavía era de noche para salir a trabajar. Y en promedio hacía unos 20–25km, 65–70 minutos. Lo máximo sin parar fueron 100 minutos, eran como retos que me proponía. Corría entre diez y quince kilómetros, hora hora y media. Y en los últimos meses incorporé los ejercicios aeróbicos dos veces por semana.

Con la preparación física en quince días perdí un kilo de peso, lo que me llevó a pensar: en cinco meses desaparezco. Pero al segundo mes recuperé mi peso normal y ahí se estabilizó.

En algún momento estos ejercicios se volvían rutinarios y cansadores y el solo hecho de verme haciendo cumbre y de rodillas mirando al Cielo agradeciendo…recargaba energía, pura adrenalina.

Nunca fui a un gimnasio y me hacía tiempo extra a mi trabajo diario para poder entrenar. Algunos momentos difíciles en temporada de toros en exposiciones o con la siembra, no podía entrenar. Así y todo en 10 meses recorrí unos 5000km y 400horas de ejercitación.

 

Además de no ir a un gimnasio, tampoco hice salidas previas a otras montañas a modo de adaptación y experiencia.

Y en cuanto a la alimentación incorporé a mi dieta huevos, bananas, zanahoria y masitas saladas. Kilos de bananas y zanahoria y docenas de huevo. Quise reemplazar el dulce de leche por la mermelada sin éxito, pero si le di espacio. Le dije adiós al café y el te lo suplió. El resto de la alimentación siguió la habitual basada en carnes. Cosas simples que me ayudaron en mi entrenamiento.

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