Buch lesen: «Disciplinas para la vida»
Publicado por:
Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629462-57-8
Disciplines for Life Copyright © 1992 by Sovereign Grace Media is a division of Sovereign Grace Ministries. This edition published by Agreement between C. J. Mahaney, and co-author, John Loftness, (hereafter the proprietors). All rights reserved.
©2020 Publicaciones Faro de Gracia.
Traducción al español realizada por Anna Lopez; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Francisco Adolfo Hernández Aceves. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.
Contenido
CÓMO USAR ESTE LIBRO
PRÓLOGO A LA VERSIÓN REVISADA
CAPÍTULO UNO - SÓLO UNA COSA ES NECESARIA
CAPÍTULO DOS - EJERCÍTATE PARA LA PIEDAD
CAPÍTULO TRES - ORACIÓN: LÍNEA DIRECTA AL CIELO
CAPÍTULO CUATRO - MEDITACIÓN: NO SÓLO PARA GURÚS
CAPÍTULO CINCO - AYUNO: CUANDO EL HAMBRE = PODER
CAPÍTULO SEIS - CONFESIÓN: LA PUERTA A LA VIDA
CAPÍTULO SIETE - SOLEDAD: ESTAR A SOLAS CON DIOS
CAPÍTULO OCHO - UN DESEO POR DIOS
OTROS TÍTULOS DE PUBLICACIONES FARO DE GRACIA
CÓMO USAR ESTE LIBRO
Disciplinas para la vida, como cada uno de los libros en la serie En búsqueda de la santidad, está diseñado para uso individual y grupal. La serie es la expansión lógica de cuatro convicciones firmes:
• La Biblia es nuestro estándar infalible de fe, doctrina y práctica. Aquellos que resisten Su autoridad serán desviados de su curso por sus propios sentimientos y las tendencias culturales.
• El conocimiento sin aplicación no tiene vida. Para poder ser transformados, necesitamos aplicar y practicar la verdad de la Palabra de Dios en la vida diaria.
• Aplicar estos principios es imposible separados del Espíritu Santo. Aunque necesitamos participar en el cambio, Él es la fuente de nuestro poder.
• La iglesia de Dios es el contexto planeado para el cambio. Dios nunca planeó que viviéramos independientes o aislados de otros cristianos. A través de la participación comprometida en la iglesia local, encontramos instrucción, aliento, corrección y oportunidades para llegar a ser maduros en Cristo.
Mientras leas estas páginas, confiamos en que cada una de estas convicciones fundamentales se reforzarán en tu corazón.
Con la posible excepción de las preguntas de la sección de «DISCUSIÓN GRUPAL», el formato de este libro es igualmente adecuado para individuos o para grupos pequeños. Una variedad de elementos diferentes han sido incluidos para hacer cada capítulo lo más interesante y útil posible. Para algunos de ustedes que sientan que necesitan un poco más de un tema en particular, hemos listado al final de muchos capítulos uno o más libros adicionales que les ayudarán a crecer en el Señor.
Aunque te alentamos a experimentar con tu uso de este libro, la discusión grupal será más enriquecedora cuando los miembros trabajan en el material por adelantado. Y recuerda que no estás leyendo este libro solo. El Espíritu Santo será tu tutor. Con Su ayuda, el libro tiene el potencial de cambiar tu vida.
PRÓLOGO A LA VERSIÓN REVISADA
Este libro tiene su origen en nuestras búsquedas personales por acercarnos más a Dios y encontrar nuestro más grande deleite en Él. Mientras hemos buscado crecer en nuestro conocimiento de nuestro Señor y experimentar Su verdad y amor, nos hemos convencido de que las disciplinas espirituales son un medio esencial de gracia. Dios está listo para dar, pero nosotros necesitamos estar en la posición de recibir.
Como con cualquier libro o sermón, este material no se desarrolló en el vacío. Estamos endeudados a muchos otros autores, demasiado numerosos como para nombrarlos aquí, quienes han influenciado nuestro pensamiento acerca de las disciplinas espirituales. Muchos de los libros están listados en la sección de «LECTURAS RECOMENDADAS» al final de cada capítulo. Pensamientos claves están citados en los cuadros de texto resaltados a lo largo del libro.
El contenido de esta versión revisada no difiere mucho del libro original. La mayoría de los cambios se hicieron en los Capítulos Uno, Dos, y Ocho y se derivaron de nuestro entendimiento más amplio acerca de la pecaminosidad penetrante del corazón humano. Mientras que el libro original aún retiene su valor, y no desalentaríamos el uso de las copias que ya están circulando, confiamos en que los nuevos lectores pueden ser más beneficiados por esta versión revisada. No obstante, recomendaríamos a los líderes de grupos pequeños que deseen estudiar este libro con un grupo, que se traten de asegurar de que cada miembro está usando la misma versión.
Greg Somerville invirtió muchas horas en el esfuerzo original de completar este libro. El trabajo de Greg refleja más que su habilidad como editor; él también es líder de un grupo pequeño y creemos que apreciarás cómo ha desarrollado las preguntas para animar la participación del grupo y traer estos estudios de la teoría a la práctica diaria.
Dos individuos dedicados y talentosos asistieron a Greg en hacer el libro original posible: la coordinadora de producción Beth Kelly y el diseñador gráfico Carl Mahler. Sus sugerencias creativas y su ojo para los detalles ayudaron a hacer cada borrador mejor que el anterior. La versión revisada se benefició significativamente del trabajo de Kevin Meath (editorial) y de Martin Stanley (diseño y producción). Estamos profundamente agradecidos por la experiencia y el entusiasmo combinados de estas editoriales.
C. J. Mahaney y John Loftness
CAPÍTULO UNO
SÓLO UNA COSA ES NECESARIA
C.J. MAHANEY
Si Marta hubiera sabido que su enojo terminaría en el evangelio de Lucas, probablemente se lo hubiera aguantado. Pero su vergüenza es para nuestro beneficio, ya que en Lucas 10:38-42 descubrimos uno de los puntos más esenciales (ymás descuidados) acerca de la intimidad con Dios.
La historia comienza con Jesús y Sus discípulos viajando a través del pueblo de Betania, a dos millas al este de Jerusalén. Es aquí, tal como Lucas lo describe, que «una mujer llamada Marta le recibió en su casa».
Lucas no lo menciona, pero asumo que Marta también recibió a Sus discípulos. Lo que significa que ella tuvo que preocuparse mínimo por 13 lugares más en la mesa. Y es improbable que ella tuviera por adelantado un horario del itinerario de Jesús. Todo indica que esto fue una visita inesperada y espontánea.
Ponte en las sandalias de Marta… supón que tu pastor y sus doce amigos llegaran a tu casa una tarde y dijeran, «¡Jorge! ¡Gaby! ¡Qué bueno verlos! Estábamos pasando y pensamos detenernos y cenar con ustedes». ¿Cómo responderías?
Tratarías de verte entusiasmado. «¡Qué privilegio!» dirías, con una sonrisa falsa en tu cara. Mientras entran, empezarías a disculparte por el lavabo lleno de platos sucios, los juguetes de los niños en el piso de la sala. Al mismo tiempo estarías mentalmente hurgando por la alacena, preguntándote cómo convertirás una caja de arroz en un gran banquete.
¿Puedes imaginarte a Marta? Ella no maneja un restaurante -ella maneja un hogar.
Si el pueblo de Betania tuviera un restaurante de comida china o un Pizza Hut, tal vez ella hubiera mandado a Jesús y Sus discípulos en esa dirección. Pero eso no era una opción. Marta ahora tiene un grupo inesperado para cenar. Y a pesar de que ella tal vez tenía las mejores intenciones, es casi inevitable que existiera algún tipo de lucha en su interior.
Para este momento la cena no era lo único que hervía en la cocina de Marta. Lo que comenzó como un acto genuino de amabilidad tomó un giro inesperado. Ahora ella está enojada, y haciendo todo lo posible para proyectar un sentimiento de culpa en María.
«Señor» ella grita, interrumpiendo la enseñanza de Jesús, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude».
Siendo una mujer sincera e industriosa, Marta se puso a trabajar para preparar una buena comida. Podemos pensar que ella asumió que su hermana María -probablemente su hermana menor- la acompañaría en la cocina. Imagina su reacción cuando ella ve a María sentada a los pies de Jesús, escuchándolo enseñar. Aquí está Marta, sudando por esta enorme tarea de hospitalidad, mientras su hermana está relajada, inconsciente e inmutada. ¿Piensas que eso podría haber puesto a prueba su actitud mínimo un poco?
Obviamente, no fue un diálogo cordial, y Marta, por supuesto, no tenía idea que quedaría registrado en la Biblia. Pero en este punto ella estaba frustrada, reaccionando pecaminosamente a lo que ella sentía que era una verdadera insensibilidad. La reputación de Marta ha sufrido a lo largo de los años, así que agregaré algo en su defensa. Ella aprendió a través de la amable corrección del Señor, como lo aclaran los Evangelios posteriormente. También, se le alaba por servir. El servicio es un tema enfatizado a lo largo de la Escritura. Fue su actitud pecadora, no su servicio, lo que metió a Marta en problemas.
Al ver la actividad como una prioridad mayor que escuchar al Señor, Martha erró en tres puntos.
1. Acusó a Dios. «¿Señor, no te da cuidado…? Lamentablemente, yo he dicho o pensado eso mismo muchas veces. Si no desarrollamos un estilo de vida de escuchar, inevitablemente comenzamos a dudar del amor de Dios. Nos convertimos altamente susceptibles a falsas interpretaciones de nuestras circunstancias, y es probable que seamos gobernados por nuestras emociones.
Cuando no hemos estado esperando en Dios y escuchando Su voz, fácilmente nos volvemos desconfiados de Su cuidado. Pocas cosas hieren más a Dios que ser acusado de indiferente ¿Sabes por qué? Porque no hay nadie a quien le importemos tanto como a Dios. Nadie se interesa tanto en nosotros como el Señor. Mientras estudiamos la Escritura y escuchamos Su voz nos volveremos conscientes y estaremos seguros de Su cuidado constante.
2. Se distrajo. El American Heritage Dictionary [Diccionario de la herencia americana] define «distraído» como «sufrir de emociones conflictivas; turbado». Cuando no hacemos tiempo para esperar delante de Dios, nos distraemos fácilmente. Nuestra perspectiva se distorsiona, nuestras emociones se agitan y se empieza a generar ansiedad. Marta encaja en esta descripción perfectamente.
Y no creas que Marta está sola en esto -todos estamos bien familiarizados con la distracción y la preocupación. Porque cuando dejamos de escuchar, nos empezamos a preocupar, y preocuparse es una ofensa seria hacia Dios. De hecho, decimos, «Yo no confió en ti, Señor». Pero cuando alabamos y esperamos en Dios, la preocupación rara vez es un problema, porque en la presencia de Dios recibimos seguridad de Su soberanía, sabiduría y cariño. A pesar de que las circunstancias permanezcan iguales, ahora tenemos una perspectiva eterna la cual remueve la preocupación del corazón y la reemplaza con paz.
3. Acusó y condenó a su hermana. No esperar en Dios ni escuchar Su voz normalmente culmina en crítica y comparación con los demás. Frecuentemente somos tentados a resentirnos con los demás, particularmente si parecen ser «más espirituales». Pero si somos honestos, admitiremos que a veces reaccionamos pecaminosamente hacia otros en la misma manera que Marta reaccionó hacia María. Lo que esto revela, entre otras cosas, es que no hemos estado esperando en Dios.
Me conmueve la forma en la que Jesús le respondió a Marta. Pudo haberse puesto de pie y dicho, «¿Tienes alguna idea de a Quién Le estás hablando? ¡Cómo te atreves a ordenarme! ¡Yo te creé!» En lugar de eso, Él Se sentó ahí, esperó hasta que ella terminara de revelar su corazón pecaminoso, y simplemente dijo «Marta, Marta».
(Por cierto …si el Señor usa tu nombre dos veces, prepárate para la reprensión. Es tiempo de acomodar el respaldo y regresar la mesa a su posición original).
«Afanada y turbada estás con muchas cosas», le dijo Jesús. «Pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".
Por favor nota que Jesús no fue empático con Marta. A pesar del entusiasmo con el que ella le sirvió, Él no justificó su actitud en lo más mínimo. Porque aunque el servicio de Marta fue entusiasta, no fue dirigido por el Espíritu ni motivado por la gracia de Dios. Más bien fue una obra de la carne, la cual puede atrapar al cristiano en legalismo no fructífero y en obras muertas. Muy a menudo el resultado es frustración inducida por uno mismo, enojo y desánimo.
Una vez que hemos sido reconciliados con Dios a través de la persona de Cristo y Su obra terminada, es importante que cultivemos una relación con Dios practicando las disciplinas espirituales (adorar, orar, estudiar la Escritura, etc.). En esto, no debemos empeñarnos en imitar a Marta, sino a María, quien, en las palabras de Cristo, escogió «la buena parte, la cual no le será quitada». Imitar a María en su devoción al Señor no sólo es escoger la buena parte, sino es escoger lo que es eterno.
Un enfoque radicalmente diferente
¿Qué se necesita para agradar a Dios? ¿Para conocerlo de forma más íntima? ¿Para discernir Su voluntad? ¿Para servir a Su propósito? Primero, se necesita un corazón que escucha, porque el discipulado comienza contemplando, no actuando.
Si no estás escuchando regularmente la voz de Dios, pregúntate a ti mismo, «¿Estoy haciendo tiempo para escuchar?» Si tu horario revela que no has hecho el escuchar una prioridad, no te debería sorprender que no tengas encuentros frescos e íntimos con Dios.
Escuchar requiere pasar tiempo sin prisas, sin interrupciones, sin distracciones, esperando en Él (Jesús nos enseñó a buscar un cuarto donde podamos ir y cerrar la puerta). Sin embargo, muchos cristianos consideran orar un tiempo para hablar con Dios, sin escuchar. Pero Él tiene mucho que decirnos, y sólo podemos oírlo si escuchamos en vez de hablar.
En el otro extremo, podemos volvernos excesivamente intensos, tratando de hacer que Dios hable. Mientras esperas, Él hablará. Él ha prometido hablar. Él es un Dios comunicativo Quien busca enseñar. Recuerda, nosotros no descubrimos a Dios; Él Se reveló a nosotros. No hay ninguna renuencia de comunicación que tengamos que vencer con nuestro propio esfuerzo -como si estuviese en nuestro poder.
Un aspecto primordial de escuchar involucra la lectura y el estudio de la Escritura. Yo creo que el Espíritu Santo desea aplicar partes específicas de la Escritura a la vida de cada cristiano diariamente. Ésta es una de Sus formas principales de comunicarse con nosotros -si somos espiritualmente saludables- deberíamos ser capaces de identificar verdades claras en la Biblia que el Señor nos está revelando o enfatizando. A través de la Escritura, la Creación, la iglesia, y por Su Espíritu, Dios llena al mundo con Su voz. El único problema es, «¿Estamos escuchando?»
Entonces dejemos que el ejemplo del Señor capture nuestra atención (Marcos 1:35), y no sólo en los aspectos prácticos como leer la Biblia en un año u orar 30 minutos al día (por buenas que sean estas disciplinas). Seamos conscientes también de que Dios ha hablado a través de Su Palabra escrita y desea hablar por Su Espíritu. Tenemos la oportunidad de escuchar la voz de nuestro Padre —llena de sabiduría, dirección, y afecto- si simplemente dedicamos nuestro tiempo a escuchar y esperar en Dios.
1. “Sólo una cosa es necesaria”. ¡Qué declaración tan sorprendente! Frecuentemente necesitamos ser recordados que esperar en Dios y escuchar Su voz merece nuestra atención diaria. Estamos hablando de máxima prioridad.
Al igual que nuestro Señor, Quien tuvo muchas responsabilidades en Su vida, rehúsa conscientemente adentrarte apresuradamente en la actividad. En vez de eso, dedica tiempo de calidad para expresar tu dependencia en Dios y profundizar en tu intimidad con Él.
2. Toma una decisión. Tal vez Marta pudo haber pensado que María estaba siendo perezosa y egoísta, pero escuchar está muy lejos de ser fácil. Implica disciplina y diligencia. Como Jesús le explicó a Marta, «María ha escogido la buena parte» (Lucas 10:42). Cada día (sino es que más seguido), cada uno de nosotros enfrenta una elección. Mientras más escojamos como María escogió, más fácil se vuelve la decisión correcta.
3. Reconoce lo que es eterno. La comida casera de Marta fue olvidada para la hora del desayuno, pero el Pan de Vida que María probó durará hasta la eternidad. Ella invirtió sabiamente en la intimidad con Dios. Y como dijo Jesús, «No le será quitada».
Mañana tomarás muchas decisiones, invirtiendo tu tiempo y energía en varias actividades. La Escritura nos dice que un día Dios evaluará nuestras vidas. De las inversiones que hayas hecho hoy, algunas permanecerán, y otras te podrán ser quitadas.
Si sigues el consejo de nuestra cultura, invertirás en un amplio portafolio de placeres temporales. Escuchar la voz del Señor estará hasta abajo en tu lista de prioridades. En vez de eso, buscarás adquirir las últimas y mejores posesiones materiales. Perseguirás intereses profesionales con una devoción ciega que descuida a la familia y a la iglesia. Complacerás cualquier forma de ocio. Y en el proceso tu fe se convertirá en esa forma barata de cristianismo conveniente y cultural que —trágicamente—es la norma hoy en día.
La alternativa de Dios es radical. Él está levantando hombres y mujeres en iglesias locales quienes son radicalmente diferentes en su pasión y en su búsqueda. Radicalmente diferentes en lo que se refiere al materialismo. Radicalmente diferentes en sus metas profesionales. Radicalmente diferentes en cómo usan su tiempo libre. ¡Radicalmente diferentes! No motivados por legalismo sino en respuesta a Su increíble gracia. Él no nos está privando del placer —¡nos está dando plenitud de gozo en Su presencia! Y nos está moldeando para ser personas que Lo reflejen para poder alcanzar al mundo.
Mientras practicamos diariamente las disciplinas espirituales, escogemos la buena parte, la cual no nos será quitada. Experimentaremos la única cosa que es necesaria —la intimidad con Dios. Tal como María.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Si te dieran la oportunidad de conocer a Dios cara a cara, y te permitieran hacerle sólo una pregunta, ¿cuál sería?
2. ¿Cuándo fue la última vez que te encontraste frenéticamente ocupado? ¿Pudiste haber evitado la prisa?
3. Describe una situación donde recibiste una palabra clara del Señor.
4. ¿Te puedes identificar con el «Salmo 23» distorsionado de la página 15?
5. Nombra dos cosas que te dificultan escuchar a Dios.
6. ¿Qué nos debería motivar a ser radicalmente diferentes de nuestra cultura?
7. ¿Cómo nos pueden ayudar las disciplinas espirituales a escuchar a Dios?
LECTURAS RECOMENDADAS
• Disciplinas Espirituales para la vida cristiana por Donald Whitney (Tyndale Español)
• Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano por John Piper (Andamio)
• The Spirit of the Disciplines [El Espíritu de las Disciplinas] por Dallas Willard (San Francisco, CA: HarperCollins Publishers, 1991
CAPÍTULO DOS
EJERCÍTATE PARA LA PIEDAD
C. J. MAHANEY
Desarrollar una relación con Dios involucra las mismas dinámicas que cualquier habilidad que deseemos desarrollar. ¿Qué se necesita para ser un experto en paracaidismo? ¿En el saxofón? Las mismas tres cosas que se necesitan para ser íntimos con Dios: disciplina, entrenamiento y sacrificio.
Ahora, intenta no aplaudir. ¿Era eso lo que esperabas? Muchos cristianos, lo admitan o no, tienen un vago sentimiento de que la intimidad con Dios se desarrollará milagrosamente y sin esfuerzo (¿milagrosamente? En un sentido, sí ¿pero sin esfuerzo? de ninguna manera). Ellos creen en el poder del Espíritu Santo y de la gracia —como deberían- pero no ven la importancia de su propio esfuerzo…
Disciplina…
Entrenamiento…
Sacrificio.
Si queremos desarrollar una relación cercana con Dios, tenemos mucho trabajo delante de nosotros.
El entrenamiento precede al buen desempeño
Cuando yo era joven las finales de básquetbol de la NCAA se llevaron a cabo en la University of Maryland. Como el papá de mi amigo tenía boletos, pude ir al juego al igual que a la sesión de entrenamiento del día anterior. John Wooden, uno de los mejores entrenadores en la historia del básquetbol universitario, llevó a su equipo de la UCLA a las semifinales. La oportunidad de bajar a la cancha y ver al equipo practicar a este nivel fue lo más cercano al cielo que había experimentado hasta ese tiempo.
Yo era un gran fan de los deportes y estos jugadores de UCLA que salían de los vestidores y comenzaban sus entrenamientos eran algunos de mis héroes. Pero la sesión de práctica resultó ser algo diferente de lo que había esperado. No había canastas ni pases traseros. En cambio, durante dos horas el entrenador Wooden rotó a sus jugadores por múltiples ejercicios alrededor de toda la cancha, con cronómetro en mano y después pasando al siguiente ejercicio. Esto no era emocionante. No había aplausos ni gritos del público. Todo esto sucedía fundamentalmente fuera de la vista del público.
Su entrenamiento no era impresionante, era simple —pero era lo que preparaba a la UCLA para ser tan efectiva mientras arrasaba sus dos juegos finales y ganaba el campeonato nacional.
Los locutores normalmente pasan por alto detalles como éstos. En vez de hablar sobre todo el sudor y el entrenamiento que estuvo involucrado para tener un desempeño brillante, tienden a enfocarse en el talento y la habilidad de jugadores individuales. No hay duda de que los atletas de hoy son talentosos. Yo podría pasar el resto de mi vida entrenando y nunca lograría cubrir a Michael Jordan de forma efectiva. Pero si hablaras con Jordan o con el equipo del entrenador Wooden, te dirían que su exhibición pública de básquetbol fue posible gracias al entrenamiento que se llevó a cabo en privado.
Debido a que verdades como ésta no son apreciadas e ignoradas muchas veces en nuestra cultura, no vemos que la habilidad es de poco valor sin práctica y sacrificio. Separado de una vida privada de sacrificio, disciplina y práctica diaria —no importa cuán monótona sea- ni siquiera el individuo más talentoso alcanzará el máximo rendimiento jamás.
Los jugadores de primera categoría son aquellos que saben el precio y no se detienen. Ellos no tienen autocompasión por tener que sacrificar tiempo con amigos, restringir sus dietas, o perderse la atracción cultural del momento. Ellos entienden lo que se requiere. Ellos entienden su necesidad de un régimen exigente y diario de entrenamiento para mantener su excelencia y alcanzar sus metas.
Si tomamos en serio el querer profundizar en nuestra relación con Dios y crecer en piedad, debemos estudiar en privado las disciplinas que ayudaron a Cristo a ser efectivo en público. Él es el ejemplo perfecto. Si podemos discernir y practicar esas disciplinas, veremos resultados.
Haciendo ejercicio en el desierto
En el cuarto capítulo del Evangelio de Mateo, empezando en el versículo uno, encontramos a nuestro Señor mostrando la clase de fuerza espiritual que nos gustaría tener. Satanás lo tienta tres veces. Jesús lo derrota tres veces. Es un acto magnífico, dominio total.
Sin embargo el éxito de nuestro Señor fue el resultado de una preparación seria: «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado por cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre» (Mateo 4:1-2). Estas dos oraciones son muy cortas. Es fácil leerlas rápido, pasando por alto completamente el hecho de que revelan la fuente de la fuerza de Jesús. Examinémoslas y veamos qué podemos aprender.
Primero, Jesús fue guiado por el Espíritu Santo. Habiendo aprendido a esperar en el Padre por Su guía y dirección, Él estaba muy familiarizado con la guía del Espíritu cuando venía. Es por eso que, aunque el desierto no era un lugar deseable para ir, cuando el Espíritu dirigió a Jesús allí, ahí es a donde fue.
Él también se preparó para su próximo enfrento ayunando por cuarenta días y cuarenta noches. Nada de Big Macs, ni de Doritos —ni siquiera langostas o miel silvestre. Estamos hablando de disciplina espiritual. Y a diferencia de las huelgas de hambre de hoy, Él no tenía a los medios nacionales que lo apoyaran. Él estuvo solo — hambriento y solo— por cuarenta días y cuarenta noches. Disciplina… Entrenamiento… Sacrificio…
Me parece que Mateo narra el versículo 2 con sutileza: «Y después de haber ayunado (…) tuvo hambre…» ¡Por supuesto que tuvo hambre! Sin mencionar que estaba débil. ¿Por qué Jesús se pondría en una condición tan vulnerable antes de su confrontación cara a cara con Satanás? Porque Él sabía que a pesar de que el ayuno debilitaría su cuerpo, lo fortalecería en el espíritu.
Creo que Jesús pasó la mayor parte de esos cuarenta días meditando en la Escritura. Cada vez que Satán lo tentaba, Él respondía con un versículo del libro de Deuteronomio. Yo creo que Jesús, leyendo Su plan de «Antiguo Testamento en un año», terminó Su lectura en este libro que muchas veces es descuidado. Debido a que Él estaba meditando en estos pasajes, fue capaz de emplear tres versículos adecuados, haciendo uso de ellos como la espada del Espíritu.
¿Entendemos y apreciamos el esfuerzo involucrado aquí? ¿Entendemos la relación entre la preparación en privado de Cristo y Su desempeño público?
A pesar de que Jesús venció el ataque de Satanás en el desierto por medio de Su preparación en privado, una tentación muy diferente lo esperaba cuando Él comenzó su ministerio públicamente. Lucas registra la respuesta de nuestro Señor a la presión de la popularidad: «Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba» (Lucas 5:15-16). Hubiera sido fácil que Él fuera manipulado por el número ilimitado de necesidades legítimas. Por el contrario, Él buscó a Su Padre en privado. No le tomó mucho a los discípulos ver que Él era dependiente de Su Padre y tenía una relación íntima con Él; mañana tras mañana Él iba a un lugar solitario donde podía escuchar, meditar y adorar. Estas disciplinas no eran una obligación para Él —eran Su pasión. Y eran los medios por los que recibía gracia para cumplir con Su ministerio y eventualmente morir en la cruz.
Estos pasajes son sólo dos ejemplos. Muy diferente a los locutores de deportes de hoy en día, los escritores del Evangelio reconocieron la fuente de la fuerza de Cristo y repetidamente documentaron Su práctica de las disciplinas. Rara vez subrayamos estos versículos en nuestras Biblias. Son pasados por alto muy fácilmente. Necesitamos identificarlos y estudiarlos como la descripción del estilo de vida diaria de nuestro Señor. Si queremos imitar la actuación de Cristo «en el campo», debemos imitar Su preparación «fuera del campo».
Compañeros en el proceso del cambio
Veamos ahora dos versículos, los cuales textualmente, parecen dar pistas opuestas de la fuente de nuestro poder para vivir como Cristo.
«Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:17-18). Libertad, como Pablo la usa aquí, implica una libertad del egoísmo, libertad del deseo por complacernos a nosotros mismos, libertad para servir a Dios, libertad para servir a otros. Nota también la palabra «transformados», veremos que se menciona nuevamente.
Este pasaje enfatiza la necesidad del Espíritu Santo en el proceso de la transformación. Es necesario una obra interna. Comienza con nuestra regeneración —una obra exclusiva de Dios- y continúa mientras el Espíritu Santo nos conforma a la imagen de Cristo.
Aunque sólo es el Espíritu Quien puede producir el cambio, Dios nos ha dado un rol vital en este proceso continuo de transformación. Pablo identifica nuestra responsabilidad en Romanos 12:2 «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».
¿Cómo somos transformados? Por la renovación de nuestras mentes. Este versículo es un mandamiento claro. Si el Espíritu nos va a transformar, primero debemos estar en una posición para ser transformados dedicándonos a las disciplinas espirituales, ya que es por medio de ellas que nuestras mentes son renovadas.
Aquí es fácil que nos confundamos o nos equivoquemos si no tenemos claras las distinciones entre la justificación y la santificación, y el rol que tenemos en cada una. La justificación ocurre —inmediatamente— cuando nos convertimos.
Es completa y exclusivamente un acto de Dios. No contribuimos de ninguna manera para nuestra justificación excepto, como dijo Lutero, con nuestro pecado el cual Dios perdona tan misericordiosamente. Ninguna cantidad de estudio de la Biblia, oración, o ayuno puede convertirse en la base de nuestra justificación ante Dios, ya que hemos sido declarados justos por Dios únicamente gracias a la persona y la obra completa de Jesucristo.
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