Guía Contra La Violencia Doméstica

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Guía Contra La Violencia Doméstica
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Guía sobre la Violencia

Doméstica

por Barbara Kubica

basado en su documental

Burning the Soul

Dealing with Emotional Child Abuse

Traducido por Dennys Rivera

© 2021 - Barbara Kubica

1 Introducción

Aunque la violencia doméstica ocurre de diversas formas en todas las sociedades y culturas, siempre presenta las mismas características. Este actuar reduce el valor de las víctimas y reprime su habilidad de lidiar con la vida, logrando dejar cicatrices que duran años. Tal violencia, aunque es impulsada por la disfunción de los perpetradores, tiene el propósito de forzar a las víctimas al sometimiento. Es el perpetrador quien no logra asumir la culpa o ver cómo acciones imprudentes destruyen la confianza de otra persona. Tanto hombres como mujeres pueden ser víctimas de violencia doméstica.

La violencia puede comenzar con abuso psicológico, cuando una parte intenta sobreponerse a la otra. Comportamientos que indican la presencia de abuso son usualmente definidos como amenazadores, pero no todo comportamiento que se sale de control es señal que la persona es abusiva. El documental “Burning the Soul – dealing with emotional child abuse” define cuando se cruzan los límites y qué comportamiento es abusivo.

1 Experimentando violencia doméstica

En esta parte se pone especial atención al abuso psicológico, que con frecuencia lleva a la violencia física. La violencia psicológica desata problemas psicológicos profundos que incluso pueden terminar en homicidio. La violencia de una parte contra la otra priva a la víctima de su salud, incluyendo la salud psicológica, dañando también su autoestima.

Las mujeres parecen ser las víctimas de abuso más frecuentes, aunque también pueden ser abusivas hacia los hombres. El abuso emocional, cuando los perpetradores son los hombres, causa que las mujeres se sientan mal consigo mismas. En el transcurso de la violencia, las mujeres pueden sufrir ser abofeteadas, empujadas, golpeadas o que se les arrojen objetos.

El abuso emocional tiene graves consecuencias en la salud, incluyendo mala concentración, mayores niveles de estrés y dificultad para realizar actividades cotidianas.

Los hijos e hijas que presencian la violencia se ven expuestos a relaciones dañinas que pueden influir en sus personalidades y ser detonantes de patrones similares en el futuro. Aquellos que infligen trauma emocional tienen problemas controlando sus propias emociones.

Estas personas, al encontrarse incapaces de dominar sus propias reacciones, permiten que su comportamiento se salga de control. La incapacidad de comprender como lidiar con sus emociones es un efecto de su propio trauma emocional, sufrido en una etapa temprana de sus vidas. El maltrato sufrido durante la infancia es un factor crítico en la manera como alguien reacciona ante situaciones estresantes. Cuando una persona no tiene la oportunidad de aprender cómo abordar tales emociones, esto termina por influir la manera en que esa persona percibe la vulnerabilidad emocional. Los hijos e hijas que presencian esos arrebatos aprenden a imitar tal comportamiento.

1 Presenciando el abuso


Aquellos que presencian el abuso presentan síntomas similares a los que presenta quien realmente experimenta el abuso. Los hijos e hijas que están presentes durante peleas entre sus padres están expuestos a varios problemas, incluyendo trastornos del sueño, depresión e hiperactividad.

Con casos de abuso volviéndose más frecuentes, se asocia su prevalencia no solo con los problemas personales de niños y niñas, sino también con normas sociales que toleran el abuso. Varios ejemplos demuestran que cuando la violencia es aceptada en el hogar, también es tolerada e imitada.

La forma de abuso más predominante y peligrosa es el abuso emocional. Los niños y niñas pueden afrontar trauma emocional cuando tienen dificultades al convivir con sus padres; esta dificultad puede surgir por el simple hecho de falta de comprensión o inexperiencia para expresar como se sienten. Ciertas situaciones pueden impedir la comunicación, obligando a los niños a buscar otras formas de expresar su agobio. La comunicación puede ser alterada por las reacciones severas de los padres o por falta de comprensión.

Expresar sentimientos y emociones es importante para cualquiera, y el no poder hacerlo es perjudicial, particularmente para un niño empático. Los niños y niñas luchan con frustración con las emociones que son incapaces de expresar; sufren cuando se les son oprimidas. Cuando ocurre abuso emocional, tanto padres como hijos se ven en una situación difícil.

Es difícil definir las emociones que surgen en el transcurso del abuso, debido a que el niño o la niña se sienten, por lo general, vacíos posteriormente. Tal vez no queden marcas visibles o indicios después de haber sufrido abuso emocional, pero el daño psicológico afecta a la personalidad.

Incluso las definiciones de abuso emocional varían según la clase de las acciones tomadas; la característica común involucra ciertos comportamientos parentales que resultan ser dañinos. Los comportamientos abusivos abarcan más que solo aterrorizar, ya que pueden tomar otras formas, por ejemplo, negligencia. Es fácil para un padre o una madre el insultar o humillar a sus hijos/hijas sin tomar importancia del hecho que tales acciones pueden tener efectos duraderos en sus vidas. La denigración continua es un factor negativo crítico en el desarrollo de los niños/niñas.

Hasta familias que parecen ordinarias, llevando vidas ordinarias, puede que en realidad estén ejerciendo algún tipo de abuso, en algunas ocasiones incluso sin darse cuenta; puede que otras familias sean atormentadas por inseguridades ocasionadas por la pobreza o la incompetencia de lidiar con relaciones. Un efecto particularmente dañino para los niños y niñas es la mala crianza. Las experiencias de un padre o una madre como víctima de abuso infantil influencia su juicio, como también altera su conocimiento para lidiar con circunstancias extenuantes.

Cuando el comportamiento se sale de control, los niños suelen escapar o involucrarse en comportamientos peligrosos, como consumo de drogas o prostitución. Crecer en un ambiente abusivo es particularmente tóxico en la crianza de los niños y niñas, ya que las palabras pueden ser perjudiciales a la psiquis del menor, la cual suele ser más frágil que la de un adulto. La incapacidad de predecir el modo en que un padre/madre reaccione puede incluso tener un impacto en la futura habilidad de un niño para tomar decisiones.

El abuso emocional es uno de los más comunes, tomando lugar al mismo tiempo que otros tipos de abuso, tales como abuso físico o sexual. El denigrar a los hijos/hijas y atribuir defectos a sus cualidades en vez de a su comportamiento resulta en un efecto opuesto al deseado, reforzando un comportamiento en particular en lugar de eliminarlo. En el proceso, los padres pueden incluso perder a sus hijos/hijas cuando estos abandonan el hogar y terminan en las calles, donde experimentan aún más traumas.


Indigente en las calles de Sídney (del documental

“Burning the Soul Dealing with Emotional Child Abuse”)

No obstante, el estar lejos del hogar puede darle al niño o la niña la oportunidad de darse cuenta de que el comportamiento de sus padres era inusual, comparado al de otros padres. Si estas diferencias pasan por desapercibido, puede que el abuso nunca sea descubierto o evitado. Debido a que los padres son los modelos principales de sus hijos/hijas, estos no suelen ser capaces de formular su propia opinión sino hasta que son mayores.

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