Una generación emboscada: la emergencia de la poesía testimonial frente a la violencia en Colombia

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Una generación emboscada: la emergencia de la poesía testimonial frente a la violencia en Colombia
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Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Hoyos Guzmán, Angélica

Una generación emboscada: la emergencia de la poesía testimonial frente a la violencia en Colombia / Angélica Hoyos Guzmán. -- 1a. ed. -- Santa Marta : Universidad del Magdalena, 2020.

(Humanidades y Artes. Literatura y Estudios Literarios)

Incluye bibliografía.

ISBN 978-958-746-335-4 (impreso) -- 978-958-746-336-1 (pdf) -- 978-958-746-352-1 (epub)

1. Chaparro, Julio Daniel, 1962-1991 - Crítica e interpretación 2. Vélez, Tirso, 1954-2003 - Crítica e interpretación 3. Poesía colombiana - Historia y crítica - Siglo XX-XXI 4. Violencia en la literatura colombiana - Siglo XX I. Título II. Serie

CDD: Co861.44 ed. 23

CO-BoBN– a1063470

Primera edición, noviembre de 2020

2020 © Universidad del Magdalena. Derechos Reservados.

Editorial Unimagdalena

Carrera 32 n.° 22-08

Edificio de Innovación y Emprendimiento

(57 - 5) 4381000 Ext. 1888

Santa Marta D.T.C.H. - Colombia

editorial@unimagdalena.edu.co

https://editorial.unimagdalena.edu.co/

Colección Humanidades y Artes, serie: Literatura y Estudios Literarios

Rector: Pablo Vera Salazar

Vicerrector de Investigación: Ernesto Amarú Galvis Lista

Coordinador de Publicaciones y Fomento Editorial: Jorge Enrique Elías-Caro

Diseño editorial: Luis Felipe Márquez Lora

Diagramación: Eduard Hernández Rodríguez

Diseño de portada: Andrés Felipe Moreno Toro

Corrección de estilo: Hernando García Bustos

Santa Marta, Colombia, 2020

ISBN: 978-958-746-335-4 (impreso)

ISBN: 978-958-746-336-1 (pdf)

ISBN: 978-958-746-352-1 (epub)

DOI: 10.21676/9789587463354

Hecho en Colombia - Made in Colombia

El contenido de esta obra está protegido por las leyes y tratados internacionales en materia de Derecho de Autor. Queda prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio impreso o digital conocido o por conocer. Queda prohibida la comunicación pública por cualquier medio, inclusive a través de redes digitales, sin contar con la previa y expresa autorización de la Universidad del Magdalena.

Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad de los autores y no compromete al pensamiento institucional de la Universidad del Magdalena, ni genera responsabilidad frente a terceros.

Contenido

Dedicatoria

Agradecimientos

Resumen

Introducción

Capítulo 1

Una generación emboscada: panorama de la poesía colombiana durante el último decenio del siglo XX

Violencia de fin del siglo XX y memoria histórica en la entrada del siglo XXI

Tendencias de la crítica sobre poesía colombiana

Capítulo 2

Crítica de la memoria y escrituras de la lengua-resto: del testimonio al lenguaje y la desapropiación como poética pública

Capítulo 3

“Para no matarme digo”: poesía de lenguaje en De nuevo soy agosto y otros poemas de Julio Daniel Chaparro

Hay ahí vida: afectos e imágenes ecológicas en la poesía de Julio Daniel Chaparro

Desapropiación, escritura emboscada y estado de emergencia del documento

Tiempo, espacio, movimiento y afecto

Documento, escritura del resto y duelo

El amor, la amistad, la sobrevivencia y lo póstumo

Capítulo 4

Colombia, un sueño de paz: poesía del coloquio como búsqueda de Tirso Vélez

Justicia y poesía

Filosofía, lengua del resto y sobrevivencia

Influencias, restos estéticos, el resto y la representación múltiple

Lo inédito y la búsqueda inacabada

Conclusiones

Sensibilidades políticas de la poesía colombiana entre la emboscada y el posconflicto

Lo afectivo y las sensibilidades políticas de la época

Políticas comunales, sobrevivencia y lengua del resto

El poeta testigo visionario: anticipaciones de la memoria, los afectos y lo póstumo

Referencias

Dedicatoria

Dedico esta publicación a los familiares y amigos de los poetas Tirso Vélez y Julio Daniel Chaparro, a la memoria de estos dos poetas y de todos aquellos asesinados impunemente, de quienes sobreviven sus poemas ante el horror.

Agradecimientos

Agradezco a las maestras, profesores y compañeras de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle, por las enseñanzas y lecturas compartidas, por los afectos con las letras y por hacer de estos saberes aparentemente inútiles una persistencia vital. A mis hijos, por sus transformaciones, con el perdón por asegurarme un lugar propio mientras me dedico a pensar, existir y escribir.

Resumen

En esta tesis desarrollo el cotejo entre dos poetas que escribieron durante la época más cruda del conflicto armado en Colombia, finales del siglo XX - comienzos del XXI, cuyos libros se reúnen en publicaciones que familiares y amigos hacen como memoria de su vida y obra frente al asesinato e impunidad que sufrieron los poetas. Ubico a Julio Daniel Chaparro (2012) y Tirso Vélez (2018) en el marco de la Generación emboscada, una forma de entender la escritura de autores de la época que el mismo Chaparro acuñó para referirse a las dos tendencias de la poesía colombiana escrita en los ochentas y noventas: la poesía de lenguaje y la poesía coloquial.

Aclaro antes de centrarme en la poética de estos autores que las “escrituras en emboscada” se caracterizan por un tipo de poesía política que tiene diversas técnicas, una es la documental tal como lo estudia Cristina Rivera Garza (2015) desde una noción de necroescrituras en el marco de la violencia generalizada que se vive en México en lo que ella denomina Estado sin entrañas; uso el concepto de Chaparro para evidenciar que en Colombia ya se había pensado en la escritura como respuesta política y que ya había una intencionalidad de autores de crear sus obras a partir del sentimiento de dolor y condolencia que motiva su poesía.

Con lo anterior, me interesa aquí definir e identificar la emergencia de cierto tipo de poesía que es tendencia en Colombia como una tradición que se da desde la época de la Violencia bipartidista en autores que responden políticamente a los conflictos armados con la aspiración de paz y con la palabra como recurso político sensible. Estos autores han escrito en estado de amenaza y son por definición una Generación emboscada, en la medida en que durante su vida escriben en esta condición y manifiestan sus preocupaciones y aspiraciones de paz a través de la poesía, aclaro que no de toda la poesía colombiana, sino una manifestación cuya tradición se identificó en algún momento como poesía testimonial (Urbasnski, 1965) en donde algunos autores fueron representativos y sus escrituras han estado al margen por no ser temas canónicos o prestigiosos dentro de un canon de estudio de la poesía colombiana.

A partir de esta categoría de la Generación emboscada me centro en dos autores que infortunadamente fueron silenciados por las balas del conflicto armado reciente en Colombia y cuyas obras sobreviven por el esfuerzo de sus familiares y amigos como una memoria de su aspiración y sensibilidad ante el país en guerra, ante la barbarie como norma generalizada en Colombia. Sin embargo, tengo que decir que, de esta generación, tristemente, se cuenta con una lista un poco más larga de poetas que fueron asesinados, por un lado, y por el otro, que hago un estudio más amplio sobre la poesía testimonial publicada durante el período de los ochenta hasta la época actual en donde profundizo e identifico un gran número de poetas contemporáneos que en algún momento se ven afectados y motivados a escribir sobre este tema.1

 

En adelante me ocupo de Tirso Vélez y Julio Daniel Chaparro por ser dos autores representantes de este tipo de escrituras comprometidas y por sus características más vinculadas a la escena política en un momento en que era importante la representación partidista y la gestión política como aspiración de un deseo nacional de cambio, en una época en que las políticas contra la droga se implementan a la par que crece la violencia narcotraficante y empiezan a surgir los diálogos con los actores armados y la Asamblea Nacional Constituyente instaura un ambiente de esperanza, abierta democracia pluralista y pacificadora.

De este modo, en ambos autores encuentro estas tendencias e interpreto a partir de la categoría definida por Chaparro como Generación emboscada un análisis de la estética de la lengua del resto, como lengua literaria en común y tendencia de la poesía testimonial. Una tradición que no ha sido muy estudiada. Encuentro que los dos autores dan cuenta de representaciones de un régimen de vida desde el trabajo con la imagen poética, que moviliza los afectos frente al horror de la guerra y el dolor como afecto de una política de la memoria. De este modo, proponen el imaginario de la sobrevivencia a pesar de la destrucción.

Esta estética incluye los desplazamientos genéricos entre narrativa y poesía, encauza unas ritualidades que dialogan, desde lo íntimo, con la política pública, son formas de poesía política comunal, frente a la violencia y la memoria como instituciones opresoras de la subjetividad y la existencia en medio del conflicto, además de la vindicación y el duelo. Encuentro así una poética pública que responde desde la sobrevivencia como condición del sujeto, a pesar del nihilismo, en una época determinada por lo póstumo.

Palabras clave: memoria, poesía colombiana actual, poesía testimonial, sobrevivencia, violencia.

“la herida en el espejo”

como el herrumbroso caminar de la penumbra

como Johannes Dahlmann que posa su pie en la llanura

y ya no se detiene

como Gutierre de Cetina, que no silenció su amor

y sigue sosteniendo el filo de la espada

como el trigo que rebrota y hace trigo

como el sol que silenció la sed desaforada del abuelo

así permanezco yo, así continúo vivo

a pesar del espejo y mis palabras.

(Julio Daniel Chaparro, 2012, p. 69)

Tengo una tristeza

que es ajena

estoy llorando

amargamente

con tus ojos.

(Tirso Vélez, 2018, p. 39)

1. Este trabajo hace parte de una investigación más amplia titulada “Poesía testimonial y sobrevivencia en Colombia: afectos, justicia y memoria del conflicto armado” que desarrollé en el marco de estudios del Programa de Doctorado en Literatura Latinoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar, con sede en Ecuador, acompañada por la dirección del profesor Álvaro Bautista Cabrera.

Introducción

En esta investigación estudio de la poesía colombiana escrita durante el contexto de violencia generalizada de los últimos veinte años del siglo XX y publicada póstumamente en el momento de memoria histórica predominante durante los años que van del siglo XXI. Para ello, mi objetivo principal es el cotejo de los poemarios De nuevo soy agosto y otros poemas de Julio Daniel Chaparro2 y Poesía reunida de Tirso Vélez3. Ambos autores fueron asesinados en medio del conflicto armado, fueron militantes de grupos de izquierda colombiana.

Sus libros abordan los temas de violencia del país desde un sentido existencial y estético que, antes que mostrar banalmente las huellas de la guerra, otorgan un régimen orgánico y ecológico de vida a la construcción de imágenes, construyen una lengua literaria en común, la lengua del resto, a partir del testimonio afectivo y de la reflexión socio-histórica que hacen los autores en sus poemas. El cotejo que me propongo da cuenta de cómo cada poeta construye socio-históricamente su autoría testimonial, los temas y manejos de la imagen se vuelven relevantes para la configuración de temas y estilos particulares que responden tanto al contexto de violencia como al de memoria histórica. Por ello en el primer capítulo hago un abordaje contextual del marco y antecedentes desde donde se entiende la violencia y el estudio de las tendencias de la poesía durante el período enunciado, para ubicar tanto en el campo literario como en el contexto sociohistórico a los autores.

Encuentro allí que las propuestas poéticas de ambos autores se pueden identificar como lo que Julio Daniel Chaparro llamó Generación emboscada, que agrupa a los autores que escriben frente y en respuesta a la violencia vivida durante este período. Encuentro también que existe una tendencia de la escritura poética en Colombia que dialoga con este propósito enunciado por Chaparro desde la Violencia asociada al bipartidismo y que se ha dejado en el olvido su estudio, es la poesía testimonial.

En el tenor de la poesía testimonial como poesía política, encuentro que esta poesía responde a la violencia vivida en esta etapa, la cual se caracteriza por estar marcada por las políticas económicas neoliberales y el estado de excepción como norma cotidiana a lo largo y ancho del territorio, que es lo que entiendo por violencia generalizada, y que se extiende hacia la implantación de políticas de la memoria que tienen la función de burocratizar la memoria para regular una suerte de tecnología del olvido.

Desde la perspectiva crítica de la memoria, en el capítulo segundo amplío en la interpretación de la poesía testimonial, comprendiendo sus sensibilidades como contra discursos ante la afectividad hegemónica de la guerra y de la memoria burocratizada. Son los afectos lo que unen lo testimonial y lo definen en esa lengua del resto, es la creación de representaciones de la vida a través de las imágenes lo que hace de esta poesía una respuesta dignificadora, humanizante ante lo vivido y una memoria que arde, que conmueve, y que hace cumplir imaginativamente las aspiraciones del Estado social de derecho y de pacificación que se viven durante el período mencionado. En este sentido la poesía testimonial se constituye como una poética-pública que va de lo íntimo de la escritura y los afectos a la desapropiación con los lenguajes colectivos. Cada autor tiene su forma de experimentar con la materialidad textual, sus estilos e influencias, su manera de documentar la realidad y hacer de sus poemas un testimonio.

Por ello, en los capítulos tercero y cuarto amplío el análisis de cada uno de los libros mencionados teniendo como base la perspectiva de lo que implica la escritura en emboscada. Desarrollo una lectura amplia de los poemarios de Chaparro en donde encuentro cómo el montaje se ejecuta como sistema de escritura, lo onírico y lo simbólico feminizado muestran unos afectos colectivos que el autor entreteje con su apuesta poético-política.

En tanto que en la poesía de Tirso Vélez encuentro un lenguaje más directo, el uso de la lengua coloquial, que aparentemente es menos lírico. A lo largo de los análisis da cuenta de toda una elaboración íntima, sistemática con la imagen, deliberadamente sencilla para afectar a su interlocutor ideal, diseñado en esa lengua coloquial: el pueblo. El tratamiento del resto aquí no se abandona sobre ideas menos visuales, ni menos simbólicas; al contrario, los símbolos y lugares son tan comunes, pero a su vez tan cargados de afectividad como los creados por el mundo onírico de Chaparro.

En conclusión, encuentro una armonía de sensibilidades, que se encuentran en la interpelación social que desde la poesía se le hace a la construcción aspiracional de Estado social de derecho, desarrollado por las leyes colombianas. La poesía de estos dos poetas a través de lo afectivo crea una forma de política que les responde a las consignas contemporáneas de la violencia, siendo esta su poética-política comunal, que ambos autores utilizan a partir del tratamiento de la imagen.

La historicidad y pensamiento crítico que transmite la poesía de ambos autores se extiende hasta la implantación de políticas de la memoria, el régimen estético de la sobrevivencia hace que estos poetas, amenazados en vida, superen el umbral del nihilismo y se lean a partir de un tenor crítico de la memoria. Son poetas testigos en el sentido en que testimonian los afectos vividos durante la destrucción y son jueces poetas, desde la operación con la imagen que permite la vindicación imaginaria, que toca lo real y denuncia la injusticia, expone, con las imágenes y afectos, la permanencia del estado de excepción como norma en la sociedad colombiana, tanto en medio de la guerra como en un momento de pacificación.

2. Julio Daniel Chaparro (Sogamoso, Boyacá, 1962 - Segovia, Antioquia, 1991). Poeta y periodista, realizaba una serie de crónicas para el diario El Espectador titulada “Lo que la violencia se llevó” el día que fue asesinado junto a Jorge Torres Navas, reportero gráfico que lo acompañaba. Su intención como periodista era recorrer regiones que fueron epicentro de masacres en un contexto álgido de violencia, para mostrar la voluntad de paz de sus habitantes, más allá de la tragedia. Veinticinco años han pasado sin que se sepa quiénes fueron los responsables de este doble homicidio. Es la misma verdad que se espera en casi la totalidad de los 152 periodistas asesinados en Colombia entre 1977 y 2015.

3. Tirso Vélez (Agua Clara, Norte de Santander, 1954 - Cúcuta, 2003). Sicólogo de la Educación en el Centro Latinoamericano de Dianética, en Bogotá. Trabajó como profesor en escuelas rurales de su región. Llegó en 1987 a Tibú, donde fue profesor. En 1992 fue elegido alcalde de Tibú por la Unión Patriótica (UP). Propuso soluciones para buscar la paz en su región y le solicitó al gobierno y a la guerrilla cesar las hostilidades e iniciar un diálogo. En 1993, su poema “Colombia, un sueño de paz” lo enfrentó con los mandos militares de Norte de Santander. Tras la publicación del poema, el general Hernán José Guzmán, comandante general del Ejército en la época, le solicitó a la Procuraduría que lo investigara disciplinariamente. En agosto de 1993 recibió amenazas de las autodefensas y en septiembre de ese año fue detenido por el DAS por presunta colaboración con el ELN. Tras varios meses en prisión, quedó en libertad por falta de pruebas. Formó un movimiento de izquierda, independiente y pacifista. Fue diputado de Norte de Santander, siendo el único candidato que ha obtenido votos en todos los municipios del departamento, miembro de la Comisión Nacional de Paz y uno de los fundadores de la ONG Redepaz. En 2003 se presentó a las elecciones para la gobernación de Norte de Santander por el Polo Democrático, lideraba las encuestas con 24% de preferencia. El 4 de junio de 2003, en pleno centro de Cúcuta, un sicario disparó varias ráfagas sobre Tirso Vélez, su esposa y sus dos hijos, asesinó a Tirso Vélez con seis balazos e hirió a su mujer (Biografía tomada de Gómez Mantilla, Saúl. Ed. 2013).

Capítulo 1
Una generación emboscada: panorama de la poesía colombiana durante el último decenio del siglo XX

La tradición de los oprimidos nos enseña

que la regla es el estado de excepción en el que vivimos

Walter Benjamin (2008)

Los períodos de la violencia en Colombia a lo largo del siglo XX se han definido a través de momentos de pacificación. El primero culminó con el acuerdo internacional de la Guerra de los Mil Días (1902), el segundo en 1958 con la instauración del Frente Nacional y, a pesar del ambiente constitucional y pluralista de 1991, parece que el último período de violencia se ha prolongado hasta entrado este siglo XXI. Por ello, la guerra ha hecho parte del cotidiano, y, al parecer, tal como lo plantea Benjamin (2008) en el epígrafe que cito como encabezado de este apartado, el estado de excepción parece más la regla diaria en tanto que por la duración del conflicto armado en Colombia, por sus múltiples facetas y matices pareciera constituirse una tradición que oprime a los habitantes del territorio. De este modo, Colombia es referente latinoamericano a la hora de abordar los problemas de violencia, está marcado por el imaginario de ser uno de los países más violentos del continente.

 

A pesar de los momentos de paz, la inacabada situación conflictiva ha hecho que muchas víctimas, artistas y creadores que identifican el conflicto como un problema social encuentren un vehículo de expresión en el arte, la literatura, el cine la poesía, como lo desarrollo aquí, que no solo constituyen un testimonio sino que canalizan sentimientos individuales y colectivos, apuestas estéticas para responder ante la excepción como norma, de la cotidianidad y de la perennidad, y ante la implantación de políticas de la memoria cuyo capital es el recuerdo del trauma, una especie de tecnología de olvido por acumulación.

El epígrafe se relaciona directamente con la idea de violencia generalizada que analiza Daniel Pécaut, la cual se entiende como la banalización de la violencia que se dio después del Frente Nacional en el país (1958-1974); se caracteriza por la expansión de una violencia prosaica donde los grupos al margen de la ley, los grupos del Estado pierden los ideales e ideologías que caracterizaba el momento anterior de la Violencia bipartidista, por una relación con los negocios y mercantilización del narcoterrorismo (Pécaut, 2001).

El contexto de los poemarios que estudio lo identifico como Generación emboscada, son poemarios que se escriben en medio de la violencia del fin de siglo con sus políticas contra el narco en Colombia. Los libros que analizo dan cuenta del estado de excepción permanente vivido con estas medidas políticas y sociales, durante la que podría considerarse como la época más cruenta del conflicto armado en el siglo XX4. Julio Daniel Chaparro y Tirso Vélez no son los únicos que podrían ubicarse como parte de este marco generacional5, pero sí son de los que encuentro una obra completa publicada en el siglo XXI durante la implementación de políticas de la memoria. Por esta razón me anima entonces preguntarme: ¿cuáles son las propuestas estéticas de Julio Daniel Chaparro y Tirso Vélez?, ¿qué temas y estilos abordan los poemarios y cómo responden a la violencia generalizada y a la memoria histórica del conflicto?

Para responder estos interrogantes tengo que profundizar en las características de esta definición de la violencia de la época, resaltando que las tendencias en el aparato crítico sobre la poesía en Colombia muestran lagunas con relación a los temas de la violencia (Villegas, 2016). Se podría entender este deliberado alejamiento entre la poesía y lo social por una noción predominantemente lírica sobre la definición de poesía en cuanto al abordaje del género en el campo literario, lo cual ha negado la reflexión, las irrupciones que propone la poesía desde su estatuto político-poético.

Me interesa mirar el flujo estético que tiene este tipo de poesía a finales del siglo XX, la peligrosidad que tiene para quienes la escriben en un momento de violencia generalizada (Pécaut, 2001), de estado de excepción permanente que crea ciudadanías del miedo (Ochoa, 2004), de presencia del Estado mediante la guerra en las poblaciones al margen (Serje, 2012), por supuesto también en momentos de pacificación importantes para Colombia, como lo son la Asamblea Nacional Constituyente (1991), la desmovilización del paramilitarismo (2003), los Acuerdos de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (2012-2016). De esta poesía no se ha dicho algo, o se ha dicho poco, yo encuentro que responde a los problemas sociales de Colombia y tiene interlocución con las políticas del contexto, tanto las que se normalizan alrededor de la guerra como estado de excepción, como las de la memoria.

Lo que propongo como hipótesis interpretativa es que en los dos autores que convoco para el análisis se puede apreciar el sensorium de la tendencia testimonial como alternativa a los discursos hegemónicos del país en la última parte del siglo XX y en los veinte años que van del XXI. Pero antes de desarrollar esta idea debo ampliar la comprensión del panorama histórico-social y explicar las tendencias de la crítica de poesía que me permiten ubicar ambos poemarios en tal sensibilidad de la época, en los afectos y estéticas particulares.