El amor y sus corazones; las dualidades

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El amor y sus corazones; las dualidades
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Letrame Editorial.

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© Andrés Pérez Mariz

Diseño de edición: Letrame Editorial.

ISBN: 978-84-18344-71-8

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El Amor y sus corazones

AL LECTOR:

Las palabras no se leen solas, y solo la buena verdad se deslumbra tras varias lecturas.

INTRODUCCIÓN

Desde el fallecer de uno propio

hasta el nacer todo lo abarca.

Que afín carnal: ¡no solo implica!

también de cohecho y laborío.

La familia extensa es. Por tanto:

a mi esposa, hijos, padres y suegros;

amigos y gentes comprende

mi obra, y «que a todos» yo, humilde, comparto.

FÁCILES NO HAY RELACIONES

Oh, mi adorable esposa mía,

que a mi vida eterno amor

me das y arrebatas fino

desazón en la muerte fría.

Mal bueno convivir me prestas

y mil lazos de oprobio me urdes.

Unos por mucho y otros deslíes

en trazas de amor, que a mí obsequias:

¡Y alas de amor tú me entregas!

Renace así nueva ilusión,

mas tu apego real surgió:

¡Que en ansia hurtas; que a ti otorgas!

Vida infame a ver reluce,

pues oscuro no hay sin claro.

Pero a bien pensar cual raro,

la vida singular me hace.

LA CRUZ Y LA CARA DE MI ESPOSA, AMADA MÍA

LA CRUZ

Tu herencia transforma todo tu ser

y en vida: despoja tu ángel con él,

que marchita y altera el nuestro querer.

A Dios le oro tu modo… invierta en ver.

Que, a muy mi pesar, inútil lo es;

cual tormenta, tu ira deja vencer.

Te enardeces en cólera también.

Que de tu boca yendo en sumo valor;

versos viudos braman de rencor:

cuales fuscos mosquetes, par diez.

Deseo que tus ojos no flameen

más, iracundos de odio, sin perdón.

Ni tu mente enferma sin la razón,

niegue razones, que la palidecen.

Mas vivaz tu lengua viperina,

que envenena tu dulce prosa en voz;

cegando la sin ninguna razón:

mato la imagen de mi sirena.

LA CARA

Como anhelo el gozo de tu alma sentir

y quedar en tus brazos prendido,

cual niño durmiendo, tierno y feliz.

Embriáganme con tu cándido vestir;

dulce inocencia, y mil astros del cielo

que me atraen al infinito sin fin.

O extasiarme con tu voz cual ruiseñor.

Solfeando va él prestante nos amores

que, en dulce melodía, embruja al instante:

cual rima excelsa, por mis venas de amor.

Y regocijarme en tu chango querer

es sin duda mi fulgente destino.

Cobijo ardiente; materno cariño;

en ahogo abrazo, a tu piel por siempre.

Que tan rico emanas perfume… hasta en tu aliento.

Caramelo algisalado es tu sabor

y cuna de mis placeres tu calor.

Mas muero yo en vida… a lo que yo siento.

Algisalado = álgido y salado

Changar = aunque figura en la RAE, su significado aquí escrito no (del quechua popular, entre los no nativos; rodear de forma cariñosa con las piernas como un abrazo afectivo).

«YO TE CONFIESO»

Sin ningún pesar, yo te confieso:

buscón soy de problemas por justo

y Sagitario delito proceso;

que astros dieron a mi alumbramiento.

Signo es de justicia y verdad.

A ello ni puedo, ni quiero

silenciar mi sinceridad.

Mas no palidezcas con desazón,

que yo te prometo todo mudar.

Como la sierpe con su pellejo

o el gusano al metamorfosear.

Te obligo yo con mis quejas;

te llevo con las razones;

y los ruegos te hacen cejar.

Aunque paciente, tengo mi aguante

y cual polvorín: ¡yo así me irrito!

Que lo imprudente no hurta en valiente

y, así en fácil, iracundo edicto.

Mi don… poder tú…: ¡no lo ves!

Por ello, a la tuya espera,

sé rogarte: ¡mi cambio es!

RECLAMOS DE AMOR

Desde el día en que te conocí,

el mundo con su todo… se esfumó.

Mas al tiempo le murió su latir

y así el infinito cielo se abrió.

Todo mi canto y

todo mi cambio fuiste tú;

que así lo nuestro

se fundió con el destino.

Mi vida, mi mente, mi sol y mi luz;

mi son de ser por ti:

todo cambió.

En ti conocí un ángel de pasión,

manantial de cariño y ternura.

Flor de ambrosía, estrella de mi ilusión

y toda esperanza en la mía vida.

Pero a poco truncose la fantasía

que, como marea, emergió los defectos.

Unos por pensar, otros por herencia.

Mas a los míos... los erigió proscritos.

Eso ayudó a hacer los tuyos dormitar.

Más bien los de herencia, alzar fue verlos;

de no al reconocer su existencia

y (a ello) es el mío ruego de atenderlos.

Por eso tu padre es peor ejemplo

y si, el puro amor de nuestra historia,

ser capaz debe en reconocerlo:

¡Nuestro es motor de riqueza y alegría!

Y con ello retomé la pasión;

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