Pueden crecer flores

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Pueden crecer flores
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ANAHÍ TESTA

PUEDEN CRECER FLORES


Editorial Autores de Argentina

Testa, Anahí

Pueden crecer flores / Anahí Testa. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-1297-0

1. Poesía Argentina. I. Título.

CDD A861

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

En un gesto trivial, en un saludo,

en la simple mirada, dirigida

en vuelo, hacia otros ojos,

un áureo, un frágil puente se construye.

Baste eso sólo.

Circe Maia.

Al círculo de corazones.

Un vuelo esperanzado

Recuerdo con nitidez la primera tarde en que escuché a Anahí Testa leer alrededor de una mesa en el amoroso espacio de Tienda Cortés, en La Plata. Era un sábado de otoño y luego de abrir su cuaderno, empezó a recitar versos, unos tras otros. Con su pelo corto y voz resquebrajada, dejaba caer estrofas que había guardado casi secretamente y que empezaban a cobrar forma, o a completarse, en la luz y escucha de sus compañeras.

Deseaba, Anahí Testa, y de ese hilo de palabras todavía apretado, tiraba y nombraba, desenredaba.

Vendrían otros encuentros y así fueron pasando los meses y las estaciones. Su voz se iba abriendo y detrás de esa letra cada vez más visible, se escondían también las ganas de recobrar el espacio de la lectura y la escritura.

El deseo, otra vez, de hacerse de un lugar propio e ir en busca de lo más huidizo: una experiencia personal, un imaginario, un cuerpo de texto resonante, un lenguaje poético.

“Desear con fuerza algo/no alcanza para que/se cumpla/y no todas las lámparas/son de Aladino/soñar soñar/es el principio/la letra luminosa/el comienzo del poema”, escribe ahora desde las páginas de su primer libro, dos años después.

Allí donde antes había solo versos o listas de palabras, aparecieron los textos, y al nombrar y condensar, la autora confió en que algo nuevo pudiera florecer. Y en el camino contó con la complicidad de una compañera, la ilustradora María Belén García.

De pronto, la vida y la casa eran un borrador donde Testa escribía sus días, y la escritura, un refugio posible. “Los dolores nos vuelven frágiles/como casas de naipes/ fichas dominó en movimiento/ también pueden ser las penas/fuentes o brújulas”.

Iba en busca de recuerdos, o exploraba la noción de tiempo: “Un abrir y un cerrar de ojos/un chasquido de dedos/el toque de una bocina al dejar la orilla/recuerdos de momentos/imágenes en secuencia/ la vida enhebrada en instantes/ quizás sea todo eso”.