"¿Yo... a Nínive?"

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"¿Yo... a Nínive?"
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“¿Yo, a Nínive?”

El Llamado Misionero

de Dios a Su Iglesia

Pastor Amado de Paz

Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN: 978-1-629462-40-0

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por el autor, Pastor Ken Kytle, para publicar este libro.

© Copyright 2011 por Publicaciones Faro de Gracia,

Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio – electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro – excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

Introducción Jonás y la Gracia de Jehová

Capítulo 1 El Llamado Misionero

Capítulo 2 La Prédica de los Vientos

Capítulo 3 El Testimonio del Evangelio: la Agonía y Muerte Vencidas

Capítulo 4 ¿Hasta Dónde Alcanza la Misericordia de Jehová?

Capítulo 5 ¿Hasta Dónde Alcanza la Ira del Predicador?

Capítulo 6 El Corazón Misionero

Capítulo 7 La Respuesta Correcta al Llamado Misionero de Dios

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“¿Yo, a Nínive?”

El Llamado Misionero

de Dios a Su Iglesia

Pastor Amado de Paz

Introducción
Jonás y la Gracia de Jehová

Este libro viene de una serie de sermones expositivos predicados los miércoles en la Iglesia Bautista La Fe en Cristo cerca de Atlanta, Georgia en la primavera de 2009. Por su base en la predicación expositiva de la Palabra de Dios, será más fácil su lectura si lo lee con la Biblia abierta a su lado.

Se empezó con el deseo de mostrar que el libro de Jonás fue mucho más que la historia de un gran pez. Mucho más grande y glorioso que el pez es el Dios que lo prepara, el Dios que guía a todos, desde unos marineros paganos a una enorme ciudad pagana, a la salvación por gracia.

Y si es por gracia, toda jactancia se queda excluida. Citamos correctamente los versículos de la Biblia que anuncian la salvación por gracia, dada gratuitamente, la justicia de Dios para todos los que creen en él. Enseñamos a nuestras congregaciones de acuerdo con Hechos 10:34-35 que “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.” Así debemos hacer. Pero sin querer, a la vez nuestros pensamientos, conversaciones, sermones, acciones y aun nuestra obra misionera pueden revelar una actitud firme de que algunos “merecen” la gracia de Dios más que otros. Esta exposición del libro de Jonás intenta a descubrir algunos de estos prejuicios para derrumbarlos. Se fija en la tensión en todo el libro entre la grandeza de la gracia de Jehová y la exclusividad que Jonás la desea imponer. La exposición desea dirigirnos a la cruz donde Jesucristo reconcilió a dos pueblos en uno, matando en ella las enemistades (Efesios 2:14-16). Desea que levantemos los límites que hemos puesto a nuestra comprensión de la gracia de Jehová para que se extiendan más de acuerdo con los que ha puesto él.

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:13-14). Mientras más estudio el libro de Jonás y sus temas desarrollados en el Nuevo Testamento, y mientras más leo de otros creyentes que han experimentado la profundidad de esta gracia en medio de las tribulaciones, más convencido estoy que mi comprensión de la gracia de Jehová tiene mucho por crecer. Pero estoy persuadido de esto, que el que comenzó en mí la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Y si este libro le sirve a usted también para que glorifique más a Jehová por su gracia, habrá alcanzado su propósito.

Pastor Amado de Paz

Atlanta, Georgia

Sola gratia Soli Deo gloria

Capítulo 1
El Llamado Misionero

Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis. Jonás 1:1-3

El libro de Jonás irrumpe con la entrada repentina del Rey de reyes, del Señor de señores: vino palabra de Jehová. ¡El Creador del universo habla! La voz de el que es digno de toda adoración y alabanza truena con autoridad y justicia mientras declara un mensaje de grandes consecuencias internacionales: la gran ciudad de Nínive se ha puesto bajo su ira. Una ciudad principal de un imperio extenso está en peligro de ser consumido por el celo de la justicia de Jehová. Y asigna a uno de sus profetas que sirva de embajador para anunciarle con anticipación su justo juicio.

“Y Jonás se levantó para huir… a Tarsis.” ¿¿Cómo?? ¿Cómo es posible que Jonás huya a la dirección opuesta, a la ciudad más lejana de Nínive? ¿Cómo se atreve a desobedecer tan descaradamente a su Señor, su Rey, su Creador? ¿Qué justificación tiene el renuncio de una carga puesta por el que tiene toda autoridad y poder?

Inmediatamente el libro de Jonás nos presenta la tensión principal que va a motivar toda su historia: la gran profundidad de la gracia de Jehová sobreabunda e inunda la soberbia y exclusividad que Jonás la quiere imponer. Esta tensión nos llevará por momentos irónicos y sorprendentes. Y si su Espíritu permite, también nos llevará a discernir los momentos en nuestras vidas cuando nuestros prejuicios, inatenciones y amarguras luchan contra la gran profundidad del llamamiento y la gracia de nuestro Señor.

El Avivamiento Israelita

Tal vez entendamos mejor esta tensión entre la gracia de Jehová y la exclusividad de Jonás si nos informamos primero del fondo histórico en que se ocurre. La palabra de Jehová viene a Jonás hijo de Amitai en una época significativa en la historia de su pueblo escogido. La gloria de Israel se había perdido unos 140 años antes, cuando el rey Salomón murió y luego su reino se dividió en dos: el reino de Israel en el norte y el reino de Judá en el sur. Ese evento inició una larga época de debilidad nacional, pero ahora en los tiempos de Jonás, Israel empieza a recuperarse. Primero, Eliseo profetiza que Joás, el nuevo rey de Israel, va a traer la salvación contra su país vecino, Siria (2 Reyes 13:14-21). Cerca del año 798 aC. la profecía se cumple: por la gracia de Jehová, Joás derrota a los sirios tres veces y restablece el reino de Israel sobre tres ciudades que les habían quitado en la generación de su padre (2 Reyes 13:22-25). Empieza a brotar una nueva generación y una nueva esperanza en Israel.

Segundo, el éxito militar de Joás se extiende hacia el sur cuando vence a Amasías, el rey de Judá. Éste encendió la ira de Jehová por su idolatría, y Jehová lo castiga por el renacimiento militar de Joás e Israel (2 Crónicas 25:14-20). Joás saquea a Jerusalén y rompe una larga sección del muro de la ciudad para descubrir la impotencia de Judá contra el poder militar superior de sus tribus hermanas (2 Reyes 14:11-14; 2 Crónicas 25:21-24).

Tercero, la recuperación nacional bajo Joás continúa en marcha durante el largo reinado de su hijo Jeroboam, aproximadamente del 793 al 753 a.C. A pesar de que Jeroboam “hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (2 Reyes 14:24), Jehová extiende las fronteras del país: restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar de Arabá (2 Reyes 14:25), a límites que no había conocido Israel desde cuando reinó Salomón en toda su gloria.

Por los reinados de Joás y su hijo Jeroboam, la gloria pasada renace en Israel. El ser llamado “israelita” ya no significa el menosprecio y la vergüenza militar. Los israelitas pueden levantarse la cabeza y caminar con integridad entre las naciones vecinas otra vez. Jehová se ha acordado de ellos. No tienen que consolarse de ningún desamparo presente por refugiarse sólo en las historias de su gloria pasada; todo el presente brilla con el poder de Jehová. Esta generación va a ser de renombre… ¡y la portavoz de este avivamiento nacional es el profeta Jonás! Según 2 Reyes 14:25:

Jeroboam hijo de Joás] restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer. ¡Jonás es el bienaventurado que proclama la palabra de Jehová en una época de avivamiento nacional!1

El Terror Asirio

Pero el avivamiento militar de Israel depende de otro factor internacional no mencionado hasta ahora. Mucho más al nordeste que el país vecino Siria y su capital de Damasco, subiendo muy lejos, pasando el río Éufrates y continuando hasta la región del norte del río Tigris, pegado a lo que hoy es la ciudad de Mosul en el norte de Irak, está el imperio de Asiria. Específicamente, llegamos a una de sus ciudades principales y su capital futuro, Nínive.2 Y aunque está lejos, la ciudad y el reino que representa tienen un papel muy importante en la prosperidad que disfruta Israel.

 

Antes de la generación bendita de Joás, Jeroboam y Jonás, los israelitas sintieron escalofríos por el acercamiento militar de los asirios. En 876 a.C., unos 120 años antes del reinado de Jeroboam hijo de Joás, el rey asirio Asurnasirpal había salido a atemorizar y saquear los pueblos al oeste y sudoeste de Nínive, en dirección a Israel. Cuando los pueblos lo resistieron, Asurnasirpal los trató así: Los destruí, deshice los muros y quemé los pueblos con fuego. Capturé a los sobrevivientes y los empalé en palos enfrente de sus pueblos. En esa época agarré toda la extensión de la montaña de Líbano y alcancé al Gran Mar… Limpié mis armas en el mar profundo y ofrecí sacrificios de ovejas a todos los dioses. El tributo de la costa – de los habitantes de Tiro, Sidón, Biblos… su tributo recibí y abrazaron mis pies.3

La violencia de este imperio era abominable. Cuenta Asurnasirpal II: Construí una columna al lado de la puerta de la ciudad, y despellejé a todos los principales que se habían rebelado y cubrí la columna con sus pieles. Algunos encerré dentro de la columna, algunos empalé en la columna en palos y a otros até a palos alrededor de la columna… Desmembré a los oficiales, a los oficiales reales que se habían rebelado… Muchos de los cautivos entre ellos quemé en hoguera, y muchos tomé vivos. De algunos se les corté las manos y de otros las narices, las orejas y los dedos, de muchos les quité los ojos. Hice una columna de los vivos, y otra de cabezas, y até las cabezas a los troncos de árboles por toda la ciudad. Sus jóvenes y muchachas quemé en hoguera… A veinte hombres tomé vivos y los empalé en palos… A los demás los hice ser consumidos por sed en el desierto del Éufrates.4

Este escándalo de violencia en extremo, de idolatría y de humillación se acercaba más y más a Israel. Veintitrés años después de la campaña de Asurnasirpal descrita arriba, el rey Acab de Israel formó parte importante de una junta de 12 reyes que intentaron a parar el avance del rey asirio Salmanasar III. Lo enfrentaron en Qarqar en el norte de Siria, y aunque la junta fue derrotada, paró el avance de los asirios. Fue la primera batalla entre israelitas y asirios.5

Doce años después Salmanasar III vuelve y sin ninguna batalla como Qarqar para pararlo, pone a Damasco en sitio, destruye el resto de Siria y saca tributo de varios reyes incluyendo a Jehú de Israel.6 Y sólo cinco años antes del reinado de Joás, Adad-nirari III de Asiria humilla y despoja a Damasco, los vecinos de Israel. El poder militar asirio ahora alcanza las fronteras de Israel.7

Cuando el avivamiento en Israel empieza a brotar al comienzo del reinado de Joás, Asiria tiene que prestar su atención militar hacia el norte de Nínive en la región de Armenia. La situación internacional alrededor de Israel por fin está más tranquila. No hay amenazas de Asiria; Damasco se queda muy débil por su humillación cinco años antes. Por fin Israel tiene la oportunidad de crecer y prosperar sin molestia.8 Jehová, en cuya mano están todos estos acontecimientos, visita a su pueblo y empieza la nueva época dorada.

Pero ahora la palabra de Jehová interrumpe el sueño siempre creciente de la prosperidad nacional. ¿Jehová me manda a Nínive para predicar? ¿Qué pasa si Jehová tiene compasión y perdona a los asirios? ¿Si vuelven a ser un imperio poderoso? ¿Si amenazan a Israel otra vez? ¿Si demandan una tras otra entrega de tributo para debilitar y empobrecer al país? ¿Si nos atacan y luego empalan a los gobernantes y los jóvenes frente a las ciudades santas de Israel? ¿No sería mejor que sean consumidos por la ira de Jehová y que dejen de molestar al pueblo de Dios?

El Llamado a la Compasión

Jonás no fue el primero en recibir un llamado de Jehová tocante a una ciudad pagana sumergida en el pecado. Si es motivado por la gracia de Jehová, Jonás tiene ejemplos por seguir. Acuérdese del anuncio de Jehová a Abraham sobre otra gran ciudad pecaminosa:

Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí. (Génesis 18:20-21)

Abraham tomó esta revelación como invitación a la intercesión por Sodoma y Gomorra: Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿Destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? (Génesis 18:23-24) Y continuó atrevidamente Abraham su intercesión por las vidas en ese lugar corrupto hasta escuchar que aun al haber sólo diez justos en la ciudad, Jehová no la destruiría por amor a los diez.

Pero el llamado de Jehová a Jonás es a más que la intercesión en oración por Nínive. Jonás debe seguir el ejemplo de Abraham en orar por ellos, pero Jehová también le manda: “pregona (o predica) contra ella.” Debe presentarse en Nínive con la misma seguridad y celo que el profeta Elías cuando predicó contra la idolatría del rey Acab en Samaria de Israel: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. (1 Reyes 17:1)

Al sentir la idolatría y la violencia amenazante de Nínive, Jonás se puede animar por la memoria de la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra, o se puede fortalecer en el ejemplo de Elías frente a Acab… pero huye. Sin entrar en discusión, se aleja lo más rápido posible de su país natal. Jonás 1:3 cuenta cada paso de su afán por abandonar su llamado: Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis… Tres veces menciona a Tarsis, la ciudad más lejana en la dirección opuesta al lugar donde Jehová le había mandado.

Jonás 1:3 dice: Se levantó para huir de la presencia de Jehová. Que no nos equivoquemos: no significa que de repente a Jonás se le olvidó el Salmo 139:7-10. “La presencia de Jehová” en Jonás 1:3 tiene el mismo sentido como en 1 Reyes 17:1 y en 2 Reyes 5:16 cuando los profetas Elías y luego Eliseo proclaman, Vive Jehová Dios en cuya presencia estoy para hacerle saber a los oyentes la seguridad del origen divino de su proclamación. Es decir, Jonás no quiere proclamar la palabra divina. Le manda su carta de renuncio a Jehová; ya no quiere ser empleado como profeta. Decide a tomar un largo retiro espiritual en Tarsis en vez de obedecer el mandato difícil de Jehová. No se puede quitar de la mente el horror de los pecados de Asiria: que Jehová busque a otro profeta mejor capacitado por la obra misionera entre ellos.9

Nínive, ¿En Mi País?

¿Será posible que el servidor de Jehová Dios, uno que ha vivido su poder y su compasión en una época de avivamiento, que es reconocido por las multitudes, prefiera abandonar su puesto cuando llega una asignación difícil? Para los que nos hemos acostumbrado al éxito ministerial, la fuga de Jonás no nos debe parecer muy rara. En cambio, es muy entendible.

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