Momentos de sabiduría

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Aus der Reihe: Semillas
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Momentos de sabiduría
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Momentos de sabiduría

Álvaro Santos


© SAN PABLO 2021 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid) Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723

E-mail: secretaria.edit@sanpablo.es - www.sanpablo.es

© Santos, Álvaro

Distribución: SAN PABLO. División Comercial Resina, 1. 28021 Madrid

Tel. 917 987 375 - Fax 915 052 050

E-mail: ventas@sanpablo.es

ISBN: 9788428563734

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio sin permiso previo y por escrito del editor, salvo excepción prevista por la ley. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la Ley de propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos – www.conlicencia.com).

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Introducción

Hay etapas y momentos en la vida en los que parece que todo cambia de lugar y se desestabiliza, las cosas dejan de tener importancia o, por el contrario, adquieren una relevancia inusitada. En esos momentos de crisis –la adolescencia, los saltos de década, el primer cuarto de siglo, el vértigo del primer amor, el cambio de estado civil, el trance de la paternidad o la maternidad, un cambio de país de residencia...–, es natural que recurramos a la experiencia llena de sabiduría de quienes ya han recorrido ese camino, a quienes han cruzado antes que nosotros los mismos puentes, los mismos desfiladeros a los que nos enfrentamos.

Experiencia y sabiduría que suelen quedar recogidas en libros, en recopilaciones de pensamientos, consejos, relatos, etc., que permiten una reflexión serena y ayudan a centrarse y a mirar la propia existencia desde una perspectiva positiva y activa.

El atrevimiento de proponer una nueva recopilación de consejos de sabiduría, de mensajes positivos para acompañar la vida, obedece a dos razones. Por un lado, deseo rendir homenaje a una de las mayores joyas literarias del género llamado de autoayuda que quizá sería más apropiado calificar como «pensamiento moral»: Plenitud, de Amado Nervo, un libro que ha acompañado mi vida desde que lo descubriera en mi adolescencia. Por otro lado, y sin ser ningún experto, pues no soy psicólogo, ni sacerdote, ni filósofo, sino un mero periodista, mi experiencia de varios años como editor de las agendas de San Pablo –agendas que, además de la información litúrgica pertinente, aportan breves textos y pensamientos para cada día del año–, me dan un cierto aval para ofrecer un libro como el presente.

Ofrecimiento que hago con toda humildad, sabedor de que nada sé que no haya recibido de otros autores, de otros pensadores, de otros expertos en la existencia del espíritu humano, y a quienes, como el Bautista, no me considero digno de desatar la correa de sus sandalias. Desde la sencillez, pero desde la confianza de que lo que estas páginas ofrecen está probado en la existencia y en la sabiduría de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han plasmado sus experiencias, no me queda más que agradecer a la editorial San Pablo el voto de confianza en este nuevo encargo y expresar mi más sincero deseo de que los lectores que detengan su mirada sobre este libro encuentren, si no toda la ayuda que necesitan, al menos sí una pequeña inspiración para cargarse de sabiduría y caminar hacia la plenitud en sus vidas, que no es otra cosa que su propia autorrealización.

Álvaro Santos

1

¿Te has parado a pensar en las veces que sonreímos al cabo del día? Cuántas veces nos resistimos a sonreír ante las cosas y las personas que nos encontramos.

Y sin embargo, una sonrisa por la mañana, al levantarnos, pensando en todo lo bueno que nos ha ocurrido, o en la ilusión por lo que nos sucederá, nos ayuda a enfocar el día con otra perspectiva, con otro humor.

La sonrisa no empobrece a quien la da y enriquece a quien la recibe, dura solo un instante y perdura en el recuerdo eternamente. La sonrisa no habla, pero dice mucho de quien la da y es portadora de mucha información positiva. Sonreír libera endorfinas, aporta color, calor, ilusión... No te olvides nunca de sonreír.

2

Cada persona con la que nos encontramos a lo largo del día merece que le dediquemos un momento de nuestro tiempo, un espacio en nuestro pensamiento, que compartamos con ellos un pequeño rayo de nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestra vitalidad. Para eso, muchas veces basta simplemente con una mirada a los ojos, una sonrisa, un saludo, un gesto. Permanecerá siempre en su corazón.

3

Es posible que en algún momento te asalten las dudas sobre el amor: ¿Qué es el amor? ¿Qué es amar? Esto que siento, que vivo, que experimento ahora, ¿es amor, o qué es?

Lo sabrás si, aparte de amaros el uno al otro, amáis ambos, juntos, muchas cosas; cuando, juntos, compartís, incluso en la diferencia, intereses, deseos y objetivos.

Porque amar es vivir juntos una misión, un compromiso, es caminar y mirar hacia un horizonte común, es crear un estilo de vida que os pertenezca a ambos.

4

Cuando vayas a juzgar a alguien, piénsate dos veces todo lo que dices. Tus palabras deberán ser siempre colaboración y no crítica, deberán ir acompañadas de consideración y de ayuda.

La crítica hiere a quien la recibe y, a fuerza de repetirse, acaba por marginar a quien la emite.

Si ves en tu entorno algo erróneo y debes intervenir, hazlo con prudencia, hablando con mesura, con educación y con amor, y corrige siempre con el ejemplo y desde el respeto. Te lo agradecerán.

5

Procura vivir en la realidad de las cosas. Lo que existe, tal y como existe aquí y ahora, es la verdad que debes afrontar, aceptándola o enfrentándote a ella, pero siempre con los pies en la tierra.

De nada sirve que crees una realidad ficticia, imaginaria, fantástica, para evadirte de una realidad que no te gusta. De nada sirve instalarse en una realidad paralela porque la auténtica, la verdadera realidad, no coincide con tus sueños y te da miedo abrir los ojos.

Date cuenta de la realidad en la que vives, afróntala, enfréntate a ella, lucha con ella para cambiarla si es injusta y no te favorece. La imaginación es un arma mucho más eficaz cuando se usa para mejorar las circunstancias de la vida y no para huir de ellas.

6

Habla y actúa en tu vida siempre con sinceridad. Pero ten en cuenta que ser sincero no significa ser imprudente: no es necesario decir siempre y a cualquiera todo lo que uno piensa o siente.

Es sincero quien traduce sus sentimientos, sus deseos, sus pensamientos, en palabras y en obras. Es sincero quien hace que las primeras concuerden con las segundas: quien confirma con su conducta la validez de su palabra.

Si tiendes a exagerar, a magnificar tus actos, a restar valor a las bondades ajenas, a buscar rápidamente excusas y alegatos de defensa, a permitir que la mancha de la duda se extienda sobre los otros, no estás siendo sincero ni contigo ni con los demás.

7

Inmersos como estamos en nuestras preocupaciones diarias, en esa espiral de acciones y movimientos que nos llevan de acá para allá a toda prisa, sin tiempo para tomar aire y darnos cuenta de nuestra propia existencia, puede asaltarnos un cierto temor, un cierto vacío que nos deja como descentrados, desorientados y asustados.

En esos momentos, es bueno cerrar los ojos, respirar hondo y, dejando a un lado las preocupaciones diarias, reflexionar con calma sobre nosotros. Ese breve retiro «espiritual» nos ayudará a centrarnos, a volver a situar lo verdaderamente importante en el centro de nuestra existencia y a apartarnos de todas las preocupaciones superfluas.

8

No permitas que el paso del tiempo te entristezca, te deprima o te paralice. Cada año que cumples significa un incremento de tu experiencia de vida, la apertura a nuevos horizontes, la posibilidad de encontrar nuevos versos por escribir, nuevas ecuaciones por resolver, nuevos retos por desarrollar...

Celebra la vida que tienes, la herencia que recibiste y las enseñanzas que has ido acumulando a lo largo de los años. Haz balance del pasado, trata de corregir los errores, agradece los dones recibidos, perdona a quien te ha podido hacer daño y mira al futuro con optimismo y esperanza.

9

Si buscas la felicidad, trata de entregar parte de tu tiempo a los demás. Vive esta máxima en tu vida y encontrarás una alegría más perdurable y serena.

Procura tu felicidad haciendo felices a los otros, preguntándote por cómo se sienten, satisfaciendo sus deseos y sus anhelos. No te preocupes tanto por ti mismo ni por tu propia situación, trabaja más bien en favor de los otros y hallarás finalmente la felicidad.

10

Aprende a adaptarte a las necesidades actuales, aprende a situarte en cada momento según sean las circunstancias, sin colocarte en el centro de todos y de todo. Sé humilde con los demás, habla su misma lengua, comprende sus problemas. Huye de la exageración, del desequilibrio, del exceso de ego.

11

Vivimos en un mundo que nos lanza múltiples mensajes atrayentes, nos ofrece innumerables productos, nos promete todas las comodidades, pone ante nosotros un sinfín de sensaciones placenteras.

 

Corremos el peligro de dejarnos llevar por la ambición, de embriagarnos por la sed de novedades, de dejarnos envolver por una nube de facilidades a nuestro alcance, de dejarnos arrastrar a una espiral que puede acabar agobiándonos de exigencias.

Conviene no perder nunca el control de uno mismo, aprender a discernir ante la multitud de mensajes, productos y servicios, qué es importante y necesario y de qué cosas podemos prescindir.

12

La vida es un camino lleno de riesgos, de aventuras, de emociones…

¡Atrévete a recorrerlo!

La vida es una regata.

¡Arriésgate a participar!

13

Hay momentos en la vida en los que parece que todas las estructuras se tambalean y el suelo se escapa bajo tus pies. Cuando esto te ocurra, procura mantener la calma y no dejes que cunda el pánico. No es cuestión de negar tus miedos, sino de saber controlarlos, de saber enfrentarse a ellos. Si conservas la serenidad en medio de la turbación, si analizas la razón de tu congoja, sus causas y sus posibles consecuencias, podrás buscar soluciones creativas y convertirás tus temores en retos, en oportunidades para avanzar en la vida.

14

No etiquetes el amor con adjetivos superfluos. Si no es auténtico, no es amor; si no es desinteresado, no es amor; si no es gratuito, no es amor; si no es puro, no es amor; si no es verdadero, no es amor; si no es sincero, desde luego no es amor. Cuando el amor es amor, y no otra cosa, no necesita adjetivos ni adornos.

15

Toda persona tiene una tarea fundamental y prioritaria en la vida, una tarea que no puede ni debe omitir: hacerse a sí misma. Todos estamos llamados a ser ni más ni menos que lo que podemos ser. Estamos llamados a dar la talla, a desarrollar cuanto somos, a poner en ejercicio todas nuestras cualidades, toda nuestra potencialidad. Está en nuestras manos que nuestro proyecto de vida sea adecuado, exigente y ambicioso, pero proporcionado a nuestras fuerzas y posibilidades.

16

No pongas tu confianza en la suerte ni te apoyes demasiado en ella. Buena o mala, la suerte no te viene dada, más bien eres tú quien se la forja. Cada una de las decisiones que tomas en tu vida, desde la más nimia hasta la más importante, están edificándote. Si tus decisiones te hacen crecer, son refuerzo y complemento de tu identidad, acrecientan tu bonhomía, tu suerte te será favorable; si tus decisiones, por el contrario, entorpecen tu desarrollo, frenan tu crecimiento y minan tu integridad, estás poniendo tu suerte en la dirección del fracaso.

17

Asómate fuera de ti, de tu pequeño caparazón, y descubrirás un mundo de posibilidades, de experiencias y sabiduría esperándote cada día.

18

Vive tu vida con ilusión. Afronta cada día con la esperanza de que algo especialmente atractivo va a alcanzar cumplimiento en tu existencia. Observa tu entorno con esta convicción y descubrirás siempre algún encanto. Quizá sean cosas pequeñas, cotidianas, casi imperceptibles si no estás atento; pero a veces la caricia de una mirada, la frescura de una flor, el tacto del agua sobre la piel pueden ser esa maravilla que alimente tu esperanza y tu ilusión.

19

No es bueno experimentar el pasado como una indigesta comida, un cinturón demasiado apretado o una piedra en el zapato. Debes evitar que un pasado doloroso o dañino te siga perjudicando. Interprétalo más bien como un cúmulo de experiencias válidas para actuar en el presente con sabiduría y con realismo, con la mirada en el horizonte, los pies sobre el suelo y las manos abiertas.

20

¿Estás «de vuelta de todo», o permaneces «de ida», en actitud de avance? Si miras hacia delante, si tienes vitalidad, dinamismo, brío, empuje, aliento; si al proyectar sabes que seguramente haya que introducir correcciones según se desarrolla lo proyectado; si eres capaz de admitir tus equivocaciones y asumes estas como lecciones para el camino y estímulo para mantenerte más alerta en adelante; si sabes que debes arriesgar para avanzar y asumes los riesgos con serenidad y sensatez, entonces estás «de ida», en situación de avance.

21

No podemos aspirar a la perfección en todo sin acabar desembocando en la decepción o el desánimo. Es necesario saber aceptar que somos finitos, imperfectos, sin dejar que esto nos hunda o nos desengañe. Conocer nuestros límites es también conocer nuestras posibilidades de desarrollo, nuestras necesidades de formación, nuestras capacidades.

22

Existe dentro de ti un lugar que nada ni nadie puede alcanzar, un refugio inexpugnable, una habitación silenciosa a la que puedes retirarte a reflexionar con serenidad cuando el miedo, la tensión o las tribulaciones intentan apoderarse de ti. Desde este lugar seguro, analiza en qué puedes apoyarte, cuáles son tus fuerzas y qué estrategia debes aplicar para salir victorioso en tu lucha contra las adversidades que te atormentan.

23

En la vida hemos de ser, a la vez, ambiciosos y conformistas. El afán de superación, el deseo de mejorar, es algo natural al ser humano. Esa ambición nos ha llevado a superar obstáculos, desarrollar avances médicos y científicos, batir marcas deportivas, conquistar objetivos aparentemente inalcanzables.

Paralelamente, una dosis de conformismo nos permitirá adaptarnos con facilidad a las circunstancias de la vida, mantener los pies en el suelo y la cabeza fría para que, cuando no alcancemos la meta que ambicionamos, no caigamos en el desánimo y continuemos intentándolo a pesar de todo.

24

No te cierres a la verdad que los otros te aportan. Por opuestos que sean a tu manera de pensar y de actuar, por extraños que resulten a tus características, a tu ambiente, pueden tener siempre algo que aportarte. Piensa que eres un caminante en busca de la verdad, y aún no has llegado a la meta definitiva. Mejor es aceptar la verdad que otros te brindan, las herramientas para el camino que otros antes que tú han utilizado para avanzar.

25

Si te encuentras en una situación complicada y no sabes salir de ella, detente y reflexiona. Si aun así te sientes perdido, habla con alguien de tu confianza, pídele consejo, ayuda o simplemente que te escuche. El diálogo con los demás puede ayudarte a abrir los ojos, a mirar las cosas desde otra perspectiva, a clarificar ideas y a reordenar conceptos. Acepta la opinión de tu interlocutor, pero recuerda que él mira tus problemas desde fuera. Sigue su consejo solo si, después de todo, te parece congruente y aplicable para tu caso. Y agradécele siempre su aportación.

26

Practica la constancia, insiste, persevera. No desesperes ante el primer fracaso o la primera negativa, no cejes en tu empeño al segundo o tercer intento. Paciencia, constancia y perseverancia producen en el ser humano excelentes frutos.

Como el mar rompiente sobre las rocas crea acantilados de sorprendente relieve, o como las caprichosas formas creadas por el agua y la piedra en las grutas, también la perseverancia obra milagros de inusitada belleza en el espíritu humano.

27

Acéptate a ti mismo. Es condición ineludible para que puedas vivir feliz, en paz contigo mismo. Acepta tu persona en su globalidad: lo físico y lo intelectual, lo espiritual y lo material, lo cultural, lo social y lo afectivo. Acepta también tus circunstancias, tu pequeño mundo: tu familia, tu hogar, tus amistades, tu trabajo...

Solo desde la aceptación de tu realidad, tanto de sus aspectos positivos como de los negativos, podrás avanzar. Sólo así podrás mejorar y cambiar. Porque, te guste o no, tu realidad te acompaña allí donde vas.

28

¿Qué hacer con lo negativo que hay en ti? En primer lugar, debes conocerlo, identificarlo y aceptarlo. Pero aceptarlo no significa resignarte, ni obligarte a vivir con ello sin haber intentado antes corregirlo, reformarlo, superarlo o erradicarlo de tu vida. Ahora bien, hay elementos negativos que permanecerán toda la vida contigo. No desesperes, ni trates de hacerles la guerra permanente. Asúmelos con naturalidad –pues te están revelando una limitación quizá temporal– y no los tengas demasiado en cuenta. Son como un zumbido que dejas de percibir cuando estás concentrado en otras cosas.

29

Toma conciencia de que no todos percibimos las cosas de la misma manera, de que hay muchos modos de concebir la existencia. Muchas personas entienden la vida de otra manera y no son por ello tus enemigos. Acostúmbrate a respetar su forma de pensar, su ritmo, su modo de vida.

30

Tu conducta tiene influencia sobre el clima social. Si actúas de manera irrespetuosa e insensible, provocarás irritación y malestar; si obras con nerviosismo fácilmente contagiarás tu estado al grupo que te rodea; si por el contrario aportas serenidad y paz, lograrás casi con toda seguridad que estas se propaguen como las ondas. Procura, pues, dar una nota positiva allí donde te encuentres.

31

Si alguna persona acude a ti para contarte un problema o una dolencia, sé con ella acogedor y hospitalario. Escúchala, céntrate en lo que te está diciendo, haz tuyo su problema mientras lo estás escuchando, compadécete con ella sin humillarla, muéstrate sensible y cercano. Haz, en definitiva, lo mismo que esperas de aquellos a quienes les cuentas tus problemas y tus dolencias.

32

Sé solidario. Asume las alegrías, los dolores, las esperanzas y los sufrimientos de las personas; comparte su existencia, sonríe con su alegría, conduélete en su tristeza. Vive en permanente disponibilidad hacia todas aquellas personas que necesiten de tu ayuda, independientemente de su condición social, de sus creencias religiosas, de su aspecto y de su piel. Implícate verdaderamente en buscar soluciones a los problemas del mundo, obra con compromiso para ayudar y proteger a los indefensos y desvalidos.

33

No juzgues, no critiques, no te empeñes en dictar a los demás cuál debe ser su conducta, sus costumbres, el modo correcto de ser y de pensar, en ser su conciencia o su libro de la ley. ¿No tienes bastante tarea con tratar de organizar tu propia vida que necesitas entrometerte en la de los demás? Trata de comprender las diferencias inevitables entre las personas y aceptar en su singularidad a los que te rodean, a los que conviven, trabajan, respiran contigo. Si haces esto, disfrutarás de mucha más paz en tu vida.

34

No huyas de la culpa. Si has sido causante de algún mal, acepta tu culpa, aunque esto te sea causa de malestar o sufrimiento. Peor que pasar por la humillación de admitir tus errores y reconocerte responsable de tus actos es evitar la culpa haciendo que recaiga sobre otros, acusándoles de haberte inducido a un comportamiento erróneo, o buscando excusas y justificaciones que te permitan imaginarte una apariencia inocente y pura, pero falsa.

35

Quizá no puedas cambiar la realidad a tu alrededor, pero sí puedes cambiar la lente a través de la cual la observas, la interpretación que hagas de ella. Trata siempre de mirar todas las cosas a través de la lente que te muestra una visión positiva de la vida, que te permite vislumbrar sus colores luminosos, sus ventajas y posibilidades.

36

Saber vivir implica adquirir conciencia de todas las capacidades con que cuentas y ponerlas en acto para alcanzar, a cada momento, una vida feliz y satisfactoria, en armonía con Dios y contigo mismo, con el mundo y con todas las personas que te rodean.

37

No te dejes llevar por la envidia. Si hay personas que ya han logrado llegar a la meta que aún vislumbras en tu horizonte, si han alcanzado el mismo objetivo por el que tú aún te esfuerzas, si han superado barreras que a ti aún te frenan, no sufras por ello ni los envidies, no te compares con ellos, pensando que son o tienen más que tú. Más bien admíralos, pues ellos te muestran que el camino que te has propuesto es el correcto y te alientan a seguir adelante.

38

 

Sé prudente. Ante los peligros que, inevitablemente, te acechan en la vida, tu actitud no puede ser la del que lo ve todo negro, lleno de dificultades que le asustan y le frenan, de incógnitas que le desarman y le dejan inerme y paralizado. Pero tampoco puedes actuar como el temerario irreflexivo y veleidoso que considera que el peligro no existe y que irremisiblemente va sucumbiendo ante sus dificultades imprevistas.

39

No hay convivencia si no existe comunicación. Si no haces partícipes de tu existencia, de tus sentimientos, preocupaciones e intereses, a las personas que comparten contigo tu vida, tu espacio y tu tiempo, y, en la misma medida en que los comparten, si no les escuchas a ellos y no acoges de la misma manera todo lo que quieran compartir contigo acerca de su existencia, no hay verdadera convivencia.

40

Cuando converses con alguien, no olvides que el diálogo supone alternancia en el uso de la palabra; cédele el turno oportunamente al resto de interlocutores, para que todos puedan exponer cuanto piensan.

Si es otro el que está hablando, escúchalo con atención y no lo interrumpas, ya tendrás tiempo después de pedir la palabra para corregir, matizar, corroborar o contradecir lo expuesto por tu interlocutor.

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