Los cuentos de Vicky

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Los cuentos de Vicky
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Los cuentos de Vicky

Primer libro de cuentos cortos

Victoria Uzal

Uzal, Victoria

Los cuentos de Vicky : primer libro de cuentos cortos / Victoria Uzal. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2020.

36 p. ; 20 x 14 cm.


ISBN 978-987-4116-42-0


1. Cuentos Infantiles. 2. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. I. Título.

CDD A863.9282


Ilustraciones y arte de tapa:

Coti López

@cotilopezarte

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.


ISBN 978-987-4116-42-0


Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Impreso en Argentina.

Los cuentos de Vicky

Primer libro de cuentos cortos

Victoria Uzal

La perrita perdida

Había una vez un chico que se llamaba Tomi. Vivía con su mamá y tenían una perrita que se llamaba Lilita. Tomi la sacaba a pasear; disfrutaba mucho de ese paseo.

Un día ellos decidieron ir a pasear al parque con Lilita. El nene la llevaba agarrada de la correa. De repente, Lilita decidió soltarse. Tomi, pensando que no pasaría nada, la soltó. La perra se escapó, corrió por todo el parque y se perdió. Pero Tomi y la mamá no se dieron cuenta. Jugaron un poco y después ya estaban por volver a la casa. Buscaron a la perrita, la buscaron por todas partes, pero no la encontraban. Tomi le dijo a la mamá “Noo, perdimos a Lilita, no puede ser”. La mamá le contestó: “No te preocupes, la vamos a seguir buscando”. Seguían buscando y buscando, pero no aparecía por ninguna parte Lilita. Y se pusieron a llorar “Lilita, Lilita” (snif snif). Estaban muy tristes por su perrita.

Cuando volvieron a la casa, siguieron llorando.

Al día siguiente, Tomi y su mamá volvieron al parque, muy tristes. Pero de repente vieron una señora con un perrito en los brazos. Tomi y la mamá miraron bien y… ¿quién era esa perrita que tenía la señora? ¡Era Lilita!

—¡Sí!, ¡encontramos a nuestra perra!— gritó Tomi muy contento.

Llamó a la señora y le dijo:

—Señora, esa es nuestra perrita. Devuélvamela.

—No, no, cómo sé yo que no me la están robando— contestó ella.

La perrita empezó a llorar.

—¿Ven que se asustó la perrita?— dijo la señora, — váyanse de acá, no se las pienso dar.

De repente la perrita se soltó de los brazos de la señora y corrió hacia los de Tomi. Ahí la señora se dio cuenta de que Lilita era la perrita de Tomi. Él la abrazó, la acarició. Lilita ladraba “Guau guau” contenta de que había vuelto con sus dueños. La mamá y su hijo se volvieron a su casa, muy felices por Lilita.

Nunca más la volvieron a soltar así. Ahora el chico y la mamá, siempre, siempre, siempre, cuidan que Lilita no se les escape.

Sandra quiere tener un gatito

Había una vez una nena que se llamaba Sandra. Ella vivía con su mamá y su papá, en un departamento chiquito.

Sandra siempre quería tener un gatito. A ella le gustaban mucho. Les pedía tener uno, pero los papás nunca la dejaban porque era un departamento muy chico donde vivían.

Una noche, Sandra soñó que adoptaba un gatito. Y a la mañana siguiente cuando se despertó pensó: “Qué lindo lo que soñé. Ojalá se me haga realidad”. Se fue a desayunar con sus papás y les contó el sueño que tuvo:

—Soñé que tenía un gatito.

—¡No sigas con eso, nunca vamos a tener un gatito!— le contestaron los papás.

Después del desayuno, Sandra empezó a prepararse para ir al colegio: se vistió y luego la mamá la llevó.

Cuando llegó al colegio, le contó a la maestra y a los amigos el sueño que había tenido. Una de las amigas de Sandra tenía un gatito de peluche que llevaba al colegio. Durante todo el recreo jugaban con el juguete, largos ratos. Sandra agarraba el gatito de peluche que tenía su amiga, haciendo de cuenta que era un gatito de verdad y lo movía. Siguieron las clases hasta que vino la mamá a buscarla al colegio. Y así pasaban y pasaban los días y Sandra seguía insistiendo con que quería tener un gatito.

Un día cuando salió del colegio, la mamá decidió que las dos harían un trato. ¿Por qué? Porque ella sentía pena por lo que Sandra quería, y le dijo:

—Bueno, vamos a tener un gatito, pero con una condición…— le dijo la mamá.

—¿Qué condición, mamá?

—Que vos sola lo cuides al gato.

Sandra lo pensó un momento porque no sabía muy bien cómo cuidar gatitos, pero aceptó la propuesta.

—Yo te voy a ayudar— agregó la mamá, —pero vos lo tenés que cuidar.

Antes de volver a la casa, fueron a un refugio y adoptaron el gatito. “Miaauu”.

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