Sea una iglesia acogedora

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Sea una iglesia acogedora
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Sea una iglesia acogedora

© 2019 por Thom S. Rainer

Publicado por Editorial Patmos,

Miami, FL 33166

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por B&H Publishing Group, Nashville, Tennessee, con el título Becoming a Welcoming Church.

© 2018 por Thom S. Rainer

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Traducido por Belmonte Traductores

Diseño por Adrián Romano

eISBN: 978-1-58802-997-3

Categoría: Vida cristiana

Impreso en Brasil | Printed in Brazil

Para

Nellie Jo.

Belleza. Compasión. Creatividad. Amor.

Cuarenta años de matrimonio

Bendición

CONTENIDO

Reconocimientos

CAPÍTULO 1¿Somos tan acogedores como creemos?

CAPÍTULO 2Informe confidencial (solo para sus ojos)

CAPÍTULO 3Señales y lugares

CAPÍTULO 4Iglesia segura/Iglesia limpia

CAPÍTULO 5Personas que dan la bienvenida, centros de bienvenida y la iglesia acogedora

CAPÍTULO 6El camino para ser una iglesia acogedora

Apéndice 1: Auditoría de las instalaciones de la iglesia

Apéndice 2: Encuesta del visitante secreto

RECONOCIMIENTOS

Si no he contado mal, este libro es el número veintisiete. Solía pensar que nadie leía esta pequeña sección de reconocimientos en mis libros anteriores, pero estaba equivocado. Me he sorprendido al escuchar de lectores que realmente quieren saber más sobre quienes me influyen, apoyan y aman.

Verá, esta es la parte en la que reconozco al que merece un reconocimiento. Estas pocas palabras son la realidad que está detrás del telón de cómo se hace un libro como este. Esta sección no es tan solo un recordatorio, sino también un reconocimiento del trabajo y la influencia de otros.

Gracias al equipo de B&H. Estoy asombrado de cuán lejos hemos viajado juntos. Estoy totalmente impactado de ver cómo se han convertido en la principal editorial cristiana del mundo. Gracias a todo el equipo de B&H, con mención específica al liderazgo de Jennifer Lyel y Devin Maddox.

Ningún trabajo sale de mi voz o de mi teclado sin el Equipo Rainer. Muchos de ustedes han podido conocerlos por los podcasts y el blog ThomRainer.com. Recordarán sus nombres: Amy Jordan, Amy Thompson y Jonathan Howe. Ellos son el Equipo Nashville. Pero durante el año pasado hemos añadido dos miembros al equipo virtual: Jana Biesecker y Julie Masson. Lo digo de veras. No podría hacer ningún trabajo efectivo sin este equipo.

Tengo la bendición de ser parte del ministerio y la organización llamada LifeWay. Obviamente no puedo nombrar a los cinco mil empleados, pero debería. Se lo merecen. Por ahora, permítame dar las gracias al liderazgo y la amistad del equipo de liderazgo ejecutivo de LifeWay: Brad Waggoner, Selma Wilson, Eric Geiger, Tim Hill y Joe Walker. Son todos unos líderes increíbles. Nunca podré darles las gracias debidamente por todo lo que hacen por el Reino, por LifeWay y por mí.

Uno de los mayores gozos en mi vida y ministerio es la comunidad de lectores, oyentes y suscriptores de los varios aspectos de mi plataforma ministerial. Estoy muy agradecido por todos ustedes, ya sea por nuestro contacto a través de mis libros, mi blog, ThomRainer.com, mis podcasts Rainer on Leadership y Revitalize and Replant, o mi ministerio de suscripción, Church Answers. Quizá ustedes han aprendido algo de mí, pero yo he aprendido mucho más de ustedes.

Por supuesto, seguro que espera que reconozca a mi familia. Si sabe algo sobre mí, sabrá lo mucho que amo a mi familia. Mientras escribo estas palabras, me estoy preparando para hacer un viaje por mi vigésimo aniversario con mi esposa y amor, Nellie Jo. Por favor, lea la página de dedicatoria. Ella se merece eso y mucho más.

Amo y doy gracias a Dios por mis tres hijos y sus esposas: Sam y Erin, Art y Sarah, y Jess y Rachel. Pero estoy realmente agradecido por los diez nietos Rainer que nos han dado a Nellie Jo y a mí: Canon, Maggie, Nathaniel, Will, Harper, Bren, Joshua, Collins, Joel y James.

Hay muchas citas y respuestas de entrevistas en este libro. Los nombres se han cambiado, y algunos de los detalles son distintos para proteger el anonimato de quienes fueron tan generosos de hablar conmigo. Pero todos los eventos son verídicos.

Ahora para ustedes, los lectores de este libro: gracias. No doy por hecho que están leyendo uno de mis libros por primera vez o por vigésima vez. Es mi oración que este libro se use en su iglesia para la transformación que produce el evangelio. Es mi oración que marque una diferencia para la gloria de Dios.

Sin duda, es mi oración que su iglesia sea verdaderamente una iglesia acogedora.

CAPÍTULO 1


¿Tiene uno de esos momentos en su vida cuando se dio cuenta de que no era tan divertido, apuesto, afable o inteligente como pensaba que era? Yo sí.

Era estudiante de primer año en una universidad, y lidiaba con dos emociones fuertes. Por un lado, me encantaba mi nueva etapa de independencia. Por otro lado, odiaba mi nueva etapa de independencia; y estas no son afirmaciones contradictorias.

Pensaba que era fantástico poder trazar mi propia agenda, ir donde quisiera y hacer lo que quisiera. Mamá y papá estaban alejados de mi vida diaria.

Pero extrañaba las relaciones, la seguridad y la comodidad del hogar. Estaba en un lugar nuevo intentando ser independiente, tratando de saber qué hacer a continuación, e intentando hacer nuevos amigos.

Fue en esa última categoría en la que tuve una llamada de atención: hacer nuevos amigos. Verá, yo pensaba que Mark y yo nos llevábamos bien. Parecía que ambos disfrutábamos de la compañía mutua. Nos reíamos el uno del otro, e incluso nos ayudábamos en las clases de nuestro primer año.

Por lo tanto, estaba bastante satisfecho cuando escuché a Mark hablando con sus padres por teléfono. Les contaba lo bien que yo le caía, que nos habíamos hecho buenos amigos enseguida, y que yo era un tipo fantástico.

Lo sé. No debería haber estado escuchando a escondidas. Pero me encantaba oír la persona tan fantástica que yo era.

Después dijo algo que no tenía sentido. Les dijo a sus padres dónde estaba mi casa. Pero no era mi casa. Ni siquiera era el mismo estado.

Entonces me di cuenta. Mark estaba hablando de otra persona que se llamaba igual que yo. El mejor amigo que él había hecho era Tom, no Thom. No se refería a mí al decir eso del tipo fantástico. No era yo la persona divertida. No era yo su nuevo mejor amigo.

Me quedé devastado.

Las llamadas de atención pueden apestar. La realidad puede ser dolorosa.

Muchas iglesias necesitan llamadas de atención. Lo sé. He trabajado con cientos de ellas in situ, y con miles por teléfono, correo electrónico y videoconferencias. Muchos líderes y miembros de iglesias piensan que sus iglesias son más saludables de lo que realmente son. Muchos líderes y miembros piensan que sus iglesias tienen ministerios mejores de lo que realmente son. Y muchos líderes creen que sus iglesias son más amigables de lo que realmente son.

Antes de que siga leyendo, ¿podría hacerle algunas preguntas? ¿Está usted dispuesto a dejar a un lado sus ideas preconcebidas sobre su iglesia? ¿Está dispuesto a mirar su iglesia con más sinceridad y más claridad? ¿Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ser una iglesia acogedora y centrada en el evangelio?

Si no es así, por favor cierre este libro y haga otra cosa. No malgaste su tiempo aquí. Este libro es para los que están dispuestos a “mirarse en el espejo”. Este libro es para quienes están dispuestos a hacer frente a la realidad. Este libro es para quienes están cansados de la misma vida eclesial aburrida y coja representada por demasiadas congregaciones.

La Biblia tiene muchos versículos sobre la hospitalidad. Por ejemplo, Pablo escribió a la iglesia en Roma y a Timoteo y Tito sobre este asunto. A la iglesia en Roma, simplemente le dijo: “… practicando la hospitalidad” (Romanos 12:13). Y Pablo le dijo a Timoteo que los líderes de la iglesia deben ser hospitalarios: “Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro” (1 Timoteo 3:2-3, énfasis añadido).

 

Y Pablo escribió palabras muy similares en Tito 1:7-8: “Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo” (énfasis añadido).

Este libro es para esos miembros de iglesias que realmente quieren ver a sus iglesias marcar una diferencia.

HISTORIA DE DOS VISITANTES

Las historias son verídicas. Solo se han cambiado los nombres. Aquí tenemos dos dosis de realidad, y la primera es positiva.

Jane es estilista. Peluquera. Este día en concreto, me cortó el cabello a mí. A menudo digo que me corto el cabello en lugar de decir que me hago un corte de cabello. No sé por qué la gente usa la segunda forma. A fin de cuentas, ¿quién se hace un corte de cabello una sola vez?

Yo soy introvertido. Si la introversión fuera un don espiritual, sería mi don espiritual dominante. Prefiero trabajar yo solo en una sala que trabajar con personas a las que apenas conozco.

Pero no puedo dejar que mi introversión sea una excusa para ser un testigo silencioso, así que me obligo a salir del cascarón. No es solo lo correcto, sino que es obediencia a la Gran Comisión.

Mientras Jane me cortaba el cabello, comencé una conversación sobre su vida y su mundo. Una vez que supe dónde vivía, pude cambiar la conversación y dirigirla a Jesús y la iglesia. Resultó que descubrí que vivía cerca de mi iglesia, donde mi hijo es pastor.

Así que hablé a Jane sobre su vida. Hablé un poco sobre Jesús, y le invité a la iglesia.

Ella no estaba definida al respecto, o al menos eso pensé yo.

Poco me imaginaba que el Espíritu Santo ya había estado obrando en su vida. Me ahorraré los detalles, pero ella enseguida encontró la página web de nuestra iglesia y “valientemente” (palabra suya, no mía) decidió visitarla.

Ella “se enamoró de la iglesia” (palabras suyas otra vez). La página web le dio toda la información que necesitaba. Encontró el estacionamiento para visitas fácilmente. La gente era genuinamente amigable. El predicador predicó la Biblia con convicción y amor.

Iré al grano: Jane decidió seguir a Cristo. Se bautizó.

Y ahora está sirviendo de forma activa, sonriente y entusiasta en el ministerio de quienes dan la bienvenida en nuestra iglesia.

Gran historia, ¿cierto? Bueno, permítame compartir otra historia, una que no es tan buena.

Su nombre es Ryan. Conocí a Ryan en una consulta en una iglesia donde nos enfocamos en la experiencia del visitante. Tuvimos una entrevista de una hora en persona con él, ¡y recibimos nuestro merecido!

Ryan apenas tenía trasfondo de iglesia, pero pude ver que realmente estaba buscando. Así que hizo algo atrevido, si no audaz, según su perspectiva. Le preguntó a su esposa Bethany si ella y sus dos hijas pequeñas irían a la iglesia con él.

Bethany tenía un trasfondo de iglesia nominal, pero en realidad no estaba interesada en volver a una iglesia. Descubrió que el mundo fuera de la iglesia era más agradable que la vida de la iglesia. Sin embargo, accedió a ir con Ryan “solo una vez”.

Y no habría una segunda vez en la iglesia que visitaron.

Para empezar, la página web de la iglesia era terrible. No se había actualizado con el nuevo horario de las reuniones, así que la familia de cuatro miembros llegó tarde, incluso aunque pensaban que llegaban a tiempo.

Como llegaron tarde, los miembros de la iglesia ocuparon todos los estacionamientos más cercanos. Supuestamente, había lugares de estacionamiento reservados para visitantes, pero Ryan no pudo encontrar ninguna señal que indicase dónde estaban.

Cuando llegaron tarde, una pareja de personas que daban la bienvenida en la puerta principal hablaron con ellos por lo menos dos segundos. Después, esas dos personas retomaron la conversación privada que mantenían, ajenos al mundo y a las personas que los rodeaban.

Y cuando fueron a la zona infantil para dejar a sus dos niñas pequeñas, vieron el desastre. El lugar estaba sucio. La seguridad era escasa. Y la persona que los recibió, ¡se quejó porque llegaron tarde!

Bethany le echó a Ryan “la mirada”. No era un momento feliz.

Me sorprende que incluso entraran a la reunión llegado este punto. Ambos sabían que tomaron una mala decisión.

No le daré todos los detalles de su experiencia. Nos ahorraremos este tipo de historias para capítulos posteriores, pero para decirlo claro: no fue bien.

Por cierto, cuando entrevistamos a miembros de esta iglesia, ellos sistemáticamente nos dieron un mensaje similar: ¡Nuestra iglesia es muy amigable! Y su iglesia es amigable, mientras conozca a las personas, mientras esté dentro, mientras no sea un visitante.

A propósito, Bethany y Ryan tuvieron una buena pelea de camino a casa al regresar de la iglesia. No estaban muy contentos con la experiencia. Ryan nos dijo que nunca volvería a esa iglesia. De hecho, nos dijo que nunca volvería a ir a la iglesia.

Tristemente, le creo.

EL MITO DE LA IGLESIA ACOGEDORA

Ahí reside el problema en la mayoría de las iglesias. Las iglesias perciben que son una iglesia amigable porque los miembros son amigables entre sí, pero no se ponen en el lugar de las personas que llegan por primera vez. No prestan atención a las instalaciones, el estacionamiento, su página web o su amabilidad desde la perspectiva de un visitante.

Aprendimos a no preguntar a los miembros de las iglesias si su iglesia es amigable para descubrir si su iglesia realmente es amigable.

La mayoría de los miembros de iglesias se han olvidado de lo que es ser alguien que llega por primera vez. Ahora ya tienen relaciones estables en la iglesia. Les encanta su iglesia. Sus prejuicios les dicen que su iglesia es genial.

Pero muchos miembros y líderes de iglesias están equivocados. Cuando preguntamos a cientos de visitantes sobre sus experiencias al visitar iglesias, no fue un cuadro bonito. Preguntamos específicamente por qué no regresaron a alguna iglesia en particular. Estas fueron sus principales respuestas:

1. El tiempo de ponerse en pie y saludar en la reunión fue poco amigable y raro. Cuando vi por primera vez que esta respuesta llegaba por centenares, me sorprendió. Y al indagar más, descubrí que había dos problemas con el momento de ponerse en pie y saludar. Primero, algunos visitantes se sienten incómodos con el ejercicio. Parecía una especie de ritual más para los miembros de la iglesia que para quienes la visitaban. Segundo, a algunos visitantes no les importó el momento de levantarse y saludar, pero no se sintieron incluidos durante la bienvenida. O bien se les ignoró por completo, o les inundaron con lo que ellos describían como saludos superficiales. Hablaré más de este asunto en el siguiente capítulo.

2. Miembros de iglesia poco amigables. La mayoría de los miembros de iglesias no se consideran poco amigables, pero no se ven desde el punto de vista de quienes visitan la iglesia. Por lo general, no hablan con los visitantes porque no los conocen. Y los miembros de iglesias por lo general buscan la comodidad de los grupos santos de las personas que sí conocen.

3. Zonas para niños sucias e inseguras. Esta respuesta es la que más comentarios emocionales generó. Si su iglesia no tiene procedimientos de seguridad claros, y si la zona para niños no les parece limpia e higiénica a los visitantes, no espere que familias jóvenes regresen a su iglesia. Sin duda, a medida que aumenten los comentarios sobre la zona para niños, no espere que familias jóvenes la visiten ni siquiera una primera vez.

4. Ningún lugar para obtener información en la iglesia. Los visitantes están formados por sus experiencias para buscar un centro de información y bienvenida. Algunas iglesias no tenían ningún centro de información como tal. Algunas iglesias sí lo tenían, pero no se podía encontrar. Y algunas iglesias lo tenían en lugares bien visibles, pero no había nadie atendiendo el centro de bienvenida. Los visitantes nos dijeron que eran reticentes a ir a un centro de bienvenida no atendido. Quizá sería mejor que la iglesia no tuviera un centro de información y bienvenida si no va a haber allí nadie para ayudar a las visitas.

5. Mala página web de la iglesia. Casi todos los visitantes de la iglesia miraron la página web antes de ir a una reunión. Aunque decidieran visitar la iglesia después de mirar una mala página web, visitaron la iglesia con una disposición negativa. Los dos puntos críticos que los visitantes quieren ver en una página web son la dirección de la iglesia y el horario de las reuniones. Es así de básico. Tengamos en mente esta realidad. La página web de la iglesia es ahora la puerta principal de la iglesia. ¿Se sentirán los visitantes bienvenidos cuando entren por la puerta de su iglesia? Veremos este asunto en detalle en el capítulo 3.

6. Mala señalización. Si usted ya ha estado en su iglesia unas cuantas semanas, no necesita señalización alguna, pero los visitantes sí. Y se frustran cuando no tienen señales claras que les indiquen el estacionamiento, la entrada al santuario, la zona para los niños, y otras ubicaciones. Veremos también esto con más detalle en el capítulo 3.

7. Lenguaje eclesial en el interior. Escuche las palabras en la reunión del domingo en su iglesia. Escuche los anuncios. Escuche el sermón. Escuche las conversaciones casuales. ¿Están los miembros diciendo cosas que alguien que llega por primera vez no entiende? Bueno, eso es lo que nos han dicho los visitantes. Decían que salieron de algunas iglesias pensando que gran parte del lenguaje era extraño para ellos y lleno de acrónimos.

8. Reuniones aburridas o malas. Mi sorpresa no fue que este factor estuviera entre los diez primeros; fue que ocupaba la posición número ocho en la lista de preocupaciones frecuentes. En el pasado, los líderes de las iglesias pequeñas me decían que no tenían los recursos para tener reuniones de calidad. En la era digital, con tantos recursos asequibles, ninguna iglesia puede ya usar esa excusa.

9. Los miembros les dicen a los visitantes que están en el banco o la silla equivocada. Yo creía que esta conducta ruda e insensible había desaparecido hace años atrás. Los visitantes de las iglesias nos dijeron que no. De hecho, el comentario más común era: “Está usted sentado en mi sitio”. Increíble. Totalmente increíble.

10. Instalaciones sucias. Algunos de los comentarios fueron brutales: “Parecía que no habían limpiado en toda la semana”. “No hay papeleras por ningún lado”. “Los baños estaban peor que en una mala gasolinera”. “Los bancos tenían más manchas que en un anuncio de detergente”. Ya se imagina. Una iglesia sucia comunica a quienes llegan de visita: “En realidad no nos importa”.

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