Buch lesen: «Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984»
© LOM ediciones / FACSO Universidad de Chile Primera edición, diciembre 2016 Impreso en 500 ejemplares ISBN impreso: 9789560008633 ISBN digital: 9789560013354 RPI: 272.395 Edición, correcciones, diseño interior y portada LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2688 52 73 lom@lom.cl | www.lom.cl Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile
Índice
Presentación
Año 1980
Año 1981
Año 1982
Año 1983
Año 1984
Presentación
Todo empezó por el principio, lo cual puede que no tenga ninguna gracia, pero es cierto. De manera que será bueno que el lector sepa que, antes de empezar a escribir el Informe Mensual de Coyuntura Política, hubo un pronunciamiento militar, que ahora podemos llamar golpe, que estableció un régimen autoritario, que ahora podemos llamar dictadura. A pesar de todo, y el todo era bien contundente, un grupo de amigos decidimos quedarnos para disfrutar del vino tinto, la cordillera de los Andes y la belleza de los animalitos. Lejos de todo heroísmo, nos empeñamos en sobrevivir y molestar lo más posible. Justamente a este segundo y noble objetivo corresponde la formación del Taller de Análisis Político, desde donde salió el Informe Mensual de Coyuntura Política.
El Informe Mensual de Coyuntura Política fue una publicación informal (por no decir clandestina, por su connotación alcohólica y prostibularia) que se distribuyó durante diez años (de 1980 a 1989) en el submundo social y político de la época y que pronto alcanzó un tiraje, acreditado por mí mismo, de dos mil ejemplares impresos en un aparato llamado mimeógrafo. Los dos mil ejemplares no sólo se agotaban, sino que se leían. Al menos llegaban noticias alentadoras sobre la multiplicación de lectores de cada ejemplar, aunque no hubo ninguna agencia internacional que certificara esto. No obstante, hay que agregar que en el extranjero durante varios números se hizo la reimpresión del Informe Mensual de Coyuntura Política en una edición más monona.
La distribución era un tantico difícil debido al clima: a veces llovía, pero el alma simpática y solidaria, que solo florece cuando estamos jodidos, permitía llegar a dirigentes sindicales, organizaciones poblacionales y estudiantiles, además de intelectuales y políticos, que nunca faltan, sin que tampoco faltaran los enviados de Dios, que en aquellos tiempos recordaban el carácter popular de Cristo.
El material del Informe provenía fundamentalmente del diálogo (igual que Platón, pero de verdad) de quienes participaban en el Taller, grupo relativamente variable, pero que estuvo conformado al comienzo por Enzo Faletto, Julieta Kirkwood, Eduardo Morales, Rodrigo Alvayay y Leopoldo Benavides. También invitábamos ocasionalmente a políticos, dirigentes sociales y políticos-intelectuales que se vanagloriaban de tener cierta información; algunos exageraban al punto de declarar que tenían alguna idea. Como el tiempo pasa y además quiere hacerse notar, el choclo se fue desgranando por diversas causas con el paso de los años, aunque el escribidor se mantuvo porfiadamente escribiendo desde el primero hasta el último de estos Informes, pretexto que le sirve para proclamarse autor. Tan entusiasmado estaba en ello que ni siquiera se percató de que más de la mitad de los informes los cantó sin ningún acompañamiento de coro, aunque no faltaban los informantes, intrigantes, opinantes y cantantes que venían con el cuento.
A los malpensados habría que decirles que nunca nos vendimos a nadie. Talvez porque nunca nadie quiso comprarnos, pero eso no nos quita el mérito. Por el contrario, metimos las manos en los bolsillos (propios) al comienzo y luego obtuvimos algunos aportes escuálidos destinados exclusivamente a pagar la impresión y el correo. Los que ayudaron en esto de conseguir recursos y trabajar en la distribución lo saben; mantenerlos en el anonimato es el mejor tributo que se puede hacer a su modestia. En situaciones desesperadas también llegó a pedirse a los lectores pudientes que aportaran con suscripciones para seguir con la porfía. La denuncia de que me construí un palacete con la venta de suscripciones para el Informe Mensual de Coyuntura Política no ha sido aún probada. Eran otros tiempos.
Dado que nunca se ha visto que se haga alguna referencia al Informe Mensual de Coyuntura Política en los muchos estudios y análisis que se hacen de aquel período, es de suponer que no tuvo ninguna importancia ni incidió lo más mínimo en el curso de los acontecimientos. Pero en eso estamos bien acompañados, puesto que hubo aquí muchos que hicieron más y recibieron menos. Afortunadamente, siempre es imposible saber por qué suceden las cosas, pues solo Dios sabe y no da entrevistas, de manera que cada uno puede creer lo que quiera.
En todo caso, más allá de la soberbia de creerse capaz de meter la pata en la rueda de la historia, no cabe duda que llamó mucho la atención, para los que atención tienen, el estilo del Informe Mensual de Coyuntura Política. Al respecto habría que señalar que inicialmente nadie pensó en un estilo peculiar, sino simplemente escribir de manera que se entendiera, cosa cada vez menos común en la especie. Los primeros números del Informe son bastante ordinarios al respecto. Sin embargo, poco a poco se fue soltando la mano y los informes adquirieron el estilo que los hizo característicos. No hubo ninguna intencionalidad ni planificación al respecto, no se hicieron estudios de encuestas ni focus, simplemente la escritura tomó esos rumbos. Ayudó bastante al estilo el hecho de que fuera bien recibido por los lectores. Sólo entre ciertos dirigentes sindicales hubo algunas resistencias, reclamando «más seriedad, compañero», pero los aplausos de la mayoría silenciosa, aunque no se escucharon, fueron decisivos en mantener el estilo.
Debido a que el colosal trabajo mes a mes se transformaría también en un colosal mamotreto, la presente publicación de la colección completa del Informe Mensual de Coyuntura Política (sin agregar, quitar ni modificar ni siquiera los errores, que siempre son de imprenta) se ha dividido en dos volúmenes: el primero y el segundo, dedicados, respectivamenste, al subperíodo julio 1980- diciembre 1984 y al subperíodo enero 1985- diciembre 1989. Como suele suceder, la publicación tiene como principal sentido satisfacer la vanidad de quien aparece como autor. No obstante, también puede ser de interés para quien quiera comparar cómo se analizaba un período en el momento que ocurría y cómo se analiza después. En esta permanente querella de las verdades, no se trata de criticar el que todos seamos generales después de la batalla (si todos fuéramos generales durante la batalla sería un despelote), sino simplemente de entregar a la diversión de los presentes las ingenuidades del pasado.
Líbrenme los dioses del vicio de la modestia, pero puedo decir que, sin el apoyo del grupo inicial del Taller de Análisis Político, nunca podría haber escrito estos informes, pero también podría decir que sin los esfuerzos de mi madre al parirme tampoco habría sido posible que los hiciera. Nobleza obliga.
Rodrigo Baño
AÑO 1980
INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 1
Santiago, julio de 1980
Parece conveniente no restringir el análisis sobre la coyuntura política a los sucesos recientes, sino abarcar también otros hechos que, aunque distantes en el tiempo, están estrechamente unidos a la dirección que toma el proceso chileno.
En efecto, el fracasado viaje del presidente Pinochet a Filipinas (en marzo) y la inmediata remoción del canciller Hernán Cubillos (de inclinaciones aperturistas), dieron pie para que se desarrollara públicamente, de manera no usual para el régimen imperante, una serie de confrontaciones entre exponentes de sectores «duros» y «blandos» existentes entre los grupos dominantes del actual ordenamiento social.
Hasta entonces, con mayor o menor intensidad, habían existido versiones insistentes sobre disidencias internas de los gobernantes, pero, por primera vez, en esta oportunidad ellas se manifestaron a la luz pública respaldadas por numerosas declaraciones de representantes de una y otra línea.
Al final del bochornoso incidente en Filipinas, el alejamiento de Cubillos fue visto como un triunfo, al menos temporal, del sector «duro», pese a los esfuerzos gubernamentales y principalmente del propio Pinochet tendientes a preservar ante la opinión pública una imagen de homogeneidad del llamado equipo de gobierno.
Así, este debate hizo que se perfilaran mejor las alternativas en juego.
LA PUGNA EN OTRA ESCENA
Hasta antes del caso Filipinas-Cubillos, estos grupos antagónicos alcanzaban en sus comentarios más a la cuestión económica que a otros tópicos. Sin embargo, tras esa crisis, el terreno de la economía fue paulatinamente abandonado, hasta que el debate se centró casi exclusivamente, en la futura institucionalidad.
La entrega a comienzos de julio del proyecto de nueva Constitución del Estado, para que se cumpla ahora un trámite de revisión final en el seno de la Junta Militar, reavivó la discusión, con la intervención, en un momento de aparente conflicto ideológico, de grupos y publicaciones empeñadas en difundir las concepciones que, dentro de los límites permisibles, se plantean sobre el futuro institucional de Chile.
Como dato cabe consignar la revista Realidad, impulsada por el abogado Jaime Guzmán; los artículos de Pablo Rodríguez en la prensa; la Corporación de Estudios Nacionales, patrocinada por Lucía Pinochet Hiriart; el centro creado por el ex ministro Jorge Cauas, junto con otras entidades menos importantes.
A igual tarea se aboca la oposición tolerada, aunque a ratos poniendo más énfasis en las disidencias internas del régimen que en sus propias concepciones, a menos que en el futuro inmediato algún sector, como el Partido Demócrata Cristiano, logre impulsar un debate público más extendido nacionalmente.
En general, en estos conatos de debate más generalizado se ha mantenido la tendencia a agrupar las distintas posiciones del oficialismo en dos vertientes principales.
Están ahí vigentes los «aperturistas» (Jaime Guzmán a la cabeza), que buscan la franca fijación de plazos para un arreglo institucional en el que tengan participación decisiva las agrupaciones civiles y políticas que no cuestionen las líneas básicas del modelo que se implanta desde la caída de Allende. Y por la otra vertiente, aparecen los «duros», que rechazan todo apuro en institucionalizar y abogan, en cambio, por la permanencia indefinida del régimen militar, sin hacer concesiones.
En esta última orientación se incluirían tanto la posición militarista-pinochetista de Lucía Pinochet Hiriart, como el sector que se expresa a través de Pablo Rodríguez, que se presenta cada vez más como corporativismo de base, sin incidencia en la cúpula del gobierno, no obstante las vinculaciones personales crecientes entre ese dirigente y la Presidencia de la República a través del ministro secretario general de Gobierno, el general Sergio Badiola.
LOS GRANDES ACTORES
Sin embargo, pareciera que el eje del conflicto interno del régimen no pasa por estos grupos «duros» y «blandos» y sus representantes oficiosos.
Desde el punto de vista de la política nacional chilena, podría decirse que estos son grupos menores.
Pueden ellos, ciertamente, adquirir gravitación en momentos de crisis agudas, pero carecerían de capacidad política para determinar la orientación del proceso.
En cierto sentido, ellos pasan a ser utilizados por actores de mayor peso. Y de estos, talvez convenga preocuparse ahora de El Mercurio, que en los últimos años aparece buscando recuperar su gravitación, fuertemente afectada por la aparición de nuevos grupos de poder vinculados más directamente al régimen militar.
Reaccionando, el grupo que se expresa a través de esta poderosa empresa de prensa, extendida en todo el territorio, plantea la necesidad de volver a hacer política, es decir, no dejar descansar el régimen en la pura capacidad represiva.
El Mercurio, o más bien dicho sus representados, pretenderían conciliar dos intereses fundamentales: por una parte, obtener condiciones de estabilidad nacional a largo plazo y, por la otra, mejorar sus posiciones relativas entre los demás grupos de poder, aprovechando precisamente su probada «capacidad para hacer política».
La utilización de los medios periodísticos de su cadena es ilustrativa de esta actitud, en especial en la manipulación de ciertos hechos noticiosos, como es el caso reciente del fraude del IVA, en torno al cual hace aparecer misteriosos «peces gordos» veladamente vinculados al ex jefe de la DINA, el general (R) Manuel Contreras.
Asimismo, insistentemente hace referencia a la reactivación de la política de oposición y a los peligros de la aplicación de mecanismos represivos que, más que anularla, la apoyan o fortalecen.
EL TIEMPO DE PINOCHET
Pudiera decirse que al interior del régimen el grupo de El Mercurio y gran parte de la derecha económica son los que plantean una alternativa de institucionalización que tiende a evitar, en forma paulatina pero segura, el exceso de la personalización del poder en el actual Presidente. Buscan crear un espacio dentro del cual pueda desarrollarse un movimiento político de derecha que, en el largo plazo, pueda dar continuidad al sistema vigente sin arriesgar, además, rupturas incontrolables.
En el intertanto –y sin que se vislumbre un desenlace– estas pugnas están contribuyendo, en lo inmediato, a elevar la figura de Pinochet.
Asumiendo el papel de árbitro en las disidencias, mediante concesiones a ambos grupos, el Jefe del Estado aumenta su legitimación presidencial y la prolongación de su permanencia en el poder.
Así, si Pinochet está estrechamente ligado al modelo impuesto en Chile luego del golpe de 1973, la crítica económica de los «duros», de aparente espíritu antioligárquico, no puede dejar de alcanzar al mandatario, lo cual podría deslegitimar su presencia, hecho este último que el sector considera fundamental para que el escenario político no se active. Atenuada entonces la crítica al modelo económico, el aparato gubernamental, en concesión, reacentúa su carácter represivo (siete detenciones promedio al día en 1980), lo que convierte a Pinochet en la garantía, para los grupos «duros», de que el régimen no tolerará, fuera de los grupos dominantes, la acción política en Chile.
Por otra parte, el apoyo presidencial al modelo económico debilita simultáneamente la presión de los «aperturistas» o «blandos» por institucionalizar el régimen con mayor prontitud, lo que se traduce en otras concesiones de Pinochet, que son destacadas con rapidez por grupos como el de El Mercurio.
De esta manera, la dictación de la nueva ley de municipalidades y la entrega de cuantiosos recursos a ellas, así como atribuciones para el manejo de hospitales, escuelas y otras organizaciones comunitarias por parte de estas corporaciones edilicias, es una forma de traspaso político y económico a los sectores «aperturistas», los cuales ejercen un evidente y público control en las alcaldías de todo el país.
«Se cumple en esta forma, además, los postulados del presidente Pinochet, quien en reiteradas oportunidades ha señalado que los nuevos dirigentes políticos del país se formarán en las municipalidades, las intendencias, el gabinete de Gobierno y otras organizaciones intermedias… es, en concreto, la vía hacia la nueva institucionalidad chilena», declaró recientemente el ministro del Interior Sergio Fernández, al tocar este aspecto.
En el plano ideológico, esto constituye la concepción expuesta por Jaime Guzmán (y que Pinochet asume) de que la nueva democracia deberá otorgar amplia libertad en la base social, pero con un gobierno en la cúpula de sólido carácter autoritario. Vale decir, una concepción piramidal de la libertad.
LAS FUERZAS ARMADAS
A diferencia de los grupos civiles, el sector de los institutos armados no registra en los meses recientes una pugna que se exprese públicamente. Talvez por dos razones:
En primer lugar, está el régimen chileno nacido del golpe, el cual, a diferencia, por ejemplo, de las experiencias de Brasil y Argentina, no ha separado el poder político del poder militar. Aquí el Presidente de la República es a la vez el Comandante en Jefe del Ejército, lo que tiende a cancelar la posibilidad de disidencia interna y hacer muy rígidas las relaciones entre las distintas armas.
La segunda razón es que existe sin duda un compás de espera en torno a la situación del Canal Beagle, problema frente al cual las FF.AA. reclaman una responsabilidad histórica que no admite errores.
Aún deseosa de retornar a los cuarteles, como parece estar, la Marina reaccionó con severidad ante los Estados Unidos, preservando la imagen de unidad interna y externa de las FF.AA., cuando Washington la marginó el mes pasado de las operaciones Unitas de ejercicios combinados, en un esfuerzo por agudizar en el interior del régimen algún grado de diferencias.
Aparentemente fue este factor, y no el eventual cambio en la política norteamericana que se derive de la próxima elección presidencial en ese país, lo que endureció el rechazo naval chileno a la presión de Carter en este nuevo embate antipinochetista (se puede citar, en este punto, que incluso el asesor de política latinoamericana del candidato derechista Ronald Reagan, en cuya elección el gobierno militar hace descansar muchas esperanzas de armonía chileno-norteamericana, declaró recién que una de sus preocupaciones era el deseo de Pinochet de «perpetuarse en el poder»).
Sin embargo, todo esto no significa que distintos sectores civiles no busquen apoyo en las FF.AA., auque tales vínculos no tengan posibilidad de expresarse.
Por de pronto, en este terreno también es posible detectar la presencia del grupo político que, desde el interior del régimen, plantea un proyecto de institucionalización.
El Mercurio y la derecha política, efectivamente, comprenden que una personalización del poder en Pinochet podría ser peligrosa para sus pretensiones, y es por ello que últimamente aparecen reivindicando el poder de la Junta de Gobierno. Se especularía en este aspecto con el hecho de que el control del Presidente sobre el Ejército podría encontrar límites respecto de otras armas, particularmente de la Marina y la Aviación.
De ahí que la insistencia en el poder de la Junta como tal, para decidir acerca de la futura Constitución, aparezca como un asunto político clave.
LOS PARTIDOS POLÍTICOS
El panorama del centro político muestra algunos rasgos que interesa destacar. En primer término, la Democracia Cristiana está fuertemente determinada por el panorama internacional, lo que le crea conflictos internos (El Salvador, Alemania).
Por otra parte, sectores importantes de ella han sido incorporados al modelo económico actualmente vigente, lo que le plantea un proceso de erosión hacia la derecha. A la vez, aunque posiblemente en menos medida, se le produce, principalmente en la base sindical y estudiantil, una erosión hacia la izquierda, en tanto surgen reivindicaciones comunes que requieren la unión de fuerzas opositoras.
Esto se traduce, en el plano político, en una creciente tendencia al aislamiento, que hace complicadas las relaciones que hacia ambos polos del espectro mantiene la DC.
Su relación con la derecha se encuentra con el problema de que ésta no quiere repetir la situación de 1964, en la que tuvo que volcarse al centro en la estrategia del mal menor. Ahora la derecha busca generar las condiciones en que el proceso ocurra a la inversa y para ello desplaza su acción de cooptación hacia sectores proclives de la DC.
La relación izquierda-DC, a su vez, está signada por la persistente actitud de mantener las relaciones en un carácter de bilateralidad, lo que refuerza la tendencia a la disolución de la Unidad Popular y complica la posibilidad de arribar a acuerdos que comprometan a toda la izquierda en su conjunto.
Por razones análogas (existencia de conflictos internos), en el seno de la Iglesia se observa un proceso de reafirmación de su identidad y de presencia de sectores ideológicos que antes no estaban representados, lo que pareció quedar patente en el encuentro de intelectuales recientemente celebrado en el marco del Congreso Eucarístico, que se caracterizó por la participación importante de los sectores conservadores del pensamiento cristiano.
Este proceso que vive la Iglesia tiende a potenciar al que le ocurre a la DC, en la medida en que ésta canaliza su acción política a través de aquella, especialmente en provincias.