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CAPÍTULO VEINTISÉIS

Por un instante, Kevin se quedó allí, paralizado por el dolor que sentía. Notaba que las lágrimas le empezaban a caer por las mejillas. Se habían apoderado de su madre. La habían controlado, igual que habían controlado a tanta otra gente, pero esto era diferente, porque era su madre, no otra persona. Se sentía enfadado, y triste, y culpable, todo a la vez. Él había hecho esto. Él les había dicho dónde encontrar la roca. Él había…

—¡Kevin, corre! —dijo Luna, apartándolo de su madre de un tirón.

Consiguió soltarse de su madre dando un salto hacia atrás, pero ella se movía a trompicones hacia delante detrás de ellos dos, exhalando el vapor que podría transformarlos.

Salieron más figuras de los edificios de alrededor, salieron a raudales de ellos de un modo que daba a entender que habían estado esperando a que Kevin y Luna llegaran para poder hacerlo. Algunos de ellos parecían reporteros, con las cámaras colgando mientras iban a por ellos. Kevin vio algo peor que eso. Los padres de Luna estaban allí, con los ojos tan blancos y ciegos como el resto. Lo más aterrador era lo normales que parecían al hacerlo.

Eso bastó para que Kevin saliera disparado hacia el coche. Lo hacía mientras Luna se sentaba en el asiento del conductor.

—¡Conduce! —le chilló a Luna mientras él conseguía dejarse caer en el asiento del acompañante.

—Esos… esos eran mis padres —dijo Luna y, a pesar de su máscara, Kevin podía ver lo pálida que estaba su cara ahora, lo triste que estaba.

—Lo sé, Luna, pero si no salimos de aquí, vamos a acabar como ellos, o peor.

Luna lo miró y Kevin vio las lágrimas. Aun así, Luna asintió y pisó el pedal del gas para que el coche saliera de una sacudida hacia delante. Los reporteros rebotaban en el capó. Kevin agradeció que no fueran los padres de Luna, aunque los reporteros se levantaron de nuevo.

Continuaron durante más de dos kilómetros antes de parar, en medio de un solar desierto en el que no había ni rastro de nadie. Luna paró el motor y lloró. Ahora mismo, Kevin sabía cómo se sentía. Su madre se había ido, tomada por los extraterrestres de la misma forma. Él había intentado avisarla. ¿No le había creído y había abierto la puerta a alguien? ¿Había sido demasiado tarde?

Kevin no lo sabía. Ahora mismo, eso no importaba. Su mamá se había ido, había cambiado, igual que los padres de Luna. Igual que cada uno de los adultos en los que habían podido confiar. La Dra. Levin. Ted. Todos ellos se habían ido. El mundo parecía un lugar mucho más grande y siniestro sin que ellos estuvieran allí para ayudar.

Ahora mismo se sentía vacío, de un modo que hacía que todas las cosas que había sentido cuando se enteró de que iba a morir parecieran nada. ¿Era esto lo que su madre había sentido, al oír que él se estaba muriendo? ¿Esta sensación de pérdida?

—Prométeme algo —dijo Luna entre lágrimas—. Prométeme que no permitirás que yo sea así.

—Estamos a salvo —dijo Kevin. Incluso para él mismo, no sonaba convincente—. Tenemos máscaras.

—Una máscara no los detendrá si me la quitan y exhalan esa cosa sobre mí —dijo Luna. Ahora parecía enfadada. No enfadada con Kevin; enfadada con el mundo—. No evitará que sea como ellos. Así que prométeme que no seré como ellos.

—Pero ¿cómo puedo…? —empezó Kevin.

—Puedes matarme —dijo Luna. Las lágrimas de sus ojos los hacían brillar—. No quiero ser una cosa descerebrada, atrapada en mi propio cuerpo. Si acabo así, quiero que me mates. Dime que lo harás, Kevin.

Kevin no podía decir esto. No podía prometer matar a Luna. ¿Cómo alguien podía prometer eso? Lo mejor que podía hacer era quedarse callado mientras Luna lloraba, con la mano sobre su hombro como apoyo silencioso.

—¿A dónde vamos, Kevin? —preguntó Luna. Parecía que ahora se estaba tragando su lloro—. ¿Dónde podemos ir? ¿Qué podemos hacer? Y si… ¿y si todo el mundo es así?

Kevin no estaba seguro de tener una respuesta a eso.

—Tenemos que ir a un lugar seguro —dijo—. Ted quería que lo hiciéramos.

—Quería que fuéramos al búnker —dijo Luna—. Ahora no podemos ir allí, ¿verdad?

Kevin pensó en todos los científicos que habría por el camino, que habían estado yendo tras ellos. Negó con la cabeza.

—No. No sobreviviríamos.

—Entonces ¿dónde? —dijo Luna—. Tenemos que ir a algún sitio. No nos podemos sacar las máscaras a no ser que lo hagamos.

Kevin no estaba tan seguro de eso. Al fin y al cabo, uno de los científicos le había cogido su máscara.

—Creo… creo que yo puedo —dijo.

—Bueno, yo no —contestó bruscamente Luna—. ¿Cómos e supone que voy a comer, Kevin? ¿O beber algo, o…?

—Pensaremos en algo —dijo Kevin, y entonces se quedó helado al darse cuenta de algo—. Hay más búnkers.

—¿Más búnkers? —dijo Luna—. Pero ¿no estaban escondidos?

—Phil me habló de algunos de ellos mientras me llevó a dar una vuelta por el instituto —dijo Kevin—. Incluso me mostró un mapa.

Tras la máscara, Luna parecía esperanzada.

—¿Recuerdas dónde están?

—Yo…

—Inténtalo, Kevin —insistió Luna.

Kevin hizo lo que pudo. Podía recordar uno con seguridad.

—Phil dijo que había uno en el parque nacional del monte Diablo. Dijo algo de que era un lugar que usaban para hacer pruebas militares.

—¿Estás seguro? —preguntó Kevin.

Kevin asintió.

—Sería más seguro que estar fuera —dijo Kevin. Intentó pensar en lo que necesitarían y en cómo funcionaría—. Necesitaríamos provisiones. Comida y cosas.

Al final, cogieron lo que necesitarían de una gasolinera. No tenían dinero para pagar, pero la dependiente estaba ocupada de pie en la parte de atrás de la tienda, mirando fijamente al cielo. Kevin dejó una nota de todos modos, con la dirección de su madre. No estaba bien robar cosas, incluso con todo lo que estaba pasando.

Continuaron conduciendo, y ahora Luna parecía haberle cogido el tranquillo, pues todo el viaje parecía más tranquilo. Desde luego, chocaban menos contra las cosas, aunque todavía tenían que esquivar los coches que habían sido abandonados en medio de la autopista cuando los antiguos conductores salieron a mirar hacia arriba. Incluso había un par de coches de policía y Luna redujo la velocidad casi de forma automática al pasar por delante de ellos. Pero la policía estaba igual de ocupada que los demás mirando. No había nadie que los metiera en problemas… ni tampoco nadie que los ayudara.

—¿Crees que hay algo que podamos hacer para ayudar a nuestros padres? —preguntó Luna después de un rato.

—No lo sé —confesó Kevin. Había estado pensando en ello casi de forma constante desde que había visto a su madre de esa manera—. Supongo que debería saberlo.

Había recibido muchos mensajes de los extraterrestres, pero ninguno de ellos había dicho cómo arreglar todo esto. Ninguno de ellos le había proporcionado un remedio para lo que fuera eso, o incluso sugerido que no se podía arreglar. Entonces a Kevin le vino un pensamiento horrible: los extraterrestres habían quemado su propio mundo para evitar que esto se expandiera, intentando quemar la amenaza y ni tan solo eso la había detenido.

—¿Y si no existe una manera? —dijo Luna—. ¿Y si todo el mundo se queda así atascado para siempre?

—Si hay algo, lo encontraremos —dijo Kevin, aunque no sabía ni cómo empezar a hacerlo. Pero debía tener esperanzas. Quería traer a su madre de vuelta y no pasar el resto de su vida escondiéndose de cualquier grupo de gente que se encontrara.

Se dirigieron al este y continuaron conduciendo. La carretera daba curvas y giraba mientras avanzaban a través de las laderas, tapando la montaña durante un rato, pero pronto volvió a estar a la vista. Iban subiendo y Kevin hacía todo lo que podía para pensar dónde marcaba el búnker en el mapa el punto rojo. Era difícil, porque solo lo había visto brevemente, y desde entonces habían pasado un montón de cosas.

—Creo que está cerca de la cima —dijo.

Luna asintió y continuó conduciendo. Aquí había menos gente, pero aun así, estaban haciendo las mismas cosas que los demás: estaban de pie en la carretera, mirando fijamente al cielo. Algunos también caminaban de vuelta a la ciudad, como si algo los estuviera esperando allí.

Se suponía que había un aparcamiento en la cima de la montaña, pero Luna aparcó el coche en la carretera un poco antes, escondiéndolo en un grupo de árboles.

—Así todavía estará aquí si lo necesitamos —dijo. Kevin no podía imaginar quién podría estar allí para robarlo, pero aun así, parecía una buena idea. Suponía que podría haber gente en las zonas turísticas, todos controlados ahora por los extraterrestres.

Cogieron comida y provisiones del coche, unas cuantas latas y paquetes que no parecían suficientes ahora que estaban aquí. Caminaban sigilosamente a través de los árboles, intentando no hacer ruido.

—¿Por dónde se va al búnker desde aquí? —preguntó Luna.

—No estoy seguro —confesó Kevin—. Creo que está justo en la cima.

Luna asintió y se dirigieron hacia arriba. Era difícil subir de esa manera, pero continuaron. De todos modos, ya estaban casi en la cima y la expectativa de seguridad les hacía avanzar.

Había gente cerca de la cima. Kevin podía verlos a medida que se acercaba. Algunos parecían turistas, pero otros llevaban uniformes militares, lo que daba a entender que lo que había dicho Phil de un lugar de pruebas militares escondido podría ser cierto. Todos parecían tan quietos como todos los que él había visto, como si esperaran órdenes. Pero sabía que no podía pasar sencillamente por delante de ellos. Si tan solo uno lo viera, ¿cuántos más vendrían? Si habían suficientes, no importaría que tuvieran un búnker al que ir.

 

Así que avanzaban tan sigilosamente como podían, intentando que hubieran tantos árboles como fuera posible entre ellos y la gente que había allí. Kevin tenía la cabeza baja, intentando mantenerse fuera de la vista. Vio gente que lentamente se giraba a mirarlo fijamente a través de los árboles, y supo que sus esfuerzos por mantenerse fuera de la vista no habían funcionado.

—¡Corre! —le gritó a Luna.

Corrieron, mientras el grupo de los que estaban al lado del lago empezaban a avanzar a la una, moviéndose no más rápido que andando, pero parecía que no iban a parar para nada. Kevin y Luna iban a toda prisa a través de los árboles, adentrándose más para estar fuera de la vista.

—Allí —susurró Luna, señalando.

Kevin suspiró aliviado. Tenía razón. Lo habían encontrado.

La entrada al búnker estaba camuflada con verde y gris, musgo y plantas pequeñas. La entrada parecía un pequeño hueco en el suelo desde lejos, pero de más cerca, era posible ver los escalones que llevaban abajo. Había una puerta cerrada con un mango redondo pasado de moda, como el timón de un barco, o el pomo de una caja fuerte. Había una ranura en el centro. Kevin solo esperaba que Phil estuviera en lo cierto acerca de que las mismas llaves funcionaban en todas partes.

—Rápido —dijo Luna.

Ahora Kevin oía el estruendo tras ellos de la gente controlada por los extraterrestres acercándose. Los dos fueron a toda prisa hacia la puerta. Kevin metió la llave en la ranura y, tan lentamente que lo aterrorizó, el pomo empezó a girar.

La puerta se abrió justo a tiempo.

Él y Luna saltaron dentro, la cerraron de golpe tras ellos y cerraron el mecanismo de bloqueo. Algo la golpeaba desde el otro lado, pero la puerta resistía.

—«Empezando el procedimiento de descontaminación» —dijo una voz electrónica. Bajó agua en una rápida explosión que los empapó como una tormenta fuerte. Ahora mismo, a Kevin ni tan solo le preocupaba.

—Lo conseguimos —dijo—. Estamos a salvo.

CAPÍTULO VEINTISIETE

Para sorpresa de Kevin, el búnker estaba vacío, no quedaba nadie allí, a pesar de todas las precauciones que debía haber habido. Se hacía extraño estar atrapado allí con la única compañía de Luna.

El búnker tenía un centro de operaciones con pantallas más grandes que ellos. Kevin pulsó un botón y se sintió aliviado al ver que los sistemas del búnker les dejaban conectarse a la tele y a Internet, a las imágenes por satélite y a más cosas. Incluso había cosas que parecían tener acceso a canales de comunicación militares, aunque Kevin no había descubierto cómo funcionaban todavía.

—¿Queda alguien? _preguntó Luna.

Kevin no estaba seguro de cómo responder a eso.

—hay emisiones y cosas _dijo—, así que debe haber alguien.

Pero no parecía que hubiera mucha gente. Desde el interior sellado del búnker, Kevin y Luna observaban cómo cambiaba el mundo. había noticias en Internet, que hablaban de que la gente se estaba transformando. Ahora no era solo en América, y se estaba extendiendo demasiado rápido para contenerlo. Tal vez si la gente hubiera conseguido cerrar las fronteras a tiempo, podrían haberlo parado, pero aun entonces, ¿Qué podían hacer con un vapor que transportaba el viento?

—¿Qué crees que están haciendo ahora nuestros padres? —preguntó Luna.

—No lo sé —admitió Kevin. No saberlo era una sensación extraña y dolorosa. ¿Estaría su madre allí fuera con los demás, simplemente mirando? ¿La gente así comía o bebía, se acordaba de dormir? ¿O sencillamente se quedaban allí hasta que caían agotados?

—Todavía hay gente intentando mostrar lo que está pasando —dijo Luna. Le mostró a Kevin imágenes de un canal de televisión donde estaban intentando mapearlo todo delante de lo que parecía un mapa del tiempo, y un sitio de Internet donde alguien había conseguido pinchar unas cuantas cámaras de alrededor del mundo.

—Londres, París, Pekín —dijo Kevin, leyendo los subtítulos. Era difícil distinguirlos, pues todos mostraban casi la misma escena, con gente allí de pie. Entonces empeoró pues, en las pantallas, las imágenes empezaron a cambiar, mostrando ahora a la gente que miraba hacia el cielo, saliendo a las calles a centenares, a miles, reuniéndose para mirar hacia arriba.

Le llevó un momento descubrir lo que estaban mirando.

Kevin miró la pantalla y no podía creer lo que estaba viendo. Veía gente mirando fijamente al cielo, y vio la sombra que empezaba a pasar por encima de ellos, demasiado rápida para ser algo natural.

Y demasiado grande, demasiado lejana, para ser algo construido con manos humanas.



LLEGADA


(Las crónicas de la invasión—Libro dos)


De la autora de fantasía éxito en ventas Morgan Rice llega una serie de ciencia ficción muy esperada. El SETI ha recibido una señal de una civilización alienígena. ¿Hay tiempo para salvar al mundo?


“Un gran argumento, el tipo de libro que te costará dejar por la noche. El final tiene un suspense tan espectacular que inmediatamente querrás comprar el siguiente libro solo para ver lo que pasa”.

—The Dallas Examiner (sobre Amores)

“Otra serie brillante, que nos sumerge en una fantasía de honor, valentía, magia y fe en tu destino… Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores a los que les encanta la literatura fantástica bien escrita”.

–Books and Movie Reviews, Roberto Mattos, sobre El despertar de los dragones


“Una lectura rápida y fácil… tienes que leer lo que pasa a continuación y no quieres dejarlo”.

–FantasyOnline.net, sobre La senda de los héroes


Después de que el SETI recibiera la señal, Kevin, de 13 años, se da cuenta: él es el único que puede salvar el mundo. Pero ¿hay tiempo? ¿Qué debe hacer?

¿Y qué tienen pensado hacer los extraterrestres a continuación?

“Llena de acción… La escritura de Rice es de buna calidad y el argumento es intrigante.

–Publishers Weekly, sobre La senda de los héroes


“Una novela de fantasía superior… Una ganadora recomendada para aquellos a los que les guste la literatura de fantasía épica avivada por jóvenes protagonistas adultos creíbles”.

–Midwest Book Review, sobre La senda de los héroes

“Una novela de fantasía llena de acción que seguro que satisfará a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, junto con los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la ficción para jóvenes adultos devorarán esta última obra de Rice y pedirán más”.

–The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones)

El libro#3 estará pronto disponible.

También están disponibles muchas series de fantasía de Morgan Rice, incluida LA SENDA DE LOS HÉROES (LIBRO#1 EN EL ANILLO DEL HECHICERO), ¡una descarga gratuita con cerca de 1.300 críticas de cinco estrellas!




LLEGADA


(Las crónicas de la invasión—Libro dos)

¿Sabías que he escrito múltiples series? ¡Si no has leído todas mis series, haz clic en la imagen de abajo para descargar el principio de una serie!

Libros de Morgan Rice

LAS CRÓNICAS DE LA INVASIÓN

TRANSMISIÓN (Libro #1)

LLEGADA (Libro #2)

EL CAMINO DE ACERO

SOLO LOS DIGNOS (Libro #1)

UN TRONO PARA LAS HERMANAS

UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1)

UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2)

UNA CANCIÓN PARA LOS HUÉRFANOS (Libro #3)

UN CANTO FÚNEBRE PARA LOS PRÍNCIPES (Libro #4)

UNA JOYA PARA LA REALEZA (Libro #5)

UN BESO PARA LAS REINAS (Libro #6)

DE CORONAS Y GLORIA

ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)

CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2)

ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #3)

REBELDE, POBRE, REY (Libro #4)

SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5)

HÉROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6)

GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7)

VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8)

REYES Y HECHICEROS

EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)

EL DESPERTAR DEL VALIENTE(Libro #2)

EL PESO DEL HONOR (Libro #3)

UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)

UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)

LA NOCHE DE LOS VALIENTES (Libro #6)

EL ANILLO DEL HECHICERO

LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)

UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)

UN DESTINO DE DRAGONES(Libro #3)

UN GRITO DE HONOR (Libro #4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)

UNA POSICIÓN DE VALOR (Libro #6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)

UNA CONCESIÓN DE ARMAS (Libro #8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)

UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10)

UN REINO DE ACERO (Libro #11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)

UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)

UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)

UN SUEÑO DE MORTALES (Libro #15)

UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)

EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)

LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1)

ARENA DOS (Libro #2)

ARENA TRES (Libro #3)

VAMPIRA, CAÍDA

ANTES DEL AMANECER (Libro #1)

EL DIARIO DEL VAMPIRO

TRANSFORMACIÓN (Libro #1)

AMORES (Libro #2)

TRAICIONADA(Libro #3)

DESTINADA (Libro #4)

DESEADA (Libro #5)

COMPROMETIDA (Libro #6)

JURADA (Libro #7)

ENCONTRADA (Libro #8)

RESUCITADA (Libro #9)

ANSIADA (Libro #10)

CONDENADA (Libro #11)

OBSESIONADA (Libro #12)

Sobre Morgan Rice


Morgan Rice tiene el #1 en éxito de ventas como el autor más exitoso de USA Today con la serie de fantasía épica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocalíptica compuesta de tres libros; de la serie de fantasía épica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; de la serie de fantasía épica DE CORONAS Y GLORIA, compuesta de ocho libros y de la nueva serie de fantasía épica UN TRONO PARA LAS HERMANAS. Los libros de Morgan están disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones están disponibles en más de 25 idiomas.

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