Buch lesen: «Destino Machu Picchu»

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Título original en inglés: Making Machu Picchu. The Politics of Tourism in Twentieth-Century Peru.

© 2018 The University of North Carolina Press

De esta edición:

© Universidad del Pacífico

Jr. Gral. Luis Sánchez Cerro 2141

Lima 15072, Perú

Destino Machu Picchu. La política del turismo en el Perú del siglo XX

Mark Rice

1.ª edición digital: septiembre de 2021

Traducción: Javier Flores Espinoza

Diseño de la carátula: Ícono Comunicadores

ISBN: 978-9972-57-476-4

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2021-10852


BUP

Rice, Mark

Destino Machu Picchu: la política del turismo en el Perú del siglo XX / Mark Rice. -- 1a edición. --

Lima: Universidad del Pacífico, 2021.

258 p.

1. Turismo -- Perú -- Santuario Histórico de Machu Picchu -- Historia -- Siglo XX

2. Turismo – Política gubernamental -- Perú -- Santuario Histórico de Machu Picchu

I. Universidad del Pacífico (Lima)

338.4791 (SCDD)


La Universidad del Pacífico no se solidariza necesariamente con el contenido de los trabajos que publica. Prohibida la reproducción total o parcial de este texto por cualquier medio sin permiso de la Universidad del Pacífico.

Derechos reservados conforme a ley.

A 未来

Índice de mapas y figuras

Mapas

Mapa 1. El Perú y la región del Cusco

Mapa 2. El Cusco y la zona de Machu Picchu

Figuras

Figura 1. Arribo de turistas al Cusco, 1954-2000

Figura 2. Hiram Bingham, ca. 1923

Figura 3. Cubierta de Ciudad y Campo y Caminos, febrero de 1927

Figura 4. Fotografía de Machu Picchu de Martín Chambi, 1925

Figura 5. Cubierta de Turismo, julio de 1936

Figura 6. Hotel Cusco

Figura 7. Informe sobre la reconstrucción de Machu Picchu, década de 1950

Figura 8. Afiche de AeroPerú

Figura 9. El Comercio del Cusco, 1 de enero de 1974

Figura 10. Uno de los planos propuestos para el Hotel Machu Picchu

Figura 11. El Comercio del Cusco, 5 de septiembre de 1972

Figura 12. Caretas, cubierta sobre atentado contra turistas, 1986

Figura 13. Caretas, caricatura de turistas mochileros, 1988

Figura 14. Turismo contemporáneo en Machu Picchu

Siglas usadas

ANEA Asociación Nacional de Escritores y Artistas

APRA Alianza Popular Revolucionaria Americana

BID Banco Interamericano de Desarrollo

Canatur Cámara Nacional de Turismo del Perú

CCPT Comité Central de Propaganda Turística

Cenfotur Centro de Formación en Turismo

CIAA Coordinator of Inter-American Affairs, Coordinador de Asuntos Interamericanos, Estados Unidos

CNT Corporación Nacional de Turismo

Copesco Plan Turístico y Cultural Perú-Unesco

Corpac Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial

CoturPerú Corporación de Turismo del Perú

CRYF Corporación de Reconstrucción y Fomento del Cuzco

DGTUR Dirección General del Turismo

Dircetur Dirección Regional de Turismo

ELN Ejército de Liberación Nacional

Enafer Empresa Nacional de Ferrocarriles del Perú

EnturPerú Empresa Nacional de Turismo

Foptur Fondo de Promoción Turística

ICPNA Instituto Cultural Peruano-Norteamericano

INC Instituto Nacional de Cultura

Inrena Instituto Nacional de Recursos Naturales

Micti Ministerio de Industria, Comercio, Turismo e Integración

Mincetur Ministerio de Comercio Exterior y Turismo

MIR Movimiento de Izquierda Revolucionaria

MRTA Movimiento Revolucionario Túpac Amaru

OIAA Office of Inter-American Affairs, Oficina de Asuntos Interamericanos, Estados Unidos

ONG Organización no gubernamental

PMP Programa Machu Picchu

PromPerú Comisión de Promoción del Perú

PSC-CUNY Professional Staff Congress-City University of New York

Sinamos Sistema Nacional de Movilización Social

TACP Touring y Automóvil Club del Perú

Unesco Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

Unsaac Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco

Agradecimientos

Si podemos considerar que escribir un libro es como viajar, entonces muchas veces me he sentido como un turista perdido. Afortunadamente, al igual que los viajeros en el Camino Inca a Machu Picchu, pude confiar en guías experimentados que conocían el territorio y que me ayudaron pacientemente a llegar a mi destino. Infortunadamente, las restricciones de espacio (y de tinta disponible) limitan mis agradecimientos a apenas unos cuantos de los muchos que me ayudaron directamente con este libro. En cuanto a aquellos a quienes no menciono formalmente aquí, ustedes saben quiénes son y que les estoy muy agradecido.

Debo agradecer a las talentosas personas que estudian la historia del Perú y del turismo peruano, que me dieron la bienvenida a su comunidad académica y me ofrecieron valiosos consejos acerca de la investigación y la redacción de este libro. De los muchos integrantes de este grupo, quisiera agradecer en especial a Magally Alegre-Henderson, Ying-Ying Chu, Paul Firbas, Norma Fuller, Christopher Heaney, Jaymie Heilman, Willie Hiatt, Cameron Jones, Adrián Lerner, Rory Miller, Martín Monsalve, Elizabeth Montañez-Sanabria, Javier Puente, José Ragas, Gonzalo Romero, Natalia Sobrevilla y Charles Walker

Muchos otros investigadores y amigos me brindaron su apoyo y sus observaciones críticas, y en ocasiones una muy necesaria dosis de estímulo. Deseo agradecer en particular a Eron Ackerman, Jennifer Anderson, Juan Pablo Artinian, Marisa Bálsamo, Michael Barnhart, Ashley Black, Adam Charboneau, Ray Craib, Brenda Elsey, Froylán Enciso, Andrés Estefane, Brian Gebhart, Carlos Gómez, Young-Sun Hong, Sung Yup Kim, Ned Landsman, Choonib Lee, Clive Linssen, Gary Marker, April Masten, Elizabeth Newman, Timothy Nicholson, Mary Beth Norton, Nicholas Ostrum, Raquel Otheguy, Raymond Pienta, Glen Short, Carmen Soliz, María-Clara Torres, Kathleen Wilson, Kevin Young, Aihua Zhang y Cristóbal Zúñiga-Espinoza.

Quisiera asimismo dar las gracias a los organizadores y asistentes a los paneles y reuniones en donde pude presentar versiones preliminares de este trabajo y recibir importantes comentarios. Esto incluye a los participantes en las reuniones de la American Historical Association, la Conference on Latin American History y la Latin American Studies Association, así como el New York City Latin American History Workshop. Dos conferencias sobre el Gobierno militar de Velasco me brindaron foros en los cuales contextualizar mi trabajo sobre el turismo en dicha época. Uno de ellos fue celebrado por el Institute of the Americas del University College, Londres. Martín Monsalve, Norberto Barreto Velásquez, el Instituto Francés de Estudios Andinos y la Universidad del Pacífico también fueron generosos al permitirme presentar mi trabajo sobre el Gobierno de Velasco. Quisiera asimismo agradecer a los estudiantes de historia de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (Unsaac) que me invitaran a presentar mi investigación; su entusiasmo augura un gran futuro para el estudio de la historia del Cusco.

Tuve la fortuna de escribir este libro como miembro del Departamento de Historia del Baruch College de la City University de Nueva York. T. J. Desch-Obi, Vincent DiGirolamo, Bert Hansen, Elizabeth Heath, Thomas Heinrich, Martina Nguyen y Andrew Sloin me dieron consejos con respecto a la preparación del manuscrito. El ambiente de buena voluntad del departamento debe mucho al trabajo de Katherine Pence, quien lo presidió la mayor parte del tiempo durante el que estuve redactando este libro, y de Ana Calero, la asistente administrativa del departamento. Sin embargo, debo un agradecimiento a todos mis colegas del mismo por haber creado un espacio con compromiso y apoyo, tanto para la escritura como para la enseñanza. Estoy asimismo en deuda con mis alumnos, especialmente con los del Seminario de Historia de la primavera de 2017 –sobre turismo–, porque me inspiraron y me desafiaron a reflexionar acerca de mi trabajo en nuevas formas.

El Research Award Program del Professional Staff Congress-City University of New York (PSC-CUNY) fue una fuente importante de financiamiento para completar el presente libro, y quisiera agradecer la ayuda prestada por el personal de la Office of Sponsored Programs and Research del Baruch College. La Fundación Tinker y el Bernard Semmel Award también proporcionaron fondos para la investigación, la cual contó con la ayuda del personal de muchos archivos y bibliotecas. Deseo agradecer en especial al personal del Archivo General de la Nación del Perú, el Archivo Histórico Riva-Agüero, la Biblioteca Central Luis Jaime Cisneros de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Biblioteca Nacional del Perú, la Biblioteca de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, la revista Caretas, el Centro Bartolomé de las Casas, el Departamento de Manuscritos y Archivos de la Biblioteca de la Universidad de Yale, el Archivo Fotográfico Martín Chambi, la Newman Library del Baruch College, la New York Public Library y los United States National Archives, y al de la Biblioteca Municipal del Cusco por el uso de su hemeroteca, así como por el acceso al Archivo Municipal del Cusco, que se encuentra almacenado como parte de su colección. Deseo agradecer en particular a los empleados del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) y del Ministerio de Cultura (de las oficinas tanto de Lima como del Cusco). Al no contar con archiveros oficiales, el personal de estos ministerios generosamente me brindó su limitado tiempo (¡y su igualmente limitado espacio de escritorio!) para que pudiera acceder a muchas colecciones importantes que hasta ahora jamás se habían usado.

La historia del turismo es un campo nuevo en el Perú. Para ubicar archivos y colecciones y concertar entrevistas frecuentemente busqué la ayuda de personas cuya propia carrera estuviese estrechamente ligada a esta actividad y a Machu Picchu. Quisiera agradecer especialmente a Donato Amado, Beatriz Boza, Jorge Flores Ochoa, José Koechlin, Vera Lauer, Mariana Mould de Pease, José Tamayo Herrera y Roger Valencia. Estas personas, que representan perspectivas diversas (y a veces contradictorias), me brindaron generosamente su tiempo para ayudarme a rastrear a personas y archivos, para que así pudiera seguir la historia moderna de Machu Picchu. Ellas, junto con otras que aceptaron ser entrevistadas para este libro, me proporcionaron información muy necesaria que frecuentemente ha quedado fuera de los archivos.

Agradezco a quienes leyeron todo el manuscrito o gran parte del mismo. Deborah Poole me hizo observaciones sobre la historia del Cusco. Eric Zolov prestó su pericia para muchas partes del libro, especialmente en lo que respecta a las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina, así como a la historia de la contracultura. Brooke Larson me ayudó de diversas formas, y la estructuración del argumento del libro en medio de la historia social y política más amplia de los Andes se debe en gran medida a sus consejos. Carlos Aguirre, Paulo Drinot y los revisores anónimos de la Radical History Review también mejoraron el manuscrito con sus consejos acerca de otros proyectos de investigación relacionados con el turismo en el Perú. Me es imposible enumerar todas las formas en que los comentarios de Paul Gootenberg mejoraron este libro. Todo lo que puedo decir es que tengo una inmensa deuda con él por la ayuda prestada, por su papel como guía y por su amistad. La revisión del manuscrito se benefició tremendamente gracias a los consejos de dos anónimos evaluadores (uno de ellos reveló ser Paulo Drinot). Sus constructivos comentarios ayudaron a aguzar los argumentos de este libro, especialmente en lo que respecta a su uso de la teoría del turismo y a preguntas acerca de la formación del Estado y el cambio social en el Perú. Barbara Goodhouse revisó meticulosamente el manuscrito. Elaine Maisner, mi editora en la University of North Carolina Press, condujo todo el proceso con la paciencia y el aplomo que hicieron que escribir este libro resultara intelectualmente estimulante y gratificante. Estoy enormemente en deuda con todos en la University of North Carolina Press, por su buena voluntad y paciencia con la preparación del manuscrito, las imágenes, los mapas y la cubierta. Le agradezco a María Elena Romero, del Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico, que haya coordinado la publicación de este libro en el Perú. Agradezco también a Javier Flores Espinoza por haberlo traducido y a Eleana Llosa por el trabajo de corrección.

Ninguna sección de agradecimientos queda completa si no se agradece a los seres queridos. Siempre he confiado en la amistad de Aditya Didolkar, Danielle Liebling Tepper y Jacob Tepper. Mis padres, Anna Marie y Charles Rice, siempre fueron una fuente de constante y cariñoso apoyo. Agradezco a mi esposa Weilai, cuyo talento intelectual y amor apoyaron este proyecto desde su inicio mismo. Este libro le está dedicado no solo como muestra de mi gratitud, sino también como un reflejo del papel central que tuvo para lograr completarlo.

Los resultados de este trabajo son un reconocimiento a la ayuda prestada por todos los que aparecen aquí nombrados, así como a la de muchas personas más que me brindaron sus consejos a lo largo de los años. Por supuesto que todo error u omisión es íntegramente responsabilidad de mi hija Sally. Le echo la culpa por dos razones. En primer lugar, es demasiado joven para poder realmente defenderse. En segundo lugar, ella nació mientras escribía este libro, con lo cual hizo que él pasara a segundo plano, mientras que ella se convirtió inmediatamente en mi nuevo proyecto favorito. No hubiera querido que fuera de otro modo.

Prólogo

Los historiadores siempre advierten que pronosticar el futuro es peligroso. Lamentablemente, no atendí el consejo de mis colegas cuando, en la edición original de este libro, publicado en 2018, concluí que: «El boom contemporáneo del turismo en el Cusco, que se inició a mediados de la década de 1990, no da señal alguna de ceder». Al revisar esta edición mientras el covid-19 suspendió el turismo no solo en el Perú sino en casi todo el mundo, no cometeré el mismo error al tratar de pronosticar cómo el turismo en el Cusco se transformará después de esta pandemia. En lugar de ello, quiero subrayar algunos temas importantes que se han desarrollado mientras realizaba esta edición del libro.

Obviamente, el hecho más importante a considerar es el colapso casi completo del modelo turístico en el Cusco debido al covid-19. En verdad, lo que ha pasado en esta región refleja las experiencias de otros destinos del turismo internacional que también han sufrido los efectos de una caída promedio de 74% en el número de viajes internacionales, lo que ha resultado en pérdidas de 1,3 billones de dólares (United Nations World Tourism Organization, 2020). La crisis mundial del turismo ha provocado la revaluación del turismo –a pesar de su influencia y de su crecimiento rápido en el siglo XX–, actividad que se basa en estructuras precarias que pueden colapsar fácilmente, genera empleos con salarios bajos –en comparación con sectores como la industria tradicional– y produce un impacto ambiental negativo. Así, muchos ya habían empezado a cuestionarse si las consecuencias negativas del turismo superaban sus beneficios para el mundo entero1.

Al mismo tiempo, la crisis reveló aspectos específicos de la economía turística cusqueña. En primer lugar, el colapso del turismo internacional en el Cusco subrayó el hecho que confirmo en mi libro: que, a pesar de todo, los beneficios del turismo son limitados en una economía regional todavía dominada por la agricultura y la minería y donde los recursos turísticos más importantes son controlados por intereses limeños e internacionales.

Dicho esto, no quiero negar el hecho de que en los focos turísticos de la región cusqueña los efectos negativos del covid-19 han sido devastadores para los residentes. Se estima que, por lo menos, 10 mil personas en el Cusco perdieron su empleo en turismo en el año 2020 y 40 mil artesanos dejaron de tener su flujo primario de ingreso. Notablemente, han sido las comunidades con enlaces limitados a la economía turística las que pudieron limitar el daño económico y reorientar su actividad laboral a la agricultura tradicional. Al mismo tiempo, las comunidades con economías centradas primariamente en el turismo han recibido un golpe fuerte por la crisis y han quedado con opciones limitadas (Cárdenas & Zea Díaz, 2020; Salcedo, Castellanos, & Zea Díaz, 2020). Estos hechos confirman el argumento de muchos antropólogos, que concluyen que el turismo –aun el turismo sostenible– no es garantía para la preservación de tradiciones andinas en el Cusco y, en muchos casos, disminuye la diversidad cultural y económica en los Andes2. Sin embargo, no quiero decir que el turismo no deba regresar al Cusco. Como los lectores verán en este libro, creo que ha generado muchos beneficios económicos, políticos y culturales para el Cusco en el siglo XX. No obstante, espero que, cuando el turismo regrese al Cusco, se desarrolle para complementar y no para reemplazar a la vida cusqueña rural.

El desafío de rehabilitar el turismo en el Cusco tendrá que enfrentar otras controversias en el futuro próximo –de las cuales, la más polémica es el proyecto del aeropuerto internacional en Chinchero–. Entiendo por qué muchos cusqueños respaldan un proyecto que puede brindar beneficios inmediatos. Sin embargo, se debe pensar en el daño que puede causar a largo plazo en el ambiente, la cultura y el turismo de la región. Como concluyo en mi libro, no tiene sentido correr este riesgo.

Pero el turismo en el Cusco nunca se ha tratado solo de la economía. En verdad, una de las conclusiones más sorprendentes de mis investigaciones es que, durante la mayor parte del siglo XX, el turismo tuvo más influencia como fuerza cultural en la formación de identidad regional y nacional en el Perú. Felizmente, otros historiadores han reconocido la importancia de esta actividad y también están investigando su rol histórico en el Perú3.

Me complace poder llevar a cabo esta edición nueva de mi libro en el año del Bicentenario del Perú. Muchas historias sobre el Perú republicano se centran en la falta de capacidad de forjar una identidad nacional. Obviamente, no quiero negar la importancia de investigar los fallos históricos en la creación del Estado nación en el Perú. Sin embargo, enfocarse solo en lo inacabado o fallido en la historia del nacionalismo peruano no puede explicar cómo Machu Picchu llegó a ser uno de los símbolos nacionales más notables y famosos en el mundo. Al igual que Machu Picchu, otros símbolos nacionales del Perú –la gastronomía, por ejemplo– han alcanzado conocimiento global y representan en forma poderosa (y problemática) a la nación peruana. Espero entonces que este libro pueda contribuir a una narrativa nueva que deje de enfocar solo el fracaso del nacionalismo en el Perú, sino, después de dos siglos, también los peligros de su éxito.

Mark Rice

31 de marzo de 2021

1 Por ejemplo, ver: De Bellaigue (2020).

2 Por ejemplo, ver: García (2018, pp. 275-285).

3 Por ejemplo, ver: Armas Asín (2019).

Introducción

En 1913, Hiram Bingham, el explorador renombrado por haber descubierto la célebre «ciudad perdida» de los Andes hacía menos de dos años, confesó, en un evento de gala de la National Geographic Society, que Machu Picchu «es un nombre espantoso, pero digno de recordarse»4. Millones de viajeros parecen haber seguido su consejo por más de un siglo. Cuando Bingham llegó a Machu Picchu por vez primera en 1911, este no era sino un conjunto de oscuras ruinas. Hoy es el eje de una floreciente economía del turismo que tiene su centro en la región del Cusco en el Perú. Un millón y medio de turistas visitó Machu Picchu tan solo en 2017. Es el atractivo central de una industria turística que cada año contribuye con 7,6 mil millones de dólares a la economía peruana y comprende 3,9% del PBI (Ministerio de Cultura, Dirección Desconcentrada de Cultura, 20175; World Travel and Tourism Council, 2017). A medida que Machu Picchu fue convirtiéndose en un destino de viaje, su prominencia cultural fue también transformándose. Considerado alguna vez una ciudad perdida, actualmente se le conoce a escala global. Acicateado por el turismo, Machu Picchu ha pasado a ser el tema central de numerosas outlets, que van desde serias investigaciones académicas hasta comerciales de televisión de teléfonos celulares. Su creciente importancia turística ha hecho que adquiera su papel contemporáneo más importante: es un poderoso símbolo del Perú, que conecta directamente su identidad nacional con un pasado andino e incaico. Este libro cuenta la historia de cómo Machu Picchu llegó a ocupar un lugar tan prominente en la identidad nacional peruana y el papel que el turismo tuvo en su transformación.

Resulta tentador pensar que el ascenso de Machu Picchu como uno de los destinos turísticos más célebres del mundo era algo que estaba predestinado desde el momento mismo en que Bingham llegó allí en 1911. La industria del turismo, que se especializa en presentar a ciertos lugares como sagrados y fantásticos, ciertamente ayudó a crear su imagen mítica de ciudad perdida, que el tiempo no había tocado. Pero, tal como nos lo recuerda la historiadora Donna Brown, «el turismo no es un destino impuesto a una comunidad o región» (1997, p. 205). Hasta el desarrollo de los lugares más sui géneris –incluido Machu Picchu– depende de la toma de decisiones pragmáticas para construir un consenso político, construir infraestructura y crear un significado cultural que resulte atractivo para los viajeros. Al analizar el desarrollo turístico del oeste de los Estados Unidos, Hal Rothman observó que incluso el Gran Cañón «no habría sido otra cosa que una remota rareza geológica» si no hubieran intervenido constructores, la población local y el Estado, que lo transformaron en un sitio turístico (1996, p. 526). Aunque el turismo promete a los viajeros un escape de la banalidad del trabajo, la política y las decisiones financieras, su éxito o fracaso, están determinados por estas mismas actividades. Al revelar la narrativa de cómo la población local y sus aliados globales construyeron el Machu Picchu moderno, el presente libro resalta el papel sustantivo que el turismo tuvo en el siglo XX en la creación de los símbolos nacionales del Perú.

Si bien es cierto que su ascenso refleja la narrativa de otros lugares famosos, Machu Picchu resulta, en varios sentidos, un estudio de caso singular cuando se le compara con otras atracciones culturales globales. En primer lugar, su paso de una oscuridad casi total a un renombre global es notable. A diferencia de la mayoría de los lugares históricos visitados por turistas, Machu Picchu se encuentra definido no por su prominencia en la historia peruana durante tres siglos, sino más bien por su ausencia relativa. Puede, en efecto, decirse que es más célebre por haber estado «olvidado» que por ser conocido. Incluso después de 1911, luego de que la mayoría de los peruanos tuvo noticia de su existencia, eran pocos los que sentían un vínculo directo con el pasado incaico que Machu Picchu simbolizaba. En segundo lugar, el solitario predominio de Machu Picchu como representación del Perú es también singular. Es cierto que está muy lejos de ser el único lugar histórico del Perú, y que los turistas internacionales también visitan otras zonas, pero ninguna de ellas tiene igual prominencia. Su estatus en el Perú sería comparable al de un universo alterno en donde toda la atención y los viajes internacionales relacionados con Gran Bretaña se concentraran únicamente en Stonehenge y consideraran a otros lugares en Londres o Escocia como algo adicional. Dicho estatus resulta aun más sorprendente cuando consideramos que, al iniciarse el siglo XX, la mayor parte de la élite peruana esperaba desechar los signos del pasado indígena nacional por considerarlos incompatibles con su visión de un país modernizador.

¿Cómo, entonces, fue que Machu Picchu pasó de ser un lugar tan oscuro que pocos –si alguno– recordaban su nombre original a ser una representación tan poderosa del Perú? Es más, ¿cómo fue que el Estado central decidió adoptar un símbolo que representaba al Perú como una nación indígena andina? La respuesta yace en la comprensión de la importancia histórica que el turismo tuvo para el ascenso de Machu Picchu. Los estudios recientes de este lugar se han concentrado fundamentalmente en los factores arqueológicos y culturales que le ayudaron a alcanzar renombre global (Burger & Salazar, 2004; Cox Hall, 2017; Shullenberger, 2008; Tamayo Herrera, 2011). Dichos trabajos en general asumen que el turismo surgió gracias a la creciente fama de Machu Picchu. Sin embargo, este libro sostiene que el desarrollo del turismo no se debió al ascenso y prominencia de Machu Picchu, sino que esta actividad tuvo un papel central en su reinvención moderna desde el principio mismo.

Para comprender por qué razón el turismo tuvo un papel tan importante en el ascenso de Machu Picchu, debemos resaltar a los actores transnacionales que guiaron su desarrollo. Estos actores –a los cuales Micol Seigel describió idóneamente como «unidades que rebasan, y se filtran a través de las fronteras nacionales, unidades que son al mismo tiempo más grandes y más pequeñas que el Estado nación» (2005, p. 63)– tuvieron un papel clave en el desarrollo de Machu Picchu, en tanto centro turístico y en tanto símbolo. Como veremos, en el Cusco el turismo dependía de los vínculos políticos, económicos y culturales que la población local estableció con actores que trascendían las fronteras del Estado peruano. En ocasiones, estos vínculos los forjaron instituciones transnacionales poderosas como Unesco o la banca de inversión. En otros momentos, las amistades personales, los movimientos culturales e incluso los mochileros hippies tuvieron papeles importantes en la promoción del turismo en Machu Picchu. Lo que se mantuvo constante a lo largo de su historia moderna fue la presencia de instituciones y lazos transnacionales que a menudo actuaron independientemente del Estado nacional.

En efecto, este libro le sigue la huella a cómo fue que la naturaleza transnacional del turismo tuvo un papel central en alentar al Estado nacional a adoptar a Machu Picchu y a la cultura indígena que este representa. Una razón clave de por qué fueron pocos los que predijeron que Machu Picchu habría de convertirse en un destino turístico se deriva del hecho de que, al comenzar el siglo XX, la élite nacional peruana encontraba escaso potencial político, económico y cultural en las regiones andinas del país. Para estos observadores, el Perú debía dejar atrás su pasado andino e indígena a cambio de la modernización, la urbanización y la industrialización en sus ciudades a orillas del Pacífico, en Lima en particular (Burga & Flores Galindo, 1980; Drinot, 2011; Kristal, 1987). No obstante, a medida que la industria del turismo iba promoviendo a Machu Picchu como lugar de interés internacional, el Estado central se halló más dispuesto a adoptar como símbolos nacionales a incas y signos andinos. El turismo fue –de varias formas– la fuerza más importante que transformó a Machu Picchu en lo que Mary Louise Pratt ha teorizado como una «zona de contacto transnacional»; esto es, en esencia, un lugar en donde las nociones globales y locales de la «peruanidad» se intersectaron, imbuyéndolo de significados y elevándolo a símbolo nacional (2008, p. 6). Esta zona de contacto transnacional no solo afectó la naturaleza del turismo en el Cusco, sino que contribuyó, además, a la difusión de Machu Picchu como símbolo empleado con numerosos fines, dentro y fuera del Perú, como representación de su cultura andina.

El papel que el turismo tuvo en el ascenso de Machu Picchu como símbolo nacional peruano plantea importantes interrogantes nuevas, referidas a la naturaleza entrelazada del nacionalismo y el transnacionalismo. Cuando los investigadores, encabezados por Eric Hobsbawm, Benedict Anderson y Pierre Nora, comenzaron a examinar críticamente los orígenes del nacionalismo y los símbolos nacionales, buscaron fundamentalmente fuerzas domésticas, tanto políticas como de mercado. Ellos sostuvieron que la «comunidad imaginada» del nacionalismo surgió a partir de la construcción de las estructuras domésticas modernas de la política, la instauración del Estado y la economía (Anderson, 2006; Hobsbawm, 1992). Siguiendo tal lógica, las sociedades que carecían de estas instituciones frecuentemente tuvieron problemas para crear un nacionalismo vigoroso. De este modo, las naciones postcoloniales como el Perú, cuya política y desarrollo económico se hallaban dominados por potencias extranjeras o imperiales, tuvieron que enfrentar obstáculos considerables a la hora de crear una identidad nacional (Centeno & Ferraro, 2014; Chatterjee, 1993). En efecto, los historiadores frecuentemente usan el caso peruano para ilustrar de qué modo la falta de instituciones políticas y culturales inclusivas ha frustrado el desarrollo de un fuerte sentir nacionalista en América Latina (Cotler, 1985; Mallon, 1995; Thurner, 1997). Sin embargo, otros han sostenido que, en este continente, las fuerzas y zonas de contacto transnacionales podrían resultar influyentes en la construcción del nacionalismo (Lomnitz, 2001; Tenorio Trillo, 1996). La historia de Machu Picchu respalda esta interpretación, pues resalta la estrecha relación existente entre el turismo y la construcción de símbolos nacionales en el Perú. En efecto, su notable ascenso sugiere que las fuerzas trasnacionales pueden evitar o evadir los obstáculos locales a la creación de una identidad nacional.

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