Buch lesen: «El Entrenador De Fútbol»

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La sensación de placer al ponerse las botas, el olor de la hierba recién cortada al principio de la temporada; las bolsitas de plástico en los pies para que no entre el agua durante los entrenamientos bajo la lluvia que cae. Los amigos que lo son por una sola temporada, pero siguen siéndolo siempre. Crecer con un sueño y no alcanzarlo del todo y luego darse cuenta de que el motivo era porque mi vocación era la de entrenador. De pequeños y grandes. Con una naturalidad inesperada. Probablemente el talento que me faltaba como jugador lo tengo como entrenador. O tal vez tampoco: quién puede decirlo… El camino para llegar a obtener lo que deseaba es a veces increíblemente tortuosa y también te puedes perder. Con las botas o con un silbato, la pasión es la misma. Y cuando te acompaña la pasión, no puedes perder nunca.

QUÉ ES EL FÚTBOL

El fútbol es un juego sencillo y fácilmente comprensible en sus reglas y su desarrollo. Puede ser practicado por cualquiera, porque no exige una estructura física particular ni determinadas dotes atléticas; permite al deportista una amplia libertad de movimientos y por tanto la posibilidad de dar lo mejor de uno mismo,

Por esto, el fútbol se define como una actividad libre, que, partiendo de una técnica común de base, permite a todos expresar su propia personalidad y su propio estilo y sin embargo es una actividad incierta, ligada a las normas del azar, por lo que es imposible prever su desarrollo.

Filosóficamente, el fútbol es una aventura siempre nueva y llena de interés, que puede convertirse en espectacular: es una actividad del presente, porque el jugador construye durante cada partido su devenir, el pasado no cuenta.


El fútbol gusta

Porque es un juego sencillo.

Puede ser practicado por todos.

Es una actividad libre.

Es una actividad incierta.

Es una aventura.

Es una actividad del presente.


Existen factores que se consideran fundamentales sobre los que trabajar para poder formar a un futbolista en todas sus características: técnicas, tácticas, físicas, psicológicas y sociales. Evidentemente hace falta aclarar de inmediato que entrenar a un futbolista joven es completamente diferente a entrenar a un futbolista adulto. Por este motivo es preferible hablar primero de la formación del futbolista joven y luego del entrenamiento del futbolista adulto.

En estos años el error que he visto cometer más frecuentemente por entrenadores de jóvenes ha sido (y continúa siendo) entrenar a jóvenes y niños como si se estuviera entrenando a adultos.

LOS PRINCIPIOS DEL ENTRENAMIENTO

Todo entrenador, cuando se dispone a asumir la responsabilidad de dirigir un equipo debe tener muy claro el significado de la palabra “entrenamiento”. De un modo muy general, el entrenamiento es un proceso que produce un cambio físico, motor, cognitivo y afectivo.

El entrenamiento deportivo del atleta incluye:

● Preparación física,

● Preparación técnico-táctica,

● Preparación intelectual, psicológica y moral.

Todo esto se lleva a cabo mediante diversos ejercicios físicos. Podríamos por tanto definir al entrenamiento como «La unión de todas las acciones dirigidas a la mejora de los factores modificables que influyen en las prestaciones para obtener el mejor rendimiento».

Los factores sobre los cuales es posible intervenir son múltiples. Podemos hablar de:

– Entrenamiento de las capacidades físicas.

– Entrenamiento de las capacidades técnicas.

– Entrenamiento de las capacidades tácticas.;

– Entrenamiento de las capacidades psicológicas.


No es posible intervenir sobre una sola de ellas sin influir positiva o negativamente en las otras.


Si los estímulos de los entrenamientos son diversos y se dirigen a todas las capacidades, el organismo se confunde y no sabe qué respuesta dar a esos esfuerzos. En el entrenamiento, la combinación de más capacidades no provoca una suma de adaptaciones, sino, por el contrario, una resta de adaptaciones. Por tanto, el entrenador no debe entrenar siempre todo, porque de lo contrario entrenará mal, poco o nada. A los preparadores físicos siempre les interesan las adaptaciones de nuestro organismo a la exposición crónica al ejercicio físico (entrenamiento) y en particular:

Al principio de la subjetividad, según el cual el programa de entrenamiento se establece teniendo en cuenta las posibles variaciones de persona a persona. Personas diversas responden de distinta manera a un mismo programa de entrenamiento.

Al principio de la especificidad, según el cual el entrenamiento debe reflejar perfectamente el tipo de actividad motora desarrollada, a fin de optimizar los beneficios. Un levantador de pesas no puede entrenarse con carrera continua.

Al principio de la reversibilidad, según el cual los beneficios del entrenamiento se pierden cuando el entrenamiento se interrumpe o disminuye. Para interrupciones largas, conviene sugerir siempre actividades de mantenimiento.

Al principio de la sobrecarga progresiva, según el cual hay que estimular el organismo (músculos, sistema cardiovascular) con cargas progresivamente crecientes a las que el organismo se adapta paulatinamente.

Al principio del «difícil/fácil», según el cual a los periodos de entrenamiento intenso «difícil» (carga en aumento) deben seguir periodos de entrenamiento «fácil» (de descarga o asimilación) para permitir que el organismo se recupere y se adapte antes de afrontar el próximo incremento.

Al principio de la periodificación, entendido como programación de megaciclos, macrociclos, mesociclos o microciclos, en el ámbito de los cuales veremos variar la intensidad y el volumen de carga y los tipos de entrenamiento para la búsqueda continua de mejores condiciones de forma.

Muchos atletas acaban sobreentrenados y cuando sus prestaciones empeoran a causa del overtraining, entrenan más, porque creen que más entrenamiento supone más mejora. (J.H Wilmore–D. L. Costill, 2005).

Por el contrario, el entrenamiento será tanto más eficaz y preciso cuanto más completas y destinadas a un fin sean las intervenciones sobre las partes que lo compongan. Por desgracia, en el fútbol se dan ahora casos en los que el entrenamiento se limita a «dar unas vueltas al campo, partidillos y tiros a puerta». No hay nada que pueda sustituir a la práctica, todas las teorías resultan abstractas si no consiguen ilustrar los conceptos formados sobre la experiencia práctica. La complejidad del juego del fútbol requiere intervenciones precisas, cualificadas y estudiadas,

El problema más difícil de afrontar es el de establecer la tipología, la calidad y la intensidad del trabajo a proponer a los jugadores y verificar el grado de adaptación a las cargas del entrenamiento (ENTRENABILIDAD).

La entrenabilidad es un parámetro dinámico que depende de factores personales internos y externos y puede manifestarse de diversas maneras en los diversos sistemas funcionales y orgánicos del mismo sujeto. En la edad infantil y en la adolescencia, desempeñan un papel esencial las llamadas «fases sensibles» (Martin, 1982), que se refieren a aquellos periodos de crecimiento que son particularmente favorables al desarrollo y la formación de habilidades y capacidades decisivas para las prestación motora-deportiva. Aplicando todos los principios del entrenamiento, es preciso disponer previamente de un programa de trabajo que se adapte a los jugadores que lo deben seguir y al tipo de juego que pretende imponer el entrenador. El entrenador debe tener siempre presente la pregunta «qué debo hacer en cada momento».


Buscamos por tanto aclarar cuáles son;

– Los principios del aprendizaje (cómo aprende el futbolista).

– Los principios de la enseñanza (cómo debe enseñar el entrenador).


La finalidad principal debe ser la de inducir cambios positivos en el comportamiento y los hábitos de vida. El comportamiento humano distingue:

Acciones innatas, que no tenemos que aprender y que no requieren ninguna experiencia previa.

Acciones descubiertas, que descubrimos solos mediante un proceso personal de prueba-error-reintento.

Acciones asimiladas, que adquirimos de otras personas con un proceso inconsciente de emulación.

Acciones aprendidas, que deber ser enseñadas y requieren un esfuerzo voluntario, basado en una observación analítica precisa.


Los principios del aprendizaje


La afirmación de que «si un futbolista se entrena, mejora y perfecciona sus capacidades» no es realmente verdad, porque el entrenamiento determina comportamientos y adaptaciones que pueden llevarse a cabo de forma adecuada o inadecuada. No todas las adaptaciones ni los comportamientos son útiles para la realización de las diversas actividades deportivas.

Un entrenamiento eficaz y su consiguiente aprendizaje en el juego del fútbol están muy ligados a la formación de actitudes, hábitos y movimientos correctos.

Lo primero en orden de importancia es la actitud hacia el aprendizaje, tanto por parte del entrenador como del jugador. Esta actitud debería estará caracterizada por dos cualidades:

– Mentalidad abierta.

– Mentalidad ávida de saber.

Las actitudes mentales son esenciales para recibir y valorar nuevas ideas y aplicarlas, para ponerlas continuamente en cuestión y para sencillamente estar al día de forma continua.

No todas las ideas son buenas, por lo que es un error aceptar de inmediato una idea nueva basándose solo en el criterio de la novedad, igual que es un error no darle crédito sin valorarla.

Algunos deportes requieren de manera predominante la atención a los aspectos técnicos, otros a los atléticos: el fútbol es un deporte donde es más importante la capacidad de juicio.


Se llega a esta conclusión con un análisis sencillo:

– Un partido de fútbol dura 90 minutos.

– El balón está en juego unos 60 minutos.

– En los 60 minutos se supone que algún equipo tendrá la posesión del balón al menos 30 minutos.

– Durante estos 30 minutos el balón está a menudo en vuelo y fuera del control de los jugadores.

– Cada jugador de media no puede tener la posesión del balón durante más de 2 o 3 minutos.


Después de este análisis, se produce inmediatamente una pregunta:

¿Qué hace el jugador en los otros 57-58 minutos en los que el balón está en juego?


La respuesta es:

Aplica su propia capacidad de juicio, toma decisiones y escoge.


Observamos además que el fútbol es uno de los deportes con aspectos más cambiantes, tanto porque los jugadores y el balón pueden moverse por todo el campo, como porque las reglas a seguir son pocas, por lo que entendemos que las situaciones cambian rápidamente y requieren por parte de los jugadores rapidez de ejecución y concentración. Todo lo cual nos lleva al problema fundamental que no es cómo se entrena, sino cómo aprende un futbolista.


Para estimular a los futbolistas con éxito, el entrenador debe tener en consideración los siguientes factores:

1) El interés: El jugador poco interesado y motivado dedica poco esfuerzo a las actividades propuestas.

2) El entusiasmo: El jugador al que le falta entusiasmo no es útil ni a sí mismo ni al grupo.

3) La colaboración: Trabajar junto al grupo para alcanzar un fin común.

4) El ejemplo: Ver jugar a las estrellas o mejor ver acciones correctas de juego mediante el uso de grabaciones puede aportar mejoras en el aprendizaje, tanto sobre la actitud como sobre los hábitos.

5) La frecuencia de los entrenamientos: La calidad del entrenamiento es más importante que la frecuencia. Si hay calidad, cuanto más tiempo se dedique al entrenamiento, mayores serán las mejoras.

6) La consciencia de las mejoras: Quien obtiene buenas mejoras entrena con más entusiasmo. En un entrenamiento bien realizado, los futbolistas se dan cuenta de los progresos obtenidos.

7) El sufrimiento: Para desarrollar las habilidades propias es necesaria una búsqueda continua de la superación de las capacidades propias y los límites propios. Los futbolistas mejorarán si cumplen siempre con sus tareas, a condición de que no sean excesivamente exigentes.

8) La confianza: Los entrenadores deberían enseñar a los futbolistas a tener confianza, pero sobre todo animarlos y darles esperanzas y ambiciones alcanzables.

Después de haber establecido cómo aprende el futbolista, hay que establecer qué tiene que aprender en el entrenamiento futbolístico.

Hay cuatro áreas en el entrenamiento futbolístico:

– La técnica y la táctica (capacidad coordinativa).

– La condición física (capacidad condicional).

– La comprensión (qué hacer y qué no hacer);

– La condición psico-social (comportamientos).

1) La técnica y la táctica: Son los instrumentos del oficio, cuanto mejores sean, más eficaces, útiles y sorprendentes serán los resultados alcanzados.


2) La condición física: Las habilidades no se pueden ejercer si no vienen acompañadas por una buena condición física. Este será el argumento predominante de nuestras lecciones.


3) La comprensión: Consiste en entender qué se puede hacer y qué es necesario hacer y distingue al buen futbolista de los demás en igualdad de condiciones físicas y técnico-tácticas. Probar algo que se sabe que no se podrá hacer es tan grave como hacer bien cualquier cosa en el momento equivocado.


La comprensión requiere:

– Conocimiento de los principios y las reglas del juego.

– Intuición de lo que va a ocurrir.

– Decisiones sobre qué es mejor hacer.

– Percepción del espacio y el tiempo.

– Acción, ejecución rápida e inmediata de lo que se ha decidido.


4) La condición psico-social: Saber estar dentro de un grupo (equipo), aceptando la diversidad (habilidades, comportamientos, capacidades físicas, experiencia…) colaborando a alcanzar el objetivo común es una condición indispensable para completar las demás.


Antes de iniciar el tratamiento de los elementos fundamentales para alcanzar una buena condición física es necesario indicar brevemente cómo debe enseñar el entrenador y los principios sobre los que se basa una acción entrenadora eficaz.


Los principios de la enseñanza


Los principios o reglas de la enseñanza deportiva sirven para optimizar la capacidad metódica de acción de entrenadores y deportistas. Esos principios se refieren a todos los aspectos y tareas de la enseñanza, de la cual determinan contenidos, métodos y organizaciones.

1) Conocer la materia: Hay que conocer el fútbol desde el punto de vista técnico y táctico, los principios de la preparación física, no dejarse influir por factores externos y ambientales de tipo emotivo e impedir que los futbolistas se vean afectados por ellos.

2) Conocer cómo se aprende: No es posible realizar un entrenamiento rentable sin conocer los principios del aprendizaje que hayamos elegido antes.

3) Conocer los factores clave de la enseñanza: Los factores clave de la enseñanza son:

a) El objetivo general: Buscar objetivos que habitualmente sean a medio y largo plazo, por ejemplo, la mejora del juego de ataque del equipo o la mejora de la fuerza. Del objetivo general derivan los objetivos a corto plazo.

b) Los objetivos: Se refieren:

– Al juego con pelota (pases, controles, triangulaciones, etc.).

– Al juego sin balón (movimiento combinado, acciones de apoyo, cruces, etc.).

No se puede enseñar todo de una vez, sino determinar un orden de prioridad y una secuencia lógica de entrenamiento.

c) El orden de prioridades y la secuencia lógica. No se pueden enseñar eficazmente diversos aspectos del juego de una sola vez.

Entre dos factores, siempre habrá una precedencia lógica sobre otra. Si no se respeta una secuencia lógica se hace mucho más difícil. Lo mismo pasa si se insiste en enseñar cosas apropiadas, pero en un momento inapropiado. Debe prestarse mucha atención a la proyección y la organización.

d) La proyección y la organización:

La proyección conlleva el mejor uso del equipo y debe llevarse a cabo al principio para dar lugar a la mejor organización posible.


La organización de una sesión eficaz de entrenamiento prevé:

● La elección de la zona del campo a utilizar en el entrenamiento.

● El número exacto de jugadores que participarán.

● Un entrenamiento realista (los jugadores deben estar colocados en sus posiciones reales y en los ejercicios deben jugar de modo realista; las porterías deben ser siempre de tamaño normal, porque los dos aspectos esenciales del fútbol son los tiros a puerta y la indicación de las porterías).

● Un inicio adecuado del ejercicio y calidad en los pases (muchos entrenamientos se realizan de forma cansina porque se presta poca atención al modo de iniciar el ejercicio y los pases son poco apropiados).

● Sencillez y claridad (todos los jugadores deben entender bien qué se quiere hacer con cada tipo de entrenamiento).

e) La capacidad de observación: La observación de una sesión de entrenamiento debe llevar al técnico a saber si:

– Los entrenamientos se desarrollan de acuerdo con la organización.

– La actitud de los jugadores se ve estimulada e interesada.

– Las acciones del juego colectivo cumplen los objetivos generales.

– La acción concreta de cada uno es beneficiosa para el trabajo del grupo.


Si no se cumple todo esto, hay que preguntarse:

– ¿Está el jugador físicamente en situación de realizar esa tarea?

Si la respuesta es «no», no hay razón para continuar el ejercicio.

– ¿El ejercicio asusta al jugador?

Si la respuesta es «sí» conviene empezar con ejercicios más sencillos y animar más al jugador.

– ¿Es un problema técnico?

– ¿De qué técnica se trata?

Asegurarse de que el jugador entienda dónde se equivoca y explicarle cómo hacerlo de modo correcto y ejercitarlo en ese sentido.

– ¿Es un problema táctico?

1. Falta de comprensión (aislar y explicar las distintas partes).

2. Falta de intuición (el jugador no entiende la acción que se desarrolla por tres motivos):

– Acción demasiado complicada.

– Acción demasiado veloz,

– Juega con desgana.

1. Falta de empeño (el jugador comprende lo que se quiere de él, pero se equivoca en la ejecución porque trata de hacer cosas demasiado difíciles).

f) La comunicación, Todo lo que se ha dicho hasta ahora importa poco si el entrenador no es capaz de comunicar. Un entrenador puede comunicar de dos maneras;

1. Mediante demostración, mostrando las siguientes cualidades:

– Acciones correctas de juego.

– Acciones desarrolladas de modo sencillo.

– Demostración clara, mostrando el factor principal.

– Establecer un objetivo mínimo,

1. A través de la palabra: La comunicación mediante palabras es muy importante, pero depende de la convicción con la que habla el entrenador. El entrenador, antes de hablar, debe pensar por un momento a quién debe hablar para estar seguro del significado de las palabras, debe evitar palabras o discursos complicados y mirar a los oyentes mientras habla. Finalmente debe hablar siempre en clave positiva porque es más eficaz decir «haz esto» en lugar de decir «te has equivocado al hacer esto».

La comunicación en cifras

El 70% de nuestra vida lo pasamos comunicando verbalmente. Este tiempo se reparte así:

A escuchar          45%

A hablar             30%

A leer            15%

A escribir           10%

De todo esto recordamos:

De lo que leemos el 10%

De lo que escuchamos el 20%

De lo que observamos el 30%

De lo que escuchamos y observamos el 50%

De lo que decimos el 80%

De lo que explicamos el 90%


En una conversación, recordamos:

Oímos el 50% de lo que se dice.

Escuchamos el 50% de lo que se oye (solo el 25%).

Comprendemos el 50% de lo que escuchamos (solo el 12,5%).

Creemos el 50% de lo que comprendemos (solo el 6,25%).

Recordamos el 50% de lo que creemos (solo el 3,125%).


¿Cuántas veces hemos hablado un rato largo con nuestros jugadores?
¿Qué ha quedado de nuestras palabras?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ El 3,125% !!!!!!!!!!
El resto se olvida

Entrenar significa comunicar. Hay quien habla, pero comunica poco y le cuesta relacionarse, Otros por el contrario hablan mucho y dedican poco tiempo a escuchar.


Todo enseñante debe tener siempre presente la importancia de la secuencia:


ESCUCHO = OLVIDO
VEO = RECUERDO
EJECUTO = APRENDO

La enseñanza durante el juego

El entrenador debe estar capacitado y atento en los partidos de entrenamiento. El partido de entrenamiento representa la culminación de la sesión, el desarrollo final de una buena actividad de juego de equipo. Las técnicas y los ejercicios en grupos pequeños son como piezas de un mosaico y enseñar a ponerlos en práctica durante el partido es como tratar de completar el mosaico. Esperar que esas piezas se pongan por sí solas en su lugar es un optimismo excesivo. Para obtener resultados satisfactorios conviene establecer:

– Qué enseñar.

– Dónde enseñar.

– Cómo enseñar.

1) Qué enseñar:

Hay que dedicarse principalmente a objetivos dirigidos a la mejora del juego en equipo.

Defensa: reducir tiempo y espacio; acosar y cubrir; defensa en bloque.

Ataque: creación y aprovechamiento de espacios; pases y movimientos, ataque en bloque.

Esto independientemente de una estrategia de juego. Cada jugador debe aprender a comportarse eficazmente en toda situación.


Habituar a los jugadores a realizar los cálculos apropiados:

– Entre seguridad y riesgo.

– De las posibilidades: saber elegir y hacer aquello que resulta ser lo mejor en una situación concreta (elegir lo mejor).


2) Dónde enseñar:

Los jugadores deben ejercitarse en la realización de acciones de juego en todas las partes del campo. La mejora del juego en equipo en ataque debería conseguirse a partir de los tres cuartos defensivos del campo, del mismo modo que la mejora del sistema defensivo debería conseguirse partiendo de los tres cuartos de ataque. Considero oportuno efectuar ejercicios situacionales en las diversas zonas del campo, es decir, en las zonas donde queramos que estos comportamientos se desarrollen realmente en el partido.

3) Cómo enseñar: Los métodos que están en la base de la enseñanza son:

– Control del juego (por ejemplo, si un equipo debe entrenarse en crear espacios en la zona central del campo, el entrenamiento debe limitarse a esa zona).

– Condiciones de juego (por ejemplo, si hay que concentrarse en los pases rápidos hay que imponer el juego al primer toque, cuando sea posible, y por tanto un movimiento continuo sin balón previendo las decisiones del compañero para poder dar solución al pase antes de que reciba el balón. Si se requiere desbordar en el apoyo hay que imponer que el jugador deba superar en carrera al compañero al que han pasado el balón).

– Parar el juego. Es un método para mostrar a los jugadores las ventajas y desventajas de sus posiciones.

Para este propósito, es necesario que:

a) Se establezca una señal conocida por todos para parar el juego (por ejemplo, dos silbidos, aunque en este sentido estoy convencido de que la señal debe ser necesariamente visual, ya que en el partido el entrenador no puede usar el silbato y por tanto los jugadores deben reconocer visualmente una situación común para todos, de modo que, al reconocerla, todos se comporten como se estableció en el entrenamiento.

b) Los jugadores se detengan sin alterar la situación de juego que se quiere corregir (conviene parar el juego para poner el acento en el tema tratado, no para tratar varios temas).

– Corregir y repetir: Después de haber parado el juego es importante hacer repetir en el modo correcto lo que se ha hecho de modo equivocado.

– Pensar en voz alta: Se trata de un método por el cual el entrenador piensa en voz alta en el lugar del jugador, anticipando sus acciones. Este método se usa a menudo para hacer más eficaz la repetición correctiva.

€11,99
Altersbeschränkung:
0+
Veröffentlichungsdatum auf Litres:
18 Oktober 2019
Umfang:
205 S. 59 Illustrationen
ISBN:
9788873043805
Übersetzer:
Rechteinhaber:
Tektime S.r.l.s.
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