Abre Los Ojos

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Abre Los Ojos
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ABRE LOS OJOS
Marco Bruno

Título: Abre los ojos

Tektime editores

© 2020, Marco Bruno

Todos los derechos reservados

CAPITULO 1

Aquella mañana se había despertado bastante temprano, contrario a lo que solía pasar. Todavía tenía maquillaje en la cara, no había querido quitárselo la noche anterior, estaba demasiado cansada y tal vez incluso un poco ebria. De hecho, podía oler el champán en la blusa que había usado para la noche. La luz que se deslizaba insistentemente por la ventana la molestaba, pero no quería levantarse para cerrar la persiana y entonces se escondió debajo de la almohada como lo hacía cuando era pequeña y tenía que levantarse para ir a la escuela y en cada llamado de su madre siempre se escondía más, pretendiendo no escucharla.

Pero esta vez, incluso si la hubieran llamado, ella no habría respondido. Se llamó a sí misma con otro nombre.

Había pensado mucho en qué nombre darse; tenía que ser un nombre fácil de recordar, pero al mismo tiempo lo suficientemente sexy como para atraer inmediatamente incluso antes de verla. Entre tantos nombres, decidió llamarse a sí misma Giada, aunque a menudo se arrepentía porque se le ocurrían constantemente nombres nuevos y que prefería, pero ahora era Giada y, como se había prometido a sí misma que esta vida no duraría mucho, inconscientemente se encogió de hombros como para convencerse así misma de que terminaría pronto y, por lo tanto, no era importante cambiar.

Son las ocho y es extraño que ya esté despierta, dado que había llegado muy tarde de la noche anterior con el último cliente. Por lo general, cuando esto pasaba no abría un ojo antes de las once.

Entonces de repente, salta de la cama, casi tomada por un susto repentino, y corre a buscar su bolso. El día anterior había usado el de cuero marrón. No le llevó mucho tiempo decidir qué ponerse.

No conocía a ese hombre y por teléfono le había pedido que se vistiera como si tuviera que salir el sábado por la tarde para dar un paseo por el centro y entonces se puso un par de jeans y una blusa blanca; zapatos de tacón marrones que combinaban perfectamente con ese bolso. Bueno, tal vez le tomó un tiempo decidir qué zapatos usar, ya que en el pequeño armario tenía una cantidad infinita de modelos y colores.

Esos jeans resaltaban su espalda baja de una manera espectacular y usando zapatos de tacón con el empeine al descubierto, podía ser sexy de una manera simple. Esbelta, delgada pero no demasiado, un caminar que parecía un baile sobre esos talones. Gafas de sol más grandes que su cara y largo cabello negro recogido en una cola que la hacía parecer más alta de lo que era.

Todos los hombres se giraron para mirarla cuando ella pasaba, incluso aquellos que estaban en compañía de esposas o novias no pudieron evitar mirarla. Después de todo, incluso sus compañeras no podían dejar de mirarla. Pone su mano en el bolso que estaba sobre la silla y busca el dinero que el hombre le había dado por su compañía. Tenía un miedo terrible de que él le hubiera robado su dinero antes de salir de su apartamento, ya que no recuerda mucho acerca de los últimos momentos antes de quedarse dormida. Un segundo de hielo interior y, por suerte, la mano encuentra los billetes que habían sido guardados rápidamente.

Ya le había pasado que le robaran su dinero. Incluso habían sucedido cosas más serias y tenía miedo de todo y de todos. Una vez dos chicos habían usado sus servicios juntos. Una situación como esta no era muy buena para ella, pero pagaban muy bien y ella necesitaba desesperadamente ese dinero y entonces aceptó. Al final, los dos chicos la golpearon y le robaron lo que le habían dado por adelantado, además de lo que había ganado durante todo el día.

Así que tuvo que trabajar desesperadamente al día siguiente para recuperar lo que había perdido. Además, tenía que hacerlo a pesar de lo sucedido y ciertamente no podía permitirse no trabajar. Aquella habitación costaba mucho y tenía que pagarse a diario. Sin embargo, por suerte había dinero …

Podía ir al centro comercial de la ciudad. Le gustaba infinitamente ir de compras. Cada vez que ganaba un buen dinero, se iba de compras, casi como si quisiera deshacerse del dinero que ganó, como nunca hubiera pensado en su vida.

Se deshacía de él comprando constantemente llenando ese vacío que había estado acompañándola durante mucho tiempo.

Una especie de sentimiento de soledad difícil de explicar. Nunca estuvo sola, pero siempre estuvo sola.

Nadie podía entender lo que sentía y, sobretodo, nadie podía ni debía que saber lo que estaba haciendo. Ella habría muerto de vergüenza al instante. Por eso se fue de su país. Para mantenerse alejada de lo que amaba y no tener que verlo continuamente sin poder vivirlo.

Giada solo tenía veinticuatro años. A menudo se detenía para pensar cómo terminó haciendo ese trabajo, pero lo que más le asustaba era que estaba empezando a acostumbrarse y ya no le dolía más, al contrario, veía en lo que hacía un trabajo como cualquier otro.

Pero y entonces … ¿cómo terminó allí?

Su madre la había llevado con ella desde Kosovo después de divorciarse de su padre. Era muy pequeña, ni siquiera tenía tres años. Nunca conoció a su padre. Su madre siempre le había dicho que estaba muerto. Y había crecido viviendo con los constantes cambios de hogar que iban de la mano con los constantes cambios de compañeros de su madre. Había visto y vivido tanto … que eran violentos con su madre, algunos incluso con ella. Y así, una especie de personaje de dos caras creció en ella. Una chica muy dulce que cuando se enojaba se transformaba en una furia. E incluso ahora era así, con la diferencia que ahora era grande y, por todo lo que hacía, debía responder por sí sola.

Digamos que aquellos que la conocían sabían cómo era y sabían que era mejor no hacerla enojar. Perdía la cabeza. Luego todo volvía como si nada hubiera pasado.

Malditamente testaruda hasta el punto de que, aunque a veces podía considerarse un mérito, ella lo era tanto que lo convirtió en un defecto completo. Debido a su fuerte orgullo cometió errores que fácilmente podría haber evitado con un poco de lucidez. Así es como terminó allí.

Como novia modelo durante casi diez años, se encontró sin trabajo y con el alquiler de la casa además de los gastos diarios habituales, por pagar. Su novio, que como siempre lo había hecho en todos estos años, había demostrado ser muy reacio a gastar unos centavos más, y mucho menos le ayudaría a pagarlo todo.

No quería pedir ayuda a nadie porque hace mucho tiempo, durante una de las peleas habituales, le había dicho claramente a su familia que no los necesitaba absolutamente y que preferiría suicidarse en vez de pedir ayuda.

Entonces decidió resolver sus problemas por sí misma. ¿Y qué mejor manera de hacerlo si no se usa a ella misma para lograrlo?

CAPITULO 2

Al regresar de su tarde habitual de compras sin sentido, incluidos zapatos y bolsos, maquillaje y ropa interior, perfumes y ropa, abre la puerta de su apartamento después de pasar por la parte de atrás del local.

Las chicas tenían una entrada separada de la del club, por lo que podían entrar y salir sin mostrar que trabajaban allí. Cuando era hora de trabajar se transformaban. Ropa provocativa, maquillaje fuerte… pero cuando no laboraban eran completamente diferentes. Casi irreconocibles.

Ella no, era bellísima en el trabajo y bellísima afuera. Quizás por eso las otras la odiaban un poco.

Todos los clientes la querían.

Entra, pone rápidamente todas las bolsas de las compras en el suelo y corre hacia el baño sin siquiera encender la luz. Había estado aguantando su pipí durante demasiado tiempo y con una sonrisa de alivio finalmente logró liberarse. Enciende la luz del baño y se dirige al espejo para mirarse. Sabe que es hermosa, pero como todas las mujeres, solo ve los defectos y, por lo tanto, cuenta las arrugas de expresión que aparecen cuando se ríe y cuando hace caras extrañas y comienza a pensar en lo útil que sería un estiramiento facial o algo así.

Sale del baño para recoger las bolsas que quedan en el piso, enciende la luz y aparece una escena ante sus ojos que la deja petrificada.

Un hombre acostado en su cama, atado de las muñecas a la cabecera. Con un cuchillo clavado en su pecho y la sangre que había dejado de fluir porque toda estaba en las sábanas.

Quería gritar de miedo, pero ni siquiera tenía la fuerza para hacerlo.

Entonces, asustada, abandona la habitación corriendo y desesperada busca a alguien en el club que la pueda ayudar.

Pero cuando entra, ve que hay policías que hablan con las chicas que estaban allí y con el dueño del club. Toman apuntes mientras miran a su alrededor como buscando algo de particular.

Uno de ellos la ve …

"Señorita … ¿qué pasa? ¿Nunca ha visto un agente de policía? … venga, acérquese, tenemos preguntas que hacerle "

Sabía bien que el trabajo que estaba haciendo no era legal y, por lo tanto, tuvo que encontrar inmediatamente una excusa por estar allí.

"Dígame teniente …" respondió ella tratando de recomponerse

"Inspector, gracias", respondió con una sonrisa sarcástica.

"¿Qué hace aquí? ¿Trabaja aquí por si acaso? Como se llama ¿Me podría dar su documento? ¿Por qué corría?

"Ehmm … una cosa a la vez … ¿quieres el documento primero? ¿O quieres que responda las preguntas? No, porque así me agito y luego me confundo y tal vez pienses cosas diferentes de la realidad”, respondió con su sonrisa y un tono más tímido, pero no menos sarcástico.

"Disculpe si la ataqué así, no es mi costumbre, pero ya sabe, después de lo que pasó es normal que haya nerviosismo"

 

Tomada por un golpe de calor en todo el cuerpo, apenas puede hacer la pregunta: "¿por qué … qué pasó?" E inmediatamente su mente corre a pensar que la policía estaba allí por ese hombre muerto en su habitación …

"Señorita, no sé si es correcto decirle, pero es tan linda que incluso el polígrafo no sería sincero si le pidiera que dijera mentiras …", respondió el inspector con una mirada tímida pero muy sexy a los ojos de Giada.

"beh… básicamente un hombre fue encontrado muerto"

La cara de la chica de repente se transformó en una máscara de cera y el pensamiento de lo que le habría sucedido de a poco hizo que su corazón latiera de manera vertiginosa.

"Aquí, a las afueras del club", continuó el inspector.

Ante esas palabras, Giada entrecerró los ojos como lo haces cuando te dicen algo y te parece extraño y te gustaría entenderlo mejor.

"Y como encontramos en sus bolsillos un recibo del club de hace unas horas, estamos haciendo la investigación a partir de aquí".

Después de entregarle los documentos al inspector, Giada pudo justificar su presencia en el lugar diciendo que había ido a buscar a una amiga suya que sabía que laboraba allí y que no había visto durante mucho tiempo, y estaba lo suficientemente despierta como para indicar el nombre de una de las chicas que no estaba allí en ese momento y que, sobre todo, no había trabajado durante unos días. Después de todo, nadie sabía los nombres reales de las chicas que trabajaban allí, ni siquiera el dueño al que no le importaban mucho estos detalles. Y dijo que estaba huyendo porque no quería que nadie la viera allí pensando que estaba trabajando en el club.

El inspector le creyó y la dejó ir, pero no sin antes pedirle su número de teléfono con la excusa de que tendría que permanecer disponible para cualquier pregunta relacionada con la investigación.

Afortunadamente, la policía no fue a las habitaciones y el cuerpo del hombre en la habitación de Giada permaneció allí sin que nadie se diera cuenta.

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