De uno a cuatro

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De uno a cuatro
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Este libro está dedicado a las familias con niños pequeños, pues nuestras experiencias en la infancia, forman la base de nuestras actitudes hacia los demás y hacia el mundo.

A través de este libro las parejas podrán vivir mejor las experiencias del día a día con sus hijos y crecer junto a ellos de manera más saludable.

Paulien Bom / Machteld Huber

DE UNO

A CUATRO

Acerca de este libro:

Conscientes de las tareas, a menudo contradictorias, con las que se enfrentan padres y educadores, las autoras del presente libro tratan de ofrecer respuestas muy concretas a las situaciones diarias más diversas y a las principales cuestiones educativas. Su propósito es que a los adultos les sea posible reaccionar adecuadamente e intervenir, en caso necesario, durante las diversas fases individuales del desarrollo de cada niño.

Las caricias son tan necesarias
como la comida y la bebida

CLAUDE STEINER

DE UNO A CUATRO

PAULIEN BOM / MACHTELD HUBER

Las verdaderas necesidades de los niños durante la primera infancia

DESARROLLO - EDUCACIÓN - CUIDADO

TRADUCCIÓN DE ARTUR MATHEU


© Ing Edicions s.l.

Av. Josep Tarradellas, 118, 1r B

08029 Barcelona

934 195 959

ing@ingedicions.com

www.ingedicions.com

© Voedingsinstituut Dúnamis/Uitgeverij Christofoorr, Zeist, 1997.

Título original: Groeiwijzer van één tot vier jaar

Paulien Bom en Machteld Huber

© Paulien Born y Machteld Huber

Traducción: Artur Matheu

Corrección: Zaida Díaz García

Fotografía portada: Stockphoto

Dirección de arte: GlassCube

Asesora pedagógica: Àuria G. Galcerán

Maquetación: Susanna Pérez

Todos los derechos reservados para la edición castellana

1ª edición: noviembre de 2002

2ª edición revisada y renovada: noviembre de 2016

ISBN: 978-84-120293-9-0

Producción del ebook: booqlab.com

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni su transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Índice

¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE EN NUESTRO TRATO CON LOS NIÑOS PEQUEÑOS?

Los niños necesitan el calor del hogar

Todo a su tiempo

Los niños pequeños necesitan protección

La posibilidad de tener experiencias originales

Modelo e imitación

Cada niño tiene su propia identidad

EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS DURANTE LA PRIMERA INFANCIA

El desarrollo corporal

El desarrollo motor

El desarrollo del habla

El desarrollo de la facultad de pensar

El desarrollo socioemocional

El desarrollo de la voluntad

LA EDUCACIÓN ENTENDIDA COMO UN ARTE

La atención

El ritmo, los hábitos y los rituales

Las reglas y los límites

Decir “No”

Castigar y premiar

Las tres “armas” del niño pequeño

LOS PADRES Y LOS HIJOS: LA FAMILIA

El hogar

Las relaciones de apoyo mutuo

La responsabilidad de los educadores

Los hermanos

Las peleas

La relación de pareja de los padres

NUESTRA VIDA DIARIA CON LOS NIÑOS

La alimentación

El cuidado de los dientes

Sobre la llamada “sexualidad infantil”

El adiós a los pañales

La ropa de los niños

Los juegos y los juguetes

Los niños y los muñecos

Pintar y modelar

Las rimas y las canciones

Contar cuentos y leer en voz alta

Los niños y las estaciones del año

La televisión

La seguridad de los niños

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA CADA UNA DE LAS ETAPAS DE LA PRIMERA INFANCIA

Del primer año al año y medio

Del año y medio a los dos años

Del segundo al tercer año

Del tercer al cuarto año

LAS ENFERMEDADES INFANTILES

El dolor y la fiebre

El papel del médico de cabecera

Las enfermedades infantiles más frecuentes

El trato que necesitan los niños enfermos

BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS

La realidad de la infancia es una idea que atraviesa todas las fronteras; a veces la detienen y rechazan, pero siempre continúa su camino

NELI POSTMAN∼

¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE EN NUESTRO TRATO CON LOS NIÑOS PEQUEÑOS?

¡Todos los niños son distintos! A partir de esta constatación podríamos pensar que hay que renunciar a cualquier principio educativo y dejar que cada situación particular determine nuestro comportamiento como educadores. Sin embargo, es importante ser conscientes de algunos aspectos que tienen validez para todos los niños.

TODO DESARROLLO, POR MUY INDIVIDUAL QUE SEA, SE BASA EN UNAS LEYES GENERALES.

CONOCERLAS NOS AYUDA, A LOS PADRES Y A LOS EDUCADORES, A CREAR UN ESPACIO PROTECTOR ALREDEDOR DE LOS NIÑOS Y A NO PERDER LA CALMA EN AQUELLOS MOMENTOS EN LOS QUE PODRÍAMOS SENTIRNOS DESBORDADOS. ASÍ PUES, EN PRIMER LUGAR, NOS CENTRAREMOS EN ALGUNAS COSAS QUE NOS AYUDARÁN A CREAR UN FUNDAMENTO A PARTIR DEL CUAL PODAMOS ADOPTAR MEDIDAS EDUCATIVAS APROPIADAS PARA CADA SITUACIÓN PARTICULAR.

LOS NIÑOS NECESITAN EL CALOR DEL HOGAR

Los niños no pueden desarrollarse bien si carecen del “calor de un nido”. Para que ese calor exista, lo más importante de todo es el afecto. Gracias al amor que reciben y a los ánimos que les damos, los niños aprenden a confiar en las personas que tienen a su alrededor, a sentirse seguros y a prestar atención al mundo que les rodea con absoluta confianza.

 

Cuando hablamos del “calor del nido” hacemos referencia tanto a la calidez de corazón, a la cordialidad y a la comodidad del hogar para que todos los miembros de la familia se sientan bien en él, como al simple calor corporal, puesto que los niños deben ir vestidos de tal modo que se sientan cómodos y abrigados.

— LOS LÍMITES Y LA CLARIDAD FORMAN PARTE DEL AMOR —

Algunas veces nos puede parecer que esta importante tarea de los padres está en contradicción con la de señalar a sus hijos dónde están los límites. Cuando los adultos señalan un límite, deben mostrar determinación y decisión; aparentemente todo lo contrario al amor y a la calidez, que suelen ir asociados con la indulgencia y con la suavidad. Sin embargo, el amor entendido en un sentido amplio también implica ofrecer seguridad y claridad, aunque para ello sea necesario adoptar una conducta decidida que, en ocasiones, puede resultarnos desagradable a los propios padres.

Al fin y al cabo, para crear un hogar o un nido cálidos se necesita también algo que expresa muy bien un dicho popular australiano: “Lo más bello que le podemos dar a un niño son raíces y alas”. Si desde la infancia les prestamos atención a esos dos ámbitos por igual —transmitiéndoles calor, claridad y seguridad, y ofreciéndoles al mismo tiempo las suficientes posibilidades de descubrir el mundo—, correremos menos riesgos de caer con frecuencia en alguno de los extremos.

TODO A SU TIEMPO

Para que los niños tengan un buen desarrollo, es decisivo que puedan recorrer completamente todas sus fases, y que dispongan de tiempo suficiente para cada una de ellas, porque cada nuevo paso en su evolución supone una especie de ruptura y puede considerarse como un pequeño nacimiento.

Todos sabemos que los embarazos deben tener cierta duración para que los niños nazcan sanos. Si duran más de cuarenta semanas —o menos—, surgen algunos problemas que con frecuencia se hacen evidentes durante el parto.

El arte de educar consiste en encontrar el término medio preciso entre estimular a los niños demasiado o demasiado poco. Hoy en día existe la tendencia a acelerar el desarrollo de los niños, estimulando sobre todo sus capacidades intelectuales. Sin embargo, eso implica un empobrecimiento de otros ámbitos con sus correspondientes repercusiones, puesto que, al fin y al cabo, durante su vida el ser humano necesitará disponer de otras capacidades, además de las simplemente intelectuales.

LOS NIÑOS PEQUEÑOS NECESITAN PROTECCIÓN

El adulto, con la ayuda de su facultad de pensar, puede resumir y ordenar sus percepciones, puede distanciarse del mundo y de ese modo, consigue crear una especie de pared protectora a su alrededor.

En los niños pequeños, por el contrario, cada una de las impresiones que reciben a través de sus sentidos penetra en su interior y afecta, incluso, a la delicada formación de sus órganos. Los especialistas consideran, por unanimidad, que los tres primeros años de vida constituyen la fase más vulnerable y de mayor influencia en el desarrollo de los niños, tanto en lo que se refiere a su salud física posterior como a su bienestar anímico. Durante esos tres primeros años los niños dependen totalmente de sus padres. Ellos son quienes les proporcionan todo lo que necesitan y los protegen, tan bien como pueden, de estímulos y experiencias no deseados.

— LOS PRIMEROS AÑOS DEL NIÑO SON DECISIVOS PARA TODA LA VIDA —

LA POSIBILIDAD DE TENER EXPERIENCIAS ORIGINALES

Para que la primera fase de los niños pequeños sea saludable, es importante que tengan la oportunidad de reunir suficientes experiencias; experiencias que puedan aprovechar desde la perspectiva de sus propias posibilidades y que contribuyan a fomentar su sano desarrollo.

— LA IMPORTANCIA DE LAS EXPERIENCIAS SENSORIALES —

En primer lugar, están todas las experiencias sensoriales que los niños reciben de forma natural a través de sus ojos, sus oídos, el olfato y la piel. Perciben el olor del bosque, sienten la arena fría y la aspereza de la piedra, muerden una manzana, escuchan el viento o un pájaro y oyen a alguien cantando una canción. Este tipo de experiencias son numerosas. Caer y volver a levantarse, trepar, mantener el equilibrio sobre un triciclo, construir una gran torre con pequeñas piezas de madera. Sentarse a la mesa con mucha hambre después de no haber parado de moverse y hacer cosas. Mojarse y tener frío cuando llueve y después calentarse en una habitación caldeada, o romper a llorar porque a su hermana le dejan coger de la estantería un libro con ilustraciones muy bonitas que a él no le dejan.

Si los padres se ponen como meta transmitir a su hijo únicamente experiencias agradables, impiden el desarrollo de sus facultades sociales. Además, existe el peligro de que un niño así eche de menos la intensidad y los retos de una forma de vida donde las experiencias bonitas y las menos bonitas se alternan. Eso puede llevarle más adelante a buscar de forma inconsciente experiencias cada vez más placenteras, con el fin de compensar la falta de experiencias intensas.

Evidentemente es inevitable que se produzcan situaciones arriesgadas para la salud. A través de los ojos, los oídos, la piel, la boca y la nariz, el niño incorpora algunos elementos que pueden provocarle enfermedades, como es el caso de las alergias; pero como no va a ser posible eliminar estas cosas del mundo, lo fundamental es crear una compensación y ofrecer a los niños las máximas posibilidades de obtener experiencias originales.

MODELO E IMITACIÓN

Los niños necesitan tener un modelo para poder desarrollar lo que llevan dentro, lo que hay en ellos. Los bebés y los niños pequeños aún están totalmente abiertos a todo lo que sucede a su alrededor. Jugando, y a menudo sin que ni siquiera nos demos cuenta, imitan todo lo que hacemos. Por esa razón el modelo que los padres les ofrecen a sus hijos constituye el principal medio educativo durante los primeros años de vida. Además, los niños no sólo ven lo que hacen los adultos, sino también cómo lo hacen. Cuanto más interés, amor y alegría pongamos en nuestras acciones, más positivo será el efecto que esas acciones tendrán sobre los niños. Estos son los retos a los que se enfrentan los padres. Pero sin miedo: ¡ningún adulto dispone, desde el principio, de dicha facultad!

No tenga miedo de cometer errores

IGUAL QUE CADA NIÑO ES DIFERENTE, TAMBIÉN CADA PADRE Y CADA MADRE SON DISTINTOS. POR ESO NO PUEDEN EXISTIR SOLUCIONES DEFINITIVAS PARA LAS SITUACIONES DIFÍCILES.

Quien educa a su hijo de acuerdo con un método en exclusiva, o quien se deja guiar en exceso por el parecer de otras personas, corre el riesgo de descuidar sus propias impresiones y su propia capacidad de juicio. De esa forma los padres no se hacen ningún favor, ni a ellos mismos ni a su hijo. Una gran parte de la educación consiste en observar muy atentamente a los niños y ver cómo reaccionan ante lo que hace o dice su educador, pero al mismo tiempo hay que dirigir la mirada a uno mismo y estar atento a las propias necesidades para valorarlas debidamente. A fin de cuentas la educación tiene que ver con el hacer, y todos los padres cometen errores. Para muchos ser padres es como lanzarse a la piscina. Educar no significa evitar las equivocaciones, sino emprender con valentía el propio camino, por muy inseguro que uno se pueda sentir al principio. Por mucho que los padres intenten hacerlo todo correctamente, los errores son inevitables. Precisamente, el arte del educador consiste en aprender de los propios errores. ¡Al fin y al cabo, quienes son padres deben aprender a serlo desde cero!

— LOS ADULTOS SON UN MODELO DE IMITACIÓN —

CADA NIÑO TIENE SU PROPIA IDENTIDAD

Los niños de una misma familia resultan con frecuencia muy distintos. La educación y la herencia no son los únicos factores determinantes. Cada niño también trae consigo algo propio que a lo largo de la infancia se hace cada vez más patente. Todo ser humano tiene su propia identidad, y en él juegan un papel importante sus predisposiciones, sus talentos, sus carencias y las enfermedades que padece. En uno de sus hijos puede predominar un carácter radiante, alegre, sin complicaciones, mientras su hermano, por el contrario, puede estar marcado por enfermedades, fuertes cambios de ánimo y otras complicaciones. Con uno, el adulto puede tener una sensación de seguridad, y con el otro, dudar una y otra vez sobre su propia destreza como educador. Comprender que estas dificultades —al menos hasta cierto punto— forman parte del camino de ese niño debería contribuir a tranquilizar a sus padres y ayudarlos a aceptarlas. Ni siquiera dándoles todas las atenciones del mundo y una buena educación, seria sería evitar algunos problemas con los que nuestros hijos se encuentran en su desarrollo.

Resumen

* El amor y el calor, junto a unos límites bien señalados y claros, crean el ambiente básico para un mejor desarrollo de los niños.

* Trate de encontrar el punto medio entre la carencia y el exceso de estímulos, entre exigirles mucho, y demasiado temprano, o exigirles demasiado poco.

* Permita a su hijo que tenga experiencias auténticas.

* En la educación no existen soluciones únicas y definitivas. Atrévase a cometer errores, tenga en cuenta sus propias impresiones y confíe también en su capacidad para juzgar las cosas.

* Piense que su hijo siempre imita su forma de vivir, el cómo vive usted.

* Cada niño tiene sus particularidades personales. También los obstáculos y las dificultades forman, en determinadas circunstancias, parte de él.

¿Alguien sabe de dónde viene el sueño que revolotea por los ojos de los niños?
Se rumorea que habita en la ciudad de las hadas y desde allí viene a besar sus ojos

Rabindranath Tagore

EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS DURANTE LA PRIMERA INFANCIA

Aunque el desarrollo de los niños se produce principalmente de acuerdo con ciertas regularidades, el tiempo y el orden de sucesión de las distintas fases de desarrollo pueden variar de un niño a otro. En todas estas fases la palabra clave es “movimiento”.

MOVIÉNDOSE ES CÓMO LOS NIÑOS SE CONOCEN A SÍ MISMOS Y CONOCEN EL MUNDO. LAS EXPERIENCIAS QUE TIENEN AL MOVERSE LES AYUDAN A ADQUIRIR LAS TRES HABILIDADES QUE DIFERENCIAN AL SER HUMANO DE LOS ANIMALES: ANDAR ERGUIDO, HABLAR Y PENSAR. EN EL TRANSCURSO DE LA PRIMERA INFANCIA, LOS NIÑOS HARÁN SUYAS ESTAS PRIMIGENIAS HABILIDADES HUMANAS QUE, EN PARTE, SE DESARROLLAN PARALELAMENTE Y, EN PARTE, SE SUCEDEN UNA TRAS OTRA.

Las personas que hay en el entorno de los niños juegan un papel importante para su desarrollo.

En primer lugar, esto es debido a su función de modelo a imitar. Al fin y al cabo, todos los procesos de movimiento de los niños tienen por finalidad imitar a los adultos. Hay que ofrecerles tantas oportunidades como sea posible para que se muevan, para que sean cada vez más hábiles en sus movimientos: al correr, al trepar, al ir en bicicleta, al lanzar y agarrar objetos. Cuanto más variada sea la oferta que les brindemos, mejor adquirirán cada una de esas destrezas.

Con el fin de mantener una buena claridad de exposición, vamos a dividir este capítulo sobre el desarrollo infantil en distintos apartados, aunque en los primeros años de vida cada uno de esos desarrollos depende de los otros y, en realidad, no se puede establecer una clara diferencia entre los procesos corporales y los psíquicos. Además del desarrollo motor, del habla y del pensar, vamos a hablar del desarrollo socioemocional y del de la voluntad. Para cada una de esas facultades indicaremos una edad aproximada, pero no debe ser motivo de preocupación si el ritmo de un niño es un poco más lento. Cuando un niño aprende a andar muy tarde, quizá se deba, simplemente, a que no tiene ninguna prisa y, si se le deja su tiempo, la mayoría de las veces la cuestión se resolverá por sí sola. Sin embargo, también es cierto que en algunos casos excepcionales podría ser el síntoma de un desarrollo anómalo, entonces una intervención a tiempo resulta vital. En cualquier caso, es importante realizar con regularidad visitas médicas preventivas.

 

— CADA NIÑO TIENE SU PROPIO RITMO —

Resulta fascinante constatar todo lo que nuestro hijo sabe hacer. Igualmente fascina observar cómo realiza esos pasos, puesto que también en el mismo proceso se expresa su particularidad. Un niño, por ejemplo, puede aprender a andar más tarde que los demás, pero en el transcurso de un solo día llegar a hacerlo con sorprendente perfección; mientras que otro niño puede intentar dar sus primeros pasos más temprano, y no conseguir andar hasta después de muchos intentos fallidos.

EL DESARROLLO CORPORAL

Resulta fácil observar el desarrollo corporal de los niños a partir de sus cambios en el aspecto físico.

* Un niño de un año todavía tiene un cuerpo de bebé, aunque a lo mejor ya se mantiene de pie o puede andar. La cabeza, en comparación con el resto del cuerpo, es aún muy grande y supone una cuarta parte de su longitud total. A esta edad, a los niños no se les distingue bien el cuello del cuerpo porque hay muy poco espacio entre ellos. Su cabeza se ve, más o menos, directamente sobre el tronco; todo el cuerpo es redondo y blando, con zonas mullidas en las manos y pliegues en las muñecas. Cuando los niños tienen aproximadamente un año y medio se produce un cambio. Las relaciones corporales varían paulatinamente ya que la cabeza, en comparación con el resto del cuerpo, crece con menor rapidez.

* Hacia los dos años y medio empieza a configurarse la imagen típica del niño pequeño, que mantendrá hasta que cumpla los cinco años. La cabeza equivale ahora a una quinta parte de la longitud total del cuerpo. El cuello ya es más visible y permite que la cabeza sea algo más libre respecto al tronco, que ha crecido mucho y más que las piernas. En este período resulta llamativo que el tórax y la barriga conforman una gran zona redonda y blanda, donde aún no se distingue la cintura.

* Después del quinto año el crecimiento se desplaza hacia las piernas y los pies, cuyo desarrollo, en comparación con la cabeza y el tronco, había quedado algo atrasado. Los pies, por ejemplo, hasta el cuarto o quinto año no han terminado de formarse, y antes de cumplir los cinco años los niños los tienen planos por naturaleza. Tampoco la posición de las piernas es la misma que al final del periodo de educación infantil. Las posiciones erróneas son eventuales y completamente normales. Muchos niños con un año y medio mantienen las piernas arqueadas o en forma de (). Alrededor de los tres años eso cambia y muchos tienen las piernas zambas o en forma de X.

Para los niños las experiencias corporales son su gran centro de atención. Tienen verdadera necesidad de contacto físico y quieren conocer su cuerpo a fondo. Sus educadores pueden ayudarlos si les practican con cariño un buen cuidado corporal, si les hacen caricias y, por ejemplo durante el baño, les dan la oportunidad de que se descubran de pies a cabeza. En el capítulo sobre el llamado desarrollo sexual (véase página 60) trataremos el tema con mayor detenimiento. Por otro lado, el niño descubrirá su cuerpo sobre todo a partir de la acción.