Buch lesen: «Orígenes sociales de los derechos humanos»

Schriftart:


Orígenes sociales de los derechos humanos

Orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010

Resumen

El activismo de derechos humanos suele asociarse con el trabajo de organizaciones internacionales que buscan incidir en la manera en que los estados abusivos actúan en diferentes partes del mundo. En Barrancabermeja, Colombia, según sostiene Luis van Isschot en Orígenes sociales de los derechos humanos, la lucha por los derechos se ha dado de forma más orgánica y ha estado circunscrita a un ámbito local, como resultado de una larga historia de activismo civil y social. El autor analiza en profundidad las vidas de activistas locales en una zona de conflicto y enmarca sus experiencias en importantes cambios sociales que han moldeado a América Latina a lo largo del siglo XX.

Creada por la Standard Oil en 1919 y sede de la mayor refinería de petróleo del país, Barrancabermeja ha sido desde hace tiempo un campo de batalla crucial del conflicto armado colombiano. La ciudad, una de las áreas urbanas más militarizadas del mundo, ha sido base regional de las fuerzas armadas colombianas, así como de guerrillas de izquierda y del movimiento paramilitar nacional. En el contexto de una guerra sucia, cuyas víctimas fueron en su mayoría civiles, movimientos urbanos y rurales de Barrancabermeja y de su entorno próximo se unieron y crearon un movimiento para la defensa de los derechos humanos. Estos activistas prominentes solicitaron al estado colombiano la protección de derechos humanos básicos y denunciaron las más profundas desigualdades económicas, que consideraban como el origen del conflicto. Mediante el estudio detallado de las complejas dinámicas que se entretejen en Barrancabermeja, van Isschot muestra cómo las iniciativas que describimos como activismo de “derechos humanos” se derivan en gran parte de tales vivencias, asociadas con el autoritarismo, la guerra, la pobreza y la exclusión social. A través de un enfoque social e histórico, su análisis complementa y cuestiona el trabajo de investigadores que miran los asuntos asociados con los derechos fundamentalmente mediante una lente jurídica.

Palabras clave: ambiente, América Latina, Colombia, derechos humanos, historia, política.

The Social Origins of Human Rights: Protesting Political Violence in Colombia’s Oil Capital, 1919-2010

Abstract

Human rights activism is often associated with international organizations that try to affect the behavior of abusive states around the globe. In Barrancabermeja, Colombia, argues Luis van Isschot in The Social Origin of Human Rights, the struggle for rights has emerged more organically and locally, out of a long history of civil and social organizing. He offers deep insight into the lives of home-grown activists in a conflict zone, against the backdrop of major historical changes that shaped Latin America in the twentieth century.

Built by Standard Oil in 1919, and home to the largest petroleum refinery in the country, Barrancabermeja has long been a critical battleground in Colombia’s armed conflict. One of the most militarized urban areas on earth, the city has been a regional base for the Colombian armed forces as well as for leftist guerrillas and a national paramilitary movement. In the midst of a dirty war in which the majority of victims were civilians, urban and rural social movements from Barrancabermeja and the surrounding area came together to establish a human rights movement. These frontline activists called upon the Colombian state to protect basic human rights and denounced the deeper socioeconomic inequalities they saw as sources of conflict. Through close study of the complex dynamics at work in Barrancabermeja, van Isschot shows how the efforts we describe as “human rights” activism derive in large part from these lived experiences of authoritarianism, war, poverty, and social exclusion. Through its social and historical approach, his analysis both complements and challenges the work of scholars who look at rights issues primarily through a legal lens.

Keywords: human rights, history, Latin America, Colombia, politics, environment.

Citación sugerida/Suggested citation

Van Isschot, Luis. Orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010. Bogotá, D. C.: Editorial Universidad del Rosario, 2020.

https://doi.org/10.12804/th9789587844764

Orígenes sociales de los derechos humanos:

violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010

Luis van Isschot

Traducción de

Claudia Caicedo

Van Isschot, Luis

Orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010 / Luis van Isschot. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Derechos humanos – Colombia. 2. Luchas sociales – Colombia. 3. Movimientos sociales – Colombia. 4. Violencia – Colombia. 5. Violación de los derechos humanos – Colombia. Industria del petróleo – Colombia. I. Van Isschot, Luis. II. Universidad del Rosario. III. Título.

341.48 SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI


JAGHAgosto 6 de 2020

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995


© Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario

© Luis van Isschot

© Claudia Caicedo, por la traducción

Los orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010 de Luis van lsschot se publica por acuerdo con la University of Wisconsin Press. © 2015 por la Junta de Regentes del Sistema de la Universidad de Wisconsin. Todos los derechos reservados.

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 No. 12B-41, of. 501

Tel: 2970200 Ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición en español: Bogotá, D. C., 2020

ISBN: 978-958-784-475-7 (impreso)

ISBN: 978-958-784-476-4 (ePub)

ISBN: 978-958-784-477-1 (pdf)

https://doi.org/10.12804/th9789587844764

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo:Lina Morales

Diseño de portada: Juan Ramírez

Diagramación: Precolombi EU-David Reyes

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de su autor y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

A Stephanie, Jordi y Nicolasa

Autor

Luis van Isschot es profesor asociado de historia moderna de América Latina en la Universidad de Toronto, especializado en la historia de Colombia. Ha trabajado e investigado sobre cuestiones relacionadas con los derechos humanos en América Latina, Canadá y los Estados Unidos, así como en la región de los Grandes Lagos de África.

Contenido

Lista de figuras y mapas

Prefacio

Agradecimientos

Abreviaturas

Cronología de la historia de Barrancabermeja

Introducción. “Un auge de lucha muy grande”

La guerra contra los derechos humanos

Los derechos humanos como protesta social

Para comprender la represión paramilitar

Un nuevo paradigma de protesta social

Panorama general

1. Trabajadores petroleros, colonos y las raíces del radicalismo popular

Una ciudad rebelde

Conquistadores, colonos y capitalistas

La llegada de los petroleros

La vida y el trabajo en una ciudad pujante

Raíces de la cultura de políticas radicales

El levantamiento comunero de Barrancabermeja

Conclusión

2. Nuevos movimientos sociales se dan a conocer

Surgen nuevas formas de protesta

Surgen nuevos actores sociales en Barranca

Una nueva identidad regional

Nace el movimiento cívico popular

La huelga petrolera de 1971

Represión y contrainsurgencia

Reclamaciones de derechos sociales

La militarización de Barranca

Conclusión

3. La guerra en el campo y la transformación de una ciudad-empresa

Introducción

El crisol de los derechos humanos en Colombia

Campesinos denuncian el paramilitarismo

La Coordinadora Popular de Barrancabermeja

La masacre de Vuelta Acuña

Conclusión

4. La protesta popular y el activismo por los derechos humanos

Introducción

Los primeros disparos en la guerra sucia

Advenimiento de la militancia por los derechos humanos

La angustia y la protesta popular en las secuelas de la violencia

Derechos humanos y revolución

Conclusión

5. Biografía extraordinaria de un movimiento por los derechos humanos

Introducción

Un nuevo paradigma de protesta social

Defensa de la cultura popular de protesta

Una ciudad y una región asediadas

Conclusión

6. La guerra contra los defensores de derechos humanos

Un mensaje aterrador

La violencia paramilitar en Barrancabermeja

La masacre en La Rochela

Nace el comité de los derechos humanos

Los ataques contra Credhos

La naturaleza cambiante de la propuesta popular

Conclusión

7. Respuesta de los movimientos sociales al cambio catastrófico

La toma de Barrancabermeja

La masacre del 16 de mayo de 1998

Los movimientos sociales responden a la ocupación paramilitar

Conclusión

Conclusión. “Esta utopía… esta posibilidad de seguir soñando”

En la línea de fuego

Los derechos humanos, los movimientos sociales y el Estado

Reconsiderando las redes de defensa

El legado de los movimientos locales de derechos humanos

Bibliografía

Listas de figuras y mapas

Figuras

Figura 1. El Cristo Petrolero, símbolo de Barrancabermeja

Figura 2. Refinería en Barrancabermeja

Figura 3. Marcha laboral a principios de los años sesenta

Figura 4. Visita del presidente Julio César Turbay Ayala a Barrancabermeja en 1980

Figura 5. Reunión del partido político Unión Patriótica en Barrancabermeja, años ochenta

Figura 6. Un salón atestado en una reunión del concejo municipal en Barrancabermeja, años ochenta

Figura 7. Sabotaje al gasoducto al sur de Barrancabermeja, 1998

Figura 8. Dirigente del sindicato de los trabajadores petroleros, Hernando Hernández, hablando en una manifestación en protesta de la masacre del 16 de mayo de 1998

Figura 9. “Las mujeres no parimos ni forjamos vida para la guerra”. Miembros de la Organización Femenina Popular protestan contra la violencia en el Magdalena Medio. Mayo de 1998

Figura 10. Sirviendo sancocho. 1º de mayo de 1998

Mapas

Mapa 1. Norte de Colombia, con cifras de población de las principales zonas urbanas. Circa 1905

Mapa 2. Barrios seleccionados de Barrancabermeja, la refinería, El Centro y los barrios nororientales. Circa 1998

Mapa 3. Lugares populares, oficinas de los movimientos sociales y calles principales en el centro de Barrancabermeja. Circa 1998

Mapa 4. Región del Magdalena Medio, incluyendo topografía, ríos importantes, municipios seleccionados y sitios de actividad guerrillera y paramilitar. Circa 1997

Prefacio

Diariamente miles de personas viajan desde y hacia Barrancabermeja por vía fluvial. La mayoría viene del campo en tránsito a otro destino en el interior del país, a buscar trabajo, a vender sus productos agrícolas y pescado, o en busca de seguridad. Los taxis acuáticos, conocidos como ‘chalupas’, y las canoas con motores fuera de borda, conocidas como ‘johnsons’, zumban y saltan por todo el río Magdalena a la sombra de la refinería de petróleo más grande de Colombia. Terraplenes de concreto se extienden por dos kilómetros a lo largo de la orilla. Antes de llegar a la ciudad, embarcaciones originarias de Puerto Wilches, Cantagallo, Puerto Berrío, Simití u otras pequeñas poblaciones pueden ser sometidas a requisas por parte de las fuerzas de seguridad colombianas, por paramilitares o por guerrillas. Barrancabermeja es la capital no oficial de una región rica en recursos y asediada por la guerra, conocida como el Magdalena Medio. Este es un territorio de tierras bajas, cálidas y húmedas, que se extienden por unos 30 000 kilómetros cuadrados e incluye siete departamentos de Colombia.1 A pesar de que en el Magdalena Medio se produce una gran cantidad de riqueza, se calcula que hasta un 70 % del millón de residentes de la zona vive en la pobreza, casi el doble del promedio nacional.2 Desde mediados del siglo XX, el Magdalena Medio ha sido escenario de operaciones de insurgencia y contrainsurgencia. Las dificultades económicas y la violencia han llevado a miles de personas a abandonar en forma permanente las zonas rurales.


Mapa 1. Norte de Colombia, con cifras de población de las principales zonas urbanas. Circa 1905


Figura 1. El Cristo Petrolero, símbolo de Barrancabermeja

Fuente: fotografía del autor.

En un retén de la Armada justo al norte de la refinería, los viajeros son interrogados y registrados por soldados jóvenes. Desde ahí hay un corto viaje hasta el muelle municipal. Los migrantes pueden dirigirse desde la zona del puerto, a través de un centro comercial de la ciudad bastante congestionado, pasando ante filas de apartamentos modestos. En la vía, pueden dar un vistazo al Cristo Petrolero (véase la figura 1), una escultura de Cristo, en hierro, de 26 metros de altura, con sus manos elevadas hacia el cielo, erigida en 1995 en la ciénaga Miramar, la laguna que separa a la refinería del centro de Barranca. Buses municipales y motocicletas resuenan al pasar por la sede principal del sindicato de los trabajadores del petróleo y al cruzar la vía férrea hacia los barrios populares de la ciudad que se expanden cada vez más. Los barrios orientales, que una mayoría de barranqueños llama su hogar, consisten principalmente en pequeñas cabañas de concreto, con grupos de casuchas de madera ensambladas más recientemente en la periferia. El terreno del otro lado de la vía férrea, de lo que se conoce como el puente elevado, está desnivelado, es de un verdor sorprendente y está físicamente aislado de la ciudad más próspera, construida con las ganancias de la industria del petróleo.

Desde principios del siglo XX, Barranca ha estado conectada con Bogotá y con el mundo exterior por vía aérea. Cuando uno llega en avión, lo primero que lo sorprende es el calor. La humedad llena la cabina de los aviones Fokker 50 de doble turbina de la aerolínea Avianca, a medida que se desciende hacia el exuberante valle. Barranca tiene una temperatura promedio de 30 °C, pero el mercurio a menudo sobrepasa los 45 °C al mediodía. A diferencia de las zonas costeras de Colombia, el aire de Barranca es caliente y espeso. Está ubicada a 500 kilómetros de distancia del mar. Casi nunca hay brisa y las hojas penden inmóviles de los árboles. El río Magdalena, rugiente y colmado de sedimento, ofrece muy poco alivio. Desde la llegada de la Jersey Standard en 1919 han estado viniendo a la capital y otros lugares administradores e ingenieros que vienen a trabajar a la industria petrolera. Bajo el control del gobierno central desde 1961, Barranca ha seguido siendo el centro industrial más importante de país. Hasta las últimas décadas del siglo XX la ciudad pasó de ser uno de los principales lugares del conflicto armado y de la represión oficial a ser un centro de activismo social. Desde esa época, al personal de la compañía petrolera se han unido pequeños grupos de trabajadores de derechos humanos en sus vuelos a Barranca.

Viví en Barrancabermeja desde enero hasta diciembre de 1998. En esa época trabajaba como voluntario con las Brigadas Internacionales de Paz (PBI), una organización de derechos humanos fundada sobre los principios de la no violencia que, desde 1981, apoya movimientos populares amenazados en América Latina. A veces se nos ha descrito como “guardaespaldas desarmados” y nuestro trabajo consistía primordialmente en acompañar a defensores de derechos humanos en sus rondas cotidianas.3 Nosotros pasamos muchas horas en las oficinas locales de organizaciones de derechos sindicales y de derechos humanos. Cuando un activista recibía amenazas de muerte directas pasábamos las 24 horas del día a su lado. También emprendimos con regularidad viajes en busca de información a poblaciones a lo largo del río Magdalena. En todos los lugares a los que fuimos había ciudadanos comunes y corrientes, sacerdotes, sindicalistas, organizadores campesinos, abogados, concejales municipales y maestros de escuela que conformaban una red regional de activistas de derechos humanos.

Mientras estuve en Colombia me reuní con frecuencia con oficiales de la Policía Nacional, el Ejército y la Armada involucrados en el trabajo de contrainsurgencia. Algunos de estos encuentros tuvieron lugar en pequeñas poblaciones, en refugios, mientras había intercambio de disparos con otra fuerza. Soldados jóvenes nos dijeron que debían viajar en parejas y totalmente armados para hacer el corto viaje atravesando la ciudad para llamar a sus familias y a sus novias desde la oficina local de Telecom. También me reuní con oficiales de alto rango, como el general Fernando Millán, quien fuera acusado de organizar fuerzas paramilitares y quien fue comandante de la Quinta Brigada del Ejército colombiano en la ciudad de Bucaramanga. A medida que él hablaba con enojo de los activistas de derechos humanos de Barranca y denunciaba a individuos por su nombre como bandidos y subversivos, yo observaba en la pared detrás de su escritorio lo que parecía ser una foto de él posando con el dictador chileno Augusto Pinochet. En momentos como ese, los peligros del trabajo en derechos humanos se hicieron mucho más que evidentes.

En la noche del 16 de mayo de 1998, un grupo grande de hombres armados, vestidos con uniforme militar, asesinaron a siete personas y secuestraron a otras 25 en Barrancabermeja. Miguel, un voluntario de las Brigadas proveniente de España, nos llamó para darnos la noticia. En ese momento, él estaba acompañando a Osiris Bayter, la entonces presidente de la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos). Los detalles aún no eran claros y nadie sabía exactamente cuánta gente había sido asesinada. Nuestros temores e incredulidad fueron alimentados por rumores y por desinformación. La lista de muertos, hombres y mujeres jóvenes, era actualizada de boca en boca. Durante la semana siguiente, Barranca fue escenario de la mayor protesta en toda una generación. Pasamos cinco días con sus noches acompañando a los activistas de distintos grupos locales, en tanto ellos permanecían en vigilia en las barricadas que habían levantado en puntos estratégicos alrededor de la ciudad. Turnándonos en la oficina de las Brigadas de Paz escribimos informes sobre lo que estaba ocurriendo y los enviamos a grupos de derechos humanos alrededor del mundo, incluyendo Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Oficina de Washington para América Latina (WOLA) y el Comité Inter-Iglesias Canadienses Pro Derechos Humanos en América Latina.

La masacre del 16 de mayo y el paro cívico que tuvo lugar en consecuencia ocurrieron en una época en la cual los activistas de derechos humanos en Colombia estaban adquiriendo un perfil internacional cada vez mayor como críticos de la revitalizada guerra de las drogas de Estados Unidos. Antes de los ataques terroristas al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, Colombia era una de las principales preocupaciones de la política exterior del gobierno estadounidense. En junio del año 2000, un paquete de ayuda militar de 1300 millones de dólares fue aprobado por el presidente Bill Clinton tras más de un año de debate público. Los grupos de derechos humanos buscaban impedir el llamado Plan Colombia, al exponer los vínculos entre las fuerzas armadas colombianas y los escuadrones de la muerte de los paramilitares. Para hacerlo, muchos se apoyaron en la historia de Barranca como un ejemplo admonitorio.4 A medida que el Plan Colombia era discutido por el Congreso de Estados Unidos, decenas de activistas de derechos humanos colombianos viajaron a Washington, D.C., a convencer a los legisladores para que no aprobaran lo que llegó a ser un plan ligeramente velado de contrainsurgencia. Los miembros del Partido Demócrata de mente liberal insistieron en la asistencia humanitaria para los miles de personas que con certeza serían desplazadas por el empuje militar financiado por el Plan Colombia hacia el sur de Colombia controlado por los rebeldes.5 Los oportunistas estaban a la orden del día en busca de contratos para compra de armas. Tras una visita a la zona en el año 2001, Adam Isacson, observador de Colombia de vieja data y crítico perseverante del Plan Colombia, escribiría: “A medida que Washington se acerca más al largo y sangriento conflicto de Colombia, Barranca nos ofrece un adelanto de la pesadilla que se acerca”.6 La cantidad de organizaciones internacionales presentes en el Magdalena Medio se incrementaría notablemente durante aquellos meses y años.

A pesar de la atención dada a Barrancabermeja, los trabajadores de derechos humanos tendrían que encarar nuevos y terribles desafíos. A medida que el Plan Colombia entraba en efecto, las conversaciones de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia se fueron a pique y la violencia política en el Magdalena Medio se incrementó. Yo me marché de Barrancabermeja en diciembre de 1998, pero seguí trabajando para las Brigadas de la Paz en el proyecto de Colombia hasta el año 2003. Durante mi trabajo en la organización viajé con regularidad entre Washington, D.C., Ottawa, Bogotá y Barranca para ayudar a convocar grupos de la sociedad civil, diplomáticos, legisladores y ciudadanos comunes y corrientes en pro de la defensa de los trabajadores de derechos humanos. Durante los últimos meses, de la eventual conquista paramilitar de la ciudad en el año 2001, pude retornar a Barranca varias veces. En ese tiempo aprendí que mucho antes de que Barranca fuera conocida como una de las ciudades más violentas, en uno de los países más violentos del mundo, había sido un modelo de organización de los movimientos sociales. Cuando regresé a realizar la investigación para este libro en el año 2005, encontré a Barranca transformada. Los paramilitares ejercían ahora un control casi hegemónico sobre la política y la economía de la ciudad. Frustrados por los reveses que habían sufrido, pero decididos a neutralizar la continua amenaza de violencia, muchos de los activistas con quienes hablé se encontraban en un estado de reflexión. Durante nuestras conversaciones me enteré de cosas extraordinarias acerca de los movimientos populares de la ciudad y de su relación con el reciente contexto de guerrillas, paramilitares y fuerzas de seguridad del Estado. Los diversos hilos de la madeja de una larga historia de activismo social se fueron desenvolviendo a medida que exploramos travesías personales a través de la esperanza, la desilusión y la supervivencia.7

Una de las personas a las que entrevisté mientras realizaba la investigación para este libro fue al presidente de Credhos, David Ravelo, quien fue encarcelado el 14 de septiembre de 2010. El 7 de diciembre de 2012, David Ravelo fue sentenciado a 18 años y 3 meses por homicidio agravado. Margaret Sekaggya, quien fuera reportera especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos de 2008 a 2014, ha afirmado que el caso contra Ravelo fue parte de un patrón de acoso legal contra los defensores de derechos humanos en Colombia.8 Decenas de organizaciones de derechos humanos colombianas e internacionales, así como expertos, han denunciado irregularidades en el proceso judicial al cual fue sometido Ravelo. Muchos observadores han indicado que el caso contra Ravelo, al igual que aquellos contra otros activistas sociales, se basaron en declaraciones de paramilitares desmovilizados que ofrecieron su testimonio a cambio de la reducción de condenas, de acuerdo con los términos de la polémica Ley de Justicia y Paz del año 2005. El testigo clave contra Ravelo fue el comandante paramilitar Mario Jaimes Mejía, alias ‘El Panadero’, quien actualmente está cumpliendo condena por su participación en la masacre de 32 personas en Barrancabermeja el 16 de mayo de 1998.9 En 2014, se anunciaron investigaciones contra ‘El Panadero’ por cargos de fraude y testimonio falso, en relación con el caso de David Ravelo, y por secuestro, tortura y asalto sexual en relación con el caso de la periodista Jineth Bedoya. El caso de Ravelo fue sometido a la Jurisdicción Especial para la Paz en 2015, y el defensor de derechos humanos recuperó su libertad en 2017.

Las experiencias de muchos activistas con quienes hablé y los interrogantes que plantearon fueron la fuente de inspiración de este libro. He sido sumamente afortunado al tener la oportunidad de investigar, escribir y enseñar acerca de las raíces de los movimientos de derechos humanos en América Latina. Esta obra fue desarrollada como resultado de la tensión creativa entre la investigación académica, la enseñanza y la práctica en materia de la justicia.

Notas

1 Santander, Cesar, Bolívar, Antioquia, Boyacá, Caldas y Cundinamarca.

2 Miguel Barreto Henriques, “El laboratorio de paz en el Magdalena Medio: ¿un verdadero ‘laboratorio de paz’?”, en Guerra y violencia en Colombia: herramientas e interpretaciones, editado por Jorge A. Restrepo y David Aponte (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2009), 504.

3 Liam Mahony y Luis Eguren, En buena compañía: el acompañamiento internacional para la protección de los derechos humanos (Santander, España: Universidad de Cantabria, 2006).

4 A partir de 1994, las Brigadas Internacionales de Paz mantuvieron equipos en Barrancabermeja conformados por media docena de observadores internacionales. En los años siguientes, otras organizaciones internacionales, incluyendo a Médicos Sin Fronteras, Christian Peacemaker Teams, Amnistía Internacional, Paz y Tercer Mundo, y otros establecieron proyectos en la ciudad. La ciudad se convertiría en un punto de referencia para muchos activistas internacionales. En mayo de 1999, Amnistía Internacional publicó por primera vez un reporte detallado sobre Barranca. Amnesty International, Barrancabermeja: A City under Siege (Londres: Amnesty International Publications, 1999).

5 En las audiencias del Senado de Estados Unidos para evaluar el progreso del Plan Colombia en octubre de 2003, testigos expertos y legisladores establecieron el vínculo entre el Plan Colombia, la erradicación de los cultivos de droga y la migración interna forzada. Según testigos expertos, en esa época hubo aproximadamente 2,5 millones de personas desplazadas internamente en Colombia. Committee on Foreign Relations, U.S. Senate, Challenges for U.S. Policy towards Colombia: Is Plan Colombia Working? (Washington, D.C.: U.S. Department of State, 2003), 34.

6 Adam Isacson, “Los nuevos dueños de Barranca: reporte del viaje de CIP a Barrancabermeja, Colombia, 6-8 de marzo del 2001” (Washington, D.C.: Center for International Policy, 2001).

7 He discutido el proceso de conducir entrevistas de la historia oral en Barrancabermeja en el ensayo “The Heart of Activism in Colombia: Reflections on Activism and Oral History Research in a Conflict Area”, en Off the Record: Unspoken Negotiations in the Practice of Oral History, editado por Stacey Zembrycki y Anna SheẠel (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2013), 239-254.

8 International Federation for Human Rights (FIDH), Colombia: caso de David Ravelo Crespo, Communiqué (noviembre 4, 2014), https://www.fidh.org/es/americas/colombia/16400-colombia-caso-de-david-ravelo-crespo#nb1.

9 “¿Las mentiras de ‘El Panadero’?”, El Espectador, septiembre 16, 2014; “‘El Panadero’, a juicio por el caso de la periodista Jineth Bedoya”, El Tiempo, septiembre 30, 2014.