En pos de la humanidad

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

—Te he dicho que todavía no es seguro que me vaya —le contesta desabridamente. Top queda muy sorprendido por el tono y le dice muy suave.

—Lo digo para prevenir. ¿No? —Rea acorralada tiene que ceder.

—Bueno hablemos con ella —dice con voz suave y rabiosa. Top y Rea se acercan al grupo en que está Hydra. Rea la llama—. Hydra queremos hablar contigo. ¿Tienes un momento? —Hydra se acerca jovial diciendo.

—Para vosotros todo el tiempo del mundo —mientras abraza y besa a Rea luego abraza y besa a Top, a Rea le parece que el beso y abrazo a Top es más fuerte y efusivo del que le prodigó a ella, dominando los rencores que la corroen le explica sonriendo con simpatía.

—Verás Hydra, sabes que Top y yo desde siempre —enfatizó— estudiamos juntos pero en este primer curso de la segunda fase a mis padres los destinan a otro sector durante un año y yo claro tengo que ir con ellos. —A Hydra se le iluminan los ojos.

—¿Y qué? —pregunta.

—Pues, que he pensado si puedes estudiar tú con él durante mi ausencia —vomita Rea seguido y de un tirón. Hydra con una gran sonrisa le responde.

—Claro que sí Rea para eso estamos las amigas. —Y se dirige a Top con una mirada chispeante que no pasa desapercibida a Rea—. Top en cuanto me necesites, me llamas, sin problema.

—Gracias Hydra —le contesta Top amablemente. En aquel momento Calisto le grita a Top.

—¿Puedes venir a ayudar? —Rea aprovecha para despedirse.

—Tenemos que irnos Hydra ya hablaremos. —Esta última frase suena a gruñido perruno. Mientras se alejan Top le comenta a Rea.

—Hemos tenido suerte ya hemos arreglado algo

—¡Cállate! —le contesta Rea con un bufido. Top queda sorprendido y perplejo, en su inocente despiste no pilla nada. Top le pregunta a Calisto.

—¿En qué quieres que te ayude?

—A instalar estos equipos. —Una vez terminada la instalación al rato se despiden.

—Vale Top a la tarde nos vemos. —Por el camino Rea comenta.

—Yo me voy a mi casa.

—Espera —le conmina Top—, te invito a comer tengo unos créditos ahorrados, vamos a comprar comida preparada y comemos en la burbuja. ¿Vale?

—Top, me esperan en casa —dice ella preocupada.

—Pues coges el comunicador y les dices que estás conmigo y que no vas —le dice él con energía. Rea asiente, le seduce la propuesta de Top. Ya en la burbuja con la compra hecha Rea comenta.

—Top siéntate y déjame que prepare la mesa me gusta hacerlo.

—De acuerdo —le contesta él mientras piensa cómo ajustar sus futuras dietas a aquel dispendio pero está muy feliz. Mientras comen comentan todo lo tratado con Calisto y Muan, su imaginación les lleva a dar paseos por los planetas y lunas del sistema solar, les gusta la idea.Ya en la sobremesa Rea tiene que preguntarle lo que la corroe.

—Top ¿te gusta Hydra? —Top contesta con naturalidad.

—Sí es muy bonita. —Rea repite.

—Digo si te gusta. —Aquí Top sí que algo pilla y contesta muy seguro.

—¿Para qué? —Ante la expresión perpleja de Rea insiste Top—. ¿Si Hydra me gusta? pero ¿para qué? —Ante el parón expresivo de Rea, Top prosigue—. Rea, tú me gustas para todo, Hydra me gusta para ayudarme a estudiar. —Rea queda desarmada y termina el tema con un suspiro.

—Ojalá no tenga que irme. —Son las 16h y se disponen a recoger la mesa, luego saldrán paseando a encontrarse con Calisto, Muan, Hydra y otros amigos en el baile que se celebra en el local de actos del sector. El encuentro es eufórico.

En el local encuentran un gran ambiente al que se incorporan rápidamente a practicar «baile deportivo» ritmos frenéticos que cada cual los sigue según le parece, es un gran espectáculo contemplarse unos a otros, todos se divierten. Rea está muy feliz ella tiene un gran sentido del ritmo y hasta en ocasiones le forman un círculo aplaudiéndola, está muy feliz hasta que… Su amiga Hydra que también lo hace muy bien y tiene más «cosas» que mover se incorpora al círculo a su lado y el éxito queda repartido.

A las 20h se supone un agotamiento general y se cambia el ritmo y la iluminación a más suaves, según ancestrales costumbres que perduran, la música ahora es dulce y suave, todos bailan abrazados a su pareja moviéndose lentamente. Rea abraza a Top y le dice.

—Vamos a bailar. —Mientras bailan Rea se da cuenta de que Top sigue jugando divertido. La dulce música, el ambiente y ella a Top no le inspiran nada. Al rato Hydra se les acerca.

—Rea ¿me dejas bailar con Top? Solo un ratito.

—Claro que sí —le contesta Rea. Hydra se abraza a Top, Rea sorprendida observa a un Top cambiado, no ríe está serio pero con una expresión muy feliz, Hydra sigue con Top y ya ha pasado más que un ratito esta noche Rea tendrá mucho en que pensar, le será difícil dormir.

Pasan los días Hydra ante la posibilidad de que Rea tenga que irse, ha estrechado los lazos con esta y con Top. Rea ya no es tan recelosa y combativa forman un trío de amistad muy positivo.

A Rea se le ha hecho muy patente que Top para ella es el mismo de siempre, le encanta estar con ella y siempre está dispuesto a protegerla de todo, contra todos y ayudarla, pero se le ha hecho muy evidente que con Hydra Top es otro Top, ni mejor ni peor, pero diferente y desconocido, no quiere pensar en esto pero es que no se le quita del pensamiento.

Mediados de noviembre, Rea por el comunicador cita a Hydra a la burbuja de Top para verse los tres, una vez reunidos, Rea con los ojos húmedos les da la noticia.

—Ya está confirmado —empieza Rea con voz temblorosa—, a mis padres los trasladan por motivo de sus trabajos de investigación a un sector muy lejano y a mí con ellos al menos por un año. —La humedad de los ojos de Rea se desborda en cantidad contagiando a Hydra que casi la supera Top intenta disimular pero grandes lagrimones resbalan por sus mejillas. Hydra piensa para sí: «¿Qué tendrá esta mocosa para hacerse querer tanto?». Se quedan los tres en silencio cada uno sorbiendo sus lágrimas. Top se repone intentando ser duro y optimista.

—Rea somos muy jóvenes, un año pasa pronto, tenemos el problema que hasta los catorce años no podemos pedir solos un transporter para ir tan lejos pero tenemos los comunicadores por los que podremos hablar y vernos.

Hydra y Rea rompen a llorar más fuerte, Top calla se da cuenta de que ha conseguido lo contrario de lo que pretendió.

Última semana de noviembre, Hydra está en su burbuja sentada pensando en sus amigos Top y Rea, los ha estado viendo aunque están un poco retraídos, parece que están aceptando la marcha de Rea, es lo mejor porque no es una gran desgracia, hasta cree que es todo lo contrario un gran beneficio para ellos, han estado juntos e inseparables los doce primeros años de su vida a estas alturas estar un año separados es lo mejor que les puede ocurrir, claro que no se lo dirá. Se le ocurre algo para estar un rato con ellos. Suena el comunicador de Rea.

—Hola Hydra.

—Oye Rea —le propone Hydra— del uno al diez de diciembre a Top le toca la primera inspección de la burbuja he pensado ofrecerle nuestra ayuda para que le quede en estado de revista, yo he de pasar la segunda ya tengo experiencia.

—Muy buena idea —contesta Rea— ahora mismo le llamo y te digo algo. —Al rato suena el comunicador de Hydra.

—Dime Rea.

—Hemos quedado el martes por la tarde. ¿Te va bien a ti?

—Claro que sí —contesta Hydra contenta.

—Top dice que no le importa el motivo con tal de estar juntos —le aclara Rea.

—De acuerdo Rea hasta el martes.

Martes 16h Top está feliz esperando a Hydra y a Rea, son un encanto, los tres se lo pasan muy bien. Él se ha esforzado para dejarlo todo impecable no tendrán que limpiar nada. Hydra y Rea llegan puntuales.

—Top venimos a ayudarte a dejar bien la burbuja. —Top contesta con suficiencia.

—No tenéis que hacer nada ya está todo hecho. —Rea ha traído un frasco de limpiador y unos paños ha vertido el líquido en un paño y lo ha pasado por un mueble, el paño ha quedado negro.

—Mira Top —dice Rea mostrándoselo.

—¡Ahí va! —exclama Top— te has llevado la pintura.

—Top esto no es pintura esto… tiene otro nombre —le dice Hydra con voz paciente.

—No es posible he quitado el polvo —protesta Top.

—Top, hay que quitar el polvo y todo lo demás —le contesta Hydra con la misma paciente voz—. Andando Rea que tenemos trabajo que los inspectores son muy meticulosos. —Top demudado ante la evidencia pregunta.

—¿Puedo hacer algo?

—Sí, estarte quieto —responden Hydra y Rea. Top obedece muy humillado, ellas no lo demuestran pero están muy divertidas. Dejarlo todo bien ha llevado su tiempo Top agradecido y generoso les propone.

—Os invito a cenar.

—No Top se ha hecho tarde —contestan. –

—Y mañana por la tarde he de arreglar mi burbuja —añade Hydra.

—Te ayudaré Hydra he visto cómo lo hacíais y puedo hacerlo todo —se ofrece Top.

—¡Oh! Muchísimas gracias —le responde Hydra con un tono de sarcasmo que Top no pilla. Ella tiene su burbuja impecable. Hydra y Rea se van riendo.

Miércoles 16h, Hydra en su burbuja está esperando a Top y a Rea, ha preparado una mesa con chocolate y galletas, cuando llegan lo primero que dice Top.

—¿Por dónde empiezo?

—Pues… Por sentarte a la mesa —le responde Hydra divertida.

—Pero ¿qué hacemos? —insiste Top.

—Sentarnos y charlar aquí está todo hecho pero de verdad —le contesta Hydra. Top que ahora sí que lo pilla, se sienta y calla, ya relajados empieza Hydra.

—Bueno en unos días tendremos los debates finales para valorarnos en esta primera fase.

 

—Serán tediosos y aburridos, creo que ya lo sabemos todo —dice Rea. Top interviene.

—Lo importante es la valoración que te hacen al final del periodo de tu estancia en la burbuja y para esto queda tiempo.

—Paralelo a esta segunda fase —explica Hydra— vosotros tendréis las charlas del doctor Fermión y yo empezaré los cursos de conservación de alimentos.

—Está claro —interviene Top— que el acontecimiento más importante a la vista es el fin de año, el nuevo milenio, el nuevo siglo y la despedida de Rea. —Con lo último Top sabe que ha metido la pata puede observar que los ojos de ellas se humedecen—. Pensemos en el lado bueno —añade Top para arreglarlo—, estaremos juntos al menos seis años, un año es un cachito pequeño ¿vale? —Pero no arregla nada.

Última noche de diciembre del año 5999 en el local de actos del sector, un gran local circular capaz de aforar miles de personas, con un escenario central, al que van llegando cientos de participantes a la gran fiesta que supone despedir el año alegremente y con más alegría dar la bienvenida al año nuevo, nuevo siglo y nuevo milenio, entre ellos no podían faltar Rea, Top, Hydra, Calisto, Muan, los padres de Rea Titania y Oberon, los padres de Top Ganimedes y Dysmonia, los padres de Calisto Eris y Namaka una vez reunidos Rea pregunta.

—¿Y tus padres Hydra?

—Vendrán más tarde —responde Hydra—, les ha tocado un turno de vigilancia en los automáticos de gestión de cereales. —La fiesta es muy alegre y animada con ritmos muy felices. De pronto para la música, todos callan están a punto de dar las doce últimas campanadas del fin del último día del año, del siglo y del milenio. Todos están en silencio y concentrados evocando sus deseos para el nuevo año. Hasta la última campanada cuando se desata una gran euforia todos se abrazan y se besan, Rea, Hydra y Top con lágrimas en los ojos, apaciguada ya, esta explosión de alegría se reúnen los amigos, Oberon y Titania padres de Rea, quieren hablarles.

—Aprovechamos este momento para despedirnos os encontraremos a faltar mañana estaremos en casa preparándolo todo para salir el día dos de madrugada a nuestro nuevo destino, en un par de horas vendrá un transporte para llevarnos a casa. —Se les ve tristes y emocionados. Hydra se acerca a Top.

—¿Me dejas que te robe a Rea por un rato?

—Vale —contesta Top— pero no mucho rato. —La burbuja de Hydra está cerca, allí se dirigen paseando. Hydra le dice a Rea.

—Te veo triste y angustiada he pensado que te será bueno que te rescate de este bullicio por un ratito.

—Lo has acertado —le contesta Rea— lo necesitaba. Al llegar a la burbuja se sientan en la cama Rea al sentirse sin extraños que la observen da rienda suelta a sus lágrimas. Hydra la atrae contra su pecho.

—Vamos, vamos tranquilízate quiero hablar contigo. —Rea sin abandonar la protección de los brazos de Hydra balbucea.

—Te escucho. —Hydra empieza a hablar muy lentamente.

—A nuestra edad, precisamente ahora nuestros cuerpos cambian, tenemos sensaciones y emociones que no conocíamos, yo tengo solo seis meses más que tú y no hace mucho experimenté este cambio, no puedo contarte mucho porque las dos somos niñas, bueno, yo menos niña que tú donde vayas no quiero que te encierres ni te enclaustres, tienes que conocer gente, hacer amigos y salir con ellos, dentro de unos meses que tu cuerpo evolucione, quizá al mirar a un chico experimentes una sensación que jamás antes habías sentido. A Top le querrás siempre pase lo que pase pero quizá descubras que lo quieres como a un hermano, a Top le pasa lo mismo que a ti y pase lo que pase nunca dejará de quererte.

Rea se aparta de Hydra lentamente mirándola fijamente algo perpleja.

—Perdona Rea me ha costado pero tenía que decírtelo —le dice Hydra con voz emocionada.

—Hydra —habla Rea despacio y muy bajito—, creo que lo que me has contado me será útil y bueno, tenemos que volver a la fiesta. —Se pusieron en pie y se miraron. Rea dijo—: Hydra cuida de Top. —Las dos rompen a llorar y se abrazan fuertemente Rea en aquel abrazo siente los latidos del corazón de Hydra, se siente protegida y le produce un raro placer, se separan poco a poco sus húmedas mejillas se deslizan entre sí hasta que sus labios coinciden en un dulce beso de cariño.

Al llegar a la fiesta Top ya estaba impaciente han tardado mucho en volver, los padres de Rea la estaban buscando para irse.

—Rea tenemos que irnos. —Oberon se acerca a Top lo abraza y le dice—. Pronto nos veremos.

Titania también abraza y besa a Top, después de despedirse de Hydra terminan con un: «Cuidaos, pronto nos veremos».

Quedan juntos Top y Rea se abrazan fuertemente mientras rompen a llorar al separarse.

Rea da unos pasos hacia atrás mirando fijamente a Top, se giró y ya no quiso volver la cabeza, Top la contempla mientras por el pasillo se pierden entre la gente. Top siente cerca unos suspiros y unas manos que cogen la suya y la oprimen fuertemente es Hydra.

—Diles a mis padres que me voy a la burbuja.

—¿Quieres que te acompañe? —se ofrece Hydra.

—No —responde Top—, creo que me será bueno estar solo.

CAPÍTULO II

(¿Qué fue de Tau y Sharon?)

ZONA CERO

Amanece una mañana fría de un día de principios de enero del año 5998. Tau y Sharon están sentados en el terrado de lo que ya no será su casa

—¿Estás segura de seguir adelante? —Tau le pregunta a su pareja Sharon, una guapa mujer de cuarenta y ocho años pelirroja de figura agradable y de cuerpo trabajado por actividades y deporte.

—Claro que sí —le contesta Sharon a Tau, un hombre de cuarenta y ocho años moreno, alto y fornido con el que ha compartido sus experiencias desde que tenía doce años—. Desde que cumplimos dieciocho años que entramos a estudiar e investigar en el instituto, que queremos ingresar en la zona cero.

—Lo sé Sharon incluso nos hemos esforzado para conseguir una buena valoración para que nos aceptaran. Pero una vez dentro sabes que no podremos mantener contacto con el exterior. Es una condición que imponen de forma muy rigurosa, por lo visto no quieren que se transfiera nada de lo que se investiga al exterior– —razona Tau.

—Va a ser muy duro pero tú y yo nos hemos estado preparando para esto —le contesta ella con voz afectada por la emoción—, lo tenemos decidido. ¿No?

Tau la abraza para confortarla y con voz suave y temblorosa, él también está muy afectado, razona.

—Sharon, ahora llegará el transporter que envían a recogernos, por última vez tenemos la opción de subirnos o quedarnos. —En aquel momento se oye el zumbido de los gravitores del transporter que despliega la rampa de acceso a sus pies—. ¿Arriba Sharon?

—¿Arriba Tau? —Tienen muy claro que donde vaya uno ira el otro.

Se cogen de la mano se miran a los ojos y alegres exclaman: «¡Arriba!». La gran decisión está tomada. El transporter se eleva. Ella comenta con voz acongojada por la nostalgia.

—Qué pequeñita se ve nuestra casa. —Tau ya solo ve la extensa ciudad de casas bajas, casi empotradas en el suelo, totalmente integradas en una exuberante vegetación en estos momentos iluminada por el sol del amanecer.

—Mira Sharon qué hermoso paisaje.

—Muy bonito —asiente ella mientras le asoman las lágrimas. Tau la abraza y le dice.

—Nada es para siempre, algún día volveremos.

Muy juntos pueden contemplar a gusto el bonito paisaje. Los transporter en zonas habitadas tienen que ir despacio.

La llegada a su destino está prevista para las 13h30 tienen mucho tiempo para pensar.

—Me acuerdo mucho de nuestros amigos —dice Sharon con voz muy afectada—, lo que más me duele dejar es a Rea tiene diez años y es un encanto, yo la llamo «Muñequita», me tiene el corazón robado. —A medida que habla se le entrecorta la voz y rompe en sollozos. Tau la abraza, ella le ha contagiado la congoja se le humedecen los ojos y con voz muy queda asiente.

—Yo también los recuerdo.

Nadie es testigo de sus emociones, el transporter es teledirigido. Inmersos en sus recuerdos el tiempo les pasa muy aprisa.

Tau exclama:

—Estamos descendiendo. —El paisaje que ven es una enorme extensión edificada y una chimenea a la que desciende el transporter.

—Sharon, parece que hemos llegado —comenta Tau. Ella toma su mano y con voz resuelta le dice.

—Vamos que nos vienen a recibir. —En efecto al pie de la rampa les espera un robot doméstico de un modelo popular y conocido con su voz metálica les dice.

—Bienvenidos seguidme. —Después de andar por un largo pasillo con puertas a derecha e izquierda llegan a una que tiene un enmarcado «Tau-Sharon», el robot les abre la puerta y les anuncia.

—A las 14h30 os acompañaré al salón comedor. —Sharon comenta.

—Tau has visto que en todo el pasillo solo hay una puerta con un rótulo, la nuestra.

—Espera Sharon quiero comprobar si podemos abrir la puerta o nos han encerrado. —La puerta se abre Tau comenta—. No estamos encerrados. —Los dos suspiran aliviados y se disponen a inspeccionar la habitación. La habitación es amplia con un sofá, una gran cama, una mesa y un armario. Ella comenta.

—Mira Tau el cuarto de baño es magnífico, la zona de ducha es inmensa.

—Fíjate Sharon —le dice Tau—, tenemos televisor radio, receptor holográfico pero ningún sistema para emitir al exterior. —Ella está contemplando el paisaje que se ve por el amplio ventanal de la habitación y comenta.

—Qué bonita es la tierra. —La llegada del robot les saca de su abstracción vuelven a andar por los pasillos dirigidos por el robot hasta el comedor. Tau y Sharon se sorprenden del lujo de la sala, ella comenta—. Fíjate es un gran comedor pero hay pocas mesas. —Por el gran ventanal del salón siguen disfrutando de un hermoso paisaje. El robot les acompaña a una mesa y pregunta.

—¿Os gusta esta mesa? —La mesa está cerca del ventanal.

—Me encanta —le responde Sharon.

—Tomad la carta —les indica el robot. Sharon empieza a ojear la carta y exclama.

—¿Has visto qué maravilla de platos? —Tau contesta.

—Esto es increíble.

—¿Qué es increíble? —pregunta ella.

—Que con esta oferta las emociones me hayan quitado las ganas de comer —responde Tau riendo.

—A mí también —contesta ella, pero con voz triste y añade—. Elegiremos algo simple y ligero de digerir.

El robot les trae lo elegido y les advierte.

—Cuando terminéis avisadme y os llevaré a la habitación. —Sharon comenta.

—Lo que me angustia es que desde que nos recogieron en casa no hayamos contactado con ningún ser humano.

—A mí también —le contesta el con tono de preocupación. Han terminado y llaman al robot. Les acompaña a la habitación y les advierte.

—A las 6 p. m. os vendré a buscar para acompañaros a la sala de entrevistas, el doctor Fermión os espera, ahora descansad. —Tau comenta.

—Son las 15h30 tenemos un buen rato para descansar. —Muy pensativo y preocupado le susurra a Sharon.

—El robot dice que nos verá el doctor Fermión. ¿Verdad?

—Pues sí —contesta ella.

—Pues fíjate, mis padres ingresaron en la zona cero a los cuarenta y ocho años, recuerdo que de pequeño me contaban que a los doce años habían sido reclutados a las charlas del doctor Fermión que era un hombre que aparentaba setenta años, treinta años después nos recluta a nosotros con doce años y si lo recuerdas el doctor Fermión aparentaba setenta años cuando tenía cien años, de nuestros doce años a hoy han pasado treinta y seis años, o sea que el doctor tiene ciento treinta y seis años.

—No puede ser —interviene Sharon—, tú sabes que la esperanza de vida actual está en ciento diez años.

—Por esto estoy impaciente por verlo —contesta Tau.

Son las seis, el robot viene a buscarles. Vuelve el paseo por los pasillos hasta llegar a una puerta doble alta y grande que automáticamente se abre. Da paso a una enorme sala con fotos y maquetas de asentamientos lunares, planetarios y de raros robots. Frente al gran ventanal una enorme mesa y de pie a su lado el doctor Fermión exactamente igual a como lo recuerdan cuando tenían doce años, no pueden evitar que se note su sorpresa, aunque no dicen nada.

El doctor Fermión amablemente les dice.

—Pasad y sentaos. —A su penetrante vista y agudo ingenio no ha pasado desapercibida la sorpresa de los recién llegados, ni el porqué, pero hace caso omiso de ello.

 

Tau y Sharon obedecen, Fermión los mira intensamente y empieza con el motivo de la entrevista.

—Desde que teníais doce años y después con vuestro ingreso en el instituto para estudiar e investigar se os ha observado valorando vuestro ingenio y vuestro talento. Tengo la satisfacción de deciros que habéis superado con total éxito nuestras previsiones.

»La misión de la zona cero es conseguir de forma eficaz la colonización de planetas y lunas del sistema solar y más ambiciosa, la colonización de planetas fuera de él. ¿Algún comentario?

—Sí —responde Tau—, mis padres hace treinta años ingresaron en la zona cero y no he vuelto a saber de ellos. ¿Puedes decirme algo?

—Tus padres Kerveros y Actaea están perfectamente bien y felices —le responde el doctor— trabajando en importantes experimentos, tú no sabes nada de ellos, pero ellos lo saben todo de ti.

—¿Podré verlos y hablar con ellos? —pregunta Tau muy emocionado.

—Seguro que sí —contestó Fermión, con una rara sonrisa, pero no tengas prisa. ¿Algo más? —Se hizo un silencio. El doctor prosiguió—. Los próximos quince días tendréis una intensa adaptación como astronautas y después partiréis hacia la Luna para una estancia de tres meses antes de partir se os instruirá convenientemente. ¿Alguna pregunta?

Tau y Sharon no responden.

—Por hoy hemos terminado —sentencio Fermión.

Ya en la habitación Tau le comenta a Sharon.

—Estoy feliz sabiendo que mis padres están bien.

—Y yo también —responde ella— y además siento ilusión por la aventura lunar.

Los quince días de adaptación son realmente duros, pero están contentos sus cuerpos están más fuertes, agiles y flexibles. El último día de adaptación es durísimo a las 6 p. m. llegan a la habitación y se derrumban agotados en el amplio sofá, al rato Sharon dice.

—Me voy a la ducha.

—Y yo también —contesta Tau, la ducha es súper espaciosa, desnudos los dos se contemplan mutuamente. Tau comenta.

—Sharon los ejercicios te han sentado muy bien estás preciosa.

—Y tú también estás precioso —contesta ella. Tau sugiere con tono de complicidad.

—Podríamos aprovecharlo. ¿No? —Sharon le contesta con voz resuelta.

—Esta noche no. Tengo la cabeza llena de pensamientos. —Tau le responde jocoso.

—Hace ya milenios que se descubrió que el problema de las mujeres es la cabeza.

—¡Malo más que malo! —le responde ella con fingida indignación y así a lo tonto le tira la pastilla de jabón y sin pretenderlo impacta en Tau donde más le puede doler este lanza un quejido mientras protege con sus manos el lugar del impacto y se arrodilla en tierra.

—Sharon tiene un destello de piedad y de arrepentimiento, pero le puede más el morbo de la venganza y le dice.

—¡Tu justo castigo! —Él encogido desde el suelo le contesta vengativo y rencoroso.

—Yo también tengo la cabeza llena de pensamientos, cariño mañana será otro día. —Sharon lo contempla indignada. Sabe que si él hubiera insistido solo un poco… y sabe que él también lo sabe.

Les interrumpe el robot que llama a la puerta y les comunica.

—A las 9 p. m. os vendré a buscar para llevaros al salón comedor. —En la cena, esta vez sí que hacen honor a la generosa carta, de vez en cuando se miran de soslayo y se ríen, ninguno sabe qué piensa el otro. Terminada la cena el robot les acompaña.

Abren la puerta y como siempre les encanta la habitación está bañada por la luz de la luna llena que entra por el gran ventanal la cama vestida de blanco parece que tenga luz propia. Sharon no resiste más se tumba sobre ella y siente una gran satisfacción, todavía le dura el cansancio del último entreno Tau se tumba a su lado, pero no muy cerca se acuerda muy bien del último «pastillazo». Al ratito Sharon se le acerca y le dice al oído con voz muy queda.

—¿De verdad que si tienes la cabeza llena de pensamientos no puedes hacer ninguna otra cosa? —Tau sonríe y le demuestra a ella que sí que en su cabeza siempre hay espacio para quererla.

Son las 9 a. m. están despiertos y contentos, llaman a la puerta es el robot que les trae el desayuno y les comunica.

—Esta tarde a las seis os vendré a buscar para acompañaros a la sala de conferencias el doctor Fermión os espera.

—¿Sabes? me produce ansiedad pensar qué nos dirá el doctor —comenta Sharon.

—Y a mí también —contesta Tau.

Como la vez anterior el doctor les invita a sentarse.

—Bien os felicito de nuevo habéis superado correctamente las pruebas —les dice el doctor y les informa.

—Pasado mañana a las 8 a. m. vendrán a buscaros para acompañaros a la nave que os llevara a la Luna, no tenéis que llevar equipaje, la distancia será de 380 000 kilómetros. La duración del trayecto será de 5 h 36 minutos la nave desde el inicio tendrá una aceleración de 10 m/seg con lo que estaréis como en la Tierra, a medio trayecto se efectuará el «vuelco», o sea saldréis con la proa apuntando a la Luna y después del «vuelco» la proa apuntará a la Tierra con una aceleración igual pero negativa, al llegar a la luna la velocidad será cero, a vuestra llegada nuestros delegados os atenderán.

»¿Alguna pregunta?

—No, ninguna doctor. En realidad no sabemos qué preguntar.

—Buen viaje —les desea Fermión.

Ya en la habitación Sharon le comenta a Tau muy alterada.

—¿Te das cuenta de que mañana será nuestro último día en la Tierra?

—Sí que me doy cuenta —contesta él—, siempre nos ha gustado la idea de viajar a la Luna, pero ahora que lo tenemos tan cerca siento tantas cosas que me da angustia.

—Yo estoy igual —contesta ella—, creo que pasaremos una mala noche.

—Sí —contesta Tau—, a partir de ahora emociones no nos van a faltar.

Llaman a la puerta es el robot que les trae unas pastillas para dormir, evidentemente su estado anímico es lógico y conocido por el doctor.

Son las diez de la mañana que se despiertan, están relajados. Sharon comenta:

—Hemos dormido muy bien. ¿No?

—Sí, estas pastillas son maravillosas. —Llaman a la puerta es el robot que les trae el desayuno, les recuerda que el comedor abre a las 14h30. Mientras desayunan Tau le dice a Sharon.

—¿Te das cuenta? Siempre trae el desayuno a las 7.30 a. m. ¿Cómo sabe que nos hemos despertado a las diez?

—De alguna manera nos controlan —contesta Sharon—, tendremos que acostumbrarnos.

Sharon está sentada y abstraída frente al gran ventanal con los ojos extraviados contemplando el magnífico paisaje. Tau se acerca a ella y le pregunta.

—¿Qué te pasa Sharon?

—Que quiero llenarme los ojos y el alma de mi querido planeta Tierra.

Tau se sienta a su lado y con voz conmovida comenta.

—Buena idea.

Ha llegado el día, a las 8 a. m. en punto llaman a la puerta, instintivamente Tau y Sharon dirigen una mirada al gran ventanal. En la puerta está el robot lleva integrado un carrito con dos asientos. Con su voz metálica les indica.

—Acomodaos.

Viajan por pasillos y galerías hasta que descienden a un profundo sótano en una gran chimenea circular, en el centro está la nave con su rampa desplegada, no hay ni pilotos ni azafatas solo el robot que con su voz metálica les desea.

—Que tengáis un buen viaje.

—Es triste viajar tan lejos y que nadie humano venga a decirnos adiós —se lamenta Sharon con voz compungida.

Él asiente con la cabeza.

Al poner un pie en la rampa se sienten observados se giran y con sorpresa ven al doctor Fermión que se acerca. Amablemente les dice.

—¿Cómo van estos ánimos? Relajaos es un viaje corto y bonito, en la nave hay todo lo que podáis desear, tenéis que seguir las instrucciones que os dará el automático en el despegue, en la fase de vuelco y al alunizar, suerte. —Suben la rampa sorprendidos y emocionados pero consiguen decir.

—Gracias doctor.

La nave va a despegar la voz del automático les avisa.

—Vamos a despegar ocupad vuestros asientos y abrochaos los cinturones hasta que no se haya establecido la aceleración de crucero. —Obedecen se cogen de la mano y sus corazones laten con fuerza. Al poco rato la voz del automático les avisa.