Buch lesen: «De nostalgias y caminos»

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©Copyright 2018, by Jorge Alejandro Neira Rozas

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Colección Versos & Poemas

«De nostalgias y caminos» Poesía chilena, 134 páginas Primera edición: octubre de 2018 Edita y distribuye Editorial Santa Inés Santa Inés 2430, La Campiña de Nos, San Bernardo, Chile +56 9 42745447 Instagram: santaines editorial Facebook: Editorial Santa Inés librosdelaeditorial@gmail.com www.editorialsantaines.cl Registro de Propiedad Intelectual N°A-295347 ISBN: 9789568675561 eISBN: 9789566107170 Edición Gráfica y Literaria: Patricia González Sáez Diseño de Portada: Marco Alejandro Begué Navarrete Fotografía de Autor Portada: Fernanda Toro Latorre Fotografía de Autor Solapa: Katalina Neira Arriagada Edición de Estilo y de Ortografía: Verónica Venegas Díaz Edición electrónica: Sergio Cruz Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados

A mis hij@s y amig@s

que comentaron y criticaron estos versos.

A ti, mitad hoja, mitad luna,

que me devolviste el amor y la poesía.

A Fernanda, amiga y compañera

que motivó y acompañó el proceso

hasta que estos versos cristalizaron en este libro.

Para ti, mi eterno agradecimiento.

Y, a Cecilia, mi hermanita,

sin cuya solidaridad vital, siempre,

nada de esto habría sido posible.

Presentación

Desde Catulo a nuestros días, la poesía ha sido un soporte de la historia, de la personal y de la colectiva.

Hace más de veinte siglos que se escribe poesía política y, seguramente, si la humanidad no se auto destruye, se seguirá escribiendo veinte siglos más y siempre.

El libro «De nostalgias y caminos», es una vuelta de tuerca y ajuste de cuentas del autor y su pasado. El autor fue un preso político a los quince años y fue torturado en la 2da. Comisaría de Carabineros, que se ubica en la calle Claro Solar, de la ciudad de Temuco.

Ningún ser humano se merece esa inmensa falta de ortografía y de humanidad, solo un grupo de bestias pudo hacerlo contigo, conmigo y con otros y otras. Y matar y desaparecer personas.

Querido Jorge Neira Rozas, te saludo hermano poeta. Nosotros estamos limpios... y sanos.

Hasta que muera, estaré contigo caminando, hermano, mientras lees a Huidobro y recitas versos de Altazor por Av. Alemania, por San Martín, saliendo de la universidad, en la biblioteca del liceo, con Fresia Palacios y Audito Gavilán; y, en la municipal, con la inmensa Millaray Concha y el maestro Víctor Molina Neira.

José María Memet Poeta

Prefacio

Este libro debió haber visto la luz hace varias décadas. Si recuerdo bien, en 1975 se publicaron mis primeros versos, en una humilde edición mimeografiada, y gracias a nuestros mentores Fresia Salinas y Audito Gavilán, maestros y guías, que en ese entonces estaban a cargo de la biblioteca del liceo de hombres N°1 Pablo Neruda de Temuko. Y digo nuestros, pues, en ese tiempo, fuimos José María Memet y Gustavo Becerra, las voces juveniles de la poesía que, en medio de tanta muerte, trajimos un destello de luz con el que pretendimos iluminar la noche oscura que nos cayó desde el infierno. Ellos siguieron la luz de sus versos y son, hoy día, voces máximas de la poesía chilena. Yo me hundí por completo en la oscuridad de la lucha clandestina contra la dictadura, sacrificando mis versos para elaborar y multiplicar las consignas de la resistencia.

Sin embargo, no dejé de escribir. Nadie supo de mis versos, salvo ellas. Y las circunstancias que, día tras día y noche tras noche, me tuvieron, siempre, al borde de la muerte.

Este libro es un tributo a esa muerte que no fue. Y a los dioses que me permitieron la vida para llegar hasta acá. Como dijese José María Memet, estos versos son un ajuste de cuentas con mi historia, con mi época, con mi lucha. No solo contra mis torturadores o perseguidores. Son también un ajuste de cuentas para con los caminos que anduve, las fronteras que crucé, las gentes de arcilla y viento que saludé en las alturas andinas. Es de lo que habla el primer poemario y que da nombre a esta obra: «De nostalgias y caminos».

En el poemario «De noches y lluvias», he plasmado mis días vividos en la ciudad de Villarrika, un lugar de tránsito en la lucha; momentos preparatorios de nuevas tareas que me trajeron una sinfonía interminable de nieve, frío, versos, amor y amigos. La noche, cómplice del insomnio, me apuntaba con su dedo oscuro y se reía de mí a la distancia. En Villarrika comenzó otro camino que recorrer, armado de lienzos y consignas.

«Compañeras: lunas y estrellas de esta revolución en marcha» está dedicado a ellas, compañeras que me amaron, protegieron y cuidaron. Que arriesgaron, también, sus vidas para ocultarme, alimentarme y protegerme en Temuko, Concepción, Santiago, Puente Alto, Rancagua, Villarrika, Mendoza, La Paz, Ciudad de México, Mérida, Cholul. Algunas nunca supieron siquiera mi nombre, fui solo pasajero de una noche en sus sábanas. Tampoco recuerdo sus nombres. Otras fueron maestras de amor, etiqueta y conspiración: mis mejores versos dibujados en sus frentes, sus párpados, sus pechos. No me premiaron como poeta, pero en sus labios y ojos, vi esa luz que no requiere premios. Ellas fueron los premios e inspiradoras de estos versos. Otras fueron hermanas y compañeras en la lucha. De todas ustedes habla este poemario.

En «Vida y muerte en el WallMapu: miseria del Estado de Chile», ensayo la más dura crítica a la injusticia, etnocidio y guerra permanente del Estado chileno contra los mapuche. El WallMapu es, literalmente, la miseria del Estado chileno. La miseria del lucro que justifica el etnocidio. Un Estado que miente, que asesina; que atropella permanentemente y sistemáticamente los derechos del Pueblo Mapuche. Cercados y acorralados por plantaciones de pinos, eucaliptus y por la codicia forestal de los empresarios, esa oligarquía que ha desplegado toda su prepotencia y sus fuerzas armadas contra la gente de la tierra que resiste y lucha por su vida. Miles de muertes a lo largo de la historia, en dictadura y «democracia».

En «Miscelánea oscura», el quinto poemario de esta antología, camino entre lo físico y lo metafísico, abriendo una puerta sutil a las claves de lo cotidiano, aspirando -desde una pequeña cabaña de pobre-, tocar las puertas de lo trascendente.

«El manifiesto kaótico naranja», es un canto de esperanza de quien derrotó la tortura, el exilio y la muerte. Un himno de luz y alegría, de quien tomó la responsabilidad de seguir viviendo y luchando en nombre de los miles que murieron; superando la derrota y rearmándose de moral, de razón, de verdad. Una invitación a seguir la lucha, a no transar, jamás, con el abuso, la corrupción, la inmoralidad; a ostentar, siempre, «en la frente honrada, ese cinto de luz», como dijese Martí.

Para todas y para todos.

Jorge Alejandro Neira Rozas

El arduo móvil de la nostalgia
La poesía de Jorge Alejandro Neira Rozas

Los dos tópicos o leitmotiv esenciales de Jorge Neira son el amor y la revolución, según declara, de manera explícita, en una especie de subtítulo de este poemario, antología de larga experiencia vital, poética y política. Sí, porque aquí el verso no es una simple extrapolación de sensibilidades o intenciones, sino el zumo exprimido en el andar sin pausa de todos los caminos, desde el juvenil y visceral compromiso que el poeta asumió, optando por la liberación de su patria multicultural, y de toda Latinoamérica, de las garras opresoras de un imperialismo hoy globalizado hasta la náusea.

Miembro de una generación que optó por el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), hastiado de la falsa representatividad de una izquierda oficialista, esposada y desposada con el único sistema aberrante que hoy impera en casi todo el planeta, Jorge Alejandro Neira Rozas comparte causa y caminos con otros hermanos de lucha, poetas como José María Memet y Gustavo Becerra, quienes padecieron también el rigor de las feroces represalias y las persecuciones diurnas y nocturnas del aparato militar-empresarial, a través de una dictadura implacable, que no solo mantiene sus redes de poder efectivo, sino que las amplía, como hidra voraz, utilizando los métodos (¿invencibles?) de la corrupción material e ideológica. Lo dice el autor en el Prefacio:

«Yo me hundí por completo en la oscuridad de la lucha clandestina contra la dictadura, sacrificando mis versos para elaborar y multiplicar las consignas de la resistencia… Sin embargo, no dejé de escribir. Nadie supo de mis versos, salvo ellas. Y las circunstancias que, día tras día y noche tras noche, me tuvieron, siempre, al borde de la muerte… Este libro es un tributo a esa muerte que no fue».

Después de un preámbulo admirativo por el individuo, por el «hombre necesario» que es Jorge Alejandro Neira Rozas, entro en el análisis de su poemario. Convengamos que la auténtica poesía no se construye, simplemente, con sensibilidades «a flor de piel», ni con padecimientos de diversa índole vaciados en cuartillas, tampoco con intencionalidad revolucionaria, porque el acto creativo tiene que ver con la capacidad de extraer del lenguaje aquello que el poeta hispano José Ángel Valente denominara el fulgor, ese chispazo que se transformará en fuego propiciatorio merced al desvelamiento de las diversas facetas de la condición humana, expresadas a través del verso, sin importar que este sea de compromiso político-social, de rasgaduras íntimas o de anhelos de trascendencia metafísica. La poesía es un acto de voluntad estética frente a la insatisfacción existencial, cuyo material o arma es la palabra que se alza como elemento interpretativo y transformador de la realidad.

Jorge Neira es, primero que todo, un poeta trashumante, el que jamás detendrá su peregrinar, salvo en el encuentro con la última amada sin rostro, la del albo vestido que termina por enceguecer hasta al más osado de los caminantes. Así lo exhibe, sin tapujos ni melindres, según su estilo («el estilo es el hombre»), en esta escolma (elijo esta palabra galaico-portuguesa que significa antología, pero como agraria metáfora de lo mejor de una cosecha, allí donde se desecha el colmo o paja, para conservar la primicia del fruto) bien articulada y maciza, que nos ofrece sus distintas voces, cauces que confluyen en el río mayor de su estro poético.

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