Pájaros de la luz y la lluvia

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Pájaros de la luz y la lluvia
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PREMIO LITERARIO

GOBIERNO DE CANTABRIA 2014

INTERNACIONAL DE POESÍA GERARDO DIEGO

JESÚS AGUILAR MARINA

Pájaros de la luz

y la lluvia



Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego 2014

Consejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria

D. Miguel Ángel Serna Oliveira

Director General de Cultura

D. Joaquín Solanas García

Jurado

Presidente

D. Miguel Ibáñez de la Cuesta

Vocales

D. Juan Antonio González Fuentes

Dª Lourdes Royano Gutiérrez

D. Luis Alberto Salcines Pérez

Secretaria

Dª Marta Calzada Cuadros

Primera edición, abril de 2015

© de la obra, Jesús Aguilar Marina

© de la edición, El Desvelo Ediciones, S.C.

© del diseño de cubierta e interior, Bleak House

ISBN: 978-84-943987-3-5

Composición digital: Pablo Barrio

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Siempre, siempre, a Mabel

Jamás canto alguno vale a primera vista tanto como luego, cuando se comprende.

Del trovador GUIRAUD DE BORNEILH

El uno es la primera cifra del número que nunca acaba.

OMAR KHAYYAM

La más terrible tempestad estallará después del canto de los pájaros.

ESO ES TODO, FINALMENTE

Poco a poco se han ido suprimiendo las luces de la escena. Sola queda la casa. En el jardín los pájaros anidan y las hierbas tapizan las baldosas. Tendré que acostumbrarme al abandono, mirar cómo las tumbas se pasean mientras transcurre el tiempo y con él las señales. Quien al hombre creó y al ángel y al demonio, que prosiga su obra. No, no puedo aprisionar al mundo, como no fue posible comprender a Dios. Nunca llegaron hasta mí revelaciones protectoras. Nadie vino en mi auxilio. Solo con la duda frente a los viejos dioses, viendo el día de hoy como copia del anterior, escuchando cómo huchean las siniestras lechuzas sobre mis hombros que se inclinan, sobre los restos de vida y las palabras de las que soy culpable. Solo, sí, con los diablos que andan sueltos y libres por la tierra. Ahora oigo ruidos de tempestad y, en medio del camino que no sé a donde lleva, asumo que el esfuerzo ha sido al fin inútil. Mi traicionado bulto, algo insignificante, queda solo con estos pensamientos junto a dioses de barro. La tempestad se acerca. Debo irme. No supe alzar los muros lo bastante para que el sufrimiento no me localizara. Y puso en mí sus dientes, en esta pequeñez que no es por ella por quien se lamenta, sino por no hallar en los hombres sendero ni propósito.

DECLIVE

La mirada no se elevó hasta el cielo de una sola vez. Fueron formando un ángulo creciente con la tierra hasta alcanzar la bóveda por encima del horizonte. Ese ángulo mide la dignidad de su semblante. Y ahora la cabeza está erguida; su torso, vertical, ya no se arrastra. La noble dirección hacia lo alto es lo que conquistaron y toda su apostura celebró esa victoria. Mas hoy les ciñe la sospecha, andan por las sentinas y les hiere la luz. Olvidan que ese ángulo que sus antecesores consiguieron canta su condición; olvidan ese triunfo de su humana figura sobre la rigidez de signos y tinieblas y sólo les fascina el negro gavilán de los marjales. Anhelan ser deformes y brillar en la sombra como los ojos de la sierpe, arrastrarse de nuevo, volver a ser esclavos.

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