Melanie Klein. Envidia y gratitud

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Melanie Klein. Envidia y gratitud
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Índice de contenido

Epígrafes

Prólogo de Solange Matarasso

Aclaraciones

Referencias cronológicas

Biografía de Melanie Klein

Nociones esenciales antes de abordar el texto

Historia de la obra

Cuestiones fundamentales

La pulsión de muerte

Vida y muerte/amor y odio

Lo constitucional

La realidad psíquica y el mundo interno

El giro objetal

El mundo interno: la “asamblea de ciudadanos”

El mundo interno en armonía

Fantasía inconsciente. Fantasías originarias

De qué manera es legítimo hablar de fantasías inconscientes tempranas

La escena originaria, fuente de la fantasía inconsciente

Noción de triangulación

La frustración y el duelo

Vida intrauterina, impulso a la idealización y sentimiento oceánico

El conocimiento inconsciente del pecho y la anticipación de su encuentro

Elementos de la conjugación de la escena primaria: fantasía de la figura parental combinada, complejo de Edipo temprano e impulso epistemofílico

Teoría de las posiciones

La Posición depresiva

La Posición paranoide-esquizoide

La identificación proyectiva

La transición entre las posiciones

Envidia/gratitud: una matriz

La envidia, la expresión más perniciosa del odio

La gratitud, expresión primigenia del amor

Ni la gratitud ni la envidia son afectos puros

La matriz

Guía de lectura

Análisis del texto

Ideas centrales

Lo constitucional

El yo temprano y sus funciones principales

Ansiedad primordial

Gratitud

Envidia primaria y envidia excesiva

Celos

Voracidad

La objetología kleiniana

Idealización

Creatividad materna

El complejo de Edipo y la envidia excesiva

Culpa temprana

Procesos de escisión inadecuados

Mecanismos de defensa

Dependencia y desamparo

Análisis de la transferencia

Contratransferencia

Propuestas

Título

Adiciones

El pecho bueno primario en el núcleo del yo

Gratitud

La mecánica de la envidia

Imposibilidad de elaborar las ansiedades paranoides y depresivas a causa de la envidia excesiva

Envidia y voracidad

Intolerancia a la frustración más envidia excesiva más odio y resentimiento

Triangulación, gratitud y envidia excesiva

Escena de frustración

Trascendencia

Cómo fue recibido Envidia y gratitud

La nueva controversia

El problema moral de la envidia constitucional

La “desestimación” kleiniana del ambiente

Algunas críticas

Los peligros del peor de los pecados en la clínica

Desarrollos kleinianos de Envidia y gratitud

Hanna Segal

Herbert Rosenfeld

Wilfred R. Bion (por Solange Matarasso)

Donald Meltzer (por Solange Matarasso)

Desarrollos recientes

Lecturas sugeridas

Bibliografía general

Obras de Melanie Klein

Escuela Kleiniana

Diseño de la colección

Maia F. Miret

Portada

Beatriz Hernández

Logotipos

Gabriela Domínguez

Diagramas

“Imprescindibles” , Miguel Kolteniuk

“Escuela Kleiniana”, Margarita Moya y Jaime del Palacio

Primera edición, 2019

Primera reimpresión, 2019

Segunda reimpresión, 2019

Segunda edición corregida, 2021

Derechos reservados conforme a la ley

Prohibida su reproducción parcial o total

© ANALYTIKÉ EDICIONES

Magisterio Nacional 206

La Joya, Tlalpan

14000 Ciudad de México

ISBN: 968-607-8676-78-1

Se editó para publicación digital en noviembre de 2021.

La gratitud es una de esas cosas que no pueden adquirirse.

 

O bien nace con el hombre o, de lo contrario,

ningún beneficio bastará para hacerla brotar.

G.S. LORD HALIFAX

La verdadera señal de que se ha nacido

con grandes cualidades es haber nacido sin envidia.

F. LA ROCHEFOUCAULD

Nada sienta mejor a la vida que la gratitud.

J.W. GOETHE

¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!

Todos los vicios, Sancho, tienen un no sé qué de deleite consigo;

pero el de la envidia no tal, sino disgusto, rencores y rabias.

M. DE CERVANTES

Pensar, ¿qué quiere decir?

Significa: ¿decir la gratitud?

M. HEIDEGGER

El hombre que se lamenta de infelicidad podría,

por lo menos, participar de la dicha de sus amigos;

la envidia lo priva de esta oportunidad.

J. DE LA BRUYÈRE

Pocas veces quien recibe lo que no merece,

agradece lo que recibe.

F. DE QUEVEDO

PRÓLOGO

Un psicoanalista kleiniano o post kleiniano lo es en la medida en que contempla, tanto en su perspectiva teórica de la mente como en su práctica y en su visión de la psicopatología, el tema medular de la envidia y el de su par contrapuesto, la gratitud.

El postulado de 1955 según el cual existe una dotación instintiva de vida y de muerte en cada individuo que se representa en las emociones de amor y odio y se expresa, finalmente, en la gratitud y la envidia (Moya, 2018), subvierte el orden kleiniano anterior a esta propuesta. La nueva visión parece sugerir un cambio de dirección que nos lleva a suponer que dado que existen gratitud y envidia de forma primaria, el individuo humano es capaz de buscar y encontrar al pecho y desarrollar amor u odio por él, según sea el caso y, por ello, devenir en un buscador de la vida, o convertirse en un buscador de la no-vida de los objetos degradados, mutilados y carentes de ética y belleza.

Esta subversión es sorprendente, aunque no excepcional cuando se piensan las situaciones en la clínica que llevan a replantear las teorías existentes. Freud teorizó primero los impulsos anales y sólo después encontró que éstos estaban insertos en una cadena en la que un eslabón previo, el impulso oral, anidaba como punto de arranque para el desarrollo de la libido. De igual forma, Klein supuso primero la existencia de la Posición depresiva, pero su gran capacidad de observación clínica y de captación intuitiva la llevaron a concluir que una posición previa, la paranoide-esquizoide, era la punta de lanza del desarrollo mental.

Finalmente, las teorizaciones kleinianas se reorganizaron después de 1955, cuando Melanie Klein presentó por vez primera su teoría relativa a la envidia y a la gratitud. Se comprendieron bajo una nueva luz conceptos como el de Posición paranoide-esquizoide, que ahora podía ser vista en sus dos caras, una de las cuales resulta ser el punto de arranque, normal y necesario, del desarrollo mental, y la otra, la patológica, queda afectada por los impulsos agresivos que habitan el espacio interno desde el origen mismo de la vida postnatal. De la misma forma, se redimensiona la noción de identificación proyectiva para diferenciar una modalidad capaz de destruir agresiva y ofensivamente a un objeto bueno por el hecho de serlo, de otra cuya finalidad es ocupar el interior de la mente y el cuerpo de la madre como un refugio defensivo ante la amenaza y el desvalimiento que producen al sí-mismo las emociones agresivas tanto internas como externas.

La envidia y la gratitud, como las planteó Klein, son indispensables para comprender tanto el funcionamiento mental en desarrollo como la psicopatología y el trabajo clínico de los analistas desde una teoría de la observación. Si bien Freud ya había hablado de la envidia, referida a la situación de la mujer frente al hombre por la posesión del pene, la noción kleiniana, desde el inicio de su teorización, pero más enriquecida a partir de 1955, la vuelve universal, medular y fundante del psiquismo.

Es bien sabido que la noción de envidia primaria —no así la de gratitud primaria— ofendió a muchos psicoanalistas que se resistieron y se resisten a suponer que el sujeto humano pueda venir equipado, psíquica y físicamente hablando, con tales elementos malignos. Pareciera que contemplan a la criatura como un ente que nace puramente bueno y que adquirirá la malignidad a lo largo de su recorrido por el mundo de los eventos inter-vinculares; pareciera que el mal es impuesto desde el exterior.

No cabe duda que un ambiente psicótico, por ejemplo, afectará profundamente cualquier posibilidad de desarrollo mental (sólo un loco lo negaría). Pero es también cierto que existen dotaciones psíquicas que nos obligan a leer la realidad interna y externa y a significarla de formas distintas y que trascienden con mucho el ámbito del entorno del sujeto, el ambiente.

Se puede entender, sin regateos, que existan personas en el terreno del arte o la ciencia cuyas capacidades pueden conducirlas a cimas extraordinarias de desarrollo y creatividad. ¿Se diría de Mozart, cuyas primeras composiciones fueron realizadas a los cinco años de edad, que fue un gran músico porque el ambiente lo determinó? Curiosamente, este talento o dotación natural es algo creíble, un don, y aceptado por los psicoanalistas cuando opera en el campo del arte o la ciencia, pero no así para pensar a una criatura humana cuyo talento sea sobresaliente para la expresión profunda y hasta “creativa” de la agresión y la malignidad. Los Mozart nacen; los Hitler se hacen, se nos diría.

No se trata de una discusión causalista respecto de la génesis de los impulsos destructivos; toda explicación causal en psicoanálisis, como lo propone Bion, no es más que la necesidad de afirmar que una teoría es falsa y otra verdadera. Una teoría de la mente, piensa Bion, debe evaluarse en función de su utilidad para la comprensión de un problema psíquico determinado. Tasar a una teoría como superior y a otra como inferior o pensar en las teorías psicoanalíticas desde una perspectiva causalista cae inevitablemente en la alucinosis.

Así pues, debemos considerar las teorías de la envidia en Klein como útiles para abordar los problemas y las vicisitudes del desarrollo mental. Y decimos las teorías, porque se trata de al menos dos: la envidia que, junto con la gratitud, oscila en la relación con los objetos permitiendo odiarlos, amarlos, repararlos, sufrir el tiempo que transcurre entre que los odiamos y los volvemos a querer y gozar de los reencuentros para producir eso que llamamos “el sentimiento de estar vivos”, y la envidia que es fuente de resentimientos, amarguras, soledades, tiranías y sometimientos, que excluyen al individuo que la padece del mundo de los objetos vivos, bellos y verdaderos.

La envidia y la gratitud se tornan así en postulados sobre los que aquellos que se denominen kleinianos o post kleinianos habrán de tejer, con el compromiso de sostener una absoluta congruencia, sus desarrollos acerca de la mente, de la psicopatología y de la clínica. Nadie que se piense como kleiniano podrá obviar que el ser humano porta emociones contradictorias dentro de sí y que dichas emociones le harán construir la lente con la que mirará al mundo y a sí mismo. Para Melanie Klein la mente no es una tabula rasa. En calidad de postulado, la envidia y la gratitud primarias no es necesariamente una verdad que pueda demostrarse o de la que se puedan desprender evidencias concretas, pero es la base de un cuerpo teórico cuya congruencia y riqueza ha dado lugar a desarrollos que hoy forman lo más importante de la disciplina psicoanalítica.

Margarita Moya y Jaime del Palacio, que han dedicado ya muchos años al estudio del pensamiento kleiniano, nos ofrecen ahora este texto en la colección “Los Imprescindibles del Psicoanálisis”.

Ciertamente, la teoría de la envidia y la gratitud fueron imprescindibles en la evolución de las ideas de los psicoanalistas kleinianos y de los llamados post kleinianos (Segal, Rosenfeld, Bion, Meltzer...), así como de muchos otros que no se inscriben en estas líneas de pensamiento. La originalidad y la frescura de este libro lo ponen en un lugar destacado en la amplia literatura consagrada a este tema, y debe ser igualmente imprescindible para todos aquellos que han elegido trabajar con la mente humana, con sus grandes expresiones creativas y con su gran capacidad destructiva.

SOLANGE MATARASSO

Ciudad de México, 2018

ACLARACIONES

Muy tempranamente los psicoanalistas argentinos iniciaron la traducción al español de toda la obra de Melanie Klein. Lo hicieron muchas veces al ritmo en que ella misma la producía. Cuando en los años setenta del siglo XX la editorial Paidós decidió seguir la pauta establecida por Roger Money-Kyrle, el editor de los Writings of Melanie Klein, el trabajo estaba hecho.

Desafortunadamente, la edición de Paidós nunca fue revisada, erratas y errores fueron perpetuados de tal modo que en momentos producen equívocos muy importantes en la lectura. Además, la traducción ha envejecido mal. En el caso del trabajo motivo de este libro, algunos errores corrompen el texto original y hacen imposible la comprensión de ideas que de suyo son muy complejas y que no siempre fueron transmitidas con claridad por su propia autora. Por esta razón decidimos volver a traducir todas las citas. Señalamos la ubicación de los textos tanto en la edición inglesa (i.) como en la de Paidós (e.).

Decidimos, también, resolver algunas cuestiones que se han prestado a cierta confusión en favor de lo que creímos un espíritu kleiniano más genuino. Así, es cierto que Melanie Klein, como Freud, emplea el vocablo ‘yo’ (‘ego’, ‘self’, en inglés) para referirse a la instancia psíquica definida por Freud en El yo y el ello (1923) y a la personalidad misma, la persona en su conjunto, lo que en ocasiones genera malos entendidos. Se ha dado por sentado que Hartmann (1950) zanjó la cuestión de una vez por todas al sugerir el empleo de ‘self’ para significar la “Personalidad total de un sujeto en la realidad, incluyendo su cuerpo y su organización psíquica; la ‘propia persona’, por contraste con ‘las otras personas’ u objetos externos al sí mismo” (Moore-Fine, 1990: 378). El ‘yo’ sería un conjunto de funciones entre las cuales una de las más importantes es la adaptación a la realidad. El español tomó el anglicismo ‘self’ y lo generalizó. El problema es menos trivial de lo que parece y no es éste el lugar para discutirlo; baste decir que el uso de ‘self’ promovido por la Psicología del yo se ha prestado, entre otros infortunios, al deslizamiento relacional, interpersonal, del psicoanálisis actual. Nosotros escribimos ‘sí-mismo’ ahí donde la edición inglesa dice ‘self’ para subrayar la naturaleza intrapsíquica del pensamiento kleiniano.

De igual manera, retomamos la expresión ‘paranoide-esquizoide’ en lugar de la consagrada ‘esquizo-paranoide’ que nos parece especialmente desafortunada entre otras razones porque invierte la aparición de los fenómenos en el tiempo: las ansiedades persecutorias son inaugurales; las defensas esquizoides, aunque son las primeras, les siguen en el tiempo. Puede parecer fútil; no por eso dejamos de intentarlo.

Por su parte, projective identification sitúa los dos fenómenos en un orden temporal: primero se proyecta, luego ocurre la identificación. Sin duda ‘identificación por proyección’, ‘identificación con lo proyectado’, parecerían traducciones más adecuadas. Advertimos solamente del absurdo que encierra la locución ‘identificación proyectiva’, aunque seguimos empleándola.

Algunas precisiones. En la terminología kleiniana hay problemas de traducción irreductibles. Es el caso de lo que Freud quiere significar por Spaltung, es decir, el hecho de que el hombre se divide con respecto de sí mismo, y que en español se ha traducido como disociación, clivaje, escisión... El concepto es central. Klein misma manifestó su preferencia por clivage cuando discutió el problema con sus traductores franceses, tal vez por esa razón se adoptó clivaje; sin embargo, el vocablo nunca acabó por adquirir carta de naturalización en español y terminó desechándose. Nosotros tradujimos siempre escisión.

Tradujimos spoil por ‘despojar-arruinar’ en un intento de dar cuenta del ataque envidioso al pecho que incluye tanto el componente oral e introyectivo de la voracidad (robar, saquear, vaciar hasta secar, es decir, ‘despojar’) como el componente anal y proyectivo (fecalizar, es decir, ‘arruinar’) de la envidia.

 

Melanie Klein escribió “bueno” y “malo”, entrecomillados, para subrayar el matiz teórico de los conceptos. Aquí prescindimos de las comillas en todos los casos (ella misma no fue consistente en su uso): hoy, todo lector mínimamente informado entiende la peculiaridad de esos términos.

Escribimos Posición con mayúscula, arbitrariamente, para destacar la cualidad de nombre propio de los procesos paranoides-esquizoides y los depresivos.

Es bien sabido que la Standard Edition, editada por James Strachey, traduce indistintamente los vocablos alemanes Instinkt y Trieb por ‘instinto’. Los psicoanalistas franceses tradujeron Trieb por pulsion, lo que parece más coherente. Así, Todestrieb se traduce al francés como pulsion de mort. Al parecer Freud quiso distinguir entre un término plenamente biológico, Instinkt, y otro, Trieb, que está en el límite de lo biológico y lo puramente psicológico. El término ‘pulsión’ se generalizó en las lenguas romances.

El concepto de instinto está desacreditado no sólo en psicoanálisis; para los biólogos no es más que un comportamiento estereotipado. El término está justificado por el uso, no por su claridad o su utilidad científica.

Melanie Klein emplea siempre ‘instinct’ para designar las grandes polaridades vida/muerte, pero ‘drive’, ‘impulse’, ‘urge’ (‘impulso’) para nombrar las cualidades eferentes de ciertos afectos (‘destructive impulse’, p. ej.); sin embargo, se encuentra con frecuencia una sinonimia entre ‘instinct’ e ‘impulse’. Por ejemplo, puede hablar en un mismo párrafo de “epistemophilic impulse” y de “epistemophilic instinct” (Klein, 1928: 188, i.; 195, e.). Nosotros empleamos pulsión cuando se habla de Trieb en Freud, e instinto e impulso cuando se está claramente en la esfera kleiniana.

En la traducción de anxiety, no hacemos diferencia entre ‘ansiedad’ y ‘angustia’, aunque preferimos ‘ansiedad’.

Gracias a la investigación bibliográfica de Harry Karnac es posible ahora datar cada uno de los trabajos kleinianos y conocer su fuente. Remitimos siempre al lector no sólo a la edición de Paidós, sino también al catálogo definitivo de la obra de Melanie Klein que figura en las últimas páginas de este libro.

Finalmente, con frecuencia señalamos la fecha de 1955 como el punto de partida de la teoría de la envidia y la gratitud primarias, sin embargo, las referencias son al texto de 1957. Debe recordarse que la presentación de la teoría ocurrió en el congreso de Ginebra en el verano de 1955. El texto de esa presentación no fue publicado. Al año siguiente, Melanie Klein impartió una conferencia con el título de “A Study of Envy and Gratitud”, que era una versión ampliada de la presentación de Ginebra, en la Sociedad Británica de Psicoanálisis. Esta variante fue publicada por Juliet Mitchel en 1982 en The Selected Melanie Klein, y no ha sido traducida al español. Finalmente, en 1957 apareció Envy and Gratitude: A Study of Unconscious Sources, una versión aún más amplia en forma de libro, que es la que se recoge en las Obras completas tanto en inglés como en español con el nombre de Envidia y gratitud.

Solange Matarasso, con quien sostenemos una amistad cercana y cariñosa, ha sido nuestra maestra y la interlocutora apasionada y crítica de nuestras ideas. En el Seminario Klein, Bion y Meltzer, en el que perseveramos durante ya más de veinte años, su lectura de los textos y sus propuestas han sido siempre un punto de partida para aspirar al entendimiento humilde que no sea una mera alucinosis o un delirio de claridad. Por estas razones le pedimos que escribiera las secciones Wilfred Bion y Donald Meltzer en el apartado Trascendencia de este libro. Nadie lo habría hecho mejor. Nuestro reconocimiento admirado y agradecido.