Formas de vida

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Formas de vida
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Formas de vida

Jacques Fontanille



Colección Biblioteca Universidad de Lima

Formas de vida Primera edición digital: septiembre, 2018

© Jacques Fontanille, 2015

© De la edición francesa: Presses Universitaires de Liège, 2015

© De la traducción: Desiderio Blanco

© De esta edición:

Universidad de Lima

Fondo Editorial

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Diseño y edición: Fondo Editorial de la Universidad de Lima

Versión e-book 2018

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C.

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Teléfono: 51-1-221-9998

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Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN 978-9972-45-460-8

Índice

Presentación

PRIMERA PARTE. LA VIDA ADQUIERE FORMA: ENTRE NATURALEZA Y SOCIEDAD

Preámbulo I

Capítulo I. De la semiótica del ser vivo a las formas de vida

Las formas de vida en cuanto «lenguajes»

¿La vida puede tener una forma semiótica?

Semiosfera y formas de vida

¿La vida puede mentir?

Dar forma y dar vida

El punto de vista paradigmático

A cada cual su semiosfera: «Más allá de naturaleza y cultura»

Modos de existencia y formas de existencia sociales

El punto de vista sintagmático

Vivir es sobrevivir: el esquema de la perseverancia

Capítulo II. Maneras de vivir y de sentir: definir y describir las formas de vida

Coherencia y congruencia de las formas de vida

El sentido de un curso de vida reside en un esquema sintagmático

Una vida semiótica es una forma congruente

Variaciones de la presencia sensible

Expresiones y contenidos experimentados por los actantes

Formas de vida imperfectas

Estados de alma elementales

SEGUNDA PARTE. REGÍMENES DE CREENCIA EN CONCURRENCIA: PROVOCACIONES, CONFLICTOS, CONCESIONES

Preámbulo II

Capítulo I. Formas de vida emergentes: provocaciones éticas y estéticas. El caso del bello gesto

Introducción

La moral y la sintaxis narrativa

¿Moral con o sin destinador?

El saber-hacer y el saber-ser como rejillas de lectura

El intercambio y la ruptura del intercambio

Mantener, distender o reafirmar el vínculo: las morales transitivas

Romper el vínculo, interrumpir el intercambio: la ética intransitiva

El bello gesto en actos

Dos ejemplos

El bello gesto y el espectáculo de las formas de vida

La negación y la invención de valores

La cuantificación del plano de la expresión

El espectáculo intersubjetivo

Conclusión: del bello gesto individual a las formas de vida socializadas

La irrupción y la emergencia singular

Una organización sociosemiótica lábil y pasional

Anexo

Capítulo II. Competitividad: creencias paradójicas y mala fe

La paradoja de las competiciones socioeconómicas

Competiciones clasificadoras y competiciones ganadoras

Una racionalidad semiótica

Paradoja, concesión y denegación modal

Lo individual y lo colectivo

La parte del otro

¿Somos todos calvinistas?

Necesidad y contingencia: disociación modal y epistemológica

Una incompatibilidad sobrevalorada

Del destino al proyecto

Perseverar en el ser

Hacer de la necesidad virtud

Un islote de libertad y de proyecto: la escapatoria calvinista

Golpes de fuerza y malas excusas: el bricolaje sartriano de las necesidades

Para terminar: las formas de vida de mala fe

Capítulo III. Transparencias: creencias y concesiones

Una configuración transversa

Un topos en el corazón de una forma de vida

Un fenómeno de naturaleza concesiva

La transparencia y lo visible

El fenómeno físico

El fenómeno semiótico

La estructura narrativa

La enunciación visual, la exploración y la transparencia imperfecta

La transparencia práctica y estratégica

 

La transparencia cognitiva

Transparencia de las estrategias cognitivas individuales

Transparencia de las estrategias cognitivas colectivas

La transparencia en la era de la sospecha

Transparencia financiera: de la sospecha a la confianza

Transparencia de la decisión y de la cadena de imputabilidad

Transparencia de la vida urbana: de la sospecha a la amenaza

La transparencia de la vida pública

Transparencia, notoriedad y continuidad de la información

La vida pública puesta en ficción

La transparencia radical en democracia

La transparencia radical acumula las propiedades de todas las transparencias sociales

La transparencia radical encuentra los límites de la competencia

Transparencia radical contra responsabilidad

Conclusión

Predicación concesiva y variaciones fiduciarias

El control y el reglaje de la interacción

La enunciación de la transparencia imperfecta

Capítulo IV. Formas de vida invasivas: regímenes de creencia mediáticos y mundialización

La semiosfera y los «medios»

Los «medios», las formas semióticas y sus planos de inmanencia

Regímenes de creencia, pasiones y formas de vida

A cada tipo semiótico, su régimen de creencia

Cruzamientos, hibridación y conflictos de los regímenes de creencia

Por una ética de los regímenes de creencia

¿Ética o estrategia?

Para terminar: esas creencias que nos introducen en el mundo

TERCERA PARTE. EL ESPACIO-TIEMPO DE LA PERSISTENCIA Y DE LA PERSEVERANCIA

Preámbulo III

Capítulo I. El espacio y el tiempo de las formas de vida

Los regímenes topológicos de las formas de vida

Regímenes topológicos de la presencia

Formas de vida en tensión y en transformación

Los regímenes temporales de las formas de vida

Tiempo de la existencia y tiempo de la experiencia

Capítulo II. Temporalidades

La invención del tiempo y las formas de vida en el mito griego

El relato mítico del nacimiento de los dioses griegos

La invención de los regímenes temporales y de las formas de vida

La pulsación vital original

Los regímenes temporales distensivos

Los regímenes temporales híbridos

La conjugación de los regímenes distensivos

La superposición de los regímenes temporales y la confrontación de las formas de vida

El tiempo social y las formas de vida «de derecho»

El derecho y el tiempo social

Los cuatro tipos de desarreglos temporales

El «fuera-del-tiempo» trascendente

El tiempo irreversible

El determinismo exclusivo

La desincronización dispersiva

Cuatro regímenes temporales para fundar las formas de vida sociales

Los regímenes temporales sociales constituyen un sistema deformable

Desarrollar y preservar las perspectivas temporales

Las dos tensiones directrices del sistema

La construcción de la estructura tensiva

Los regímenes temporales de la vida le dan forma [a la vida]

Capítulo III. Periodicidades: Julien Fournié y las estaciones de la moda

El corpus, el cuerpo y el objeto

El recorrido de las estaciones

Primeros modelos (invierno, 2009)

Primer verano (2010)

Primer invierno (2010-2011)

Primeros colores (verano, 2011)

Dos estaciones y cuatro formas de vida

Formas de vida espectaculares e incorporadas

Núcleo pasional de las formas de vida

Congruencia interna de las cuatro formas de vida

Capítulo IV. Territorialidades: de las formas de vida en su dominio

Introducción

Espacio, límites y red

Poner y sobrepasar el límite

Crítica de los límites: movimiento, movilidad, red y escalas

Control, apropiación, poderes y espacio modal

Especificidad, legitimidad y pertenencia simbólica

Morfología y vivencia figurativas

Identidad cultural y pertenencia simbólica

Autorreferencia y proyección simbólica

Crítica de la identidad territorial: movilidad y mundialización

Transformación antrópica, trabajo y donación de sentido

Una producción semiótica: escribir el territorio

Crítica del vínculo entre territorio y donación de sentido

Para terminar: el territorio como forma de vida

Conclusión

Bibliografía

Glosario

Anexos

Presentación

¿El siglo XXI será el siglo de las ciencias humanas y sociales? La pregunta semeja un desplante, a tal punto casi todos nos hemos convencido de que nuestro futuro dependerá, para lo mejor y para lo peor, de la tecnología, de la digitalidad y de la robótica, de las nanociencias, de la biología de los sistemas y del descubrimiento de nuevas formas de energía. La pregunta tal vez está mal formulada. Ensayemos de otra manera: ¿será el siglo XXI el siglo de las ciencias del sentido? ¿El que dirá el sentido de nuestras opciones tecnológicas? ¿El sentido de nuestras elecciones de sociedad y el de nuestras opciones políticas? ¿El que diga el sentido de la intrusión de los robots en nuestra vida cotidiana? ¿O el de aquella de los captores biológicos de nuestro cuerpo? ¿El que diga el sentido de nuestra relación con la naturaleza, cuyas leyes y sistemas se esfuerzan por decir y por describir las otras ciencias?

¿Cambios tecnológicos tan radicales y tan rápidos transforman a la vez nuestras culturas y la naturaleza? ¿Nos autorizan aún a distinguir naturaleza y cultura? Estas son las preguntas que olvidan con frecuencia hoy en día los programas de difusión de la cultura científica y técnica cuando se trata de proponer todas las condiciones para que todos puedan comprender y apropiarse de las novedades científicas descubiertas y de sus consecuencias tecnológicas. Esos programas son, en efecto, emblemáticos del rol que deberían cumplir las ciencias humanas y sociales, y que ellas podrían dar. Sin embargo, el presupuesto de tales programas es, con frecuencia, lo primero que habría que discutir y demostrar, a saber, que las transformaciones tecnológicas son inevitables, deseables y apropiables, y que es necesario actuar de tal manera que las poblaciones las admitan, las comprendan, las acojan y, en las versiones más audaces, participen en ellas activamente. De ese presupuesto se sigue implícitamente que las sociedades y las culturas deben adaptarse para integrar esas novedades técnicas.

Un razonamiento semejante comporta al menos dos zonas ciegas, que son las referidas a la opción política: (i) al comienzo de las transformaciones científicas y tecnológicas, las decisiones ya están tomadas, las opciones estratégicas ya están hechas, los determinantes socioculturales ya están instalados: ¿quién los interroga?, ¿cómo ocurren?; y, (ii) al final, en el momento de la apropiación, ¿quién pregunta por el impacto de la interpretación y de la integración de esas transformaciones sobre el equilibrio de nuestras culturas y sobre los valores de los que son portadoras? Las ciencias humanas y sociales están en capacidad de dar a ese horizonte de cuestionamiento la profundidad histórica, la base antropológica y el alcance sociológico necesarios para que las respuestas que se planteen tengan sentido.

 

¿Ciencias del sentido? Serán y son ya ciencias del cuestionamiento; usted ha hecho una pregunta, ¿cuál es el sentido de su pregunta? Usted se pregunta por el impacto de las transformaciones tecnológicas sobre las culturas, ¿cuáles son las respuestas históricas que la gran diversidad de sociedades ha aportado ya a transformaciones parecidas? Usted se pregunta por qué la comunicación y los «medios» han adquirido tal importancia en los asuntos políticos, ¿cuáles son, en las diferentes sociedades, las relaciones observables entre las artes de la palabra y de la comunicación y los modos de gobierno? Usted se pregunta qué impacto han tenido los cambios tecnológicos y sociales sobre la cultura y la naturaleza, ¿cuál es el sentido de la distinción entre naturaleza y cultura hoy en día?

¿Ciencia del sentido y del cuestionamiento? La semiótica se reconoce en este retrato rápido: propone uno o varios cuerpos de doctrina y métodos para interrogar primero el sentido de las prácticas, de los textos y de los objetos propios de las culturas humanas. Ha elaborado procedimientos para construir la significación de los sistemas de signos y de los conjuntos significantes que son los textos, las imágenes, los objetos cotidianos o las interacciones sociales. Se encuentra en capacidad de decir el sentido, colaborando en lo posible con todas las otras ciencias humanas y sociales que comparten también el sentido como patrimonio, cada una desde su punto de vista particular. Entre otras, la historia, la filosofía, la psicología, la antropología, la economía, el psicoanálisis y la sociología.

Pero el nivel de cuestionamiento que necesitamos hoy en día tiene otra amplitud, puesto que se trata de aprehender bajo qué formas y con qué efectos semióticos las opciones tecnológicas, políticas y de modelo social influyen sobre la transformación de nuestras sociedades y de nuestras culturas, concebidas como totalidades portadoras de sentido y como focos de identidad para cada uno de nosotros. Y no es a los semiotistas* a quienes hay que recordarles que la significación del todo no resulta de la suma de las significaciones de todas las partes, que lo global determina lo local. Necesitamos, pues, proponer un nivel de cuestionamiento adecuado y de alcance suficiente, y, como dicen los semiotistas, un «plano de inmanencia» apropiado al alcance y al nivel de los problemas por tratar.

Ese plano de inmanencia será aquí el de las formas de vida, definidas en una primera aproximación como conjuntos significantes heteróclitos y coherentes que son los constituyentes inmediatos de la semiosfera, los cuales sin duda se asimilan rápidamente a la cultura. Las formas de vida, a su vez, están compuestas por signos, textos, objetos y prácticas; portan valores y principios directores; se manifiestan por medio de actitudes y de expresiones simbólicas; influyen en nuestra sensibilidad, en nuestros estados afectivos y en nuestras posiciones de enunciación. Dicen y determinan el sentido de la vida que llevamos y de las conductas que adoptamos; nos proporcionan identidades y razones de existir y de obrar en este mundo.

Existir, vivir: no hay ahí nada que se pueda reducir por principio al dominio cultural. Existir: los seres humanos comparten la existencia con los no-humanos, y más allá del viviente. Este será un punto decisivo de la discusión sobre las formas de vida: ¿son únicamente constituyentes de las culturas? ¿Los seres humanos las comparten con los no-humanos? Como veremos, la mayor parte de las configuraciones semióticas que examinaremos –la competición, la transparencia, el territorio, las estaciones– no son patrimonio exclusivo de las culturas humanas.

Las formas de vida constituyen, por consiguiente, el campo de cuestionamiento pertinente para que la semiótica pueda ejecutar hoy y mañana su partitura en el concierto de las ciencias humanas y sociales. Sometidas a determinaciones múltiples pero solidarias, ofrecen entradas diversas, pero que dan acceso al conjunto de los otros constituyentes y, en tal sentido, están reguladas por interacciones a escala múltiple, desde los signos mínimos hasta los conjuntos significantes más transversales. Se dan a captar, por definición, en sus mismas transformaciones y en sus interacciones con otras formas de vida, y se manifiestan tanto en dominios de actividad cultural como la moda o los «medios», como en los grandes conceptos recurrentes del discurso social y político, como la transparencia, la competición y la competitividad. Están presentes también en los mitos, en los principios del derecho, en la organización de los territorios y en los gestos cotidianos.

Con las formas de vida, la semiótica recupera la perspectiva que era la suya cuando Roland Barthes y Algirdas Julien Greimas ponían los fundamentos de una aproximación crítica al sentido de la vida social e individual: una mirada «desmitificadora» para uno, una mirada «elevada» para el otro, y para los dos, la opción de la «buena distancia» para comprender los mitos cotidianos, el mundo tal como se desenvuelve, y los hombres y las mujeres tales como son y tales como se sueñan. La «buena distancia», en este caso, es la que permite interrogar sistemáticamente los presupuestos y los implícitos de una práctica o de una representación, para reconstruir sobre ella la significación.

La elección de la «buena distancia», para captar con una mirada crítica la coherencia de las formas de vida que nos dicen el sentido de nuestra existencia y de nuestra acción, es el proyecto de este libro, en tres tiempos: (i) para comenzar, la definición del «plano de inmanencia» y del análisis que constituyen las formas de vida, acompañada de algunas propuestas metodológicas; luego, (ii) una exploración de la confrontación entre formas de vida, a través principalmente de sus regímenes de creencia; y, finalmente, (iii) un estudio de los regímenes del espacio y del tiempo que dan lugar y sentido a las formas de vida.

Las formas de vida no pueden constituir el objeto, por principio y por definición, de ninguna tipología general, y eso las distingue de todas las tentativas de clasificaciones totalizantes de naturaleza sociológica, antropológica o ideológica. Esa situación es de la misma naturaleza que aquella encontrada, hace más de treinta años, con la investigación semiótica sobre las pasiones: frente a las múltiples tentativas de tipologías filosóficas o psicológicas, todas marcadas por sus inflexiones culturales e ideológicas, la semiótica se consagró al estudio de la «vida» de las pasiones en los textos y en el conjunto de las semióticas-objetos, es decir, en su contribución a los procesos de la semiosis y a los procesos en general.

Lo mismo ocurre con las formas de vida: se las puede captar, describir y explicar cuando se manifiestan y se imponen, y es preciso disponer de los medios para hacerlo. Pero las formas de vida «viven» en las sociedades y en los mundos significantes que nos damos a nosotros mismos; aparecen y desaparecen; y si su emergencia y su desaparición están sometidas a esquemas que se pueden identificar y describir, no obedecen, sin embargo, a un marco tipológico global y único (a priori o a posteriori). Por lo mismo, nuestros estudios de casos pretenden, por cierto, ser representativos, pero de ninguna manera exhaustivos e inmediatamente generalizables. Son en cierto modo ejercicios prácticos, cuyos objetos se nos han impuesto poco a poco al hilo de algunas lecturas y de experiencias vividas.