Buch lesen: «De vinos por Europa. 20 rutas imprescindibles en coche»

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ISAAC FERNÁNDEZ SANVISENS

Isaac (Barcelona, 1975) lleva viajando por los mundos del vino desde hace más de doce años. Sus pasos por las regiones vitivinícolas lo han conducido a través de viñedos de media Europa y Norteamérica. El resultado de esa experiencia ha cristalizado en obras como Les rutes del vi (2 volúmenes) o la revisión y actualización de la versión en castellano de Vino para dummies.

Además, también ha ejercido su profesión de periodista en este ámbito, coordinando durante año y medio la revista Cupatges, manteniendo el blog especializado de Spanish Wines in Canada e impartiendo conferencias, cursos y catas, siempre desde una perspectiva amena y muy cercana al público.

Sus eventos de Jazz & Wine Experience, por los que han pasado centenares de aficionados al vino y a la música, son un ejemplo de ello.


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Prólogo

La guía que tiene entre las manos pretende abrirle las puertas del enoturismo desde una perspectiva amplia, en la que el vino es el elemento principal e hilo conductor pero de ninguna manera el único punto de interés de cada una de las rutas expuestas. Es, pues, una herramienta válida para todo tipo de público que desee descubrir las regiones y zonas propuestas, por mínima que sea su atracción por el vino.

Las rutas han sido trazadas y diseñadas expresamente para la guía. El objetivo era obtener itinerarios para ser recorridos en coche, de forma cómoda, en un par de días de duración. Por supuesto, eso no significa que dos jornadas sean suficientes para empaparse de todo el contenido turístico mencionado. Si dispone de más tiempo, no tenga ninguna duda de que podrá rentabilizarlo mientras profundiza en las visitas a bodegas, museos, restaurantes, etc..

Tenga en cuenta que la visita estándar a una bodega va a llevarle al menos 45 minutos de tiempo, y eso si solamente incluye unas breves explicaciones acerca de la elaboración, los detalles del productor en cuestión y una degustación guiada de un par de productos. A partir de aquí, podrá llevar a cabo visitas mucho más extensas en el tiempo y detalladas en su contenido, que se pueden alargar durante dos o tres horas si incluyen también un recorrido por los viñedos, las diferentes áreas de vinificación y envejecimiento y una degustación más completa.

La limitación de páginas ha obligado a un gran esfuerzo de selección y síntesis, debido a la extraordinaria oferta turística alrededor del mundo del vino que existe actualmente en Europa, y que va mejorando y ampliándose día a día. El aficionado y el entendido descubrirán enseguida que faltan muchas zonas importantes y que incluso hay países que no se mencionan.

El criterio de selección se ha basado en dos razones fundamentales: por un lado que fueran regiones relevantes y con una oferta enoturística de cierta importancia a nivel internacional, y por otro que fueran fácilmente accesibles desde un punto de vista geográfico. Esa es la razón por la cual España y los países de su entorno sean los mayores protagonistas.

Puede sorprender que se haya incluido en este libro sobre vino una ruta protagonizada por la sidra. ¿Enoturismo sin vino? Efectivamente, el concepto de enoturismo es lo suficientemente amplio como para incluir en él otras bebidas alcohólicas, aunque no estén elaboradas a partir de uva sino de manzana, como es el caso. Además, merece la pena recorrer los parajes guipuzcoanos de la sidra del País Vasco y adentrarse en una cultura tan arraigada, tan vivaz y tan interesante como esta. ¡Aventúrese a conocerla!


Introducción

Cómo usar esta guía

Todas las rutas de esta guía están estructuradas de una forma similar. El texto principal le guiará a través del recorrido, que queda reflejado también en un mapa de la zona. Es recomendable leer con anterioridad el texto completo para hacerse una idea de sus puntos de interés favoritos y reservar previamente aquellas visitas que le llamen más la atención o se ajusten mejor a su programa. Piense que, aunque existen bodegas con las puertas permanentemente abiertas a las visitas turísticas, siempre es aconsejable contactar con ellas previamente y concretar fecha y hora, así como los detalles de las visitas, puesto que algunas tienen una oferta básica para quien llama al timbre sin reservar mientras que disponen de muchas más opciones con cierta antelación.

El texto también le orientará a través de las diversas carreteras y le sugerirá paisajes a tener en cuenta y otros monumentos y actividades interesantes a emprender a lo largo del itinerario principal. Téngalas en mente y programe su estancia con el detalle que le parezca para disfrutar al máximo de cada región. Cada capítulo va encabezado por una lista de imprescindibles, experiencias y lugares que hay que vivir o ver si se viaja a esa zona, según la opinión del autor.

Además, verá también que todas las rutas incorporan informaciones complementarias en recuadros. Dichos apartados le ayudarán a contextualizar mejor la información sobre la ruta, muy especialmente en cuestión de vinos y gastronomía, o en otros detalles acerca de ese itinerario en cuestión.

Al final de cada ruta se incluye un apartado de Info Práctica con la longitud del itinerario, algunos eventos a considerar asociados al mundo del vino y una breve lista de restaurantes recomendados donde detenerse a reponer fuerzas cuando se encuentre en pleno itinerario.

La mejor época

El mundo del vino y del enoturismo no es un tipo de turismo exactamente estacional, puesto que se puede realizar en cualquier época del año. Sin embargo, el ciclo anual de la viña modifica sensiblemente los paisajes vitivinícolas. Además, según el momento del año en que se realice la visita, se podrán ver o no determinadas tareas en las bodegas.

A grandes rasgos, desde la perspectiva de la viticultura y los paisajes de viñedos, los meses invernales (entre noviembre-diciembre y abril, aproximadamente) son los menos agradecidos. La vid es una planta que se toma un respiro durante la época más fría del año y entra en un periodo de hibernación en el que pierde las hojas. Además, los viticultores aprovechan ese momento para llevar a cabo las labores de poda, en las que diseñan el fruto que esperan recoger durante la siguiente vendimia. Así pues, los viñedos presentan una estampa de desordenados y despeinados sarmientos (así es como se llaman las largas ramitas de la vid de las que penden los racimos) antes de la poda anual, y una triste imagen de la cepa desnuda después de la poda.

Durante los meses de primavera, la vid se va despertando de su letargo y poco a poco va brotando los nuevos sarmientos empiezan a crecer y los racimos a florecer. Hasta que, aproximadamente, en junio o julio, los viñedos ya ofrecen su característica imagen de exuberante verdor, que no deja de ampliarse y extenderse hasta el momento de la vendimia a principios de otoño, generalmente en septiembre u octubre.

Así pues, diríamos que la mejor época para visitar una región vinícola y disfrutar de la belleza de sus paisajes podría coincidir con la vendimia o poco antes de ella. Eso, por supuesto, supone que algunas bodegas estén en el momento álgido de su trabajo anual, la recogida de la uva y el inicio de la elaboración del nuevo vino; así que es posible que no acepten visitas en esos momentos... aunque las que sí lo hacen ofrecen lo mejor de sí mismas cuando la actividad está en su máximo anual.

Una vez pasada la vendimia, llega otro interesante momento para el paisajismo vitícola. Antes de la llegada del frío intenso y la consiguiente caída de las hojas, estas adquieren las tonalidades de su breve otoño: amarillos, ocres, naranjas y rojos de todos los tonos imaginables de la paleta se funden en los viñedos, ofreciendo fotografías de una increíble belleza.

Otro argumento para decidir la mejor época para visitar un viñedo se puede hallar en la sección Info Práctica de cada capítulo. Se trata de los Eventos a tener en cuenta, una relación de las celebraciones más destacadas alrededor del vino en la región determinada.

El proceso del vino

Es bueno, antes de visitar las bodegas, tener algunas nociones sobre el proceso de elaboración del vino, para poder así aprovechar mejor la visita a unas instalaciones que no dejan de ser escenario de una actividad de carácter industrial.

El proceso del vino comienza con la vendimia. Los racimos o las uvas son recogidos, ya sea de forma manual por vendimiadores o bien mecánica por una máquina cosechadora especializada. En cualquiera de los casos, esos racimos o uvas son transportados lo más rápidamente posible hasta la bodega.

Allí, algunos productores pueden elegir llevar a cabo una selección de esas uvas o racimos para desechar los que no se adapten a sus criterios de calidad o bien eliminar de la línea de producción posibles restos de hojas, ramas u otros elementos ajenos a la uva. Este proceso suele realizarse en una especie de gran bandeja rectangular equipada con una banda rodante alrededor de la cual se sitúan las personas que realizarán esa labor.

Otro paso que se puede llevar a cabo o no, según el tipo de vino que se quiera obtener, es el despalillado, consistente en separar los raspones de las uvas. A continuación, las uvas destinadas a vino tinto o rosado son sometidas al estrujado, un proceso que rompe la piel para liberar el mosto. En los vinos blancos, esta parte del proceso no se acostumbra a realizar y se pasa directamente al prensado, en el que se obtiene el mosto limpio, sin dejar que este permanezca demasiado tiempo en contacto con los hollejos. Algunos vinos blancos sí llevan a cabo ese estrujado y también una maceración previa para obtener una mayor complejidad aromática procedente, precisamente, de los hollejos.

La diferencia principal en cuanto a la elaboración de vinos blancos y vinos tintos se produce precisamente en este momento. Para obtener un vino tinto, el productor introduce la mezcla de mosto y hollejos en el depósito (generalmente de acero inoxidable, aunque también puede ser de madera, cemento u otros materiales, siempre con sistemas de control de temperatura), donde se producirá la fermentación alcohólica. En cambio, para un vino blanco, solamente el mosto va a parar al depósito de fermentación.

La fermentación alcohólica es la parte clave del proceso del vino y el momento exacto en el que un líquido deja de ser mosto para convertirse en vino. Las levaduras propias de la fruta —o bien otras levaduras cultivadas específicamente y comercializadas— comienzan a realizar su función, alimentándose de los azúcares presentes en el mosto y convertirlos en alcohol. Durante la fermentación de los vinos tintos, el enólogo aprovecha para llevar a cabo otro proceso denominado maceración, que consiste en extraer de los hollejos, pepitas y raspones —si se han incluido—, los componentes que proporcionarán al vino características tan importantes como su color, aromas o taninos, entre otras. Los efectos de esa maceración, que puede durar tanto como la fermentación o incluso más, suelen ser potenciados con técnicas que tienden a maximizar el contacto entre los elementos sólidos y el cuerpo líquido, pues aquellos tienden a flotar sobre este. En la mayoría de los casos, el vino se bombea desde la parte baja del depósito y se vuelve a verter por arriba, sobre el sombrero que forman los sólidos, aunque otras muchas técnicas son posibles.

En este punto, vale la pena realizar un pequeño apunte sobre los vinos rosados, que se empiezan a elaborar como vinos tintos pero cuyos sólidos son retirados en una etapa inicial de la maceración para recibir una influencia mínima de color y adquirir sus típicos tonos rosados. Desde ese momento, continúan su proceso como vinos blancos.

Una vez concluida la fermentación alcohólica, los vinos blancos son separados de las lías (levaduras muertas, excepto en el caso de que se desee expresamente un vino con maceración sobre lías o sur lie en francés). En cuanto a los vinos tintos, se drenan de la pasta sólida de hollejos, lías y pepitas para obtener el mosto limpio. La citada pasta es prensada para extraer de ella vino de una calidad generalmente inferior.

Todos los vinos tintos y algunos blancos llevan a cabo posteriormente una segunda fermentación conocida como fermentación maloláctica, que tiende a transformar el ácido málico en ácido láctico. El resultado son vinos con una sensación de acidez menos agresiva en boca, además de adquirir algunos aromas característicos. Este proceso puede realizarse tanto en depósitos de acero inoxidable como en barricas, si el vino va a ser envejecido.

Finalización y envejecimiento

Una vez obtenido el vino final, este puede ser combinado con otros vinos en un coupage y puede ser también envejecido. Estas dos operaciones pueden realizarse en orden indistinto. La primera de ellas consiste en mezclar los vinos en una proporción decidida por el equipo de elaboración y que anteriormente se ha probado en cantidades pequeñas. El envejecimiento suele consistir en el traslado del vino a barricas de roble, donde pasará un tiempo determinado y adquirirá más aromas y características, como taninos.

El proceso de finalización de un vino suele incluir varias operaciones en las que se busca un resultado brillante, limpio y permanente en el tiempo. Esas operaciones son la clarificación, la estabilización y el filtrado, que de nuevo pueden realizarse de muy diferentes maneras, según las preferencias y recursos del elaborador.

Finalmente, solo queda embotellar el vino, etiquetarlo y lanzarlo a la venta. Es posible, principalmente para vinos tintos con envejecimiento, que una vez embotellado pase un tiempo de maduración en botella en la misma bodega, para asentar su contenido y que salga al mercado en plenitud de condiciones.

La Europa del vino

En la Unión Europea, existe una legislación común respecto al vino y la estructura de la industria, en vigor desde 2009 para su nuevo marco regulador. Todos los países disponen de tres niveles básicos en los que catalogar las regiones productoras de uva y elaboradoras de vino. El nivel inferior es el que engloba a los vinos de mesa sin indicación geográfica. Justo por encima se hallan los vinos con Indicación Geográfica Protegida. Y en la cúspide se encuentran los vinos con Denominación de Origen Protegida.

A partir de ahí, cada país tiene un nombre diferente para cada una de esas categorías, y algunos diferencian varios niveles de calidad en la categoría más alta (entre paréntesis):

• España: Vino - Vino de la Tierra - Denominación de Origen (o Denominación de Origen Calificada, Vino de Calidad con Indicación Geográfica, Vino de Pago).

• Francia: Vin - Vin de Pays - Appellation d’Origine Contrôllée.

• Italia: Vino - Indicazione Geografica Tipica - Denominazione di Origine Controllata (o Denominazione di Origine Controllata e Garantita).

• Portugal: Vinho - Vinho Regional - Denominação de Origem Controlada (o Indicação de Proveniência Regulamentada).

• Alemania: Wein - Landwein - Prädikatswein ( o Qualitätswein).

Estas categorías deben estar siempre presentes en el etiquetado de un vino. Además, existen otros elementos regulados de la siguiente manera:

• Si se incluye la añada, al menos el 85% de la uva utilizada debe proceder de dicha cosecha.

• Si se nombra una variedad de uva, al menos el 85% de la uva utilizada debe ser de esa variedad.

• Si se nombran dos o más variedades de uva, el 100% de la uva utilizada debe ser de esas variedades.

Responsabilidad

Esta es una guía de rutas del vino en coche, pero eso no significa que se deba olvidar la máxima del Si bebes, no conduzcas. El enoturismo es una forma de turismo, de conocer lugares y descubrir los secretos de los vinos que en ellos se producen, e incluso degustarlos de forma moderada. Sin duda, es mejor idea dejar para otro momento, ya sea en casa o en uno de los restaurantes o vinotecas recomendados, la opción de disfrutar bebiendo una buena copa de vino o varias.

Como recordatorio, a continuación hacemos un repaso a la legislación referente al consumo de alcohol, la tasa de alcoholemia para los conductores y los límites de velocidad en las autopistas de los diferentes países que recorren las rutas de esta guía:

• Alemania: Mínimo 16 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0,5 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: sin límite en las autobahn; velocidad recomendada 130 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carreteras rápidas: 100 km/h.

• España: Mínimo 18 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0,5 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: 120 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carretera: 100 km/h.

• Francia: Mínimo 16 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0,5 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: 130 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carreteras rápidas: 100 km/h.

• Hungría: Mínimo 18 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: 130 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carretera: 110 km/h.

• Italia: Mínimo 16 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0,5 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: 130 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carreteras rápidas: 110 km/h.

• Portugal: Mínimo 16 años para comprar y consumir vino. Máxima concentración de 0,5 mg/ml de alcohol en sangre. Velocidad máxima en las autopistas: 120 km/h. Límite en ciudad: 50 km/h; límite en carreteras rápidas: 100 km/h.


Mosela: meandros de vino blanco

Los paisajes moldeados por el río Mosela y sus tributarios Saar y Ruwer enamoran a primera vista. Escarpadas colinas tapizadas de verde son mudos testigos del relajado paso de las aguas, que efectúan continuos meandros en su viaje hacia el Rin. Los viñedos, plantados de forma inverosímil, son la prueba de la tenacidad de un pueblo acostumbrado a trabajar duro.


Vendimia.

Imprescindibles

• Coblenza: Déjese seducir por las vistas de la confluencia entre los ríos Rin y Mosela desde las alturas del castillo de Ehrenbreitstein, al que se puede ascender en teleférico.

• Bremm: Trepe por el sendero del viñedo Calmont, el más empinado de Europa, y disfrute de unas inmejorables vistas.

• Bernkastel-Kues: Deguste una copa de riesling en la Mittelalterlicher Marktplatz, en el corazón del Mosela.

• Río Mosela: Navegue por las aguas del río en una salida en crucero y contemple una perspectiva diferente de los viñedos.

• Tréveris: Contemple los vestigios romanos, declarados Patrimonio de la Humanidad, de la ciudad más antigua de Alemania.

Todas las formas del riesling

La uva del Mosela es la riesling, sin ninguna duda ni discusión después de que la müller-thurgau haya caído en desgracia y a pesar de que algunos elaboradores experimentan con otras variedades, básicamente en el Obermosel, donde se pueden encontrar uvas de las variedades elbling, grauburgunder y weissburgunder.

Eso sí, la madurez de la materia prima y la forma de elaborar el vino proporciona un crisol variado de vinos blancos, que van desde honestos y vibrantes vinos secos hasta sabrosos ejemplos de diferentes grados de dulzor, pasando por los refrescantes espumosos Sekt.


A menudo, las etiquetas de los vinos alemanes son difíciles de descifrar y pueden llevar a engaño. ¿Es seco o dulce un vino determinado? Lo cierto es que no siempre es fácil de saber, aunque ayuda el hecho de conocer que la palabra trocken significa seco, mientras que halbtrocken o feinherb hacen referencia a vinos semidulces.

Por otro lado, los vinos alemanes de mayor calidad están sujetos a una clasificación llamada Prädikat, que define seis niveles en función del contenido de azúcar de la uva en el momento de la vendimia. La relación entre Prädikat y dulzor del vino puede no ser directa (depende del grado alcohólico), pero más allá de los dos primeros niveles, seguro que el vino será más o menos dulce:

Kabinett: Generalmente seco, aunque puede ser dulce cuando el alcohol sea muy bajo.

Spätlese (vendimía tardía): Puede ser tanto seco como dulce y será más concentrado.

Auslese: Generalmente dulce, al estar elaborado con racimos especialmente maduros.

Beerenauslese: Dulce, elaborado en parte con uvas afectadas por podredumbre noble.

Eiswein: Dulce, elaborado con uvas vendimiadas en estado de congelación, a -8 ºC como máximo.

Trockenbeerenauslese: Dulce, elaborado solo en añadas excepcionales con uvas afectadas por podredumbre noble.

Además de los diferentes niveles de Prädikat, los elaboradores alemanes tienen la posibilidad de especificar en sus etiquetas los viñedos concretos (einzellage) o los grupos de viñedos (grosslage) utilizados para ese vino. Aunque esa nomenclatura está regulada y existe un listado completo, este no es un criterio directo de calidad sino de origen. Eso sí, los mejores vinos resultan de determinados einzellagen especialmente prestigiosos.

Los mapas con los que se promociona la ruta del vino del Mosela carecen de carreteras. El propio río es la vía azul que une las poblaciones del valle, de Coblenza a Tréveris y más allá, hasta la frontera con Luxemburgo y Francia. Así pues, el itinerario que seguiremos perfila el recorrido del río por las carreteras de su orilla, básicamente la B49 primero y la B53 después. Desde Coblenza descubriremos los fabulosos paisajes de las varias zonas en las que se divide la región vinícola: Terrassenmosel y Mittelmosel principalmente, además de un breve paso por Ruwer y el final en Saarburg, capital del Saar.


Coblenza, la capital del mosela

Coblenza (Koblenz) se halla ubicada en la confluencia entre los dos principales ríos de Alemania, el Rin y el Mosela. La ciudad, una de las más antiguas del país, posee un rico legado arquitectónico y cultural que le ha valido ser designada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El punto exacto donde se encuentran los dos cursos fluviales ha sido desde siempre un lugar especial, conocido como Deutsches Eck (rincón alemán), donde en 1891 se erigió un monumento conmemorativo, reconstruido en 1993. Justo enfrente, en la orilla del Rin, despunta la fortaleza de Ehrenbreitstein, el segundo mayor recinto fortificado de Europa, que proporciona las mejores vistas sobre la ciudad. El teleférico Seilbahn Koblenz conecta la fortaleza con el centro histórico de Coblenza por encima de las aguas del Rin.

El casco antiguo tiene un encanto especial gracias a sus estrechas callejuelas, sus románticos rincones y sus acogedoras placitas, amén de un buen número de interesantes vinotecas donde empezar a disfrutar de los rieslings del Mosela y de una gastronomía bien cuidada. Pasee relajadamente y visite las Cuatro Torres, cuatro casas barrocas con mirador; la Hauptwache (1689) y su carácter militar; la icónica fuente Schängelbrunnen delante del Ayuntamiento; o el edificio gótico conocido como Emperador Alemán.

Para completar la exploración de Coblenza, no dude en subirse a un ferri hasta el castillo de Stolzenfels, situado sobre la orilla del Rin en las afueras, al sur de la ciudad.

Resulta imprescindible, en algún momento de la ruta del vino del Mosela, adentrarse en el río a bordo de uno de los numerosos barcos que ofrecen cruceros. Existen opciones de una o dos horas, de medio día o de día completo. Cochem, Bernkastel-Kues y Tréveris son las tres principales poblaciones desde donde parten estos cruceros que proporcionan una perspectiva completamente diferente de este país de viñedos. La empresa Personenschifffahrt Kolb (www.moselrundfahrten.de) tiene nueve agencias a lo largo de todo el Mosela, con una amplia flota que ofrece excursiones de todo tipo.

Terrassenmosel, los viñedos más empinados de Europa

Nuestro viaje en coche parte desde Coblenza siguiendo las aguas del Mosela río arriba, por cualquiera de las dos orillas. Vale la pena tener en cuenta ya desde aquí que, durante todo el curso del río, existen itinerarios marcados para bicicletas que son un verdadero paraíso para los amantes del cicloturismo. Así que todo el recorrido de esta ruta se puede también realizar en bici... o, al menos, emprender alguna excursión en bicicleta cuando apetezca estirar las piernas. Es más, la ruta completa va más allá de la frontera y llega hasta las fuentes del Mosela, en los Vosgos franceses, con un total de más de 500 kilómetros, aunque la ruta oficial cubre los aproximadamente 300 entre Coblenza y Metz.

Podemos comenzar a disfrutar de los vinos del Mosela a las puertas de Coblenza, en el pueblo de Winningen. Aquí ya se pueden ver los primeros viñedos encaramados de forma teatral a las vertientes que se abalanzan sobre el río, y también están instaladas algunas bodegas. Con buen tiempo, incluso puede realizar una actividad de lo más apropiada que combina el río con el vino: una ruta en canoa o kayak con Kanuverleih Winningen (Faharstrasse 1; T. +49 1713 100 725; www.kanuverleih-winningen.de), con una cata de vinos sin salir del agua. También puede realizar la degustación más tranquilamente, con la única luz de las velas en las típicas instalaciones de Weingut Weyh (Röttgenweg 4; T. +49 2606 1858), una bodega familiar casi centenaria.

Esta parte de la ruta, que transcurre por el Bajo Mosela (Untermosel), cuenta con impresionantes viñedos en pendiente sobre el río, lo que ha provocado que sea rebautizada como Terrassenmosel. Los paisajes seducen desde el primer momento, en una clara declaración de intenciones que no cambiará prácticamente hasta el final de la ruta. A lo largo de estos primeros kilómetros se van sucediendo varios pueblos con cierto encanto, como Alken, con las ruinas de la fortificación de Thurant (Burg Thurant); Moselkern, con su altivo castillo de Eltz (Burg Eltz); o la bonita Treis-Karden, con sus numerosos edificios románicos; además de la colegiata de San Cástor de Aquitania (Kastor von Karden).


Plaza Mayor de Cochem.

Donde realmente vale la pena realizar una primera parada es en Cochem, la población más importante y atractiva del Terrassenmosel. El castillo (Reichsburg) de estilo neogótico es su monumento más destacado, con sus numerosas torres, almenas y miradores a más de cien metros sobre las aguas del Mosela. El casco antiguo merece un buen paseo, durante el cual podremos observar restos de la antigua muralla, casas típicas con entramado de madera y la bulliciosa Marktplatz, con el edificio barroco del Ayuntamiento (Rathaus) y la fuente de Martinsbrunnen. Obtenga las mejores vistas panorámicas desde el telesilla Cochemer Sesselbahn hacia el Pinnerkreuz.

En Cochem, el Mosela comienza a adquirir la tendencia revirada que resultará característica prácticamente hasta Tréveris. Montes tapizados de diversas tonalidades de verde, según si están cubiertos de bosques o de viñedos, o dependiendo de cómo incida el sol en ellos, valles profundos y la presencia inalterable y tranquila del río son los elementos constantes del recorrido por unas carreteras cada vez más intrincadas. La vecina población de Valwig destaca por la neorrománica iglesia parroquial de St. Martin. En el siguiente meandro, Beilstein ofrece un bello panorama desde las ruinas de su castillo de Metternich (Burg Metternich).

Habremos estado viendo viñedos empinados desde que salimos de Coblenza, aunque nada nos prepara para el espectáculo que se puede contemplar en el término de Bremm. En las afueras de la población se encuentra el viñedo Calmont, que pasa por ser el más inclinado de toda Europa, con una pendiente de vértigo (superior al 60 %) que convierte la viticultura allí en una actividad no solo de evidente riesgo para la integridad de los agricultores, sino en algo verdaderamente heroico. Existe un sendero, el Calmont Klettersteig, que trepa por los aéreos caminos históricos de los viticultores y permite disfrutar de unas vistas maravillosas desde sus 290 metros sobre el río. Fíjese en el monorraíl que recorre el viñedo y que es utilizado para cargar la uva hasta la carretera durante la vendimia, así como herramientas de trabajo y otros enseres. Nada mejor para cerrar la jornada después de la dura excursión, que degustar el vino que sale de esas cepas colgadas del abismo en alguna de las bodegas del pueblo, como por ejemplo en Weingut Franzen (Gartenstrasse 14; T. +49 0267 5412; www.weingut-franzen.de). Si le apetece explorar todavía un poco más los alrededores de Bremm, acérquese hasta las ruinas de un antiguo monasterio, donde la piedra y las viñas ofrecen una fotografía llena de encanto.