El proyecto de Aula

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El proyecto de Aula
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Colección Mesa Redonda

Cerda Gutiérrez, Hugo, 1938-

Proyecto de aula : el aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos / Hugo Cerda Gutiérrez. — Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio, 2001. 188 p.; 21 cm. —Colección Mesa Redonda) Incluye bibliografía.

1. Pedagogía 2. Análisis del proceso de interacción en educación 3. Métodos de enseñanza 4. Aprendizaje cooperativo 5. Planificación educativa I. El aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos II.Tít. IIi. Serie

371.102 cd 20 ed.

AHE8578

CEP-Biblioteca Luis-Angel Arango


Colección Mesa Redonda

EL PROYECTO DE AULA

El aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos

Autor

© HUGO CERDA GUTIÉRREZ

Libro ISBN: 978-958-20-1319-6

Primera edición: 2001

Segunda edición: 2008

Tercera edición: 2011

Reimpresión 2018

© COOPERATIVA EDITORIAL MAGISTERIO

Diag. 36 Bis (Parkway La Soledad) Nº 20-70 PBX: 3383605

Bogotá, D.C., Colombia.

www.magisterio.com.co

Dirección General

ALFREDO AYARZA BASTIDAS

Dirección Editorial

HILCE PATRICIA SÁNCHEZ R.

Este libro no podrá ser reproducido en todo o en parte, por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito del editor.

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

CONTENIDO

Prólogo

CAPÍTULO 1

¿QUÉ ES EL AULA?

El entorno físico–espacial

El clima y el ámbito socioemocional

Los procesos de interacción

Los procesos de enseñanza y aprendizaje

Las subculturas en el aula y en la escuela

CAPÍTULO 2

EL PROYECTO DE AULA

¿Qué es un proyecto de aula?

Diseñando y planeando un proyecto de aula

Diagnóstico preliminar

Descripción de la realidad situacional

Fundamentación o justificación

Objetivos y propósitos del proyecto

Métodos, medios y procedimientos

La pedagogía del contrato

Los rincones de aprendizaje o de actividad

El grupo de trabajo:la población objeto del proyecto

La diversidad y los agrupamientos flexibles

El aprendizaje cooperativo

Planeación de la fase operativa

Los medios y los instrumentos en el proyecto de aula

La participación en un proyecto de aula

CAPÍTULO 3

LA INVESTIGACIÓN COMO UNA ACTIVIDAD EN EL AULA

La investigación etnográfica como herramienta educativa en el aula

El aula:un objetivo de la microetnografía

La investigación acción participativa

Estudio de casos

CAPÍTULO 4

EVALUACIÓN DEL PROYECTO DE AULA

Qué evaluar en el proyecto

Cómo evaluar el proyecto

Para qué un proyecto

Por qué un proyecto de aula

Y quién evalúa

Cuándo se debe evaluar

Dónde evaluar

A quiénes evaluar

Con qué criterios evaluar

A través de qué estrategias

EL PROYECTO DE AULA: UNA EXPERIENCIA COMPARTIDA

Bibliografía

PRÓLOGO

Promisorias perspectivas para la educación, representa la cada vez más utilizada estrategia académica y didáctica por proyectos y que en la actualidad participa en todos los niveles de la vida educativa moderna: en el aula, en la institución educativa, en el currículo o en la comunidad educativa en general. Desde que Kilpatrick y Dewey propusieron su sistema de proyectos, esta modalidad pedagógica se ha transformado en una importante herramienta de apoyo para el docente y el estudiante, particularmente al interior de un proceso formativo que cada vez demanda medios más ágiles para conectarse con la realidad. Su uso comienza a incrementarse cuando los currículos cerrados de la escuela tradicional entran en crisis y se inicia un proceso de apertura y flexibilización debido a las demandas de un mundo que vive en medio de vertiginosos y sorprendentes cambios.

Para los educadores ha sido un soporte valiosísimo en sus intentos para alcanzar su tan anhelada autonomía curricular, activar el proceso cognoscitivo y poner en contacto al estudiante con la realidad social, pero fundamentalmente es una 8 herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad, la participación, la autonomía y el desarrollo de todas las esferas de la personalidad: la socioafectiva, la intelectual y la axiológica. Y, en este campo las propuestas y modelos abundan: proyectos pedagógicos, proyectos de vida, proyectos de desarrollo, proyectos de investigación, etc., y naturalmente el tema que nos ocupa, el proyecto de aula.

No hay duda que, en la actualidad, el dolor de cabeza de los planificadores y expertos educativos ha sido encontrar los medios y las fórmulas que les permitan estar a la altura de este inusitado ritmo de cambios de la sociedad moderna; estar en condiciones de crear programas, currículos y formas de trabajo que, por un lado, se conviertan en valores estables y permanentes como una garantía de supervivencia social y cultural y, por otro lado, respondan a esta dinámica de cambio y a ese imperativo transformador que nos impone el mundo actual, o sea, alcanzar un equilibrio entre lo que permanece y lo que cambia, entre aquellos contenidos que hacen parte permanentemente de una estructura curricular y todos aquellos que están cambiando y renovándose. Para consolidar un proceso de este tipo, se requiere no sólo de medios para implementarlos, sino de una capacidad para adaptarse a este flujo y reflujo social que vive la sociedad moderna. Se busca de esta manera que tanto el docente como el estudiante aprendan a escudriñar la realidad, y estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor con el propósito de alcanzar el equilibrio entre la acomodación y la asimilación —de lo cual nos habla Piaget—, es una condición necesaria para alcanzar niveles óptimos de adaptación. Y aquí hay que recordar las palabras de Federico Engels que como imperativo de desarrollo señalaba: “el hombre al transformar la naturaleza se transforma a sí mismo”. Es el atributo sensible que permite captar lo más valioso de esta realidad y convertirlo en un valor permanente de formación, función que les corresponderá desarrollar a quienes tienen la misión de enseñar y aprender.

 

Para nadie es un secreto que la estabilidad de los sistemas educativos es una garantía para la supervivencia cultural, social y política de un país, lo cual asegura la continuidad y el desarrollo de todo este patrimonio social, cultural y político en el medio en donde vivimos y actuamos. G. Snyders decía en su obra Pedagogía Progresista (1972), que la identidad de una población está dada por la conjunción entre los valores permanentes y los cambios que se van dando en un proceso dual que se destaca por su movilidad y estabilidad, pero donde lo más valioso de estos cambios se incorpora y hace parte de un sistema que le da unidad, equilibrio y coherencia a las fuerzas que lo integran, es decir, una percepción dialéctica que nos permite entender la naturaleza y el significado de los cambios.

Todo esto que parece tener un sentido lógico y coherente en un plano teórico, se dificulta en el momento de encontrar los procedimientos que permitan hacer realidad esta doble función que posibilite por un lado una renovación y un cambio permanente y, por otro, una incorporación de lo más valioso de estas transformaciones. Los currículos, durante muchas décadas se concibieron como unidades cerradas, lo cual, a juicio de los planificadores, era una garantía de la congelación de las ideas y valores dominantes y, una defensa contra todo aquello que pusiera en peligro esta inmovilidad. Pero, quizás rebasados por una realidad social que exigía una educación que estuviera más a tono con las necesidades, intereses y expectativas de la sociedad moderna, esta se vio obligada a modificar permanentemente sus formas y contenidos y a adecuarse a los cambios imperantes. Los currículos se abrieron y se flexibilizaron y, en general, se percibió un cambio de actitud frente a este estado de cosas, lo cual dejó el camino abierto para que sus contenidos se nutrieran con esta realidad. Ello permitió acercar un poco más la escuela a la vida, que si bien es un principio aceptado universalmente, está muy lejos de convertirse en una razón básica de trabajo educativo.

Pero, no hay que creer que el proyecto, y particularmente, el proyecto de aula, pueda erigirse en la panacea pedagógica si no estamos convencidos que es sólo un medio y una forma dialéctica de percibir la realidad donde se actúa y que si es utilizado con inteligencia y con rigor, puede convertirse en una herramienta muy valiosa como extensión natural de los currículos, de los PEI y del proceso educativo en general. Pero, para lograrlo es importante conocer las debilidades y las fortalezas de los currículos y los programas vigentes, sus objetivos e intenciones, porque, de esta manera, un proyecto de aula puede surgir no sólo como una propuesta alternativa de trabajo, como un acto compensatorio o remedial, sino como un medio que nos puede ayudar a crear un verdadero sistema de comunicación, investigación y construcción de conocimientos en el aula, en la escuela y en la propia comunidad educativa.

Laurent Dubois, destacado sociólogo y pedagogo francés afirmaba que para practicar lo que él denomina projet de classe (proyecto de aula), era necesario adherirse a las recientes teorías de aprendizaje que establecen una clara distinción entre la enseñanza y el aprendizaje. Según él esta distinción modifica sustancialmente las relaciones existentes en el seno del triángulo didáctico “maestro-alumno-saber” y replantea los principios tradicionales que nos hablan de la unidad inseparable entre los actores del acto pedagógico. Desde esta óptica, el maestro no es el único responsable de la transmisión de los saberes, ni el alumno es un sujeto pasivo en el aprendizaje y, el acceso al conocimiento no es el resultado de un conjunto, de un esquema sucesivo de nociones. Aquí el autor claramente se identifica con las teorías socio-constructivistas del aprendizaje que nos hablan del estudiante como un activo constructor de saberes y conocimientos, pero a su vez le asigna responsabilidades al docente, a la institución educativa y al entorno social en general. Es decir, el acto de formación educativa, como premisa de cambio, es responsabilidad de todos los actores que participan en él.

Sin pretender abarcar todas las instancias que directa o indirectamente participan en el diseño y realización de un proyecto de aula, hemos creído necesario profundizar el tema del aula cuyo análisis puede ser útil para entender los verdaderos alcances de una modalidad que surge como un eslabón fundamental de una larga cadena que une el aula con la realidad social. Lo que algunos denominan el espacio natural del proceso de enseñanza y aprendizaje, no es otra cosa que un pequeño microcosmos donde se reproducen las coordenadas sociales de la realidad externa. De ahí la importancia que posee como punto de partida y de llegada de la actividad escolar. De igual manera, hemos hecho énfasis en los instrumentos de la investigación porque creemos que el proyecto de aula es, ante todo, una propuesta investigativa que puede redundar en enormes beneficios para el desarrollo de la capacidad de búsqueda y de indagación del estudiante, de su autonomía y de su libertad personal, de su creatividad y de su actitud innovadora.

El autor

CAPÍTULO 1.

¿QUÉ ES EL AULA?

Tradicionalmente el “aula” o salón de clase es aquel entorno físico-humano donde se desarrolla la enseñanza institucionalizada y donde realizan sus actividades los dos actores principales del proceso de enseñanza y aprendizaje, el educador y el educando. Algunos autores se refieren al aula como el pequeño “microcosmos” en torno al cual se desarrollan diversos tipos de interacciones entre el profesor y los alumnos. Esta, no sólo es el escenario físico donde se efectúa el trabajo pedagógico de la escuela, sino fundamentalmente es un ámbito socioafectivo donde se produce el encuentro y la interacción entre los dos protagonistas del proceso educativo. Aquí el término “aula” tiene un significado más formal que real porque en la práctica dejó de ser un espacio físico, reducido a las “cuatro paredes”, para convertirse en un campo potencial, virtual o simbólico de la actividad educativa. En la actualidad, cualquier lugar, ámbito o espacio puede convertirse en un aula educativa.

Durante muchos años el trabajo en el aula, enclaustrado y limitado a un espacio determinado, y marginado de la realidad externa, pasó a tipificar una educación tradicional que despectivamente se le motejó de “escuela bancaria”, porque, además de su inmovilismo, el “banco” simbolizaba un tipo de educación marginada de la realidad y una pedagogía centrada en el aprendizaje memorístico. Fue por mucho tiempo aquel recinto sagrado donde se desarrolló un ritual pedagógico en el cual los roles estaban previamente distribuidos y delimitados, el maestro enseñaba y el alumno aprendía, y donde las relaciones entre ambos eran de tipo tutelar, paternalista o autoritaria, que a la postre reproducían un tipo de relaciones dominantes ya tradicionales entre niño y adulto. Pero la diferencia entre una escuela tradicional y una no tradicional no sólo va a estribar en estos aspectos, sino principalmente en los niveles de interacción que existían entre profesor y alumno. En el primer caso las relaciones se daban en términos lineales, autocráticos y muchas veces inquisitorios, en cambio, en las segundas son más abiertas, democráticas, dinámicas y flexibles. Este tipo de relaciones se van a reflejar en los programas y en los procedimientos pedagógicos vigentes, y daría nacimiento a escuelas, sistemas y métodos de trabajo que en la actualidad hacen parte de la historia de las ideas y métodos pedagógicos.

A juicio de autores como M. Fuentes (1993), independientemente de la importancia que le hemos asignado al contexto institucional y particularmente al social, cualquiera sea la modalidad que se adopte, el aula sigue siendo el núcleo alrededor del cual giran la mayoría de las actividades educativas y en torno al cual se construye el “producto” institucional. El eje sobre el cual se entreteje ese producto educativo, no debe ser concebido sólo como un simple espacio, ni únicamente como ambiente o contexto social, sino como un grupo sociopsicopedagógico. Cuando se habla de las relaciones entre el individuo y la sociedad se hace referencia a que el sujeto está inserto en diferentes micro o macroagrupaciones las que de alguna manera se distribuyen en grupos y hacen parte de un todo, y en las cuales se expresan las necesidades del individuo como ser social. Es decir, el grupo se va delineando como un proceso más amplio que la mera reunión de individuos, se convierte en un espacio imaginario y real donde se van transformando paulatinamente las relaciones y los vínculos de las personas. Este nuevo producto o estructura imaginaria genera sus propias leyes de organización y determina el funcionamiento grupal, ajeno a la voluntad de sus miembros vistos como individualidades atomizadas.

Anzieu y Martín afirman que no hay que confundir los grupos con lo grupal, y que es diferente percibir el trabajo “en el grupo” de otro que lo plantea “desde el grupo”, lo cual quizás nos puede ayudar a comprender mejor el verdadero significado de lo social, lo grupal y lo individual en el contexto del aula. Ello nos enseña que en el proceso de construcción de lo grupal podemos percibir dos niveles de apropiación:

• Uno de tipo subjetivo-individual que se da en el momento en que la actividad se convierte, para el alumno, en una tarea específica, que tiene un significado personal y hace parte de su proyecto individual.

• Otro de tipo subjetivo-grupal que se da como consecuencia de la construcción de una meta compartida con la cual podemos identificarnos o no, pero que debemos aceptar como un imperativo grupal que determina lo que debemos hacer o no hacer. Lo ajeno se vuelve propio y la individualidad se comienza a socializar.

El aula como grupo sociopsicológico no nace por generación espontánea, sino que debe ser construido paciente y sistemáticamente. Muchos maestros durante toda su vida pedagógica nunca lograron constituir un grupo sociopsicológico, sino que siempre trabajaron con una suma de individualidades. De ahí que muchas de las actividades de grupo estuvieron lejos de alcanzar los resultados y los efectos esperados. Para Anzieu y Martín este tipo de maestros en vez de ayudar a evitar los conflictos se dedicaron a buscar fórmulas para solucionarlos. De la misma manera estuvieron más interesados en intervenir que enevitar los problemas y desavenencias que se presentan en el grupo, cuando el camino correcto habría sido estimular la comunicación interpersonal y desarrollar la cohesión del grupo en su conjunto.

Es curioso, pero a pesar de haber girado durante muchos siglos el trabajo de la escuela en torno a las actividades que se desarrollan alrededor del aula, muy pocos estudios e investigaciones se han realizado sobre el tema. Sólo durante estas últimas décadas en el marco de los postulados de la escuela activa comenzó a existir interés por analizar el tema desde un referente diferente al de la escuela tradicional donde elaula era el altar sacrosanto de la enseñanza y del aprendizaje. Todos sabemos que la escuela activa aspiraba a articular la teoría con la práctica, la realidad interna de la escuela con la realidad cotidiana, la escuela con la vida, de ahí que se haya comenzado a replantear el trabajo del aula, buscando siempre que en esta se reflejaran los momentos más significativos de la vida social e individual del niño. Se comenzó a hablar de “aula abierta” o “aula sin muros”, conceptos que buscaban expresar un rompimiento con el carácter cerrado y hermético de un recinto que vivía su propia realidad y, que la mayoría de las veces no coincidía con la realidad social del educando.

 

Los conflictos derivados de las concepciones aula abierta/cerrada han sido una preocupación permanente de pedagogos contemporáneos como Montessori, Dewey, Kilpatrick, Decroly, Freinet, Kerschensteiner, Eliade, y otros quienes eran partidarios de acercar el aula a la vida y sustraer la escuela de sus cuatro paredes, convirtiéndola en una extensión de la realidad cotidiana. Pero, si bien en diversas propuestas pedagógicas los autores nos hablan de la necesidad de instaurar una escuela abierta a todos los módulos sociales, políticos, culturales o económicos y crear un microsistema (aula) inscrito en un macrosistema inmediato (comunidad), en general, no existió interés por profundizar acerca de la naturaleza, componentes y estructura del aula como realidad física, social, ecológica y pedagógica. Como veremos, el desarrollo de los proyectos de aula posibilitó estudiar más a fondo el tema y todos los procesos de interacción que se desarrollan al interior de esta. La etnografía, particularmente la microetnografía, convirtió el aula en objeto de sus estudios y las historias de vida van a reconstruir minuciosamente todas las actividades que se realizan en ella. Los espacios y distribución de las aulas van a transformarse en la medida de las exigencias propias de las nuevas estrategias pedagógicas y del tipo de dinámica de grupos, que se utilicen en cada caso. Va a ser diferente un aula utilizada para una clase magistral, de otra utilizada para una mesa redonda, un foro, un seminario, un coloquio o un panel.

El tema empezó a tener vigencia en la década del 50 cuando comienzan a desarrollarse masivamente los programas propios de la educación abierta y a distancia, donde el término aula se aleja de una supuesta presenciabilidad física y se comienza a hablar de “aula abierta” donde no existe un contacto directo entre educador y educando, donde el trabajo pedagógico no se realiza en un espacio temporo-espacial predeterminado sino en un espacio abierto e ilimitado. En el aprendizaje abierto, independientemente de la distancia o si existe el aula, la toma de decisiones sobre el aprendizaje comienza a ser compartida con los estudiantes. Estas decisiones van a afectar todos los aspectos del aprendizaje, qué aprendo (selección de contenidos o destrezas), cómo lo hago (métodos, medios, itinerario), a quién recurro para solicitar ayuda (tutor, amigos, colegas, profesores, etc.), cómo valorar el aprendizaje (evaluación, feedback, etc.).

El desarrollo inusitado de los medios tecnológicos y electrónicos, especialmente los propios de la tecnología de la comunicación, la informática y la telemática comienzan a ser percibidos como extensiones y amplificaciones de nuestras facultades, de ahí surge la necesidad de preparar técnica y mentalmente tanto al docente como al estudiante para responder a estos nuevos retos tecnológicos. Sin necesidad de caer en las radicales y afiebradas posiciones de algunos autores que proclaman la muerte del aula, creemos que este desarrollo tecnológico enriqueció notoriamente el escenario pedagógico donde despliegan todas sus capacidades sociales, cognoscitivas y afectivas, la enseñanza y el aprendizaje.

Según Gustavo Cirigliano, en estas últimas aulasse comenzaron a cuestionar y a replantear los significados relacionados con la denominada “teoría física de la comunicación”, que a la postre era el modelo más difundido y aceptado por todos. Sus postulados básicos provenían del campo físico que consideraba el mensaje como una cosa, un objeto, o sea, como algo físico que se trasladaba de un sitio a otro. Se hablaba de emisor, receptor, mensaje, canal y codificador-decodificador, teoría que se contradecía con el carácter socializante y comunitario del proceso de comunicación, es decir, una comunidad de intereses que no se podía reducir a una simple transmisión de datos o determinada información. Surgen conceptos como interacción, feedback, mutualidad y tantos otros aspectos que legitiman las palabras de John Dewey quien afirmaba que la comunicación era “hacer común algo”. Como contrapartida, surge la teoría “participativa” de la comunicación, que se niega a aceptar que esta se puede reducir sólo al tránsito de un mensaje de un sujeto a otro, en cambio, proclama que el mensaje no existe antes ni es previo, sino que lo común se hace entre dos y es tal en la medida en que es construido por ambos. En la enseñanza, el proceso de comunicación lo hacen entre ambos sujetos, el educador y el educando, los dos son partícipes en la realización del acto educativo.

Como resultado del inusitado desarrollo de los medios tecnológicos y de su incorporación en la educación, surge un concepto que con los años se convertiría en el gran “boom” del siglo XX: el surgimiento y posterior crecimiento de lo “virtual” y como derivación de este, el aula virtual. Hoy en día es un lugar común del lenguaje del joven actual todo lo que se relaciona con una supuesta virtualidad que hace parte de ese espejismo tecnológico que ha invadido todos los espacios sociales y culturales: realidad virtual, mundo virtual, lenguaje virtual, pedagogía virtual, aula virtual. Pero, a pesar que el término hace parte del léxico cotidiano del hombre moderno, no existe mucha claridad sobre una palabra que rebasó aquella supuesta potencialidad con la cual se asociaba comúnmente y pasó a significar un acto de simulación o de representación, naturalmente vinculado con los medios electrónicos los cuales son capaces de simular y representar la realidad pero que al igual que un esquizofrénico, su acto puede conducirnos hacia una confusión entre ficción y realidad. Para A. Gauthier (1992), la virtualidad cobra su significado en un espacio entre lo real y lo ficticio y es un poder, aúnno suficientemente evaluado. Para el autor francés lo virtual es el ámbito de la ficción, de lo irreal y lo falso que parece verdadero.

El término realidad virtual es reciente y aunque sus orígenes modernos los podemos encontrar en algunas novelas de cienciaficción, este se pone de moda en la década de los 80 cuando fue acuñado por Jaron Lanier quien lo usó para distinguir entre las simulaciones tradicionales creadas por computadoras y el tipo de mundos que él estaba creando. Desde esa época se comenzó a hablar de dos realidades virtuales: la inmersiva y la no inmersiva. Los métodos inmersivos de realidad virtual, con frecuencia se ligan a un ambiente tridimensional creado por computadora, el cual se manipula a través de cascos, guantes u otros dispositivos que capturan la posición y rotación de diferentes partes del cuerpo humano. La realidad virtual no inmersiva utiliza medios como el que actualmente nos ofrece Internet, en el cual podemos interactuar en tiempo real con diferentes personas, en espacios y ambientes que en realidad no existen y sin el apoyo de dispositivos adicionales a la computadora. Otros autores simplemente se refieren a la realidad virtual como una realidad creada por medios electrónicos.

Pero si bien el tema de la virtualidad es tentador y podría ser abordado desde posiciones muy diferentes, sólo nos interesa referirnos a una modalidad que también ha cobrado gran importancia en la actualidad pero que se ha prestado a muchas confusiones, no exenta de ciertas manipulaciones. Nos referimos al aula virtual, un concepto que surge y se desarrolla en un contexto dominado por el ordenador, los medios audiovisuales y toda la gama de variantes de la informática. Inicialmente se le vinculó a la educación abierta y a distancia, pero con los años ha ido adquiriendo formas propias. Hoy día, el aula virtual es un espacio donde el estudiante tiene la oportunidad de acercarse al mundo de la realidad sin necesidad de estar en ella, o sea, por medio de una representación o de elementos mediadores que la representan. En principio se la relacionó con la enseñanza no presencial, donde es posible aprender por uno mismo y, donde la información está a su disposición cuando crea oportuno.

¿Qué ventajas y desventajas tiene el aula virtual? Se confunden muchas veces con las propias de la educación abierta y a distancia. Entre ellas podríamos destacar las siguientes:

• El usuario establece su propio horario y lugar para lasactividades educativas, adaptándolo a sus necesidades e intereses.

• No precisa de desplazamientos por parte delprofesor o del estudiante para acceder a la educación. El aula puede estar en su casa, lugar de trabajo o cualquier sitio que determine el estudiante.

• El sujeto puede ser autodidacta a través del autoestudio, lo cual permite desarrollar su independencia y autonomía ante el saber y el aprendizaje.

• Desaparece la masificación porque, si se desea, el acto educación se puede convertir en un proceso de formación personalizada.

• El profesor siempre está disponible a través de las herramientas mediadoras que lo reemplazan físicamente (medios de comunicación, audiovisuales, telemáticos, etc.).

• Su formación es integral, porque además del lenguaje verbal y escrito, dispone de lo audiovisual, lo sonoro y su conexión con los principales medios de comunicación, lo cual le permite el acceso a información más allá de su realidad inmediata (internet, fax, e-mail, teleconferencia, etc.).

Pero, para los especialistas, sus desventajas son también numerosas:

• Si bien en el aula tradicional o en la enseñanza presencial es complicado motivar a los estudiantes, en el aula virtual, a pesar del atractivo de lo audiovisual, se requiere cierta madurez para resolver por sí mismos los problemas propios del aprendizaje.

• El tipo de relaciones y los vínculos sociales se reducen, con lo cual el proceso de socialización pierde su importancia como factor de formación.

• La atracción por las técnicas audiovisuales es positiva mientras no se convierta en motivo de alienación. En este caso, se fetichizan los medios y, los contenidos pierden relevancia.

Si bien el aula tradicional se considerainadecuada para las exigencias de la sociedad moderna, tampoco su eliminación y su reemplazo por un aula virtual parece ser la solución definitiva. A juicio de los especialistas, las desventajas de una pueden constituirse en las ventajas de la otra y viceversa. Por eso, la tendencia actual es propender a la coexistencia de las dos modalidades.

En la década del 90 se popularizaron en los círculos educativos las denominadas aulas inteligentes, un término acuñado por la institución educativa SEK el cual con una clara visión proyectiva y futurista pretendía dar respuesta a las necesidades de formación del hombre del siglo XXI, favoreciendo la integración de los saberes, reforzando la motivación de los estudiantes, potenciando la capacidad de comunicación oral y escrita, estimulando la búsqueda y la investigación en diversas fuentes de información. Naturalmente estas aulas inteligentes se apoyan en el trabajo pedagógico mediado por el ordenador y la tecnología telemática, la multimedia, los medios audiovisuales de uso individual, el CD-Rom, etc. Un aula inteligente es un amplio espacio capaz de dar cabida a numerosos grupos de alumnos y profesores de un nivel o curso escolar completo. Es un espacio concebido inteligentemente , y técnicamente dispuesto para ser el escenario de una educación en la cual los alumnos son los actores que protagonizan las acciones de aprendizaje y los profesores son los directores de escena que mueven, como entre bastidores, los hilos de la representación. Los alumnos aprenden porque ellos mismos y con la ayuda de la tecnología, salen a buscar los saberes que les respondan los interrogantes cognoscitivos, sociales o afectivos que se plantean. Los estudiantes aprenden los contenidos y construyen el significado al emplear estrategias genéricas de pensamiento (planifican, evalúan, resuelven problemas, construyen o critican, plantean argumentos, redactan ensayos, etc.). Aunque todo se discute en grupo, inicialmente la adquisición de saberes se hace mediante la realización de un proyecto personal de trabajo, donde el estudiante decide qué hacer, cómo hacerlo, dónde hacerlo y para qué hacerlo. La fase posterior es la de síntesis, la comprobación y las puntualizaciones o clarificaciones que sean necesarias, las cuales se realizan en una gran puesta en común.