Buch lesen: «El niño problema»
Colección
Retardo Mental y
Educación Especial
Dirigida por Jaime Tallis
Edición: Primera. Abril de 2021
ISBN: 978-84-18095-79-5
Depósito legal: M-9077-2021
Diseño: Gerardo Miño
Composición: Eduardo Rosende
© 2021, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl
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Índice
Agradecimientos
Prólogo, por Jaime Tallis
Capítulo I. Esquema de abordaje
Capítulo II. El niño y sus responsables. Mirada desde la neuropsicología
Capítulo III. ¿Quién aprende?
Capítulo IV. ¿Cómo aprende?
Capítulo V. ¿Por qué aprende?
Capítulo VI. ¿Para qué aprende?
Capítulo VII. Dónde, cuándo y de quién aprende
CAPITULO VIII. El niño problema (I)
CAPÍTULO IX. El niño problema (II)
CAPÍTULO X. ADHD
CAPÍTULO XI. Autismo
Capítulo XII. Casos
BIBLIOGRAFÍA
Agradecimientos
A mis padres a quienes debo mucho más que mi simple existencia.
A Virginia y Florencia quienes más allá del lazo familiar han compartido inquietudes, preocupaciones y tareas aportando su valiosa mirada personal, tolerancia e inagotable afecto.
A mi familia ampliada, Aurora, Mariano y Teresa Bernardez, a quienes debo la guía e inspiración en etapas fundamentales de mi crecimiento y educación.
A Emilio Levin, mi gran maestro y amigo. Supo guiarme y estimularme con honestidad por el difícil sendero de la bioquímica aplicada a las neurociencias. Alegre sendero de serendipity.
A Ricardo Rodulfo y Esteban Levin por haber realizado una primera lectura y a Ricardo por sugerirme a Jaime Tallis para concretar el proyecto.
A Jaime Tallis por su paciencia y talento para ayudarme a llevarlo a buen puerto.
Prólogo
Una vez más, la discusión sobre el aprendizaje, porque es tan complejo el tema que permanentemente nos abre nuevas facetas; valga como ratificación de esta afirmación lo sucedido el último año, con relación a la pandemia y su cuarentena, que modificaron drásticamente la enseñanza abriendo nuevos debates sobre la virtualidad y la presencialidad.
Guillermo Javier Nogueira, con su extensa trayectoria, tiene sobrados pergaminos para referirse al tema, no solo desde lo teórico (es un voraz lector), sino desde su experiencia clínica.
La complejidad con la cual se aborda al “niño problema” la podemos vislumbrar desde el índice; plantearnos quién aprende, cómo, por qué, dónde, cuándo, de quién y para qué se aprende es indagar con profundidad la temática que desarrolla este texto.
También el “niño problema”, con sus patologías ciertas y dudosas, es contemplado desde la complejidad, con el paradigma bio-psico-social, modelo interactivo multifactorial, heredero epistemológico de las series complementarias freudianas.
La lectura de los casos clínicos nos muestra esta visión global del niño con sus dificultades, pero no escapan de la observación la familia, los docentes, los profesionales, la escuela y la totalidad del entorno social.
En definitiva, se trata de un libro fundamental para profesionales y docentes comprometidos con la responsabilidad de ocuparnos del proceso de aprendizaje y sus dificultades en los niños.
Dr. Jaime Tallis
Capítulo I
Esquema de abordaje
Vemos lo que buscamos. Buscamos lo que conocemos
W. Goethe
Este primer capítulo está destinado a señalar el derrotero a seguir en este libro. En él intento mostrar los ejes fundamentales a tener en cuenta como guía en la tarea profesional. Fue elaborado como un instrumento o ayudamemoria orientador para la tarea a desarrollar con los niños problema en edad escolar. Ha resultado muy útil en mis inicios, ya que me obligaba a mantener una mirada atenta y lo menos prejuiciada posible, mirada que fue automatizándose y enriqueciendo con el paso del tiempo. El libro muestra claras evidencias de las enseñanzas de mis maestros y de mi formación como investigador, que implicaba hacer insistentemente las preguntas básicas, clave, adecuadas e insoslayables, que en un plano clásico y tradicional significaban preguntar por quién, cuándo, cómo, dónde, por qué, para qué y todas las otras que se desencadenaran en consecuencia.
La docencia me ha confirmado el valor de este planteo para “abrir los ojos” de profesionales y alumnos por igual, sin desestimar una necesaria advertencia a los lectores a los que invito a recordar que nuestro propio aprendizaje es constante, dinámico, cambiante y por lo tanto este esquema es solo eso: un esquema. Sus contenidos pueden ser enriquecidos y sujetos a revisión según los conocimientos y la experiencia avancen. El mundo y aquello llamado realidad no son estáticos y tampoco lo somos nosotros mismos.
Lo he esquematizado en dos bloques que corresponden uno al sujeto del aprendizaje y el otro al sujeto de la enseñanza. Ambos convergen en el producto de su menester: aprender/enseñar.
El conocimiento acabado de los componentes, sus causas, interrelaciones posibles y probables junto con sus resultados, contribuirán al conocimiento, explicación y eventual comprensión de las conductas humanas en relación con los aprendizajes en general y los aprendizajes formalizados en el marco de la llamada educación escolar. Esta es la base, la materia prima con la que se construyen las normas, es decir los modelos y valores observados en aquellos funcionamientos apropiados o exitosos según las diversas circunstancias. Las patologías no serían otra cosa que variaciones negativas o inapropiadas de esas normas, cuyas causas deberán buscarse en los mismos componentes de origen, sin exclusiones.
Detectar las fallas o desvíos, es el proceso inicial y fundamental que llamamos diagnóstico y en el que pueden intervenir tanto los profesionales convocados como todos aquellos vinculados con el sujeto que aprende, incluyendo a este mismo. Nuestra acción como expertos será solicitada a partir de aquello que, en tanto disfuncional, llama la atención por su discordancia con lo aceptado como norma o por sus consecuencias.
La observación acompañada y guiada por el conocimiento teórico-experiencial, seguida por la explicación, la comprensión y la interpretación, llevarán al diseño de estrategias correctivas que llamamos terapéutica o tratamiento. Su resultado estará multideterminado, tanto como lo están las propias conductas del sujeto observado, sus observadores, el vínculo entre ellos y sus circunstancias.
Este proceso es necesariamente interdisciplinario y debe estar sustentado en la formación adecuada de los profesionales e inclusive en el nivel educacional de los observadores primarios, padres y docentes, todos dentro del marco ético apropiado.
Seguir estos pasos creo es lo mejor que podemos hacer para ayudar no sólo a aquellos con dificultades, sino también para construir experiencias útiles que ayuden a elaborar modelos y estrategias educacionales futuras. Este libro surge de esta experiencia que deseo transmitir.
Finalmente, es un buen comienzo preguntarse y averiguar por las etimologías y significados de palabras de uso frecuente en referencia a nuestra temática: enseñar, educar, explicar, aprender, comprender, entender, magisterio, docencia, claustro, son algunos ejemplos que pueden depararnos sorpresas, disipar dudas y ajustar nuestro pensamiento y acción. Pocas veces he visto algún comentario, por ejemplo, sobre el significado de la palabra alumno: falto de luz o sin luz. ¿Qué luz? La del conocimiento. Maestros iluminadores, alumnos iluminados. Notables concatenaciones como la de la linterna que alumbra el oscuro archivo de la memoria o enfoca su luz atencional e ilumina la conciencia. Metáforas para decir lo inefable.
Capítulo II
El niño y sus responsables.
Mirada desde la neuropsicología
Lo fascinante es el cerebro estudiando al cerebro
John Eccles
Este capítulo está dedicado al sujeto-niño y aquellos responsables de su educación en un sentido amplio y muy abarcativo. En el primero se centran particularmente la mayoría de los enfoques sobre la enseñanza, el aprendizaje y la conducta del niño en edad escolar debido a que es el principal receptor de las mismas y es a su vez el ejecutor de los aprendizajes. La niñez es un estadio o etapa signada por la evolución, la sociedad y la cultura, sobre un fondo biológico que marca condiciones de posibilidad material, fundamentalmente la genética, pero que no lo determinan ni invariable ni totalmente. Cronológicamente es definida de diversas formas según las sociedades y sus culturas del mismo modo que son múltiples y variados los atributos con que se la caracteriza.
En cuanto a los responsables de la educación, abarcan un amplio abanico que va desde la familia hasta la sociedad, pasando por los docentes. Todos son actores tan importantes como el niño mismo, aunque con distintos niveles de responsabilidad. Por lo tanto merecen ser puestos en un primer plano de consideración junto con él.
Para que este abordaje sea comprensible y sus implicancias evidentes, debemos establecer definiciones y puntos de partida lo más claros y precisos posibles. Comprenderán al hombre, su cerebro, lo humano y el paradigma científico, es decir, la herramienta y las conceptualizaciones con que lo abordamos. Comenzaremos utilizando a la neuropsicología como instrumento por ser una rama de la ciencia multidisciplinaria muy adecuada para encarar esta tarea.
La neuropsicología
Es una rama de la ciencia dedicada al estudio de las conductas humanas en su relación con el cerebro. Es interdisciplinaria y se nutre de un amplio espectro de conocimientos y tecnologías que van desde las neurociencias a las humanidades. Permite tanto un abordaje muy abarcativo de conductas complejas utilizando el modelo “de arriba hacia abajo” (top-bottom), como un reduccionismo extremo de “abajo hacia arriba” (bottom up) referido a la biología, con su punto de partida en la biología molecular. El primero suele formular e intentar dar respuesta a los grandes interrogantes, y el segundo, desde la biología, sienta las bases y da los límites de posibilidad para dichas respuestas. En el primer abordaje estaremos influenciados por las ciencias discutiblemente llamadas blandas o humanidades, partiendo desde la filosofía. Sus derivadas: sociología, antropología, psicología y lingüística, tendrán como objeto de estudio conductas muy peculiares y complejas y la neuropsicología se encargará de las funciones cerebrales que las determinan. Algunos ejemplos serían pensar, decidir, elegir, ejecutar, poner reglas, respetarlas o transgredirlas, ser creativos, inteligentes, formular juicios de valores e instaurarlos, modificarlos o abandonarlos, tener apetencias y rechazos, la conciencia y lo no consciente, la vida en sociedad, el lenguaje, el habla y todo aquello que llamamos cultura en general. Estas conductas complejas en su mayoría consideradas patrimonio de los seres humanos, comenzaron a ser objeto de interés inicial por los filósofos al preguntarse por qué las cosas existen, son y funcionan de cierta manera.
Es evidente que esta proximidad a las humanidades está relacionada también con la idea de lo mental como aspecto constitutivo de los humanos. Inicialmente considerado como un don de origen divino o un peculiar y no siempre explicable epifenómeno que surge de esa realidad material: “el hombre-cuerpo”. Este abordaje ha variado históricamente en función del desarrollo y crecimiento exponencial de la biología en paralelo con la declinación de las explicaciones religiosas o puramente animistas.
En el segundo abordaje estaremos siempre ligados al polo biológico como determinante. Sin embargo, a menos que caigamos en un reduccionismo eliminativo, en algún punto deberemos incorporar lo mental y lo complejo, reconociendo su existencia y también reconociendo las limitaciones y falencias del reduccionismo eliminativo. Parecería ser un destino inexorable ir en pos de un horizonte que se esfuma y que cuando creemos posible alcanzarlo nos obliga a comenzar de nuevo.
Por todo lo anterior se hace evidente que la interdisciplina es una condición sine qua non para abordar en su totalidad ese ser tan complejo como el hombre.
Hay toda una larga historia por detrás de todos estos planteos relacionados con algunas de las grandes preguntas subyacentes: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la vida?
La vinculación del cerebro con las conductas ha pasado por distintos avatares. Franz Joseph Gall es mencionado como el fundador de la neuropsicología contemporánea al señalar al cerebro y sus diferentes estructuras como responsable de las conductas, particularmente las consideradas complejas. Crea la frenología instaurando un cambio radical y dejando atrás ciertas especulaciones filosóficas referidas a las facultades humanas, sujetas hasta ese momento a discusiones en ese ámbito o su respeto como acto de fe.
Paul Broca y Karl Wernicke consolidan esta postura al verificar por el método anatomoclínico que lesiones cerebrales en ubicaciones particulares, producían alteraciones del lenguaje diferentes: las afasias de Broca y Wernicke. Las neuroimágenes funcionales son una extensión contemporánea de ese paradigma. Sin embargo, numerosas dudas epistemológicas aún subsisten, las que por el momento resumiremos en la distinción entre “mapa” y “territorio”. Lo que vemos activarse o no durante la ejecución de una tarea que puede ser tan sutil y compleja como pensar, desear, imaginar, leer, hablar, puede no ser el asiento exclusivo de dicha función a la luz de un modelo de funcionamiento cerebral en redes distribuidas, plásticas y en evolución.
Grandes investigadores como Alexander Luria y Eric Kandel –entre otros– se han destacado por sus propuestas de modelos explicativos basados en el funcionamiento cerebral. Vygotsky, a su vez, pone el acento en el valor social para la configuración de los aprendizajes en el cerebro. Un ejemplo de su cuño y que me parece muy ilustrativo es la existencia en el idioma de los lapones de varias palabras que significan color blanco, lo que puede explicarse por las sutiles diferencias entre ese color en la nieve, el hielo o el pelaje de un oso, de vital importancia para un habitante de esas regiones. Según donde pongamos nuestra mirada aparecerá también Ramón y Cajal, quien sienta la base estructural y funcional del cerebro al describir las neuronas y señalar que la arquitectura cerebral debería “tener un sentido” y que ella sería la base de lo mental. Es el creador de la doctrina neuronal, aún en boga. Lo resume en una frase muy hispana pero elocuente: “para estudiar la mente hay que levantar la tapa de los sesos”.
Sigmund Freud es también un pensador clave al crear un modelo de aparato psíquico y postular la existencia de determinantes de nuestra conducta ajenos a nuestra conciencia: el inconsciente. Ambos conceptos están aún vigentes y son de enorme alcance explicativo para las conductas humanas. Freud dejó inconcluso en su obra póstuma el intento de ligar el cerebro a estas formulaciones sobre el aparato psíquico: el Proyecto de una psicología para neurólogos, publicado en 1953. En él se advierte una notable anticipación y coherencia con lo que anunciaba Ramón y Cajal en 1909. Éste señalaba a las neuronas como unidades discretas, direccionales, con puntos de contacto que permitirían o restringirían el flujo de energía y su equivalente, la información. Ambos en forma independiente apuntan a lo mismo y llegan hasta donde lo permitió el conocimiento científico vigente. No se apartaron de la ciencia en su búsqueda del origen de “lo mental”. Personalmente les doy el crédito mayor a ellos ya que se necesitaba mucho talento e incluso coraje para poder señalar un derrotero tan fecundo a partir de datos tan escasos y complejos, anticipando a su época y en claro desafío a otras concepciones que contaban con el apoyo de la tradición y el poder. No les fue fácil. Prueba de sus virtudes es que ambos modelos, con algunas modificaciones, siguen vigentes y son frecuentemente reconfirmados a la luz de los nuevos avances en la metodología científica y en la experiencia clínica.
Han aparecido algunos intentos modernos de evaluar y actualizar el Proyecto a la luz de esos nuevos conocimientos, tales como el de Karl Pribram y Merton Gill, El “Proyecto” de Freud; y, en nuestro medio, el de Sebastián Di Orio y Lionel Klimkiewicz, Una lectura del “Proyecto de una psicología para neurólogos” de Sigmund Freud. Así como existen intentos de avanzar en el recorrido desde la biología molecular a las conductas manifiestas, también existen intentos en sentido contrario tratando de unir las neurociencias y el psicoanálisis, tal como lo hacen Mark Solms en Estudios clínicos en neuropsicoanálisis y Eric Kandel en Psiquiatría, psicoanálisis y la nueva biología de la mente, o François Ansermet y Pierre Magistretti en A cada cual su cerebro.
Una idea de la complejidad de nuestro objeto de estudio la da que aún hoy en día hablamos de modelos de funcionamiento cerebral que van gradualmente acercándose a un mayor poder explicativo, pero sin agotar la pregunta. Procesamiento lineal o en paralelo, redes distribuidas de Mesulam, agentes o núcleos dinámicos de Lezak, modelo holográfico de Pribram, modelo de aparato psíquico freudiano, modelo de la inteligencia artificial en sus variantes “dura” y blanda”, modelo cognitivo, modelo conductista, modelo estratigráfico de Juan Carlos Goldar y muchos otros más, que en realidad hacen aportes luego superados pero sin ser necesariamente totalmente eliminados o definitivamente reemplazados por algo absolutamente nuevo y definitivo. Gradualmente se va imponiendo el cumplimiento con el mandato popperiano de falsabilidad. En realidad parecemos condenados a él. Avanzamos en una espiral inacabable. Borgeanamente caminamos en el jardín de senderos que se bifurcan, buscamos en la biblioteca de Babel y alimentamos la sospecha de que “quizás seamos un sueño soñado por otro”, o también producto de un artificio, como imaginaba Bioy Casares en La invención de Morel. La física cuántica aparece como una nebulosa posibilidad explicativa.
Aún aspectos tan duros como la anatomía, la neurofisiología, la neuroquímica y la biología molecular cambian constantemente las bases sobre las que creemos estar asentados. Ejemplo de ello son la evaluación de diferencias y asimetrías cerebrales, la identificación de más variedades de neuronas y el reconocimiento de la génesis de nuevas neuronas. El concepto de plasticidad neuronal, las nuevas funciones atribuidas a las células gliales, las neuronas espejo, el descubrimiento de más neurotransmisores y una complejísima cantidad de relaciones entre su producción, transporte, liberación, recaptura, efecto y eliminación de los mismos que abren puertas por donde aventurarnos. Son también ejemplo los psicofármacos y su uso, los nuevos enfoques desde la genética, la neurología, la psiquiatría y la neurocirugía. Todo este conjunto va configurando el conocimiento de un sistema inestable, plástico, constantemente en actividad, configurable por su entorno pero también autoconfigurado o autopoyético, como dicen Maturana y Varela: el sistema nervioso.
La individualización en vivo de neuronas responsables de memorias muy restringidas y nuevos modelos de arquitectura con formulaciones matemáticas y criterios probabilísticos hacen camino. La verificación de circuitos y funciones complejas con la estimulación magnética, las neuroimágenes funcionales, el reconocimiento de amplias redes neuronales en el aparato digestivo y su relación con la “entrada” de alimentos y la flora microbiana, van sumando rápidamente y a pasos agigantados más posibilidades y complejidad. También se va dando un rol creciente al cerebelo, ya no como un segundo pequeño cerebro, como su nombre indicaba, sino como otro cerebro capaz de procesar “en línea” y proactivamente, anticipando resultados y corrigiendo desvíos. Como paso sorprendente por lo procrastinado, llega el reconocimiento del cerebro como un órgano parte del cuerpo a través del cual se expresa configurando y siendo configurado.
Un punto de encuentro interesante es el de los desarrollos en informática, inteligencia artificial, biología molecular y nanotecnologías. La información como conjunto de señales y su variada transferencia serán a su vez punto de partida y piedra basal para explicar y comprender el funcionamiento cerebral y las conductas. Se da la paradoja de que este procesamiento ajeno a nuestra conciencia dé sustento a la misma. Aparece el mundo de la señalética que determina tanto que una célula tenga una determinada forma tamaño y función (biología molecular), como que el mundo externo (el medio) incluyendo otros hombres, procesen y envíen señales del mismo tipo, que permitan interactuar, transferir experiencias, socializar, crear cultura y tener conductas tan complejas como ser Borges o no ser nada. Aparece el exocerebro de Batra.
Subyacentes se mantienen las dos preguntas fundamentales: el problema mente-materia y el problema naturaleza-cultura. Según cómo intentemos resolver el primero, nos aproximaremos a la solución del segundo o, por el contrario, podemos considerar ambos insolubles o innecesarios como los sostienen algunos autores.