Buch lesen: «Franquismo de carne y hueso»
HISTÒRIA I MEMÒRIA DEL FRANQUISME / 58
DIRECCIÓ
Ismael Saz (Universitat de València)
Julián Sanz (Universitat de València)
CONSELL EDITORIAL
Paul Preston (London School of Economics)
Walter Bernecker (Universität Erlangen, Núremberg)
Alfonso Botti (Università di Modena e Reggio Emilia)
Mercedes Yusta Rodrigo (Université Paris VIII)
Sophie Baby (Université de Bourgogne)
Carme Molinero i Ruiz (Universitat Autònoma de Barcelona)
Conxita Mir Curcó (Universitat de Lleida)
Mónica Moreno Seco (Universidad de Alicante)
Javier Tébar Hurtado (Arxiu Històric de Comissions Obreres de Catalunya, UB)
Teresa M.ª Ortega López (Universidad de Granada)
Este libro ha sido publicado en el marco del proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España «MEMOHAMBRE. Historia y memoria del hambre: sociedad, vida cotidiana, actitudes sociales y políticas de la dictadura franquista (1939-1959)» (Ref. HAR2016-79747-R).
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.
© Gloria Román Ruiz, 2020
© De esta edición: Universitat de València, 2020
Publicacions de la Universitat de València
http://puv.uv.es publicacions@uv.es
Coordinación editorial: Amparo Jesús-María
Ilustración de la cubierta: Plaza del Ayuntamiento de Iznatoraf (Jaén, 1954).
Cedida por Salvador Martínez Villacañas
Maquetación: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: Letras y Píxeles
ISBN: 978-84-9134-713-2
Edición digital
A mi abuelo Antonio, que empieza a perder la memoria de su vida cotidiana.
«La Historia nos ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidad en dos compartimentos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables».
Tzvetan Todorov
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
1. El estudio de la vida cotidiana bajo los regímenes dictatoriales del siglo XX
1.1 El estudio de la cotidianeidad bajo el franquismo
2. Las «texturas» de lo cotidiano. La Alltagsgeschichte y sus fuentes
3. «Ni blanco ni negro». La paleta de grises de las actitudes sociopolíticas de la población hacia la dictadura franquista
3.1 Clasificación de las actitudes sociopolíticas de la población
3.2 Evolución de las actitudes sociopolíticas de una mujer del campo malagueño
ABREVIATURAS
PARTE I «EL PODER DE SEDUCCIÓN DE LA DICTADURA»
Las políticas del «consenso» del régimen franquista
I. LAS POLÍTICAS SOCIALES DEL RÉGIMEN FRANQUISTA: CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS DE PROTECCIÓN OFICIAL, BENEFICENCIA Y «TRAÍDAS DE AGUAS»
1. «La Cruzada de la vivienda». La política de construcción de viviendas sociales
1.1 «Chozas inmundas». El problema de la infravivienda
1.2 «Hogares alegres, modernos e higiénicos». La política de construcción franquista
1.3 Las entregas de llaves: ¿un mecanismo de generación de consentimiento?
2. Otras políticas sociales de la dictadura
2.1 «La sonrisa de Falange». El Auxilio Social y la beneficencia
2.2 «Y Franco dijo: “¡tomad agua!”». Las «traídas de aguas»
3. Conclusiones
II. OTRAS POLÍTICAS DEL CONSENSO DEL RÉGIMEN FRANQUISTA: SOCIALIZACIÓN JUVENIL Y SINDICALISMO AGRARIO FALANGISTAS
1. «La obra predilecta del régimen». La socialización juvenil franquista a través del Frente de Juventudes y la Sección Femenina
2. La captación de los trabajadores del campo. La Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos (HSLG)
3. Conclusiones
PARTE II «SIN ARMAS CONTRA FRANCO»
Las resistencias cotidianas contra la dictadura
III. RESISTENCIAS COTIDIANAS FRENTE EL ORDEN ECONÓMICO: CRÍTICAS AL SINDICATO, ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA Y DEFENSA DE LOS RECURSOS NATURALES
1. «Que se tocaba los c… en él y en los del Sindicato». Resistencias contra el sindicalismo vertical en el campo
2. «Que es un abuso lo que se está cometiendo con la harina». Resistencias contra la autarquía y la política agraria
3. «Que con la cabeza del guarda forestal jugarían al fútbol». Resistencias en defensa de la gestión del agua y de los aprovechamientos comunales, y contra la contaminación radiactiva
3.1 Resistencias en defensa del control y gestión del agua
3.2 Resistencias en defensa de los aprovechamientos comunales y contra la política de repoblación forestal franquista
3.3 Resistencias contra la contaminación radiactiva a raíz del accidente nuclear de Palomares (1966)
4. Conclusiones
IV. RESISTENCIAS COTIDIANAS FRENTE EL ORDEN IDEOLÓGICO: MEMORIAS SUBVERSIVAS, IRRELIGIOSIDAD Y FESTIVIDADES POPULARES
1. «De la guerra se hablaba, pero siempre en privado, con la puerta cerrada». Resistencias simbólicas contra la memoria oficial de la guerra y la posguerra
1.1 «Qué mal lo hicieron. Pero ahora que aquí se paga todo». La memoria subversiva de la guerra y la posguerra
2. «¡Viva la p… del Niño Dios!». Resistencias contra la religión oficial, contra lo sagrado y contra el nacionalcatolicismo
2.1 «Me c… en el copón divino». La blasfemia como transgresión del orden religioso y político
3. «Mi padre tenía un trajecito gris marengo y se lo ponía todos los Primeros de Mayo». Resistencias contra la regulación o prohibición de las fiestas populares
3.1 «Sardina sardinorus ora pro nobis». Resistencias contra la prohibición franquista de celebrar el carnaval
4. Conclusiones
CONCLUSIONES
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS
La investigación que sustenta este libro comenzó hace ya cinco años, cuando empecé a trabajar en mi tesis doctoral. A lo largo de este tiempo he recibido la cariñosa ayuda de muchas personas a las que estoy profundamente agradecida. Todas ellas me han acompañado en este apasionante, aunque a veces agotador, proceso de aprendizaje.
En este periodo he recibido el apoyo de mis compañeros del Departamento de Historia Contemporánea, con muchos de los cuales he tenido ocasión de trabajar. Es el caso de Francisco Cobo, Teresa Ortega o Claudio Hernández, a quienes agradezco enormemente que hayan contado conmigo en sus proyectos de investigación o a la hora de plantear comunicaciones y artículos.
También a mis compañeros predoctorales de la facultad, como Antonio, José Manuel, Dimitris, Juan Antonio, Alba o Sandra con los que he compartido congresos y no pocas horas en nuestra pequeña sala del Departamento, así como cafés que nos mantuvieran despiertos en los días largos y comidas en los comedores universitarios. Y a Noelia Bedmar, quien durante el breve tiempo que estuvo con nosotros me prestó una valiosa ayuda en la transcripción de algunas de las entrevistas que realicé.
Tampoco puedo dejar de expresar mi agradecimiento con otros historiadores ajenos al Departamento como Francisco Romero Salvadó, que me acogió con los brazos abiertos durante mi estancia en la University of Bristol; Daniel Lanero Táboas, quien me propuso sumarme al proyecto de investigación que dirige; u Óscar Rodríguez Barreira, que me ayudó desde el principio a la hora de dar con documentación de interés o a plantearme algunas de las preguntas a las que trata de dar respuesta este libro. Fue gracias a él que llegué al Archivo Municipal de Terque (Almería), donde tuve la suerte de encontrar algunas de las cosas más valiosas con las que he dado en este tiempo.
Aprovecho para dar las gracias también a compañeros investigadores como Carlos Fuertes, o a Eider de Dios y Alejandro Pérez-Olivares, que se ofrecieron generosamente a leer y a comentar algunas partes de este libro, contribuyendo a su mejora y enriquecimiento; y a mi amigo Juanfra Colomina, que me prestó una ayuda valiosísima al poner a mi disposición muchas de las bases de datos con las que él trabaja.
También durante mis estancias en los ocho municipios andaluces en los que he pasado buena parte de mi tiempo en los últimos años encontré a numerosas personas generosas que me prestaron su ayuda tanto en las tareas archivísticas como a la hora de encontrar testimonios orales. Por citar solo a algunas de ellas, Mari Carmen Amate, que me guió durante mis primeros días en Alhama de Almería (Almería) y, especialmente, Cristóbal Corral Maldonado, quien me descubrió el archivo de Teba (Málaga), me acogió en el pueblo y me acompañó en algunas de las entrevistas.
Quedo muy agradecida también con todos los archiveros a los que he conocido durante estos años, que me orientaron durante mis primeros y confusos días de archivo; así como con todos los amables entrevistados que han realizado el esfuerzo de recordar sus historias de vida y han contribuido con sus valiosos testimonios a que esta investigación cobre sentido.
Y, cómo no, doy las gracias a mis directores de tesis, Miguel Gómez Oliver y Miguel Ángel del Arco Blanco, quienes no han dejado de confiar en mí, han sido enormemente pacientes y me han enseñado este oficio, logrando que haya ganado autonomía investigadora y haya echado alas para volar.
Por último, aunque no menos importante, tengo que dar las gracias a todos mis amigos y a mi familia. En especial a mis abuelos, a mis padres y a mi hermano, que nunca han dejado de creer en mí y han vivido con entusiasmo e ilusión cada uno de mis pequeños logros. Y, sobre todo, a Paco, que se ha convertido en mi mayor y mejor apoyo.
Todos ellos han contribuido enormemente a hacer este proceso más llevadero y gratificante, a superar los momentos difíciles que se han presentado a lo largo del camino y, en fin, a que este libro vea hoy la luz.
INTRODUCCIÓN
La vida cotidiana no está fuera de la Historia, sino que es el centro de la Historia.
Ágnes Heller 1
Es necesario que lo cotidiano se convierta en historia para que la historia sea historia de todos.
Franco Ferrarotti 2
Lamento no haber podido tratar más que de una manera muy incompleta los hechos de la vida cotidiana, alimentación, vestido, habitación, usos de familia, derecho privado, diversiones, relaciones de sociedad, que han constituido el principal interés de la vida para la enorme mayoría de individuos.
Charles Seignobos 3
Esta investigación nace de la necesidad de dirigir nuevas miradas hacia uno de los regímenes autoritarios más duraderos de la Europa contemporánea, la dictadura del general Francisco Franco (1936-1975). Concretamente, surge al constatar que, pese al creciente número de publicaciones sobre esta materia, aún quedan preguntas a las que no ha logrado darse una respuesta satisfactoria. Este libro aborda la dictadura como experiencia cotidiana, explorando el franquismo «de carne y hueso», el «realmente» vivido. Se adentra en las «texturas» de lo cotidiano para ofrecer un panorama más matizado y complejo en el que lo político atraviesa y se hace constantemente presente en el día a día.
Este volumen estudia las formas cotidianas de hacer política de los hombres y mujeres «corrientes» del mundo rural a lo largo de toda la dictadura franquista. En especial, presta atención a las opiniones que les merecieron las políticas sociales y otras estrategias de legitimación del régimen, de un lado, y a las pequeñas prácticas de resistencia que pusieron en marcha en su día a día, de otro. Con ello trata de arrojar luz sobre las formas subjetivas en que la gente del agro experimentó la dictadura de Francisco Franco. Y lo hace recurriendo a la perspectiva teórico-metodológica de la historia de la vida cotidiana, que resulta la más apropiada para el estudio de las actitudes sociopolíticas de la población.
Entre los principales objetivos de esta obra está el aproximarse a las experiencias cotidianas de las gentes «corrientes» y a la forma en que vivieron la dictadura de Franco. En particular, este libro busca arrojar luz sobre las estrategias de legitimación de la dictadura ante la población, tratando de dilucidar cuáles fueron las políticas que puso en marcha para incrementar su popularidad en las zonas rurales. En relación con ello, pretende esclarecer las formas en que fueron recibidas las políticas sociales del régimen entre la población del agro. Por otra parte, esta obra aspira a minar algunos de los numerosos tópicos que durante largo tiempo han recaído sobre el mundo rural, como el que lo presenta mayoritariamente pasivo, apático y desprovisto de lógicas subversivas. Al tiempo, pretende subrayar la capacidad de agencia de las sociedades rurales y su potencial para resistir contra el régimen.
Como aportaciones principales de este libro cabe señalar, en primer lugar, el ambicioso marco temporal que aborda. La amplia cronología adoptada engloba toda la dictadura franquista, lo que permite atender a la evolución histórica de la cotidianeidad a lo largo de las décadas de 1940, 1950, 1960 e incluso comienzos de 1970. De esta forma, presta atención no solo a los años de construcción del régimen, los más estudiados, sino también a los de su sostenimiento y caída final. Y es que la peculiaridad del franquismo como dictadura residual en la Europa de entreguerras con una excepcional duración de casi cuarenta años constituye una excelente oportunidad para analizar las mutaciones experimentadas en las actitudes sociopolíticas de la población. En segundo lugar, y a diferencia de otros trabajos sobre el tema, este libro estudia los dos principales grupos actitudinales hacia el franquismo, tanto el del «consenso» como el de la resistencia. Además, aborda una amplia variedad temática que incluye ámbitos insuficientemente explorados, caso de las resistencias simbólicas contra la dictadura. Y lo hace recurriendo a una importante carga empírica: una gran cantidad y variedad de fuentes documentales y orales. Asimismo, estudia las formas en que la gente «normal y corriente» experimentó el régimen de Franco en su vida diaria. Por tanto, va más allá de las políticas puestas en marcha por el franquismo, interesándose sobre todo por su recepción e incidencia «a ras de suelo», esto es, por la forma en que condicionaron las actitudes sociopolíticas de la población. Por tanto, esta investigación trasciende la legislación y los discursos de la dictadura para atender su funcionamiento en la vida cotidiana.
Este capítulo introductorio comienza con una exposición de los principales trabajos de la historiografía europea que han abordado las dictaduras de entreguerras desde la perspectiva de la historia de la vida cotidiana o Alltagsgeschichte. A continuación, se centra en los estudios que han aplicado este enfoque al caso del régimen franquista, haciendo balance de lo que se ha hecho en este ámbito y de lo que queda aún pendiente. En segundo lugar, se expone el marco teórico-metodológico que asume la investigación que sustenta este libro, explicando por qué resulta el más indicado para analizar las experiencias cotidianas de los hombres y mujeres de a pie y se presentan el ámbito cronológico y geográfico de la investigación, así como las fuentes empleadas. Por último, se realiza una clasificación de las actitudes sociopolíticas de quienes vivieron bajo el franquismo y se aplica el modelo a la historia de vida de una mujer del campo malagueño.
1. EL ESTUDIO DE LA VIDA COTIDIANA BAJO LOS REGÍMENES DICTATORIALES DEL SIGLO XX
Este volumen adopta como marco teórico y metodológico de referencia la historia de la vida cotidiana o Alltagsgeschichte, que nació en Alemania occidental hacia finales de los setenta y principios de los ochenta como reflejo académico de los nuevos movimientos sociales. La historia de la vida cotidiana surgió como una suerte de historia social renovada o historia sociocultural que respondía a las señales de agotamiento que venía mostrando la historia social más clásica, así como a las nuevas inquietudes historiográficas de una nueva generación de jóvenes historiadores alemanes. Uno de los pioneros y principales representantes de esta corriente historiográfica en el caso de la contemporaneidad ha sido Alf Lüdtke. En la introducción a uno de los volúmenes que ha coordinado recientemente este autor ha recordado que el interés de los historiadores de la vida cotidiana está del lado de «las experiencias y prácticas de la gente» en sus dimensiones subjetivas.4 Es por ello que desde sus comienzos esta perspectiva estuvo estrechamente vinculada al estudio de la vida privada-doméstica y familiar.5 El enfoque de la historia de la vida cotidiana ha sido aplicado con gran éxito al estudio de las dictaduras europeas del periodo de entreguerras como la Italia fascista, la Alemania nazi, la Francia de Vichy o la Rusia estalinista.6
Desde sus orígenes esta tendencia historiográfica ha guardado una estrecha relación con el estudio de las actitudes sociopolíticas de la gente que vivió bajo los regímenes autoritarios del siglo XX. La importancia de este tipo de análisis radica en su potencial para explicar el auge, sostenimiento y caída de los sistemas políticos dictatoriales que proliferaron en la Europa de entreguerras. El estudio de las percepciones, la «opinión popular» y los comportamientos expresados por quienes vivieron bajo estructuras de poder autoritario respecto a los discursos y las políticas del Estado contribuye a una mejor comprensión de las condiciones en que las dictaduras emergen, funcionan, triunfan o fracasan. Se trata de desgranar la forma en que los regímenes no democráticos se relacionaron con sus respectivas sociedades: hasta qué punto coartaron sus libertades mediante el uso de la violencia, qué fueron capaces de ofrecerles para captar sus voluntades o qué resquicios dejaron abiertos para la expresión de sentimientos discordantes.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 el mito de la resistencia antifascista dominó las interpretaciones sobre las actitudes sociales de los ciudadanos que vivieron bajo las dictaduras europeas. El nazismo o el fascismo eran presentados como regímenes brutales desprovistos de ideología que se habían impuesto violentamente sobre sus respectivas sociedades y que no habían contado con apoyo popular alguno. La población era vista como víctima del terror de estas dictaduras, a la vez que se sobredimensionaba su potencial para resistir, que cristalizó en el mito los «héroes de la resistencia». Fue a finales de los años sesenta cuando, en parte como reacción a esta ortodoxia parcial y simplista, que no alcanzaba a explicar el éxito cosechado por estos sistemas políticos, arrancó una nueva historiografía sobre los comportamientos de la gente de a pie que apuntaba a que, no solo no todos resistieron, sino que los hubo incluso que colaboraron en la represión estatal.7
Para el caso de la Italia fascista (1926-1939) fue Renzo De Felice quien planteó por primera vez esta discusión en su voluminosa biografía sobre Mussolini de 1974. En uno de sus tomos sorprendía afirmando que el fascismo italiano había gozado de un «consenso masivo» y de una gran solidez, sobre todo durante los cinco años de la gran crisis, los comprendidos entre 1929 y 1934. Aunque De Felice hizo, en general, un uso extensivo e impreciso del término, sí distinguió entre consenso activo y pasivo. Si bien en un primer momento fue acusado de revisionista y de dejar en segundo plano los procesos represivos, sus postulados acabaron siendo generalmente aceptados, inaugurando así una nueva era historiográfica en el estudio de las actitudes sociales bajo regímenes autoritarios.8
En 1984 Luisa Passerini introdujo una importante innovación metodológica al recurrir a fuentes orales para desentrañar las actitudes sociales de los obreros de Turín bajo el fascismo.9 También Philippe Burrin estudió la receptividad de las sociedades regidas por dictaduras, afirmando que uno de los principales objetivos de estos sistemas políticos era precisamente la conquista de las masas que, por su parte, albergan actitudes diversas y complejas hacia el poder.10 Unos años después, Emilio Gentile habló de la «sacralización de la política» a la que habría contribuido la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Y, más concretamente, se refirió al fascismo como una religión que se valió de símbolos, mitos y rituales para captar el apoyo activo y duradero de las masas. Muchos jóvenes y algunos intelectuales habrían visto en el fascismo esa nueva religión que anhelaban. Además, siempre según este autor, presentarse como la ideología salvadora frente al bolchevismo le habría reportado al fascismo el apoyo de las clases medias.11
Paul Corner, por su parte, advirtió del riesgo de reaccionar a la ortodoxia antifascista llevando las interpretaciones sobre las actitudes sociales al extremo contrario, exagerando el carácter masivo del consenso y minusvalorando los procesos represivos activados por las dictaduras. Recalcó las condiciones de opresión-coerción en que se forjaron las percepciones, enfatizando el poco o nulo espacio para la expresión de actitudes disconformes y matizando el alcance del repetido consenso. Corner advirtió asimismo del peligro de justificar o exculpar en cierto modo a estos regímenes asumiendo la errónea premisa de que, si gozaron de un consenso tan amplio, no habrían sido tan «malos».12
En el caso de la Alemania nazi (1933-1945) los primeros en incorporar estos planteamientos fueron los miembros del «Proyecto Baviera», que nació en 1973 con la pretensión de analizar la conducta de los alemanes durante el Tercer Reich desde una perspectiva social y cotidiana. Entre 1977 y 1983 estuvo liderado por Martin Broszat, que defendió que el Estado nazi no fue totalitario, sino que dejó resquicios para la resistenz (entendida como inmunidad y diferenciada de la resistance) y apostó por la escala de grises como medio para superar las explicaciones en clave blanco versus negro. Entre los trabajos pioneros en este sentido estuvieron también los de Mosse, que apostó por una concepción cultural del fascismo, o Peukert, quien apuntó a la popularidad del Führer como uno de los cimientos del Tercer Reich.13 Primo Levi, por su parte, volvió a referirse en sus trabajos autobiográficos a la existencia de «zonas grises» entre los opresores y los oprimidos, y habló de la doble condición de «resistentes» y «colaboradores» de aquellos prisioneros que de alguna manera colaboraron con las autoridades de los campos de concentración nazis.14
En 1996 Goldhagen publicaba su polémico Hitler’s Willing Executioners, en el que abordaba la espinosa cuestión de la responsabilidad de la sociedad alemana en el Holocausto, concluyendo que existió una implicación activa de hasta un millón de alemanes corrientes en el terror nazi, que el autor explica en base al fuerte antisemitismo que había anidado en la sociedad alemana. Sus tesis fueron objeto de fuertes críticas y dieron paso a una importante controversia historiográfica que fue encabezada por Browning. Este autor, aun compartiendo la idea de la corresponsabilidad de la población alemana en el Holocausto, le atribuía una motivación distinta del antisemitismo «demonológico» y uniforme de Goldhagen, a quien acusaba de ofrecer una explicación monocausal, unilateral y maniquea.15
Tiempo después, Robert Gellately ahondó en la cuestión del colaboracionismo con las autoridades nazis por parte de los alemanes de a pie, que no solo habrían sido conocedores de las atrocidades cometidas en los campos, sino que incluso habrían mostrado una actitud, si no entusiasta, al menos sí positiva, siendo muy pocas las voces críticas. El autor habló de un consenso más activo que pasivo que habría sido evidente a partir de 1933, si bien siempre como actitud interrelacionada e inseparable de la represión practicada por la dictadura. Entre las razones que habrían llevado a los alemanes a apoyar el nazismo apunta al descrédito en que había caído la República de Weimar o al deseo de acabar con las altas tasas de delincuencia, de restaurar la ley y el orden y de volver a los valores conservadores y tradicionales. Habló también de la existencia de «zonas grises» o actitudes sociales intermedias entre el consenso y el disenso.16
De entre todos estos historiadores, el que más éxito ha cosechado ha sido Ian Kershaw, que ha ahondado en la opinión popular sobre el terror nazi. El autor llega a la conclusión de que durante la Segunda Guerra Mundial la «cuestión judía» no estuvo entre las principales preocupaciones de la inmensa mayoría de los alemanes. Según Kershaw, existía una importante animadversión hacia los judíos que hizo que la mayor parte de la población no judía viese con indiferencia y hasta con aquiescencia las medidas discriminatorias e incluso las que implicaban el uso de la violencia. Y, aunque no compartieran una medida tan extrema como la «Solución Final», lo cierto es que esta no habría sido posible sin todas las normativas antisemitas previas, bien conocidas y aceptadas, ni sin la generalización de actitudes de apatía e indiferencia al respecto.17 Más recientemente, Nicholas Stargardt ha vuelto sobre esta idea, remarcando que los alemanes eran buenos conocedores de cuanto estaba sucediendo con los judíos, pero que este asunto no estaba entre sus principales preocupaciones, centradas en el desenlace de la contienda mundial.18
Por su parte, en la Francia de Vichy (1940-1944) el relato ortodoxo sobre la resistencia fue por primera vez puesto en cuestión por Robert Paxton. Este autor vino a señalar que, al menos hasta 1943, muchos franceses apoyaron al régimen del mariscal Pétain, calculando que los resistentes no habrían representado más de un 2 % de la población adulta francesa. A aquellos trabajos les seguirán los de Pierre Laborie sobre la opinión popular de los franceses y, años después, los del historiador Robert Gildea, que se refirió al extendido y sacralizado relato del «buen francés» o resistente, por contraposición al del «mal francés» o colaboracionista, a los que vendría a sumarse el del «pobre francés», aquel que concentró sus esfuerzos en sobrevivir desentendiéndose de los avatares políticos.19
Entre los trabajos que han abordado el periodo de la Rusia estalinista (1928-1939) desde la perspectiva de la historia de la vida cotidiana destacan los de Sheila Fitzpatrick. Esta historiadora ha profundizado en las relaciones que se establecieron entre el Estado y la sociedad tanto urbana como rural, así como en las prácticas resistentes de la población.20 También se han publicado trabajos centrados en las actitudes sociopolíticas de la población de la República Democrática Alemana, entre los que sobresalen los de Fulbrook, que exploró las relaciones entre dominación, complicidad y disenso durante las cuatro décadas de dictadura socialista. Las investigaciones sobre el Estado Novo de Salazar tampoco han sido ajenas a esta tendencia historiográfica. E incluso se han hecho estudios en este sentido para regímenes no europeos como la dictadura de Videla en Argentina (1976-1983).21
En definitiva, la historiografía europea que ha hecho suyos los planteamientos de la historia de la vida cotidiana se ha centrado, sobre todo, en las actitudes sociopolíticas de la población bajo las dictaduras de entreguerras. Y, más concretamente, en las resistencias cotidianas, la recepción de las políticas del «consenso» y la colaboración de la gente de a pie en la represión orquestada por estos sistemas políticos. Sin embargo, la perspectiva de la historia de la vida cotidiana ha sido mucho menos explorada y exitosa en el caso del régimen de Franco. Los trabajos sobre la España franquista han tendido a seguir la estela dejada por los historiadores europeos de la Alltagsgeschichte especializados en la Alemania nazi o la Italia fascista, que en cierto modo han actuado de vanguardia historiográfica.
1.1 El estudio de la cotidianeidad bajo el franquismo
En el caso de la España franquista (1936-1975) la historia de la vida cotidiana ha tenido escaso recorrido, como indica el reducido número de obras que incorporan la palabra en el título. Y, aun en esos casos, esta perspectiva teórico-metodológica ha sido quizá más nominada que profunda y rigurosamente trabajada. No obstante, desde finales de los años setenta y durante los ochenta y noventa se publicaron algunos trabajos reseñables. Uno de los primeros en llevar al título de su trabajo la noción de «vida cotidiana» fue Rafael Abellá, autor de dos volúmenes dedicados a la cotidianeidad durante la Guerra Civil en cada uno de los bandos y de un tercero centrado en la dictadura de Franco. Estos trabajos pioneros constituyeron un loable esfuerzo por abordar los aspectos cotidianos de la sociedad española, pero adolecían quizá de tomar poco en consideración las preguntas que suscitaban mayor interés historiográfico.22
En 1995 se publicaba en la revista Ayer un dosier dedicado a «la historia de la vida cotidiana», coordinado por Luis Castells, que podría considerarse como uno de los principales impulsores de esta corriente en España. En él tan solo se incluía un trabajo relativo al régimen franquista a cargo de Pilar Folguera que se concentraba en los primeros años de la dictadura. Pero también se recogían estudios de carácter teórico-metodológico sobre la Alltagsgeschichte, incluyendo uno firmado por Alf Lüdtke.23 Pocos años después Castells coordinó un nuevo volumen sobre la vida cotidiana, esta vez dedicado al País Vasco contemporáneo. En la introducción de aquella obra el autor admitía que la observación de lo cotidiano «hace diáfano lo que en ocasiones queda borroso y nos proporciona una imagen más cercana y visible de la historia de las gentes», contribuyendo al conocimiento de sus hábitos y costumbres.24