¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?

Text
Aus der Reihe: Ciencias Humanas
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa


¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?

¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?

Resumen

La pregunta que se formula en el título de este libro invita a reflexionar acerca del fracaso moral de los militares en el contexto contemporáneo, donde el uso de la fuerza es particularmente sensible por cuenta de las múltiples misiones que los ejércitos conducen, distintas a las operaciones propias de la guerra como históricamente la conocemos. La obra se estructuró en tres partes, una descripción de los ejércitos en la postmodernidad, un estudio del fenómeno estudiado que es la transgresión moral del soldado y un análisis de las repercusiones sociales e individuales de estas acciones contrarias al bien moral. La escena común ha sido el relativismo impreso a lo largo de la historia de las ideas, el cual se ha tenido que confrontar persistentemente estableciendo referentes que permitan valorar las conductas. En este empeño, la metodología de tipos ideales (el fanático, el radical, el cobarde, el terrorista, el mercenario) resultó de suma utilidad en el intento por dar respuesta a por qué los buenos soldados hacen cosas malas en el desarrollo de operaciones que involucran el uso de la fuerza, incluso en su máximo grado de restricción. Desde la filosofía política y moral, la psicología social y la sociología, el autor logró el cumplimiento de los objetivos propuestos, a saber: identificar y describir una serie de riesgos de transgresión moral asociados al contexto, a los que hemos denominado circunstanciales-extrínsecos, y, otros propios de la consciencia moral de los soldados, definidos como determinados-intrínsecos. De este modo, los sistemas divergentes de referencia, el efecto destructivo de la racionalidad instrumental y el conflicto entre moralidad y ley, son hallazgos del primer grupo; entre tanto, la adiáfora o suspensión del juicio moral, la fragilidad del carácter, la disonancia cognitiva y la desvinculación moral, integran el segundo.

Palabras clave: transgresión moral, bien moral, juicio moral, ética militar, delitos militares, ejércitos multimisión, postmodernidad.

Why do good soldiers do bad things?

Abstract

The question posed in the title of this book is an invitation to reflect on the moral failure of soldiers in the contemporary context, where the use of force is a particularly sensitive issue given that armies conduct multiple missions that are different from operations typically performed in war, as we historically know it. The book is divided into three parts: a description of armies in the postmodern period; an analysis of the researched phenomenon, that is, the moral transgression of soldiers; and a study of the social and individual repercussions of actions that are contrary to the moral good. The common denominator has been relativism throughout the history of ideas, which has had to be persistently confronted by establishing references that allow the assessment of behaviors. In this endeavor, the methodology of ideal types (the fanatic, the radical, the coward, the terrorist, the mercenary) was extremely useful in the attempt to answer the question why good soldiers do bad things during operations that involve the use of force, even with maximum restraint. Resorting to political and moral philosophy, social psychology, and sociology, the author achieved the proposed objectives: to identify and describe a series of risks of moral transgression associated with the context, which are called by the author circumstantial-extrinsic, and others related to the moral conscience of soldiers, defined as intrinsic-determined. In conclusion, the findings of the first group were divergent reference systems, the destructive effect of instrumental rationality, and conflict between morality and law; similarly, the second group evidenced adiaphora or suspension of moral judgment, the fragility of character, cognitive dissonance, and moral disengagement.

Keywords: moral transgression, moral good, moral judgment, military ethics, military crimes, multi-mission armies, postmodernity.

Citación sugerida / Suggested citation

Gómez Rodríguez, Giovanni Alberto. ¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? Bogotá, D. C.: Editorial Universidad del Rosario, 2021. https://doi.org/10.12804/urosario9789587846539

¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?

Giovanni Alberto Gómez Rodríguez

Gómez Rodríguez, Giovanni Alberto

¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? / Giovanni Alberto Gómez Rodríguez. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2021.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Ciencia militar – Siglo xx. 2. Ciencia militar – Moral. 3. Soldados – Conducta de vida. 4. Ética militar. 5. Militares – Ética profesional. 6. Delitos militares. I. Gómez Rodríguez, Giovanni Alberto. II. Universidad del Rosario. III. Título.

355.13SCDD 20

Catalogación en la fuente — Universidad del Rosario. CRAI


DJGRFebrero 23 de 2021

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

© Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario

© Giovanni Alberto Gómez Rodríguez

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 N° 12B-41, oficina 501

Teléfono 297 02 00 Ext. 3112

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá D. C., 2021

ISBN: 978-958-784-651-5 (impreso)

ISBN: 978-958-784-652-2 (ePub)

ISBN: 978-958-784-653-9 (pdf)

https://doi.org/10.12804/urosario9789587846539

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Leonardo Holguín Rincón

Diseño de cubierta: César Yepes y Luz Arango

Diagramación: Martha Echeverry

Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

Hecho en Colombia

Made in Colombia

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares, para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

A Roberto, mi padre, quien me acompañó en espíritu a cada paso.

Autor

Giovanni Alberto Gómez Rodríguez

Administrador de Empresas, Coronel del Ejército de Colombia. Máster en Gobierno y Administración Pública Universidad Complutense de Madrid, España; Doctor en Ciudadanía y Derechos Humanos Universidad de Barcelona (Tesis Cum Laude); Postdoctorado Constitucionalización del Derecho Civil en el Ordenamiento Europeo y Latinoamericano Universidad de Messina, Italia. Actualmente se desempeña como Comandante del Comando de Apoyo Tecnológico del Ejército Nacional. Entre sus publicaciones se destacan los artículos «El oscuro vacío en la esfera de influencia: El espacio configuración de un orden global anómico y las transiciones del poder», Astrolabio. Revista internacional de filosofía, 2017, No. 2 y «Perversiones de la identidad: Acerca de los peligros morales que se ciernen sobre el militar», Revista Jurídica Mario Alario D´Filippo, Universidad de Cartagena, 2019, vol. 11, No. 21.

Contenido

Introducción

PARTE I

EL EJÉRCITO Y EL MILITAR EN LA POSTMODERNIDAD

Capítulo 1. Investigaciones precedentes

Capítulo 2. Descripción objetiva del Ejército y el militar en la postmodernidad

Capítulo 3. Descripción subjetiva del militar postmoderno

Capítulo 4. Violencia y uso de la fuerza en la postmodernidad

PARTE II

LA TRANSGRESIÓN MORAL

Capítulo 1. Fundamentación de la transgresión moral

Capítulo 2. Tipos ideales y casos

Capítulo 3. La transgresión moral de primer orden: “matar y torturar”

 

Capítulo 4. La transgresión moral de segundo orden: “el daño colateral”

PARTE III

IMPLICACIONES DE LA TRANSGRESIÓN MORAL

Capítulo 1. Responsabilidad ante la transgresión moral

Capítulo 2. Consecuencias de la transgresión moral

Epílogo

Bibliografía

Introducción

Hannah Arendt identificó y describió “el problema de la conciencia” en los militares nazis causado por la obediencia irreflexiva y la renuncia a la capacidad humana de pensar y juzgar —reconocer la diferencia moral en las acciones—. Sin estas actividades de la conciencia, el mal se hizo pasar por el bien y el Holocausto fue posible. Hoy sabemos que los argumentos de Arendt que propugnan poner en suspenso el poder y la autoridad son, más que una teoría, una necesidad para las instituciones y los hombres que aspiran a erradicar o, al menos, limitar la comisión de actos inhumanos e injustos. Aunque existen diferencias notables entre las condiciones y las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y la guerra global contemporánea —de indistinción entre guerra y paz—, el problema de la conciencia de los militares descrito por Arendt sigue vigente. En la postmodernidad, los ejércitos occidentales incurren en transgresiones morales relacionadas con el ejercicio de la violencia y el uso de la fuerza.

Con el propósito de comprender este problema general e identificar sus expresiones actuales, hemos seguido la lógica que subyace tras la evaluación de riesgos, procedimiento establecido en el planeamiento operacional de la doctrina militar. Esta vía de aproximación poco común en los asuntos éticos —por lo general dogmáticos y normativos— satisface nuestro propósito de evidenciar las circunstancias y determinaciones presentes en los casos de fracaso moral de los militares postmodernos,1 además de responder a la necesidad de definir el marco de referencia infringido con las conductas a fin de dar cuenta de porqué los buenos soldados hacen cosas malas.

Indiscutiblemente, esto remite en primera instancia a la reflexión sobre la naturaleza del ser humano y los asuntos internos con los que batalla de manera constante,

El verdadero problema no es cómo es por naturaleza el ser humano, si bueno o malvado, porque lo fuera de una forma u otra, poco podríamos hacer para cambiarlo siendo algo intrínseco a su naturaleza; lo que sí podemos hacer es estudiar las situaciones que favorecen el predominio de la bondad, las capacidades altruistas del ser humano, para evitar las situaciones que favorecen lo contrario, que despiertan los monstruos abominables que llevamos potencialmente dentro.2

La exigencia de identificar principalmente el marco de referencia quebrantado, hace referencia a la teoría ética (deontológica, consecuencialista, de las virtudes, deontología de umbral y perspectiva de la moral) que, en función del contexto sociocultural o institucional, es aceptada como reguladora de las conductas. No obstante, no basta con estos referentes, también se deben incorporar otras directrices y relaciones necesarias para que las decisiones del soldado en el campo de combate se funden en los principios que estructuran su profesión y puedan ser juzgadas de forma pertinente. Es el caso de las teorías políticas “de la guerra” —pacifismo, idealismo o teoría de la guerra justa— y otras de data reciente —como Just Peacemaking Theory y éticas de la guerra y de la paz—. Unas y otras son constitutivas del modelo denominado ética militar profesional (EMP).

Consideramos pertinente referirnos brevemente a la teoría ética que encontramos adecuada para el contexto postmoderno y las misiones particulares y críticas que los ejércitos conducen. Siguiendo a autores que han indagado acerca de la EMP, encontramos varias alternativas: enfatizar la ética de las virtudes, identificar y reconocer la adopción de una o de algunas de las teorías simultáneamente, o diluir por completo el antagonismo y apelar a una integración factible de las teorías. No obstante, la mayoría de las teorías éticas implican deficiencias y son inadecuadas para el contexto de operaciones contemporáneo (esto último se desarrolla en el capítulo 3 de la primera parte).

La ética deontológica, al universalizar el deber, impone estándares comunes que no aplican a todas las culturas ni tiempos. Es el caso de prácticas como la esclavitud, que parece increíble que haya sido consentida en el pasado, o las relaciones homosexuales entre adultos antes reprobadas y aceptadas en la actualidad, o la poligamia, el trabajo infantil y la restricción sobre la mujer que, aunque la sociedad occidental no tolera, otras sociedades sí. El consecuencialismo, por su parte, promulga la búsqueda del mayor beneficio para el mayor número de personas; sin embargo, también justifica la comisión de daños para evitar males mayores (la bomba atómica es un ejemplo); de ahí que algunos autores consideren que el consecuencialismo es una ética que no atiende a la bondad de los sujetos de acción y de sus acciones, sino que hace balance de los óptimos estados del mundo. Por otra parte, la ética de las virtudes, propicia y atractiva para el estamento militar, opera generando una esfera normativa exclusiva a la cual deberían adherirse todos sus miembros; no obstante, el estándar puede ser ilusorio, impositivo y autoritario, lo que fácilmente la conduce a colisionar con los valores sociales.

Entre tanto, la teoría ética que consideramos consistente con las exigencias de un modelo de ética militar profesional para los ejércitos de hoy, es la denominada perspectiva de la moral o de la praxis de Martin Rhonheimer, en la medida que supera las limitaciones antes señaladas. Este enfoque sostiene que no es necesario diferenciar entre teorías de la bondad de la voluntad (deontología) y teorías sobre la corrección del actuar (consecuencialista), pues una ética bien fundamentada debería reunir en una sola operación la bondad de la voluntad y la corrección del actuar:

En cada una de las acciones concretas que elegimos en virtud de un juicio de la razón siempre está en juego todo nuestro ser como hombres: nuestra orientación a lo “bueno para el hombre”. En que, por tanto, nuestra identidad humana como sujetos de acción que tienden racionalmente se decide precisamente en la elección de lo que hacemos voluntariamente, de modo que una vida no consiste en buenos propósitos, sino en buenos actos, los actos no son meros sucesos físicos, sino actos intencionales de personas.3

En otras palabras, hemos adoptado el planteamiento de Rhonheimer como adecuado para estructurar y evaluar la ética militar postmoderna por cuanto presta atención simultáneamente al actuar, a los fenómenos y a los hombres, estableciéndose, en ese sentido, como el modelo ético que sustenta la propuesta investigativa.

El presente libro tiene por objeto identificar y describir los riesgos de transgresión moral que se presentan o se pueden presentar en los militares de los ejércitos occidentales en el excepcional orden postmoderno, en el que no es posible distinguir entre estadios de guerra, conflicto o paz.4 En este contexto de guerra global permanente —una guerra especial que ha redefinido los roles y misiones de los ejércitos y las relaciones civiles y militares, así como un sinnúmero de conceptos, categorías morales y políticas—, llevamos a cabo un estudio orientado a juzgar tanto ética como moralmente las acciones militares que implican violencia a través del uso de la fuerza; asimismo, reflexionamos sobre la culpa, la responsabilidad y las consecuencias derivadas de la transgresión moral.

Con la expresión “ejércitos occidentales” nos referimos a aquellos que forman parte de los países que, englobados en la categoría de Occidente, y lo hacemos más por el uso de esta expresión que por una razón histórica o académica. Estos términos serán aclarados desde la perspectiva de la cultura y la civilización occidentales. Por ahora nos interesa señalar que con la generalización se alude a ejércitos que han tenido y conservan vínculos de tradición, educación, entrenamiento y doctrina, relaciones que persisten en integrar o cooperar con determinada organización militar, en particular, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (en adelante, OTAN). Por esta razón, tiene sentido —como es frecuente en los estudios militares— indagar sobre ética y en particular sobre filosofía moral en un gran número de fuerzas militares que tienen prerrogativas, problemas, misiones y retos similares. Esto permite que el rango de experiencias disponibles a estudiar se amplíe, así como tomar lecciones aprendidas de las situaciones operacionales documentadas por cada ejército, incluso de los infortunios y casos de transgresión moral públicamente conocidos. En contraste, no tiene viabilidad metodológica incluir estudios de ejércitos de otra cultura y formación, como podría ser la oriental, islámica o hindú. Esto se abordará específicamente en el segundo capítulo de la primera parte.

Mediante un proceso de indagación que incluye tres etapas —construcción, análisis e implicaciones—, rastreamos una serie de riesgos perpetrados por el militar en la postmodernidad, ordenados en dos categorías: la transgresión moral de primer orden y la transgresión moral de segundo orden. La primera ocurre cuando se ejerce violencia directa injustificada e inexcusable que causa un mal radical por el uso de la fuerza, al dañar a personas y violar sus derechos, “matar y torturar”; la segunda, cuando se ejerce violencia estructural a través de la capacidad militar y se causa un mal banal materializado en “daño colateral”. La primera se relaciona con la intencionalidad del agente, su mal corazón y las determinaciones intrínsecas; la segunda, con la acción colectiva “del sistema” y los condicionamientos extrínsecos. En función de estas diferencias, identificamos y describimos los respectivos riesgos de transgresión moral empleando en el análisis seis tipos ideales y diferentes casos empíricos; de esta manera, demostramos que estos riesgos son distintivos en la postmodernidad respecto a la guerra convencional y ofrecemos algunas explicaciones de su génesis.

Para cumplir tal fin, se registran antecedentes empíricos que datan de la Segunda Guerra Mundial, y antecedentes teóricos que pueden seguirse después de la guerra de Vietnam, a mediados de la década de 1970. Los crímenes de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial fueron públicamente conocidos y difundidos tras los juicios de Núremberg en 1945 y el juicio de Eichmann en Jerusalén en 1961; este último, documentado por Hannah Arendt, dio cuenta de la responsabilidad moral de los victimarios. La renuncia de Eichmann a realizar juicios morales de sus acciones, su extrema normalidad, así como su insistencia en afirmar que siempre había cumplido con su deber y obedecido órdenes, constituyeron la idea de la banalidad del mal, generado por la renuncia individual y la complacencia colectiva. Eichmann personifica la conciencia moral de los militares en general y del pueblo alemán durante el nazismo.

Esta suerte de generalización y extensión del mal mediante prácticas criminales, llevadas a cabo por un régimen totalitario —que dejó una oscura impronta en la historia humana reciente— constituye, además, una advertencia de lo que hombres organizados pueden hacer a otros, y cómo los ejércitos y los militares pueden ser utilizados para fines funestos por parte de quienes ostentan el poder. El hecho de que los militares alemanes no reflexionaran, juzgasen ni pensaran, los convirtió inevitablemente en cómplices y responsables; en última instancia, fue su participación la que hizo posible el holocausto. Mostraremos que esta “advertencia”, este problema de filosofía moral, tiene consecuencias tanto más sensibles en el contexto contemporáneo a pesar de sus manifestaciones peculiares.

 

Recientemente, los ejércitos occidentales han sufrido los nocivos efectos de la transgresión moral; algunos militares han fallado al identificar sus obligaciones morales o en responder con arreglo a ellas. Las causas no son fáciles de identificar, dada la compleja situación operacional actual, pues estas residen en una cadena de relaciones y procesos gestionados por la institución y ejecutados por soldados de forma colectiva e individual. Lo que resulta evidente es que estos hechos han causado fuerte impacto en los ejércitos hasta el punto de que puede decirse que están ganando la batalla, pero perdiendo la guerra: obtener victorias tácticas, pero fracasos morales, es a la postre una inevitable derrota. Tales deficiencias se explican a priori por el desbalance entre competencia y carácter, o entre exigencias profesionales y determinaciones de la conciencia. Tal desequilibrio se resuelve por lo general a favor de la racionalidad instrumental en la toma de decisiones, donde la corrección técnica se impone sobre el bien moral.

Los casos de transgresión moral registrados en la postmodernidad avergüenzan a los ejércitos occidentales y a los profesionales de las armas, además de que la mayoría de las veces causan sorpresa y preocupación, en la medida en que desafían todas las previsiones institucionales posibles. A modo de ejemplo, podemos citar casos como el del regimiento Airborne del Ejército canadiense desplegado en Somalia, que torturó y asesinó a un adolescente no comprometido en las hostilidades; el uso de fuerza desmedida e indiscriminada en la campaña de bombardeos de tropas de la OTAN en la guerra de Kosovo entre marzo y junio de 1999; los vejámenes, las torturas y los abusos de prisioneros cometidos en Abu Ghraib en Irak en 2003 por parte de las tropas de la Policía Militar del Ejército de Estados Unidos que tenían a cargo su seguridad; la violación y asesinato de los miembros de una familia a manos de soldados estadounidenses en Mahmudiya en Irak en 2006, o el caso del “equipo asesino” (Kill Team), donde miembros de la Quinta Brigada, Segunda División de Infantería del Ejército estadounidense asesinaron sin motivo alguno al menos a tres civiles afganos desarmados en el distrito de Maywand, en Afganistán en 2010.5 Por último, merece la pena mencionar el escándalo de los falsos positivos en Colombia, nombre con el que a finales de 2008 se conoció la participación de miembros del ejército de Colombia en el asesinato de civiles inocentes que, con el fin de presentar resultados por parte de las brigadas de combate, recibir estímulos y recompensas o evitar sanciones, los hacían pasar por guerrilleros muertos en combate en el marco del conflicto armado que vivía el país.

Los antecedentes teóricos de nuestra investigación giran en torno a dos temas: la profesionalización y la ética militar. Ambos han sido tratados como equivalentes y guardan estrecha relación con nuestros planteamientos epistemológicos, filosóficos y teóricos. En Beyond the Battlefield, fruto de un estudio realizado en 1981 sobre el profesionalismo militar, Sam C. Sarkesian plantea tres niveles de análisis: social, institución militar e individual. Pese a que la ética militar fue incorporada tan solo como un componente dentro de un sistema de variables, el estudio acierta en señalar las diferencias entre la perspectiva de la institución y la de la sociedad, así como las percepciones sociales e individuales, las exigencias institucionales y las expectativas personales que se daban en aquel entonces. Se trataba de un proceso de transformación militar centrado en el cambio del modelo organizativo de la mayoría de ejércitos occidentales y documentado en el presente trabajo como I/O (Institución/Ocupación),6 que describe la mayor convergencia de los ejércitos con la sociedad civil y sus implicaciones derivadas —menoscabo de la disciplina y los valores institucionales—.

Charles C. Moskos, a quien se debe la formulación de este concepto, señala: “La institución militar debe entenderse como una organización, que mientras mantiene ciertos niveles de autonomía refleja amplias tendencias sociales”.7 Los dilemas producto de las contradicciones generadas entre estos niveles son fuente de transgresión moral, como señala Sarkesian cuando expone el conflicto entre valores absolutos personales y relativos institucionales:

Los valores personales absolutos pueden ser subsumidos por requerimientos institucionales; por ejemplo, como individuos podemos aceptar el valor absoluto de no matar. En un contexto institucional, sin embargo, matar llega a ser parte del ethos institucional aceptado por la institución y la comunidad. Esta dicotomía absoluto-relativo aplica a una variedad de consideraciones profesionales.8

El estudio de Sarkesian fue actualizado y reformulado por Don M. Snider, John A. Nagl y Tony Pfaff en 19999 mediante el uso de una matriz de 3 × 3 que integra tres niveles de análisis: sociedad, institución militar e individual, y tres componentes: técnico militar, ético y político. El componente ético en el nivel de análisis de la sociedad está caracterizado por la ética postmoderna “egoísta”; en el nivel de análisis de la institución militar, por la ética militar profesional y, en el individual, por los valores personales.

Desde otra perspectiva, la ética militar y la moralidad de la guerra usualmente han sido estudiadas desde el vocabulario del guerrero y mediante las teorías tradicionales: realismo, pacifismo, guerra justa y las emergentes just peacemaking theories y éticas de la guerra y de la paz. Sin embargo, ninguna se ocupa de los riesgos de transgresión moral inherentes al uso de la fuerza en el contexto postmoderno. Esto implicaría entender la ética en función de la transgresión y, por ello, estudiarla como una relación entre distintos niveles valorativos de referencia y de análisis, incorporar el punto de vista de las víctimas —en especial el del inerme— y entender que la ética militar no es una construcción unilateral referida a un contexto o circunstancia única —guerra, paz o conflicto—, sino una reclamación recíproca y sin tregua a las sociedades, a las instituciones y a los hombres a quienes se ha encargado la más vital o mortal de las tareas.

El problema de la investigación se hace evidente siguiendo dos de sus manifestaciones más relevantes. Desde el punto de vista filosófico, se da el conflicto entre derecho y moral señalado por Kant, especialmente irresoluble y agudizado en la postmodernidad, es decir, que el deber jurídico impuesto “exteriormente” no coincide con la voluntad “interior”. La aspiración hegeliana de que el hombre atendiera al deber porque este representaba la perfección del universal y, por ello, debería ser comúnmente deseable y, de ser necesario, impuesto de un modo coercitivo, carece de sentido en la postmodernidad, donde existe un amplio acuerdo en que los grandes relatos unificadores y los ideales inamovibles no existen o, por lo menos, son inviables. En cambio, la contingencia, la ruptura, la incertidumbre y la ambigüedad confrontan al sujeto contemporáneo con la única alternativa ética fiable: querer el deber no por coacción exterior, sino por la decisión libre de su voluntad, de forma que no se experimente un drama existencial, sino que se asuma en todo caso la realidad de aquellas determinaciones externas tal como son: provisionales, incongruentes y contingentes. Conviene señalar que esta circunstancia, válida para cualquier sujeto, es particularmente problemática en el militar, dadas las complejidades de su profesión.

En sentido similar, el problema se expresa como la separación entre lo público y lo privado. Richard Rorty enfatiza esta escisión por la inadecuación entre los léxicos empleados, y propone una teoría sin pretensiones de unificar las dos esferas en la que toma por válidas las exigencias de creación de sí mismo y de solidaridad humana:

Los unos nos dicen que no debemos hablar únicamente el lenguaje de la tribu, que podemos hallar nuestras propias palabras, que podemos tener para con nosotros mismos la responsabilidad de hallarlas. Los otros nos dicen que esa responsabilidad no es la única que tenemos. Los dos tienen razón, pero no hay forma de hacer que ambos hablen un mismo lenguaje.10

En el ejército, el ethos del guerrero se vale de una retórica y un lenguaje propios que “técnicamente” son incompatibles con las más profundas convicciones y la sensibilidad de la conciencia “moral” individual. La moralidad del soldado se reduce a un asunto de elección propia y preferencias personales, mientras que el ejercicio profesional es una cuestión pública que responde a una racionalidad no comprometida ni vinculada con la moral. Si esto es cierto, tanto los conceptos de ética y moral como su uso en la práctica social son confusos y deben ser clarificados en función de contextos específicos, pues se advierte que la tendencia postmoderna de una ética sin moral —el predominio de una racionalidad instrumental carente de referentes y contenidos morales— es sospechosa, además de inconveniente.

A favor de esta distinción semántica, en Finding “The Right Way”. Toward an Army Institutional Ethic,11 Clark C. Barret realiza la siguiente descripción conceptual: “Moral (moralidad): de, o relacionada con, los principios de comportamientos buenos o malos: ‘juicios morales’ éticos”. El “comportamiento moral” o “moralidad” denotan una característica individual o personal. Por su parte, Ética/ético se refiere al conjunto de principios morales: teoría o sistema de valores morales. Así, el “comportamiento ético” o “ética” se entiende entonces como una característica institucional, organizacional, profesional o grupal. Una ética puede ser informal o implícita (por ejemplo, ética o ethos castrense), pero la Ética (nombre propio) se refiere a un código ético explícito (por ejemplo, la Ética del Ejército o la Ética institucional del Ejército). En cuanto a la expresión moral/ética: el uso de ambos términos unidos supone que los principios individuales de la persona y los principios institucionales están en consonancia o deberían estarlo.