Buch lesen: «Para aprender a viajar así:»
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PARA APRENDER A VIAJAR ASÍ: MOVILIDAD EN LA VIDA DE UNA MUJER QUECHUA
Autores: Michael D. Hill1, Georgina Maldonado2
1Universidad San Francisco de Quito USFQ, 2Ministerio de Educación del Perú
Esta obra es publicada luego de un proceso de revisión por pares ciegos (peer-reviewed).
Producción editorial: Andrea Naranjo y Ludwig Huber
Diseño y diagramación: USFQ PRESS
Diseño de cubierta: Yumiko Nagao
Corrección profesional: Verónica Jarrín
© Michael D. Hill, Georgina Maldonado 2020
© César Rivadeneira, por la imagen de la cubierta titulada Libertad en la tarde, 2020
© Universidad San Francisco de Quito USFQ, 2020
©IEP Instituto de Estudios Peruanos, 2020
Horacio Urteaga 694, Lima 15072, Perú
Telf.: (51-1) 200-8500
Este libro pertenece a la serie Urbanización, Migraciones y Cambios en la Sociedad Peruana, volumen 28.
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ISBN USFQ PRESS: 978-9978-68-173-2
ISBN IEP: 978-612-326-023-1
Registro de autor: 059381
Primera edición en formato digital: diciembre 2020
Catalogación en la fuente. Biblioteca de la Universidad San Francisco de Quito USFQ.
Hill. Michael D.
Para aprender a viajar asi: movilidad en la vida de una mujer quechua / Michael D. Hill y Georgina Maldonado. - Quito: USFQ Press; Lima: IEP Instituto de Estudios Peruanos, ©2020
p.: cm.; (Urbanización, Migraciones y Cambios en la Sociedad Peruana; v. 28)
ISBN; 978-9978-68-173-2
1. Maldonado, Georgina. 1950- - Biografia. - 2. Quechua - Estudio y Enseñanza. - 3. Quechua - Aspectos antropológicos - I. Maldonado, Georgina, 1950-. - II. Título. - III. Serie.
CLC: PM6301 .H55 2020
CDD: 498
OBI-102
Se sugiere citar esta obra de la siguiente forma:
Hill, M., Maldonado, G. (2020). Para aprender a viajar así: movilidad en la vida de una mujer quechua. USFQ PRESS, IEP.
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Tabla de contenidos
Capítulo 1. Introducción: movilidades andinas y la metodología colaborativa de la historia de vida
1.1 Historia de vida
1.2 Metodologías del diálogo y amistad
1.3 Plan del libro
Capítulo 2. Linda letra: memoria, transformación estructural y nostalgia
2.1 Matrimonio, hogar y género
2.2 Alimentación, pastoreo y relaciones sociales
2.3 Educación y el mundo letrado
2.4 Religión, fe y festividades
2.5 Nostalgia, representación y etnografía reflexiva
Capítulo 3. Buscando un rinconcito: archipiélagos educativos, movilidad y exclusión racial
3.1 La migración pequeñita
3.2 Acompañando en Allhuacchuyo
3.3 Viajando y llegando a Cusco
3.4 Choques en Cusco
3.5 Navegando el colegio
3.6 La vida con las madres y la lógica de caridad
3.7 Movilidad, superación, exclusión
Capítulo 4. Siempre me sentía sin familia: género, etnicidad, clase y los costos de la profesionalización
4.1 Entre abogados y monjas: mundos interculturales
4.2 Carrera profesional y clase socioeconómica en la universidad
4.3 Rumbo a Pomacanchi: de/volviendo al campo y la vida de maestra rural
4.4 Formación en la pedagogía de quechua como segundo idioma
4.5 Culpable por asociación: terrorismo, extranjeros, sospechas
4.6 Regresando al Cusco: nuevas luchas
Capítulo 5. Ya cansada de llevar esa vida austera: cargos, santos, tierra y superación
5.1 Muerte, naturaleza, santos
5.2 Semana santa y las rezanas
5.3 Peregrinación y Ausangate
5.4 Cargo y hurk’a
5.5 Endeudados con la naturaleza
5.6 Coda: el Niño Manuelito del Cusco
Capítulo 6. Podemos ser quechuahablantes, pero es otra cosa saber enseñar: cultivando la identidad intelectual-activista
6.1 Jubilación: nuevas conexiones, nuevas visiones
6.2 Nuevas migraciones educativas: choques culturales y la olla de papas
6.3 Prácticas de solidaridad: el proyecto con los cargadores
6.4 Un testimonio sobre testimonios: siendo testigo
Capítulo 7. Conclusión: sigo siendo profesora y me siento contenta
Trayectoria académica de los autores
Bibliografía
Agradecimientos
De Michael:
Quisiera agradecer de manera especial a mi colega y amiga Consuelo Fernández-Salvador por su meticulosa lectura y edición del manuscrito. Compartimos una dinámica de coinvestigación y coautoría que me encanta y que ha sido muy significante y valiosa. También agradezco a los revisores anónimos por sus excelentes comentarios y sugerencias. Quiero reconocer a los profesores que me formaron en la antropología, especialmente a Kathryn Kozaitis, Robert Paul y Ivan Karp, y también a mis estudiantes que han leído partes del manuscrito.
Reconozco a Karina Flores, en particular, quien me ayudó con algunas transcripciones y tareas de edición. Mi corazón está lleno de gratitud para mi familia, en especial para mis padres, Jean y Raymond Hill, quienes me inspiraron a valorar la educación y la diversidad cultural y siempre me apoyaron en mis metas y decisiones. Gracias a mi pareja, Juan Tría, por compartir su amor y cariño constante durante el proyecto, igual a mi gran amigo César Rivadeneira por haber compartido el proyecto conmigo y con Gina. Mis agradecimientos más profundos pertenecen a mi amiga y coautora Gina Maldonado: gracias, Gina, por tu amistad, tus enseñanzas, tu sabiduría, tu paciencia, y tu actitud inspiradora de gratitud hacia la vida y a todos los seres que nos acompañan en ella.
De Gina:
Agradecimientos profundos para mis padres Visitación y Alejandro (+, +). Ellos cuidaron mi salud física, emocional y social, fortaleciendo así mi identidad. Agradezco también a mis hijas, Andrea y Carmen, por acompañar mi labor con alegría. A mis nietos Theo, Mateo Alejandro, y Egon Amaru, por ser un nuevo reto en mi vida y rejuvenecerme. «Abuelita, ¿todo bien? Entonces, ¡jugamos!». Agradezco a mis estudiantes de quechua, nacionales y extranjeros, con ellos aprendí a valorar mucho más la cultura andina. Y finalmente, agradezco con mucho cariño a Michael, por motivarme a iniciar este proyecto. Gracias por tu amistad, tu constancia y profesionalismo.
Capítulo 1
Introducción: movilidades andinas y la metodología colaborativa de la historia de vida
Este libro se basa en la metodología antropológica de historias de vida y en estudios de migración, economía política, educación, raza y etnicidad, y sexo y género en los Andes para contextualizar y analizar las experiencias de Georgina (Gina) Maldonado (nacida en 1950), educadora quechua y traductora lingüístico-cultural cusqueña. Aun cuando ya existe una tradición rica y establecida de las historias de vida en la antropología y, más específicamente, en estudios andinos, muchos de estos proyectos se han enfocado en vidas indígenas de la clase trabajadora o artesanal, o alternativamente, del liderazgo político o religioso. La historia de Gina, sin embargo, es una historia de movilidad social y geográfica de una mujer quechua profesional, intelectual, cosmopolita y transnacional, una realidad que es cada vez más común en las nuevas generaciones de mujeres quechuas y quichuas en la región. Gina nació en la aldea de Colquemarca, en la provincia de Chumbivilcas, Cusco, y fue monolingüe quechuahablante hasta que cumplió sus 12 años. A esa edad migró a la ciudad de Cusco con el propósito de seguir una buena educación, y posteriormente su vida se ha caracterizado por múltiples migraciones educativas, incluyendo un retorno al campo como maestra de escuelas primarias, un retorno a Cusco a trabajar más en el mundo académico y de las ONG como traductora y profesora de quechua, y migraciones temporales a los EE. UU., para enseñar quechua en universidades como la de Michigan y Notre Dame. Gina fue mi profesora de quechua durante mi primer periodo de trabajo de campo en el Cusco, en 1999-2000, y hemos mantenido una amistad y colaboración profesional durante dos décadas.
La vida de Gina es un estudio en movilidades sociales y culturales, en cruzar fronteras y aprender a estar ‘en casa’ en contextos interculturales. Desde los inicios campesinos de Gina, como quechuahablante monolingüe, ha llegado a dar cursos universitarios y tener un sinnúmero de otros estudiantes académicos y profesionales y colaboraciones con varios proyectos de traducción y de trabajo social y comunitario. Gina es símbolo de un sector de mujeres campesinas/indígenas profesionales, frecuentemente subrepresentadas o invisibles en los imaginarios sociales de mujeres indígenas. Gina rompe varios de los estereotipos dominantes existentes sobre las vidas de mujeres indígenas. Es una mediadora o traductora cultural-lingüística experta y una intelectual indígena, simboliza una identidad bicultural quechua-mestiza y a la vez una identidad indígena profesional y cosmopolita. En mi trabajo como docente en la Universidad San Francisco de Quito USFQ, mis alumnos y alumnas indígenas y afro-ecuatorianos frecuentemente se apasionan cuando les presento este proyecto y el trabajo con Gina, identificándose con sus avances, luchas y sacrificios y expresando cierta admiración hacia su trayectoria pionera.
[Foto 1.1: Gina enseñando un curso de quechua y compartiendo con sus alumnos.]
El caso de Gina, además de aportar una representación de mujeres indígenas profesionalizadas no comúnmente reconocidas, también nos muestra cómo las lógicas locales andinas de movilidad social eran imprescindibles en la construcción de oportunidades cosmopolitas y transnacionales, y cómo las migraciones y circulaciones no son únicamente geográficas sino también institucionales (en este caso, entre instituciones de parentesco, educativas, religiosas y de la sociedad civil). Dentro de estos contextos de movilidad social e institucional —sean estos locales, regionales y/o transnacionales—, las identidades intelectuales, pedagógicas y activistas de Gina han sido forjadas, desafiadas y a veces fracturadas, atravesadas por relaciones y jerarquías de poder con respecto a intersecciones de raza, etnia, lengua, clase y género, y también atravesadas por los movimientos de resistencia hacia estas formas de injusticia. Los principales argumentos temáticos del libro están distribuidos entre cinco capítulos, más detallados abajo, y se enfocan en: 1) narrativa etnográfica y (auto)representación, 2) la relación entre la educación, la movilidad y la exclusión etnoracial, 3) el aislamiento y la doble exclusión como costos de la profesionalización indígena femenina, 4) la construcción de una espiritualidad personal y comunitaria de relaciones transaccionales e instrumentales con santos y lugares locales sagrados, y 5) las filosofías y prácticas activistas de Gina como educadora, traductora cultural e intelectual orgánica. Para enmarcar estos cinco capítulos, la introducción presenta el enfoque central del estudio de las movilidades sociales en los Andes, a través de una metodología colaborativa de historia de vida, y la conclusión constituye una reflexión sobre el legado y el modelo de interculturalidad decolonial que Gina está dejando para las nuevas generaciones, sean sus estudiantes, sus hijas, grupos sociales o religiosos y/o los lectores de su historia aquí en este libro. En esta introducción, se presenta el contexto del proyecto, sus colaboradores y autores, incluyendo el marco teórico de estudios de historia de vida en la antropología y en los estudios andinos, la metodología reflexiva y colaborativa que desarrollamos para el proyecto, y el plan del libro y sus capítulos.
1.1 Historia de vida
Se podría argumentar que el método de historia de vida no es tan común en la antropología hoy en día, en parte, debido a las fuertes presiones en las culturas académicas neoliberales (y no neoliberales) de auditoría burocrática hacía métodos percibidos como menos ‘subjetivos’ y más cuantitativos. Sin embargo, el fundador de la visión norteamericana de la antropología, Franz Boas, dio su aprobación al método y lo incluyó entre sus técnicas más recomendadas: aprender el idioma, tener buenos interlocutores, observar procesos de trabajo (y no solo productos), hablar con mujeres, recopilar versiones diversas de mitos y recopilar historias de vida (ver Marzal 1996: 175). Mientras historias de vida como Ishi in Two Worlds (1961), de Theodora Kroeber, tenía una lente de la etnografía de rescate, luego otras obras, como Nisa (1981), de Marjorie Shostak, buscaron combinar los consejos de Boas y plantear una historia de vida desde el punto de vista feminista o al menos de una mujer como sujeto.
Aun más tarde, y respondiendo a la crisis de representación provocada por el giro posmoderno en las ciencias sociales y humanidades en los años ochenta, emergieron otros estilos reflexivos y más dialógicos en la antropología para representar el método. De hecho, se podría decir que la antropología simbólica en su variante turneriana, con énfasis en la multivocalidad del símbolo, juntamente con la antropología interpretativa en la tradición de Geertz, con énfasis semiótico en la cultura como un texto, ya habían preparado el terreno para el posmodernismo. Cuando llegó el posmodernismo a la disciplina plenamente (ver Clifford y Marcus 1986), tuvo numerosas repercusiones, entre ellas: más reflexividad en la práctica de la escritura etnográfica sobre el posicionamiento del etnógrafo; mayor reconocimiento del contexto estructural enmarcando los asuntos de representación y autoría en la academia capitalista; la centralidad de cuestiones éticas humanas y de activismo político, junto con el rechazo de la supuesta objetividad o hasta posibilidad del observador científico neutral; más innovación y experimentación en la etnografía, incluyendo obras más humanísticas (obras teatrales, poesía, ficción, performance), mayor colaboración y coautoría y la presencia de diálogo y polifonía de voces. Por supuesto, no todos los impactos del posmodernismo en la disciplina eran buenos. Nancy Scheper-Hughes, por ejemplo, explica cómo las críticas posmodernistas hacia la etnografía llevaron a cierta parálisis o abandono total de la descripción etnográfica, lo cual no nos ha ayudado tampoco a estudiar o actuar éticamente en situaciones culturales reales (2014: 414-415). Y siguiendo la lógica del marxista Frederic Jameson, el momento posmoderno en la antropología quizás no fue nada más que la lógica del capitalismo tardío, creando nuevos mercados y nichos más diversos pero que finalmente son parte del mismo aparato sistémico (1991).
En el caso de Translated Woman (1993), por ejemplo, de Ruth Behar, más de la mitad del libro está compuesto de las palabras directas de su colaboradora Esperanza, seguido por una reflexión sobre su propio posicionamiento como interlocutora académica. Sin embargo, justamente se podría cuestionar por qué no hubo una coautoría del libro o si las reflexiones comparativas de la interlocutora antropológica adecuadamente reconocen las desigualdades y privilegios entre las dos, en función de clase económica, capital simbólico y movilidad social. Coincidente con estos pasos en la disciplina de la antropología, otro género que se podría considerar una variante de historia de vida emergió poderosamente en la literatura y academia latinoamericana, más generalmente: el testimonio (ver Stephen 2017). Además de los textos internacionalmente reconocidos como el de Rigoberta Menchú (1984), el género tuvo impacto también en la región andina, siendo ejemplos importantes la autobiografía de la activista quichua Tránsito Amaguaña (Rodas 2007) y una trilogía de testimonios de ella con Josefina Amaguaña y Nina Pacari (Bulnes 1994). Es importante reconocer, como argumenta Paul Gelles, que las voces de los testimonios (o en este caso historias de vida), «aunque sean relativamente “auténticas,” no nos vienen sin mediación» (en Valderrama y Escalante 1996: 3). Siendo un proyecto intercultural, reconocemos el argumento de Catherine Walsh que «la lógica de la interculturalidad… no se encuentra aislada de los paradigmas o estructuras dominantes; por necesidad (y como un resultado del proceso de colonialidad) esta lógica “conoce” esos paradigmas y estructuras», pero con la estrategia de generar un pensamiento otro desde la colonialidad del lugar de enunciación (2012: 59-60).
En la antropología andina, las etnografías de comunidades indígenas se desarrollaron a partir de las corrientes simbólicas y estructuralistas desde los años sesenta, con importantes obras como el estudio de la cosmovisión y las prácticas sociales en la comunidad de Sonqo, de Catherine Allen. Allen actualizó su trabajo en 2002 (traducido al español en 2008) y en la reedición del libro, en una nueva e importante adenda, reconoce de manera autocrítica su propio enfoque folklorista de la comunidad tradicional, en el periodo de campo original, que limitaba su percepción de los aspectos cosmopolitas, urbanos y occidentales que ya existían. Es importante también mencionar algunas otras corrientes en la etnografía andina fundadoras para este proyecto, siendo una la intervención de varias etnógrafas con enfoques feministas, como es el estudio de alimentación, pobreza y género de Weismantel (1998); el trabajo de Florence Babb, Entre la chacra y la olla (2008), con su enfoque en el rol de mujeres indígenas en la economía política andina; y el trabajo de Linda Seligmann, en Cusco, sobre mujeres vendedoras en los mercados, Peruvian Street Lives (2004), integrando un análisis interseccional de raza/etnia, clase, género y sexualidad. Otra corriente relevante para el presente estudio se enfoca en el fenómeno de una creciente clase media o clase profesional indígena, con estudios como el de Colloredo-Mansfeld (1999) y Meisch (2002), sobre la participación y emprendimiento de indígenas de Otavalo en las industrias de textiles, artesanías, música y turismo. Por último, hay que señalar otra corriente en la antropología andina que se enfoca en la fluidez e hibridez de la identidad etnoracial mestizo-indígena (de la Cadena 2000) y el papel creciente de actores indígenas como mediadores en espacios interculturales (Crain 2001; Laurie, Andolina y Radcliffe 2009).
Gina es en ejemplo modelo de estos procesos de una identidad indígena mestiza, dado que hay cierta fluidez en los Andes, en la identificación etnoracial, al menos entre las categorías indígena y mestizo. La transformación de ciertos marcadores, como vestimenta, nivel educativo, idioma o acento, o participación o no en espacios o reuniones indígenas, puede generar cambios en la categorización etnoracial de parte de la sociedad y de uno mismo. Gina, como veremos, se reconoce como ambas: indígena y mestiza, pero en sus palabras y acciones, muestra más su compromiso profundo con el quechua como idioma, como identidad etnolingüística y como comunidad de hablantes. Aunque su identidad se ha vuelto más y más híbrida o cosmopolita a lo largo de su vida, ya en su comunidad natal ocupaba un espacio fronterizo, transcultural, híbrido (ver Anzaldúa 1987). La familia de Gina vivía en los límites y no exactamente dentro de Colquemarca, un espacio transicional entre el pueblo, identificado como mestizo (o misti, un término quechua, híbrido en sí, más cerca de la idea de ‘indígena mestizo’ que mestizo) y el campo rural (o ‘las comunidades’) visto como espacio más indígena. Y aunque Gina y su familia eran considerados pobres, desde las categorías y estándares actuales, el hecho de que tuvieran terrenos cerca del pueblo y buenos apellidos españoles les habría hecho más misti o hasta mestizos a los ojos de otras personas quechuas. Como Petterson nos recuerda, en su tesis doctoral sobre la región de Chumbivilcas, la región misma fue declarada, por el famoso autor José Uriel García, en 1928, como sumamente «fértil para el mestizaje. El indio de ese territorio es enteramente mestizo, mestizo en acción como sentimiento» (citado en Petterson 2010: 401). Sin embargo, la identidad de Gina no es un mestizaje indígena que busca una resolución en el blanqueamiento ni en el esencialismo sino en sostener lo que la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, autodeclarándose como un «objeto étnico no identificado», denomina lo ch’ixi, un concepto aymara que significa, para ella, no una mezcla sino un tejido de yuxtaposiciones u oposiciones dinámicas sin síntesis, un choque energizante en el que «coexisten contradictoriamente dos cosas» (citado en Cacopardo 2018; ver también Rivera Cusicanqui 2018).
Por último, nos gustaría situar este proyecto dentro de la metodología de historia de vida en los estudios andinos, una corriente que está bien establecida y en aumento (ver García 2008; Muratorio 2005; Rodas 2007; Gavilán Sánchez 2014; Rivera Cusicanqui 2008; Sniadecka-Kotarska 2001). Un ejemplo de la longevidad de la metodología de historia de vida en la antropología andina es el trabajo de Linda D’Amico con Mama Rosa de Peguche, en su libro sobre etnicidad, globalización y la construcción cultural del lugar (2014), la misma Mama Rosa que colaboró con Elsie Clews Parsons, en su etnografía sobre Peguche (1945). La historia de vida del cargador cusqueño Gregorio Condori Mamani, y su esposa Asunta, en la obra Andean Lives (Valderrama y Escalante 1996) es especialmente relevante en este proyecto, dadas las conexiones directas entre Gina y Gregorio y los cargadores de Cusco, como parte de un proyecto solidario (ver más sobre este tema en capítulo 6). Blanca Muratorio es otra defensora del método de historia de vida, argumentando que trae un enfoque al hecho de que el trabajo de campo antropológico «siempre es el resultado de una realidad que debe ser negociada con los sujetos que tienen sus propias teorías e interpretaciones de la cultura que da coherencia a sus vidas» (2005: 131). Similarmente, Linda Seligmann (2009) explica que, a través de «una historia de vida, uno puede discernir como el contexto moldea a las acciones y reflexiones personales; cómo y por qué narradora y antropólogo construyen sus vidas subjetivas de una manera y no otra; y cómo la trayectoria particular de sus vidas puede impactar los hechos» (335). Yo diría que los métodos de historia de vida, dado que dependen del trabajo de la memoria, de comparaciones diacrónicas y de interpretaciones temporalmente situadas, nos ofrecen una manera única para explorar el lugar de experiencias pasadas dentro del ciclo de la vida y para examinar el desarrollo de narrativas sobre uno mismo y sus identidades culturales.
[Foto 1.2: Gina, intérprete de quechua, en un grupo intercultural de investigación haciendo trabajo de campo.]
El libro sigue y desarrolla la tendencia en la antropología de historias de vida hacia textos dialógicos y colaborativos (ver Kopenawa y Albert 2013; Rubenstein 2002), el desarrollo de antropologías latinoamericanas orientadas hacia la interculturalidad y la decolonialidad en vez del indigenismo (Degregori y Sandoval 2007; Quijano 2011), y el surgimiento de generaciones de artistas e intelectuales indígenas expresando y teorizando sus identidades desde la interculturalidad (Anka Ninawaman 2004; Cumes 2012; Kowii 2005; Tzul 2008). Aunque se podría decir que tiene aspectos de auto/biografía o de testimonio, en fin, consideramos este libro un ejemplo de historia de vida etnográfica colaborativa. El formato y estilo del libro se caracterizará por un entretejido entre las narraciones editadas y el análisis y contextualización histórica, estructural y sociocultural de las experiencias narradas. Mientras otras historias de vida o proyectos de testimonio han desagregado y aislado estos dos registros, o han mantenido una cronología histórica más estricta como organizador principal, este libro busca representar una innovación contemporánea en el método y género de historias de vida por su estilo colaborador y dialógico alrededor de temas significativos a lo largo de la vida.