Buch lesen: «Argumentando se entiende la gente»
Para mi reina, Diane Guité Gilbert
y mi princesa, Emma Alison Wymant
Sólo la existencia de una argumentación,
que no sea ni represiva ni arbitraria,
le otorga un sentido a la libertad humana,
condición de ejercicio de una elección razonable.
(Perelman y Olbrechts-Tyteca 1958, Conclusión)
Índice
Nota del traductor
Prefacio del autor a la traducción
Agradecimientos
Introducción
Parte 1. Todo sobre los argumentos
1.1 Acerca de los argumentos
1.2 Las etapas de una discusión (argumentación)
1.3 Tipos de argumentación
1.4 Polémica vs. discusión
Parte 2. Todo sobre los argumentadores
2.1 ¿Con quién discutimos?
2.2 Modos de argumentar
2.3 Coalescencia
2.4 Ser discutidor y ser agresivo
2.5 Género y argumentación
Parte 3. Argumentando se entiende la gente
3.1 Heurística, ethos, auditorio
3.2 Contemplemos el proceso
3.3 Lo más importante que debes creer
3.4 Las reglas
3.5 Argumentación coalescente
3.6 Argumentar bien
3.7 La teoría en acción
3.8 Últimas palabras
Ejercicios
Lecturas recomendadas
Bibliografía
Nota del traductor
Este libro del profesor Michael Gilbert, prestigiado teórico canadiense de la argumentación, fue escrito con un lenguaje sencillo y directo en el original, y yo he tratado de duplicar, no siempre quizá con éxito, estas cualidades en la traducción al español que el lector tiene en sus manos. Con todo, no está de menos advertir sobre algunos puntos que podrían causar algún alzamiento de cejas.
Comencemos por el principio, el título mismo de la obra original: Arguing with People. La traducción literal sería “Argumentar con gente” o incluso con el gerundio, gramaticalmente poco correcto, “Argumentando con gente”. El propósito del título es hacer notar que muchos teóricos de la argumentación, consciente o inconscientemente, tienden a excluir los aspectos más usuales, típicos y cotidianos de las discusiones entre personas de carne y hueso, mientras que este libro busca todo lo contrario. Sin embargo, la traducción literal no parece indicar en español, con la misma claridad, lo que pretende el profesor Gilbert. Como, por otro lado, el verbo hablar en el proverbio “hablando se entiende la gente” tiene precisamente el sentido de argumentar, le expliqué al autor ese proverbio y la manera como lo usamos los hispanohablantes, y entonces estuvimos de acuerdo en que, con el debido cambio, el proverbio representaba muy bien el propósito del título en el texto original en inglés y de paso se mantenía, sin necesidad de atentar contra la gramática del español, el sentido dinámico del gerundio.
Pasando al texto mismo del libro, el profesor Gilbert habla desde la primera línea de su introducción, y después en repetidas ocasiones a lo largo del libro, de áreas de estudio llamadas “pensamiento crítico” y “lógica informal”, las cuales son bastante populares en el mundo anglosajón. Esos rubros se refieren a cursos impartidos en el bachillerato y la licenciatura, talleres con profesionistas y otros adultos interesados, y libros de texto abundantes en aquellos países, pero no en los nuestros. De hecho, la frase “pensamiento crítico” en nuestro medio está asociada a un cierto pensamiento de izquierdas mucho más que a la discusión de la estructura de los argumentos, la utilización de estadísticas en los medios de comunicación o la identificación de falacias. En los países de habla hispana este tipo de cursos probablemente se ofrecerán más bajo rubros como “lógica”, “análisis del discurso”, “evaluación de textos” o “argumentación”. Con todo, no se trata de tradiciones idénticas, por lo que algunas alusiones del profesor Gilbert resultarán algo opacas. No veo manera de resolver esto sin afear un texto límpido con estorbosas y pedantes notas a pie de página.
En segundo lugar, tenemos una gran cuestión terminológica: nada menos que las dos palabras centrales del libro, el substantivo argument y el verbo correspondiente to argue. La forma más fácil de traducir estas palabras sería a través del substantivo argumento y el verbo argumentar (ya no argüir, que muchos considerarían un arcaísmo). Sin embargo, las palabras argument y to argue en inglés tienen, vistas desde el español, una curiosa ambigüedad, o incluso varias.
Por un lado, en la vida ordinaria y el habla de todos los días las palabras argument y to argue suelen significar discusión y discutir, incluso con la connotación que tienen —en el español de México al menos— las palabras pleito y alegar, respectivamente. De hecho, el adjetivo argumentative es utilizado en psicología social (véase §2.4 de este libro) en el sentido en que se usan las palabras discutidor y alegón, es decir para referirnos a las personas que gustan de discutir, inclusive por el puro placer de hacerlo.
En cambio, en el habla académica, el substantivo argument puede significar sea argumentación (es decir, la actividad cuyo producto son los argumentos), sea argumento (esos productos mismos, en tanto objetos posibles de análisis y evaluación). Por su parte, el verbo to argue, cuando se lo usa en contextos académicos, no va nunca a significar otra cosa que argumentar (o argüir en el español de antaño).
Insisto en este punto por la sencilla razón de que la mayoría de la literatura sobre teoría de la argumentación (y áreas afines como la retórica, la lógica formal e informal y el pensamiento crítico) está en lengua inglesa, con lo cual esta múltiple ambigüedad ha generado en el ámbito anglosajón discusiones y distinciones que en este libro se retoman (§1.1). Como en español no sufrimos de esta ambigüedad, la solución más sencilla sería eliminar toda discusión de este punto; pero como confío en que los lectores de este libro se interesen por leer la literatura en inglés sobre el tema, me pareció conveniente dejarla como está, añadiendo nada más aquí y allá algunas cosas que no están en el libro original, pero que el profesor Gilbert me autorizó a incluir.
Y ya que hablamos de términos, aprovecho para mencionar brevemente la palabra claim. Esta palabra, de origen legal, fue adoptada por el filósofo británico Stephen E. Toulmin, pionero de la teoría de la argumentación, para designar lo que en lógica llamamos la “conclusión” de un argumento. Aquí traduzco claim uniformemente por “punto de vista”, que tiene en español la amplitud requerida: todo aquello que una persona sostiene y para lo cual puede ofrecer razones o argumentos en caso de que así se le pida. La frase “punto de vista” me parece, por cierto, más pertinente que las palabras “tesis”, “postura” o “posición”, las cuales resultan demasiado secas y académicas para el tipo de discusiones cotidianas que el profesor Gilbert mayormente discute en su libro.
Por razones culturales, y a petición del autor, he substituido todos los nombres propios de los personajes ficticios que discuten en las páginas de este libro, así como otras referencias a lugares, empresas o deportes que aparecen de tanto en tanto.
Un aspecto estilístico que me causó un poco de dolor de cabeza es que el autor se dirige muy a menudo al lector (de hecho, lo hace desde la primera línea) en segunda persona y por cierto en tono familiar, algo que en español sólo lo vemos en libros de texto u obras de divulgación para niños. Al principio, y obedeciendo los cánones del español escrito, di en substituir todas esas formas por las frases “el lector” o “los lectores”, obviamente en tercera persona. Sin embargo, muy pronto advertí que el estilo directo y personal del autor se veía afectado por este prurito mío. Recordando entonces el juicio de Ortega y Gasset de que el buen traductor debe dejar ciertos usos del original intactos a fin de recordar al lector el hecho penoso de que está leyendo una traducción, discutí el asunto con el profesor Gilbert, quien se acogió inmediatamente a la autoridad del gran filósofo español. Espero que lo desusado de esta manera de interpelar al lector no sea vista como falta de respecto por parte del autor, sino más bien como un guiño de amistad y complicidad.
Finalmente, y con el permiso del profesor Gilbert, he añadido algunos títulos en español a las referencias bibliográficas del original a fin de hacer el libro más útil a nuestros lectores. Agradezco a mis estudiantes, Celina Arredondo Rubio, Cicerón Muro Cabral y Adriel Hernández Guzmán, el haberse tomado el tiempo para leer esta traducción y sugerir correcciones que estoy seguro ayudan a acercarla más a los lectores hispanohablantes.
Fernando Leal Carretero
Departamento de Estudios en Educación
Universidad de Guadalajara
Prefacio del autor a la traducción
Estoy encantado con el hecho de que mi libro Argumentando se entiende la gente (Arguing with People) aparezca en traducción al español. Paso mucho tiempo en México y disfruto mucho hablando con los estudiantes y colegas mexicanos acerca de la teoría de la argumentación y mis ideas sobre ella. Espero que el tener acceso a esta traducción haga crecer a mi público y aumente el interés en un campo tan importante. En un mundo lleno de malentendidos, miopía y estrechez mental, la argumentación —llamésela discusión, debate o disputa— es lo que puede guiarnos hacia el consenso y hacia conclusiones sensatas. La única manera de evitar errores, sean ellos factuales o morales, es por el camino de una discusión abierta, abarcadora y cooperativa.
Quiero agradecer a Stephen Latta de la editorial Broadview el haberme conseguido los derechos para la traducción de este libro. Pero sobre todo quiero agradecer al profesor Fernando, el traductor. No fue un libro fácil de traducir y el profesor Leal tuvo sus problemas en varios puntos. El más fundamental es la diferencia que hay entre la lengua inglesa y la española respecto de los significados de la palabra clave: to argue. Es una palabra mucho más amplia en inglés y cubre tanto argumentar como discutir. El profesor Leal, como habrán leído en la nota del traductor, siendo un investigador escrupuloso, luchó con este problema, y él y yo lo discutimos largamente. Con él, un colega estimado y sobre todo un querido amigo, estoy profundamente en deuda.
Michael A. Gilbert
Ajijic, Jalisco, México
Abril de 2017
Agradecimientos
Este libro es un acto de piratería. He pirateado ideas de algunas de las mentes más brillantes y mejores con que me he topado en mis más de cuarenta años de trabajo académico. Si se halla algo bueno aquí, el crédito es de ellas. Si no, eso se debe entonces a mi incapacidad de comunicar sus ideas. Si bien la lista de aquellos cuya obra me ha influenciado es muy larga, quiero destacar a unos pocos que tuvieron un impacto especialmente grande. Quiero agradecer, en primer lugar, a Charlie Willard, quien me animó a regresar al mundo de los congresos a pesar de las amargas experiencias anteriores. Quiero también agradecer a Ralph Johnson y Tony Blair, quienes me dieron la bienvenida como colega incluso cuando estaban en desacuerdo conmigo, lo que ocurrió a menudo. Frans van Eemeren y el fallecido Rob Grootendorst toleraron mi crítica de su maravillosa obra en un tiempo en que, para mí, tal crítica era una manera de encontrar mi propio camino. Mis agradecimientos también para Christopher Tindale, Leo Groarke, Hans Hansen, Dale Hample, Harvey Siegel, Sharon Bailin, Claudio Duran, Daniel Cohen, David Godden, Chris Reed, y muchos otros.
Quiero extender el agradecimiento a mi departamento en la Universidad de York, así como a la misma universidad por haberme concedido un financiamiento puntual y una licencia para ayudarme a redactar el libro. Me beneficié grandemente también de una beca ordinaria del Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades del gobierno de Canadá, la cual me permitió viajar y participar en muchos congresos valiosos. Mis estudiantes en York, especialmente los de mis seminarios de cuarto año, a lo largo de los últimos años leyeron borradores del manuscrito y tuvieron a menudo sugerencias meditadas y útiles: gracias a todos ustedes. Los dictaminadores que Broadview Press utilizó tanto en las etapas tempranas de la propuesta como del manuscrito más tarde fueron cuidadosos y reflexivos, y me proporcionaron muchas sugerencias e ideas valiosas. Otro tanto vale de Bob Martin, quien hizo el trabajo final de edición con paciencia y comprensión del tema. Gracias, por supuesto, para Stephen Latta, editor de la Sección de Filosofía en Broadview, quien vio lo valioso y único del proyecto.
Muchos de mis amigos me ayudaron leyendo el manuscrito y dándome apoyo moral en tiempos de tensión y duda. Gracias a los Goofy Guys: Alan, Alex, Andrew, Mike, Peter, y Simon mi gramático. Agradezco a Jack Malick por estar allí para mí, y especialmente a Dodie Richman, quien tuvo el trabajo nada envidiable de ser mi muro de las lamentaciones, una tarea que manejó con afecto y finura. Por encima de todo quiero agradecer a mi amada Diane, mi reina, quien toleró mis distracciones y ansiedades además de ser lectora y escucha atenta. Con ella estuvo también mi princesa Emma, quien también padeció el proceso. Sin ellas no habría podido hacerlo, y probablemente tampoco lo habría querido hacer.
A los escritores se les pregunta a menudo: ¿Cuánto tiempo le tomó escribir el libro? Aunque mis respuestas varían, se reducen todas a la misma. En este caso, la respuesta es 68 años, y gracias a todos los que me ayudaron en el camino.
Michael A. Gilbert
Toronto
2013
Introducción
El curso de Razonamiento Crítico que tomaste en la prepa o la universidad en forma de taller es probablemente el más importante y útil que habrás tenido. En mis cuarenta años de profesor universitario los estudiantes que me buscan para saludarme invariablemente mencionan el curso de Razonamiento Crítico que tomaron conmigo como el más útil y relevante en su educación post-secundaria. Este libro se dirige a dos públicos. Por un lado, busca ser una lectura extra o adicional a cursos de Pensamiento o Razonamiento Crítico. Pero, por otro lado, también quiero tomar los desarrollos y avances de la teoría de la argumentación actual y ponerlos a disposición de las numerosas personas cuyas ocupaciones e intereses los involucran diariamente en discusiones y argumentaciones. En resumen, este libro va para todo aquel que se interese en mejorar y ampliar sus habilidades argumentativas.
Los cursos de Pensamiento Crítico, tengan el nombre que tengan, te dan información esencial para orientarte y avanzar en tu vida. La habilidad de reconocer argumentos y estructuras argumentativas, de comprender el concepto de validez, de evaluar la fuerza de un argumento, son todas competencias que utilizarás en cualquier carrera y aspecto de tu vida. La razón es simple: avanzamos todo el tiempo mediante desacuerdo, controversia, discusión y toma de decisiones: siempre estamos argumentando, discutiendo, aclarando, disintiendo, explorando, poniendo a prueba, preguntándonos y, en términos generales, tratando de hallarle sentido a un mundo denso y confuso. Por todas estas muy puntuales razones, el pensamiento crítico es un campo vital.
Este no es un libro de texto de Razonamiento Crítico, pero es el siguiente paso significativo para hacerse competente y hábil en comprender y negociar los desacuerdos. Su propósito es llenar una laguna que dejan los cursos tradicionales de Razonamiento Crítico mediante la introducción de materiales que se han desarrollado en los últimos cincuenta años en el campo conocido como Teoría de la Argumentación. Este campo es interdisciplinario y se nutre primordialmente de la lógica informal, el pensamiento crítico, la lingüística, el análisis del discurso, la teoría de la comunicación, la retórica y la psicología social.
La diferencia esencial entre la teoría de la argumentación y el pensamiento crítico tradicional es que la teoría de la argumentación se ocupa del desacuerdo y de la argumentación tal como ella ocurre entre personas reales en situaciones reales. El pensamiento crítico, con su enfoque en la estructura de los argumentos y en su evaluación, por fuerza toma sus ejemplos y objetos de estudio de los argumentos estáticos y no interactivos que aparecen en editoriales, cartas al editor y ensayos. Examinar estos argumentos y aplicar a ellos reglas y evaluación del pensamiento crítico es un componente crucial a la hora de incrementar tu conciencia de los argumentos. Si tomas un curso de éstos, pasarás una gran cantidad de tiempo a lo largo de los años leyendo argumentaciones y escuchando discursos para decidir si los aceptas o rechazas. Sin embargo, estoy convencido de que las argumentaciones dialógicas, es decir, las que tienen lugar en discusiones entre personas, es donde la mayoría de nuestras opiniones se forman y moldean. Ciertamente hay ejemplos de argumentaciones dialógicas en cursos de Pensamiento Crítico que aparecen en algunos libros de texto, pero es difícil crear artificialmente un tipo de situación en que se puedan aplicar las reglas y el análisis que los cursos de Pensamiento Crítico exigen.
Trabajar con argumentaciones reales y comprenderlas al hilo de disputas que ocurren espontáneamente requiere un enfoque que incluye a los libros de texto de Pensamiento Crítico, pero va más lejos. La mayoría de los ejercicios en este libro, por ejemplo, son interacciones semi-estructuradas con un interlocutor. Dicho de otra manera, para aprender a entender y negociar argumentaciones activas tú tienes que emprenderlas activamente. Esto es, sin duda, algo que hacemos todo el tiempo en nuestras vidas. La diferencia con esta experiencia ordinaria es que aquí estarás además prestando atención a ciertos aspectos durante el curso de la discusión. Los ejercicios de este libro no son fáciles, ya que para resolverlos hay que ser participante y observador al mismo tiempo. Los reportes que presentes acerca de estos ejercicios pueden ser evaluados para ver hasta dónde prestaste la atención debida a los argumentos que has creado, hasta dónde escuchaste y comprendiste los argumentos de la contraparte, hasta dónde te hiciste consciente de las reglas y evaluación de pensamiento crítico que se aplican a cada caso y fuiste capaz de analizar cómo se siguieron las reglas y lineamientos que esta obra expone.
Este libro tiene tres partes. La parte 1 se ocupa de qué son los argumentos (discusiones), de cuántos tipos hay, y cómo necesitamos ajustar nuestras metas y expectativas dependiendo de estos factores. Tú ya sabes de premisas y conclusiones y esquemas argumentativos; y todo eso es importante. Pero probablemente no se te han enseñado todavía la diferencia entre argumentos lógicos y emocionales, o la distinción entre argumentos clínicos y caóticos. La parte 1 introducirá una serie de ideas y técnicas que son básicas en la teoría de la argumentación, de forma que saques ventaja de ellas.
En la parte 2 discutimos con quién argumentamos y cómo los participantes, el lugar y el contexto alteran o modifican el proceso. Todos conocemos gente a la que le gusta discutir y gente que lo evita por todos los medios, pero tú tienes que saber qué significan esas características y cómo influyen y deben influir en la manera en que transcurre un argumento. En esta sección te familiarizarás con el papel que en la comunicación interactiva juegan el poder, las relaciones, el género y otros factores personales y físicos.
Finalmente, en la parte 3, aprenderás cómo argumentar y cómo determinar las reglas que están en juego. Te familiarizarás con las técnicas y estilos argumentativos, así como con las reglas y convenciones que controlan la argumentación. Aquí retomamos lo dicho en las partes 1 y 2 y vemos cómo nos puede guiar en la manera de proceder en una discusión o argumentación particular.
Siempre que estudias un tema —no importa si es sobre sistemas de gestión, reparación de autos o gramática francesa— necesitas simplificarlo y construir un modelo manejable que sea posible analizar, dividir en partes y examinar. El modelo se construye con el fin de comprender la realidad que representa, pero es esencial recordar que el modelo es justo eso: una simplificación, y que el todo es más rico y complejo. Aquí también es importante entender que el libro se divide en tres secciones, pero no así la argumentación. Cuando argumentas, todo ocurre al mismo tiempo, y tratar de seguirle la pista a todo lo que pasa no es poca cosa. Cuando argumentas, necesitas razonar, evaluar la fuerza de los argumentos, la relevancia y aceptabilidad de las premisas, no perder de vista los objetivos de las personas, ser sensible a sus emociones, permanecer en el momento presente, y escuchar con cuidado y todo eso al mismo tiempo. Esto puede requerir una gran cantidad de energía mental, de forma que no hay que sorprenderse si resulta a veces fatigoso.
Recuerda también que, cuando hablamos de argumentos y discusiones, nos referimos a todos los tipos. Como expliqué en mi libro How to Win an Argument (Cómo ganar una discusión), “Una discusión (argument) es cualquier desacuerdo, desde la discusión (discussion) más cortés hasta el pleito más ruidoso”. En las culturas canadiense y estadounidense el término argument se usa a menudo para indicar algo negativo, mientras que el término discussion connota algo positivo. Habrá momentos en que cuidemos el tono emocional de nuestros desacuerdos, pero cuando tratamos de argumentos y discusiones en general, tenemos la intención de cubrir todos los casos sin importar cuán tranquilos o cargados de emoción sean ellos. Vale la pena notar también que los estilos de argumentación y discusión varían mucho de una cultura a otra. Para algunas culturas cualquier desacuerdo es considerado descortés y algo que hay que evitar, mientras que en otras culturas disentir y discutir de forma vehemente pertenece a la vida ordinaria. Vale la pena prestar atención a estas cosas cuando consideramos el contexto de un argumento o una discusión.
Una última palabra antes de saltar con ambos pies al terreno de la argumentación. Este libro se nutre ampliamente del trabajo de muchos investigadores recientes en teoría de la argumentación. Algunos serán mencionados por su nombre y nuestro estudio incluirá puntos clave de sus teorías, mientras que la obra de otros investigadores no se identificará directamente. Es importante entender que todos los investigadores en teoría de la argumentación han hecho contribuciones que nos han llevado al punto en que es posible intentar una empresa como la de Argumentando se entiende la gente. La investigación y los hallazgos no son nunca función de unas pocas mentes, sino el resultado de una multitud de aportes, exploraciones, correcciones, debates y de compartir ideas. Todos los investigadores en este campo han hecho de la marcha hacia delante de la teoría de la argumentación el éxito que creo ha resultado. Finalmente, permítaseme anotar que algunas de las tesis que propondré, tal vez incluso muchas de ellas, son controvertibles y no todos los estudiosos de la teoría de la argumentación estarán de acuerdo conmigo. Adopto yo un enfoque particular y el alcance de este libro no me permitirá siempre mostrar todos los ángulos ni todas las posiciones. Lo que aquí encontrarás, y lo que espero aprenderás de este libro, es mi teoría y yo soy el único responsable de cualquier debilidad o error que contenga. Hay otras perspectivas distintas a la mía y para conocerlas confío en que te remitas al apéndice de lecturas recomendadas.
Para concluir, si quisieras saber más del pensamiento crítico, te invito a asomarte a mi libro How to Win an Argument, publicado por University Press of America; es fácil y divertido. Y si quieres más sobre teoría de la argumentación, puedes consultar Coalescent Argumentation, publicado por Lawrence Erlbaum, que es más difícil, pero se deja leer.