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EMANUEL LÓPEZ

INFRA


Editorial Autores de Argentina

López, Emanuel

Infra / Emanuel López. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.

Libro digital, EPUB

ISBN 978-987-87-1054-9

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.

CDD A863

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Muchas gracias a mi familia, a mis amigos y a Karina por darme siempre todo su apoyo.

También agradezco a Santiago Nicolás Barreiro Romero por la excelente portada y a Cristian Nicolás Santillan por su grandioso epílogo. Sus colaboraciones han enriquecido inmensamente a la obra.

PRÓLOGO

HAPPY POWERS INC.

1.

Mateo tenía nueve años, ocho meses, cuatro días y un cáncer de nivel cuatro. Sus padres estaban preparando las cosas para su décimo cumpleaños, el cual se acercaba de manera angustiosa, pues, si hay una verdad absoluta acerca del tiempo, es que es indetenible. Sin importar cómo lo percibiéramos, sesenta segundos seguían conformando un minuto, así como sesenta minutos una hora y veinticuatro horas formaban un día. Cada día angustiaba más y más a sus padres, María Elena y Lorenzo.

Ese día, casi siendo mediodía, ambos se dirigieron a la habitación de su hijo, sólo para encontrarlo con la sonrisa tierna e infantil que habían conocido hacía mucho. Mateo tenía en su cuello una sábana, atada como si fuera una capa. Con ella, y con los brazos extendidos, corría alrededor de su habitación, simulando que volaba, incluso tenía antiparras para proteger sus ojos. Además de eso, sólo vestía un pantalón largo y una remera de manga larga.

Sus padres se le aproximaron y le dieron un fuerte abrazo. Mateo podía entender el motivo por el cual estaban afligidos, pero él no veía las cosas de la misma forma que ellos. Después de todo, serían ellos los que seguirían vivos una vez que él se fuera. En respuesta, Mateo les devolvió el abrazo.

—¿Estás seguro? —preguntó Lorenzo.

—¡Sí! —respondió enérgicamente su hijo.

—No puedes presentarte así —dijo María Elena mientras le desataba la sábana del cuello.

Mateo se resistió y apartó las manos de su madre.

—La necesito, es mi capa —se excusó con tono suplicante.

María Elena, con ojos llorosos, sonrió y le dejó la capa en su lugar.

—Vas a necesitar un par de accesorios más —intervino Lorenzo.

Sus padres trajeron unas botas, guantes, un chaleco y un gorro. Vistieron con ellos a su hijo y se lo llevaron, tomándolo cada uno de una mano. Salieron a la calle, se subieron al auto familiar e iniciaron su viaje. Lorenzo prendió el equipo de música y el mismo reprodujo los clásicos de los años ochenta.

—¿Quieres que busque la estación que habla de nosotros? —preguntó Lorenzo.

—No, gracias —replicó su hijo—. Quiero enterarme cuando lleguemos.

Su padre hizo caso y se quedaron escuchando aquella bella música mientras que el sitio al que se dirigían se encontraba cada vez más cerca. La pareja no decía nada, sólo miraban al frente con mirada reflexiva. Cada tanto, utilizaban el espejo retrovisor para ver cómo se encontraba Mateo, mientras éste jugaba tranquilamente con unos dinosaurios que había sacado del fondo del vehículo. Al percibir que ya casi habían llegado, Lorenzo se tentó a reducir la velocidad significativamente, y así retrasar lo inevitable. Hizo el intento al reducir su marcha de cuarta a tercera en un camino de línea recta. Tal acción no pasó desapercibida y María Elena lo miró instantáneamente. Él sabía que sus ojos lo tenían acorralado, pero decidió no desviar la mirada del camino, por la seguridad de todos. Lorenzo se tomó lo ocurrido como un reproche, por lo que retomó la velocidad normal. De esta forma, María Elena volvió a prestarle atención al camino.

No mucho tiempo después, habían llegado a un centro urbano donde se encontraba una gran cantidad de gente celebrando. Miles de paparazis apuntaban sus cámaras de fotos y de televisión al asiento de Mateo. Todos intentaban amontonarse frente al auto, pero un grupo de guardaespaldas se acercó y protegió a la familia de interrogantes y admiradores.

Estacionaron el auto en un espacio que decía “Reservado” y se bajaron del vehículo. Caminaron hacia el centro del evento entre aplausos, saludos y sonrisas, con los guardaespaldas respaldándolos. La familia seguía tomada de la mano a medida que llegaban a un escenario y subían por su escalera. Cuando se encontraron frente a la muchedumbre, la gente los ovacionó con entusiasmo.

Eugenio Lamborizio se acercó al trío familiar y los saludó. Estrechó la mano de Lorenzo y María Elena, mientras que chocaba los puños con Mateo.

—¿Cómo estás, campeón? —preguntó Eugenio-. ¿Emocionado?

—¡Mucho! —respondió Mateo.

—Entonces, vamos a hacerlo —concluyó Eugenio.

Se acercó al atril y allí anunció a los civiles:

—Cuando supe que mi pequeño nieto, Hugo, que en paz descanse, iba a morir y no podía hacer nada para impedirlo, mi ser quedó destrozado. No por la muerte en sí, la muerte nos llega a todos, es ineludible y es parte del ciclo y orden natural de las cosas. Lo que me destrozó fue el imaginar las cosas que se perdería. Una persona joven y con tantas ambiciones.

Hizo una breve pausa. Tomó aire y suspiró con calma. Sus manos sudaban, pero apenas le daba importancia. Volvió a mirar a la multitud y prosiguió.

—El sueño de Hugo era simple. Él quería vivir, pero no cualquier vida. Quería vivir como algo más que un ser humano ordinario, encerrado en la monotonía y que su única excitación se hallara en el misterio de la muerte. El quería una vida fascinante y extraordinaria, llena de aventuras, aunque fuera por un solo día.

Hizo una nueva pausa. Tosió y prosiguió:

—En base a eso, destiné mis inversiones para crear una empresa líder en la lucha contra el cáncer, como lo es hoy Happy Powers Incorporated.

El público miró a Eugenio de forma incrédula.

—Lo sé, no era lo que esperaban oír. —Siguió—: Suena confuso, pero es real. Para demostrarlo, tengo a un invitado que se los hará entender. ¡Mateo, acompáñanos!

Los padres del muchacho escoltaron a su hijo hacia el CEO de la milagrosa firma. La sábana era tan larga que acumulaba polvo al ser arrastrada por el piso. Al mismo tiempo, se acercó un sujeto con bata de laboratorio, quien llevaba en una mano un maletín metálico. Los cinco se juntaron, Eugenio se agachó para estrechar la mano de Mateo, mientras que el doctor sacó del portafolio un parche del tamaño de su mano. Lorenzo puso una mano sobre el cuerpo de su hijo, impidiéndole avanzar. Eugenio lo apaciguó con una mirada tranquila y dijo:

—No deben preocuparse. Esta maravilla es totalmente indolora, es como pegar una bandita a una herida. Aunque claro, el retirarla debe hacerse cuidadosamente, pues tiene pegamento, igual que una bandita.

—¿Qué es eso? —preguntó María Elena, aunque ya lo sabía. Sólo quería que le explicaran un poco más acerca de lo que sucedería.

—Esto —respondió Eugenio dirigiéndose a todo el mundo— es aquello por lo que hemos trabajado tanto. Lo llamamos “SR”, como abreviatura de “Solución Razhormonal”. Eso se debe a que las razhormonas son las encargadas de estimular el desarrollo de súper poderes en los individuos. Y hemos confeccionado esta en particular para Mateo, dado que su hospital envió su deseo de ser un súper héroe a nuestra firma.

Se volteó hacia el niño nuevamente.

—Ahora, Mateo, necesito que te levantes la camisa para así aplicarte el parche.

El niño obedeció, el doctor removió el protector del parche y lo aplicó sobre su torso. El muchacho se quedó observando atentamente pero no sintió ningún cambio. Las personas miraban expectantes y los padres de Mateo estaban preocupados.

Súbitamente, la cabeza de Mateo se alzó al cielo y sus ojos emitieron un fugaz destello, como una aurora boreal esmeralda. Entonces, Eugenio sonrió con satisfacción.

—Lo sientes ¿no es así? —preguntó el hombre.

Mateo asintió con la cabeza, sin capacidad de creer lo que ocurría.

—Entonces —prosiguió Eugenio—: ¡Vamos a darle una prueba!

Velozmente, tomó a Mateo por la cintura con ambas manos, lo arrancó de sus padres y lo arrojó al público. Todo el mundo se asustó e intentó atrapar al pequeño.

—¡Mateo! —gritó su madre con desesperación—. ¡Ven aquí!

—¡En un momento! —replicó su hijo con entusiasmo.

El muchacho llevó sus puños al cielo y, como si se tratase de una fuerza invisible, su cuerpo ascendió verticalmente hacia las nubes a gran velocidad. Sus padres miraban el suceso con horror mientras Eugenio intentaba calmarlos.

—No tienen de qué temer —comentó—. Tenemos estas situaciones controladas.

Mateo ya a empezaba a ver las estrellas del firmamento, su euforia era máxima, no deseaba detenerse. Empezó a sentir frío, pero no le importó, pues ya no sentía el dolor de su enfermedad, sólo podía pensar en la alegría de cumplir su sueño. Se emocionaba de sólo pensar cómo debería estar ondeándose su capa en el cielo. Pasó por su cabeza la pregunta de si sus padres aún podían llegar a verlo, pero siguió subiendo hasta que su cuerpo empezó a perder altura. No era como si de repente ya no tuviera poderes, sino que inició un descenso lento contra su voluntad. Luchó con todas sus fuerzas por seguir más arriba pero sólo lograba girar en el cielo mientras se acercaba al césped con la velocidad de una tortuga.

Al estar a unos tres metros de altura de la tierra, sus padres se posicionaron debajo de él y, cuando lo tuvieron al alcance, lo abrazaron con fuerza.

—Como les dije —enunció Eugenio— tenemos todo controlado.

Se dio vuelta hacia la gente y fue invadido por un aluvión de fotos y reporteros gritando preguntas. No obstante, el auspiciante no les hizo caso; en su lugar, se limitó a decir:

—Mis asistentes se encargarán de asistir, valga la redundancia, a la agraciada familia en cuanto a la convivencia con los súper poderes que le hemos brindado. Las preguntas de la prensa serán respondidas esta noche en mi sitio web: EugenioHappyPowers.com. Allí aclararé todas las dudas que se les presenten.

Eugenio se apresuró a la escalera mientras que unos guardias de seguridad le impedían el paso a los civiles. Custodiaron al dueño de la firma y a sus compañeros de trabajo mientras se dirigían a una limusina. La familia de Mateo fue escoltada por los guardias hasta su auto y los protegieron de la muchedumbre hasta que se fueron.

2.

Eugenio estaba en una sala repleta de cuadros con personajes de cómics y muebles tan caros como una casa. La decoración era impecable y todo se encontraba ordenado. Miles de millones de personas podían apreciar esto desde la comodidad de sus casas, dado que Eugenio estaba transmitiendo su propia sección de preguntas y respuestas a través de internet. El magnate miró fijo a la cámara y empezó su monólogo.

—Hola a todos. Ya me conocen, soy Eugenio Lamborizio, CEO de Happy Powers Incorporated. Les agradezco recibirme en sus computadoras. Esta noche, como les prometí, me encargaré de contestar a todas sus preguntas acerca de lo sucedido. Así que veamos qué han escrito para mí.

Se escucharon un par de clics y leyó la primera publicación.

—“¿Qué carajos fue lo que vimos?” Bueno, primero, el lenguaje. Segundo, lo que ustedes vieron o se enteraron de que otros vieron, es el primero de muchos milagros que realizará Happy Powers Incorporated. Hemos logrado, finalmente, cumplir el sueño más fantástico de las personas que se encuentren con cáncer terminal. No se me ocurre mejor manera de expresarlo, así que pasaré a la siguiente pregunta. —Hizo una pausa y buscó otra pregunta, luego se detuvo-. “¿Si yo tuviera cáncer terminal y te pidiera disparar fuego a través de mis ojos?” Oh, de acuerdo. Omitiré hacer bromas acerca de poderes dado que comprendo la seriedad en la idea de tu pregunta. Pero te aseguro que no debes preocuparte. Y te lo aseguro porque nuestro fin es crear poderes básicos y prácticamente inofensivos. Aunque, hasta ahora, sólo pudimos crear la capacidad de volar—. Volvió a mirar en el ordenador donde encontró otra pregunta-: “¿En qué otros poderes se encuentran trabajando?” Me alegra que preguntes, persona desconocida. Actualmente estamos generando el poder de respirar bajo el agua. —Pasó a la siguiente—. “¿Cómo lograron que fuera posible volar?” El vuelo se utiliza a través del entrenamiento de la mente. No sé si han visto videos de sujetos que dicen poseer telequinesis. Bueno, si lo hicieron, deben saber que ese concepto no es erróneo, pero se necesita mucho trabajo para que sea fructífero. Vamos con otra pregunta. —Revolvió y encontró una de particular interés-: “¿Cómo lograron que Mateo no muriera cuando se lanzó al espacio y regresó como una pluma?” ¡Excelente pregunta! ¡Esperaba esa pregunta! A ti, persona anónima, te amo por preguntar eso. Verás, el SR, o Solución Razhormonal, se compone de cómo decirlo distintos materiales, con distintas funciones. Uno contiene el cáncer para que la persona no sufra los síntomas de su condición, y el otro proporciona los poderes. Ahora, los poderes tienen un lapso cinco minutos de uso, luego van decreciendo hasta que el usuario debe esperar otros diez minutos para reutilizarlos, y asegurarnos que la persona no cometa locuras. La verdad, he estado buscando una buena forma de explicar el funcionamiento del SR desde hace horas pero me temo que no la he encontrado. Si pudiera traer a uno de mis ingenieros para explicarlo, lo haría. Pero quiero prevenir que el SR sea reproducido en otros lugares, dado que yo utilizo este servicio para brindarle a las personas una última alegría, pero no todo el mundo utilizaría súper poderes de la misma manera. No todos tienen los mismos fines. ¡Sigamos, esto se pone interesante! —Volvió a buscar-. “Su intención es crear poderes que cumplan sueños y que no dañen a nadie, pero puedo pensar en al menos una docena de crímenes distintos que pueda realizar alguien que simplemente pueda volar. Quiero pensar que tienen otros métodos para prevenir estas situaciones, ¿correcto?” Está en lo correcto. No sólo les entregamos poderes simples, previamente deben pasar cuatro entrevistas en nuestra empresa. Además, no sólo creamos el SR, sino un suero capaz de contrarrestarlo. Espero, de todas formas, nunca tener que llegar a esa instancia. A ver, qué más hay “¿Habrían efectos colaterales si se le otorgaran los súper poderes a alguien sin cáncer?” Para empezar, no habrías pasado la primera entrevista. Pero investigamos tu pregunta por si acaso. Si la persona no tiene cáncer, el parche no tiene ningún efecto. Los compuestos que conforman el SR actúan de manera conjunta. Primero se inhibe el sufrimiento causado por la enfermedad, luego, le da los poderes por un período de tiempo determinado. Si una de estas funciones no puede ser desempeñada, el SR flaquea hasta no tener efecto alguno. Bueno, una más y cerraremos por hoy. —Miró atentamente en el sitio web y acabó encontrando una pregunta suficientemente interesante-: “Entiendo el motivo por el que llevó a cabo el proyecto. Pero el avance que ha logrado es decir un niño volando. ¿Cómo es que no ha descubierto la cura para el cáncer? O, digamos, tengo un tumor en mi pierna, si me dieran la habilidad de curar mi cuerpo, o al menos regenerar mis miembros, podría amputar mi pierna y luego crecería una sana otra vez.” Oh, esta es genial. A la persona que antes le dije que la amaba por su pregunta tan bien formulada, lamento decir que tengo un nuevo favorito. Esta pregunta es demasiado buena. Miren, aunque no lo crean, el cuerpo humano parece tener menos complicaciones en luchar contra la gravedad que contra una enfermedad tan letal. Intentamos utilizar la parte del SR que combatiera el cáncer para luchar contra el mismo en las etapas menos avanzadas, con el fin de que el cáncer desaparezca, pero lo único que ha generado ha sido prevenir su dolor, no vencer a la enfermedad. Lamento informar que tenemos una anestesia para el cáncer, no una cura. Pero planeamos llegar a una cura para esta enfermedad, no lo duden.

Eugenio tomó un vaso de agua y volvió a dirigirse a la cámara.

—Fue una entrevista muy interesante. Les aseguro que volveré a comunicarme con ustedes ni bien tenga la oportunidad. Me marcho, buenas noches.

La cámara se apagó y la transmisión fue concluida. Una nueva época empezaría con el alba.

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Altersbeschränkung:
0+
Umfang:
91 S. 2 Illustrationen
ISBN:
9789878710549
Rechteinhaber:
Bookwire
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