Adolfo Couve: imágenes inéditas

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
Adolfo Couve: imágenes inéditas
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa


Adolfo Couve

imágenes inéditas

Créditos

Este libro fue editado con motivo de la exposición “Adolfo Couve: imágenes inéditas” que tuvo lugar en el Centro Cultural Las Condes en Santiago de Chile, octubre de 2017.

Adolfo Couve: imágenes inéditas

Claudia Campaña

Orjikh editores limitada

orjikh.editores@gmail.com

www.orjikheditores.com

Inscripción registro de propiedad intelectual: Nº 280645

© Claudia Campaña Hancke

ISBN impreso: 978-956-9058-19-6

ISBN ebook: 978-956-9058-41-7

Fotografías: Patricia Novoa Cortez

Corrección de estilo: Verónica Waissbluth Guiloff

Diseño y diagramación: Claudia Campaña y María Soledad Sairafi

Imagen portada: Adolfo Couve. Melliza, 1964

Santiago de Chile, octubre de 2017 (1ª ed.)

Versión digital: octubre de 2020

Este libro ha sido posible gracias al financiamiento del Centro Cultural Las Condes y al aporte de la Dirección de Artes y Cultura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Prohibida la reproducción total o parcial de textos e imágenes en cualquier formato.

Adolfo Couve

imágenes inéditas

Claudia Campaña


Contenidos

Créditos

Prefacio

I. Los dibujos de 1959

1. La subasta / La autentificación

2. Descripción del conjunto

3. Las figuras a lápiz

Desnudo: ecos de Olympia

Dos figuras solitarias

Figura (o monje) con capucha

¿La caricatura de Carlos Aguiar?

Verso y reverso

4. Los cuatro desnudos en tinta: una cita, una dedicatoria y un díptico

Una figura desgarbada para Raúl

Dos desnudos de complexión robusta

II. La pintura de 1964

1. Memorias

2. Análisis

3. La certeza de la lectura: 1964 vs 1972

III. Los últimos hallazgos: dos ecuaciones de síntesis

El circo, 1967

El árbol, c. 1987

Anexos

Exposiciones Individuales

Exposiciones Colectivas

Exposiciones póstumas

Premios a su obra pictórica

Referencias

Agradecimientos

No se puede ser dos cosas.

No se puede ser pintor y escritor.

Aunque la pintura me ayudó a escribir

y la literatura me ayudó a pintar.

Adolfo Couve


Prefacio

En 2014 publiqué El manuscrito de Winchester con editorial Orjikh. Estaba acostumbrada a realizar libros de arte profusamente ilustrados, con tapa dura y más de 250 páginas. Al contrario, El manuscrito…tendría una impresión austera y un formato pequeño, y acaso a ello se deba la gran libertad que sentí al escribirlo. Tanto fue así que me animé a incluir en el relato anécdotas sobre mi primer ensayo como alumna regular de Historia del Arte del Courtauld Institute of Art –uno de los colleges de la Universidad de Londres–, sobre mi encuentro con una valiosa obra de arte del siglo XII y sobre mis desavenencias con uno de mis tutores.

Nuevamente publico con Orjikh un libro en formato pequeño y, sin proponérmelo, vuelvo a narrar el encuentro con un profesor. Pero esta vez se trata de quien fuera mi maestro mientras cursaba las licenciaturas en Arte y en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile: me refiero a Adolfo Couve Rioseco.

El presente volumen está dedicado a la documentación y al análisis de catorce de sus obras, hasta hoy inéditas. Ello pues llegaron a mis manos recién en septiembre de 2016, después de publicar la edición revisada de mi libro Adolfo Couve: una lección de pintura (2015). Se trata de once dibujos, dos óleos y una acuarela que sus dueños habían guardado por años, y a cuyo estudio me aboqué de inmediato, pues me pareció necesario dejar constancia tanto de su existencia como de su omisión en mis estudios anteriores dedicados al autor. Dejé de lado los textos que en ese momento escribía –ya los retomaré–, y me concentré en documentar este material, que aporta nueva información sobre la génesis de Couve como artista visual y sobre su temprano dilema creativo (¿las artes o las letras?) y que, más aún, entrega luces acerca de su peculiar temperamento.

Claudia Campaña

Santiago de Chile, 2017

I. Los dibujos de 1959

Una línea es un punto dando un paseo.

Paul Klee


1. La subasta / La autentificación

Desde la Casa de Subastas de Enrique Gigoux Renard me contactaron para informarme que tenían once dibujos de Adolfo Couve (28 de marzo 1940 - 11 de marzo 1998), todos firmados y fechados. Querían que los fuera a ver para autentificarlos, previo al remate que se llevaría a cabo la tarde del sábado 1 de octubre de 2016.

La posibilidad de que las obras fuesen auténticas me produjo tanta curiosidad como desazón: como recién ahora salían a la luz, no había alcanzado a incluirlas en mi edición revisada sobre el artista publicada un año antes con nuevo material gráfico y pictórico1.

Partí a verlas al día siguiente.

Las diez pequeñas hojas estaban dentro de una mesa-vitrina, y servían de soporte a siete figuras a lápiz y a cuatro desnudos femeninos realizados con tinta negra. Con sus letras redondas y continuas, la firma en cada una de ellas correspondía a la del autor, y cumplía a cabalidad la “convención couveana”: es decir, nada más que el apellido en cursivas y la datación con dos dígitos (59). Al reverso, varias incluían, además, la leyenda “8/M/59” –información adicional sobre el día y el mes del trabajo–; una práctica que Couve repetiría en años posteriores, entregando con frecuencia información sobre la data y el lugar de ejecución al dorso de sus pinturas. Estábamos frente a un “reconocimiento de paternidad”, pues un artista únicamente firma y fecha una obra cuando estima que es digna de ser conservada, por pequeña que sea.

En relación a los dibujos mismos, reconocí de inmediato el trazo de Couve en las cuatro tintas. Tuve dudas respecto de las obras realizadas a lápiz, pues estaban muy cerca de la caricatura y la línea me pareció algo tosca e imprecisa. Pero considerando que habrían sido realizadas a los 19 años como un “primer pensamiento gráfico” del autor, que la firma era la suya y que se había usado el mismo lápiz que en las figuras propiamente tales, concluí que eran auténticas.

La semana siguiente asistí al remate; esperé toda la tarde para ser testigo de la subasta y la puja del lote 146 A correspondiente a las diez hojas, que no se venderían por separado. Para mi sorpresa, fue el conjunto por el que más se pagó: ni los platos de Limoges, ni el juego de las 600 piezas de porcelana Wedgwood, ni las vitrinas francesas del siglo XIX, ni las pinturas del siglo XX alcanzaron la suma ofrecida por estos apuntes.

La autentificación de las hojas también estaba avalada por el hecho de que su único dueño había sido compañero de curso de Couve. Se trata del abogado Raúl Castellón Covarrubias, quien con posterioridad me relató que lo conoció en el colegio San Ignacio, y que siguió en contacto con él ya de adultos. Una de las hojas, con un desnudo femenino frontal que posa sin prestancia alguna, está dedicada precisamente “a Raúl”.

 

1 Campaña, Claudia. Adolfo Couve: una lección de pintura (edición revisada), Metales Pesados, 2015.

2. Descripción del conjunto

Después del remate, sopesé durante varios días si valía la pena publicar estos dibujos. Me preguntaba si su estudio podría aportar nuevos antecedentes sobre el trabajo de Couve, y luego de observarlos detenidamente, determiné que sí merecían ser documentados pues, concebidos sin referente alguno, cargados de espontaneidad y concretados en unos minutos, anuncian las prácticas visuales que el autor utilizaría posteriormente a menudo. Ejecutados cuando Couve recién decidía dedicar su vida al arte, ofrecen, además, valiosa información sobre su identidad –ya decía Edgar Degas que “el dibujo es la expresión más directa y espontánea del artista, una especie de escritura que revela, mejor que la pintura, su verdadera personalidad”–. Al contemplar estos apuntes rápidos, más aun, pensé en aquellos párrafos de la tercera novela de Couve, La lección de pintura (1979), donde el autor describe cómo el protagonista, un joven pintor, aprende a dibujar “(…) al ritmo de su mano. Que libre de inhibiciones, se deslizaba segura de sí misma”2.

Las diez pequeñas hojas de papel rematadas el 1 de octubre de 2016 contienen dos series: cuatro desnudos femeninos ejecutados en tinta china negra y seis figuras a lápiz –entre ellas, dos bustos masculinos con características de caricatura–. Las medidas de los dibujos oscilan entre los 13,5 x 20 cm y los 18 x 14 cm (o 14 x 18 cm) y es interesante notar que, para sus apuntes gráficos, Couve privilegió el uso de soportes muy pequeños ya a partir de entonces y a lo largo de toda su carrera; fuese un retrato, un paisaje o una naturaleza muerta, nunca hizo bocetos, pues pintaba directamente en la tela, esbozando con el pincel las líneas principales de la composición –con algún color tierra por lo general.

Son diez hojas pero once imágenes, pues una de las páginas está dibujada también por el reverso. Los papeles son delgados, de bordes algo irregulares y amarillentos por el paso del tiempo. Su estado de conservación se puede describir como bueno, ya que no fueron excesiva ni descuidadamente manipulados y, por lo tanto, no exhiben dobleces ni daños significativos.

Todos los dibujos incluyen el apellido del autor –Couve los firmó a petición de su amigo–, y siete de ellos están fechados –“59”–. En el reverso de cinco de las obras a lápiz, además, se lee “8/M/59”, indicando así que fueron realizados el 8 de mayo de 1959. El dato está corroborado por Raúl Castellón, quien confirmó el mes explicando lo siguiente: “No marzo, porque de joven Adolfo pasaba casi todo ese mes en Viña del Mar en la casa de sus abuelos”3.

El factor común de estas obras es que la protagonista es una figura humana aunque, como ya mencionaba, ninguna fue realizada a partir de un modelo. Lo reitero porque Couve detestaba “la imaginación” y siempre trabajó frente a un motivo; tanto es así que, al sancionar qué es lo importante de pintar, el señor Aguiar –otro de los personajes de su novela La lección de pintura– profiere la siguiente frase: “¡La realidad! ¡Siempre la realidad! ¡Nunca nada de memoria!”4. Por ello, estos dibujos pueden considerarse “la excepción que confirma la regla”.

Por otra parte, es necesario destacar que estamos frente a apuntes realizados antes de que el autor comenzara su instrucción formal en artes. Ello pues recién en 1959 Couve ingresó como alumno libre a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile –ubicada en esa época en el Parque Forestal–, luego de haber asistido por un semestre a clases de Derecho en la Universidad Católica de Chile, donde se había matriculado ese mismo año.

2 Adolfo Couve. Narrativa completa, 2003, p. 188.

3 Claudia Campaña, en entrevista con Raúl Castellón. Santiago, noviembre de 2016.

4 Couve. op. cit. p. 189.

Sie haben die kostenlose Leseprobe beendet. Möchten Sie mehr lesen?