Buch lesen: «Macabros»

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César Biernay Arriagada

MACABROS
Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto


Expedientes desclasificados de homicidios en chile

BIERNAY ARRIAGADA, CÉSAR

Macabros. Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto / César Biernay Arriagada

Santiago de Chile: Catalonia, 2020

ISBN: 978-956-324-772-5

ISBN Digital: 978-956-324-786-2

364 CRIMINOLOGÍA

Diseño de portada: Ximena Morales

Diseño y diagramación: Sebastián Valdebenito M. Corrección de texto: Sergio Infante Dirección editorial: Arturo Infante Reñasco

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, en todo o en parte, ni registrada o transmitida por sistema alguno de recuperación de información, en ninguna forma o medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo, por escrito, de la editorial.

Primera edición: febrero 2020

ISBN: 978-956-324-772-5

ISBN Digital: 978-956-324-786-2

Registro de Propiedad Intelectual N° 2020 - A-189

© César Biernay Arriagada, 2020

© Catalonia Ltda., 2020

Santa Isabel 1235, Providencia

Santiago de Chile

www.catalonia.cl@catalonialibros

Índice de contenido

Portada

Créditos

Índice

Prólogo

Introducción: Siete casos policiales desclasificados

CRIMEN EN CUSTODIA El caso de los tarros lecheros (1963)

El crimen se huele

La perspicacia del inspector Cárdenas

Ánforas macabras

Entre la pizarra y la botella

La joven Aurora

Sin salida

Aurora al alba

Leche cortada

Rueda de presos y reconstitución de escena

Informe neuro-psiquiátrico

Una investigación emblemática

Bibliografía

EL OLFATO POLICIAL DE ANKER El caso del canino rastreador (1967)

Nace una leyenda

Búsqueda del rumano asesinado

Olfateando robos

El rastreo fatal

El entierro del ovejero alemán

El homenaje póstumo

Un perro mártir

Otra historia de sangre

El legado de Anker

Bibliografía

EL ENANO MALDITO El caso del Hotel Princesa (1968)

Meretrices de la bohemia capitalina

El pequeño cliente

Un crimen mediático

Declaraciones de testigos

Al acecho del criminal

Dos homicidas para un crimen

El error judicial

La muerte ronda en el hotel

Del crimen al mito

Bibliografía

EL ÚLTIMO TANGO DE DISCÉPOLO El caso Yuraszeck (2004)

Vida del empresario malloíno

Mal negocio

Escalada noticiosa

El puzle policial

El perfil del homicida

Macabro sitio del suceso

Diligencias policiales

Condena

Carrillón de La Merced

Bibliografía

LAS MENTIRAS DE MEDEA El caso de los hermanos Rojo (2008)

Jueves rojo

Las sospechas

La huella digital

Las matemáticas no mienten

No hay peor diligencia que la que no se hace

Infografía forense

El testigo estrella

El clon de Medea

Se busca parvularia

Relación enfermiza

A nadie le enseñan a ser madre

El recuerdo de lo que nunca sucedió

El show del desayuno

Verdades ocultas

Lecciones del viejo Vidocq

Hurgueteando el sitio del suceso

Culpable

Bibliografía

81 LUTOS PARA EL BICENTENARIO El caso de la cárcel San Miguel (2010)

Cárcel San Miguel

Vigilantes y vigilados

Subterfugios caneros

Hacinamiento sanmiguelino

La chispa del incendio

Estoques, oscuridad y fuego

Carceleros encarcelados

Fenómenos cadavéricos

El reo 82

Epitafio

Bibliografía

LA MUERTE ESPERA EN EL ANDÉN El caso de la balacera en Plaza de Maipú (2011)

Cuidado con el cierre de puertas

Los pasajeros del vagón

Balacera en la estación

El asesino del Metro

Declaración de las víctimas

Primeras diligencias

La testigo del suicidio

Dos homicidios para un suicida

El dolor de la derrota

Bibliografía

Agradecimientos

Notas

A mi padre, Luis Biernay.

A mi hermano Richard Biernay.

Dos policías que escoltan estas crónicas.

Prólogo

“La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida”, señaló alguna vez el médico, ensayista y premio nobel de la Paz Albert Schweitzer. No obstante ello, ese antiguo impulso humano que pretende desconocer sin más la profunda legitimidad del otro en cuanto el otro sigue vigente cual salvaje sin control y, a veces, desatado, termina por quitar el derecho más preciado de toda existencia humana: la vida misma. Es ahí donde el investigador policial entra en escena para contribuir a rescatar la justicia perdida y cimentar los caminos que conducen a la paz social y a la sana coexistencia humana.

En efecto, la historia de la criminalidad es tan antigua como el hombre mismo. Ahí está para ser revisada y aprender de ella, pues sus hechos nos permiten hurgar en lo más profundo de la conciencia humana y desde ahí tratar de entender al hombre en toda su complejidad. Aun con toda la tecnología logarítmica que ofrece hoy la sociedad de la información, los impulsos humanos que decantan en macabros homicidios constituyen un misterio difícil de resolver.

Pero ahí está el detective para escudriñar hasta en los recodos más oscuros del alma y, por medio del saber científico, llegar a la verdad y a la justicia. Por cierto que lo anterior es un reto sublime que jamás se constituye para un investigador policial en una utopía, sino en un desafío profesional siempre posible y necesario. En cada homicidio no solo hay dolor y desesperanza, sino también una oportunidad única para aprender y corregir.

Es en este contexto que surge el presente libro. Es un rescate documental de siete espeluznantes casos policiales, observados desde una perspectiva múltiple que se enfoca en el homicida, en la víctima y en el investigador policial. Así, a partir de las evidencias que ofrece el sitio del suceso se reconstruye un pasado que, como tal, se coloca a disposición de la justicia. Al mismo tiempo, lo que hay detrás de estas páginas es un esfuerzo por conocer las complejidades del actuar humano, a fin de motivar una siempre necesaria reflexión.

Pero esta tarea también cumple con el deber de preservar el legado de nuestros antecesores, quienes transmitieron y consolidaron el bello saber inserto en el arte de investigar, a fin de descubrir las certezas ocultas bajo la falsedad, el engaño y la mentira.

Al revisar las páginas de Macabros, el lector se encontrará con que los siete casos policiales están presentados de tal manera que es posible conocer cada crimen en sus más mínimos detalles, de modo que pueden identificarse sus motivaciones más hondas. Valga eso sí una aclaración en este punto, por cuanto en las siguientes páginas no se encontrarán personajes ficticios ni descripciones narrativas emanadas del flujo inspirador de Agatha Christie, Ramón Díaz Eterovic o Boris Quercia Martinic. Cada investigación documental aquí expuesta se sustenta en la realidad conforme a una rigurosa bibliografía, así como en entrevistas con los actores relevantes de cada caso criminal, hecho que merece ser especialmente destacado.

El autor revela además las particularidades y complejidades de la investigación profesional de los delitos, describiendo los protocolos forenses, las primeras diligencias y los medios de prueba que se han constituido en la evidencia irrefutable en los salones de la justicia. Su pluma nos permite “libar” el bello saber de la profesión del detective. En este escenario, no pretendo detallar las historias de cada caso policial de este texto, pues lo que me mueve es despertar la curiosidad del lector para que pueda observar las luces y sombras de la existencia humana.

El autor detrás de este esfuerzo es un académico con oficio, pero también un funcionario de la Policía de Investigaciones de Chile, PDI, motivado en rescatar el aprendizaje acumulado por años de experiencia policial. César Biernay Arriagada es bibliotecario documentalista y profesor de la PDI, cualidades que le han permitido documentar y transmitir los aspectos más recónditos de diversos casos policiales chilenos. Estamos frente a un profesional inquieto y curioso que no solo ha navegado en las aguas de su saber, promoviendo un permanente rescate del patrimonio institucional, sino que también se ha atrevido a cruzar fronteras e ir más allá, avanzando por las sendas de la historia y la literatura.

Macabros es otro fruto de la curiosidad del autor. Es un trabajo digno de destacar y un esfuerzo por reconocer la enorme importancia social que tiene la función del detective. En síntesis, en las páginas que a continuación se despliegan es posible conocer parte de una humanidad herida, pero también del rescate de su dignidad que solo es posible a partir de la justicia y del noble trabajo del detective.

ARTURO HERRERA VERDUGO

Exdirector general de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI)

Introducción
Siete casos policiales desclasificados

Muchos esfuerzos literarios han abordado los entresijos de la mente criminal. Antonio García-Pablos, Diane Papalia y Osvaldo Tieghi, por nombrar algunos, han teorizado sobre la criminología y otras ciencias centradas en lo criminal. Otros han estudiado la sociedad y sus recovecos georreferenciales que propician la comisión de un delito, tales como Paul Horton y Chester L. Hunt, Émile Durkheim y Raúl Sohr. En tanto, otros han erguido la figura del investigador policial desde la obra escrita de René Vergara, José María Navasal y Francisco Antón y Barberá. Pero toda colección bibliográfica en materia de criminalística y criminología carece habitualmente de obras que triangulen el crimen desde la mirada de la víctima, el homicida y el detective. Ello da el valor a las páginas que siguen, proponiendo una relectura de casos policiales connotados desde un paradigma holístico.

En esta tarea, se reconoce el legado de maestros de la investigación criminal en Chile que, con escasos recursos y una precaria tecnología, respondieron a casos difíciles de resolver, transmitiendo con ello el arte de investigar a agentes novatos. Así, esta investigación documental desmenuza cada crimen en sus partes más pequeñas, identificando las bestiales motivaciones de los criminales que mataron ciegos de rabia, pena o delirio. Cada investigación documental porta la consulta de una rigurosa bibliografía y entrevistas a personajes clave, constituyendo uno de los valores más importantes de esta publicación, el rescate memorialístico de homicidios chilenos ajustados a lo que aparece en un cúmulo de documentos.

Tras un crimen descubierto, en primera instancia se activan los engranajes del aparataje estatal, concitando a investigadores policiales, fiscales y peritos. En segunda instancia intervienen médicos legistas, abogados y psicólogos, bajo las permanentes disquisiciones de los reporteros policiales. Y en tercera instancia aparece el documentalista policial, el archivero, que bajo el símil manto del anacoreta, apostado en un lugar apartado, se dedica a la contemplación de los titulares que fueron noticia, recabando recorte a recorte célebres casos criminales.

Con relativa frecuencia y periodicidad se suceden los crímenes en Chile, cíclicamente. Primero se publica en el diario un titular mediático que en su bajada ofrece los antecedentes preliminares obtenidos por el reportero, quien en su jornada descuenta los minutos que le quedan para escribir la noticia. Al día siguiente se publica la crónica ampliada con la fotografía del sitio del suceso y de algún familiar junto al policía. Si el caso empalma de lleno o tangencialmente con lo espeluznante, será materia de reportaje el fin de semana, cerrando el ciclo del caso. Luego vendrá otro titular macabro y así sucesivamente.

Ocasionalmente aparece algún viejo periodista que antologa sus mejores reportajes juveniles y ofrece en librerías sus casos policiales emblemáticos, retrotrayendo antiguas portadas de diario y rojos titulares en caligrafía de prensa. Lo mismo sucede en las corporaciones periodísticas durante el mes de diciembre, quienes ofrecen una pestaña en sus sitios web con los crímenes más impactantes del año. Muchos lectores consumen ávidamente esta información, pormenorizando tragedias y catástrofes. Buscan conocer la verdad en los noticiarios de televisión o en portadas de revistas, transmitiendo los enigmas en el negocio de la esquina, en la oficina y en la sobremesa.

Es sabido que los impulsos humanos que devienen en un crimen constituyen un misterio desde los tiempos bíblicos, comenzando con la crueldad de Caín sobre su hermano Abel, hasta el último asesino que hoy aparece en el periódico, pasando por crímenes políticos, descuartizados y sicarios, de todas las nacionalidades y razas, dándose cita periódicamente en la prensa nacional para estremecer a grandes y chicos.

La línea temática de los siete casos seleccionados conserva el eje de lo espeluznante, en homicidios que no solo fueron noticia por el hecho de muerte, sino por los aderezos que se fueron descubriendo a medida que las indagaciones policiales descorrían el velo del misterio. El parecido de los sucesos coincide en la triangulación de víctima, victimario y policía, unidos por el hecho de muerte de una mente desquiciada.

En “Crimen en custodia” se narran los concatenados hechos de violencia que destruyeron un hogar sumido en la pobreza, el alcohol y una vida sin valores. En “El olfato policial de Anker” se abordan los aportes de los perros policiales a la investigación criminal, rescatando desde la prensa, y desde testimonios reales, las circunstancias que ocasionaron la muerte del primer canino mártir.

En el caso policial “El enano maldito” se narra el brutal homicidio de una prostituta en el glamoroso Hotel Princesa a fines de los sesenta, describiendo aquella bohemia capitalina y los beneficios profesionales de la intuición policial. En “El último tango de Discépolo” se narra documentadamente uno de los casos policiales más recordados de principios de siglo, que mantuvo en vilo a todo un país durante 14 meses de búsqueda de víctima y victimario. El caso Yuraszeck, como lo llamó la prensa, invita a reflexionar sobre el poder, la ambición y los valores en una sociedad trastocada por el consumo.

En “Las mentiras de Medea” se aborda el trágico hecho en que dos menores fueron brutalmente agredidos en la comuna de Puente Alto, y cómo en reiteradas ocasiones la policía debió comenzar de cero ante la escasez de evidencias en el sitio del suceso.

En el episodio “81 lutos para el Bicentenario”, mediante un pormenorizado trabajo documental, se sitúa al lector en las festividades que engalanaron las fiestas bicentenarias de la nación el 2010, revelándole uno de los sucesos que terminaron ensombreciéndolas, sin duda el más violento. Contrario a cualquier pronóstico, ese año decantó una inusual espiral de tragedias, convirtiéndolo en uno de los más adversos que recuerda la historia de nuestro país. La tragedia de los mineros atrapados a cientos de metros de profundidad, el accidente automovilístico de la autopista interregional y el terremoto del 27-F, constituyeron la antesala del hecho más cruento que recuerde la historia carcelaria chilena, cuando el 8 de diciembre de ese año 81 internos fallecieron calcinados en la cárcel de San Miguel. Al margen de la crónica roja y del relato testimonial, la obra ofrece un análisis forense al trabajo pericial de identificación humana.

Por último, en “La muerte espera en el andén”, se describen detalles de la balacera y muerte de pasajeros inocentes en un vagón del Metro de Santiago, pormenorizando un hecho sin precedentes en la historia del crimen en Chile.

Ante la obligada pregunta sobre los criterios para la selección de estos siete casos policiales, lo primero es reconocer que la tarea de revisión, análisis y selección de casos fue tan extensa como extenuante, ya que la historia policial registra un sinfín de sucesos fatídicos que merecen volver a escribirse para su estudio y análisis. Se privilegió la clasificación temática de los casos revisados, sus móviles y antecedentes particulares, identificando tres hilos conductores en la selección.

El primero es la intuición policial, presente en las siete entregas de este tomo, reconociéndola como la habilidad detectivesca que no se enseña en los laboratorios de criminalística, en los polígonos de tiro policial ni en las salas de clases. Es una corazonada que nace y madura en el detective, que aprende a observar cuando mira y a escuchar cuando oye. Los ciudadanos comunes transitamos diariamente con cientos de personas sin reconocer en otros al criminal en potencia. El detective lo intuye, lo huele. Ese es su trabajo: identificarlos para esclarecer el delito.

Un segundo hilo conductor es el enigma, la incógnita, el acertijo. Los siete problemas a resolver se confunden entre la escasez de pistas y la presión de los medios de comunicación y de las víctimas que claman información y justicia. Cada caso revela la duda inicial, hacia dónde dar el primer paso de la investigación, complejidad que apela al procedimiento policial, al conocimiento forense y a la intuición del detective.

Y el tercer hilo conductor es la soledad. Esa soledad que frecuentemente gatilla homicidios, presente en los siete casos seleccionados, constituyendo su punto de encuentro. El solitario degollador, falto de cariño, buscó las caricias de una amante furtiva para sentirse amado. La esposa temerosa de quedar sola, ante una supuesta infidelidad de su esposo, optó por solucionar el problema atacando a sus propios hijos. El profesor provinciano que buscó la soledad ante las constantes demandas económicas de su conviviente y su pequeño hijo. El amante de las mascotas encontró en el canino la compañía difícil de encontrar en sus semejantes. El empresario malloíno no tenía carencias económicas, pero siguió el señuelo que le ofrecía el requerido afecto. La pelea carcelaria cristaliza la soledad de los reclusos, en tanto el asesino del tren subterráneo perdió su cordura tras la partida de su madre.

No lo vamos a descubrir ahora, pero lo cierto es que la tecnología actual ha derrumbado las relaciones interpersonales. Las desmorona. Si bien toda comunidad ofrece a sus individuos la sensación vitalmente necesaria de la pertenencia, ante el despiadado consumo de redes sociales digitales pareciera engendrarse soledad. Adolescentes solitarios, matrimonios enfermos, padres y madres que viven solos, ancianos despreciados y empleados con excesivas jornadas laborales sufren aislamiento social, que afecta su percepción de la realidad. Hoy los hijos estamos demasiado ocupados como para visitar o incluso telefonear a nuestros padres.

Empujadas a la locura por el ensordecedor vacío de sus hogares, muchas amas de casa de clase media y alta han entrado en la dinámica del trabajo asalariado para conservar su integridad mental y mantenerse ocupadas. En muchas casas se adquieren mascotas y sus consiguientes bolsas de comida especial, baños y vacunas, solo para romper el silencio de un hogar vacío. La soledad sustenta gran parte de los proyectos de viajes y diversión. La soledad contribuye al consumo de drogas, a generar depresión y en algunos casos a incurrir en homicidios.

Se afirma que con mayor educación, cultura y seguridad se minimizará la criminalidad. Pero son solo apuestas a largo plazo que jamás adormecerán al criminal, ya que portaría en su ADN aquel impulso visceral, escondido. Sirva esta afirmación de justificación en cuanto a la importancia de escribir estas historias, posibilitando el análisis de la conducta humana para anticipar dantescas tragedias. Ante el público de lectores aficionados a los hechos auténticos, invoco a mi favor el valor del conocimiento adquirido en el sitio del suceso por mis alumnos, profesores y peritos. Usted hará la seña de distinción literaria que apelo con esta obra que a continuación comienza.

Este libro se terminó de escribir en febrero de 2019, a setenta años de la creación de la Brigada de Homicidios de la PDI.

C. B.

€9,99