Entre rosas y espinas

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Una muerte absurda

Una carta sobre la mesa

un cuchillo para el suelo

las luces encendidas

y sobre la cama tu cuerpo.

Hilos de sangre en tu boca

y en tu cara, tus ojos bien abiertos.

Una tenue sonrisa en tu rostro y un profundo dolor en mi pecho.

Un nudo que se forma en mi garganta

y mis manos que solo saben del temblor.

Mis lágrimas que brotan de mis ojos

y un cruel silencio, lleno de terror.

Me acerco lentamente hacia ti y cierro esos ojos que ya no saben del tiempo.

De pronto estallo en un largo gemido

preso de horror y desconcierto.

Lloro, grito, tiemblo, me ahogo.

Y tú ahí, inerte, bañada en sangre, ¡muerta!

¡Sí!, muerta por mí, por la sociedad.

Porque nadie la comprendió, cuando golpeó nuestra puerta.

¡Sí!, nadie la comprendió, porque nadie le dio

lo único que ella pretendía

un poco de amor, un poco de ternura.

Un poco de esas cosas buenas que tiene la vida.

Ahora me pregunto... ¿Por qué... por qué?

¿por qué no supimos rescatarla de esa muerte absurda?

¿por qué esa indiferencia? ¿por qué ese desamor?

¡cuánto egoísmo!... ¡ cuánta... cuánta basura!

Beso tus pálidos labios

tomo tus manos vacías

todo es desolación, todo es amargura.

Yo ya me siento muerto, a pesar estar con vida.

Amor simple

Amor simple

Que no sabe de pecados, ni de dolor

que solo sabe de la humildad de la ternura y la sana pasión.

Amor simple

que no sabe de odio, ni rencor, que solo sabe de la bondad

de la dulzura y comprensión.

Amor simple

que no sabe de angustias, ni desazón

que solo sabe de la igualdad del cariño y del calor.

Amor simple

que no sabe de fracasos, ni temor

que solo sabe de la simplicidad

porque, simplemente, es un gran amor.

Canción de amor

Canción de amor

para abrigar una esperanza, para reencontrar la paz

por siempre anhelada

Canción de amor

para contagiar la risa

para saber de la fe

para no tener prisa

Canción de amor

para amar la poesía

para conocer las bondades que nos brinda la vida

Canción de amor

para conocernos mejor

para querer a los demás

para creer en Dios.

Amor fugaz

Voz aterciopelada

encanto sin igual

rostro hermoso

ojos color mar

A la luz de la luna

me enamoré de ti

sin saber quién eras

sin saber tu sentir.

Durante ese breve instante

la felicidad se apoderó de mí fui dichoso como nunca

y como nunca fui feliz

De pronto tu figura desapareció de repente

y un dejo de tristeza

se reflejó en mi mente

Quizás solo fue un sueño

o tan solo mi imaginación

pero de lo que estoy seguro es del perfume que me quedó.

Ojos

Ojos que destilan amor

que tienen una infinita pureza que no saben del rencor

que solo conocen la belleza.

Ojos negros como la noche que tiene una profunda mirada, ojos que son el fiel reflejo

de una mujer amada

Ojos que solo saben del perdón.

que no conocen la distancia, ojos que vibran de pasión

al conjuro de un amor hecho fragancia.

Ojos bellos como el sol

que se enternecen con una poesía.

que no saben del dolor.

que solo ven la vida con alegría.

Ojos buenos, ojos dulces,

ojos francos, ojos puros

quizás algún día te des cuenta de que mis ojos son los tuyos.

Busca un amigo

Cuando sientas la necesidad de desahogarte

Cuando quieras confiar

un secreto

Cuando desees que alguien

te escuche

Cuando quieras contagiar

tu alegría

Cuando desees contar

las cosas que pasan

Cuando quieras llorar

sobre un hombro fraterno

Cuando desees aclarar

tus dudas

Cuando quieras escuchar

un consejo sano

Cuando desees saber

de una palabra de aliento.

Cuando quieras sentir el calor del una compañía

Cuando desees cicatrizar

la herida que hay en tu corazón.

Cuando sientas la necesidad de gritar tu felicidad

Busca un amigo

que él... que él te comprenderá.

Mujer olvidada

Mujer que pides limosna

en el andén de una estación

usas lentes oscuros

signo de tu falta de visión

Usas por ropa harapos

que encontraste en algún lugar, tus pies están descalzos y rodea tu cuello un viejo collar

Tu cuerpo está negro

falta de higiene personal

tus manos están encallecidas de tanto mendigar

Tu pelo ya con canas muestra tu tercera edad

tu rostro está endurecido por culpa, quizás, de la sociedad

Pides limosna ya sin ganas cansada de tanto mendigar, algún que otro transeúnte

te da dinero sin hablar.

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