La hidra neoliberal

Text
0
Kritiken
Leseprobe
Als gelesen kennzeichnen
Wie Sie das Buch nach dem Kauf lesen
La hidra neoliberal
Schriftart:Kleiner AaGrößer Aa

La hidra neoliberal





La hidra neoliberal

Psicoanálisis - Política - Época



Aníbal Leserre




Índice de contenido





Portadilla







Legales







Prólogo, por Miquel Bassols







1. La hidra neoliberal







2. La matriz totalitaria del neoliberalismo







3. Neoliberalismo, nueva versión del discurso capitalista







4. La segregación y el odio como actores de la política







5. Perspectivas y consecuencias







6. Variaciones – Controversias







7. Voltaire







8. Cuando uno por fin ve la piedra







9. Verdad virtual y pausa presencial







10. Posibles incidencias y principios políticos del Pase







11. El Pase: luces y sombras desde la ultimísima enseñanza de Lacan







12. Cuatro puntos sobre los tres puntos







13. Una Conversación sensata








Leserre, Aníbal La hidra neoliberal / Aníbal Leserre. - 1a ed . - Olivos : Grama Ediciones, 2020.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-8372-12-91. Psicoanálisis. I. Título.CDD 150.195



© Grama ediciones, 2019



Manuel Ugarte 2548, 4to B, (1428) CABA



Tel: 4781-5034 • grama@gramaediciones.com.ar



http://www.gramaediciones.com.ar



© Aníbal Leserre, 2019.



Diseño de tapa: Gustavo Macri



Digitalización: Proyecto451



Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.



Inscripción ley 11.723 en trámite



ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-12-9




 A Benjamín




Prólogo   Miquel Bassols



He aquí un libro que hace suya la apuesta lanzada por Jacques-Alain Miller en el año 2017 a los psicoanalistas del Campo freudiano, y más allá, para extender el discurso del psicoanálisis al campo de la política. Y su autor no esconde desde dónde enuncia su modo de recoger el guante de esta delicada apuesta: desde su propia historia, marcada por las contingencias de los encuentros y desencuentros que deciden la vida de cada sujeto y que el psicoanálisis le enseña a tomar a su cargo.



La incidencia del psicoanálisis en el campo de la política no tiene nada de evidente, requiere de una elaboración precisa del término “política” en la enseñanza de Jacques Lacan, tanto en intensión como en extensión, tanto en el psicoanálisis puro –el que conduce a la autorización de un analista– como en el psicoanálisis aplicado a la terapéutica y a los distintos vínculos sociales. Y no es menos cierto que uno supone el otro, que no es posible pensar un analista sin su implicación decidida en el campo de lo social, del mismo modo que no es posible pensar una incidencia política del psicoanálisis en el orden social sin situar de manera precisa la función del analista en el dispositivo analítico. En este punto, lo interior y lo exterior de la experiencia analítica se encuentran, lo más privado se anuda con lo más público. Y el primero que mostró las consecuencias prácticas de esta lógica del discurso analítico fue el propio Jacques Lacan. Desde la “política de la carencia de ser” –en su texto de 1958 sobre “La dirección de la cura y los principios de su poder”– hasta la política del síntoma –en el texto de 1971 titulado “Lituratierra”– hay un recorrido que no puede hacerse sin pasar necesariamente por la lógica de la experiencia y el dispositivo del Pase, principio de la política de una Escuela de psicoanálisis. Es allí donde se anuda la singularidad de la experiencia de un análisis llevado hasta su final con la dimensión colectiva del sujeto del inconsciente.



No hay un inconsciente colectivo, como podía suponer una reducción culturalista, incluso religiosa, del concepto freudiano de inconsciente. Pero lo colectivo es, para un analizante que haya llegado al final de un análisis, “el sujeto de lo individual”. Es así como Lacan definió el grupo social en el momento de publicar sus Escritos, en una nota final de su texto sobre “El tiempo lógico” que pide releer desde allí toda la elaboración freudiana de “Psicología de las masas”. El término “sujeto” debe entenderse aquí en toda la extensión que recubre la palabra sujet en la lengua francesa: es la materia, el tema de una acción o de un estado de las cosas, el significado de un estudio, de un debate, de una conversación, también el objeto al que se refiere un discurso, el argumento de un relato, su función lógica y gramatical, el tema de una obra pictórica o literaria, la apuesta también de una acción política común, su motivo, su razón. Solo así puede entenderse la dimensión eminentemente política que Lacan da al término “sujeto” y a la exigencia que impone al psicoanalista que se orienta en ella: reunir su acción en lo colectivo para estar a la altura de la subjetividad de su época. Es allí donde el psicoanalista deja de ser un personaje aislado en la intimidad de su consultorio –aislamiento al que puede llevarle la singularidad de su propia práctica– para hacerse sujeto de la experiencia colectiva que lo define a él mismo como un sujeto esencialmente político, en el sentido aristotélico de un zoon politikon, de un animal afectado por el lenguaje, por el discurso que lo vincula necesariamente a los otros.



Nuestro colega Aníbal Leserre ha escogido abordar este “sujeto”, esta subjetividad de nuestra época, tomando la figura de la hidra neoliberal, monstruo que multiplica sus cabezas en la misma medida que pierde alguna. No le importa, crece y se alimenta así de su propia pérdida, de su propia consumación. Se consuma y se consume en la pérdida sin contar con ella, o contándola como ganancia, haciendo de la pérdida de goce un goce en sí mismo. Es también la hidra devoradora del goce, clara imagen del imperativo –¡Goza siempre un poco más!– que consume al sujeto de nuestro tiempo y que encontramos tanto en la privacidad de la consulta del analista como en los fenómenos de masa que arrastran consigo a toda política que siga este imperativo.



El lector atento sabrá seguir los diversos rodeos que el autor toma para proponer una Conversación –esta difícil disciplina que la red internacional Zadig impulsa en cada lugar– sin perder, a su vez, la cabeza ante la hidra. Yo he reconocido en las huellas del camino de este libro al amigo y colega Aníbal Leserre, que ya conocí en Barcelona hacia los años ochenta, cuando empezamos a compartir una misma causa que defendemos ahora desde uno y otro lado del Atlántico.



Barcelona, 24 de junio de 2019




1  La hidra neoliberal



Introducción



¿Por qué ilustrar al neoliberalismo con la figura de la hidra, que es un pequeño invertebrado de agua dulce que mide 2,5 cm de longitud con forma de tubo del que salen varios tentáculos, que vive fijo en las rocas, alimentándose de microorganismos, y que se reproduce por gemación? ¿O la culebra acuática venenosa, de 1 a 3 m de longitud que vive en las costas de los océanos Pacífico e Índico alimentándose de peces? Ambas están en nuestras intenciones pero solamente para llevarnos a la mitología griega, a la Hidra de Lerna, antiguo y despiadado monstruo acuático con forma de serpiente policéfala (cuyo número de cabezas va desde tres, cinco o nueve hasta cien, e incluso diez mil según las fuentes) de aliento venenoso, que fue derrotada por Hércules. Lo interesante de nuestra analogía es destacar que la hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada, y su guarida era el lago de Lerna, lugar del mito de las Danaides; bajo sus aguas había una de las entradas al inframundo que la hidra protegía. Cabe detenernos también en la forma en que Hércules se enfrentó a la hidra: tras llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna, junto a su sobrino Yolao, cubrieron sus bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso de la hidra, y Hércules disparó flechas en llamas al refugio del monstruo (la fuente de Amimone) para obligarle a salir. Entonces, se enfrentó a ella con su espada y empezó a cortarle las cabezas que tenía. Pero cada vez que le cortaba una, otras renacían en el mismo lugar, más fuertes que las anteriores. Apolodoro relata los detalles del enfrentamiento señalando que advertido de que no podría derrotar a la hidra de esta forma, Hércules pidió ayuda a su sobrino Yolao. Este tuvo la idea (posiblemente inspirada por Atenea) de usar una tela ardiendo para quemar el muñón del cuello tras cada decapitación, cauterizando la herida y evitando así que las dos nuevas cabezas brotasen. Hércules cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la hidra. Hércules tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleunte.

 



Recurramos ahora brevemente a la ciencia. A finales del siglo XX, las investigaciones (Profesor Daniel Martínez) reportaron que la Hydra vulgaris no envejece, que sus células no se deterioran, siendo entonces potencialmente inmortal, ya que, gracias a sus células madres, se regenera y se reproduce sin sexo a la vez que puede recuperar partes cortadas o dañadas y crear clones de sí misma. Las más recientes investigaciones apuntan a que el motor de su proceso de procreación está en la estructura, y que si se toca el citoesqueleto se puede interrumpir el proceso de regeneración.



No sostenemos en estas notas que el neoliberalismo es producto de esa única cabeza inmortal, sino que, en su forma y estructura, podemos asemejarlo a la hidra. Y esta semejanza ilustra la “turbia complejidad” que el neoliberalismo impone en nuestra contemporaneidad. Nuestra analogía nos resulta válida para pensar al neoliberalismo como una hidra de numerosas cabezas que tiene la capacidad y el poder de reproducirse y regenerarse permanentemente. Sin embargo, el mito nos muestra que no es invencible, que no se trata de algo natural y eterno, dejándonos la inquietud de quién será el Hércules moderno que con su trabajo elimine a esta hidra. Pero dejemos la pregunta para el final de estas páginas y como ejercicio para el lector. Pasemos ahora a ubicar algunas de las formas y temas que las cabezas del neoliberalismo nos presentan.



La trama global



Diversas crisis, como por ejemplo la quiebra de Lehman Brothers, indican que los análisis, diagnósticos y pronósticos del fin del neoliberalismo no tuvieron en cuenta su verdadera naturaleza, sus diversas y profundas implantaciones a través de mecanismos y de procesos sociales y subjetivos. En nuestra analogía, esas crisis, unas cabezas de la hidra cortadas, implicaron que renacieran otras con mayor fuerza en la implementación de la lógica de la competencia de los mercados financieros. En un sentido, lo que esto nos muestra, es la ausencia de crisis en el neoliberalismo, en el que sólo hay un devenir acumulativo de diversas formas y modos de las operaciones financieras. A su vez, nos lleva a sostener su entramado bajo una lógica normativa global. (1) Una lógica que sobrepasa la idea de que se sostiene en la identificación del mercado y la realidad natural, es decir, va mucho más allá de la simple rehabilitación del laissez-faire: “… sistema normativo dotado de cierta eficiencia, o sea capaz de orientar desde el interior la práctica efectiva de los gobiernos, de las empresas y, más allá de esto, de millones de personas que no son necesariamente conscientes de ello”. (2) Coincidimos plenamente con esta afirmación, pero además subrayamos que su eficiencia es notable, en tanto se sigue imponiendo en un constante crecimiento y ampliación a pesar de las consecuencias nefastas que sus políticas han infligido a nivel mundial, lo cual nos deja frente a la pregunta de cómo eso es posible, y si no hay oposiciones que se lo impidan. ¿Es necesario un Hércules para tal tarea?



Naturalmente, para intentar aproximar algunas coordenadas que permitan pensar una respuesta a la pregunta recientemente formulada, es necesario primero tener cierta claridad sobre las diversas “cabezas de hidra” que componen la lógica neoliberal. Estas son productoras de relaciones sociales, de influencia en lo subjetivo, de generar una nueva subjetividad (cuestión fundamental a nuestro entender, que será tratada especialmente). “Cabezas” que dictaminan sobre la existencia de cada uno, e indican, no ya “el mejor de los mundos posible”, sino el único mundo posible, basado en la competitividad, en el modelo de mercado, en la desigualdad, y, como sostienen diversos autores, lleva al individuo a conducirse como una empresa, a ser “empresario de sí”. Cabezas complementarias de la nueva razón del mundo. “…razón global en tanto mundial, y además, porque lejos de limitarse a la esfera económica, tiende a totalizar, o sea, a ‘hacer mundo’ mediante su poder de integración de todas las dimensiones de la existencia humana. Razón del mundo, es al mismo tiempo una ‘razón-mundo’” (Idea tomada de Max Weber). (3)



Valgan estas caracterizaciones para sostener otro de los ejes que intentaremos presentar en estas notas. Se trata de que no podemos ser indiferentes a su poder de integración de todas las dimensiones de la existencia humana y, por lo tanto, no sólo debemos caracterizarlo, sino también ubicar las consecuencias en la conformación discursiva, y en las afectaciones de la subjetividad. Entonces se trata de situar sus incidencias, tanto por el debilitamiento, como por las interferencias que se producen en lo simbólico. Y cómo su lógica lleva a la desaparición de una diversidad de derechos, de organizaciones y de individuos. Una desaparición que también implica al psicoanálisis.



Sin el ánimo de una presentación exhaustiva, no podemos dejar de lado la mención de la influencia que ha ejercido en la conformación de las ideas y acciones neoliberales el pensamiento de Herbert Spencer, fundamentalmente, la cuestión del reinado de la competencia en las relaciones sociales, basado en la reivindicación de un utilitarismo evolucionista y biológico. Su prédica es en contra de cualquier tipo de intervención del Estado, aunque estos sean liberales, ya que en todo tipo de ley o acción social, Spencer sólo ve injerencias y restricciones, que agrupó bajo la denominación “leyes de coerción” y que abarcan las esferas sociales, médicas, educativas, culturales y un largo etcétera. Todas estas acciones, el “querer socorrer a los pobres”, han llevado al camino equivocado a los Estados, ya que no hay límite a las injerencias si se pretende remediar los males sociales que junto al sufragio universal (que conlleva el hacer promesas políticas) han conducido a ser los obstáculos del motor del progreso, del progreso continuo de la vida. En síntesis, es la competencia el motor fundamental para el progreso y para superar todos esos obstáculos. Estas ideas serán afinadas por William Graham Sumner, quien sostuvo que la escasez es la gran educadora de la humanidad, en tanto que esta tiende a reproducirse más allá de sus capacidades de subsistencia. (4) Aportó unas de las razones, no la única, para la transformación del liberalismo y para que éste pudiera superar su crisis. Ideas que hoy se manifiestan en el neoliberalismo como un sistema de normas que llevan a la lógica del mercado a una extensión más allá de sus fronteras y se inscriben en prácticas gubernamentales, instituciones y estilos empresariales. En síntesis, ya no se trata del laissez-faire, sino de un masivo intervencionismo cuyo fin son políticas que conforman no sólo las relaciones económicas, sino también las sociales en su amplio espectro. Políticas regidas por la competencia. Es decir, no se trata de un simple retorno al liberalismo, sino de una voluntad de reinventarlo, bajo un nuevo orden legal y un marco jurídico que proteja la iniciativa privada y la competencia. Un orden de mercado como un orden construido y desde allí establecer un programa político cuyo objetivo fue y es, no sólo su establecimiento, sino su mantenimiento permanente. (5) Neoliberalismo que no es simplemente, si así podemos expresarnos, una ideología partidaria, ya que el mismo lleva adelante políticas específicas, concretas, negándose a sí mismo como ideología porque él es la razón misma, y sus políticas no deben ser ni siquiera objeto de debate. (6) Razón en la articulación entre la norma mundial de la competencia y producir el arte neoliberal de gobernar a los individuos, homogeneizados bajo la figura de la empresa.



El único mundo posible



Las cabezas de la hidra llevan adelante una masiva extensión de la lógica del mercado sobrepasando con creces las concretas fronteras y los límites del mismo. Es decir, asistimos a una acelerada y masiva extensión del capitalismo que afecta a la mayoría de los lazos sociales y la intimidad del ser-hablante. Destaquemos que esta extensión, mundialización, se está convirtiendo en la imposición de un modo de vida, pero no de uno entre otros, sino del único. No nos parece aventurado sostener que el neoliberalismo sobrepasa totalmente la afirmación de Gottfried Wilhem Leibniz (1646-1716) de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, fruto de su intento de conciliar lo opuesto, de unir lo diverso, de resaltar la armonía de las cosas; ese era su espíritu, que lo llevó a idear una filosofía universal, un cristianismo conforme a la razón, a promover la cultura universal y postular una lengua universal; se trata de un notable y neto conciliador pero no de un ecléctico. (7) El neoliberalismo propone una nueva subjetividad, “…subjetivación contable y financiera, que no es sino la forma más lograda de la subjetivación capitalista. Se trata, de hecho, de producir una relación del sujeto individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo mismo: una relación precisamente, del sujeto con él mismo como ‘capital humano’”. (8) Lleva a que toda dinámica social se reduzca a la producción económica como único dogma del pensamiento contemporáneo, reduciéndolo a las acciones a que sólo tienen validez en tanto favorezcan la acumulación de capital en el marco de la “valorizada competencia”. Por lo tanto, no es exagerado sostener la hipótesis de que la actualidad de esta lógica apunta a una radicalización sin oposición, a una única “razón del mundo” que tratamos de ubicar con nuestra analogía de la hidra y el trabajo de Hércules. Insistimos: ¿será posible detener esta lógica? El cómo, las maneras, son preguntas fundamentales. Por lo pronto, sostener, transmitir que las diversas formas posibles de la economía de mercado no lo son todo, que los lazos sociales no se pueden reducir a una relación mercantil; en síntesis, que lo humano trasciende. Transciende a pesar del avance, desde los años setenta a la fecha, de los modelos matemáticos que posibilitan ubicar valores a futuro, es decir que lo financiero cobra un valor exponencial, el dinero como medio y fin de obtener más dinero por diversas vías; créditos, seguros, especulaciones, la permanente comercialización a futuro, a la vez que las finanzas producen una espiral de deudas a nivel de países y de individuos consumidores. Una fe en el mercado que se ubica como un Dios omnipresente que nos conduce con su mano invisible hacia nuestro “destino” siempre futuro, siempre exigiendo “un poco más”. Sin embargo, no debemos contentarnos con declamar, sino también ubicar las causas del avance de esta lógica neoliberal. “La causa principal de la gran crisis social y moral de Occidente se debe al hecho de que el marco social no fue lo suficientemente sólido. No fue la economía de mercado fueron las estructuras que debían enmarcarla las que cedieron”. (9) Extraer las consecuencias de esta afirmación implica uno de los ejes y diques contra las nuevas manifestaciones y proliferación de las cabezas neoliberales que se presentan a sí mismas como la panacea de un mundo sin fisuras. El único posible donde el valor del dinero es la única referencia válida. Sin embargo, esto también afecta al mismo capitalismo, ya que la producción deja de ser lo relevante y pasa a serlo lo financiero, que impacta en los lazos sociales, en los procesos de las vidas. Procesos que se sostienen, entrecruzando varias cabezas de la hidra, como, por ejemplo, el marco y sostén que los medios de comunicación transmiten por la vía de la “posverdad”, sosteniendo una “verdad virtual” pero a la vez muy real en sus efectos. Por lo tanto, en un sentido, atravesamos esta descomposición sin una clara capacidad de entender en toda su dimensión los procesos que la sostienen. Además, con el agravante de que el único mundo posible tiende a anular permanentemente la capacidad de respuestas políticas. Y con la extraordinaria capacidad de adaptación que tiene la globalización neoliberal, como se comprueba de su extensión en diferentes culturas y civilizaciones. Proceso que nos enfrenta a discernir, a dimensionar cómo la “economía de mercado” configura un nuevo lenguaje que influye desde nuevas significaciones, cuestión que diferentes autores relacionan con los nuevos dispositivos de la servidumbre voluntaria.



El nuevo Estado y las limitaciones a la democracia



No se pueden negar las consecuencias del neoliberalismo sobre las concepciones tanto del Estado como sobre la acción democrática. No se trata solamente de aspectos conceptuales, sino de una reconsideración efectiva de los mismos y la implementación de cambios radicales en su funcionamiento. No se trata de una anulación del Estado o de reducirlo a su mínima expresión (idea del liberalismo clásico) sino de que debe ser manejado por élites competentes, los “probados” CEOS, los hombres de negocios, puros cerebros económicos globalizados. Como sostiene el filósofo italiano Massimo Cacciari, consideran las leyes económicas como leyes de la naturaleza y a la globalización como un movimiento de potencia económico-financiero sin límites y para quienes toda relación de valor con el otro, todo freno ético, toda educación humanista-burguesa es desmantelada pedazo a pedazo. (10) En cuanto a la democracia, producen un profundo cambio sobre la idea de la “soberanía del pueblo”, ya que se considera una debilidad el hecho de que los pueblos ejerzan influencia a través de la opinión pública. Una de las razones de la importancia que tiene en el desarrollo neoliberal el manejo de los medios de comunicación y la creación de la opinión, por ejemplo, a través de la ya señalada “posverdad”, negando los hechos y sosteniendo tendenciosas interpretaciones (como sostenía Nietzche), sumando lo que se conoce como Lawfare, la guerra jurídica, recordemos la consabida editorial del diario argentino Clarín que se ubicó como “periodismo de guerra”.

 



La cuestión puede resumirse así: “El pueblo debe nombrar a quien le dirigirá, no decir qué deberá hacer en todo momento”. (11) Pero las influencias operan tanto sobre los procesos de elección, como en la instalación de la idea de que la democracia se reduce al voto y nada más. Un diseño que empieza a gestarse desde 1930 hasta nuestro días, no sólo con críticas al laissez-faire, sino con la construcción de un “código de ruta” firme y riguroso sostenido entre otros por los desarrollos, primero de W. Lippmann, y luego por Hayek, un código que produce las políticas neoliberales y sus normativas prácticas. Un código que lleva adelante las ideas de Spencer a ultranza, quien sostuvo que así como la función del liberalismo fue poner un límite al poder de los reyes, en el futuro se tratará de limitar el poder de los parlamentarios “sometidos a la presión impaciente de las masas incultas”. (12) Un código que intenta corregir toda la teoría política y las bases de la democracia moderna, y que sostiene, entre sus postulados, dejar de considerar como naturales tanto la democracia como la misma economía de mercado. Por lo tanto, el nuevo marco jurídico-político y las nuevas prácticas de su desarrollo en el marco social, dejan caer los “mitos” de la soberanía del pueblo y la justicia social. Código que ubica al Estado bajo la idea de que su función principal es ser el protector de la competencia y de la estabilidad. Ambas cuestiones se presentan como el derecho principal de los ciudadanos, la soberanía del consumidor. No se anula al Estado, sino que se modifica profundamente la naturaleza de sus intervenciones y la razón de ser, con consecuencias fundamentales sobre las cuestiones relativas al Estado de derecho. Se desprende de estas consideraciones el radical cuestionamiento a la democracia liberal y la necesidad de un Estado fuerte pero direccionado, es decir, que adopte someterse y sea guardián de las reglas del derecho privado. Por lo tanto, no puede remitirse a la voluntad del pueblo, sino que este tiene que adaptarse a la “nueva realidad”, a la nueva razón del mundo, a la primacía de la competencia sobre la solidaridad, cuyo objetivo es la eficiencia. El triunfo neoliberal es haberse convertido “…en un modelo universalmente válido para pensar la acción pública y social”. (13) Valga como paradigma, la no tan visible cabeza de hidra generadora de numerosísimos ensayos, y la diversidad de justificaciones teóricas que abundan hoy en día justificando el “Imperialismo democrático” que se impone militarmente en países y regiones, en donde los intereses de negocios económicos sobre los recursos naturales anulan, no sólo formas de gobierno existentes, sino las particularidades culturales e históricas. Es verdad que no es una razón suficiente declamar democracia para que lo sea, pero esto no justifica el intervencionismo y la imposición de una “democracia neoliberal”.



Cabe también señalar las particularidades del neoliberalismo en Latinoamérica. (14) Ya que tenemos que el liberalismo fue y es la ideología sobre la cual se apoyaron las oligarquías locales con el modelo agro-exportador. Sader sostiene que la conexión liberalismo-mercado se ha vuelto estructural en la región y sostiene una pelea contra los Estados que generan o generaron políticas internas o externas soberanas. “Los ricos no necesitan del Estado. Tienen los bancos privados, tienen transporte privado, tienen educación privada, tienen planes de salud privados. Los que necesitan del Estado son los más frágiles…”. (15) Nuestra hidra no necesita del Estado ni de la democracia, sino que simplemente se vale de ellos para su reproducción.



Y el Estado de derecho, bien gracias.



De lo presentado en el apartado anterior se desprende que el marco neoliberal reproduce su funcionamiento a nivel general y particular (cada Estado) a partir de la implementación y distinción entre medidas compatibles o incompatibles con su sistema. Cuestión que no sigue exactamente el postulado de Hayek, para quien el principio de auto-aplicación por parte del Estado de las reglas generales del derecho privado, es el legado alemán denominado “estado de derecho”, como criterio para la distinción entre las medidas compatibles o no, con un sistema de libertad. (16) Además, recordemos a Foucault, quien precisó que la norma del Estado de derecho se constituyó a partir de una doble oposición; por un lado, el despotismo y, por otro, el Estado policial. Es decir que se trata de los recursos (leyes, medidas administrativas, etc.) para el ciudadano contra el poder público. La gran modificación neoliberal implica una amplitud que establece la regla que preside la elaboración de todas las reglas o leyes. No podemos negar una cierta lógica de principios, pero la cuestión es que el sustrato es que el Estado de derecho se funde con el ideal de una sociedad de derecho privado. (17) La concepción neoliberal, entonces, sostiene un velar y proteger la esfera privada de todos, y si un individuo viola este principio, lo autoriza a intervenir en la esfera privada del mismo para corregir la desviación. En suma, el principio lógico del neoliberalismo es la preservación del orden del mercado; por lo tanto, queda por fuera la posibilidad de la discusión o cuestionamiento a las normas neoliberales y ni hablar de la posibilidad de que el pueblo decida sobre las mismas. Queda en este punto la lectura de las justificaciones constructivistas que los gobiernos particulares llevan adelante, afectando o negando que el poder del Estado se encuentre limitado por el derecho. Justificaciones que muchas veces niegan los tres principios fundantes del Estado de Derecho, que la ley sea el mandato fundamental, las garantías de todos los derechos para todos los ciudadanos y que la ley limite la administración. Lamentablemente, tenemos ejemplos cercanos y cotidianos de que la administración no sólo no garantiza los derechos sino que intenta limitar a la ley. Como vemos, hay un desplazamiento de la idea original del liberalismo que limitaba el orden administrativo en función de la libertad de acción para las empresas (esto por supuesto se mantiene y acrecienta) a la limitación de los derechos individuales o colectivos de orden político, cuestión que evidencia la primacía de lo económico por sobre lo político para el neoliberalismo. Mejor dicho, es un desplazamiento para establecer un orden político-económico que tiene por objetivo su establecimiento y mantenimiento permanente; por lo tanto, es un principio del mismo la modificación de las leyes cuando haga falta para acompañar la permanente evolución económica. Esto es una necesidad estructural del neoliberalismo, ya que la economía de mercado presupone una sociedad de derecho privado basado en la racionalidad empresaria con toda una gama de consecuencias negativas que trae aparejada esta nueva racionalidad. La cuestión es si no hay un antagonismo estructural entre el neoliberalismo y el sujeto de derecho, ya que el avance del mismo implica que todo tiene un precio, por lo tanto, el derecho también. A su vez, esta lógica viene mellando gradual pero sostenidamente el decir político y consecuentemente las legislaciones vigentes. Y por supuesto, se produce una constante modificación en la dis