Historia y nación

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Historia y nación

Segunda edición

Historia y nación: Tentativas de la escritura de la historia en Colombia

Segunda edición

Resumen

Desde un punto de vista crítico, Historia y nación pondera tanto los factores metodológicos como los diversos usos políticos de la escritura de la historia dentro de los ámbitos social y cultural colombianos del siglo XX. Con ello, el libro pone en perspectiva la novedosa producción de textos históricos en la actualidad, a partir de la cual se percibe la urgencia de acuñar nuevas categorías que faciliten una mejor comprensión de los procesos históricos colombianos. En correlación, mediante un análisis sobre el desarrollo de la disciplina histórica en el país, el autor explica de qué manera se consolidó la escritura de la historia en el siglo XIX en torno al afán de alcanzar la unidad nacional, describe cómo la construcción del pasado nacional avanzó un buen trecho del siglo XX apoyada en la necesidad de alcanzar el anhelado “desarrollo”, reflexiona sobre las crisis de los paradigmas a fines de los años ochenta que le habían servido a la escritura de la historia como referentes fundamentales y concluye con un análisis sobre el modo en el que fluye la necesidad de revisar los fundamentos de la nación que la construcción del pasado había aceptado sin analizar ni cuestionar.

Palabras clave: historiografía, historia intelectual, historia cultural, historia de Colombia siglo XX, siglo XIX.

History and Nation. Attempts at Writing History in Colombia

Second edition

Abstract

From a critical point of view, History and Nation analyzes both the methodological factors and diverse political uses of history-writing within the social and cultural spheres of Colombia in the 20th century. By doing this, the book puts into perspective the novel production of historical texts at present, which evidences the urgency of creating new categories that facilitate a better understanding of historical processes in Colombia. In correlation, through an analysis of the development of the discipline of history in the country, the author explains how history-writing was consolidated in the 19th century around the desire to achieve national unity, and how the construction of the national past progressed during a good part of the 20th century, supported by the need to achieve the desired “development.” Similarly, he reflects on the crisis of the paradigms in the late 1980s that had been used as fundamental references for history-writing, and concludes with an analysis of the necessity to review the foundations of the nation that had been accepted in the construction of the past without scrutiny or questioning.

Keywords: historiography, intellectual history, cultural history, history of Colombia, 20th century, 19th century.

Citación sugerida/Suggested citation

Betancourt Mendienta, Alexander, Historia y nación: Tentativas de la escritura de la historia en Colombia, 2.ª ed., Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, 2020. https://doi.org/10.12804/th9789587844597

Historia y nación

Tentativas de la escritura

de la historia en Colombia

Segunda edición

Alexander Betancourt Mendieta

Betancourt Mendieta, Alexander

Historia y nación. Tentativas de la escritura de la historia en Colombia / Alexander Betancourt Mendieta. -- Segunda edición -- Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

1. Colombia - Historia - Siglo XX. 2. Nación - Historia. 3. Historia de Colombia. 4. Colombia - Política y gobierno - Siglo XX. I. Betancourt Mendieta, Alexander II. Universidad del Rosario. III. Título.


986.1SCDD 20

Catalogación en la fuente -- Universidad del Rosario. CRAI


JAGHjunio 01 de 2020

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995


Ciencias Humanas


© Editorial Universidad del Rosario© Universidad del Rosario© Alexander Betancourt MendietaSegunda edición: Bogotá, D. C., 2020Primera edición: Medellín, 2007
ISBN: 978-958-784-459-7 (ePub)ISBN: 978-958-784-460-3 (pdf)https://doi.org/10.12804/th9789587844597
Coordinación editorial: Editorial Universidad del RosarioRevisión ortotipográfica: Ella SuárezMontaje de cubierta y diagramación: William Yesid Naizaque Ospina
Editorial Universidad del RosarioCarrera 7 n.º 12B-41, of. 501 • Tel: 297 02 00 Ext. 3112 editorial.urosario.edu.coImagen de carátula: “Colombia”, de Craig J. Bellamy, licenciada bajo CC BY-NC-SA 2.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/)

Los conceptos y opiniones de esta obra son responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

El espíritu que no haya llegado a la concepción profunda de laidea nacional, menos podrá levantarse a esas cumbres másabstractas, más exigentes en nobleza de ánimo y filantropíaelevada, sobre las cuales únicamente puede fundarse la vastísimaidea de la unidad política de todos los pueblos. Salvador Camacho Roldán

Dedicatoria A Diana María

Autor

Alexander Betancourt Mendieta

Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas (Colombia). Realizó una maestría en Estudios Latinoamericanos (Historia) y el doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente, es profesor investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Es autor de libros como: Círculos letrados y conocimiento. Las juntas auxiliares de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en San Luis Potosí, 1850-1953 (2016) y América Latina: Cultura letrada y escritura de la historia (2018). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.

Contenido

Agradecimientos

Presentación a la segunda edición

Introducción

Capítulo I. Instaurar una tradición: las porfías de la historia nacional

Los orígenes de la República de Colombia: la obra de José Manuel Restrepo

Definir el pasado nacional: las luchas interpretativas sobre el pasado

Capítulo II. Institucionalizar el pasado nacional

Los caracteres de la Academia Colombiana de Historia

Las bases del conocimiento académico

La difusión del conocimiento histórico y la Academia

La consolidación de una institución: los avatares de las coyunturas

La creación de una Historia Nacional

Las discrepancias en el monolito

La marginación de una institución

El diálogo de sordos

Una vuelta a la tradición

Capítulo III. Los revisionismos históricos: el momento de los años treinta

Las reinterpretaciones del pasado nacional: los revisionismos

Reacciones al cambio

 

El liberalismo conservador

El encuentro con “Los de abajo”: la literatura desplaza al conocimiento histórico

Las descripciones de la “sociología científica”

Otra faceta del “liberalismo colombiano”: los nuevos radicales

La nueva interpretación sobre el pasado nacional: la obra de Nieto Arteta

Capítulo IV. Los revisionismos históricos: el momento de los años sesenta

La historia como polémica política: una nueva discusión sobre el rostro de la nación

Las condenas al presente: el revisionismo histórico de Indalecio Liévano Aguirre

El revisionismo histórico desde las izquierdas

Capítulo V. La historia profesional: los esfuerzos fundadores y los historiadores famosos

El primer historiador profesional: Jaime Jaramillo Uribe

Una ruptura local: la nueva historia colombiana

Repensar un modo de hacer historia

El mundo colonial

La invisibilidad de la nación

Capítulo VI. Los balances recientes, el recurso de la teoría y el horizonte de un oficio

Los rasgos de una disciplina profesional consolidada

La crisis de los paradigmas

Esquivar a la política

De las dificultades de la representación de la nación

Huir del presente

La actitud dialógica

Las consideraciones sobre la tradición disciplinar local: rasgos de intolerancia

A modo de conclusión: un horizonte abierto

Bibliografía

Agradecimientos

Después de todos los trasiegos que se encuentran detrás de la publicación de casi cualquier obra, es importante reconocer a las personas y a las instituciones que permitieron de uno u otro modo la realización y la culminación de estos esfuerzos.

Debo mucho al apoyo incondicional y el aliento que me representa la presencia y la compañía de Mateo y Simón.

También deseo expresar toda mi gratitud al Dr. Ignacio Sosa Álvarez, mentor académico de esta investigación y un apoyo fundamental a la hora de persistir ante todos los obstáculos que se me han presentado en estos años. Del mismo modo, debo referirme al Dr. Ignacio Díaz Ruiz, exdirector del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, como un incondicional apoyo en esta labor de investigación, y agradezco las distintas oportunidades que tuvo a bien brindarme para que el trabajo se desarrollara de la mejor manera.

Reconozco todo el apoyo bibliográfico que recibí de Ana María López Jaramillo y de Martha Díaz Alanís en la biblioteca del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos para consultar una buena parte de la documentación que sirvió de base a mis argumentaciones. De igual forma, agradezco a Claudia del Pilar Bolívar, de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá.

Muchas de las ideas que aquí se exponen pude documentarlas, aclararlas y discutirlas en diferentes momentos y circunstancias con el Dr. Bernardo Tovar Zambrano, el Dr. Álvaro Matute Aguirre (†), el Dr. José Antonio Matesanz, el Dr. Gustavo Vargas Martínez (†), Jesús Saldarriaga, Miguel Ángel Beltrán Villegas, Luis Alonso Gerena Carrillo, Armando Mora Bustos, Sonia Lucía Peña Contreras, Guillermo Bobadilla Lezcano, Friedhelm Schmidt-Welle y Rigoberto Gil Montoya.

Además de participar en este ejercicio intelectual, fueron aliento y compañía en épocas difíciles la Dra. Ana Cecilia Mesa Arango, la Dra. Julieta Rubio Lightbourn, la Dra. Clementina Castro Hernández y el Dr. Javier Espinosa Aguirre.

También me sirvió de estímulo y clarificación de ideas las exposiciones y los diálogos con los estudiantes que tuve cuando fui responsable de diferentes cursos en la Licenciatura del Colegio de Estudios Latinoamericanos y en el Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Agradezco el apoyo financiero que me brindó la Beca de la Dirección General de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México entre los años de 1998 y 2000 para la realización de mis estudios de Doctorado.

Este trabajo no hubiera visto la luz sin el apoyo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a través de la Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades, que dirigía el Dr. Miguel Aguilar Robledo. En el mismo sentido, agradezco el interés de César Hurtado, de La Carreta Editores, para publicar la primera edición de esta obra.

Por supuesto, todas las deficiencias de este trabajo son responsabilidad mía.

Nota para la presente edición

Agradezco mucho el interés de la Dra. Adriana María Alzate Echeverri, profesora titular de la Escuela de Ciencias Humanas, y a través de ella, a la Universidad del Rosario, por el respaldo para que se vuelva a publicar esta obra.

Presentación a la segunda edición

Entre 1998 y 2002 redacté el trabajo que está en la base del presente estudio. Fue un ejercicio que me sirvió para cumplir con mi objetivo de realizar los estudios de doctorado. Para estructurarlo me sirvieron mucho los cursos que impartí durante cinco años a los estudiantes de Licenciatura, Maestría y Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Entre los planteamientos que están en el centro de la escritura de este texto y que fueron parte de los cursos mencionados, está el tema de la construcción de la nación colombiana, un objeto de estudio latente en aquel momento por diferentes coyunturas, en especial por las múltiples consecuencias que afloraron después de la desaparición de la Unión Soviética; la movilización de los indígenas en México, Ecuador y Bolivia; la situación política mexicana hacia el relevo de la hegemonía priísta, y la lectura de obras que trazaron horizontes de sentido sobre la historicidad de la nación con la publicación al español y reedición de obras como Naciones y nacionalismo (1998), Sobre la historia (1998), Historia del siglo XX (1998) y La invención de la tradición (2002) de Eric Hobsbawm. Asimismo, los trabajos de Imannuel Wallestein: Abrir las ciencias sociales (1996); El moderno sistema mundial III (1998); Impensar las ciencias sociales (1998), y las obras de referencia sobre el tema: Comunidades imaginadas (1996) de Benedict Anderson y François-Xavier Guerra, Modernidad e independencia (1992), entre otras muchas lecturas y autores que están referidos en el libro. Desde diversos presupuestos teóricos y críticos, estos autores conducían al problema de la construcción histórica de los referentes nacionales y los vínculos de esas labores referenciales con el desenvolvimiento de las ciencias sociales y las humanidades.

Por las perspectivas desde las que partí y que traté de preservar a lo largo del trabajo, no quise estudiar el tema de la nación desde la mirada de la identidad y tampoco quería caer en el relativismo extremo que supone el carácter narrativo de la escritura de la historia que aquellas mismas circunstancias hacían evidentes. Más bien, emprendí el camino para tratar de explicar el carácter específico de cada una de las ciencias sociales y las humanidades, así como los procesos de institucionalización de estas disciplinas, tema que me preocupa hasta la fecha y que he estudiado en el libro América Latina: cultura letrada y escritura de la historia (2018).

Como tantos trabajos, este libro está ligado a las preguntas planteadas por el célebre estudio de Germán Colmenares: Las convenciones contra la cultura (1989) y a los temas tratados por Bernardo Tovar Zambrano en “El pensamiento historiador colombiano sobre la época colonial” (1982); también tiene vínculos con los problemas historiográficos que exponen los múltiples textos de Jorge Orlando Melo y presta atención a las referencias sobre problemas nodales en la construcción de la nación colombiana que señalan Marco Palacios y el conjunto de trabajos de La historia al final del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana (1994). En aquellos momentos que inicié estas pesquisas no había muchos trabajos que permitieran abordar con mayores armas analíticas los dos temas centrales de este libro: la escritura de la historia como disciplina y la construcción de la nación. Al mismo tiempo que emprendía mis tareas, Sergio Mejía realizaba sus estudios sobre las obras de José Manuel Restrepo y José Manuel Groot, referencias que me hubiera sido muy útil conocer en aquel momento.

Después de concluir mi trabajo en torno a la construcción de la nación y la escritura de la historia en Colombia, empezó el camino de la publicación, y en esas búsquedas marcadas por el azar, que signó unos cuatro años de transitar por diferentes caminos, tuve la suerte de encontrar un espacio para que el libro tuviera la posibilidad de integrarse a la legendaria colección de la editorial La Carreta, de Medellín, donde habían publicado muchos de los referentes de mi libro. Y con ello empezó la etapa de la circulación del trabajo y las diferentes consideraciones sobre los alcances y posibilidades de los estudios historiográficos, así como de las propuestas de interpretación en las que me había ocupado durante estos años.

La realización del presente estudio no contó con los recursos que existen actualmente para recabar algunos datos que hubieran dado mayor solidez y precisión a algunas afirmaciones; sin embargo, como es explícito en mi libro, la exhaustividad no fue una pretensión. Ahora, después de transcurrido el tiempo y con la ventaja de los avances del conocimiento en el ámbito histórico puede verse cómo, paulatinamente, han emergido diferentes temas y campos de interés derivados de estos avances, por ejemplo, los retos que plantea la coyuntura del posconflicto y el papel que en esta situación tienen las ciencias sociales y las humanidades.

Muchas de las situaciones que son evidentes en estas circunstancias no son nuevas en los procesos de emergencia y consolidación de estos campos del conocimiento; tampoco las tensiones entre la memoria y la historia, la urgencia para asumir la contemporaneidad como un objeto de estudio, la presencia de las ciencias sociales y las humanidades en los espacios escolares, la enseñanza y la difusión de los conocimientos históricos. Es decir, la necesidad que existe para que el trabajo de los historiadores ayude a explicar y comprender los múltiples conflictos colombianos. Temáticas que resurgen una y otra vez cuando se promocionan las conmemoraciones y es necesaria la voz de la historia, casi siempre circunscrita a los datos inocuos y agobiada por las tensiones de la simplificación azuzada por la intolerancia de algunos sectores sociales y políticos.

 

La reedición de Historia y nación: tentativas de la escritura de la historia en Colombia afirma la creencia en la necesidad de trascender las limitaciones de las explicaciones que minimizan la complejidad de las experiencias humanas y, al mismo tiempo, reafirma la convicción para evitar la parálisis a la que conduce el relativismo extremo que se sostiene en la historicidad social. Esta propuesta de interpretación sobre algunos aspectos centrales de la configuración de la historia colombiana busca, sobre todo, alentar el diálogo crítico con los conocimientos de los que partimos, de las obras que nos preceden a partir de la lectura detallada para superar la práctica que considera que el avance del conocimiento solo depende de una declaración de ruptura basada en la novedad del presente, en la originalidad del enfoque o en la obsolescencia temporal. Y es a este diálogo al que invitan las descripciones y análisis que propone este libro.

Introducción

El proceso de constitución de la escritura de la historia en Colombia está relacionado con la adopción de una serie de marcos metodológicos e institucionales que delimitaron radicalmente su presencia en la vida cultural colombiana. El presente estudio no pretende ser la descripción y el análisis de la totalidad de la memoria del país, ni ser un esfuerzo que abarque la integridad de la producción histórica antigua y reciente. Ello sería imposible para una sola persona. Su ambición es más puntual. Tiene que ver con el oficio que se consolidó en el siglo XIX en torno al afán de alcanzar la unidad nacional y que avanzó un buen trecho del siglo XX postulando la necesidad de conseguir el desarrollo, pero tras las crisis de los paradigmas que le habían servido de referentes, a fines de los años ochenta, se percató de la necesidad y trascendencia de revisar los fundamentos de la nación que había aceptado sin analizar ni cuestionar.

La exploración sistemática por el oficio de la historia y su institucionalización en Colombia es parte de un ejercicio epistemológico que se encuadra en una postura crítica hacia la consolidación de las imágenes del pasado nacional. La descripción y la reflexión que aquí se proponen tienen como punto de partida la necesidad de abordar y repensar las tradiciones de escritura de la historia. Esta meta lleva consigo la exigencia de reconstruir los aspectos que ha tomado la disciplina de la historia en Colombia. Desde allí se puede otear en las distintas miradas hacia al pasado, las formas que ha adquirido la nación, el modo como ha sido construida y retomada en diversos momentos de ese transcurrir.

El esfuerzo que se ofrece al lector corresponde a la esfera disciplinar que en el contexto de la escritura de la historia se reconoce como la historiografía. Es necesario precisar que la perspectiva desde la que se hace este intento de análisis parte de ciertas consideraciones teóricas que manifiestan diferencias con lo que se ha entendido en Colombia como el quehacer historiográfico. Para mí la historiografía está más allá de una tarea descriptiva, sin desconocer que ha sido una de sus labores. La historiografía es un ejercicio de reflexión sobre el oficio histórico. Pero no parto solo de una consideración personal.

Si se retoma el ámbito de la disciplina histórica, el término historiografía se comprende en primer lugar como la producción de escritos de historia en el marco de lo que los “clásicos” (Herodoto, Tucídides o Polibio) denominaron como la historia rerum gestorum; es decir, el quehacer que se circunscribía a la narración y el análisis de los hechos históricos. En este sentido, la palabra historiografía se refiere de forma restringida al ejercicio mismo de la escritura de la historia. Esta acepción del vocablo historiografía ha pervivido hasta nuestros días pero no es el único significado que se le puede atribuir.

En América Latina se desarrolló una nueva acepción a la locución historiografía Los proyectos impulsados por la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia en los años cincuenta del siglo XX impulsaron una serie de trabajos que debían hacer una enumeración y descripción, en lo posible, de los autores y los libros de historia más importantes a escala nacional. De esta manera, se desarrollaron una serie de ejercicios en el horizonte diacrónico muy útiles e importantes como los de José Honório Rodrígues, Historiografía del Brasil (1956) y Héctor José Tanzi, Historiografía argentina contemporánea (1976), que son seguidos de cerca en cuanto al enfoque y metodología por una obra como la de Valentín Abecia Baldivieso, Historiografía boliviana (1965). Esta acepción ha copado el tipo de trabajos historiográficos que se ha realizado en Colombia desde que Daniel Ortega Ricaurte publicó el Índice general del Boletín de Historia y Antigüedades, volúmenes I-XXXVII, 1902-1952 (1953). Tal ejemplo enumerativo se mantuvo vigente en la Academia Colombiana de Historia hasta la época en la que Germán Arciniegas ejerció como presidente de la Academia (1980-1994). Pero esta tendencia a entender la historiografía como descripción enumerativa no abarcó solamente la esfera de la institucionalidad que representa la Academia de Historia, también se encuentra desarrollada en algunos de los trabajos del historiador profesional Jorge Orlando Melo, como “La literatura histórica en la última década” (1988) y el “Post Scriptum: una muestra de la producción histórica en la última década”, que complementa el artículo “Medio siglo de historia colombiana: notas para un relato inicial” (2000).

Pese a esta tendencia diacrónica que predomina en América Latina, la palabra historiografía tiene un significado adicional más cercano a lo que se entendió por historiología, vocablo en desuso en la actualidad en el ámbito de los historiadores y los filósofos. La historiología tenía por objeto reflexionar sobre la escritura de la historia; por lo tanto, como actividad propia del ámbito de la disciplina histórica es una actitud que mantiene su vigencia. Pese a cierta marginalidad, la actitud reflexiva sobre los alcances y problemas del ejercicio de escritura y de la disciplina histórica tiene referentes fundamentales como Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth Century Europe (1973) de Hayden White; L’écriture de l’histoire (1978) de Michel de Certau; That Noble Dream. The “Objectivity Question” and the American Historical Profession (1988) de Peter Novick y Sur la crise de l’histoire (1996) de Gérard Noiriel. En las tradiciones latinoamericanas de escritura de la historia también se han publicado variados ejercicios de reflexión historiográfica bajo esta perspectiva. Un buen ejemplo de esta forma de entender el término historiografía se encuentra en los trabajos del historiador mexicano Edmundo O’Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica (1947). Allí, O’Gorman se separó claramente de los intentos ilustrados por elaborar filosofías de la historia, tan en boga dentro de las corrientes historicistas de esos años. Los trabajos de O’Gorman demuestran la forma en la que el propio historiador reflexiona acerca de los alcances y las limitaciones de su oficio. Este tipo de forcejeos analíticos fue llevado a cabo en la misma época por historiadores célebres como el argentino José Luis Romero, Sobre la biografía y la historia (1945) y el peruano Jorge Basadre, Apertura: Textos sobre temas de historia, educación, cultura y política escritos entre 1924-1977 (1978).

A la par con este tipo de reflexiones realizadas por historiadores latinoamericanos surgió la necesidad de establecer análisis sobre la consolidación de un quehacer en el ámbito nacional con ciertos rasgos de disciplina profesional. El surgimiento de las llamadas nuevas historias planteaba la exigencia de realizar diferenciaciones de las formas de “hacer historia”. El esfuerzo requería el trazo de unos contornos disciplinares a partir de una evaluación de las obras históricas “anteriores” y la “nueva historia” que se desarrolló con claridad desde los años sesenta en toda América Latina. En este sentido, destacan los trabajos de Germán Carrera Damas, Historia de la historiografía venezolana (1961); de Jorge Orlando Melo, “Los estudios históricos en Colombia” (1969); el trabajo de Juan Ortega y Medina, Polémicas y ensayos mexicanos en torno a la historia (1970) y Álvaro Matute, La teoría de la historia en México: 1940-1973 (1974).

Tales sugestiones han sobrevivido hasta la actualidad y en particular en los años noventa alcanzaron una notable madurez. Especialmente en torno a las reflexiones sobre la consolidación de la disciplina histórica en el marco de una profunda crisis de paradigmas. Es así como se pueden inscribir las relaciones y coincidencias de trabajos como los de Carlos Fico y Ronaldo Polito, A historia no Brasil 1980-1989 (1992); Fernando Devoto, La historiografía argentina en el siglo XX (1993); el esfuerzo colectivo realizado por los profesores del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia reunidos en La historia al final del milenio (1994) y Brian Connaughton e Ignacio Sosa, Historiografía latinoamericana contemporánea (1999).

A partir de esta tradición de conocimiento dentro de la disciplina histórica en América Latina tomo como un complemento bastante útil ciertos aspectos que se desprenden de los alcances que me proporcionan las consideraciones hechas por Michel de Certau y Thomas S. Kuhn. De tal modo que el presente escrito asume el término historiografía como la reflexión acerca de la escritura de la historia en el marco de lo que de Certau en L’écriture de l’histoire llamó un lugar de saber; es decir, ese contexto que le da sentido a la producción de los escritos históricos y que corresponde al marco conceptual de lo que Kuhn denominó comunidades científicas, en The Structure of Scientific Revolutions (1962). Puntos de partida como estos permiten elaborar una mirada novedosa sobre la disciplina histórica en Colombia.

La investigación sobre los modos en los que se ha desenvuelto la escritura de la historia en Colombia implica una particular atención a ciertas condiciones sociales e institucionales que afectaron este quehacer intelectual. Por eso, realizo una exploración sobre los marcos institucionales que posibilitaron la escritura de la historia y que, además, sirvieron como un medio de interacción entre la disciplina y la sociedad. Me refiero en concreto a la creación de la Academia Colombiana de Historia y la apertura de los programas de historia en las universidades desde mediados de los años sesenta. Al abordar estos procesos me pude percatar de las formas como se elaboraron y se constituyeron las tradiciones de escritura de la historia nacional.

Pero si bien las instituciones ofrecen un marco preciso para el desenvolvimiento de la historia profesional, muchos de los ejercicios de escritura de la historia en Colombia se desarrollaron por fuera de este contexto puntual. Se verá en el desarrollo del texto que los escritos decimonónicos, tomados como los orígenes del canon disciplinar de la historia, así como los trabajos de los divulgadores y los revisionismos históricos durante el siglo XX, forman parte de las tradiciones que componen la disciplina histórica en Colombia. Sin embargo, sus hacedores y difusores no tuvieron como punto de apoyo un contexto institucional como el que hizo posible a la historia profesional. Por eso, asumo como criterio explicativo de estas obras y sus autores, una vieja tradición latinoamericana, estudiada por la pluma sabia de Pedro Henríquez Ureña: la de “los hombres de letras”.