Hidráulica agraria y sociedad feudal

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Arqueológicamente hay muy poca información que pueda ayudar a reconstruir el elenco de plantas. Sólo la excavación de unos silos amortizados a finales del siglo xii y principios del xiii, situados en la proximidad del molino de Can Fatjó, en el Riu Major (Cerdanyola), ha permitido realizar análisis antraco- lógicos de los restos de carbones, entre los cuales, aunque de forma minoritaria junto a especies características del bosque circundante, aparecen carbones de pomoideae, grupo en el que se incluyen especies como el manzano, el peral o el níspero, y también de ficus carica (higuera) (Ros, 1999). La autora del análisis considera que los carbones hallados son restos de madera utilizada como combustible donde habría, además de maderas de bosque, los restos de la poda de árboles de cultivo.

Según R. Martí (1988b), a partir del siglo xi los únicos constructores de molinos o de canales derivados de cursos estables de agua eran los señores feudales, al menos en Cataluña. P. Bonnassie situaba el momento inicial de construcción de sistemas hidráulicos, por parte de grandes linajes aristocráticos y monasterios, a mediados del siglo x y lo califica de verdadero impulso tecnológico y expansión productiva (1975, I: 462), aunque algunas páginas más adelante atribuye a los esfuerzos campesinos la construcción de canales para la irrigación en los cursos inferiores de los ríos Besós y Llobregat (Barcelona), mientras que la intervención de «poderes públicos» debió de ser más tardía, al menos posterior a la primera mención del «rec comtal» de Barcelona en el 1075. S. Caucanas (1995: 26-28) menciona tres ejemplos de finales del siglo ix y del x y xi de construcciones dirigidas o impulsadas por instituciones religiosas.

Por ahora es difícil evaluar el alcance de esta actividad hidráulica, aunque no parece que suponga la substitución de los sistemas hidráulicos supuestamente campesinos que los feudales se apropian en un principio. Las referencias documentales a concesiones para construir canales y molinos no han sido contrastadas arqueológicamente de forma general. Los abades del monasterio de Sant Cugat, por ejemplo, promovieron sólo la construcción de un molino nuevo en el área estudiada (Kirchner, 2006).18 En cambio, P. Bonnassie (1975: 562) interpreta las referencias a molinos contenidas en los documentos del siglo x como una prueba de la iniciativa de los monasterios, obispos y familias aristocráticas en su construcción.19 Uno de los ejemplos aducidos por Bonnassie, la supuesta construcción del molino en el torrente de Xercavins, no llegó a realizarse. El documento que se refiere a este molino20 es, de hecho, un pleito con Sunifredo, vicario del castillo de Rubí, que pretendía construir un molino nuevo alimentado por las aguas de las fuentes del Xercavins que ya abastecían los molinos del monasterio situados en el río Rubí.21 Seniofredo perdió el pleito. Los molinos de Sant Cugat estaban, efectivamente, en el río Rubí, alimentados por canales de derivación que recibían agua del río, que se nutría de las fuentes de su afluente Xercavins. La prospección y las noticias de restos de molinos en el río Rubí corroboran la descripción del documento. En el torrente de Xercavins no constan restos de ningún molino.

El mismo autor aduce otro ejemplo, en este caso de cómo los aristócratas y monasterios promovían la construcción de molinos. Se trata de un documento según el cual el monasterio de Sant Cugat habría proporcionado la parcela y las aguas para construir un molino y el receptor se compromete a construir el molino y el sistema hidráulico.22 Creo que el documento no debe ser entendido así. El abad Juan otorga una carta precaria a Guitesindo y a su hermana Susana sobre un alodio situado en el río Riusec, en el lugar de Ruginada, que es descrito con toda precisión como una parcela regada con fuentes que surgen en ella y unas casas, acondicionado y cultivado por el propio Guitesindo.23 A cambio, el abad pide el pago de la tasca y la mitad de un molino que Guitesindo construyó en el lugar de Saltells.24 El lugar de Ruginada lindaba con el Riusec y, por tanto, debió de estar cerca del lugar de Saltells, también situado en el fondo de valle del Riusec, pero se trata de dos sitios diferentes. El molino se encontraba en Saltells y había sido construido por Guitesindo. Así, el documento es más bien un buen ejemplo de qué tipo de procedimientos legales utiliza el monasterio para apropiarse de parcelas, espacios regados y molinos fundados anteriormente por grupos probablemente campesinos.

Los ejemplos descritos por S. Caucanas en el Rosselló de iniciativas señoriales en la construcción de sistemas hidráulicos tampoco son concluyentes. El primero es una donación que un matrimonio hace al monasterio de Lagrasse de su villa de Pézilla-la-Rivière, reservándose el dominio útil durante su vida. En la enumeración de bienes que componen esta villa figuran molinos y canales que van desde el pueblo de Pézilla a los territorios de tres asentamientos más. Nada indica, pues, que el monasterio hubiera promovido la construcción de un sistema hidráulico, sino más bien que se apropió de él (Caucanas, 1995: 26). El segundo ejemplo debería ser revisado: en 988, Oliba, conde de Cerdanya, y su esposa dan al monasterio de Sant Miquel de Cuixà la villa de Baho (comprada por los donantes previamente). S. Caucanas dice que «un canal fue construido para alimentar los molinos ya edificados en Baho para permitir la irrigación del terrazgo» y que «el monasterio podrá establecer la presa de aguas en el río Têt, entre el Soler y Millàs, y conducir dicho canal hasta Baho». La explicación es confusa, puesto que si «ya» existen molinos, debe existir necesariamente alguna canalización que los alimente. A lo largo de cincuenta años, el monasterio va haciendo otras adquisiciones por medios diversos, de predios por donde pasaba el canal. S. Caucanas interpreta que el monasterio no lo pudo construir hasta que hubo conseguido asegurarse todo el recorrido (1995: 26-27). Sin embargo, en las reseñas de los documentos menciona referencias al canal ya construido. ¿No podría ser que los abades de dicho monasterio programaran la adquisición de todos los predios por donde ya pasaba el canal, para controlar toda su gestión? En este caso, la construcción de dicho canal no habría sido promovida por el monasterio.

El tercer ejemplo parece ser el único que atestigua la construcción de una canalización por parte de un poder feudal. Se trata de un documento por el cual el abad de Saint André de Sorède autoriza al obispo de Elna a conducir el agua del Tech por las tierras del monasterio hasta Elna (p. 28).

En cualquier caso, S. Caucanas, al fijarse en la condición social de los posesores de los molinos antes de la transacción que comporta la apropiación señorial, concluye que la iniciativa en la construcción de sistemas hidráulicos no es únicamente debida a las familias condales y a los monasterios. Entre los vendedores y donantes figuran abundantes «pequeños aleutiers». S. Caucanas (p. 27), como P. Bonnassie (1975, I: 465), advierten de que monasterios y señores laicos muestran un gran interés por dominar los sistemas hidráulicos en su conjunto, sus molinos, la gestión de los canales y las parcelas irrigables, pero ello no implica, tal como intentan demostrar, que los feudales sean promotores de obras hidráulicas en los siglos x y xi.

Por lo tanto, la aparición documental de estas estructuras hidráulicas corresponde al momento en que los feudales laicos y eclesiásticos se las apropian, y no data el momento de su construcción ni permite deducir que los constructores no sean campesinos. La mayoría de los molinos y sistemas hidráulicos, así como los espacios regados asociados, emergen en la documentación, abruptamente, a partir del siglo ix o x,25 pero el momento de su construcción, probablemente campesina, no tiene por qué ser contemporáneo de las menciones, ni siquiera inmediatamente anterior. Las fechas de los documentos sólo indican que estas infraestructuras ya existían en aquel preciso momento.

En zonas de conquista feudal se constata también la existencia de una estructura agraria campesina consolidada que es objeto de dominio por parte de señores laicos y eclesiásticos. En la zona del Penedès, al sur de Barcelona, donde el conde de Barcelona promueve la conquista y ocupación a partir de finales del siglo x, los señores laicos que colaboran en la expansión y el monasterio de Sant Cugat adquieren dominios donde se incluyen tierras cultivadas, molinos, casas, etc. Aparentemente, los nuevos señores no impulsan transformaciones significativas en esta estructura agraria (Batet, 1996).

La apropiación de estructuras agrarias campesinas, inicialmente concebidas para la supervivencia y convertidas después en fuentes de renta, sigue siendo el procedimiento que caracteriza los centros monásticos más tardíos en las zonas de conquista sobre territorios andalusíes. También, entonces, la construcción de sistemas nuevos es muy esporádica. Es el caso del monasterio de Santes Creus (Tarragona), que, en el siglo xii y en un área de conquista reciente, no impulsó nuevas instalaciones molineras y se limitó a ocupar y, a veces, hacer reconstruir aquellas existentes. El objetivo de este monasterio fue el de acaparar los molinos y no el de crear nuevas instalaciones hidráulicas (Virgili, 1985-1986: 223). Los monasterios de Santa Maria de Poblet, en la Cataluña Nova (Tarragona y Lérida) durante los siglos xi y xii, y el de Santa Maria La Real, en Mallorca, después de la conquista catalana de 1229 (Batet, 2006), actuaron de la misma forma. Asimismo, los señores laicos que, tras la conquista feudal de las Islas Baleares, ya en el siglo xiii, reciben extensos territorios, organizan la ocupación de los espacios irrigados andalusíes sin apenas introducir modificaciones, excepto algún nuevo molino, y mediante nuevos colonos cristianos que pagan renta por las explotaciones que reciben. El objetivo de la ocupación de estos espacios pasa a ser igualmente la percepción de la renta. Para ello se substituyen los variados cultivos andalusíes por especies típicamente feudales, como la viña, y se priorizan los turnos de agua destinados a los molinos hidráulicos. Se subvierte la gestión de los espacios sin casi ninguna modificación de su estructura (Kirchner, 1995 y 1997). Un proceso parecido se ha detectado en Aragón, con la introducción masiva del cereal y la viña en los espacios irrigados después de la conquista (Laliena, 2008: 59). En cambio, en el Sharq al-Andalus la construcción de nuevos sistemas hidráulicos o la ampliación de superficies irrigadas en los intersticios que existían entre los espacios irrigados de las alquerías andalusíes van a ser mucho más contundentes después de la conquista feudal (Torró, 2009; Guinot, 2005 y 2007; Esquilache, 2007). También en Aragón el crecimiento comercial de las ciudades a partir de 1250 conducirá a realizar ampliaciones y construcciones de grandes canales de irrigación (Laliena, 1994, 2008: 62). Está claro que, en el segundo cuarto del siglo xiii, la capacidad de esta sociedad feudal de promover grandes obras hidráulicas y parcelaciones a escalas considerablemente mayores está consolidada.

 

Los sistemas hidráulicos construidos por señores feudales laicos o eclesiásticos antes de finales del siglo xii son, pues, muy excepcionales. Algunos de ellos, sin embargo, parecen más fruto de obras de reconstrucción o de modificación de instalaciones hidráulicas más antiguas que creaciones ex-novo, como es el caso de los canales condales de Girona y Barcelona. Estos canales podrían tener origen en anteriores canalizaciones romanas, extremo propuesto por algunos autores, pero con escasas pruebas por ahora (Canal et al., 1995; Martí, 1991; Ortí, 1993). En el caso de Girona, ya en el siglo ix, se documentan molinos y canalizaciones en las zonas del recorrido del Rec Comtal, aunque como tal no aparece mencionado antes de principios del siglo xi (1015) (Martí, 1991: 54). Y en el caso de Barcelona, existe alguna referencia documental a un regario en el siglo X, citado por diversos autores (Ortí, 1993: 244, n. 3), que indica la existencia de sistemas hidráulicos ya antes de la primera mención al Rec Comtal, que es de 1075 (Busqueta, 1991: 162-163; Ortí, 1993: 244).

La denominación de condal parece, pues, aplicarse a un sistema hidráulico ya existente. Bonnassie, sin embargo, basándose en el hecho de que las primeras menciones seguras de una acequia con molinos corresponden a la época de Ramon Berenguer I, considera que éste es responsable de la construcción de la canalización y de la mayor parte de los molinos (Bonnassie, 1975: I, 466), ya que «el trabajo que supone sobrepasaba las fuerzas de un individuo o de una familia».

Los estudios mencionados han abordado la cuestión de la construcción de estas canalizaciones sólo a partir de la documentación escrita. Intentar, por tanto, una reconstrucción planimétrica es imprescindible para llegar a comprender cómo se formaron estos sistemas hidráulicos.

SISTEMAS HIDRÁULICOS PROMOVIDOS POR REYES Y GOBIERNOS URBANOS A PARTIR DE FINALES DEL SIGLO XII

Otra cuestión es cómo se organiza la gestión de los grandes sistemas hidráulicos promovidos desde instancias señoriales, reales, o desde gobiernos ciudadanos, a partir de finales del siglo xii y, sobre todo, principios del xiii. Se trata de sistemas hidráulicos que no están necesariamente concebidos como espacios de supervivencia de grupos campesinos. El objetivo de reyes, señores laicos y eclesiásticos era la creación de fuentes de renta. Las concesiones o permisos para construir canales en diversas comunidades de usuarios, villas rurales o ciudades en el Rosselló se dan a cambio del pago de entradas y censos, habitualmente en moneda (Caucanas, 1995: 45-47). Según S. Caucanas estas concesiones respetaban los usos hidráulicos preexistentes y, en consonancia con lo que determinaba la rúbrica 72 Stratae de los Usatges de Barcelona, que determina que las aguas pertenecen a las potestates (príncipe soberano y señores feudales), se deben preservar los derechos de uso ya establecidos de los usuarios de las aguas (p. 47). J. P. Cuvillier (1984: 153) hizo notar que en los siglos xiii y xiv comienza el tiempo de las grandes obras hidráulicas asociadas a nuevas formas de agricultura comercial, que se yuxtaponen a los modelos aldeanos anteriores y constituyen el punto de partida del potencial hidráulico que se desarrolla entre los siglos xvi y xvii. El caso de las ampliaciones y creaciones de nuevos sistemas hidráulicos en el País Valenciano, ya aludido, es ejemplar en este sentido. También C. Orcástegui (1979) constata las primeras concesiones reales y del monasterio de Rueda para construir molinos en el siglo xiii en Aragón, en zonas donde ya existía una infraestructura hidráulica antigua. Por su parte, A. J. Forey (1987) recoge la actividad de los templarios de construcción y administración de canales hidráulicos en el valle del Ebro.

S. Caucanas destaca que a partir de inicios del siglo xiv, en el Rosselló, el rey es el protagonista de la mayor parte de actuaciones, y en este momento se modifican antiguos trazados y se construyen nuevos canales, con el objetivo principal de la irrigación de vastos terrazgos, no sólo el de alimentar molinos. El rey obtiene ingresos por cada concesión de construcción de un canal nuevo y de las cesiones de derechos de uso del agua. Así, en los primeros años del siglo xiv, sólo el rey Jaime ii de Mallorca hace las concesiones para la construcción de canales, revocando las realizadas por monasterios a comunidades de regantes y volviéndolas a realizar en beneficio de la Corona por los pagos exigidos, o bien haciendo concesiones a instituciones religiosas o señores laicos (pp. 48-49). En la segunda mitad del xiv, el rey, entonces Pedro iv de Aragón, procurará recuperar bajo su jurisdicción concesiones y usos de aguas supuestamente usurpados por instituciones eclesiásticas o por comunidades de regantes, cobrando por la restitución de los derechos de uso del agua. Caucanas recoge al menos dos ejemplos de nuevos canales construidos: uno por los habitantes de Elna y sus cónsules, que reciben la autorización del abad de Sant Andreu de Sureda, y otro por parte de los habitantes de Pessillà (Pézilla) y de Cornellà (Corneilla-la-Rivière), así como su preboste con autorización del señor de Millàs (pp. 50-53). A finales del siglo xiv, el rey ya no es contestado en su jurisdicción sobre las aguas, pero empezará a alienar bienes patrimoniales para hacer frente a los crecientes gastos de estado. Una de las estrategias seguidas fue, otra vez, la de cuestionar concesiones y derechos de agua anteriores y solicitar pagos por la restitución de las concesiones (pp. 56-58).

Los casos del Canal Reial de Puigcerdà y del Canal de Manresa, realizados a finales del siglo xii y a mediados del xiv, respectivamente, son buenos ejemplos de sistemas hidráulicos construidos por el rey (el primero) y por la Universitat de Manresa el segundo. En Manresa, bajo iniciativa de su consejo vecinal, se construye una acequia de 20 km para regar una huerta urbana de más de 300 ha (Alabern y Virós, 2002; Piñero, en prensa).

El Canal Reial de Puigcerdà (Pirineo, Girona) fue construido entre finales del siglo xii y principios del xiii en relación con la fundación real de la villa de Puigcerdà (Kirchner et al., 2002). Se trata de un sistema hidráulico concebido para alimentar los molinos harineros y traperos situados en la villa y pertenecientes al rey. Subsidiariamente, permite alimentar una zona de huerta urbana que será objeto, sin embargo, de severas restricciones de uso del agua del canal. El perímetro de tierras que abraza el canal, de unas 600 Ha de superficie, era un espacio expresamente excluido del riego por las disposiciones reales, todavía en el siglo xiv. Este espacio sólo empezará a ser regado a partir del siglo xvii. Por lo tanto, la creación de este sistema hidráulico no conlleva ningún tipo de previsión campesina ni de gestión colectiva, sino que es resultado de un gesto individual de autoridad, real en este caso (figura 6).

Figura 6. Sistemas hidráulicos de Puigcerdà (Girona) (Según Kirchner et al. 2002)


Además, la fundación de la villa y la del sistema hidráulico se hacen en un espacio donde existían otros sistemas hidráulicos de pequeño tamaño, formados a partir de derivaciones realizadas en el río Aravó, que alimentan canales paralelos al curso del río, en cuyo extremo se instala un molino. También existe un pequeño parcelario situado en la vertiente izquierda del río Aravó, que era regado por una canalización procedente del torrente de Bena, afluente del Aravó, por donde desciende el agua de deshielo de la nieve (figura 7). Estos espacios aparecen documentados a partir del siglo x, cuando son dominados por los distintos señores feudales de la zona (Monasterio de Cuixà y obispado de Urgell), pero la fecha de su construcción es probablemente anterior. Su gestión terminará en el siglo xiii, en manos de la oligarquía urbana de Puigcerdà (Kirchner et al., 2002).

Figura 7. Parcelario medieval irrigado por la desviación de aguas de deshielo del torrente de Bena (Enveig, La Cerdanya) (Según Kirchner et al. 2002)


En el ejemplo de Puigcerdà puede verse una secuencia muy completa del proceso de construcción de sistemas hidráulicos:


Existentes en el siglo x Espacios campesinos de tres tipos:-Sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos que permiten regar pequeñas superficies y alimentar molinos.-Sistemas realizados a partir de la canalización de aguas de deshielo hacia parcelarios de dimensiones reducidas. -Pequeños huertos adyacentes a las casas agrupadas en pueblos regados a partir de fuentes.
A partir de finales del siglo x Apropiación por parte de instituciones religiosas de los sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos y normalmente con molinos.
Finales del siglo xii Construcción por iniciativa real de un sistema hidráulico de gran envergadura: canal de 9 km para conducir el agua a la villa real recién fundada con el objetivo principal de alimentar molinos reales y, secundariamente, alimentar una huerta urbana.
Siglo xiii Apropiación por parte de la oligarquía urbana de los sistemas hidráulicos de origen campesino.

CONCLUSIONES

Los dos casos presentados, el de Sant Cugat y el de Puigcerdà, no pueden, por ahora, constituir una muestra suficiente para proponer conclusiones sobre una «hidráulica feudal» que puedan ser generalizables. Sin embargo, creo que sí permiten plantear algunas cuestiones de relieve que contradicen asunciones hasta ahora poco discutidas y que proceden de la historiografía del «crecimiento agrario medieval» o de la atribución a los señores feudales, laicos o eclesiásticos, de decisivas capacidades constructivas en la difusión de los molinos y, en consecuencia, de los sistemas hidráulicos que los alimentan.26

En primer lugar, existen unos espacios irrigados y molinos, con sus correspondientes sistemas hidráulicos, que aparecen en la documentación en el momento en que los feudales se los apropian. No podemos determinar, por ahora, cuándo ni en qué condiciones son construidos. En el momento de su emergencia documental, en el siglo ix o x, estaban en manos presumiblemente de campesinos y, al menos algunos de los molinos, podrían haber sido gestionados de forma colectiva, algo que vendría indicado por la posesión de fracciones de molino. Se trata mayoritariamente de sistemas hidráulicos basados en la derivación de cursos de agua estables, mediante azudes que canalizan agua hacia una acequia. La acequia suele abastecer un solo molino que se sitúa al final de su recorrido, aunque más excepcionalmente puede haber varios, y permite regar un espacio comprendido entre la acequia y el curso de agua, ocupando, a veces, el interior de un meandro de éste. Se trata, pues, de espacios dotados de estructuras hidráulicas que ocupan fundamentalmente fondos de valle. Además, en las zonas estudiadas, estos espacios son dominantes y no es posible identificar ni en la documentación ni sobre el terreno otros espacios agrícolas, de secano, por ejemplo, que formen parcelarios compactos. Sólo en el área de Sant Cugat del Vallès, en los márgenes de algunas zonas húmedas, se documentan algunas parcelas y posibles canalizaciones de drenaje.

 

En segundo lugar, desde la segunda mitad del siglo x, estos espacios agrarios ya están globalmente bajo el dominio de clase señorial, que se los ha apropiado y los ha convertido en fuentes de renta sin apenas introducir modificaciones ni construir sistemas hidráulicos nuevos. Sólo esporádicamente se documenta la construcción de nuevos molinos. En este sentido, conviene observar que no pueden construirse molinos de forma indefinida o en un número arbitrariamente decidido. Cada molino requiere una canalización y ésta ha de tener un punto de captación y un recorrido con pendiente para que el agua circule y que, al mismo tiempo, alcance el desnivel necesario para instalar la rampa del molino. ¿Hasta qué punto, pues, cuando el monasterio de Sant Cugat se apropia de los sistemas hidráulicos del Vallès Occidental, quedan tramos de cursos naturales de agua libres y adecuados para construir nuevos sistemas hidráulicos sin destruir o comprometer el funcionamiento de los ya existentes? Recordemos que el abad del monasterio se opone frontalmente a que el vicario del castillo de Rubí construya un molino en el torrente de Xercavins, un afluente de la riera de Rubí. Los molinos del monasterio construidos en sistemas hidráulicos de la riera de Rubí se beneficiaban también del agua que aportaba el Xercavins. Hay, pues, poca «hidráulica feudal». De hecho, y con la evidencia existente hoy, no se puede realmente hablar de una hidráulica promovida por los señores feudales.

Finalmente, algunos de los sistemas hidráulicos supuestamente construidos desde instancias feudales o reales deberían ser escrupulosamente revisados. Hemos visto algunos ejemplos de la zona del Rosselló o Cataluña, donde la iniciativa feudal no queda bien demostrada. Tampoco los recs comtals de Girona y Barcelona parecen construcciones promovidas por los respectivos condes. Es imprescindible, pues, realizar un trabajo de campo arqueológico sistemático para discriminar entre lo que son estructuras hidráulicas construidas o promovidas por los monasterios o señores laicos y las que ya existían y pasan a formar parte de sus patrimonios.

En Sant Cugat, nada parece fundamentar que los numerosos donantes de molinos y espacios irrigados se identifiquen con familias de «ricos campesinos» que vayan a ser responsables del ejercicio de dominios castrales, tal como ocurre en el Languedoc (Durand, 2002: 43-44). No quiero calificarlos de «simples rustici» ni «ricos campesinos». Me inclino por considerar estos donantes o transmisores de estructuras hidráulicas, siendo el molino la más notoria, miembros de comunidades campesinas. Ahora bien, la falta de relieve arqueológico, e incluso de precisión textual, hace que por ahora esta identificación sea sólo genérica.

A partir del siglo x, estos campesinos se ven envueltos en procesos de donación o venta de sus bienes, que son mayoritariamente molinos y parcelas irrigables integrados en sistemas hidráulicos construidos en los fondos de valle. La posibilidad de identificar sobre el terreno los espacios acondicionados para el riego y el cultivo y los emplazamientos de los molinos ha permitido describir un paisaje agrario concentrado en los fondos de valle, cuya ocupación ya es muy intensa en el momento en que los documentamos. En cambio, no existen ni sistemas hidráulicos construidos en vertientes ni una agricultura extensiva de secano que produzca parcelarios compactos fuera de los fondos de valle. Por lo tanto, a pesar de que en el siglo x emerge documentalmente un paisaje agrario que podemos describir como formado por espacios de cultivo regados de fondo de valle, dispuestos, por lo tanto, de forma discontinua en el espacio,27 podemos constatar que estos espacios de fondo de valle están ya prácticamente saturados, que no quedan en ellos intersticios donde desarrollar ampliaciones significativas de los sistemas hidráulicos ni donde crear otros nuevos.

A partir de finales del siglo xii y principios del siglo xiii empiezan a realizarse grandes obras hidráulicas promovidas desde instancias reales o urbanas. El de Puigcerdà es un buen ejemplo de un sistema hidráulico, promovido por un rey, consistente en un canal de largo recorrido (9 km), destinado a alimentar molinos harineros y traperos del rey y, secundariamente, a regar la huerta urbana de la villa real. Esta obra tiene por objetivo generar ingresos, por la gestión de los molinos y por las concesiones de agua de riego. Sin embargo, tuvo que realizarse en un espacio ya colonizado agrícolamente desde antiguo, cuyos pequeños sistemas hidráulicos y molinos de fondo de valle, de probable origen campesino, habían sido apropiados por un monasterio y un obispado, donde «no cabían», pues, más molinos ni canales. La única alternativa era salir del fondo de valle: realizar una gran obra, un canal de 9 km que recorre la vertiente hasta el emplazamiento de la recién fundada villa de Puigcerdà. También el canal de Manresa, de 20 km de recorrido, sale fuera del fondo de valle y se dirige a una huerta urbana que presumiblemente estaba situada en una vertiente. Esta hidráulica, regia, urbana, quizá señorial en algunos casos, como los descritos por S. Caucanas (1995), de gran envergadura a causa de las dimensiones de las estructuras construidas, es, de hecho, marginal. Es resultado de iniciativas tardías en el proceso de ocupación agraria e hidráulica del territorio que, en sus fases más antiguas, había privilegiado los fondos de valle. Éstos se encuentran densamente ocupados cuando a partir de finales del xii se quieren realizar nuevas obras hidráulicas. La gran envergadura de estas nuevas obras se debe a la necesidad de llevar el agua fuera de estos fondos de valle.

FUENTES CITADAS

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