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Dramas

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ACTO III

ESCENA PRIMERA

Palacio de Fóres
BANQUO, MACBETH, un CRIADO y dos ASESINOS
BANQUO (sólo)

Ya eres rey, Macbeth, y señor de Glámis y de Cáudor. Está cumplido en todas sus partes el vaticinio de las hechiceras, pero ¿quién sabe si la traicion te habrá allanado el camino? Ni ha de quedar el cetro en tu linaje. Si es verdad lo que nos dijeron, reyes han de ser mis hijos. ¿Por qué los oráculos que fueron veraces contigo no han de ser tambien propicios á mi ambicion? Pero disimulemos.

MACBETH

Ya tenemos aquí á nuestro principal convidado.

LADY MACBETH

Grande hubiera sido su falta en el banquete.

MACBETH

Te convido á un gran festin que he de dar esta noche.

BANQUO

Vuestra Majestad puede mandarme, en vez de convidarme. Mi voluntad está indisolublemente unida á la vuestra.

MACBETH

¿Sales á caballo esta tarde?

BANQUO

Sí.

MACBETH

Si no, podrias ayudarme con tu consejo en la junta de esta tarde. Mañana será. ¿Vas lejos?

BANQUO

Pasearé hasta la hora de cenar. Si mi caballo no aprieta el paso, pediré prestadas á la noche una ó dos horas.

MACBETH

No faltes.

BANQUO

No faltaré.

MACBETH

Tengo nuevas de que mis revoltosos deudos están refugiados en Inglaterra y en Irlanda. No confiesan su parricidio, y divulgan contra mí horrendas acusaciones. Mañana hablaremos de esto, cuando nos juntemos á tratar de otros negocios. Ahora, á caballo. Hasta luego. ¿Te acompaña tu hijo?

BANQUO

Sí, y vendrá pronto, porque ya es hora.

MACBETH

Dios guie con bien vuestros caballos y os vuelva pronto. Hasta la noche.

(Vase Banquo.)

Vosotros haced lo que querais hasta las siete. Vuestra compañía me será más grata á la hora de cenar, si en este momento me dejais solo. Adios, mis caballeros.

(Vanse todos.)

MACBETH

(A un criado.) ¿Me esperan ya esos hombres?

CRIADO

Están á la puerta de palacio.

MACBETH

Diles que entren.

(Se va el criado.)

¿De qué me sirve el poder sin la seguridad? Banquo es mi amenaza perpétua: su altiva condicion me infunde miedo. Junta á su valor el ingenio y la prudencia. Me reconozco inferior á él como Marco Antonio á César. Él fué quien se atrevió á dirigir la palabra á las brujas cuando me aclamaron Rey, y á preguntarlas por su suerte futura, y ellas con fatídica voz le contestaron: «Tus hijos serán reyes.» A mí me otorgan una corona estéril, un cetro irrisorio, que no pasará á mis hijos sino á los de un extraño. Yo vendré á ser el bienhechor de la familia de Banquo. Por servirla asesiné al Rey Duncan, y llené de hiel el cáliz de mi vida; y vendí al diablo el tesoro de mi alma. ¡Todo para hacer reyes á los hijos de Banquo! ¡Fatal destino mio, sálvame: lidia por mí esta batalla! ¿Quién es?

(Entran los asesinos.)

(Al criado.) Espera á la puerta hasta que llame.

(Vase el criado.)

(A los asesinos.) Ya oisteis ayer lo que deseo.

ASESINO 1.º

Sí, rey.

MACBETH

¿Habeis pensado bien lo que os dije? Él y no yo ha sido hasta ahora la causa de vuestros males. Ya os expliqué cómo se habia burlado de vosotros: quiénes le ayudaron. En suma el más necio hubiera podido decir: Tuvo la culpa Banquo.

ASESINO 1.º

Verdad es lo que dices.

MACBETH

Y añado más, y vengo al objeto de este coloquio. ¿Hasta cuándo durará vuestra paciencia? ¿Manda el Evangelio que receis á Dios por ese hombre y por su linaje, cuando os está empobreciendo y esquilmando, y os tiene casi á punto de muerte?

ASESINO 1.º

¡Oh Rey! somos hombres.

MACBETH

Tambien son perros los galgos y los mastines y los lebreles, y los de aguas y los de caza, pero se distinguen unos de otros por tener más ó menos valor y fortaleza, y mejor ó peor olfato. La naturaleza reparte con igualdad sus dones, y por eso las diversas castas tienen nombres distintos. Lo mismo sucede con los hombres. Si no quereis ser de los últimos y más abyectos, yo os daré un consejo que os libre para siempre de esa opresion y tiranía, y os haga acreedores á mi gratitud eterna, porque no puedo vivir en paz, si él no muere.

ASESINO 1.º

Señor; yo soy un hombre de esos tan maltratados por la suerte, que me arrojaré á cualquier cosa, por vengarme del mundo.

ASESINO 2.º

Tan mala ha sido mi fortuna, que para mejorarla ó acabar de una vez, arriesgaré mi vida en cualquier lance.

MACBETH

Está bien. Banquo es enemigo vuestro.

ASESINO 2.º

Verdad, señor.

MACBETH

Y mio, á tal extremo que cada minuto de su vida es un tormento para mí. Yo podria sin cargo de conciencia deshacerme de él, pero tiene amigos que tambien lo son mios, y no quiero perderlos. Por eso acudo á vosotros, ya que hay poderosos motivos para que el golpe sea secreto.

ASESINO 2.º

Se hará vuestra voluntad, oh Rey.

ASESINO 1.º

Aunque perezcamos en la demanda.

MACBETH

Conozco vuestro denuedo. Pronto os diré en qué sitio habeis de emboscaros, y cuándo; porque esta misma noche ha de darse el golpe. Conviene que sea lejos de palacio, para alejar de mí toda sospecha. No dejeis indicio alguno del crímen. Le acompaña su hijo Fleancio, que me estorba tanto como su padre. Por consiguiente, matadle tambien. Quedaos solos. Volveré luego.

LOS DOS ASESINOS

Estamos resueltos.

MACBETH

Volveré pronto… Entrad… ¡Oh, Banquo! esta noche ó nunca subirá tu alma á los cielos.

ESCENA II

Lady MACBETH, MACBETH y un CRIADO
LADY MACBETH

¿Está en palacio Banquo?

CRIADO

No, señora, pero esta noche vendrá.

LADY MACBETH

Dí al Rey, que quiero hablarle un momento.

CRIADO

Así lo haré…

LADY MACBETH

¿De qué nos sirve haber logrado nuestros deseos, si no alcanzamos placer ni reposo? Es preferible la paz de nuestras víctimas, al falso goce que procede del crímen.

(Entra Macbeth.)

Esposo mio, ¿por qué te atormentan siempre tan tristes recuerdos? olvida lo pasado.

MACBETH

Hemos herido á la serpiente, pero no la hemos matado. Volverá á acometernos, mientras estemos cerca de sus dientes. ¡Húndase la tierra, arda el universo, antes que yo coma ni duerma en medio de tales espantos nocturnos! ¡Ojalá estuviera yo con mis víctimas, más bien que entregado á la tortura de mi pensamiento! Duncan no teme ya ni el hierro matador ni el veneno, ni la discordia, ni la guerra.

LADY MACBETH

Esposo mio, alegra ese semblante, para que nuestros huéspedes no adviertan esta noche tu agitacion.

MACBETH

Así lo haré, amada mia. Fíjate en Banquo: muéstrate risueña con él, en la mirada y en las palabras. Todavía no estamos seguros: es preciso lavar nuestra honra en el rio de la adulacion, y convertir nuestros semblantes en hipócrita máscara.

LADY MACBETH

¡Oh, basta, basta!

MACBETH

Mi alma es un nido de sierpes… ¡Todavía respiran Banquo y Fleancio!

LADY MACBETH

No son inmortales.

MACBETH

Esa es la esperanza que nos queda. El hierro puede alcanzarlos. Antes que el murciélago abandone su claustro; antes que se oiga en el silencio de la noche el soñoliento zumbido del escarabajo, estará terminado todo.

LADY MACBETH

¿Qué quieres decir?

MACBETH

Vale más que lo ignores, hasta que esté cumplido, y puedas regocijarte en ello. Ven, ciega noche, venda tú los ojos al clemente dia. Rompa tu mano invisible y ensangrentada la atroz escritura que causa mis terrores… Va creciendo la oscuridad: retorna el cuervo á la espesura del bosque: las aves nocturnas descienden anhelosas de presa… ¡Te horrorizan mis palabras! ¿Y por qué? Sólo el crímen puede consumar lo que ha empezado el crímen. Ven conmigo.

ESCENA III

Bosque á la entrada del palacio
ASESINOS, BANQUO y su hijo FLEANCIO
ASESINO 1.º

¿Quién te ha enviado?

ASESINO 3.º

Macbeth.

ASESINO 2.º

No debemos dudar de él, puesto que sabe nuestro fin y propósito.

ASESINO 1.º

Ya muere el sol en occidente, y el pasajero aguija su caballo para llegar á la posada. Ya está cerca el que esperamos.

ASESINO 3.º

Suenan las herraduras de sus caballos.

BANQUO

(Dentro.) ¡Luz!

ASESINO 2.º

¡Ahí está! Le aguardan en la llanura.

ASESINO 1.º

Se llevan los caballos.

 
ASESINO 3.º

El, como los demas, se encamina á pié á palacio.

BANQUO

¡Luz, luz!

ASESINO 3.º

¡Ahí está!

ASESINO 1.º

Aguarda.

(Entran Banquo, su hijo Fleancio, un criado con antorcha.)

BANQUO

Va á llover esta noche.

ASESINO 1.º

¡Muera! (Le hiere.)

BANQUO

¡Traicion! Huye, hijo, y si puedes, venga mi muerte. (Cae.)

ASESINO 3.º

¿Por qué mataste la luz?

ASESINO 1.º

¿No hice bien?

ASESINO 3.º

Ha muerto uno solo. El hijo huye.

ASESINO 2.º

Hemos perdido la mitad de la paga.

ASESINO 1.º

Vamos á dar cuenta á Macbeth.

ESCENA IV

Sala de palacio. Mesa preparada para un festin
MACBETH, los CONVIDADOS, LADY MACBETH, ASESINO 1.º y LÉNNOX
MACBETH

Sentaos, segun vuestra categoría y nobleza. Bien venidos seais todos.

LOS CONVIDADOS

Gracias.

MACBETH

Siéntese la reina en el trono, y démosle la bienvenida.

LADY MACBETH

Gracias. Dádsela á nuestros convidados. Os saludo de todo corazon, señores.

MACBETH

Con toda el alma te lo agradecen. (Á Lady Macbeth.) Los dos lados iguales: yo en medio. Alegraos, brindaremos juntos.

(Se presenta el asesino 1.º)

Traes manchada la cara de sangre.

ASESINO 1.º

Sangre de Banquo.

MACBETH

Más vale que sea la suya que la tuya. ¿Queda muerto?

ASESINO 1.º

Le degollé, señor.

MACBETH

¡Matador excelente te debo apellidar, y más, si acabaste tambien con Fleancio!

ASESINO 1.º

¡Oh rey! huyó.

MACBETH

¡Y siguen mis temores! Si él hubiera muerto, yo seria feliz, duro como el mármol y las rocas, libre como el aire. Pero ahora me veo receloso, inquieto, entre dudas y temores. ¿Y Banquo murió de veras?

ASESINO 1.º

Cayó en una zanja profundísima, con veinte heridas en la cabeza, la menor de ellas mortal.

MACBETH

Gracias infinitas. Muerta está la serpiente, pero ese retoño fugitivo ha de envenenarnos con el tiempo. Todavía no ha echado dientes. Vuelve mañana. Aún tenemos que hablar.

(Se va el asesino.)

LADY MACBETH

Esposo, anima con tu presencia y tus palabras la languidez del festin. Si no has de hacerlo, más valdrá comer solos. La alegría es la salsa de las cenas.

MACBETH

¡Dulce maestra mia! La buena digestion venga hoy despues del apetito, y tras ellos la salud.

LÉNNOX

Tomad asiento, rey.

MACBETH

Congregada tendríamos esta noche la flor de la monarquía, si no nos faltase el ilustre Banquo. Quiero culpar su negligencia, más bien que imaginar que le haya acontecido alguna desgracia.

(El espectro de Banquo ocupa el sitial de Macbeth.)

LÉNNOX

Honradnos, señor, tomando asiento.

MACBETH

¿Dónde? No le encuentro.

LÉNNOX

Aquí le teneis, señor.

MACBETH

¿Dónde?

LÉNNOX

Señor, aquí. ¿Pero qué agitacion es la vuestra?

MACBETH

¿Quién de vosotros ha hecho esto?

LÉNNOX

¿Qué, señor?

MACBETH

Yo no… yo no lo hice… no me mires agitando tu cabellera tinta en sangre.

ROSS

Levantaos: el rey está enfermo.

LADY MACBETH

No, no, continuad sentados. Son accidentes que desde jóven padece mi marido. No os levanteis. Es cosa de un momento. Vereis cual se repone en seguida. No os fijeis en él, porque se aumentará su delirio. (Aparte á Macbeth.) ¡Y dices que eres hombre!

MACBETH

Y hombre fuerte, pues que me atrevo á mirar de hito en hito lo que pondria espanto al mismo Satanás.

LADY MACBETH

¡Necedad insigne! ¡Sombras que finge el miedo! Es como aquel puñal que decias que te guiaba por el aire, cuando mataste al rey Duncan. ¡Consejas, tolerables solo en boca de una anciana, al amor de la lumbre! ¡Vergüenza para tí! ¡Y áun sigues turbado! ¡No ves que tú asiento está vacío!

MACBETH

¡No, no… Mira, mira!.. ¿No lo ves?.. ¿Qué dices ahora?.. Pero ¿qué me importa lo que digas? ¿Mueves la cabeza en signo de incredulidad?.. Habla, habla… Si los sepulcros nos arrojan su presa, los palacios se trocarán en festin de buitres.

(Se va la sombra.)

LADY MACBETH

¿Estás loco?

MACBETH

Te juro, por mi alma, que le he visto.

LADY MACBETH

¿Y no te avergüenzas?

MACBETH

Siempre se ha derramado sangre. Desde que el mundo es mundo, ha habido crímenes atroces. Pero antes el muerto muerto se quedaba. Ahora las sombras vuelven y nos arrojan de nuestros sitiales.

LADY MACBETH

Tus caballeros reclaman tu presencia.

MACBETH

No me acordaba de ellos. ¡Amigos mios! ¡nobles caballeros! no hagais caso de mí. Si me conocierais bien, no os extrañaria este súbito accidente. ¡Salud, amigos! Brindemos á la salud de nuestro amigo Banquo, único que nos falta. ¡Ojalá llegue pronto! ¡Brindo por vosotros, y por él y por todos!

LOS CONVIDADOS

Nosotros repetimos el brindis.

(Vuelve á aparecer la sombra.)

MACBETH

¡Lejos, lejos de mí!.. Que la tierra te trague… Mi sangre se hiela: falta á mis huesos el tuétano… la lumbre de mis ojos se oscurece.

LADY MACBETH

El accidente vuelve: no es grave, pero descompone la fiesta.

MACBETH

Yo no temo nada de lo que pueden temer los hombres. Ven á mí en forma de tigre de Hircania, de oso ó de rinoceronte: no se agitarán mis nervios. O vuelve á la vida, y rétame á lid campal, hierro á hierro, y si tiemblo al ir á encontrarte, llámame hijo de mi nodriza… Pero no vengas como sombra. ¡Huye de mí, formidable espectro!

(Desaparece la sombra.)

Ya se retira, y vuelvo á ser hombre. Sentaos otra vez: os lo suplico.

LADY MACBETH

Con ese delirio has turbado la alegría del convite.

MACBETH

¿Y cómo no asombrarnos, cuando estalla esa borrascosa nube de verano? Ahora dudo de mi razon viendo que podeis contemplar tales apariciones sin que vuestro rostro palidezca.

ROSS

¿De qué apariciones hablas?

LADY MACBETH

¡Silencio! La contradiccion le molesta. Podeis retiraros sin ceremonia. Idos pronto.

LOS CONVIDADOS

Buenas noches, y descanse el Rey.

LADY MACBETH

Buenas noches.

MACBETH

¡Sangre pide! La sangre clama por sangre; ya lo dice el proverbio. Hasta los árboles hablan á la voz del agorero, ó por natural virtud. Y á veces la voz de la urraca, del cuervo, ó del grajo, ha delatado al asesino. ¿Qué hora es?

LADY MACBETH

La noche combate con las primeras horas del dia.

MACBETH

Macduff se niega á obedecerme, y á reconocer mi autoridad.

LADY MACBETH

¿Le has llamado?

MACBETH

No, pero tengo noticias ciertas de él por mis numerosos espías. Mañana temprano iré á ver á las brujas. Quiero apurarlo todo, y averiguar el mal, aunque sea por medios torcidos. Todo debe rendirse á mi voluntad. Estoy nadando en un mar de sangre, y tan lejos ya de la orilla, que me es indiferente bogar adelante ó atras. Es tiempo de obras y no de palabras. Descienda el pensamiento á las manos.

LADY MACBETH

Te falta la sal de la vida, el sueño.

MACBETH

Pues á dormir. ¡Mi terror, nacido de la falta de costumbre, me quita el sueño! ¡Soy novicio en el crímen!

ESCENA V

Un páramo. – Tempestad
BRUJA 1.ª

Oh Hécate, tu semblante muestra á las claras tu enojo.

HÉCATE

¿Y no tengo razon, impertinentes viejas? ¿Por qué, siendo yo la fuente de vuestro poder y de todos los males humanos, habeis osado, sin pedirme consejo, ni acudir á mi ciencia, tratar con Macbeth por enigmas? ¡Y todo en provecho de un ingrato, de un ambicioso, que sólo mira á su interes, y no se acuerda de vosotras! Antes que el sol se ponga, venid á los antros tartáreos; no dejeis de traer ninguna de vuestras redomas, encantos y conjuros. Ahora, á volar. Esta noche ha de cumplirse una evocacion tremenda. De la luna pende una gota de vapor que he de coger esta misma noche antes que caiga. Yo la destilaré con mi ciencia maravillosa, y evocaré génios de tal virtud que le traigan lisonjeramente engañado hasta el abismo. No temerá la muerte: confiará en su estrella: podrá más su esperanza que su buen juicio ó sus temores, y ya veis que hombre excesivamente confiado está medio perdido.

(Se oye dentro una voz.) ¡Venid, venid!

HÉCATE

¿Ois la voz del génio? Camina en esa transparente nube.

LAS BRUJAS

Vámonos, que pronto volverá.

ESCENA VI

Palacio de Fóres
LÉNNOX y el SEÑOR
LÉNNOX

Te asombra lo que he dicho. Pero sigue tú discurriendo. Macbeth mostró mucho sentimiento por la muerte de Duncan… ¡Es claro, como que estaba muerto! Banquo salió á pasear muy tarde, y quizá le mataria su hijo, puesto que huyó en seguida. – ¿Y á quién se le ocurre salir á pasear de noche?.. ¿No fué cosa monstruosa el parricidio de Malcolm y Donalbáin? ¡Cómo le angustió á Macbeth!.. Tanto que en seguida mató á los guardas, dominados por el sueño y el vino… ¡Lealtad admirable!.. ó gran prueba de talento. Hizo bien, porque ¿quién hubiera podido oir con calma que negaban el crímen? A fe mia que si cayeran en manos de Macbeth (lo cual no es fácil, ni Dios permita) los hijos de Duncan, ya habian de ver lo que es matar á su padre, y lo mismo el hijo de Banquo. Pero callemos, que por hablar demasiado y por huir de la mesa del Rey, anda perseguido Macduff. ¿Sabes dónde está?

EL SEÑOR

Malcolm, el heredero del trono de Duncan, usurpado por ese tirano, vive en Inglaterra, al amparo del santo rey Eduardo, y dando brillantes muestras de lo claro de su estirpe. Macduff ha ido á aquella córte, á solicitar el auxilio del valeroso duque Suardo. Con su ayuda, y sobre todo con la del Dios de los ejércitos, no volverá el puñal á turbar nuestros sueños, y vivirán seguros los leales. La indignacion del Rey, al saberlo, ha sido tanta, que va á declarar la guerra.

LÉNNOX

¿Y no llamó antes á Macduff?

EL SEÑOR

Sí le llamó, pero él contestó rotundamente que no, volvió la espalda al mensajero, y parecia decir entre dientes: «Muy cara os ha de costar mi respuesta.»

LÉNNOX

Será un aviso para que proceda con cautela, y no se exponga á nuevas asechanzas. Vaya á Inglaterra un ángel con la noticia de todo lo ocurrido, antes que Macduff vuelva. Caigan de nuevo las bendiciones de Dios sobre esta tierra infeliz oprimida por un tirano.

EL SEÑOR

Óigate el cielo.

ACTO IV

ESCENA PRIMERA

El antro de las brujas. – En medio una caldera hirviendo. – Noche de tempestad
BRUJAS, HÉCATE, MACBETH, varias SOMBRAS y LÉNNOX
BRUJA 1.ª

Tres veces ha mayado el gato.

BRUJA 2.ª

Tres veces se ha lamentado el erizo.

BRUJA 3.ª

La arpía ha dado la señal de comenzar el encanto.

 
BRUJA 1.ª

Demos vueltas al rededor de la caldera, y echemos en ella las hediondas entrañas del sapo que dormia en las frias piedras y que por espacio de un mes ha estado destilando su veneno.

TODAS LAS BRUJAS

Aumente el trabajo: crezca la labor: hierva la caldera.

BRUJA 3.ª

Lancemos en ella la piel de la víbora, la lana del murciélago amigo de las tinieblas, la lengua del perro, el dardo del escorpion, ojos de lagarto, músculos de rana, alas de lechuza… Hierva todo esto, obedeciendo al infernal conjuro.

BRUJAS

Aumente el trabajo: crezca la labor: hierva la caldera.

BRUJA 3.ª

Entren en ella colmillos de lobo, escamas de serpiente, la abrasada garganta del tiburon, el brazo de un sacrílego judío, la nariz de un turco, los labios de un tártaro, el hígado de un macho cabrío, la raiz de la cicuta, las hojas del abeto iluminadas por el tibio resplandor de la luna, el dedo de un niño arrojado por su infanticida madre al pozo… Unamos á todo esto las entrañas de un tigre salvaje.

TODAS LAS BRUJAS

Aumente el trabajo: crezca la labor: hierva la caldera.

BRUJA 2.ª

Para aumentar la fuerza del hechizo, humedecedlo todo con sangre de mono.

HÉCATE

Alabanza merece vuestro trabajo; y yo le remuneraré. Danzad en torno de la caldera, para que quede consumado el encanto.

BRUJA 2.ª

Ya me pican los dedos: indicio de que el traidor Macbeth se aproxima. Abríos ante él, puertas.

MACBETH

Misteriosas y astutas hechiceras, ¿en qué os ocupáis?

LAS BRUJAS

En un maravilloso conjuro.

MACBETH

En nombre de vuestra ciencia os conjuro. Aunque la tempestad se desate contra los templos, y rompa el mar sus barreras para inundar la tierra, y el huracan arranque de cuajo las espigas, y derribe alcázares y torres; aunque el mundo todo perezca y se confunda, responded á mis interrogaciones.

BRUJA 1.ª

Habla.

BRUJA 2.ª

Pregúntanos.

BRUJA 3.ª

Á todo te responderemos.

BRUJA 1.ª

¿Quieres que hablemos nosotras ó que contesten los génios, señores nuestros?

MACBETH

Invocad á los génios, para que yo los vea.

BRUJA 1.ª

Verted la sangre del cerdo: avivad la llama con grasa resudada del patíbulo.

LAS BRUJAS

Acudid á mi voz, génios buenos y malos. Haced ostentacion de vuestro arte.

(En medio de la tempestad, aparece una sombra, armada, con casco.)

MACBETH

Respóndeme, misterioso génio.

BRUJA 1.ª

Él adivinará tu pensamiento. Óyele y no le hables.

LA SOMBRA

Recela tú de Macduff, recela de Macduff, Adios… Dejadme.

MACBETH

No sé quién eres, pero seguiré tu consejo, porque has sabido herir la cuerda de mi temor. Oye otra pregunta.

BRUJA 1.ª

No te responderá, pero ahora viene otra sombra.

(Aparece la sombra de un niño cubierto de sangre.)

LA SOMBRA

Macbeth, Macbeth, Macbeth.

MACBETH

Aplico tres oidos para escucharte.

LA SOMBRA

Si eres cruel, implacable y sin entrañas, ninguno de los humanos podrá vencerte.

MACBETH

Entonces ¿por qué he de temer á Macduff?.. Puede vivir seguro… Pero no… es más seguro que perezca, para tener esta nueva prenda contra el hado… No le dejaré vivir; desmentiré así á los espectros que finge el miedo, y me dormiré al arrullo de los truenos.

(La sombra de un niño, con corona y una rama de árbol en la mano.)

¿Quién es ese niño que se ciñe altanero la corona real?

BRUJAS

Óyele en silencio.

LA SOMBRA

Sé fuerte como el leon: no desmaye un punto tu audacia: no cedas ante los enemigos. Serás invencible, hasta que venga contra tí la selva de Birnam, y cubra con sus ramas á Dunsinania.

MACBETH

¡Eso es imposible! ¿Quién puede mover de su lugar los árboles y ponerlos en camino? Favorables son los presagios. ¡Sedicion, no alces la cabeza, hasta que la selva de Birnam se mueva! Ya estoy libre de todo peligro que no sea el de pagar en su dia la deuda que todos tenemos con la muerte. Pero decidme, si es que vuestro saber penetra tanto: ¿reinarán los hijos de Banquo?

LAS BRUJAS

Nunca podrás averiguarlo.

MACBETH

Decídmelo. Os conjuro de nuevo y os maldeciré, si no me lo revelais. Pero ¿por qué cae en tierra la caldera?.. ¿Qué ruido siento?

LAS BRUJAS

Mira. – ¡Sombras, pasad rápidas, atormentando su corazon y sus oidos!

(Pasan ocho reyes, el último de ellos con un espejo en la mano. Despues la sombra de Banquo.)

MACBETH

¡Cómo te asemejas á Banquo!.. Apártate de mí… Tu corona quema mis ojos… Y todos pasais coronados… ¿Por qué tal espectáculo, malditas viejas?.. Tambien el tercero… Y el cuarto… ¡Saltad de vuestras órbitas, ojos mios!.. ¿Cuándo, cuándo dejareis de pasar?.. Aún viene otro… el séptimo… ¿Por qué no me vuelvo ciego?.. Y luego el octavo… Y trae un espejo, en que me muestra otros tantos reyes, y algunos con doble corona y triple cetro… Espantosa vision… Ahora lo entiendo todo… Banquo, pálido por la reciente herida, me dice sonriéndose que son de su raza esos monarcas… Decidme, ¿es verdad lo que miro?

LAS BRUJAS

Verdad es, pero ¿á qué tu espanto?.. Venid, alegraos, ya se pierde en los aires el canto del conjuro: gozad en misteriosa danza: hagamos al Rey el debido homenaje.

(Danzan y desaparecen.)

MACBETH

¿Por dónde han huido?.. ¡Maldita sea la hora presente!

LÉNNOX

¿Qué hay?

MACBETH

¿No has visto á las Brujas?

LÉNNOX

No.

MACBETH

¿No han pasado por donde tú estabas de guardia?

LÉNNOX

No.

MACBETH

¡Maldito sea el aire que las lleva! ¡Maldito quien de ellas se fia! Siento ruido de caballos; ¿quién son?

LÉNNOX

Mensajeros que traen la noticia de que Macduff huye á Inglaterra.

MACBETH

¿A Inglaterra?

LÉNNOX

Así dicen.

MACBETH

El tiempo se me adelanta. La ejecucion debe seguir al propósito, el acto al pensamiento. Necesito entrar en Faife, y degollar á Macduff, á su mujer y á sus hijos y á toda su parentela… Y hacerlo pronto, no sea que el propósito se frustre, y quede en vana amenaza. Basta de agüeros y sombras.

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