Tu familia como Dios la quiere

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2 ALGO HA PASADO CON LUPITALA ESPOSA Y MADRESATISFECHA Y CUMPLIDORA

Hasta donde recordaba, Lupita (un seudónimo) había anhelado ser esposa y madre. Su deseo más grande en la vida era casarse y tener hijos.

Cuando tenía cuatro años, sus padres se divorciaron. Lupita no volvió a ver a su padre biológico. Su relación con su madre y padrastro (porque su madre se había casado otra vez) era indiferente. Triste y sola, Lupita no se sentía cómoda con otra gente. Al ser considerada inferior, superflua, y no apreciada, deseaba casarse algún día y tener su propia familia. Entonces pertenecería a alguien; y amaría y sería amada.

Lupita se casó a la edad de 17 años. Al año tuvo su primer hijo. Después tuvo otros dos hijos. Ella y su esposo se habían convertido en cristianos y estaban involucrados en una buena iglesia. Su esposo era fiel, amoroso y cordial. Su negocio era retador, pero iba bien.

Ahora Lupita tenía el esposo y la familia que siempre había anhelado pero aún no estaba contenta. Aunque tenía lo que había pensado que la iba a satisfacer, todavía se consideraba fracasada. Se sentía presionada, culpable, temerosa, inadecuada, y agobiada. Estaba desorientada como persona, esposa y madre.

Para buscar una solución a su congoja, Lupita decidió realizar nuevas actividades. Como era muy trabajadora, con muchas habilidades, obtuvo una posición de responsabilidad en una empresa, y se convirtió en una mujer con carrera. También se hizo más activa en su iglesia y otra organización cristiana. La gente la veía como una mujer que podía cumplir estas cosas. Aún estaba descontenta; la depresión dominaba con más frecuencia su vida.

Lupita no quería continuar así. Necesitaba un cambio. Fue así que vino en busca de ayuda a fin de conseguir satisfacción y verse realizada.

SI BUSCAS AYUDA

Tal vez te identificas con Lupita; quizá no tan negativamente como ella, pero sientes que algo te hace falta. Quieres ayuda para ser la persona, esposa, y madre satisfecha y cumplidora que anhelas ser. En el fondo anhelas dirección y confirmación del plan que Dios tiene para ti, y para tener una perspectiva más clara de tu misión de formar tu familia como Dios quiere.

Eso quería Lupita, y lo consiguió. Han pasado varios años desde que buscó ayuda por primera vez. Desde entonces, ha estado en proceso de ser una persona diferente. Hoy en día, no se siente obligada a trabajar muy duro, o tan temerosa, ni tan inestable como antes. Aunque a veces se ve tentada en estas áreas, ha visto victoria significativa sobre sus problemas pasados.

Recientemente, Lupita me escribió una nota diciendo,“ Me da gusto decirle que mis viejas amigas (la congoja y la depresión que experimentaba) ya no me visitan como antes. Estoy mucho más contenta, segura y satisfecha.”

¿QUE PASÓ CON LUPITA?

¿Qué hizo la diferencia? Lupita está encontrando satisfacción y seguridad por medio de un entendimiento más profundo del propósito de Dios para ella como persona, esposa y madre. Ahora se analiza con más frecuencia desde la perspectiva de Dios, tratando de reestructurar su vida según la dirección de Dios. Reconoce que no tiene que ser una “súpermujer” tratando de alcanzar alguna meta ilusoria. Ahora tiene un cuadro más claro de lo que Dios quiere que sea y que haga, y cómo cumplirlo. Y en eso, está encontrando satisfacción.

Obviamente, no puedo compartir todo lo que Lupita ha aprendido en los cursos de consejería. Sin embargo, voy a compartir algunas verdades básicas que adquirió, las cuales le ayudaron a mejorar su vida.

En un capítulo previo vimos en el Salmo 128 lo que Dios dice del papel del esposo y padre en la familia. Ahora quiero enfocarme, usando el mismo salmo, en lo que Dios dice a la esposa y madre. Una satisfacción real personal (éxito) es la secuela de una vida centrada en Dios con la cual hace que la persona agrade a Dios.

LA PALABRA DE DIOS A LA ESPOSA Y MADRE

Dios podía haber usado cientos de símiles para describir a la madre de familia, pero escogió describirla como vid (Sal. 128:3). Para nosotros hoy en día, tal vez no es una descripción muy significativa pero para la gente de los tiempos bíblicos era muy diferente.

Una vid tenía significado grandioso, simbolizaba lujo, valor y prosperidad, algo muy deseado y que valía la pena tener una. Cuando Dios describió la buena tierra a donde llevaba a su pueblo, dijo que sería una tierra de vides (Deut. 8:7, 8). Cuando el rey de Asiria trató de persuadir al pueblo de Israel a someterse a su dominio, les prometió que cada uno tendría su propia viña (Is. 36:16). Dios dignificó el concepto de la vid al designar a su pueblo como su viña preferida, con la que tuvo una relación muy íntima y única (Jer. 2:21, Ose. 10:1). Jesús rindió el honor máximo a la vid al identificarse a sí mismo con ella y decir que Dios, Su Padre era el labrador (Juan 15:1, 5).

Del contexto de Juan 15, es evidente que Jesús usó la vid para describirse a sí mismo porque la vid simboliza vida, refrigerio y ministerio. Jesús es, por excelencia, todas estas cosas: “Separados de él, no podemos hacer nada” (Juan 15:5). Estamos absolutamente dependientes de Él como fuente de la vida. Él es nuestra vid.

¿Podría nuestro Señor haber rendido mejor honor a la esposa y madre? ¿Nos podía haber impresionado de mejor manera su importancia y responsabilidad en el hogar? Mujeres, Dios subraya su ministerio estratégico comparándolas con una vid.

LUPITA, LA VID

Lupita necesitaba entender y creer realmente esta verdad bíblica. Desde su niñez, había pensado de sí misma como despreciada, inmerecida e inaceptable ante Dios, su familia o la sociedad. Y en esta condición vino a consejería. Ella necesitaba aceptar el hecho de que Dios la había hecho una vid y le había dado un ministerio estratégico con su esposo y sus hijos. Sí, había pecado; había fallado; no era la esposa y madre perfecta; con todo, había lugar para una mejoría. Como pecadora redimida estaba unida a Cristo, compartiendo su vida y morada del Espíritu Santo, su vida tenía un significado y potencial. Dios la llama vid, y Lupita necesitaba comprender lo que esta palabra implicaba para su vida.

La palabra de Dios dice que ella es para su familia lo que Cristo para su gente; ciertamente no en el sentido máximo ni absoluto, pero su ministerio debiera ser una reflexión del ministerio de Cristo. Eso la hace importante, y así es con cada esposa y madre.

LA VID FRUCTIFERA

Toma nota que en el Salmo 128 Dios no sólo llama vid a la esposa y madre, sino una vid fructífera (Sal. 128:3). Algunas vides no benefician a nadie ni a nada; pueden verse muy bien pero nunca llevan fruto, sólo ocupan espacio y requieren mucha atención, y también absorben nutrientes de otras plantas y pueden pasarles enfermedades.

Mujeres, Dios las ha puesto en el mundo y en su familia para ser productivas, para hacer una contribución importante, para ser una vid fructífera. En el tiempo de la creación, Dios dijo al hombre y a la mujer: “Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Gen. 1:28). Observa que Dios dio este mandamiento al hombre y la mujer. La mujer iba a hacer pareja con el hombre para ser fructíferos y reinar sobre la tierra. En otro pasaje Dios dijo que la mujer era ayuda idónea para el hombre (Gen. 2:18). Sabemos que la palabra “ayuda” no sugiere la idea de inferioridad porque va junto a la palabra “idónea” que puede ser traducida “correspondiente a”, “adecuado” o “apropiado”. La mujer debe ser una ayudante que corresponde al hombre, que encaja con él, que es capaz. No se separa del hombre, y lo ayuda a cumplir lo que él nunca podría hacer por sí solo. Ella añade dimensiones que son igualmente importantes. Juntos hacen un equipo para lograr, con la fuerza de Dios, el propósito diseñado para ellos.

Es interesante notar que esta palabra aplicada a la mujer muchas veces las Escrituras la aplican a Dios ( Deut. 33:29; Sal. 25:9; 121:1, 2). Por ser Dios quienes, Él es el único “ayudador” que necesitamos, pues no podemos existir sin Él. Y por ser la mujer quienes por creación divina, ella es la verdadera ayudador a que el hombre necesita para cumplir sus responsabilidades que Dios le ha asignado en el mundo y en el hogar.

LA NATURALEZA DEL FRUTO

Si todo eso es verdad, ¿qué clase de fruto quiere Dios que des? Dios da muchos las detalles en numerosos pasajes bíblicos.

Ciertamente el fruto del Espíritu descrito en Gal. 5:22, 23 es parte de este “fructificad”. Dios quiere que tu vida sea llena de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Cuando Jesús dijo, “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (Juan 15:8), estaba hablando principalmente del fruto del Espíritu. Cada vez que produces fruto espiritual, los que te rodean ven el poder y la gloria de Dios manifestados en tu vida.

En la clase de familia que Dios quiere, la esposa y madre debe preocuparse más en ser que en hacer; más en lo que es que en la forma que hace algo. La conducta cristiana tiene sus bases en el carácter cristiano. Por eso el impacto que tienes para Dios y la ayuda que prestas a otros depende de la obra del Espíritu en tu propia vida.

Pedro enfatiza este mismo pensamiento cuando dice a las esposas, “estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos (1 Ped. 3:1-5).

 

Pedro está enfatizando que la manera más efectiva de que seas fructífera en tu familia es por medio de tu vida. Todos los esfuerzos que hagas para ayudar a tu esposo serán en vano a menos que tu vida manifieste el carácter cristiano: la realidad de Cristo en ti.

LA MUJER COMO “VID FRUCTIFERA”

Creo que no hay otro pasaje que nos dé más luz de lo que significa ser esposa y madre a la manera “de vid fructífera” que Prov. 31:10-31.

Su esposo y sus hijos la respetan mucho y se levantan en público para alabarla (v. 28). Su vida impacta la de ellos, de tal manera que la aprecian. Y su influencia va mucho mas allá de su hogar y la sociedad. Es reconocida, respetada y apreciada en todos los aspectos. El mundo es un lugar mejor gracias a ella (vv. 16, 20, 24, 31).

Por lo menos hay dos razones por las que ciertos detalles de este cuadro no son aplicados directamente a las mujeres de hoy en día, en países desarrollados. Primero, algunos detalles no describen el mundo de hoy. En v. 16, por ejemplo, el comprar y plantar una parcela era una característica de una sociedad agraria. Igualmente, el huso y la rueca eran comunes en los hogares de aquel tiempo (v.19). Segundo, esta mujer evidentemente poseía algunos recursos que no estaban al alcance de todos en aquellos días, ni hoy. Tenía sirvientas (v. 15), dinero con el cual comprar una parcela y vestimenta lujosa (vv. 16, 21, 22).

Pero los principios generales encontrados en este recuento son aplicables universalmente. El carácter y la conducta de esta mujer quedan como ejemplo maravilloso de una esposa y madre de la clase de familia que Dios quiere. Ella es, en muchas maneras, un ejemplo de lo que cada cristiana debiera ser.

CACACTERISTICAS DE UNA ESPOSA Y MADRE, “VID FRUCTIFERA”

Vamos a ser más específicos en lo que quiere decir una esposa y madre a la manera de “Vid Fructífera”. Según el v. 30, la vid fructífera es una mujer que teme a Dios y tiene a Dios en el centro de su vida. Al igual que el esposo de Lupita. 128, tiene un concepto grande de Dios, una conciencia acertada, creciente y bien centrada en el Dios vivo y verdadero. Para ella, Dios es una poderosa realidad. Lo bueno que de ella mana es debido al concepto grande que tiene de Dios. Él es su todo, su fuerza motivadora, su poder, su esperanza, su consejero. El secreto de su fructífera vida no está en su personalidad dinámica, su fuerza de voluntad, su hermosura, su situación placentera, sus habilidades especiales, su buen entrenamiento, sus dones naturales, o su esposo o sus hijos excepcionales. Su vida admirable brota de su relación vital y profunda con Dios.

¿EL SUEÑO IMPOSIBLE?

Tal vez hayas leído el pasaje de Proverbios. 31 y lo has declarado irreal, imposible. Si es así, has dado por sentado que eres dependiente en ti misma para desarrollar este tipo de vida. Viendo tu pasado, tu presente, tus recursos y tu situación has dicho, “¡Eso no es posible!” Eso es porque no reconoces que tu suficiencia queda en manos de Dios, y llegar a ser este tipo de persona es producto de una relación íntima y personal con Dios. De otra manera todo lo que leas te va a abrumar.

Eso es lo que pasó con Lupita. Tenía una opinión alta de lo que eran sus responsabilidades, un excesivo sentido del deber. Se estaba impulsando hacia la perfección sin saber siquiera lo que eso era. Todo lo que sabía era que debía y sin embargo, nunca podría alcanzar su meta mítica. Su objetivo era hacer todo lo posible por “elevarse a la altura de”, para luego juzgarse fracasada, se derrumbaba en frustración y cansancio. Luego se reanimaba, se arremangaba la camisa, y a repetir el proceso una y otra vez. La repetición de estas escenas por varios años la había llevado al desaliento, la desilusión, la desesperanza y la depresión.

Lupita profesaba ser cristiana pero su relación con Dios no era muy dinámica. De hecho, consideraba las obras como parte de su actitud hacia Dios. Las dos palabras más grandes de su vocabulario eran “hacer” e “ir”. Se sentía deprimida al saber que estaba fallando a Dios y a su familia.

Por estar involucrada en una iglesia que predicaba la Biblia, sabía algo de enseñanza bíblica. Intelectualmente sabía que Dios justifica (nos declara justos y acredita a nuestra cuenta los méritos de Cristo) por gracia (favor inmerecido) por medio de la persona y la obra de Cristo solamente; pero en la práctica, no lo aplicaba ni en su vida ni en su forma de pensar. Lupita temía a Dios pero en el sentido negativo, pues lo veía como un capataz duro que exigía de ella cosas imposibles, y que estaba listo para caer sobre ella en cuanto errara. Sabía conceptualmente que para los cristianos Dios es el Padre celestial, glorioso y lleno de gracia y compasión. Pero en la parte más sustancial de su vida ella se enfocaba en su deber.

Como resultado, su relación con Dios era impersonal y lúgubre. Sabía poco de este concepto grande y sano de Dios que enriquece y refuerza. Al tratar de producir el fruto de la vida cristiana sin cultivar la raíz, estaba empezando donde debía terminar.

Al acumular nuevos discernimientos en la vida cristiana y su relación con Dios, empezó a experimentar un nuevo tipo de libertad. Dedicarse a conocer a Dios fue su primera prioridad, descubrió un nuevo sentido de significado, aceptación, poder y seguridad; ahora se sentía mucho más satisfecha.

LAS PRIORIDADES DE PROVERBIOS 31

Un estudio cuidadoso de Proverbios 31 nos lleva a una sola conclusión: Una esposa y madre que teme a Dios es una persona orientada hacia la familia. El Salmo 128 dice que es una vid fructífera dentro de la casa. Proverbios 31 enfatiza que esta mujer cuida excelentemente a su familia. Aunque no está restringida a la casa (vv. 13, 14, 16, 20), está totalmente dedicada a su familia como su ministerio número uno. No descuida a su familia mientras hace otras cosas importantes.

“Su esposo confía plenamente en ella” (v.11 Dios Habla Hoy) o, como dice la versión Reina-Valera 60, “El corazón de su marido está en ella confiado.” Él sabe que ella está comprometida con él, y le tiene confianza sin reserva. Esto quiere decir que depende de ella para sustento y ayuda, sabiendo que no buscará en vano. El verbo hebreo encontrado en esta frase literalmente quiere decir “apoyarse sobre”. Implica que esta mujer es confiable. Cuando su esposo necesita una oreja que le escucha, cuando está cansado y desanimado, sabe que ella será un refugio para él. Cuando comparte sus miedos, sus sueños, sus gozos, sus problemas, confía en que no va a ridiculizarlo ni rechazarlo por eso. Puede contar con ella será amorosamente honesta con él. Su esposo sabe que puede depender de su apoyo en oración mientras enfrenta los desafíos y responsabilidades de la vida. Ella es su fuente de refrigerio y enriquece y motiva su vida. No se deleita en herirlo, más bien siempre está presta para atenderlo (v. 11, 12, 23, 28). Sin duda es una persona dedicada a su esposo.

La alabanza del esposo en público es prueba de cómo ella se relaciona con él. La valora más que a todas las mujeres del mundo (v. 28, 29). Ella no ha descuidado ni a él ni a su familia por ocuparse de sus propios intereses. Es sensible, disponible y merecedora de confianza, ha sido una vid fructífera.

El pasaje también dice mucho de la relación de esta mujer con sus hijos. Leemos que sus hijos se levantan y la bendicen, y, junto con su esposo, dicen: “Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas.”(v. 29). No dirían esto si ella fuera gruñona, quisquillosa, caprichosa, amargada o manipuladora. Están impresionados por su piedad, manifestada en carácter y conducta nobles, y aprecian la manera en que ella se ha dedicado a su familia.

LA CISTERNA DE LA SUPERMUJER

Lupita necesitaba aprender esta perspectiva de su familia. Amaba y cuidaba muy bien a su familia, pero estaba contaminada por un sistema de valores no bíblicos que le decía que para ser valiosa, tenía que ser una súpermujer. Esto implicaba tener una educación superior, una carrera y ser líder de—o por lo menos activa en—muchas organizaciones y actividades.

Inicialmente en su matrimonio, Lupita trataba de encontrar satisfacción y significado de ser una esposa y madre dedicada. Para su consternación, no le traía los resultados deseados. En su desaliento, empezó a añadir muchas actividades nuevas a su horario y finalmente se cargó con responsabilidades de líder. Tristemente, lo que se supone la iba a traer alivio sólo aumentaba su angustia. Se tornó bulímica, desanimada, ansiosa, y frustrada. Al fin Lupita se dio cuenta que estaba tratando de refrescarse en “cisternas rotas” que nunca pueden satisfacer. Había estado buscando significado en la gente y las cosas, menos en Dios. Había dejado dominar sus pensamientos sus propias opiniones y ideas de otras personas.

LA PERSPECTIVA DE DIOS

Al cambiar la actitud de Lupita hacia Dios, también alteró su actitud hacia su familia. Decidió dejar que Dios determinara lo que realmente tenía valor en su vida. Las Escrituras le hicieron ver que Dios tiene a la familia en un lugar muy importante. Decidió aceptar la opinión que tiene Dios del lugar que su familia debería ocupar en su vida.

Aunque Lupita siguió involucrada en algunas de sus actividades fuera del hogar, las abordó con una actitud y un propósito diferentes. Se estaba convirtiendo en una persona orientada hacía la familia, sirviendo en vez de exigir ser servida, y ministrando más de la plenitud de su relación con Dios que para verse realizada.

La esposas y madres cristianas fueron hechas con el propósito de ser vides fructíferas en sus casas (Sal.128:3). Si eres casada, tu familia debe ser tu ministerio sobresaliente en la vida. La contribución que puedes hacer allí para el reino de Dios y la sociedad no puede ser pasada por alto. No hagas caso al que quiere subestimar la importancia de la familia. Tu Dios declara otra cosa distinta. ¡Créele!

Como la mujer descrita en Proverbios 31, puedes involucrarte legítimamente en muchas cosas fuera del hogar. Se supone que usarás los dones que Dios te dio para servir a Cristo y su pueblo en la iglesia y en la sociedad; y hasta puedes ayudar a otras organizaciones cristianas. Puedes estar empleada legalmente en alguna ocupación fuera del hogar pero te animo a hacer todo para la gloria de Dios y por el bien de tu familia. No dejes que nada interfiera con estas relaciones tan importantes.

LA NECESIDAD DE UN CARACTER NOBLE

En vista de lo que ya vimos la base para la conducta cristiana, podemos enfatizar que la mujer a la manera de la “vid fructífera” es una mujer de “carácter noble” (Prov. 31:10). Lo que hacía era consecuencia de su entrega y su relación con Dios. Su reverencia profunda para Dios había producido dentro de ella una nobleza de carácter, el cual era expresado por las actitudes y acciones ejemplares descritas en ese pasaje: es altruista, generosa, y solícita; tiene cuidado de su familia, de sus servidores y de los pobres y necesitados; es disciplinada, y puede madrugar o trasnochar; cuida su dieta y hace suficiente ejercicio para mantenerse en forma y que sus brazos estén fuertes.

Está contenta y confiada, y disfruta lo que hace. Puede reflexionar sobre lo que ha hecho y percibir que su ventaja es buena. No está tan obsesionada en su trabajo que no tiene tiempo para sentarse y disfrutar de sus labores. Puede acariciar a sus hijos y escucharles. Sospecho que hasta juega con ellos.

Esta mujer sabe sonreír y alegrarse. Su perspectiva del futuro es optimista y positiva. Es divertido estar con ella. Puede relajarse, trabajar duro y confiar en Dios. Le gusta la gente y quiere comunicarse con otros en una manera animada. Abre su boca con sabiduría, y la ley de la bondad está en sus labios.

Algunas cosas en este pasaje sugieren que esta mujer no es necesariamente graciosa, radiante ni de naturaleza hermosa. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura” (Prov. 31:30). Sin embargo era hermosa en el sentido más importante: su carácter y su conducta. Esto la hacía ser una influencia poderosa en su hogar, entre el pueblo de Dios y en su mundo. Era una vid fructífera.

LOS CUATRO FACTORES ESENCIALES

Esta mujer es el ejemplo para todas las casadas cristianas. Había establecido cuatro prioridades en su vida, las cuales siguen siendo relevantes para las mujeres de hoy: 1) su relación con Dios, (2) su ministerio con su familia, (3) su desarrollo de un carácter piadoso y (4) su expresión de conducta piadosa hacía los demás dentro y afuera de su hogar. Mantén vigentes estas cuatro prioridades en tu vida y también serás una persona a la manera de “vid fructífera”. Tu vida impactará a tu familia, a la iglesia y a la sociedad.

 

Lupita tenía que aprender esto, y por la gracia de Dios lo hizo. Que Dios en su gracia te ayude a hacer lo mismo.

Tareas Para Estudio y Aplicación

Haz estas tareas individualmente y luego discute las respuestas con tu cónyuge o tu grupo de estudio.

1. Reflexiona sobre (o si es necesario, repasa) este capítulo y contesta las preguntas siguientes:

a. Describe los problemas de Lupita y cómo afectaban a su persona y a su familia.

b. ¿Cómo trató de resolver estos problemas? ¿Cuánto éxito tuvo?

c. ¿Cómo describe el Sal. 128 a la esposa y madre en la familia que Dios quiere?

d. ¿Qué sugiere el símil de la vid respecto de la esposa y madre? ¿Qué sugiere la palabra “fructífero” en cuanto al papel y la responsabilidad de la mujer en la familia?

e. ¿Qué enseña Gén. 2:18 acerca del papel de la mujer en la familia?

f. ¿Qué clase de frutos hará que la mujer sea exitosa en su privilegio y responsabilidad de construir su familia como Dios quiere?

g. ¿Cuál es la primera prioridad de una esposa y madre a la manera de “Vid fructífera”? (Vea Prov. 31:30)

h. ¿Por qué es tan importante esta prioridad en la mujer de Prov. 31? ¿Cómo relaciona esta prioridad con su éxito evidente?

i. ¿Qué se sugiere el que la llamen “mujer de carácter noble”? (Vea Prov. 31:10) ¿Qué es carácter? ¿Está viviendo esta mujer de adentro para afuera o de afuera para adentro?

j. ¿Cómo manifiesta el carácter noble esta mujer?

k. ¿Cómo (Dónde) hace esta mujer su contribución más grande a Dios y a la sociedad?

l. ¿Qué tipo de relación tiene con su esposo y sus hijos? ¿con los que trabajan para ella? ¿con la gente fuera de su hogar?

m. ¿Qué indica Prov. 31 respecto de una actividad fuera del hogar para una mujer?

n. ¿De qué manera Prov. 31 indica que esta mujer estaba satisfecha y satisfacía a los demás?

o. Piensa en dos ejemplos contemporáneos de mujeres que están satisfechas y satisfacen como la mujer de Prov. 31. ¿Encuentras las mismas cualidades en ellas? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿En qué forma son iguales y en qué forma son desiguales a esta mujer?

p. ¿Cuáles enseñanzas básicas fueron dadas en el cap. 2 para ser una mujer satisfecha y que satisface a los demás?

q. ¿Tienes algunas sugerencias bíblicas de cómo ser una mujer a la manera de la “vid fructífera”?

r. ¿Cómo describirías tu relación con Dios (respecto de tu temor de Dios)? (Excelente_____, Buena_____, Vacilante _____, Débil_____, Muy débil_____, No existe_____) Da razones para tu evaluación.

s. Evalúate según los parámetros de las enseñanzas de este capítulo. ¿Cómo podrás saber si tú eres una mujer a la manera de la “vid fructífera”—una mujer de carácter, una mujer que reconoce y cumple el papel importante que tiene en su familia, y una mujer cuya conducta refleja generalmente la conducta de la mujer de Prov. 31?

Acepta las diferencias de cultura y situación, y usa los principios básicos. No valores con base en los resultados; sino valora basada en tu propia vida comparada con las prioridades y características descritas. No puedes controlar los resultados en tu esposo, en tus hijos o en la sociedad.

Con la ayuda de Dios, puedes progresar ordenando tu vida según las prioridades mencionadas en este capítulo. Con el poder del Espíritu Santo, puedes crecer en las características descritas. “Al ver mi vida, veo mucha____, algo de____, poca____, nada de____ evidencia que me estoy convirtiendo en una mujer a la manera de la “vid fructífera”. Explica tu evaluación. (Si tienes dificultad en contestar esta pregunta, el inventario de “Vid Fructífera” que encontrarás más adelante, en esta tarea, te ayudará.)

2. Estudia los siguientes versículos acerca de mujeres, esposas, madres, fruto, y ser fructífera. Escribe lo que dicen y la aplicación a tu propia vida. Nota lo que sugieren acerca de los privilegios, las responsabilidades, el papel y el valor de las mujeres.

a. Gén. 1:26-28

b. Éx. 20:12

c. Josué 16:3-6

d. 2 Reyes 4:8-10

e. Prov. 1:8, 9; 6:20; 11:16; 12:4; 14:1; 18:22; 19:14; 20:20; 21:9, 19; 23:22-25; 31:10; 31:11, 12; 31:26; 31:28-31

f. Eze. 24:16

g. Mat. 26:13; 27:55, 56

h. Luc. 1:30-38; 2:36-38; 8:3; 10:42

i. Juan 15:1-16; 20:11-18

j. Hechos 1:14; 2:17, 18; 9:36-39; 16:14-15; 21:9

k. Rom. 16:1-2; 16:3; 16:6; 16:14-15

l. 1 Cor. 7:2-5

m. Efe. 5:22-24, 33

n. Fili. 4:3

o. 1 Tim. 5:1-2; 5:9-14

p. 2 Tim. 1:5; 3:15

q. Tit. 3:2-5

r. 1 Ped. 3:1-6

3. Reflexiona en todo lo que acabas de estudiar y trata de recordar las impresiones más importantes que has recibido para ser una mujer satisfecha y que satisface. ¿Cuáles principios amplios y generales encontraste? Haz una lista.

4. Completa el siguiente inventario. (Como este inventario fue diseñado tanto para esposas como para esposos, los esposos harán bien en usar el mismo inventario). Una evaluación honesta debe resultar en alabanza a Dios por el bien que ha producido en tu vida; confesión a Dios y a otros por pecados revelados; dedicación renovada de construir tu familia como Dios quiere, y buscar la ayuda de Dios en cambiar aquellas cosas que necesitan cambiar.

INVENTARIO DE VID FRUCTÍFERA O CONYUGE DIGNO

Basado en Gál. 5:22, 23; 1 Ped. 3:1-7; Prov. 31:10-31; y otros pasajes bíblicos.

Lee cada declaración con cuidado y luego pregúntate, ¿Es esto verdad de mí, siempre (=4), con frecuencia (=3), a veces (=2), poco (=1), nunca (=0)? Haz un círculo en el número que refleja honestamente lo que es verdad en tu vida. No sobreestimes ni subestimas (Rom. 12:3). Haz de esto una experiencia de aprendizaje.

1. Tengo una relación profunda y significativa con Dios.____

2. Soy amoroso(a). ____

3. Estoy gozoso(a). ____

4. Soy apacible. ____

5. Soy pacificador(a). ____

6. Soy benigno(a). ____

7. Soy paciente, sufrido(a). ____

8. Soy bondadoso(a). ____

9. Soy fiel, confiable, cumplidor(a). ____

10. Tengo dominio de mí mismo(a). ____

11. Tengo carácter noble. ____

12. Me respeta mi familia. ____

13. Estoy dedicado(a) mi familia. ____

14. Cumplo con la familia que Dios me dio. ____

15. Fortalezco a mi familia; soy animador. ____

16. Me dedico a ministrar a otros. ____

17. Soy consistente y constante en hacer lo correcto. ____

18. Soy industrioso(a), trabajador(a). ____

19. Me importan más el carácter, los motivos y actitudes correctos buenos que la hermosura externa. ____

20. Soy agradable. ____

21. No soy trabajador(a) empedernido(a). Puedo gozar de la vida, sonreír y relajarme. ____

22. Básicamente estoy contento(a) y satisfecho(a). ____

23. Soy flexible y aguantador(a). ____

24. Soy considerado(a) con los demás. ____

25. Hago que otros se sientan bien con mi presencia. ____

26. Honro y respeto a los demás. ____

27. Mi manera de hablar es constructiva y sana. ____

28. Practico la prudencia y planeo mis actividades. ____

29. Manejo con sabiduría el dinero; practico la buena mayordomía. ____

30. Estoy dispuesto a sacrificarme por los demás. ____

31. Soy ordenado(a) y organizado(a). ____

32. No soy impulsivo(a). ____

33. Soy accesible a la súplica. ____