Reforma de estructuras y conversión de mentalidades

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9. La misericordia divina se expresa, de modo singular, en el perdón de los pecados. Francisco predica la misericordia del Dios que nos ama y perdona. En la entrevista «El nombre de Dios es misericordia» recuerda que Pablo VI, en sus notas escritas para un testamento, conocidas como «Meditación ante la muerte», reveló que el fundamento de su vida espiritual estaba en la síntesis propuesta por San Agustín: «Miseria y misericordia; miseria mía y misericordia de Dios». Cuenta que en la documentación del proceso de su beatificación leyó que un secretario de Pablo VI dijo, comentando aquel axioma agustiniano, que el papa Montini confesaba que él consideraba un gran misterio el hecho de que, siendo mísero, viviera ante la misericordia de Dios58.

10. La ternura de Jesús alivia nuestra frágil humanidad y llama a tocar «la carne sufriente de los demás» (EG 270). Inspirada en sus palabras acerca del amor a sus hermanos más pequeños (Mt 25,31-46) la religión cristiana fomenta una cultura de la misericordia, que es la forma histórica del amor que se compadece y remedia los sufrimientos ajenos. Los gestos de Francisco encarnan la Iglesia samaritana, compasiva y solidaria, que se acerca a las víctimas de la explotación, el descarte, el tráfico y la trata de seres humanos. Para una Iglesia servidora de la justicia y el amor la misericordia también es una fuerza para cambiar los procesos históricos y sociales59.

V. LA PIRÁMIDE INVERTIDA: SINODALIDAD DEL PUEBLO DE DIOS EVANGELIZADOR

1. En conformidad con el Concilio Vaticano II, Francisco privilegia la noción ‘Pueblo de Dios’. Desde 1974, Jorge Bergoglio expresa que la Iglesia es el santo Pueblo fiel de Dios (EG 119).

La imagen de la Iglesia que más me gusta es la del santo Pueblo fiel de Dios. Es la definición que uso más y está tomada del número 12 de la Lumen gentium. La pertenencia a un pueblo tiene un fuerte valor teológico. Dios, en la historia de la salvación, ha salvado un pueblo. No existe una identidad plena sin pertenencia a un pueblo… El pueblo es sujeto. La Iglesia es el Pueblo de Dios en camino a través de la historia, con alegrías y dolores60.

2. Esta eclesiología se asocia a una línea de reflexión gestada en la comunidad teológica argentina61. La llamada «teología del pueblo» es un aporte original, aunque no agota nuestra teología. Ese nombre sintético es sugerente, pero puede ser simplificador si solo se emplea la palabra «pueblo» en sentido civil. Nuestra reflexión comprende dos sentidos análogos del término pueblo, uno eclesial y otro civil, con una desemejanza tan fuerte como su semejanza. Prefiero decir que Francisco asume, enriquece y universaliza la teología argentina del Pueblo de Dios, el/los pueblo/s y la pastoral popular, porque incluye una eclesiología del Pueblo de Dios, una teología de la sociedad, la cultura y la historia, y una teología pastoral, que considera la misión de la Iglesia a los pueblos y une la piedad popular con la opción por los pobres62. Sus grandes exponentes fueron Lucio Gera (1924-2012)63, y Rafael Tello (1917-2002), hoy estudiados en relación a Francisco64.

3. La gran novedad del pontificado de Francisco incluye la pequeña novedad de un primer conocimiento de esta teología. Con el Papa argentino la teología del Pueblo de Dios recupera el lugar central que le dio el Vaticano II y se desdibujó desde 1985 en documentos del magisterio. Francisco tiene una eclesiología del Pueblo de Dios y una teología del pueblo en los dos sentidos mencionados. Ambos aspectos están presentes en la exhortación Evangelii gaudium. El capítulo III se refiere a la Iglesia como el Pueblo de Dios peregrino en la historia y encarnado en las culturas (EG 115). El capítulo IV desarrolla principios que ayudan a construir la vida de los pueblos como comunidades históricas y configuran una cultura del encuentro (EG 217-237). En el Centenario de la Facultad de Teología de Buenos Aires él llamó a los teólogos a ser «hijos de su pueblo»65.

4. En 2015, en el Discurso en la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, Francisco se refirió a la sinodalidad como una «dimensión constitutiva de la Iglesia». La Iglesia sigue a Jesús, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Es la comunidad «del Camino del Señor» (Hch 9,2; 18,25). Este caminar juntos alcanza algunos momentos culminantes cuando ellos se reúnen juntos para discernir la marcha evangelizadora bajo el impulso del Espíritu y la guía de los pastores. Las asambleas son tiempos y espacios privilegiados de comunión para descubrir el paso de Dios auscultando los nuevos signos de los tiempos. La reunión de Jerusalén (Hch 15,4-29) que resolvió la crisis judaizante se expresó con la fórmula: «El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido…» (Hch 15,28). En ella participaron, de forma diversa, «los apóstoles, los ancianos y la Iglesia entera» (Hch 15,22). Ella es el paradigma del discernimiento espiritual, comunitario y apostólico en la historia de la Iglesia. El Papa jesuita, en la escuela ignaciana, invita a discernir juntos la voluntad de Dios para seguir caminando.

5. Francisco propone una Iglesia sinodal empleando la imagen de una pirámide invertida.

La sinodalidad, como dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico… Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su cumbre al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la «roca» (cf. Mt 16,18), aquel que debe «confirmar» a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32). Pero en esta Iglesia, como en una pirámide invertida, la cima se encuentra por debajo de la base66.

La pirámide invertida de la sinodalidad señala una forma de sentir, pensar y obrar en la Iglesia.

6. Esta inversión surge de la «revolución copernicana» producida por la constitución Lumen gentium. Al poner el capítulo segundo De Popolo Dei entre el primero, dedicado al misterio de la Iglesia, y el tercero, dedicado a su constitución jerárquica, introdujo una novedad doctrinal en la historia del magisterio y la teología. «Pueblo de Dios» designa el conjunto de los fieles cristianos, la Iglesia en la totalidad de sus miembros, el primado de la antropología cristiana. Afirma la igualdad bautismal fundamental de todos los miembros del Pueblo de Dios —previa a toda diversidad— por la inserción en el misterio de Cristo y la participación en su misión salvífica.

7. Francisco asume y repiensa el orden paradojal de la sinodalidad, según el cual la base del Pueblo de Dios es situada arriba, en la cúspide de la nueva figura piramidal, y el vértice petrino del ministerio apostólico se coloca abajo, dando un nuevo punto de apoyo. Este orden invertido mira el ministerio jerárquico —colegial y primacial— como servicio a la comunión del Pueblo de Dios. Ghislain Lafont hace una aguda observación sobre esta teología desarrollada por Francisco que vincula el primado del Amor de Dios y la primacía del Pueblo de Dios: «El orden sinodal es una manera de expresar el primado del Amor-Misericordia (de Dios) en el nivel de la Iglesia»67. Esta teo-lógica se expresa en las respectivas figuras del poliedro y la pirámide invertida.

8. Para el Papa una Iglesia sinodal implica renovar las instituciones que canalizan actitudes de escucha, diálogo, aprendizaje, iniciativa, recepción, intercambio, cooperación y participación. La doctrina del sensus fidei del Pueblo de Dios (LG 12), expresa el carácter de sujeto activo de los bautizados en el Espíritu de Cristo. La sinodalidad se expresa a nivel diocesano e interdiocesano en consejos, asambleas, sínodos, conferencias. A nivel de los procesos sinodales de la Iglesia entera procura integrar las voces del Pueblo de Dios, el Colegio Episcopal y el sucesor de Pedro.

Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra «Sínodo». Caminar juntos —laicos, pastores, Obispo de Roma— es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica… Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar «es más que oír» (EG 171). Es una escucha recíproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de verdad» (Jn 14,17), para conocer lo que él «dice a las Iglesias» (Ap 2,7)68.

En esta dirección, en el presente año 2018 se conoce un nuevo documento de la Comisión Teológica Internacional dedicado a «La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia».

VI. EL PARADIGMA: UNA REFORMA GUIADA POR LA CONVERSIÓN MISIONERA

1. Una reforma es un cambio hacia un estado mejor. Enseña Santo Tomás que las reformas buscan alcanzar una situación mejor: «in melius reformantur» (ST I, 45, 1, ad 1um). «Los cambios se especifican y dignifican no por su término ‘a quo’ sino por su término ‘ad quem’» (ad 2um).

2. Para Francisco la reforma es un proceso de conversión misionera —personal, comunitaria, pastoral, institucional— de todo el Pueblo de Dios y todos en el Pueblo de Dios. «La reforma de la Iglesia en salida misionera» (EG 17) se orienta a ser más plenamente «una Iglesia en salida» (EG 20-24). Las fórmulas «pastoral en conversión» (EG 25-33) o «conversión misionera» (EG 30) sintetizan la propuesta de Aparecida sobre conversión pastoral y renovación misionera (A 365-372).

 

3. La novedad del pontificado de Francisco está relacionada con la novedad de Aparecida. Ayer Bergoglio contribuyó con Aparecida; hoy Aparecida contribuye con Francisco. Él la asume con fidelidad creativa y pone la conversión misionera en el corazón de su programa reformador.

No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de la conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están (EG 25).

El espíritu de Aparecida se puede resumir en las frases nuevo Pentecostés y conversión pastoral. La V Conferencia significa un paso del Espíritu para intensificar nueva evangelización misionera (A 13) y permanente (A 551). Propone «una actitud de permanente conversión pastoral» (A 366) de todas las comunidades de los discípulos misioneros (A 368). «Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales» (A 365).

4. La Ecclesia semper reformanda es una Ecclesia in statu conversionis y una Ecclesia in statu missionis. La conversión misionera es la clave y la meta de una reforma de la Iglesia. Para Francisco «la salida misionera es el paradigma de toda la Iglesia» (EG 15). El Papa aplica su distinción entre la misión paradigmática y la misión programática69. Este programa convoca a reformar todas las estructuras eclesiales «para que se vuelvan más misioneras» (E 27), lo que incluye la conversión del papado y las estructuras del gobierno central de la Iglesia (EG 32).

5. Francisco plantea la conversión misionera de la Iglesia desde las periferias del Sur. Este proceso verifica de un modo nuevo lo afirmado en 1950 por Yves Congar. Varias reformas fueron inspiradas en un retorno a la pobreza evangélica y generaron un nuevo compromiso con los pobres. Este pontificado vuelve a reconocer el protagonismo de las periferias y los periféricos70.

Las iniciativas vienen sobre todo de la periferia. Con razón se ha dicho que la historia progresa desde las márgenes. Las márgenes están más cerca de la periferia que el centro. Además este, por su vocación propia de guardián de la estructura, prefiere lo definido a lo que busca y aspira a ser definido… La historia enseña también que las reformas emprendidas tan solo desde arriba, sin amplia participación de los elementos de la base, periféricos y populares, tienen poca eficacia… Pero si la mayoría de las iniciativas provienen de la periferia, si las reformas no tienen posibilidad de lograr más que si se apoyan sobre amplias corrientes apostólicas, unas y otras solo pueden realizar una reforma de la Iglesia, una reforma en la Iglesia, y no una ruptura, si son asumidas por la Iglesia, incorporadas en su unidad: eso se hace, concretamente, mediante la declaración y la aprobación de las autoridades, la consagración conferida al profetismo por la apostolicidad… En nuestra obediencia al Espíritu se halla inserta una especie de tensión, es decir, una relación entre dos polos igualmente necesarios. Y esta obediencia solo es plenamente verdadera si alcanza estos dos polos y llena el espacio que los separa. Los dos polos son la iniciativa periférica y su consagración por el centro…71.

6. Francisco promueve una reforma de la Iglesia y una transformación del mundo desde las periferias de los pobres y a la luz de la fe en Cristo: «El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo “se hizo pobre” (2 Cor 8,9)» (EG 197). Por eso él desea una Iglesia pobre y de los pobres. La opción preferencial por los pobres es el vínculo profundo entre todas las corrientes de la teología latinoamericana de la liberación, incluyendo la teología argentina del pueblo. Francisco ofrece una notable reflexión bíblico-teológica sobre «los pobres en el corazón de Dios y de la Iglesia» (EG 186-216). Conociendo la tradición me animo a decir que ese texto tiene la mejor exposición del magisterio pontificio sobre Cristo, la Iglesia y los pobres72.

7. La misericordia de Dios en Cristo mueve a construir puentes entre las personas y los pueblos.

Todos los muros caen. Todos. No nos dejemos engañar. Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación… Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde, pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto–puente de los pueblos frente al proyecto–muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral73.

VII. LA REVOLUCIÓN DE UNA ECCLESIA REFORMATA ET SEMPER REFORMANDA

1. La reforma no es solo reforma de la curia sino de toda la Iglesia y de todos en la Iglesia. Las reformas se realizan a través de procesos sinodales animados por el don del reino de Dios inaugurado en la Pascua de Cristo, lo que requiere caminar marcando un agudo sentido del tiempo. La peregrinación en el tiempo reclama la virtud teologal de la esperanza; las virtudes del área de la fortaleza: perseverancia, paciencia, magnanimidad, audacia; mucha prudencia y más misericordia (EG 44). Una reforma sinodal de la Iglesia implica animar procesos renovadores participativos irreversibles, como el que se dio en el proceso sinodal en torno al matrimonio y la familia. En esa línea el Papa anima a «ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios» (EG 223).

La reforma sinodal del Pueblo de Dios en la cabeza y en los miembros requiere abordar muchas cuestiones pendientes. Aquí basta nombrar una sola: la necesidad de institucionalizar mejor los vínculos fraternos de los ministros ordenados con todos los fieles porque «los laicos son, simplemente, la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados» (EG 102). Este proceso implica superar tantas formas de clericalismo y de centralismo propias de la imagen piramidal de la Iglesia. En esa línea se orientan la preocupación por delinear la figura del obispo y el presbítero como un pastor que va delante, al lado y detrás del pueblo que se le confía (EG 31)74, y la promulgación de la nueva Ratio para la formación presbiteral75.

2. Solo los papas pueden reformar el papado. Francisco se inscribe entre los papas reformadores. Esta conciencia de recibir una misión reformadora está expresada en el nombre elegido por el Papa argentino. La reforma de la Curia, fijada por el decreto Christus dominus, ha comprometido a tres papas. Pablo VI tenía conciencia y voluntad de llevar adelante la renovación conciliar en todos los planos, sobre todo en las reformas de la liturgia y el gobierno. Instituyó el Sínodo de los obispos, reformó el Colegio de los cardenales, e inició el reordenamiento de la curia con la constitución Regimini Ecclesiae universae, luego modificada por la constitución Pastor bonus de Juan Pablo II76. Benedicto XVI ha reconocido que Francisco tiene el carisma de ser «el hombre de la reforma práctica»77. En su discurso a los miembros de la curia romana en 2017 el Papa se refirió a su ministerio como primado diaconal, remitiendo al título Servus servorum Dei, que expresa la vocación de unirse a Cristo en su forma de siervo (Flp 2,7). Y pidió a quienes trabajan en la curia ejercer una diaconía ministerial y curial para el bien y el servicio de las Iglesias.

3. La reforma profunda de la Iglesia —no meramente disciplinar— es una obra del Espíritu Santo que la renueva (LG 4). Exige una gran docilidad para ser un conductor conducido por el Espíritu.

La reforma de la Iglesia —y la Iglesia es semper reformanda— es ajena al pelagianismo. Ella no se agota en el enésimo proyecto para cambiar las estructuras. Significa, en cambio, injertarse y radicarse en Cristo, dejándose conducir por el Espíritu Santo. Entonces todo será posible con ingenio y creatividad78 .

Francisco insiste en que las reformas profundas nacen de los corazones y arraigan en las actitudes. Un proceso de reforma implica dar pasos en el camino de la conversión personal y comunitaria hacia la santidad, que es la plena comunión con Cristo en el amor. Para Bergoglio, «en la historia de la Iglesia católica los verdaderos renovadores son los santos. Ellos son los verdaderos reformadores, los que cambian, transforman, llevan adelante y resucitan el camino espiritual»79. La santidad de vida es el corazón de una Ecclesia reformata et semper reformanda.

4. Se articulan la revolución del cristianismo y la reforma de la Iglesia, más allá del debate acerca del sentido y la pertinencia de las palabras. Ya en Buenos Aires Bergoglio afirmaba que la fe es revolucionaria y que Jesucristo inició la revolución de la ternura80. Esta última frase tiene un sentido similar a la expresión empleada en Alemania por Benedicto XVI: la revolución del amor81. No hay temor para que aquella sostenga una hermenéutica de la reforma en fidelidad creativa82.

5. La doble dimensión mística e histórica de esta realidad, superior a su idea, requiere una teología que piense el primado de la ternura de Dios en la renovación de la Iglesia y la transformación de la sociedad. En 2015 celebramos el centenario de la Facultad de Teología de Buenos Aires. En ese jubileo el Papa, Gran Canciller de la Facultad de 1998 a 2013, envió una carta a su sucesor por la cual invitó a la comunidad académica a buscar «una unión entre la teología, la espiritualidad y la pastoral a la luz de la misericordia y en la senda del Vaticano II»83. Esta tarea está siendo realizada por muchos pensadores cristianos en distintos idiomas y continentes. En esa línea hay una rica refexión teológica —dogmática, moral y pastoral— y filosófica acerca de la misericodia84.

6. La fe reconoce una misteriosa continuidad entre la experiencia mariana y la experiencia maternal de la Iglesia85. La maternidad pastoral expresa que toda la Iglesia es mariana y María es icono de su misterio. La misericordia de Dios nos llega a través de la ternura maternal de María y de la Iglesia. Nuestros pueblos «encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María» (A 265).

7. En 2016, en el discurso a los obispos de México, Francisco se refirió al intercambio de miradas entre La Virgen de Guadalupe y el pueblo. Confesó que había reflexionado sobre el misterio de esa mirada y que deseaba mirar a María y ser alcanzado por la ternura de sus ojos.

Como hizo San Juan Diego y lo hicieron las sucesivas generaciones de los hijos de la Guadalupana, también el Papa cultivaba desde hace tiempo el deseo de mirarla. Más aún, quería yo mismo ser alcanzado por su mirada materna. He reflexionado mucho sobre el misterio de esta mirada y les ruego que acojan o que brota de mi corazón de Pastor en este momento. Ante todo, la «Virgen Morenita» nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia86.

8. María, «vida, dulzura y esperanza nuestra», es el signo transparente de la revolución de la ternura de Dios y la renovación misionera de la Iglesia. Ella muestra que la ternura es revolucionaria.

Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño… Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización (EG 288).