Martí de Viciana: Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino

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Tomado el orden y assiento de aquel reino, dexándolo en paz y sosiego y a buen recaudo, el rey don Pedro se bolvió a Barcelona, donde halló un embaxador del rey de Francia que venía para tratar con el rey de Aragón que mandasse dar licencia para armar diez galeras en Barcelona, y que fuesse el general dellas don Francisco de Perillós.32 E para todo esto el embaxador trahía comissión, dineros e instrucciones conformes al negocio. Y el rey don Pedro fue contento de complazer al rey de Francia, como se lo pedía. E assí el embaxador trató del negocio con el don Francisco de Perillós. E por su crehencia le dixo que el rey de Francia, su señor, estava muy confiado de la prudencia y destreza del don Francisco que le devía por ser francés y de la casa del conde de Tolosa que, por ende le nombrava capitán general de la armada de la mar. E que su officio havía de ser navegar para Inglaterra y contra todas las tierras y vasallos del rey inglés, haziéndoles // todo el daño possible, por inquietarles y turbarles en la guerra que hazían por la parte de Gales. E assí el don Francisco tomó cargo de la armada, y aquella, bien adereçada y provehída, partió de Barcelona y con próspero viento navegaron; passando el estrecho aportaron a Santlúcar de Barrameda. Y en el puerto del río de Guadalquevir, tomó dos navíos de plazentines cargados de azeite como a ropa y bienes de genovesses, con quien los catalanes tenían guerra. El rey don Pedro de Castilla33 a la sazón se halló presente en Santlúcar y embió un cavallero nombrado Gutier Gómez y Juan Alonso de Mayorga, secretario, para que de su parte hablasen al capitán de las galeras, diziéndole que no devía tomar aquellos navíos de plazentines, porque era ropa de mercaderes que tratavan en sus tierras, siquiera por honor y reverencia del rey de Castilla que estava presente. Y el capitán de la armada les respondió que el rey de Castilla le perdonase que, pues no era ropa suya ni de sus vassallos, ni tampoco les podía asegurar de tormenta de la mar, ni de enemigos que no se diesse acato dello, quanto más que él les prendía como a ropa de enemigos y de buena guerra. Otra vez embió el rey de Castilla a dezírselo mostrando el sentimiento que dello tenía, amenazándole que si no restituhía la presa, que mandaría prender las personas y bienes de todos los mercaderes catalanes que hallaría en Sevilla. Pero por todo ello, el don Francisco de Perillós no quiso restituir la presa, sino que la vendió por setecientas doblas. E dende allí se passó en Inglaterra, donde hizo tan grande estrago por aquella tierra, que tenía atemorisados no sólo los marineros, empero a todos los pueblos marítimos. E quando el rey de Francia se lo mandó, se bolvió para Barcelona.

Mientra don Francisco de Perillós hizo su viaje, fueron presos en Sevilla todos los ||3 catalanes mercaderes, y ponerlos en hierros y sus mercadurías venderlas. Y escrivió una carta para el rey don Pedro de Aragón,34 y con ella embió un cavallero de su casa llamado Gil Velazques de Segovia, diziéndole cómo un capitán de su tierra, con diez galeras y un leño, cabe Santlúcar de Barrameda, havía tomado dos navíos de plazentines en su presencia, catándole muy poca honra y menos cortesía, con mucha desvergüença, e que embiándole a requerir que los restituyesse no hizo caso de cosa alguna; que por ende le requería que le hiziesse entregar aquel capitán suyo que esta deshonra le havía hecho. E assí, llegado el cavallero en Barcelona, dio la carta al rey don Pedro de Aragón y explicó su embaxada. A la qual el rey de Aragón respondió que el capitán de las galeras no estava en sus tierras, e que siempre que tornase en ellas y le pidiessen justicia, provada que fuesse la culpa del capitán, él le castigaría de tal manera que el rey de Castilla quedase satisfecho. E como el Gil Velazques entendió la respuesta del rey de Aragón, que no convenía para lo que pedía el rey de Castilla, respondió en esta manera:

— Rey, la crehencia que el rey de Castilla, mi amo, me manda que diga por su carta es que, pues no queréis entregar al capitán de las galeras, que desafía a vós y ha todo vuestro reino de Aragón.

Allegando ciertas pretensiones por parte del rey de Castilla para dar escusasión del rompimiento de la paz. A todas las quales el rey de Aragón satisfizo, según lo escrive Miguel Carbonell.35 E assí quedaron rompidos de la paz. Y por causa del don Francisco de Perillós, a quien el rey favorescía, se escomençó la guerra entre los reyes don Pedro el Cruel de Castilla y don Pedro de Aragón, en el año de mil trezientos cincuenta y seis, y del reinado del de Castilla, séptimo, y de su hedad, veinteitrez.36

Tornando en Barcelona el don Francisco de Perillós // con sus galeras de la navegación de Inglaterra, passó en Francia para dar al christianíssimo rey de Francia relación, cuenta y descargo de la armada y suscesso della. Y como el rey de Francia le vido muy humanamente y con cara serena, le rescibió, y después le hizo su capitán general y almirante de Francia, y su camarero, e le hizo merced que como a su deudo descendiente de la casa de Tolosa y por los officios que le encomendara, que tomasse y llevasse en sus escudos y banderas y entre sus armas propias las armas reales de Francia, que son, en campo azul, trez flores de lis de oro.

E tomada licencia de su señor, el rey de Francia, y rescebidas las mercedes antedichas y otras que el rey de Francia en dineros y joyas le hizo, se vino para Barcelona. Y con el rey de Aragón se embarcó en las galeras para Mallorca, porque el rey de Castilla con sus galeras maltratava los insulanos. Y llegados a Mallorca, huvieron nuevas que ciertas galeras de Castilla estavan en Formentera. Y el rey de Aragón mandó al don Francisco de Perillós que con sus galeras navegasse para allá. E como fue descubierto de los enemigos, las galeras de Castilla se pusieron a la mar, y el don Francisco les dio caça hasta Cartagena. Y entradas en el puerto, el don Francisco se bolvió, dende un isleo que nombran la isla Grosa, para Mallorca. Y el rey don Pedro, holgándose con él, le hizo merced de las varonías de Seret y de Millás, en Rosellón.37 ||3v

Cresciendo la guerra de Castilla contra el rey de Aragón, tuvo alguna nescessidad el rey de Aragón de gente y de dinero. Y para este remedio el rey de Aragón embió a don Francisco de Perillós en Aviñón, al papa, del qual huvo cient mil florines para el socorro de la guerra, y del rey de Francia otros cient mil florines. Y con éste dinero pagó ciertas compañías de gentes desmandadas que en las partes de Aviñón enojavan al papa y al rey, y a los pueblos y para España eran necessarias. El don Francisco de Perillós, mientra tratava el negocio de la gente, embió a Bretaña por don Bertrán de Claquí, su hermano, y dende allá vino y le truxo al senescal de Francia; Hugo de Caviley, cavallero inglés; al conde de Marca y el Cavallero Verde, y muchos otros cavalleros y banderas de infantería, de todo lo qual fue general el don Bertrán de Claquí.38 E caminando por sus jornadas llegaron en segundo día de henero en Barcelona año 1366, adonde el rey les esperava y les salió a rescebir. Después, el día de los Reyes, a seis de henero, el rey les combidó a comer y assentó a su mano derecha a don Bertrán de Claquí, general, y a la otra mano del rey el infante, su hijo, y después el senescal Hugo de Caviley, el Conde de Marca y el Cavallero Verde. Havía en la sala otras messas donde se assentaron a comer muchos cavalleros y capitanes de las compañías del don Bertrán de Claquí.39

Después, a nueve del mesmo mes de henero, el rey hizo merced a don Bertrán de Claquí de la ciudad de Borja, en Aragón, con título de conde, y de los castillos, villas y lugares de Elda y Novelda en este reino de Valencia, según paresce por privilegio dato en Barcelona en el mesmo día. E más, le dio cient mil florines para pagar la gente que trahía. E quarenta mil florines para su persona, y le prometió acrescentarle su estado // con darle Magallón y sus tierras, y casarle a su hermano en España, y darle mayor estado y pagar los daños que rescibirían sus gentes francesas en la entrada de Castilla.

Don Bertrán de Claquí, de quien los historiadores de su tiempo hazen mucha cuenta y, según tenemos entendido por Thomic, y por Juan Bonchet de Aquitania, y Roberto Gaguino y muchos otros historiadores franceses cuyas obras havemos leído, hallamos que su origen fue de la casa de Bertrán, de tierra de Perillach. E que de allí se fue a las guerras del rey de Francia en las partes de Bretaña, adonde mudó el appellido según costumbres de guerra, y fue por los unos nombrado don Bertrán Bretón y por otros don Bertrán de Claquí. E assí él mudó el appellido de Bertrán en el Claquí, y don Remón y don Francisco, sus hermanos, que vinieron en España se nombraron de Perillós.40

Fue el don Bertrán de Claquí cavallero de mucha prudencia, consejo y valor, como lo siente Juan Bonchet, diziendo que si los Scipiones Africanos y otros capitanes romanos, Godofredo de Bullón, Mario, Graco, Catón, Decio, Fabio, Camillo, Emilio y Pompeyo fueron muy valerosos y señalados varones, que en Francia también se hallaran otros tantos como fueron Carlo Martello, Roldán, Oliveros y muchos otros de los pares de Francia, y este nuestro illustre don Bertrán de Claquí. ||4 También recita Roberto Gaguino que el rey de Francia, año de 1364, le hizo merced de Longa Vila. Esta Longa Vila los vulgares nombraron Guifarda, e también le hizo su condestable.

Otrosí tenemos de la Chrónica del rey don Pedro de Castilla que en primero de abril del año 1367 que el príncipe de Gales embió una carta al rey don Enrique del tenor que se sigue:41

Aduarte, hijo primogénito del rey de Inglaterra, príncipe de Gales y de Guiayna, duque de Cornualla y conde de Lestre,42 al noble y poderoso príncipe don Enrique, conde de Trastámara.

 

Sabed que en estos días passados el muy poderoso y alto príncipe don Pedro, rey de Castilla y de León,43 nuestro muy caro y amado pariente, llegó en las partes de Guiayna, donde estávamos, e fízonos entender que cuando el rey don Alonso,44 su padre, murió, que todos los de los dichos reinos de Castilla y de León, pasíficamente le rescibieron y tomaron por su rey y señor. Entre los quales vós fuistes de los que assí le obedecieron y estuvistes gran tiempo en su obediencia. Y que después entrastes con gentes de guerra en sus reinos, y que se los ocupastes, y vos nombrastes rey de Castilla y de León, y le tomastes sus thesoros y rentas y tierras. Y que dezís que lo defenderéis dél y de quien le ayudare. De que mucho nos maravillamos que un tan noble como vós he hijo de rey hagades cosas que vos sean vergonçosas, por hazer contra vuestro rey y señor.

Y todas estas cosas las embio a mostrar a mi padre, el rey de Inglaterra, con que le requería que por el deudo que havía entre las casas de Castilla y Inglaterra, e por la liga que el rey don Pedro tenía hecha con mi padre y conmigo, que le quisiéssemos ayudar a tornar en su reino. Y el rey, mi padre, viendo que el rey don Pedro, su pariente, le embiava a pedir cosa justa y razonable a que // todo rey deve ayudar, plúgole de lo assí hazer, y embiónos a mandar que con todos sus vassallos viniéssemos a ayudar y confortar al rey don Pedro, según que a su honra cumplía, pues le hazíades sin razón, por la qual causa somos venidos y estamos en el lugar de Navarrete, que es en los términos de Castilla; e porque si voluntad fuesse de Dios que se pudiesse escusar el derramamiento de sangre humana, como acontecerá si en batalla entramos, lo que sabe Dios quanto nos desplaze. Por ende vos rogamos he requerimos, de parte de Dios y del mártir sancto Jeorge, que, si vos plaze, seremos medianero entre el dicho rey don Pedro y vós, en que trabajaremos que vos ayades en los sus reinos y en la su buena gracia y merced tan gran parte con que muy honradamente podades passar y mantener vuestro estado. E si algunas cosas fueren menester de librar entre él y vós, confiamos en la merced de Dios ponerlas en tal estado de que seréis contento. E si esto no vos plaze y queredes que se libre por batalla, sabe Dios que nos desplaze dello. Empero no podemos escusar de ir con el dicho rey don Pedro, nuestro pariente, por su reino. Y si algunos le quisieren embargar los caminos, le ayudaremos con la gracia de Dios.

Escrita en Navarrete, villa de Castilla, el primero día de abril año de 1367.

Rescibida la carta antedicha por el rey don Enrique por un faraute del príncipe de Gales, luego le mandó dar un rico vestido y después se entró en una cámara con don Bertrán de Claquí, condestable de Francia. Y leída la carta por ellos, vinieron a considerar lo que dezía el príncipe de Gales, que desseava la pasificación de los dos hermanos, empero que, por estar las cosas tan adelante, los que seguían la boz del rey don Enrique serían maltratados del rey don Pedro que, por ende se le embiasse la carta que se sigue: ||4v

Don Enrique, por la gracia de Dios rey de Castilla.

Al muy alto y poderoso príncipe don Aduarte, hijo primogénito del rey de Inglaterra, e príncipe de Gales, e duque de Cornualla e conde de Lestre.

Rescebimos por un vuestro faraute una vuestra carta, en la qual se contenían muchas razones que fueron dichas por parte de esse nuestro adversario que ahí es. E no nos paresce que havedes seydo bien informado de cómo el nuestro adversario, en los tiempos passados que tuvo estos reinos, los rigió en tal manera que todos los que lo saben se maravillan, porque tanto él aya sido sofrido en el señorío que tuvo. Porque todos los de Castilla y de León con muy grandes trabajos, daños, e peligros, e muertes e manzillas, sostuvieron las obras que él hizo fasta aquí, e no lo pudieron más encubrir ni sofrir, las quales obras serían largas de contar. E Dios, por su merced, huvo piedad de todos los destos reinos porque no fuesse este mal de cada día más, no lo deshaziendo hombre de su señorío ninguna cosa, salvo obediencia.

Y estando todos con él para le ayudar e servir e para defender en la ciudad de Burgos, Dios dio sentencia contra él que él de su propia voluntad la desamparasse y se fuesse. E todos los de los reinos de Castilla y de León huvieron dende muy gran plazer, teniendo que Dios les havía embiado su misericordia para los librar del su señorío, tan cruel, y tan duro y peligroso como lo havían tenido y tenían. E todos los de los dichos reinos, de su voluntad propia, vinieron a nos tomar por su rey y señor, assí perlados como cavalleros e hijosdalgos, como ciudades e villas. Por tanto, entendemos por estas cosas sobredichas que esto fue obra de Dios, porque de todos los de los dichos reinos nos fue dado. E, por ende vós no havedes razón ninguna de nos estorbar, porque si batalla huviere de ser, sabe Dios que a mí desplaze. Empero || no podemos escusar de poner nuestro cuerpo en deffención destos reinos, a quien tanto tenidos somos, contra cualquier que contra ellos quisiere ser. E, por ende vos rogamos he requerimos, con Dios y con el apóstol Sanctiago, que no queráis entrar assí poderosamente en estos reinos haziendo en ellos daño alguno. E vós, haziéndolo assí, podemos escusar la batalla.Y en otro caso no podemos escusar de los deffender con ayuda de Dios.

Escrita en el nuestro real, a cerca de Nájera, a dos días de abril año de mil trezientos sesenta siete.45

De manera que la batalla no se pudo escusar. Y para ella, en cada uno de los dos exércitos, se pusieron en orden todas las cosas de la guerra. Y venido el sábado de la semana de Lázaro, que se contava a seis de abril año 1367, se dio la batalla cabe Nájera, en la qual vencieron los de la parte del rey don Pedro. E fueron muertos de la parte del rey don Enrique Garcilaso de la Vega, Sancho Sanches de Rojas, Juan de Mendoça y otros cavalleros hasta quatrocientos hombres de armas. E fueron presos el conde don Sancho, hermano del rey don Enrique; don Bertrán de Claquí, condestable de Francia, y el mariscal de Francia; e don Phelippe de Castro; e Pero Ferrandes de Velasco; e Juan Remírez de Arellano; y el conde de Denia y marqués de Villena; e Martín Roiz de Biedma; don Pero Boil; Garci Juffre Tenorio; Gómez Carrillo de Quintana, camarero mayor del rey don Enrique.

Don Bertrán de Claquí fue preso en esta batalla, de que el príncipe de Gales se holgó mucho. Empero más quisiera que fuera muerto, porque el don

Bertrán era cavallero muy guerrero, valiente y cuerdo y siempre le havía sido capital enemigo en las guerras de Francia contra Inglaterra. Y assí le mandó llevar preso ha Bordeus y tenerle a buen recaudo. ||5 Don Bertrán de Claquí, detenido en prisión en Bordeus después de estar en trabajos por algunos días, quando supo que el príncipe de Gales fue llegado a Bordeus, tomó consolación porque tenía esperança de su salida por vía de talla he rescate. E assí embió un cavallero al príncipe de Gales, rogándole que le hiziesse merced de admetirle ha talla, porque mejor le sería haver alguna moneda por su rescate que no tenerle allí preso. El príncipe pensó en ello y acordó que por ser el don Bertrán de Claquí cavallero valeroso, y que en la guerra le era adversario muy enojoso que, por ende sería mejor que durante la guerra de Francia contra Inglaterra que estuviesse preso, que más valía perder lo que su redempción poría montar que no delibrarlo.

Esta respuesta dio el cavallero al don Bertrán, al qual cavallero el don Bertrán luego satisfizo con estas palabras, diziendo assí:

— Cavallero, dezid a mi señor, el príncipe de Gales, que Dios me haze en esto grande merced, entre muchas honras que en este mundo huve de cavallería, que mi lança sea tan temida que cause que yo sea detenido en prisión durante las guerras entre Francia he Inglaterra, y no por otra causa, e que pues assí es, yo tengo por más honrada mi prisión que mi delibrança, e que yo lo rescibo en grande merced, porque el prez de la cavallería en esto consiste y no en la vida, que passa de corrida.

Quando el príncipe supo la respuesta del don Bertrán, mandó al cavallero que dixesse al don Bertrán que le plazía de admetirle ha redempción por la talla que hará, he no le demandará más aunque fuesse una sola paja del suelo, que por aquella le libertará. Y esto hizo el príncipe, porque quanto menor sería el precio, tanto menos honra llevaría. El don Bertrán, que sabio varón era, entendió al príncipe y dixo al cavallero:

— Yo tengo en mucha merced al príncipe, mi señor, esto que me embía ha dezir, y pues assí es que lo dexa a // mi voluntad, yo tasso por mi rescate cien mil francos de oro, y estos le daré dentro breve término, y por seguridad le daré buenos recaudos.

Quando el príncipe lo supo, se maravilló dello y acceptó la talla. Entonces, el don Bertrán embió cartas a sus deudos y amigos. Y aquéllos, de presto, le acudieron con embiarle sus criados con poderes para se obligar y empeñar los sellos de las armas propias de cada uno dellos, y depositarlos en poder del príncipe de Gales por la cantidad del dinero que don Bertrán concertaría. Este empeñar de sellos fue havida por la mayor obligación que cavallero o varón de linage puede dar, porque dizen ellos que empeñar el sello es empeñar su nombre y armas, en que consiste la principal honor del cavallero. Y, por ende el príncipe se contentó de la obligación y empeñamiento de los sellos, por tenerla por más segura de todas las obligaciones que cavalleros pueden hazer. Y assí el don Bertrán assentó con el príncipe cada sello de aquellos por quanta cantía se le empeñava e dentro qué término se havía de pagar. Y concluido el negocio, don Bertrán fue delibrado.

Partióse don Bertrán de Bordeus, y caminando por sus jornadas llegó a París, donde fue ha visitar a su señor, el christianíssimo don Carlos, rey de Francia,46 al qual, el rey de Francia, con mucho amor y plazer rescibió, preguntándole de su prisión y del rescate y de todo lo que passó con el príncipe de Gales. Entonces, el rey de Francia le dixo:

— Don Bertrán de Claquí, pues havéis sido tan cuerdo y honrado en el tratar de vuestro rescate, yo mando que por mi thesorero se libren al príncipe de Gales los cient mil francos de oro y que se dessempeñen los sellos y se tornen a vuestros parientes y amigos. E más, mando que se os den treinta mil francos de oro para apercebiros a la guerra.

Y assí el príncipe fue pagado y los cavalleros ganaron honra por la obligación; ||5v don Bertrán de Claquí ganó por su honor renombre de gloriosa fama y el rey de Francia ganó por su magnanimidad obligación de servicio. Y el don Bertrán, en las guerras que suscedieron, no perdió pues honra, y con despojos de los ingleses y castellanos recobró duble el rescate.

El rey don Enrique, después de la rota de la batalla, se passó en Francia, y rehizo su exército y tornó para Castilla. Y después de salido el don Bertrán de Claquí de la prisión, hizo quinientas lanças y se vino para Castilla por valer al rey don Enrique, al qual el rey le hizo merced del condado de Trastámara. E siguiendo la jornada de la guerra, un miércoles a 14 de março del año 1369, el rey don Enrique, por consejo del don Bertrán de Claquí, dio la batalla de asalto al rey don Pedro. Y rompido que fue el rey don Pedro, se fue huyendo ha más andar para el castillo de Montiel, confiando de ciertas compañías de cavallos y infantería que le havían de acudir, lo que todo fue en vano, porque en saber la rota de la batalla, los que havían de venir más se le alexavan. El rey don Enrique, pues tenía encerrado en el castillo de Montiel al rey don Pedro, mandó hazer muro de piedra que le cercasse, porque no se pudiesse ir el rey don Pedro. E como el rey don Pedro se vido cercado en Montiel, sin provisiones ni mantenimientos para comer ni bever, pensó de embiar de noche a Men Rodríguez de Senabria, cavallero de su casa, a don Bertrán de Claquí, encomendándole el negocio que luego se dirá y es que el Men Rodríguez dixo al don Bertrán de Claquí que, pues era cavallero acostumbrado de hazer hazañas de nobles y buenos hechos, que el rey don Pedro le rogava que le ayudasse en ponerle en salvo y seguro, y no permitiesse que huviesse assí de morir; e que le prometía dar a Soria, Almaçán, Atiença, Montagudo, Deça y Morón // por juro de heredad, para él y a quien quisiere, e dosientas mil doblas castellanas de oro.47 El don Bertrán de Claquí respondió:

— Amigo Men Rodríguez, vós bien sabéis que yo soy cavallero, y condestable y vassallo natural de mi señor, el rey de Francia, e por su mandado he venido ha servir al rey don Enrique, y que el rey don Pedro tiene la parte y es aliado con el rey de Inglaterra, especialmente contra el rey de Francia, mi señor. E que aquí estoy con el rey don Enrique a sus gajes y sueldo, e que, por ende no puedo hazer cosa que no sea ha su honra y servicio, ni vós me lo devéis aconsejar.

 

Y assí se bolvió el Men Rodríguez sin concluir en el negocio que truxo. El rey don Pedro, cercado en Montiel, amedrantado de su enemigo, nescessitado de mantenimientos, desconfiado de los suyos he confiado más de lo que devía de Men Rodríguez, una noche se aventuró a salir del castillo ensima de un cavallo, y en su compañía don Fernando de Castro, Diego Gonçales de Oviedo y Men Rodríguez de Senabria. Y se entró en la posada de don Bertrán y se apeó del cavallo diziendo:

— Don Bertrán, cavalgad que tiempo es que vamos.

E don Bertrán se maravilló mucho de verle. Y en esto entró el rey don Enrique y travó del rey don Pedro, y con una daga le mató a 23 de março año de 1369.48

Aquí se ha de notar la fin y muerte de este rey desventurado, pues mató tantos que no se lo merescían; porque en Talavera de la Reina mandó matar a doña Leonor de Guzmán, madre del rey don Enrique; en Burgos, a Garcilaso de la Vega, adelantado mayor de Castilla; en Aguilar, a don Alonso Fernández Coronel y a Juan Alonso Carrillo, Pero Coronel, don Juan Gonçales Daça, Ponce Días de Quesada, Rodrigo Yáñez de Biedma, muy principales ||6 cavalleros. Y mandó derribar los muros de Aguilar. Depositó del maestrazgo de Calatrava a don Juan Núñez de Prado y dio el maestrazgo a don Diego García de Padilla. Y después mandó matar al don Juan Núñez de Prado en el alcáçar de Maqueda, donde le tenía preso. Casó este rey don Pedro con doña Blanca de Borbón, y siendo la reina biva casó con doña Juana de Castro. Depositó del maestrasgo de Sanctiago a don Fadrique, su hermano, y dio el maestrasgo a don Juan García de Villagera, hermano de doña María de Padilla. Mandó matar a don Juan Alonso, señor de Alburquerque, por medio de un médico, que por dar medicina curativa le dio xarave entoxicado. En la semana de Ramos mandó matar a don Pero Roíz de Villegas, adelantado mayor de Castilla, y a Sancho Roíz de Rojas y a Martín Díaz, escudero del Pero Roíz. En Toledo mandó matar a Fernán Sánchez de Rojas y Alonso Gómez, comendador mayor de Ottos, de la orden de Calatrava, e veintedós hombres ciudadanos honrados del común de la ciudad. En el alcáçar de Sevilla mató a don Fadrique, su hermano, maestre [de] Sanctiago; a Sánchez Roíz de Villegas, camarero del maestre, y a seis otros cavalleros. Mató en Bilbao de Vizcaya a su primo, el infante don Juan. Mandó matar a la reina doña Leonor, hermana del rey don Alonso, su padre, y madre del infante don Fernando de Aragón, marqués de Tortosa y señor de Albarrazín. En Sevilla mató a doña Juana, muger del conde don Tello, su hermano. En Xerez mandó matar a su muger, la reina doña Blanca de Borbón, y a || doña Isabel de Lara, hija del infante don Juan que antes havía muerto en Bilbao. En Carmona mandó matar a don Pedro y a don Juan, sus hermanos, hijos del rey don Alonso y de doña Leonor de Guzmán. Mató a Peralvárez Osorio, adelantado de León, y al arcidiano don Diego Arias Maldonado. En Sevilla mató a don Pero Núñez de Guzmán. Día de sant Pedro mató al arçobispo de Sanctiago y a Perálvarez, dehán de Sanctiago.

Fue tan cruel este rey don Pedro, según se escrive en su propia chrónica, que no perdonava al ecclesiástico, pariente ni amigo, varón ni muger, viejo ni moço. Y assí no havía de faltar el justo juizio de Dios y la palabra del sancto Evangelio que dize: «Qual hizieres tal rescibieres»,49 como se cumplió quando le mató don Enrique, su hermano natural, en Muntiel, después de haverle rompido en el campo y encerrado en la fuerfa. E porque si algunos quisieren culpar a don Bertrán de Claquí porque no salvó al rey don Pedro, pues se le vino a meter por las puertas de su estancia, a sus pretenciones respondemos con lo que antes diximos, y que a Men Rodríguez de Senabria el don Bertrán respondió como buen cavallero y no le dixo palabra alguna de confiança, y si el rey don Pedro, turbado por su peccado o por la confiança imaginada, se vino a la estancia del don Beltrán a cavallo y armado con los tres cavalleros que antes diximos, el don Bertrán no le rescibió, ni hospedó ni saludó, ni aun le respondió ni le mató, sino que por vengança de sus malas obras y por la clamor de sangres de tantos innocentes, permitió Dios que los ojos del entendimiento se le encegaron, y propusso de confiar de su enemigo sin merescerlo, para que su crueldad del todo acabasse. E por ||6v ventura si culpa alguna a persona se puede atribuir sería a Men Rodríguez de Senabria, al qual el rey don Enrique, después de la muerte del rey don Pedro, hizo merced en Galizia de dos lugares, que son: Alares y Marmanda, en tenencia y a Coimbra por juro de heredad. Otros huvo que no creyeron que Men Rodríguez lo hiziera, porque era buen cavallero. En fin, daremos por inmunes a todos sino es al muerto, pues que lo devía y se lo procuró. E para concluir en esto diremos que no hay consejo contra el Señor.

Fenescidas las guerras de Castilla y tomada possessión por el rey don Enrique,50 don Bertrán de Claquí se bolvió para Francia donde tenía sus estados. Este don Bertrán de Claquí, según escriven los choronistas de Aragón, havía vendido, por los años de mil y trezientos setenta y cinco al rey don Enrique, Soria y Molina por gran suma de dineros, y que al tiempo de su partida, el rey le quedó deviendo quarenta mil francos de oro, por los quales le entregó en rehenes a don Juan Remírez de Arellano, y a Pero Gómez y a doña Isabel de Villegas, y que estas rehenes embargó el duque de Girona y governador general en la Corona de Aragón, porque no se las llevase don Bertrán de Claquí en Francia. E, por ende se assentó el negocio que Pero Gómez y doña Isabel se entregassen al vezconde de Roda, hermano del don Bertrán de Claquí, con condición que si el rey de Aragón dentro de seis semanas pagase veinteiún mil franco de oro, se le restituyessen Pero Gómez y doña Isabel, e si no los pagasse, que les entregasse el vezconde a su hermano don Bertrán. E que el rey de Aragón pagaría, por delibrar a don Juan Remírez de Arellano, quinze mil francos de oro.

Tornando a proseguir nuestra historia del don Francisco de Perillós, vezconde de Roda, hallamos por los antedichos // historiadores que, año de mil y trezientos setenta quatro, el rey de Aragón le embió con sus galeras en el reino de Inglaterra para tratar confederación y aliança con el duque Delencaustre. Y a la buelta, en la costa de Granada, fue preso y llevado ante el rey Mahometo de Granada, y le mandó tener preso por represalia de una nave del rey de Granada que en los mares de Túnez le havía tomado Pero Benaldo, capitán de galeras del rey de Aragón. E assí se procuró la deliberación del embaxador preso con la reintegración de la nave al rey agareno.

Puesto en libertad el vezconde de Roda y buelto a Barcelona, hizo su relación de la embaxada que se le encomendara y del viaje, captiverio y trabajos que havía passado, y por el rey le fue todo admitido ha grande servicio y en mucha parte gratificado. E pues se hallava a la fin de la jornada de su hedad, desseava el descanso de su persona. Empero el mundo, que suele acarrear desassosiegos a los coraçones generosos, bien assí lo acarreó ha este vezconde de Roda, que estando un día en presencia del rey don Pedro de Aragón, en Barcelona, un cavallero nombrado don Juan Remírez de Arellano, natural de Navarra y camarero del rey de Aragón, y muy servidor del rey don Enrique de Castilla, e al qual don Enrique le havía dado en Castilla los Cameros, Yanguas, Cervera, Malda y otros lugares, porque en las guerras de Castilla contra don Pedro el Cruel le havía muy bien servido. Y este don Juan Remírez de Arellano pretendía que sus servicios fueron mayores que los de los otros cavalleros, lo que no pudo sofrir de oírlo el vezconde de Roda, que sentía lo contrario, y por ello respondió: