Ciudadanía global en el siglo XXI

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Ya no se puede eludir que son inaplazables cambios de fondo en los modos de producir, de consumir, de organizar la vida. Postulados feministas de una economía orientada al cuidado de la vida, basada en la cooperación, complementariedad, reciprocidad y solidaridad, se ponen al día. No son solo propuestas de las mujeres para las mujeres, sino de las mujeres para los países, para la humanidad.

León, 2008, 36.

La cosmovisión de los pueblos originarios, en este caso de la zona andina, converge pues con las propuestas de la economía feminista, la economía ecologista y la economía solidaria, al colocar en el centro de sus prioridades la vida, no el mercado; la solidaridad, reciprocidad, complementariedad y cooperación frente al egoísmo y la competitividad. Vemos también que para la transformación hacia el paradigma del buen vivir, las mujeres son agentes necesarios: sus vidas, experiencias, aportaciones y trabajos invisibilizados e impagados ligados al cuidado, son clave. Por eso creo que es fundamental y necesario que la educación para la ciudadanía global incorpore esta perspectiva.

En la encrucijada en la que se encuentra la constitución de la ciudadanía global, debido a las diversas formas de concebirla y de practicarla, las reflexiones planteadas en este artículo, en el que ofrezco perspectivas desde teorías y propuestas procedentes de pensadoras feministas y movimientos de mujeres, pueden contribuir a orientarla hacia la construcción de un mundo alternativo al existente. La mirada de las mujeres en asuntos internacionales que están en el centro de la ciudadanía global es muy relevante (Magallón, 2012). La conciencia ecofeminista debería incorporarse a nuevos desarrollos curriculares en las escuelas y a la formación de las personas que pertenecen a movimientos de educación no formal que se configuran desde la ciudadanía global (Magallón, 2018; Puleo, 2011, 2019; Shiva y Mies, 2006). Desde una conciencia ecofeminista, hemos de superar un tipo de humanismo que ha puesto en el centro a un ser humano reducido a varón, blanco, occidental, de clase media. Y construir un humanismo relacional que introduzca un nuevo centro: los humanos excluidos y la naturaleza.

Una buena conclusión de lo que he querido expresar sobre aspectos tan decisivos para una ciudadanía global en este capítulo, puede ser lo que escribí en un cuaderno de Cristianismo y Justicia:

Muchas mujeres están siendo cooptadas por la cultura dominante, por el modelo de varón dominador. Y es que no somos mejores que los hombres, somos tan consumistas y responsables como ellos del deterioro de la naturaleza. Pero al haber sido excluidas de la toma de decisiones y socializadas en el valor del cuidado, hemos generado una forma de priorizar que conforma un paradigma propio, visiones más respetuosas con la naturaleza y también contrarias a la guerra. Es en la tradición feminista donde anida lo que podemos ofrecer, un bagaje de pensamiento, un paradigma propio. Hay que escuchar a las mujeres y no solo mirarnos como víctimas. Somos seres con agencia y tenemos una palabra que ofrecer […] Pensar en las siguientes generaciones y proyectar en ellas un sentimiento amoroso puede permitirnos salir de una cierta desesperanza y dar sentido a nuestro estar en el mundo, dar sentido a seguir cuidándonos y cuidando el planeta que nos ha sido dado.

Magallón, 2018, 28.

Capítulo siete

Alianza de Civilizaciones y ciudadanía global intercultural e interreligiosa

Miguel Angel Moratinos

La Alianza de Civilizaciones: objetivos y fines

El 7 de enero de 2019 tomé posesión de mi nueva responsabilidad como Alto Representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones. Hacía 15 años desde que la Alianza fuese propuesta como una iniciativa internacional. En ese día volvieron a mi mente múltiples recuerdos: cómo cuando era Ministro de Asuntos Exteriores iniciamos la conceptualización de este proyecto, cómo se lo presentamos al entonces Presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y cómo él mismo lo anunció con fuerza, convicción y visión política ante el mundo, en septiembre del 2004.

Al asumir mis nuevas funciones, no pude impedir recordar el largo camino que la Alianza había recorrido, pero sobre todo me pregunté sobre los retos y desafíos a los que nos deberíamos enfrentar. La Alianza de Civilizaciones despertó en su inicio sorpresa, pero sobre todo un gran apoyo internacional. Llegaba en el momento oportuno, después del 11-S y en el contexto de la guerra global contra el terrorismo, de la teoría del choque de civilizaciones (Huntington, 2015) y de una sucesión de ataques terroristas en todo el mundo.

Parecía necesario invertir una perversa tendencia que reflejaba una inexorable deriva hacia el enfrentamiento entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán. El Presidente Zapatero logró calificar claramente el desafío: “frente al choque de civilizaciones respondamos con una Alianza de Civilizaciones”.

La propuesta no buscaba solo reforzar el diálogo de culturas y de civilizaciones, sino que daba un paso más comprometido: “Hagamos una Alianza. Hablemos, sí, sí. Hablemos, por supuesto, pero no es suficiente el diálogo. Necesitamos una alianza entre los distintos actores para impedir la ignorancia sobre los ‘otros’ y combatir conjuntamente a todos esos fanáticos”.

Esta idea llegó en un momento en que la ONU reconocía la necesidad imperiosa de colmar una laguna política en la gobernanza de la diversidad cultural, la cual estaba amenazada por la creciente división entre comunidades, el auge del extremismo violento, la polarización de actitudes y percepciones del mundo, así como manifestaciones frecuentes de intolerancia, xenofobia y racismo.

La propuesta de una Alianza de Civilizaciones fue debatida con el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, quien estuvo de acuerdo en formar un grupo de trabajo para estudiar el potencial de esta iniciativa. Poco después, el Primer Ministro turco, Recep Tayyip Erdoˇgan, se unió a España como copatrocinador de la Alianza de Civilizaciones. El 14 de julio de 2005, Annan anunció formalmente el lanzamiento de la Alianza de Civilizaciones ante los Estados miembros, refiriéndose a esta como una respuesta a la necesidad de un esfuerzo conjunto por parte de la comunidad internacional para construir puentes, superar prejuicios y evitar la polarización.

El día de hoy parece un déjà vu. El contexto y la razón de ser que sentaron las bases de Unaoc (siglas en inglés de la Alianza) en 2005 no solo siguen siendo básicamente los mismos, sino que esta se ha hecho más urgente y necesaria. La crisis del COVID19 ha puesto claramente sobre el escenario internacional la urgencia de desarrollar una solidaridad práctica para combatir los recurrentes brotes de exclusión y discriminación. La crisis del coronavirus es, sobre todo, una crisis de la humanidad en donde el ser humano es el epicentro y debemos arbitrar soluciones de respeto mutuo y fraternidad.

La aportación de la Alianza de Civilizaciones a la formación de una ciudadanía global

Durante sus más de 15 años de existencia, Unaoc ha liderado una amplia gama de iniciativas a través de sus cinco áreas prioritarias: Juventud, Educación, Medios de Comunicación, Migración y Mujeres como Mediadoras de Paz. Estos cinco pilares le proporcionan a la Alianza la estructura organizativa esencial para la creación y desarrollo de sus diferentes programas y actividades (Unaoc, 2020).

El impacto de muchos de los proyectos de Unaoc en la educación para la ciudadanía global a través de estas cinco áreas ha sido muy significativo, especialmente en proyectos desarrollados por organizaciones de la sociedad y por asociaciones dirigidas por jóvenes. Desde 2010, el Programa de Becas de Unaoc ha recibido unas 20.000 solicitudes de más de 60 países. Este programa —organizado en torno a viajes de intercambio de dos semanas de duración entre los países de Europa y América del Norte (EUNA) y Oriente Medio y Norte de África (MENA)— ha enviado desde 2017 a la región de sus homólogos a 228 jóvenes de 48 países para fomentar el entendimiento cultural, cuestionar sus percepciones de otras culturas y desmontar estereotipos.

Cerca de 600 exalumnos de programas y proyectos de Unaoc forman parte de la plataforma web de Líderes Interculturales, a través de la cual colaboran intercambiando conocimientos, mejores prácticas y experiencias en su campo de acción.

También desarrollamos desde 2011 la iniciativa mundial de Premios a la Innovación Intercultural con el fin de reconocer y apoyar los proyectos más innovadores que fomenten el diálogo y la cooperación intercultural en todo el mundo. Más de 50 organizaciones en más de 30 países han podido ampliar y aumentar la escala de sus proyectos gracias a una aportación financiera y un año de asesoramiento, consiguiendo expandir sus operaciones a más de 100 países y llegando a casi 2 millones de beneficiarios.

Desde 2008, el Fondo de Solidaridad Juvenil ha aportado ayudas y asesoramiento técnico a 63 organizaciones dirigidas por jóvenes para ejecutar proyectos de promoción del diálogo intercultural e interreligioso con enfoques innovadores. Estos proyectos fueron concluidos en 29 países distintos y llegaron directamente a más de 94.055 personas.

Entre 2016 y 2018, 40 jóvenes líderes regionales de entre 18 y 25 años, procedentes de 23 países distintos, recibieron formación intensiva en entendimiento intercultural, análisis de conflictos y discursos alternativos durante la primera y segunda edición del programa Jóvenes Constructores de Paz. A través de una serie de talleres en África Occidental, Norte de África y Oriente Medio, Unaoc se compromete a apoyar la participación de los jóvenes en los procesos de construcción de paz con una creciente alianza de asociados.

 

El proyecto Alfabetización Mediática e Informativa (AMI) proporciona los conocimientos necesarios para que las personas sean generadoras de medios de comunicación y usuarias críticas. Este proyecto, a menudo desarrollado en colaboración con Unesco, incluye una red mundial de universidades, talleres de formación de docentes, elaboración de estrategias educativas AMI encaminadas a prevenir el extremismo violento. Existe un centro de información web plurilingüe sobre AMI.

El Festival Juvenil de Videos PLURAL +, iniciativa conjunta de Unaoc y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), invita a los jóvenes de todo el mundo a enviar vídeos originales y creativos sobre temas sociales de relevancia como la migración, la diversidad, la inclusión social y la prevención de la xenofobia. Dado la creciente participación, desde 2009 Plural+ se ha convertido en una plataforma global para la distribución de este tipo de material. Los vídeos ganadores, seleccionados entre más de 2.000 candidaturas presentadas desde más de 100 países, han sido difundidos en todo el mundo, obteniendo más de un millón de visualizaciones en diversas plataformas como YouTube y Vimeo.

A través de los talleres de Peaceapp, dirigidos a jóvenes refugiados y de diversos orígenes culturales y religiosos, más de 100 participantes adquirieron conocimientos de informática y colaboraron para crear juegos digitales que facilitaran el diálogo intercultural. En su primera época fueron diseñados en colaboración con PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) como un concurso de juegos digitales facilitadores del diálogo intercultural y la prevención de la violencia. Posteriormente, Peaceapp evolucionó hacia una serie de talleres prácticos con jóvenes refugiados centrados en la creación de aplicaciones de videojuegos para su uso en dispositivos inteligentes.

La iniciativa #SpreadNoHate tiene por objetivo prevenir y contrarrestar la incitación al odio y la imagen negativa que los medios de comunicación transmiten de los inmigrantes y refugiados. Desde su lanzamiento en 2015, Unaoc ha organizado cinco simposios internacionales en los que han participado casi 120 expertos y han asistido alrededor de unos 600 representantes de más de 15 países. #SpreadNoHate ha fomentado un diálogo constructivo sobre la incitación al odio entre profesionales de los medios de comunicación, académicos y ONG relevantes, permitiéndoles compartir mejores prácticas de prevención y lucha contra la incitación al odio en los medios. Existe además una campaña en marcha en las redes sociales que ha ocupado sistemáticamente el primer puesto de las tendencias de Twitter, llegando a 25 millones de cuentas y con más de 60 millones de impresiones.

La necesidad de un diálogo intercultural para la política internacional

La enemistad y la confrontación siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. Cada comunidad trataba de protegerse contra el “otro”, el enemigo del exterior, pero se ignoraba en general quienes eran esos “otros”. Se los temía, pues no se conocían sus comportamientos. Ese sentimiento de odio y de repulsa figuraba en la cabeza de aquellos que combatían la presencia y la influencia de otras culturas, religiones, razas o civilizaciones.

Quizá el detonante más emblemático del discurso de odio se produjo en Alemania con el surgimiento del nazismo. Se alentó una crítica permanente a los judíos con discursos y acciones de odio por parte de unas clases sociales alemanas empobrecidas que llevó a la mayor barbarie conocida en la historia de la humanidad: el Holocausto. Ese odio es el que la comunidad internacional quiso abolir para siempre tras la Segunda Guerra Mundial para evitar en el futuro este género de atrocidades. Las naciones del mundo se conjugaron en San Francisco para frenar cualquier deriva que pudiese conducirnos de nuevo al horror.

No se puede ignorar que los 70 años de paz y convivencia en el concierto de naciones han existido guerras, violencias y enfrentamientos. Actualmente el discurso del odio tiene mucha fuerza. La globalización y la revolución tecnológica nos han llevado a un escenario del que creíamos haber escapado. Hoy más que nunca somos testigos de ese “odio hacia uno mismo”, como lo califica Amin Maalouf en su último libro El naufragio de las civilizaciones. Son los sectores más débiles e inseguros de una sociedad deshumanizada por la globalización los que realizan los discursos más radicales de odio (Maalouf, 2019).

Desde su creación, la Alianza de Civilizaciones se ha convertido en la plataforma principal de la ONU para el diálogo, el entendimiento y la cooperación interculturales que tienen por objetivo la disminución de esos discursos radicales. Para ello, es esencial contar con la colaboración de una gran variedad de actores como Estados, organizaciones internacionales, confesiones religiosas, asociaciones de la sociedad civil, líderes comunitarios y entidades del sector privado.

A través de un Foro Global, Unaoc celebra desde 2008 encuentros que permiten a representantes de Gobiernos, organizaciones internacionales y asociaciones de la sociedad civil forjar alianzas y asumir compromisos de actuación. Madrid hospedó la primera de las celebraciones de este Foro Global sobre el diálogo intercultural que ya suma ocho encuentros. Brinda una gran oportunidad para entablar un diálogo abierto sobre la disminución de la polarización entre naciones y el lanzamiento de iniciativas para la promoción del entendimiento intercultural a nivel mundial. El próximo Foro Global está programado para que se celebre en Fez, Marruecos, en diciembre de 2020. Se tratará de conmemorar los 15 años de esta iniciativa y de mirar al futuro para consolidar un pilar intercultural e interreligioso para la gobernanza mundial.

Diálogo interreligioso para un mundo con paz, justicia y ecología

A finales de diciembre del 2019, Madrid se convertía en la capital mundial de la Agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con la misión de salvar el planeta. Jamás la comunidad internacional se había movilizado de tal manera para alcanzar este pacto histórico con la Naturaleza. Nadie debe eximirse de esta responsabilidad colectiva, pero además de salvar nuestro espacio vital, los ciudadanos deberían empezar a reflexionar sobre cómo vamos a arbitrar una gobernanza mundial donde la diversidad y la diferencia puedan convivir pacífica y respetuosamente.

¿Cómo va a conseguir convivir la humanidad, fruto de millones de siglos de evolución, cuando se adentra en una nueva era de transformaciones científicas, biológicas y tecnológicas? Construir un marco de convivencia para una única humanidad es la gran tarea de la Alianza de Civilizaciones. Nuestra agenda es clara: preservar la diversidad cultura, religiosa y civilizacional, logrando al mismo tiempo extraer de cada una de ellas los elementos enriquecedores que faciliten una mejor comprensión, estableciendo un régimen de respeto y entendimiento más allá de la mera tolerancia o coexistencia. Mahatma Gandhi decía:

Creo en la unidad absoluta de Dios y, por tanto, de la humanidad. ¿Cuál es la diferencia que hace que tengamos diferentes cuerpos? Solo tenemos un alma. Los rayos del sol son muchos debido a la refracción. Pero todos ellos tienen la misma fuente.

Ghandi, 1924, 313.

Esta cita refleja la importancia de la religiosidad para la humanidad y la necesidad de proteger los lugares de culto. Son representativos de la historia, del tejido social y de las tradiciones de las personas en todos los países y comunidades del mundo. Deben preservarse como lugares de paz y armonía donde los fieles se sientan seguros para practicar sus rituales. El creciente número de ataques contra estos lugares en los últimos años es un claro recordatorio de que ningún país y ninguna fe religiosa está a salvo de estos crímenes atroces. Es urgente que gobiernos, líderes religiosos, asociaciones de la sociedad civil, comunidades locales y medios de comunicación se unan e identifiquen las actuaciones que puedan ayudar a prevenir estos ataques. Por todas estas razones, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, me encomendó el mandato de elaborar un Plan de Acción para proteger los lugares de culto (Unaoc, 2019a).

Un componente importante de este plan es la elaboración de un mapa mundial de estos lugares religiosos que tiene por objetivo disponer de una herramienta interactiva on-line que sirva como recordatorio de su universalidad y que contribuirá a fomentar el respeto y la comprensión de su profundo significado para las personas y las comunidades en todos los continentes.

En todo caso, la protección de los lugares de culto se inscribe en un marco más amplio del reforzamiento de los mecanismos de prevención. Es importante identificar estrategias preventivas que identifiquen y aborden las causas profundas que llevan a individuos y grupos a cometer ataques terroristas contra personas de otras religiones en sus lugares de culto.

Los líderes religiosos desempeñan un papel crucial en el fomento de la confianza y el diálogo. Además de los actores religiosos, las organizaciones de la sociedad civil —especialmente las formadas por jóvenes, mujeres y comunidades locales— pueden desempeñar un papel crucial en la identificación de potenciales amenazas para los lugares de culto. Es vital que estas estrategias reconozcan y apoyen el papel de las mujeres para prevenir el extremismo violento.

Confío en que el Plan de Acción para proteger los lugares de culto se traducirá en un aumento de la concienciación sobre el derecho a garantizar la seguridad de los lugares religiosos para que todas las personas puedan orar en un ambiente seguro y pacífico. La Alianza trabaja de forma activa con líderes religiosos y organizaciones de base religiosa en tres áreas principales: promoción, fortalecimiento de capacidades y gestión de los conocimientos. Desde 2013 hemos organizado un gran número de eventos, creando una plataforma global de debate sobre las mejores formas de progresar en el diálogo interreligioso.

Unaoc promueve el diálogo interreligioso. Como Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones mantengo contactos con líderes religiosos. En abril de 2020 he enviado y publicado mensajes con motivo del Ramadán y de la Pascua. Unaoc colabora con el Grupo de Trabajo Interagencial de la ONU sobre Religión y Desarrollo Sostenible. También mantiene encuentros de trabajo con el Comité encargado para la aplicación del Documento sobre la Fraternidad Humana para la paz mundial y la convivencia común, firmado en Abu Dhabi, capital de Emiratos Árabes Unidos, por el papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib (2019). En el último año se ha incorporado a este Comité el rabino M. Bruce Lustig, destacado activista por la paz, e Irina Bokova, exdirectora General de Unesco. En diciembre de 2019 los miembros del Comité se reunieron con el secretario general de la ONU y le propusieron declarar el 4 de febrero Día Mundial de la Fraternidad Humana (PaRD, 2020; SIC, 2020; Unaoc, 2019c y 2020b; The UN Interagency Task Force on Religion and Sustainable Development, 2018; VV.AA., 2019).

Actualidad de la Alianza de Civilizaciones en la presente coyuntura internacional

El lema Múltiples culturas, una sola humanidad guía la acción de la Alianza de Civilizaciones. La Unaoc es una herramienta indispensable de poder blando para la diplomacia preventiva que trabaja apoyando la agenda de prevención y resolución de conflictos de la ONU. Es una iniciativa política internacional multilateral para promover el diálogo, la confianza y el entendimiento intercultural. Construye puentes globales y actúa de mediadora. Constituye un laboratorio creativo del sistema de Naciones Unidas para promover iniciativas interculturales innovadoras.

Junto a esta labor preventiva, la Alianza de Civilizaciones ha iniciado otra labor diplomática esencial: la mediación. Hasta ahora, la labor mediadora de las distintas unidades de la ONU y de sus Estados miembros se ha limitado a ejercer este papel mediador dentro de un marco tradicional esencialmente político. Muchos de estos esfuerzos fracasan porque no logran incorporar en esta labor mediadora las diferentes dimensiones de una realidad cada vez más compleja. Si analizamos los actuales conflictos y crisis incluidos en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU, inmediatamente podemos afirmar que el 80% de los mismos tienen una base sociocultural y religiosa.

 

Por estas razones, la Alianza ha decidido crear un Grupo de Trabajo para la mediación sociocultural en el que se podrá formar a un grupo de expertos, sobre todo mujeres, para poder complementar y ayudar los esfuerzos negociadores tradicionales. Dentro de este espíritu se encuentra el lanzamiento por parte de Unaoc y la Fundación española Mujeres por África de una Alianza de Mujeres para la Paz.

Unaoc tiene el apoyo político del Grupo de Amigos, una comunidad de países y organizaciones internacionales que promueve activamente nuestra labor a escala mundial, regional y local. Actualmente, este Grupo cuenta con 152 miembros; entre ellos, 124 Estados miembros de la ONU, un Estado no miembro y 27 organizaciones internacionales que representan a todos los continentes, sociedades y culturas.

El trabajo de la Alianza de Civilizaciones no sería posible sin una hoja de ruta clara basada en tres áreas prioritarias: Prevenir, Mediar y Contrarrestar el Extremismo Violento (PCVE). El Plan de Acción 2019-2023 desarrolla los programas existentes de Unaoc y propone nuevas áreas de actuación (Unaoc, 2019b).

Este plan reafirma el papel de los actores estatales, no estatales y locales para implementar planes nacionales y estrategias regionales que promuevan el diálogo intercultural e interreligioso. Busca expandir y consolidar el ámbito global de Unaoc en África subsahariana, Norte de África, Medio Oriente, Asia, Europa y América Latina. La Alianza es consciente de que la movilización de las autoridades locales es fundamental. En este sentido, se han apoyado una serie de proyectos con ciudades y se lanzó el 6 de marzo de 2020 la Declaración de Los Ángeles de Diálogo para la Creación de Ciudades de Pertenencia.

En estos tiempos de crisis mundial sanitaria y económica por el COVID-19, nuestra agenda es más necesaria que nunca. No debemos aceptar que esta crisis permita comportamientos racistas y discriminatorios, ni que la pandemia contribuya a exacerbar las desigualdades ya existentes. Solo de manera solidaria y colectiva podremos hacer frente a la compleja realidad internacional que se nos presenta. Si estamos unidos conseguiremos salir adelante como una sola y única humanidad en la que existan diversas culturas, religiones y civilizaciones.

Frente al choque de ignorancias y a las manipulaciones culturales y religiosas, la Alianza de Civilizaciones se erige como una entidad del conjunto de las Naciones Unidas dispuesta a ir construyendo lo que es sin duda el nuevo actor político por excelencia: una sola y única humanidad. Por eso es tan importante educar para formar una ciudadanía global decidida a actuar y a asumir nuevas responsabilidades en este siglo XXI para que el mundo sea más pacífico e intercultural.

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