Manual de psicoterapia emocional sistémica

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4. La terapia familiar sistémica

A partir de la década de los ochenta comienza en el campo familiar una revolución que obliga a revisar y cambiar este paradigma desde sus aportes teóricos básicos hasta su aplicación práctica en clínica. Al igual que en su origen, estos cambios son impulsados por otras disciplinas científicas.

4.1 Cibernética de segundo orden

Son muchos los autores que sitúan el comienzo de esta revolución en la conferencia «Cibernética de la cibernética», organizada por la Sociedad Americana de Cibernética.

En esta conferencia, Heinz von Foerster introduce el concepto de segunda cibernética (Von Foerster, 2006), donde expone algunas ideas novedosas sobre la figura del observador. La idea de que un sistema pueda ser observado por un experto imparcial es irreal, ya que este posee su propio marco de referencia a partir del cual realiza sus observaciones. Su mirada sesgada obliga a realizar una cibernética de la cibernética en la que el observador es observado desde sus modelos teóricos o sus experiencias.

El impacto en las ciencias sociales fue inmediato, pero también en la terapia familiar, cuya manera de trabajar se transformó.

Como observador, el psicoterapeuta está influenciado por su marco teórico, su historia familiar, su visión de la realidad o su estado anímico, con lo cual, estos elementos forman parte del proceso terapéutico.

4.2 Constructivismo y construccionismo social

Además de la cibernética, hubo dos corrientes de pensamiento que contribuyeron activamente a la revolución sistémica: el constructivismo y el construccionismo social.

Coincidiendo con las aportaciones de Maturana y Varela, que provenían del campo de la biología, algunos profesionales como Paul Watzlawick y Krieg adaptaron los principios constructivistas a la terapia de familia (Krieg y Watzlawick, 1994).

Maturana y Varela hablaban del determinismo estructural para destacar la importancia de la estructura de un organismo a la hora de responder a una interacción. La respuesta de dicho organismo está determinada por sus condiciones previas y no por la naturaleza del estímulo exterior (Maturana y Varela, 1990). Aplicado a la terapia familiar, una persona obtendrá un mensaje en función de sus constructos previos, de modo que, ante el mismo mensaje, dos individuos pueden interpretar significados distintos por las nociones previas que cada uno de ellos tiene.

Desde estas perspectivas no existe una realidad única, sino que cada persona tiene su propia visión a partir de sus experiencias, sus condiciones o sus relaciones, y el objeto de estudio es conocer el proceso de construcción de dicha realidad. Watzlawick habla de «realidad inventada» (Watzlawick, 1988) para describir cómo son los procesos implicados en la construcción de las estructuras cognitivas de un individuo. Para los autores constructivistas, dichas estructuras pueden cambiar cuando un estímulo externo es capaz de romper la tendencia al equilibrio (Keeney, 1987).

La visión constructivista es complementada por otros autores que se enmarcan en el denominado «construccionismo social». Para ellos, como para el constructivismo, las personas son las que construyen su realidad a través de la relación con el entorno y puntualizan que ese proceso de construcción se realiza mediante el intercambio lingüístico. El ser humano es percibido como creador de significados a través de intercambios sociales que permiten establecer acuerdos sobre la realidad que los rodea. Este proceso de co-construcción social sobre cómo son las cosas es muy subjetivo, por ejemplo, en cada familia se da un valor diferente a determinados acontecimientos, y a partir de esa co-construcción familiar, el individuo otorgará unas atribuciones emocionales u otras. El lenguaje es el elemento a través del cual se produce el intercambio y se generan narrativas sobre la realidad.

4.3 Escuelas adscritas a la cibernética de segundo orden

La influencia de todas estas líneas de pensamiento en la terapia de familia trajo como resultado su evolución hacia la terapia familiar sistémica, siendo el encuentro entre dos realidades: la del psicoterapeuta y la de los pacientes. En la terapia familiar sistémica, el cambio ya no se consigue a través de directrices impuestas por un experto, supuestamente imparcial, como ocurría en la terapia familiar, y el problema deja de considerarse una avería que ha de resolver un mecánico (Caillé, 1992).

En este nuevo supuesto, el psicoterapeuta debe respetar y comprender la construcción que el paciente trae a terapia y acompañarlo, mediante una labor cooperativa, en la resolución de la crisis. Siguiendo con la metáfora de Caillé, al reparar una avería, el objeto vuelve a su estado inicial; por ejemplo, un coche que arranca de nuevo y circula o un ordenador que, al ser formateado, recupera sus funciones; sin embargo, en los seres humanos, cuando se resuelve una crisis, la persona o la familia se trasforma en distintos planos —emocional, pragmático o cognitivo—, con lo cual, esas personas nunca vuelven a ser las mismas y sus relaciones tampoco porque han cambiado.

4.3.a Escuela Narrativa: Esta escuela se constituye a partir de las premisas postmodernistas de los años ochenta y noventa. Fuertemente influenciados por la cibernética de segundo orden y por el construccionismo social, Michael White y David Epston hacen una propuesta de intervención dirigida a generar cambios en las narrativas de los pacientes, ya que, para ellos, el problema reside en la descripción que dan al propio problema (White y Epston, 1993).

Las personas construyen su realidad a través de interacciones con el entorno que las rodea. Las interacciones con este contribuyen a crear significados y estos se acumulan a través del leguaje en forma de historias o narrativas a partir de las cuales comprendemos el mundo y sentimos.

Si aceptamos que seleccionamos historias para contarnos el mundo que nos rodea o quiénes somos nosotros, debemos aceptar asimismo que descartamos otros relatos. El objetivo sería cuestionar las narrativas dominantes que los pacientes tienen sobre el problema o sobre ellos mismos mediante técnicas concretas, como la externalización, que permitan crear nuevas narrativas que resulten más adaptativas para el individuo y faciliten su cambio.

El cambio se consigue mediante el diálogo terapéutico: el psicoterapeuta debe dirigir la conversación mediante metáforas, preguntas o historias que contribuyan a crear nuevos significados.

4.3.b Terapia breve: Los estudios desarrollados por el MRI en torno a la década de los ochenta tenían como objetivo abreviar los procesos terapéuticos y definir qué era un problema para los psicoterapeutas (Fisch, Weakland, y Segal, 1984). A la par, en el Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee continuaron con esta labor, basada en los aportes del MRI; sin embargo, estaban mucho más interesados en la solución a los problemas que en los problemas en sí (De Shazer, 1999).

Tanto la terapia breve del MRI como la terapia breve centrada en soluciones consideran que el problema del paciente se encuentra en la restricción de posibles respuestas alternativas sobre este. Estas restricciones bloquean las múltiples opciones que una persona tiene a la hora de responder.

La labor del psicoterapeuta es orientar la terapia al cambio, pero respetar, gracias a los principios constructivistas y socioconstruccionistas, las múltiples posibilidades existentes, con lo cual, el proceso psicoterapéutico no se centra en conseguir un cambio específico previamente fijado, sino que respeta la diversidad de alternativas posibles al considerarlas igualmente válidas. Un mismo problema en dos personas distintas puede tener soluciones diferentes y una solución concreta puede servir para cambiar a dos personas cuyas problemáticas no son idénticas.

Huyen de la corriente más psicoanalítica, orientada a la interpretación del problema, y también de los modelos psicodiagnósticos clásicos que los psicopatologizan. Asimismo se diferencian de aquellas escuelas sistémicas que tratan de entender la función del síntoma dentro del sistema relacional.

Desde la terapia breve se centran en revisar los intentos de solución que la familia o el individuo lleva a cabo y que mantienen el problema; posteriormente intervendrán estratégicamente sobre estos de cara a evitar el bloqueo de alternativas para facilitar el cambio (Watzlawick, P., Beavin, H. y Jackson, D.D., 1980).

Desde la terapia breve centrada en soluciones revisan aquellas excepciones donde los intentos de solución han facilitado alternativas y resultados diferentes de cara a fomentarlas y generar cambios con los propios recursos del paciente. No es tan importante conocer el problema como dedicar tiempo en sesión a la construcción de soluciones (De Shazer et al., 1986).


NombreAutoresEvaluaciónTécnicas de intervención
Escuela del MRI de Palo AltoWatzlawick, Jackson, Bateson, V. Satir, Weakland, Fisch y SegalDefinición del problema y de las soluciones intentadas en términos concretos.Redefiniciones, tareas directas y paradójicas, técnicas de persuasión y metáforas.
Escuela IntergeneracionalMurray BowenTransmisión intergeneracional, triangulación, individualización frente a los demás miembros.Respeto al sistema familiar en sus valores, ideas… Lenguaje acorde al nivel sociocultural, neutralidad. Diferenciación.
Escuela del Grupo de MilánMara Selvini Palazzoli, Cecchin, Prata y BóscoloPatrones de interacción recursivos, regidos por una causalidad circular.Redefiniciones, connotaciones positivas, genograma, circularidad.
Escuela de RomaMaurizio AndolfiRelación terapeutapaciente, y redes intergeneracionales.Neutralidad, prescripciones directas, paradójicas y ritualizadas.
Terapia centrada en las solucionesDe Shazer, O’HanlonSe centran en las situaciones en las que el problema no aparece: las excepciones.Pone énfasis en los recursos y competencias para hacer cosas satisfactorias.
Escuela EstructuralMinuchin, Montalvo y FishmanVariables estructurales: límites y jerarquías. Momento evolutivo familiar. Patrón interaccional.Desafío, cuestionamiento del síntoma, técnicas reestructurantes, técnicas de cambio de visión, escenificación.
Escuela EstratégicaHaley y MadanesConsidera al síntoma como adaptativo, evalúa la función de este en la familia.Redefinición del problema, prescripciones conductuales y paradójicas.
Modelo simbólicoexperiencialWhitacker, MaloneProceso de interacción personal.Lenguaje metafórico, coterapia, desafío, confrontación.
Escuela NarrativaWhite y EpstonCambio conceptualización, problema ≠ persona, terapeuta curioso, no juzga, no critica.Creación de una historia alternativa, externalización…

Tabla 2. Escuelas, autores y técnicas. Tomado de Bermejo, M. (2018). La danza de las emociones familiares. Terapia emocional sistémica aplicada con niños, niñas y adolescentes. Bilbao: Desclée De Brouwer.

 

5. Hacia un modelo ultramoderno

Desde su nacimiento hasta hoy, la sistémica ha experimentado una asombrosa evolución. En la actualidad son muchos los autores que contribuyen con su labor a desarrollar nuevas líneas de investigación, de intervención y de aplicación del basto campo sistémico. Hemos querido mencionar algunas de ellas por considerar que representan una fuente de inspiración para el Modelo Emocional Sistémico y sus autores, pero también porque aportan una respuesta a las demandas específicas derivadas de los nuevos tiempos.

Mark Beyebach, profesor de la Universidad Pública de Navarra, es un ejemplo claro de ello. Su labor ha enriquecido esta disciplina, a la que tanto se le ha reprochado la falta de estudios e investigación, y le ha otorgado visibilidad y rigor. Además de investigar ha contribuido a divulgar los beneficios de la terapia breve centrada en soluciones (Beyebach, M., 2006), no solo en el ámbito de la psicología, sino también en otros escenarios (Beyebach, 2018).

En los tiempos que vivimos es especialmente reseñable la labor de Eduardo Brik en materia de trasculturalidad y terapia familiar sistémica (Brik, E., 2006). Su trabajo sobre los efectos producidos por las migraciones y los procesos de aculturación son de obligada inclusión en nuestro trabajo y en nuestra mirada. Integrar estos conceptos supone adaptarse a la diversidad de culturas a la que estamos expuestos y acompañar a aquellas familias y personas que más vulnerables se encuentran por estos factores.

Uno de los autores que más ha influido en nuestra manera de trabajar es Valentín Escudero, profesor de la Universidad de A Coruña. Todas sus investigaciones realizadas sobre el vínculo terapéutico (Escudero, V., 2017), acerca de las que reflexionaremos en el capítulo 1 del bloque III, y su aterrizaje en la práctica clínica han representado una guía fiel que recomendamos encarecidamente.

Por último me gustaría reflexionar sobre el porvenir de la terapia familiar sistémica. Su naturaleza transdisciplinar va a permitir que se complemente con los avances de otras disciplinas, especialmente la neuropsicología (Sluzki, 2014), y afrontar retos vinculados a las nuevas formas de comunicarse. Ambos elementos tienen un hueco en este libro por entender su trascendencia en el futuro de la terapia familiar sistémica, que no renunciará a una de sus mayores virtudes, la diversidad de sus orígenes y de disciplinas que lo nutren.

En los siguientes capítulos desarrollaremos la Escuela Emocional Sistémica y revisaremos otras importantes referencias que han influido en el modo en que trabajamos. Estas influencias provienen de autores sistémicos, como Juan Luis Linares y su trabajo sobre inteligencia terapéutica (Linares, J. L., 2012), en el que nos detendremos en el capítulo 2, pero también de personalidades que provienen de otros paradigmas, como el humanista.

Consideramos imprescindible saber incorporar estos aportes revisados a lo largo del capítulo en una experiencia psicoterapéutica en clave emocional con el paciente. Un trabajo, en definitiva, que nos ayude a responder a las exigencias del sistema al que todos pertenecemos. Son tiempos de crisis y terremotos que han afectado profundamente a la sociedad y a las personas que la componen, que cada vez requieren de mayor atención psicológica y que tienen que lidiar con las presiones económicas, sociales y evolutivas.

Esta etapa de crisis va acompañada de ideas perversas sobre el bienestar y la salud mental, muy bien vendidas, que aíslan a la persona y la ahogan en un conjunto de mitos sobre la competencia, la autoestima y la individualidad. Estos factores están afectando a todos los sistemas a los que pertenecemos, como el escolar, el laboral y también el familiar, y generan una auténtica crisis humanitaria, apenas reconocida, a la que denomino «crisis vincular» (Torres, E. y Bermejo, M., 2017).

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