Destino Machu Picchu

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El Cuarto Centenario del Cusco y el turismo

Para la década de 1930, los cusqueños habían usado al turismo para armar una narrativa que resaltaba la modernidad de la región y definía su visión del indigenismo. Ahora necesitaban contar con una plataforma que luciera el potencial turístico de su ciudad. Los partidarios del turismo encontraron la oportunidad perfecta en 1934, cuando el Cusco planeaba celebrar el 400 aniversario –el Cuarto Centenario– de la fundación española de la ciudad. Aunque este no tuvo el alcance de otras fiestas regionales cívicas celebradas en la historia latinoamericana, sí ofreció un momento importante con el cual afirmar la importancia cultural y turística del Cusco a nivel nacional46. Los planes de este evento se trazaron en medio de dramáticos cambios políticos en el Perú, que beneficiaron en última instancia la posición de las élites regionales y a los indigenistas del Cusco. La élite regional cusqueña, golpeada tanto por las revueltas agrarias como por la oposición del Gobierno de Leguía en los años 1920, entró en la década siguiente con bases políticas más estables.

Los efectos de la Gran Depresión debilitaron severamente el control que Leguía tenía del Perú. En agosto de 1930, el coronel Luis Miguel Sánchez Cerro encabezó un golpe de Estado exitoso que depuso a Leguía (Klarén, 2000, pp. 268-276). La postura antileguiísta de las élites y los intelectuales cusqueños permitió que muchos de sus integrantes y de los indigenistas de la región ascendieran en la burocracia cultural y política de Lima tras la caída de la Patria Nueva. Por ejemplo, David Samanez Ocampo, quien representaba al Cusco en el Congreso nacional, encabezó un Gobierno interino después de algunos meses del gobierno de Sánchez Cerro. Luego de varios años tumultuosos de cambios en la jefatura del Estado, de levantamientos y de asesinatos, un Congreso Constituyente del Perú nombró presidente a Óscar R. Benavides, con la esperanza de que este mariscal de campo, que ya había ocupado la presidencia entre 1914 y 1915, brindara un liderazgo estable y conservador al país. Benavides comenzó a restablecer los lazos políticos entre Lima y la élite regional cusqueña, los cuales se habían quebrado con Leguía. En consecuencia, los importantes líderes políticos y culturales del Cusco gozaron de mayor prominencia en Lima durante los años 1930 (De la Cadena, 2000, pp. 131-132; Klarén, 2000, pp. 276-280; Tamayo Herrera, 2010, pp. 149-150; Tantaleán, 2014, pp. 67-68). El 23 de enero de 1933 el Gobierno nacional aprobó la Ley 7688, que declaraba al Cusco «Capital Arqueológica de Sudamérica» como muestra de su apoyo a las campañas culturales encabezadas por los líderes regionales cusqueños (De la Cadena, 2000, pp. 73-74).

A medida que los lazos políticos entre el Cusco y Lima se restauraban en la década de 1930, el recuerdo de los levantamientos agrarios indígenas quedaba eclipsado por el trabajo cultural de los indigenistas del Cusco (De la Cadena, 2000, p. 128). Los cusqueños esperaban emplear las celebraciones del Cuarto Centenario para ayudar a solidificar estas dos tendencias positivas. Como parte de dichos esfuerzos, los partidarios de las celebraciones cívicas propuestas enfatizaron su potencial para atraer turistas al Cusco. El diario El Comercio del Cusco, que apoyaba los esfuerzos realizados para conseguir financiamiento en anticipación del Cuarto Centenario, anotaba que «se inaugurarían numerosas obras públicas que le dieran al Cosko legendario y maravilloso las nobles características de un pueblo culto, celoso de sus monumentos y capacitado para conservarlos y ofrecerlos a la veneración del tourismo [sic] internacional»47. Presionado por el político cusqueño Víctor Guevara, el 13 de septiembre de 1933 el presidente Benavides firmó la Ley 7798, que declaraba: «celébrese, con el carácter de fiesta nacional» el Cuarto Centenario del Cusco el 23 de marzo de 1934. Esta ley creó el Comité Central del Cuarto Centenario del Cuzco y le dio un presupuesto de 600 mil soles para preparar las celebraciones. Asimismo, proporcionó fondos para trabajos de restauración y un nuevo hotel de turistas en Machu Picchu. Otros beneficios prometidos para el evento de 1934 incluían un nuevo instituto arqueológico, mejoras cívicas y un nuevo hospital municipal48.

Desde el principio, la meta de atraer viajes internacionales al Cusco fue un tema dominante en los planes del Cuarto Centenario. El diario La Crónica de Lima publicó una sección especial en su edición del 29 de octubre de 1933 que urgía al Gobierno nacional a que, en preparación del evento, «[o]rganice la propaganda turística y con ella dé a conocer las excelencias de nuestro suelo y la obra gloriosa de nuestra raza, en el mundo civilizado»49. Una segunda nota, titulada «El Porvenir del Cuzco», resaltaba la necesidad de que el Estado peruano considerara a la región como un centro potencial para los viajes internacionales y señalaba que «[e]ste Cuzco arqueológico es en verdad una fortuna al alcance de nuestra mano, una bella y surgente mercancía que los turistas pagan y que a nuestro país le interesa vender»50. A medida que la fecha del evento cívico se aproximaba, la prensa peruana seguía de cerca la restauración de los sitios arqueológicos de la ciudad y de Machu Picchu. El Comercio de Lima comentó el progreso de las obras el 9 de marzo de 1934, al señalar con orgullo que «de seguro que las labores que se ejecutan actualmente han de permitir mayores atracciones para los turistas»51. El Touring y Automóvil Club del Perú (TACP), de Lima, también promovió fuertemente las celebraciones y su potencial para crear turismo en el Cusco52.

A medida que los Gobiernos nacional y local se preparaban para el Cuarto Centenario, diversos grupos usaron el lenguaje del turismo para presionar en pos de conseguir fondos adicionales. Por ejemplo, en 1933, el Concejo Provincial del Cusco presionó al Gobierno central para que incrementara los fondos de restauración del complejo arqueológico del Coricancha «a fin de que los turistas puedan tener acceso libre para admirar nuestro pasado glorioso i que también la Junta de Patronato Arqueológico de esta localidad pueda tener una inmediata vigilancia en su más perfecta conservación»53. Las instituciones locales no eran las únicas que esperaban beneficiarse con un posible auge del turismo durante el Cuarto Centenario. Varios inmigrantes estadounidenses se contactaron con el gobierno de la ciudad y preguntaron sobre posibles trabajos de promoción de las actividades del Cuarto Centenario o para su organización54. Hasta un repostero llamado Moisés Ponce de León se puso en contacto con el Comité del Cuarto Centenario para ofrecer sus servicios «en los ramos de confitería, pastelería fina y como cheff [sic] de cuisine» para las festividades55.

Mientras que algunos intentaban buscar oportunidades temporales durante el Cuarto Centenario, otros grupos esperaban usar el evento para promover un cambio de largo plazo en el Cusco. En marzo de 1934, Giesecke se había unido a varios prominentes líderes cívicos del Cusco para formar el Comité Central de Propaganda Turística (CCPT)56. En coordinación con el Comité Central del Cuarto Centenario, el CCPT organizó presentaciones musicales y exhibiciones para mostrar a los visitantes la cultura y la historia del Cusco y redactó informes sobre la necesidad de efectuar mejoras en el alojamiento57. En vísperas del centenario, el CCPT presentó un informe sobre las formas de «conseguir que el Cuzco se convierta en zona de atracción turística mundial». Este informe sostenía que el Gobierno nacional debía usar el Cuarto Centenario para organizar el desarrollo turístico en el Cusco y presentó 11 recomendaciones para impulsar dicha actividad, entre ellas, la coordinación de la preservación arqueológica, la creación de una oficina central de planificación del turismo, financiamiento estatal para la construcción de hoteles y mayor publicidad en el extranjero en la promoción del turismo en el Perú58. Un editorial, aparecido en El Comercio de Lima el 4 de abril de 1934, suscribió el informe del CCPT y recomendó que el Gobierno nacional adoptara todas sus recomendaciones59.

Si el CCPT promovía la planificación de largo plazo para desarrollar el turismo en el Cusco, el Comité Central del Cuarto Centenario había tomado ya medidas para alcanzar dicha meta, como contratar al arquitecto Emilio Harth­Terré para que formulara un plano urbano de largo plazo para el Cusco. En 1934, Harth-Terré completó el plano regulador de la ciudad, su primera guía de planificación urbana. Valcárcel lo apoyó y dijo: «La magnitud de la obra del Plano Regulador de la Ciudad del Cuzco […] [es] la pauta a la cual tendrá que someterse el Concejo Municipal en [todo] cuanto se relacione con las modificaciones urbanas»60. Aunque el plano de Harth­-Terré solo era un esbozo general con el cual regular la conservación y el desarrollo urbano del Cusco, muchas de las sugerencias que hizo en 1934 para el Cuarto Centenario seguirían conformando la base de la planificación cultural y turística de la ciudad durante el resto del siglo. Su plan sostenía que la supervisión técnica y una cuidadosa planificación ayudarían a desarrollar el Cusco, al mismo tiempo que se conservaría el legado arquitectónico de la ciudad para captar el interés global. El plan proponía que el Cusco fuera dividido en distintas zonas de planificación. La «zona arqueológica» esbozada en él comprendería la mayor parte del centro de la ciudad, en donde «se conservarán los restos arqueológicos y obras de mérito arquitectural e histórico», los cuales serían administrados por el Instituto Arqueológico del Cusco61. Además del centro histórico, el plano de 1934 aconsejaba la creación de áreas de comercio, industria y residenciales. El optimista plan de Harth-Terré proponía incluso que la futura planificación residencial debería «hacerse con discreta prolijidad para no perjudicar al elemento aborigen, trabajador de poco jornal y cuya vida es aún primitiva»62. Infortunadamente, el Comité Central del Cuarto Centenario carecía de los fondos necesarios para iniciar la implementación de esa extensa propuesta. Con todo, la recepción dada al plan de Harth­-Terré mostró cómo el turismo, alguna vez usado para resaltar la modernidad del Cusco a los forasteros, había comenzado a convertirse en motor de la modernización y la planificación.

 

Sin embargo, mientras los cusqueños se preparaban para lucir su ciudad, persistía el temor de que los turistas que llegaran quedaran decepcionados con el estado actual de la modernización del Cusco, o la ausencia de la misma. Surgió la preocupación de que ellos encontraran que sus hoteles y alojamientos no fueran tal como lo proclamaban las guías y la publicidad. El Comité Central del Cuarto Centenario creó así un subcomité específico dedicado a preparar e inspeccionar los alojamientos con la esperanza de mantener un alto nivel. Este subcomité trabajó junto con un inspector municipal de hoteles y alojamientos en la emisión de licencias y la inspección de la seguridad y la limpieza de los establecimientos63. Infortunadamente para los planificadores del Cuarto Centenario, en 1934 el Cusco aún carecía de muchos alojamientos modernos. Una encuesta efectuada por la comisión de alojamiento halló que la ciudad solo contaba con 10 establecimientos calificados para recibir viajeros. De estos, solo el Hotel Ferrocarril acreditaba ser un establecimiento de primera clase. Muchos de los otros alojamientos tenían instalaciones menos que espectaculares. Por ejemplo, el Hotel Colón tenía 58 habitaciones, pero apenas 4 baños. En efecto, la comisión de alojamiento descubrió con su encuesta que los hoteles del Cusco solo tenían, en total, 128 habitaciones y 27 baños64. La comisión le pidió al Hotel Ferrocarril que duplicara su número de camas en preparación para el Cuarto Centenario, pero la respuesta que recibió fue negativa65.

En reacción a la falta de suficientes recursos y espacio en los hoteles establecidos en el Cusco, la comisión de alojamiento del Cuarto Centenario comenzó a pedir a vecinos individuales que brindaran alojamiento temporal a los visitantes esperados. A comienzos de 1934, los vecinos que vivían cerca del centro de la ciudad recibieron cartas de la comisión que decían:

[…] tenemos la grata satisfacción de dirigirnos a Ud., demandando su espíritu altamente cuzqueñista, para que, con motivo del cuatricentenario de la fundación hispánica de esta capital, quiera Ud. favorecer con la provisión de un alojamiento, consistente en _____ camas, a los numerosos visitantes que deberán aportar a partir del mes de marzo próximo.66

Asignando fondos proporcionados por el Gobierno central, la comisión de alojamiento organizó un programa de préstamos para ayudar a los vecinos a hacer los preparativos y toda renovación necesaria para los visitantes67. Los vecinos usarían las rentas pagadas durante las fiestas para pagar los préstamos y tendrían una modesta ganancia68. Por ejemplo, una solicitud calculaba que el préstamo de alojamiento quedaría cancelado con el 20% de las utilidades ganadas con la estadía de los huéspedes durante las festividades69.

Los vecinos respondieron al llamado movidos por la oportunidad financiera y la obligación cívica. Humberto Gil respondió a la comisión de alojamiento con una carta entusiasta: «Que, deseoso de cooperar a la celebración de las fiestas del 4to. Centenario próximas a realizarse en esta histórica ciudad», prometía que si la comisión asignaba 5.000 soles para la renovación de su propiedad en la calle Hatun Rumiyoc 18, él «instalar[ía] una casa-alojamiento para los visitantes, con desayuno i té; i reuna [sic] las comididades [sic] suficientes para el buen servicio de los alojados, con capacidad para 40 pasajeros»70. Manuel Ávila solicitó un préstamo de 3.000 soles para brindar «un servicio de alimentación i habitación confortables i bastante decentes»71. Enrique Santos, de la calle Hatun Rumiyoc 89, le escribió a la comisión de alojamiento prometiendo albergar 15 huéspedes si se le otorgaba un préstamo de 1.500 soles72. Algunos propietarios recibieron generosos estipendios para que renovaran su propiedad, con la esperanza de recibir huéspedes. Por ejemplo, Hermoza Santos recibió 10.000 soles de la comisión de alojamiento para que renovara su casa para los visitantes del Cuarto Centenario73. Sin embargo, no todos los residentes respondieron positivamente a las ofertas de la comisión. Wenceslao Cano respondió: «en mi casa no tengo posibilidad de disponer alojamiento, en razón de ser pequeña y abasteser [sic] solo para mi familia»74. A pesar de los esfuerzos realizados por el Comité del Cuarto Centenario para mejorar el alojamiento del Cusco, los informes de la prensa indican que la ciudad seguía sin contar con instalaciones adecuadas como para ser considerada un centro turístico75.

A pesar de los problemas de alojamiento, las celebraciones del Cuarto Centenario se iniciaron al mediodía del jueves 22 de marzo, cuando las iglesias de la ciudad hicieron sonar sus campanas para marcar la celebración. En Lima, el presidente Benavides saludó al Cusco en una misa de tedeum especial, celebrada en la Catedral metropolitana76. El Cusco inició el día con una salva de 21 cañonazos, seguida por la inauguración de obras públicas, un desfile militar que contó con la asistencia del prefecto y el coronel Jorge Vargas, y un concierto musical de canciones folklóricas en el teatro municipal77. A pesar del origen urbano y de élite del indigenismo, Zoila S. Mendoza (2008) ha señalado que en el Cusco también gozó de apoyo popular, especialmente entre los grupos folklóricos urbanos que esperaban usar el movimiento cultural para afirmar su pertenencia al Perú moderno. Esto ciertamente lo podemos ver en la amplia participación local con que el evento contó. Todas las noches, entre el 22 y el 25 de marzo, hubo un desfile en la Plaza de Armas, al que frecuentemente siguieron fuegos artificiales. Las noches del viernes y el sábado, el municipio ofreció proyecciones públicas de películas a los habitantes de la ciudad. Las celebraciones asimismo incluyeron actividades cívicas tradicionales, entre ellas, una misa de tedeum en la catedral del Cusco, una lectura del acta de fundación española y la entonación de los himnos nacional y cusqueño. Las ceremonias marcaron el término de las restauraciones históricas y de las nuevas obras públicas. Entre las atracciones más populares, figuraron la inauguración del nuevo aeropuerto del Cusco y la del recientemente restaurado complejo arqueológico de Sacsayhuamán. El Teatro Municipal celebró conciertos nocturnos que presentaban grupos musicales locales. El último, celebrado el domingo 25 de marzo, incluyó al célebre Centro Qosqo de Arte Nativo, el grupo folklórico musical y cultural más prominente de la región78.

Además de la creciente conciencia nacional, el gasto realizado en el Cuarto Centenario ayudó a inaugurar parte de la primera infraestructura turística permanente del Cusco. La apertura del nuevo aeropuerto hizo que surgiera la esperanza de que se programaran vuelos regulares a Lima79. Incluso después de completado el ferrocarril, el viaje a la capital requería de al menos dos días completos de viaje por tren hasta la costa, seguidos por dos días en barco para llegar a Lima. Cuando el primer avión llegó al Cusco en 1925, la celebración cívica de casi un mes de duración mostró cuán importante era unir la región con la comunidad nacional y global para la población local (Hiatt, 2007). El gasto efectuado en el Cuarto Centenario ayudó también a abrir un nuevo local para el Instituto Arqueológico, lo que permitió apuntalar el plan que los cusqueños tenían de promover la región como un centro de turismo histórico y cultural80. La inauguración de los sitios arqueológicos restaurados, Machu Picchu inclusive, prosiguió después de la fiesta cívica en el Cusco hasta julio de 193481. Gracias a los trabajos de rehabilitación efectuados en Machu Picchu, las visitas de campo a este lugar comenzaron a ser algo común después de entonces82. Luego de años de descuido tras la partida de Bingham, Machu Picchu nuevamente esperaba a los turistas.

Conclusiones

Parecería que el Cuarto Centenario del Cusco alcanzó muchas de las metas de los cusqueños, quienes usaron la promesa del turismo internacional para reinventar su región a ojos de la nación. El evento incluso atrajo a la prensa internacional. Un artículo publicado en la edición del 24 de marzo de 1934 del New York Times, se maravillaba de cómo «1,000 indios estuvieron trabajando en la restauración de las antiguas glorias de la ciudad capital de sus antepasados»; asimismo reportó que «el gobierno espera lograr que el Cuzco […] sea reconocido como la ciudad arqueológica destacada de América del Sur»83. Tal vez aun más impresionante fue el reconocimiento que la prensa limeña le otorgó. El Comercio de Lima alabó las celebraciones en su editorial del 23 de marzo de 1934, que decía:

En este homenaje solemne, la mente de la costa se confunde con la mente cusqueña y, de esa fusión compensadora de dos mundos del espíritu, surge el alma del Perú, síntesis de dos psicologías fundamentales que se completan y robustecen en el acervo común de la nacionalidad.84

Alguna vez difamada, la cultura cusqueña fue presentada cada vez más como un componente central de la identidad nacional peruana. Igualmente importante fue que el turismo prestó herramientas a los líderes políticos e intelectuales del Cusco para que definieran y difundieran una visión regional específica del indigenismo por encima de las narrativas indigenistas rivales. Este indigenismo permitió a los cusqueños sostener un discurso que resaltaba la compatibilidad de la cultura indígena de la región con la modernidad. Además, las narrativas históricas y folklóricas cuidadosamente empaquetadas, creadas para el turismo, también apuntalaron los esfuerzos del indigenismo cusqueño para distanciar su movimiento de las demandas más radicales de reforma social surgidas de las comunidades de indígenas contemporáneas de la región.

No obstante, si el Cuarto Centenario celebraba los logros del Cusco en la promoción del turismo, también resaltaba los retos vigentes. El Comercio de Lima reportó que «numerosos turistas» habían visitado el Cusco en dicho aniversario, sin embargo, el diario no pudo presentar estadísticas que apoyaran esto85. La falta de reportes sobre el número específico de visitantes sugiere que la mayoría de los que acudieron a los eventos del Cuarto Centenario eran del Cusco o de sus comunidades vecinas. Además, los apuros de último minuto que el Comité Central del Cuarto Centenario pasó para compensar el alojamiento de calidad inferior de la ciudad ilustran los muchos problemas estructurales que desafiaban los planes que la región tenía para desarrollar el turismo. Por último, aunque El Comercio de Lima apoyaba la celebración del Cuarto Centenario, esta siguió mostrando gran parte de la visión paternalista que los cusqueños esperaban que disminuyera con la reconversión del Cusco en un destino moderno. «El Comercio respald[a] el desarrollo del turismo en el Cusco en el año 1934», sostuvo su editorial del 22 de marzo de 1934, donde se reseñó las celebraciones del Cuarto Centenario, y también se preguntó: «¿Que mejor homenaje podemos ofrendarle al Cuzco que incorporar al ritmo grávido de la hora presente a los cuatro millones de parias que vegetan en las serranías del Perú?»86. No obstante los logros alcanzados en las décadas anteriores a este centenario, la percepción del Cusco como una región aislada y subdesarrollada persistía. Sin embargo, al mismo tiempo que El Comercio de Lima desestimaba a los supuestos parias de los Andes peruanos, giros políticos más amplios habían comenzado a crear las condiciones nacionales y hemisféricas para convertir al turismo en un proyecto nacional. Muy pronto, los lazos transnacionales que ayudaron a elevar la identidad regional del Cusco dentro del Perú comenzarían también a levantar su perfil a lo largo y ancho del hemisferio.

12 La denuncia más notable de la comercialización e invención del turismo es la de Boorstin (2012 [1962], pp. 77-117). Los estudios de Koshar (1998) y Brown (1997) son notables en su análisis del poder del turismo en la creación de la identidad regional.

13 Para el vínculo entre indigenismo y modernidad, consúltese: Coronado (2009); Hiatt (2007); López Lenci (2007). Para la tensión existente entre el indigenismo popular y el oficial, consúltese: De la Cadena (2000); Lauer (1997).

14 Una excepción clave es el maravilloso estudio de Mendoza (2008, pp. 65-91).

 

15 Los primeros estudios históricos que volvieron a examinar la rebelión frecuentemente la presentaban como un movimiento protonacionalista; entre ellos tenemos a B. Lewin (1957) y C. D. Valcárcel (1977). Un grupo posterior de investigadores enfatizó las raíces andinas de la rebelión, lo que la hizo algo distinto del nacionalismo peruano. Consúltese, por ejemplo, Burga (2005 [1988]); Szeminski (1984). Otros historiadores examinaron sus raíces sociales y económicas, así como sus consecuencias, en estudios tales como: Flores Galindo (1976); Golte (1980); O’Phelan Godoy (1985).

16 Tamayo calcula que la población de la ciudad del Cusco cayó en 65% entre la rebelión de Túpac Amaru II y 1900. Su subdesarrollo no significó inactividad. Para información sobre la cultura política en el Cusco decimonónico, consúltese Walker (1999).

17 Para un análisis de la República Aristocrática, consúltese Burga & Flores Galindo (1980). La ampliación de la noción de que durante la República Aristocrática los Andes fueron algo ajeno y antimoderno, la encontramos en Cotler (1985, p. 139).

18 La documentación de la explotación del caucho al este del Cusco se encuentra en: Brown & Fernández (1991, pp. 57-78); Stanfield (1998).

19 El limitado alcance del indigenismo está documentado en: Kristal (1987, pp. 1-25); Lauer (1997); Tamayo Herrera (2010, pp. 70-75).

20 Giesecke completó sus estudios de pregrado en la Universidad de Pennsylvania y los de postgrado en la Universidad de Cornell. El embajador peruano en los Estados Unidos le pidió a Leo Rowe, el asesor de Giesecke en la Universidad de Pennsylvania, que le recomendara un candidato para el puesto de rector. Giesecke llegó a Lima en 1909 y al Cusco en 1910.

21 Giesecke hizo un recuento del conocimiento que ya se tenía del sitio en el quincuagésimo aniversario de la primera visita de Bingham a Machu Picchu; consúltese: AG (D-033, «50th anniversary speech», ff. 1-3).

22 Los estudiosos han documentado extensamente la presencia de Machu Picchu y sus ruinas en los estudios geográficos que antecedieron a la expedición de Bingham de 1911 (Greer, 2008; Thomson, 2001; Mould de Pease, 2003).

23 Para más información acerca de la publicación y recepción que el artículo tuvo, consúltese: Cox Hall (2017, pp. 88-101); Heaney (2010, p. 166).

24 Con respecto a la mistificación de Machu Picchu y de Bingham, consúltese: Cox Hall (2012); Shullenberger (2008).

25 Consúltese también: Appleton (1916); Hayne (1919); Leroux (1915).

26 NYT («Lost city in the clouds found after centuries», 15 de junio de 1913, SM1).

27 Consúltese el análisis de la reacción en la prensa peruana en: Cox Hall (2017, pp. 103-110).

28 YPEP (box 8, folder 109, Javier Prado Ugarteche a Hiram Bingham, 19 de agosto de 1913).

29 Para detalles específicos del acuerdo entre Bingham y el Gobierno peruano en cada expedición, así como de las faltas cometidas por Bingham, consúltese: Heaney (2010, pp. 75-77, 115-116, 127-130, 155-156, 165-166, 171-173).

30 Los recuerdos personales de Valcárcel se encuentran en Memorias (1981, p. 187).

31 YPEP (box 17, folder 292, 9886, Hiram Bingham a F. H. Allen, 12 de junio de 1922; box 17, folder 292, 9889, Hiram Bingham a Ferris Greenslet, 15 de junio de 1922). Bingham le escribió a Grosvenor (de National Geographic) para indicarle que Inca land se ocuparía fundamentalmente de la expedición de 1911 y que un segundo volumen narraría las expediciones de 1912 y 1915. Consúltese: YPEP (box 17, folder 296, 9903, Hiram Bingham a Gilbert Grosvenor, 2 de octubre de 1922).

32 Boston Daily Globe («Climbed Andes on the way to the governor’s chair», 7 de diciembre de 1924, A10).

33 AG (0140, f. 25, Hiram Bingham a Albert Giesecke, 6 de mayo de 1926).

34 HBNP («Machupicchu», ECL, 10 de septiembre de 1926, 3).

35 AG (D-209, ff. 1-2, Albert Giesecke a Luis J. García, Panagra, 13 de febrero de 1961).

36 Un argumento central de Mallon (1995, pp. 176-219), así como de Thurner (1997, pp. 99-136), es el fracaso del Estado peruano en incorporar a las comunidades andinas durante la segunda mitad del siglo XIX.

37 Para el análisis del pensamiento de Riva-Agüero, consúltese: Drinot (2013); Vich (2002). Hay una buena sinopsis de la adopción del mestizaje por parte del Estado mexicano en Knight (1990). Con respecto a la oposición cusqueña al mestizaje, consúltese: De la Cadena (2000, pp. 20-29).

38 HBNP (CCC, N° 31, julio de 1927, 19).

39 HBNP (CCC, N° 26, febrero de 1927, cubierta).

40 IRA (A. Giesecke, Guía del Cuzco, 14).

41 HBNP (CCC, N° 31, julio de 1927, 17).

42 Poole (1997, pp. 168-197) señala el uso de la fotografía en la formación de un indigenismo oficial cusqueño.

43 Uno de los primeros estudios que evaluó los efectos negativos del ferrocarril sobre las comunidades rurales fue el de L. E. Valcárcel, «La cuestión agraria en el Cuzco» (1914, pp. 16-38).

44 Para estudios de los aspectos milenaristas del movimiento Tahuantinsuyo, consúltese: Burga (1986, pp. 463-517); Kapsoli (1984, 1982). Entre los estudios revisionistas que han resaltado las metas políticas de los levantamientos, tenemos: De la Cadena (2000, pp. 86-130); Heilman (2010, pp. 42-70); Jacobsen (1993, pp. 337-353).

45 El concepto de nuevo indio fue propuesto originalmente por José Uriel García, indigenista y autor de obras de viaje, en El nuevo indio (1930). A quienes seguían esta teoría frecuentemente se les denominaba neoindigenistas. Consúltese: Tamayo Herrera (1981, pp. 9-19). Lauer (1997, pp. 107-110), denominó «indigenismo 2» a esta siguiente generación del pensamiento indigenista. Para mayor información acerca del surgimiento del neoindigenismo y el conflicto entre neoindigenistas e indios, consúltese: De la Cadena (2000, pp. 44-176). Para la relación entre neoindigenismo y turismo, consúltese: Mendoza (2008, pp. 65-91).

46 Revísese, por ejemplo, la discusión en torno a la conmemoración del cuarto centenario de la fundación de São Paulo en Weinstein (2015, pp. 221-295).

47 HBMC («El congreso constituyente y el IV centenario del Cuzco», ECC, 24 de agosto de 1933, 2).

48 BCP (Ley 7798, 13 de septiembre de 1933).

49 HBNP («El turismo, riqueza que debe beneficiarnos», La Crónica, 29 de octubre de 1933, 2ª secc., 3).

50 HBNP («El porvenir del Cuzco», La Crónica, 29 de octubre de 1933, 2ª secc., 3).

51 HBNP («Las fiestas del cuarto centenario de la fundación española del Cuzco», ECL, 9 de marzo de 1934, ed. de la mañana, 1).

52 HBNP («La celebración del IV centenario del Cuzco», Revista del Touring Club Peruano, 8, N° 81, octubre de 1933, 7-10).

53 AMC (leg. 98, Concejo Provincial del Cusco al Señor Director de Enseñanza i Exámenes, 29 de agosto de 1933).

54 AMC (leg. 97, Robert A. Burns al alcalde provincial del Cusco, 8 de mayo de 1934; leg. 98, James McGrady al alcalde provincial del Cusco, 9 de marzo de 1934).

55 AMC (leg. 98, Moisés Ponce de León al señor presidente de la Comisión Organizadora de las Fiestas Pro-Centenario del Cuzco, 3 de marzo de 1934).

56 HBNP («Comisión Central de Propaganda y Turismo», ECL, 16 de marzo de 1934, edición de la mañana, 3).

57 HBNP («Comisión Propaganda y Turismo del IV Centenario Cuzco», ECL, 22 de marzo de 1934, edición de la mañana, 3).

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