El cuaderno de Valeria

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El cuaderno de Valeria
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Letrame Editorial.

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© María López De Gea

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Portada e ilustraciones: Baldomero Cadenas @cadenasmoreno_art

ISBN: 978-84-18468-62-9

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

PRÓLOGO

Sí, lo escribo todo, desde que tengo uso de razón, en un cuaderno, cualquier papel, una servilleta o hasta en mi cabeza, algo nada efectivo porque a veces, vas conduciendo, corriendo o incluso cuando estás a punto de quedarte dormido y escribes un texto perfecto, elocuente, con todos los detalles, y luego jamás lo recuerdas completo.

Es vital tener cerca un cuaderno, un lápiz y dejar reflejado todo esto que fluye en tu cabeza, los pensamientos que te provoca cualquier cosa, el gesto de un desconocido o incluso la sacudida que te genera el sol o la lluvia.

TODO es esencial, todo tiene un significado que, aunque creas que desconoces, está ahí y puede que lo necesites más tarde.

Y llega el día en el que te das cuenta que tienes millones de páginas perdidas, borradores desordenados y que al final, todo tiene un hilo conductor que te lleva a darte cuenta que hay cosas que te apasionan y te apetece contarlo. No contar tu vida, ni tus experiencias, contar todo lo que te pasa y les pasa, a ti, a quien ves por la calle y en un segundo crees conocer la historia de su vida solo por cómo sonríe o cómo se aparta el pelo de los ojos. Supongo que nos pasa a todos, o no, quizá seamos solo unos pocos los que veamos una historia en papel con cada gesto.

A mí me pasa, y si te quedas, te lo cuento…

PRÓLOGO Dos

Sí, dos, así soy yo…

Te invitaba a quedarte, a escucharme a través de tu voz, pero antes debes saber algo… si te quedas no esperes tópicos, nada de cuentos con finales épicos o felices.

Esto va de piel, de la de Valeria o la de Nacho, de la de Luis o Eme, pieles de cualquiera que sienten y que gritan todo lo que llevan dentro. Va de momentos complicados o sencillos, de las ganas de correr cuando te sujetan los pies y de miedos. Va de alegrías o de cualquier tormento que nace en una cabeza en la que todo está a punto de estallar. De ti o de mí, de todo el que se permita el permiso de sentirse identificado, aunque no se lo cuente a nadie, de quien se emocione con las palabras que narran lo que a todos nos pasa a veces.

Trata de lo sencillo, de los esencial de sentir, de la rabia y de la risa. Trata de vidas distintas que siempre acaban teniendo un punto en común. Y es que no somos tan diferentes cuando se trata de la piel…

Quédate porque seas capaz de meterte en las emociones del resto, porque te apetezca revivir lo que ya viviste y no te dé miedo poner el motor de la memoria en marcha. Si no… puedes cerrar el libro y huir… siempre estarás a tiempo de volver a intentarlo.

¿Preparad@?

ÉRASE UNA VEZ…

La veía tan pequeña e indefensa, como si el vaivén de la vida se la fuese a tragar si no la avisaba… con los ojos ansiosos de conocer todo eso que podía hacerla subir a lo más alto o hundirla en lo peor.

Tenía que ponerla en alerta, contarle qué era todo eso que podría sentir, las mil sensaciones que irían ocupando su cuerpo.

Mi pequeña Valeria, tan aparentemente frágil que no tenía ni idea de la fuerza brutal que escondía, todo lo que podría provocar y las tempestades que había firmado ya, solo por el hecho de nacer…

Estaba decidido, qué mejor forma de ponerla sobre aviso que contándole de qué va la piel y el alma… como el cuento diario desde la mecedora de madera, un regalo con preaviso, que solo podía hacerle alguien que ya lo hubiese sentido en su piel.

Contárselo todo, la rabia o el placer, las experiencias propias y de otros… definirle cómo es la emoción de sentirse plena o tremendamente vacía, aunque sepa que volverá a llenarse…

Ahora Valeria, solo escucha…

CUENTA, CUENTA

Dímelo, cuéntame eso que te callaste, lo que la arena en tu garganta no dejó salir, dime qué era eso que rompías con los dedos cada vez que intentabas construirlo.

Cuéntame lo de querer poder y no saber, lo de que te daba tanto pánico cederte que te olvidaste de ti… y de mí. Dime eso que estallaba en tu estómago cuando parecía que se estaba cayendo el mundo y tú seguías mirando esa puerta de mis ojos que daba portazos cuando decidías dejar de correr.

Dile ahora que daba igual, que no era magia solo dudas, que había playas y unas cuantas marcas de las sábanas que nunca tenías ganas de ordenar…

Puedes explicarle que solo fueron 4 días, 4 ratos o 4 años sin aire porque el oxígeno se quedaba fuera cuando se trataba de nosotros.

Dime que no era bailar, que solo era ensayar los pasos para otras actuaciones estelares, que te apretaron los zapatos y los guardaste en una caja en lugar de soltar el nudo de los cordones…

Cuéntame que la cosa iba de cobardes, de juegos sin gracia en los que la partida terminaba sin ningún ganador, que te apostaste la risa y perdiste hasta la vida.

Dímelo que igual te creo…

NO MORE

Tiró los tacones y la vida.

Se estaba quedando sin fuerza y ya era todo fachada, veinticuatro horas sin risa y sin versos. Tenía el pelo rosa y le daba igual, no quería maquillaje ni sorprenderse frente al espejo.

Solo quería besos, quiso sus manos desde antes de estar viva y aprendió a que la matasen sin permiso primero y luego con él. Se desprendió de todo y de todos para dejarse llevar por la cascada de lo que creyó un océano.

No era rabia ni magia, eran unas manos que sanaban después de haber herido, eran dientes que curaban los mordiscos que robaban sin permiso.

Eran dos sin rumbo.

Y no lo vio.

No vio que se estaba llevando todo, no vio caer las fotos ni escuchó el sonido de lo que se rompía. No veía ni sentía el desprecio de lo que no es sano, aunque creas que te da vida.

Cerró los ojos a lo obvio porque era mejor callar que escuchar lo que sus marcas le decían.

Cuando quiso gritar solo había silencio, cuando intentó correr ya no supo ni siquiera andar… y cambiaron los permisos por condenas, las miradas por avisos y las manos… las manos solo eran rabia.

Desapareció la calma y las ganas ya eran miedo. Y entonces, cuando el mundo se le estaba resbalando y no tenía fuerzas para sujetarlo, abrió los ojos y lo oyó… Oyó que no era tarde, que solo tenía que querer llegar a tiempo, que salvarse era cosa de valientes y ella ya no tenía miedo…

K.O. TÉCNICO

Hay días en los que no te apetece soñar, en los que te has agotado antes de despertarte y las ganas se han perdido, sin aparente motivo, k.o. técnico antes de empezar.

Días en los que sería necesario un permiso por asuntos propios al espejo, para que refleje otra persona que no seas tú, alguien a quien te apetece ver y no te atreves a pedirlo, que tus ojos se conviertan en los suyos, durante ese ratito de rigor que estás peleado con el mundo y con todo lo que conlleva.

Te fustigas con lo poquito que te gusta sonreír si es de mentira y piensas que te engañas a ti mismo porque la interpretación nunca fue lo tuyo, ni siquiera la profesión frustrada de fingir que todo está bien cuando se acerca la tormenta y tú ni siquiera has comprado el paraguas.

Entonces pasa algo que gira todo de golpe, te empuja y te revuelca para que reacciones, y te sientes inmensamente tonto de repente por no saber ver todo lo que tienes delante, por haberte encerrado en tu negatividad, quizá provocada, pero probablemente absurda.

Y vuelves a soñar, y a mirarte 125 veces al espejo a ver si te ha cambiado la cara de idiota que tenías hace un rato cuando pedías una tregua al reflejo.

Y es que, a veces, solo es cuestión de mirar más por dentro y olvidarnos de lo que vemos desde fuera…

FUGAZ

Increíble pensarte y no controlarlo, si te paras a estudiarlo, solo un gesto, sentir la piel, apretar los dientes con el dolor sordo que se queda en tu estómago al saber algo que te decepciona y que no esperabas.

Darte todo sin que lo veas, porque sale solo, porque no hace falta forzarlo y respirarte, parar en seco en ese microclima mágico que creamos sin querer… es como no necesitar nada más.

Pero no es cierto, sí necesitas, necesitas que esas manos que se quedan solo a veces se queden siempre, quizá un siempre relativo, un siempre fugaz o pasajero, pero, que en ese momento necesitas sentirlo, escucharlo, saber que no es solo parte de un espejismo.

Que olerte deje de ser un ritual para convertirse en algo básico, y que no conviertas mi calma en caos para luego irte y dejarlo todo desordenado. No es justo graduar ni medir cuando se siente, porque no mandas, no diriges.

 

Dejarse ir es sencillo cuando el viaje te fascina…

VALERIA

Olía a lluvia y a ganas de más, una brisa helada se colaba por la ventana y abrió los ojos, ¿qué había pasado?

Valeria…

Ese caos constante que le provocaba, el sonido de su risa, su pelo haciéndole cosquillas en el pecho. Siempre ella.

Estaba agotado, le dolía hasta el último músculo y trató de recordar por qué tenía esa sensación de vacío interno.

Había sido una conversación intensa, llena de palabras que no significan nada, pero se dicen a quemarropa, cuando ya no sabes qué camino coger o si es mejor lanzarse al vacío y esperar encontrarte una cuerda durante la caída. ¿Cuál fue el detonante?, ella estaba cansada y a él le faltaba el aire, se acababan las excusas y el tiempo y lo dijo…

—Valeria, no puedo seguir.

Y empezó la tormenta.

La tormenta sin ella, sin sus ganas de exprimir cada instante y hacer especial hasta el momento más absurdo. Había relámpagos sin su voz, dulce, de niña adulta que sabe cómo modularla para volverte loco.

Maldito olor a lluvia y a él, se levantó de un salto para cerrar la ventana, se tambaleó al poner los pies descalzos en el suelo y no pudo evitar escuchar en su cabeza esa voz repitiéndole que no cuida sus mareos… Maldito…siempre presente.

Se dejó caer sobre la cama e inconscientemente paseó sus dedos sobre el pequeño tatuaje de su cadera, ¿por qué lo hizo?, era como si no gestionara sus impulsos cuando le tenía cerca. Se le encogió el estómago y no sabía si porque llevaba casi 24 horas sin probar bocado o porque su recuerdo mandaba hasta dentro de ella.


Cuando sientas que tienes que ponerlo todo patas arriba, que es necesario hacer que el mundo arda…Enciende las cerillas sin miedo…

Ya habrá tiempo de apagar fuegos…

DESORDEN…

Desmóntalo todo, asústate y ten miedo, respira y grita por dentro… y por fuera…, quéjate contigo misma, no te conformes, desordena y luego si acaso… vuelves a ordenar.

Desconfía hasta de ti, supérate y demuestra, deja que te demuestren, siente, explota de rabia y corre hacia donde quieras.

Conoce tus límites y bórralos, dispara tus palabras si es necesario, aunque reboten en un escudo, no mientas ni dejes que crean que te crees las mentiras.

Juega mientras conozcan las reglas todos los jugadores y lanza las cartas lejos cuando el juego empieza a dañarte.

Sé tú, que es lo único que nadie va a hacer por ti…

NI IDEA

Yo ya no sé qué está bien o qué está mal, si en esta batalla hay buenos o malos, vencedores o vencidos…

Ya no mido las razones o las ganas porque medir es vivir despacio, sin vida, es no querer coger los retos y lucharlos, andar de puntillas cuando en realidad prefieres sentir la escarcha en los pies…

Yo ya no sé cuál es la diferencia de dar todo o no perder nada, de ser o no ser real, sincero con lo que tienes dentro, coherente, valiente y tuyo…ya no sé…

Y a veces se me olvida lo de olvidar, se me pasa que hay almas que no se dan, aunque te des…

Deprisa o despacito, sin filtros, con las ansias de quien nunca se ha muerto por fuera, aunque agonizaba por dentro… Queriendo querer quererse…

Yo ya no sé…

DÍMELO…

Dime que no era verdad, que no sentiste que estabas en casa la primera vez que te quedaste con mi lengua, que no temblabas porque me rozaste. Dime que no supiste que desordenaría tu vida y la mía para ordenarla juntos, que tus dedos apretando mi piel no lo hacían con la rabia calma que aplicas al recorrerme.

Di que se acaban las madrugadas, pero dilo de verdad, agarrándote el alma y poniéndolo sobre la mesa para que no haya dudas. Di que no estás ni estamos, que no odias que ahora el brillo de tus pupilas me diga que tienes miedo, que te vas y no es conmigo…

Cuéntame que no son celos, que no te empuja la rabia cuando no sabes dónde estoy o quien respira cerca de mí. Cuenta que te da igual que solo eran partidas sin final que alternabas con la lucha de tus pensamientos.

Dilo, que solo hoy te dejo que me mientas…

DESTINO…

Cambié admirarte por la pena, quererte por compadecerte y el respeto por rabia.

Me dolías por dentro, tanto que arañabas, y saber que habías olvidado en qué consistía la esencia de lo nuestro se cargó todo lo demás.

Lo rompiste tú, por cobarde, por no tener el valor de hablar y confesarte, por no creer tus propias palabras cuando predicabas que nosotros éramos distintos…Y, ¿sabes qué? Yo sí lo fui, yo sí me sinceré contigo, pero sobre todo conmigo, derribé la pena y la rabia y te conté que se acababa todo esto porque no era real, porque habías dejado de estar y te empeñabas en esconderlo, en engañarte a ti y creer que también a mí.

Cobarde una y mil veces. Por quedarte cuando te sobrabas hasta a ti, por quererme mal, por cuidarte solo a ti y quemar no solo el amor, si no la confianza de algo que fue más que una relación.

Lloré mil millones de mares, pero sin inundaciones, por dentro y ahogando con ellos cualquier sentimiento que quedase hacia ti. Lloré para borrarte y demostrarme a mí misma que no vales la pena.

Hoy lo sé, más que nunca…Yo lo llamo destino.

SIN PASE

Te parte la calma y la repones sin que pida perdón, acelera lo que llevas bajo tu ropa, pero también debajo de la piel.

Te roba momentos para moldearlos y que se queden en tu cabeza y te torturen si no se queda… Pero se queda y te destroza, se aprende tus gestos porque solo eres tú si está, te relajas y tu cara le cuenta sin tabúes que le adoras, que te ha quitado las ganas de vivir a ratos porque quieres que se quede.

Le perdonas la barba y las prisas, los ojos perdidos debajo de tu camiseta, le perdonas volverte loca porque tiene la cordura en sus manos…

Te mata, despacio, sin avisarte, con cada beso a destiempo, con cada roce de sus yemas en ese cachito de espalda que ya le pertenece…Y toda tú…

Y es que te sientes suya, tú que venerabas la independencia y ser única y principalmente tuya, tú que jamás pudiste olvidarte de mirarle…

Y te dejas… sin más remedio que pedirle al menos, el pase de salida…

ESCARCHA

Y yo, que lloré en silencio y a gritos, que me comí la rabia y la convertí en orgullo, que juré mil millones de veces que no volvería a confiar en nadie, que metería mi corazón en una jaula y me tragaría la llave… Yo, que cedí mi alma a la soledad por temor a que volvieran a destrozarme la calma… confieso que tambaleas mis planes, que te metes en mi cabeza que pasa de ser Alcatraz a verse desprotegida por lo apetecible que suena todo lo que llevas dentro.

Y empiezo a cederte mi hermetismo convencido, mi escarcha provocada, para que la abras y deshagas.

Que empiezo a pensar que no es tan suicida ver la intensidad de tus pupilas cuando hablas o lo mucho que te sacan de tus casillas mis locuras de medio madura medio cría…

Quizá sea el momento de dejar de pensar y dejarse ir…

DESCALZOS

Había bailado tanto que le cosquilleaban los pies, se había rendido tanto que le fallaban las fuerzas…

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