Innovación y metodología

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CASO 4

Historias que conectan a personas: Reformular los problemas de la vivienda

Un proyecto pionero que supuso un planteamiento totalmente diferente al pensamiento de ladrillo y cemento que domina el ADN cultural de las autoridades responsables de la vivienda social sucedió en Ámsterdam en los años noventa. Tuvo su origen en los problemas acuciantes de un barrio que había recibido una afluencia importante de inmigrantes de Turquía y Marruecos. Estas nuevas comunidades trajeron una cultura diferente al viejo barrio, ahora animado por establecimientos “orientales” y mezquitas recién construidas. En medio de todo ello aún habitaba una población holandesa de edad avanzada (las familias con niños solían dejar la zona y mudarse a los barrios residenciales) que se sentían cada vez más perdidos en su entorno habitual. Percibían que el barrio estaba cayendo en el declive, estaba presente un sentimiento de inseguridad que aumentaba cuando algunos lugares públicos eran objeto de actos vandálicos. Casi nadie se relacionaba con nadie y estaba claro que la llegada de nuevos vecinos no contribuía a la existencia de unas relaciones sociales integradoras. Aunque no había problemas graves, parecía que la estructura social estaba a punto de derrumbarse (De Gruijter, Van Waesberge y Boutellier, 2010). Mediante entrevistas, los investigadores averiguaron que muchos de los recién llegados (y de los no tan recientes) consideraban temporal su presencia en ese frío y húmedo país: tenían la intención de volver a Turquía o a Marruecos cuando fueran mayores.

En realidad esto no llegó a ocurrir; los inmigrantes de primera generación se quedaron con sus hijos, que habían crecido en el nuevo país. Sin embargo, aunque estos hijos (la segunda generación) crecieron en la cultura holandesa, los inmigrantes de primera generación no adoptaron mentalmente a los Países Bajos como su nuevo hogar, con lo que crearon involuntariamente enclaves donde podían sentirse cómodos entre ellos, pero sin conectar con sectores más amplios de la sociedad holandesa. Este gran drama social se representó a escala local en esta zona específica de la ciudad.

Posteriormente, el Museo Histórico de Ámsterdam coordinó un proyecto para recopilar historias sobre este barrio entrevistando a la población holandesa de mayor edad, con el fin de otorgar a la zona una sensación de profundidad, lo que podría denominarse un “mapa profundo” (Heat-Moon, 1999). Se creó una página web en la que se mostraban estas anécdotas (http://www.geheugenvanoost.nl), y se publicitó a nivel local. Al final, las personas de las comunidades turca y marroquí también se implicaron relatando sus propias experiencias al llegar a vivir en el barrio. Cuando empezaron a contar historias sobre sus vidas en sus lugares de procedencia, el personal del proyecto se dio cuenta de que no procedían de “Turquía” o “Marruecos”, sino que cada comunidad estaba arraigada solo en unas pocas áreas rurales determinadas de esos países. La población holandesa mayor pudo verse reflejada en esas historias de vida rural; que no diferían tanto de sus propias historias familiares de hacía una o dos generaciones, cuando sus propios antepasados se mudaron a la ciudad desde el campo holandés. El conjunto de historias expresaba muchos más valores comunes de lo que cabía imaginar y abrió vías para promover un mayor contacto y comprensión. Esto marcó la diferencia a la hora de aliviar tensiones y mejorar la capacidad de los vecinos para abordar los problemas que podían surgir, entre ellos el vandalismo y los adolescentes ociosos. Años después, esta página web en concreto sigue activa con historias que abarcan ya a toda la ciudad.

Merecen destacarse varias características de este modesto proyecto. En primer lugar, se abordaron los problemas a nivel humano y ello tuvo un impacto directo en la vida cotidiana de la zona. En segundo lugar, el planteamiento fue proactivo: los problemas abordados en este proyecto no se definieron como un tema de inseguridad o de necesidad de afrontar la pequeña delincuencia, ni se centraron solamente en los alborotadores. En tercer lugar, al concentrarse en los valores humanos comunes y en la interacción intensa entre las personas, las comunidades existentes pudieron conectarse, fortalecerse y dotarse para un bien común.

De este proyecto podemos aprender que para este tipo de problemas abiertos, complejos, dinámicos e interconectados probablemente no hay soluciones directas ni rápidas, y que resulta crucial comprender las estructuras subyacentes en una situación determinada. Si indagamos en ellas comenzaremos a ver cómo surgen soluciones. Los actores habrán abordado un problema como la vivienda social en toda su complejidad, sin suposiciones, generalizaciones ni cómodas simplificaciones. El compromiso en estos temas implica bastante valor y decisión: como mencionamos en el caso práctico 3, los problemas interconectados suelen ser tan increíblemente complicados que la gente se rinde y abandona. Sin embargo, comprobaremos que la propia naturaleza abierta, compleja e interconectada de los problemas modernos también es la clave del progreso en estas situaciones: en el ejemplo de Ámsterdam, ¿quién podía pensar que un museo de historia sería cómplice de producir un cambio social tan directo? Más adelante en el libro, los casos prácticos nos enseñarán que las dificultades de los establecimientos minoristas en la sociedad postindustrial o incluso el rompecabezas del tren pueden afrontarse provechosamente con la creación de nuevos marcos.

La incapacidad de resolver los problemas de una forma convencional y de abordar los nuevos, caracterizados por ser abiertos, complejos, dinámicos e interconectados, está llegando a un punto crítico. Y este tipo de problemas no va a desaparecer. Al contrario, tendremos que afrontar más en el futuro; evidentemente, surgen hoy porque vivimos en un nexo entre la revolución tecnológica y cambios sociales y culturales transcendentales. Tenemos una necesidad desconocida hasta ahora de ampliar nuestro espectro de soluciones para poder tratar estos temas. En el próximo capítulo conoceremos algunas estrategias premeditadas que han elaborado expertos sobresalientes para navegar en estas aguas, y a continuación estudiaremos cómo pueden usarlas las organizaciones actuales.

2. Pioneros

La Fundación de Jóvenes Diseñadores

Para estudiar cómo los métodos basados en el diseño pueden suponer una alternativa a la forma convencional de solucionar problemas y cómo pueden ser motor de innovación, investigaremos ahora proyectos llevados a cabo por dos organizaciones pioneras que usan métodos de diseño para crear planteamientos radicalmente diferentes ante los problemas. En conjunto cuentan con más de treinta años de experiencia en este campo.

La Fundación de Jóvenes Diseñadores (YD/) se fundó en los Países Bajos en 1990 con el nombre de Jóvenes Diseñadores e Industria. En un principio, su función era la que indica su nombre: crear proyectos que ayudaran a los jóvenes diseñadores y artistas a adquirir experiencia valiosa trabajando para socios industriales de gran importancia. Desde finales de los noventa, el objetivo de la organización ha cambiado, y YD/ se ha convertido en una institución cultural que pone en marcha y desarrolla proyectos de diseño en el contexto de cambios culturales y sociales con el lema de “Diseñar para la Sociedad”. Veremos tres ejemplos que nos darán una idea de lo que hacen y de cómo lo hacen. En el último apartado de este capítulo comenzaremos a extraer enseñanzas que puedan aplicarse a un amplio espectro de organizaciones.

CASO 5

Darle la vuelta al negocio: Nuevos planteamientos en la prestación de servicios

A finales de los años noventa, una de las empresas más grandes del mundo en servicios de empleo se puso en contacto con la Fundación de Jóvenes Diseñadores e Industria. La empresa suministraba trabajadores temporales a sus empresas clientes, pero tenían problemas para afianzar su relación con los trabajadores temporales, algo que resulta absolutamente crucial en este tipo de servicios. En un principio, el problema se planteó como la necesidad de diseñar un regalo promocional que contribuyera a crear una mejor relación y una mayor lealtad. Se encargó a dos diseñadores que trabajaban juntos en el colectivo Orgacom (véase orgacom.nl) que presentaran propuestas. Llegaron rápidamente al fondo de la cuestión: la empresa de servicios de empleo tenía un gran problema, y no podía resolverse simplemente diseñando un bolígrafo con su caja de regalo. Toda la actividad de la empresa se basaba en la necesidad de atraer clientes a ella, y hacían grandes esfuerzos para que se les considerara una compañía seria. Había adoptado un estilo corporativo muy profesional, con un moderno logotipo abstracto, espacios grises y fríos en sus oficinas, y personal con formación para gestionar de forma eficaz todas las formas y dificultades de los contratos de trabajo temporal. Pero en el ambiente económico de la época sobraban las empresas que necesitaban personal temporal; a quien realmente tenía que atraer la empresa de servicios era a gente joven para que fueran esos trabajadores temporales. Toda esa parafernalia corporativa tan elaborada que habían adoptado resultaba totalmente contraproducente en este sentido. En lugar de seleccionar gente en busca de empleo, la empresa tenía que volverse más atractiva y seductora para estos trabajadores de edades comprendidas entre los 18 y los 25 años. Los diseñadores presentaron propuestas radicales para cambiar las prácticas de la empresa en este sentido. Entre estas ideas se ofrecía montar oficinas temporales en festivales y otros sitios donde se reúnen los jóvenes, módulos de formación de personal con divertidísimos y provocadores juegos de simulación, así como una revisión completa de los métodos con el fin de dotar a la empresa de un carácter más humano. Con nueve sencillos dibujos se mostraba cómo la empresa podía ofrecerse al mundo de forma distinta, esbozando nueve “despachos”: un “despacho en casa”, un “despacho en el teatro”, una “telenovela”, un “club”, una “parada de autobús”, etc. (véase figura 2.1). En vez de usar diseños elaborados, los diseñadores crearon dibujos sugerentes para provocar debates que formaran un contexto de cambio real. Se hizo llegar el mismo mensaje directo humano con los juegos de representación de distintos papeles. El proyecto se presentó en un vídeo con fragmentos de los debates que suscitó en la empresa. Los Jóvenes Diseñadores lo presentaron posteriormente al consejo de la empresa. Habían formulado de forma eficaz el problema en el sentido de que podía resolverse de muchas formas novedosas e interesantes (Pappers et al., 1999).

 

Figura 2.1

ALGUNAS DE LAS PROPUESTAS DE DISEÑO REALIZADAS PARA ESTIMULAR EL DEBATE EN LA EMPRESA DE SERVICIOS DE EMPLEO (BOCETOS DE ORGACOM)

CASO 6

La integración de los discapacitados mentales: Consecuencias imprevistas de la política social

Este proyecto fue encargado por el Ministerio de Salud, Bienestar y Deportes holandés, y los primeros responsables fueron una fundación para la atención a discapacitados, una institución de infraestructuras médicas, un importante promotor de proyectos, una empresa constructora y un nuevo centro de estudios de medios de comunicación. Participaban catorce diseñadores de YD/. Planteemos la situación: tradicionalmente, la política estatal en los Países Bajos, como en muchos otros países, ha sido apartar a los discapacitados mentales de la sociedad. Se les atendía en instituciones mentales que solían estar situadas en frondosas y recónditas áreas del país. Aunque la sociedad se preciaba de la calidad de la atención que se les proporcionaba, también se ocultaba a los discapacitados mentales de la población en general. Últimamente se ha invertido esta política: la nueva visión convencional es fomentar que los discapacitados mentales vivan su vida lo más “normalmente” posible. Esto supone reubicarlos para que vivan de forma independiente en pueblos y ciudades con cierto apoyo de una red de cuidadores. Esta nueva filosofía ha tenido consecuencias tremendas y desastrosas para los propios discapacitados mentales. Cuando entraron en el mundo de las “personas normales”, se terminó con su aislamiento físico pero no con el mental. No se consigue la integración de los discapacitados mentales en la sociedad solo con trasladarlos de una institución a un apartamento; tienden a no integrarse en el barrio y verdaderamente no saben cómo desenvolverse en la vida urbana. Sus nuevos vecinos generalmente los ignoran: el ritmo frenético de sus ocupadas vidas no les deja tiempo ni paciencia para relacionarse con ellos. En consecuencia, los discapacitados mentales se encuentran aislados en sus apartamentos y se sienten terriblemente solos. Se inició el proyecto Vida en Integración porque los problemas a los que se enfrentan estas personas son complejos y requieren soluciones creativas que en principio impliquen a muchos actores dispersos por toda nuestra moderna sociedad urbana. Se necesita crear un espacio para el cambio. En el transcurso de los primeros debates, se redefinió drásticamente la cuestión inicial planteada por el Ministerio, que había presentado involuntariamente el problema como una necesidad de atención hacia los discapacitados mentales, mientras que los creativos y diseñadores inmediatamente enfocaron el problema en torno a sus capacidades. Esto supuso un primer avance, porque pensar en términos de capacidades abre totalmente una nueva perspectiva del problema si se analiza cómo estos discapacitados mentales pueden contribuir realmente a la sociedad urbana. Las siguientes declaraciones de miembros de las organizaciones implicadas están tomadas de Suyling, Krabbendam y Dorst, 2005). La primera proviene de un trabajador del Ministerio:

Los diseñadores acertaron al no aceptar que los discapacitados mentales vivan apartados de la sociedad. Comprenden que tengan sus propias aspiraciones.

La cuestión planteada pasa entonces de ser solo un tema de atención a convertirse en el reto de estudiar las distintas maneras de conformar y propiciar lo que pueden aportar los discapacitados mentales. Esa investigación tomó muchas y variadas formas. Un trabajador de una de las organizaciones implicadas afirmó:

Algunos discapacitados mentales pasan mucho tiempo en casa, de forma que pueden contribuir positivamente a la vigilancia social de la comunidad. La seguridad y la protección también aumentan con la presencia de enfermeros y [cuidadores].

Algunos de los jóvenes diseñadores se comprometieron muy personalmente en la vida de los discapacitados para aumentar su capacidad de empatía y obtener mejores ideas para las soluciones. Un diseñador comentó:

[Durante mi estudio] me enfrenté a varios problemas, pues este grupo de discapacitados mentales leves presenta dificultades para expresarse verbalmente e interactuar socialmente. Suelen ser analfabetos, así que no se les puede mandar un cuestionario o conversar con ellos de la forma habitual. Incluso la comunicación telefónica origina extraños malentendidos.

En un reflexivo trabajo escrito especialmente para una publicación sobre el proyecto, Miriam Slob resaltó que su experiencia en el trato con discapacitados radicaba en la suya propia de haber crecido en una pequeña población. Los chicos de su curso en la escuela del pueblo eran muy distintos entre sí y evidentemente había algunos que eran discapacitados leves, de forma que aprendió a tratar con ellos naturalmente. Después de trasladarse a una ciudad grande, obviamente con una población más diversa, se había refugiado en su propio círculo limitado de personas y ya no había conocido a ningún discapacitado más.

Otros diseñadores analizaron los papeles de las instituciones y los cuidadores. Experimentaron directamente lo difícil que resulta para una persona dispuesta y comprometida tener siquiera acceso a los discapacitados mentales. En el transcurso de la investigación, quedó claro que la actitud sobreprotectora de las instituciones responsables de su atención y los cuidadores eran los que más contribuían al aislamiento de los discapacitados.

Involuntariamente, a la responsabilidad de proporcionar cuidados se había añadido la de proteger a los discapacitados de su nuevo entorno, incluidas las advertencias de no abrir la puerta a extraños. Los cuidadores no se habían percatado de que en estas nuevas circunstancias ya no pueden controlar ni proteger totalmente las vidas de sus pacientes. Y, obviamente, es difícil convivir con los riesgos de una vida urbana normal, quizá aún más para personas que trabajan en instituciones médicas (donde se convive con el riesgo de una forma muy determinada). Solo con comprender esto pueden descubrirse muchas nuevas posibilidades de mejorar la integración de los discapacitados (figura 2.2). Muchas veces los problemas ganaban en perspectiva y humanidad (sin tecnicismos ni jergas tecnocráticas) cuando se reformulaban como preguntas personales:

[Trabajador de una organización implicada:] Como persona no discapacitada, ¿estás integrado en tu barrio?

[Diseñador:] Las verdaderas preguntas relativas a este proyecto son: ¿Por qué la gente quiere conocerse? ¿Cómo se hacen amigos?


Figura 2.2

DOS PÁGINAS DEL LIBRO DEL PROYECTO DE YD/ (SUYLING, KRABBENDAM Y DORST, 2005)

Como suele ocurrir al terminar un proyecto de YD/, se obtienen perspectivas prometedoras que permiten un desarrollo posterior, no como la “gran solución” al “gran problema”, sino como puntos de partida que, al unirse, proporcionan un mapa de posibilidades fascinante. Hay muchos problemas y posibilidades sobre los que se necesita pensar y debatir más: el papel de la atención y la forma en que esta aparece como un tema fundamental al institucionalizarse en nuestra sociedad moderna, y lo mismo ocurre con la extraña relación entre “atención” y “control”. La experiencia de haber participado en este ejercicio tan poco convencional ha tenido un profundo impacto en las organizaciones implicadas.

[Trabajador de una organización participante:] Durante el proceso, se “pulieron” conceptos importantes, tales como los problemas de soledad, miedo y movilidad personal, la protección del discapacitado mental y el individualismo de la sociedad moderna. Ello nos permitió abordar los problemas de forma diferente.

Resulta apasionante darse cuenta de que los nuevos contextos (formas de ver) que surgieron de la complejidad de este problema produjeron innovación en las diversas organizaciones implicadas.

CASO 7

Moda urbana e identidad: Madurar en público

Recientemente, la práctica profesional de la YD/ ha evolucionado desde un planteamiento basado en el proyecto hacia la creación de entornos para la innovación. Proyectos como los descritos anteriormente suponen una inspiración y un estímulo muy potentes, pero necesitan de una continuación estructural cuando se trata de cambiar de verdad las actitudes de la gente y los usos profesionales. Requieren un contexto real para que se produzca la transformación. Una entidad que adoptó rápidamente esta nueva forma de trabajar fue un organismo de vivienda social de Ámsterdam que posee amplios terrenos en la parte occidental de la ciudad, fundamentalmente bloques de apartamentos de tamaño medio de los años sesenta y setenta. La población ha cambiado desde los primeros habitantes holandeses para en la actualidad formar una mezcla multicultural de familias diversas. Hay razones para preocuparse por las perspectivas de futuro de la numerosa población joven, pues muchos de ellos poseen una educación deficiente y carecen de la preparación para subir los primeros peldaños de la escala social. La cultura urbana de la zona es muy negativa y en ocasiones destructiva (tanto literal como metafóricamente), con pequeños estallidos de frustración soterrada. Los adolescentes que deseen formar su propia identidad en un entorno de esas características pueden caer fácilmente en una espiral negativa. Esto ya se sabe, pero, ¿qué se puede hacer? En colaboración con un instituto local de formación profesional, la YD/ puso en marcha un estudio de moda en el que cuarenta adolescentes pasaban un semestre (en horario extraescolar) realizando sus propias colecciones de prendas con el apoyo de diez diseñadores de moda. Algunas de las madres eran excelentes costureras, y las contrataron para montar un taller de costura que elaborara las prendas. A los chicos se les dio el control total; los diseñadores de moda solo estaban allí para apoyarles durante el proceso. Fue una aventura muy intensa para todos, una experiencia positiva y enriquecedora en un barrio donde esto no ocurre fácilmente. Todo ese inmenso trabajo tuvo su recompensa con una acertada colección (llamada Estamos Aquí) que finalmente se presentó con todos los honores en un gran desfile ante cientos de invitados (figura 2.3). Lo que es más, muchos de los jóvenes habían conseguido confiar en su creatividad y desarrollar un auténtico sentido de la responsabilidad con el proyecto. Surgieron muchos tipos de talentos y algunos resultaron ser líderes natos de sus proyectos. Este concepto de estudio de moda ya se ha llevado a la práctica en varias ocasiones más y se ha trasladado con éxito a otras ciudades. Este tipo de iniciativas tiene la capacidad de dar un vuelco a un barrio al ayudar a una nueva generación a sentirse orgullosa de la creación de una identidad positiva. El concepto de estudio de moda creó una nueva plataforma para que esos adolescentes se desenvolvieran en un campo de juego más justo y estimulante de lo que el barrio podía ofrecerles generalmente. Por ello, el programa supuso una experiencia formativa relevante en sus vidas.


Figura 2.3

DOS PÁGINAS DE LA PUBLICACIÓN DE YD/ DONDE SE PRESENTA EL PROYECTO DE MODA

El Centro para la Prevención del Delito mediante el Diseño del Entorno (Designing Out Crime center)

En Australia, el departamento de Justicia, la policía y el fiscal general del gobierno de Nueva Gales del Sur establecieron un centro de investigación para la prevención del delito a través del diseño del entorno (DOC) junto con la UTS, inspirado en la prolongada experiencia del veterano centro existente en Londres (Thorpe y Gamman, 2011; Gamman et al., 2012). Su objetivo es usar los métodos de diseño para revolucionar la forma de proporcionar seguridad y protección a la sociedad. En su primer periodo de financiación, de 2008 a 2013, el centro ha entregado unos cien proyectos a cuarenta organismos asociados. El planteamiento crucial de DOC yace en el compromiso de evitar (en la medida de lo posible) la creación de “reacciones defensivas” en contra de la delincuencia, pues crean un clima de desconfianza y miedo que destruye el tejido social de nuestros espacios públicos y nuestra sociedad. Primero centrémonos en tres proyectos que nos ayudarán a mostrar el planteamiento del centro para resolver los problemas de seguridad abiertos, complejos, dinámicos e interconectados a los que se enfrentan nuestras sociedades.

 

CASO 8

El distrito de ocio: Creación de infraestructura urbana para el entretenimiento nocturno

Kings Cross, la zona de ocio de la ciudad de Sídney, ha experimentado problemas de forma continua. Con sus bares y discotecas y su ambiente nocturno algo sórdido (el barrio tiene un pasado de prostitución), esta zona atrae aproximadamente a treinta mil jóvenes los viernes y sábados por la noche (figura 2.4). Toda la actividad se concentra en un estrecho tramo de quinientos metros de calle donde se ubican muchos bares y grandes discotecas. Entre los problemas que se producen hay peleas entre personas bebidas, pequeños robos (carteristas) y tráfico de drogas a pequeña escala. Avanzada la noche, la situación suele descontrolarse, se producen actos violentos esporádicos y hay personas que resultan heridas, a veces de carácter grave. Este problema de delincuencia parece engañosamente simple: la solución normal sería invertir en más medidas para contrarrestar los excesos y castigar a los culpables. A lo largo de los años, el estado ha intentado resolver el problema usando estas tácticas intimidatorias, principalmente con el incremento de la presencia policial y la instalación de cámaras de circuito cerrado. También se ha instado a las discotecas a que contraten su propio personal de seguridad. Toda esta seguridad especial tan visible ha convertido ahora al distrito de ocio en un entorno público bastante desagradable, pero aunque se ha incrementado el número de arrestos no parece que las medidas especiales de seguridad hayan aumentado la tranquilidad ciudadana.


Figura 2.4

KINGS CROSS DE NOCHE (IMAGEN DEL DOC)

Los diseñadores del centro asumieron el proyecto y rápidamente reformularon los problemas que el Ayuntamiento consideraba temas de orden público para, en su lugar, estudiar cómo se podía descriminalizar la zona. Los diseñadores argumentaban que este planteamiento podía constituir una estrategia válida porque las personas que se metían en problemas eran casi en su totalidad gente joven que quería pasarlo bien, no delincuentes habituales. Los problemas surgían probablemente porque una multitud de treinta mil jóvenes ocupa una zona muy poco dotada estructuralmente para ello. La desorganización del barrio y sus atractivos crean todo un verdadero cúmulo de problemas complejos para las muchas partes implicadas. Por usar una metáfora (un “marco de referencia”) que nos ayude a comprender el problema, se podría comparar esta situación a un gran festival musical (treinta mil personas en el espacio del festival): que tuviese lugar dos veces a la semana no es relevante para el caso. Por seguir con la comparación: ¿cómo se plantea la organización de un festival musical? Uno bien organizado proporcionaría muchas instalaciones que no ofrece el distrito de ocio en ningún caso, pero que se podrían diseñar allí fácilmente. Por un lado, los organizadores de un festival musical garantizarían un fácil acceso a los asistentes y también que pudieran salir cuando quisieran. En este barrio, la hora punta de jóvenes que llegan a la zona es aproximadamente la una de la noche, pero el último tren sale a la una y veinte. Para coger un taxi avanzada la noche se tarda dos horas más o menos, si es que los taxistas cogen a viajeros (los taxistas suelen evitar este barrio), de forma que cuando los jóvenes están en la zona de ocio se encuentran básicamente apiñados en una sola calle hasta que el tren comienza a funcionar de nuevo a las seis de la mañana. Esto termina resultando muy aburrido y frustrante. Aparte de la mejora obvia de poner más trenes, los diseñadores también propusieron como plan alternativo un sistema de señalización temporal en las aceras para guiar a los jóvenes hasta otra estación de tren (a veinte minutos de distancia a pie) que cuenta con autobuses que funcionan toda la noche.

Volviendo al concepto del festival de música, sus organizadores crearían áreas de descanso y ofrecerían actuaciones ininterrumpidas para garantizar que la gente se mantuviera activa de forma que su experiencia no dependiera totalmente de lo que ocurre en un único gran escenario. Se da la circunstancia de que esta zona de ocio tiene unas pocas discotecas que son la atracción principal, pero no hay mucho más que hacer. Por consiguiente, los jóvenes que han visitado un establecimiento y vuelven a la calle quizá tengan que esperar varias horas de cola para entrar en el siguiente. Si deciden no ponerse a la cola, se encuentran en la calle sin nada que hacer. Los diseñadores propusieron que este patrón de comportamiento problemático podría reducirse proporcionando un servicio de mensajes telefónicos o una aplicación de móvil, de forma que la gente pudiera enterarse de cuánto hay que esperar para el siguiente establecimiento antes de salir del primero. Además, algunas de las calles aledañas a la calle principal podían adecuarse como áreas de descanso con fuentes públicas y un ambiente relajado a modo de “salas de espera” lejos de la multitud.

Otro elemento evidente del que se dispondría en un festival de música es suficientes aseos públicos. Esta zona de ocio en particular solo cuenta con tres, uno de los cuales apenas se usa porque está ubicado en una imponente comisaría de Policía. En consecuencia, hay un verdadero problema de micción en la calle (lo cual no es sorprendente si se calcula la cantidad de cerveza que se bebe en una noche normal). Obviamente, los diseñadores propusieron la instalación de un sistema de aseos portátiles.

Con los años, los bares han contratado progresivamente más personal de seguridad y porteros como parte del planteamiento convencional para resolver los delitos relacionados con el alcohol y los problemas de comportamiento antisocial. Los diseñadores propusieron un sistema de guías jóvenes muy visibles con camisetas de vivos colores que ayudaran a las personas a orientarse en la zona y a quienes pudieran acudir cuando necesitaran ayuda. Esto parece totalmente lógico: los estudios han demostrado que la gente no acude a la policía en busca de ayuda a menos que los agentes sean accesibles también para cuestiones de poca importancia. Estos visibles y alegres guías de información creaban un ambiente social más acogedor, que difiere totalmente de esos enormes hombres de negro de la seguridad privada que acechan como mortífagos en cada esquina. De hecho, la presencia de este personal de seguridad paradójicamente ha contribuido enormemente a que el ambiente del barrio sea tan sombrío.

CASO 9

Libradnos de los bolardos: Seguridad en el espacio público

Circular Quay, en el centro de Sídney, es un sitio francamente espectacular. Las preciosas vistas del puerto están rodeadas por el emblemático Harbour Bridge a un lado y la Sydney Opera House al otro. Es un punto turístico fotográficamente perfecto para millones de visitantes cada año. Desgraciadamente, esas mismas cualidades convierten a Circular Quay en un lugar notorio, y por ello un objetivo interesante para un posible ataque terrorista. Se pidió a los diseñadores DOC que presentaran propuestas para evitarlo o reducir los daños en su caso. Los primeros estudios mostraron que sería importante limitar el acceso al tráfico en ciertas zonas del lugar. Los expertos antiterroristas de la policía, muy conscientes de esta necesidad, estaban a punto de proponer la colocación de decenas de enormes bolardos para conseguir este objetivo.