Del umbral de la piel a la intimidad del ser

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Por lo tanto, a la complejidad inicial, que es más de índole científico, se unen también en la actualidad las de estructuras sociales, académicas, económicas, etc., en las que a veces aparecen muchos escollos. Esperamos que el diálogo creativo y científico nos ayude, y desde ese punto pensamos que pueden superarse las asperezas y resistencias al cambio o al libre pensamiento.

Cuando se trata de disciplinas nuevas que, en buena lógica, han de identificarse y mostrarse a nivel académico y clínico para ser reconocidas y validadas (como es el caso de la posturología y sus diferentes especializaciones), es un paso necesario para conseguir integrarse en el sistema y en los diferentes estamentos públicos, y según los países, llegar así a la población que lo requiere o, más bien, lo necesita, y ese es un objetivo importante.

El desarrollo de un cuerpo teórico y una buena metodología que respondan a una necesidad asistencial no cubierta desde las diferentes especialidades que existen y la naciente demanda social de alternativas, demuestran la eficacia de su proceso de docencia profesionalizada universitaria y aplicación clínica incipiente, que ya hemos demostrado en todos los sentidos; creemos que en principio debieran ser suficientes para facilitar una labor de expansión tan necesaria en algunos campos asistenciales que quedan en tierra de nadie.

De entrada, como se puede ir apreciando, presento la posturología como una disciplina nacida de la interrelación de diferentes especialidades de las ciencias en general, en su confluencia con las de la salud, en la búsqueda de algo más global, que se sospechó organizado en sistema y que, al conocerlo cada vez más, nos ayuda a emerger de un fondo poco claro en el que se ubican determinadas especialidades, y tener así una mayor perspectiva de cómo llevarlo a la práctica clínica, hospitalaria y extrahospitalaria, y también a las relaciones humanas.

La resultante de esta interacción multifactorial de diferentes procedencias físico-emocionales: los nuevos conocimientos (respecto al bucle podo-lumbar, al raquis, la oculomotricidad, la mirada, la piel, el cuerpo como constructo cultural, etc.); destacando, por su importancia, las informaciones provenientes de la piel, de los pares craneales III, VI y IV (Marucchi, 1990), las relaciones procedentes de la oclusión dental y ATM y sus relaciones con el V par craneal (Meyer, 1977), las relaciones del entramado de la musculatura suboccipital profunda (Magnus, 1926) —como pionero—, el sistema vestíbulo-ocular y su transmisión tónica a piernas-pies y tono general, y las implicaciones de tipo neurovegetativo, emocional y también viscerales (Mei, 1977).

Como vemos, se podría hacer una amplia lista de aspectos relacionados bajo un denominador común, que es la confluencia del todo en la postura, la repartición del tono y reactividad postural ligada a la emoción y adecuada para cada posición-reacción y relación con el entorno, incluido el mantenimiento ortostático como el mecanismo de retorno a la persona de todas estas informaciones, que condicionarán su estabilización o la desestabilizarán.

Por lo tanto, si volvemos a un punto recurrente que saldrá con cierta frecuencia, creo que si se permeabilizan conceptualizaciones hechas en algunas ocasiones desde paradigmas más reduccionistas o mecanicistas, se producirán importantes cambios en una parte de las ciencias —aunque, en absoluto, pretendo tildar con connotaciones negativas los aspectos mecanicistas, pero sí contextualizarlo en un nuevo marco teórico, histórico y científico en el que las ciencias y los científicos que deciden cambiar se están viendo inmersos.

Desde él nuevo paradigma que se presenta, se producen como resultante unas nuevas relaciones en las que, de forma clara, los fenómenos estarían enlazados en un continuo nada simplista; de hecho, complejista, para el que se utilizan un tipo bien diferente de estímulos terapéuticos que afectan a la totalidad del sistema postural, integrado con una lógica basada en la acción global y la homeostasis propia del sistema (Weber, 2010). Otros estímulos que de forma proporcional tendrían que hacerlo con más eficacia producen sólo cambios locales, parciales, o temporales. Eso sí, también hay que destacar que hay ubicaciones muy concretas y precisas para dichos estímulos, y también hay momentos concretos para realizarlos, además de las obvias interrelaciones que al aplicarlos se producen con otros sistemas con los que acaban conformando la trama argumental continua e interrelacionada del tema.

Con todo ello se asiste a cambios sorprendentes que afectan de manera positiva en muy diversos ámbitos de la ciencia; a modo de ejemplo, se puede citar cómo una limitada corriente marina, al alterarse ligeramente en su trayectoria y temperatura (la llamada El Niño), puede causar modificaciones climáticas, en ocasiones catastróficas, que suceden con frecuencia a mucha distancia del lugar de origen sin que en principio pareciera existir relación alguna. Casi a modo de metáfora, se puede decir, siguiendo las premisas de leyes físicas propuestas en la teoría del caos, corroborada por Lorenz (1973), ya citada, y más adelante ha sido corroborada por muchos otros autores —en general, físicos cuánticos—, que se trata que, de alguna forma, hay muy claras evidencias de fenómenos cuya dinámica es no lineal.

El propio Lorenz nos viene a decir que «el aleteo de una mariposa en las costas de Florida, en un momento preciso y determinado y en un punto concreto de su entramado climático, si las condiciones son las previsibles, podría, dentro de este encuadre de fenómenos fractales de tipo caótico, provocar un huracán en las costas de Japón». Y esto, aunque aparezca revestido por su aspecto metafórico y en el encuadre en un gran póster fantástico, no es solo para colgarlo en una pared con un bonito marco, es para no perderlo de vista y llevarlo a sus aspectos aplicativos.

Pensamos que son los prolegómenos de algo más interiorizado en el espíritu de las ciencias y de una enorme transcendencia que, en definitiva, es el conglomerado fértil formado desde una generación de científicos, en una época concreta que necesitaba grandes cambios, y aquí ahora parece que se puede aplicar con el mismo modelo, incluso con muchos más recursos y posibilidades y conocimientos.

Esto, que pudiera parecer un exceso fantasioso, siguiendo las leyes que conciernen a dicha teoría, se va demostrando en todas las ciencias: matemáticas, físicas, meteorología, incluso en las multinacionales, parece que lo aplican en la macroeconomía; pese a ello, en las ciencias de la salud hay aún resistencias al cambio en muchos sectores.

En todo caso, vemos que va teniendo una progresiva aplicación —aunque sea puntual en diversas disciplinas, que ya nacieron con esa vocación complejista— que espero vayan ocupando un lugar destacado; estamos en ello, no para destacar, sino para ampliar nuestra vocación de ayuda.

Cuando insistimos en el hecho de que un muy pequeño cambio puede modificar todo un sistema, podemos decir por analogía que es extrapolable a nuestro trabajo postural (André-Deshays et al., 1988). Para ello hemos mostrado experimental y clínica que esa pequeña modificación del orden de menos de un milímetro en un elemento o barra que colocamos en la plantilla podopostural (Bourdiol, Bricot, Janin, Villeneuve, Beltrán) tiene una acción exteroceptiva: colocado el estímulo en un lugar preciso de la planta del pie y añadiendo un elemento galvánico central en medio pie, se puede cambiar en permanencia la verticalidad y el sentido de la vertical de gravedad (Beltrán, 2006), siguiendo las vías de la exteroceptividad cutánea en las que, desde el pie, se produce una reacción de extensión global, que de forma previa podemos explorar testando a nivel neuromuscular, y con plataformas de fuerza. Los cambios importantes que se condicionan no suceden solo en el pie y en la piel en general, sino en todo el complejo postural, y en sus oscilaciones y verticalidad, y lo hacen a través de los cambios tónicos que, como respuesta a las aferencias plantares, se producen a través de los efectores musculares. Suceden en miembros inferiores y raquis a modo de reflejos del sistema nervioso extrapiramidal que, desde las zonas subcorticales, condicionan la reacción de extensión propia de la especie humana, gestada en un complicado proceso de hominización y logro de la verticalidad.

Los registros de estabilogramas y estatocinesigramas nos han permitido analizar la señal proveniente de la proyección de estas oscilaciones, el tono muscular y la velocidad y el esfuerzo necesarios para mantenerla. Con ello se han protocolizado y normalizado los resultados, que se parecerían en cierto modo a las señales registradas en otros fenómenos de tipo caótico.

Parafraseando a Gagey (1998), uno de los fundadores de la posturología: «Se pueden recoger y analizar las señales físicas provenientes del sistema postural (oscilaciones) y comprobar que la dinámica del sistema postural es no lineal». Ya lo habían mostrado el propio Gagey y Martinerie (Chaotic analysis of the stabilometric signal, 1992).

Las teorías aportadas por el matemático Henri Poincaré (Science et méthode, 1908) a principios del siglo xx mostraron, como ya citamos, la importancia capital del hecho de que fueran suficientes cambios muy pequeños en las condiciones iniciales para que se acabara condicionando en las finales un gran cambio en todo el sistema. Poincaré elaboró su idea basándose en el seguimiento de la evolución de los sistemas dinámicos no lineales en un espacio temporal, reemplazando el espacio cartesiano por lo que él llamó «espacio de las fases», y observó cómo en la sucesión de momentos se condicionaba una parábola que permitiría pasar de un fenómeno al siguiente, siguiendo esta ley de sucesión. Lo expresó con la ecuación siguiente: E[t + 1] = k. E[t].(1 - E[t]).

 

Dejando aparte complejas fórmulas matemáticas, el teorema nos dice en síntesis (según este autor), que lo que pasa en un instante (t), dependerá de lo que pasó en el instante (t - 1), y así de forma sucesiva en todos los momentos que le siguen. Nos habla por tanto de un contínuum interdependiente.

Y esta sería una de las bases que nos ayuda a entender algunos de los modelos en los que se fundamenta el funcionamiento del control postural. Al mismo podemos añadir que está formado por bucles de retroacción con una absoluta falta de proporcionalidad. Parece evidente que el análisis lineal no permite entender el fenómeno postural o analizarlo de manera crítica desde sus parámetros.

De forma más cercana a aplicaciones prácticas, el análisis de sistemas no lineales aportado por Takens (Lecture notes in Mathematics,1981) —mejorando los teoremas de otros autores—, posibilitó que Martinerie y Gagey (1992) lo desarrollaran de forma amplia en Chaotic analysis of the stabilometric signal, orientándolo hacia la ciencia médica, y que lo aplicaran de forma precisa a la investigación postural, concretándolo en los registros que se pueden realizar con las plataformas de estabilometría.

En las gráficas subyacentes podemos ver la progresión de la onda oscilatoria, en la que podemos estudiar todos los vectores estabilométricos.


Atenuacióm dB

Resultante de los frecuenciales ocilatorios

Frecuencias Hz

De esta forma se justificaría el porqué de la acción sobre la globalidad posicional corporal de todos los pequeños estímulos que se utilizan en la terapia postural, ya sea en las plantillas podoposturales con mínimos elementos y barras, ya sea con los pequeños prismas utilizados en optometría para tratar la oculomotricidad, o con las ligeras manipulaciones en una cadena plurimuscular o articular que denominamos saturaciones informacionales de alta velocidad que se aplican en un punto muy concreto de tensión tisular en la piel, o los ALPH, que del tamaño de algo más de 1 mm2, se aplican sobre la superficie dental modificando de forma muy ligera contactos de la mucosa labial con dientes o bien de estos con la lengua.

Todo ello, en definitiva, supone aplicar unos miniestímulos de tipo informacional en lugares muy precisos, con lo cual condicionamos la modificación del equilibrio postural global y posicionamiento, lo que implica emociones y cogniciones, y parece evidenciable que están incluidas nuevas perspectivas de cambio desde la nueva postura que con ello se consigue.

El Dr. Roll, especialista en estudios neurofisiológicos (Roll, Posture représentée et posture orientée, 1998), y de forma específica en posturología, concluye varias de sus investigaciones con la realización de protocolos basados en el uso de pequeños estímulos vibratorios sobre la piel o los músculos. Estos, si son aplicados en la planta del pie, consiguen que a partir de los mismos, según se apliquen en retropié o antepié, se antepulse o retropulse la verticalidad del eje corporal postural, y también ocurre el mismo efecto cuando se hace en músculos de las piernas y también en músculos oculomotores, que cambiarían la postura global del cuerpo. Las aportaciones de este científico, que en la actualidad son reconocidas a nivel internacional, nos ayudan a tener unas bases neurofisiológicas más sólidas en las que apoyarnos para dar soporte al modelo que desarrollamos.

A partir de sus experiencias se pueden ir condicionando importantes cambios posturales, e incluso según se fije el cuerpo o determinadas partes del mismo o se cierren los ojos, hay también cambios notables en la percepción del individuo y su posicionamiento. Los aspectos ligados a las percepciones y el posicionamiento y las emociones-cogniciones nos parecen claves, y es a partir de todo ello que se han ido estableciendo unas bases para las relaciones de la propiocepción muscular, con el posicionamiento y la orientación en el espacio y la conciencia de movimiento con una estabilización de la persona. Con posteriores trabajos, todo apunta al hecho de que participarían a su vez en funciones mentales relacionadas con el repertorio de funciones cognitivas y emocionales.

En este sentido, expresa también sus ideas el profesor Paillard (Tonus, posture et mouvement, 1976), al respecto de lo que sería la idea de cuerpo situado y cuerpo identificado, que aporta también una aproximación de tipo psicofisiológico aplicable a las ideas de esquema corporal.

Por lo tanto, se estaría pasando de forma no excluyente de un modelo biomecánico (que por supuesto y de forma demostrada tiene y tendrá su ámbito de aplicaciones, que en muchos casos son prioritarias en problemas estructurales o determinados problemas lesionales) a un sistema bioinformacional sensorial, que cubriría muchos de los espacios vacíos de sistemas más biomecanicistas, sobre todo en problemas funcionales o de naturaleza compleja, o bien de etiologías que sin esta perspectiva aparecen como idiopáticas y carecen de tratamientos.

El trabajo desarrollado en función de los vectores de fuerzas necesarios para mantener el tono es también muy importante, esto nos llevaría al desarrollo de un amplio capítulo a propósito de las plataformas de estabilometría, que en el contexto de este libro creo innecesario

Aunque hay ya varias teorías, citamos una que forma parte de las bases del modelo, y se refiere al hecho de que la persona oscila como un péndulo invertido desde sus pies, y reacciona con reflejos posturales al mantenimiento erguido de su postura. Pues bien, basándonos en lo que hemos comentado a partir de las investigaciones de J. P. Roll (1988) y ahora traducido a su aplicación terapéutica, un pequeño estímulo en zonas concretas de la planta del pie, de apenas 1 mm, cambia de forma absoluta las oscilaciones, la posición y el equilibrio y, lo que es más importante, lo hace en permanencia, y parece que de alguna forma ayuda a la reprogramación del individuo en su verticalidad; sin que se produzcan acomodaciones al mismo, la resultante es que con muchas probabilidades y en un número importante de personas se formateará un nuevo esquema corporal y, en paralelo, cambios perceptivos y cognitivos.

Y esto, que pudiera parecer simplista, está basado en lo más moderno de las neurociencias, la física aplicada y los estudios de tensegridad (Megret, 2004) en sistemas biológicos (Ingberg, 2008) y, en posturología. Con todo ello, como se ha insinuado desde inicio, si lo permitimos podremos abrir una puerta muy amplia y esperanzadora para algunos aspectos de la medicina y las ciencias en general y, en concreto, para la comprensión y el tratamiento de la postura del cuerpo y sus relaciones con el entorno, también para el tratamiento de patologías hasta ahora de muy difícil abordaje dado el desconocimiento de su etiología, e incluso para las percepciones y relaciones del individuo respecto a su entorno y a sí mismo.

Todo ello, ha dado mucho que pensar a los profesionales que utilizan la posturología integradora, su más joven disciplina, que apunta con fuerza hacia el futuro, integrando para ello muchos de los conocimientos ya existentes y desarrollando nuevos campos por los que la neurofisiología y la posturología ya se han interesado y que, ahora, integrados, pueden ser aprovechados y relacionados con todos los otros captores, incluido el emocional, cuya participación clave en la postura y el equilibrio han sido demostrados y llevados a la práctica en clínica.

En la actualidad se está extendiendo esta práctica clínica, sobre todo en Francia, el país de origen de casi todo lo concerniente a la postura, y desde hace unos años también en Italia, Canadá, Brasil, Estados Unidos, Japón, España y muchos otros países, aunque en muchas ocasiones lo hace desde aspectos aplicativos muy concretos para diferentes especialistas.

De todas formas, voy a añadir una observación final a este capítulo, para quitar algo de protagonismo a la historia, que lo tiene sin duda, y considerar la parte esencial que toca a la propia vida de la persona.

Con las teorías del conocimiento, en las que separamos al sujeto que conoce del objeto conocido, quedamos cegados por el aparente esplendor de las teorías, que nos hunden más si cabe en un profundo dualismo, e investigamos hasta cierto punto enajenados de nuestra propia naturaleza no dual, en la cual materia y espíritu, o cuerpo y alma, no se pueden separar. Sin tenerlo en cuenta, alteramos de tal modo nuestras percepciones de la realidad que desarticulamos todo en conceptualizaciones que desvirtúan una globalidad e interdependencia absoluta y no dual de todos los fenómenos.

1 Bell fue un médico cirujano de gran erudición que realizó, en su época, un interesante tratado sobre el sistema nervioso.

2 A Vierordt, por sus experiencias pioneras al respecto de las oscilaciones, se le considera el padre de la posturografía.

3 El planteamiento de Wiener en Cybernetics fue revolucionario en su época y marcó un nuevo horizonte de trabajos integradores.

4 La teoría de sistemas, junto a la Gestalt (fondo-figura) y las nuevas teorías e ideas sobre la percepción (Meleau-Ponty, 1945), constituyen también un marco importante de la posturología.

5 Mantra es un vocablo que proviene del sánscrito y se utiliza en budismo e hinduismo de forma repetitiva, a modo de oración, como un medio hábil para liberar la mente.

6 El proceso de individuación de Jung enlaza con las teorías sistémicas en tanto que integración de la globalidad hacia una unidad con un paralelo desarrollo de conciencia, y a la vez la emergencia de un fondo hacia una figura interconectada.

7 Shiné es un proceso de entrenamiento para la pacificación mental.

8 Diferentes tipos de técnicas para disminuir al máximo las informaciones que proporciona un captor mediante sus aferencias.

ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y POSTURA

En las sociedades tradicionales holísticas de tipo comunitario, el hombre se confunde con el cosmos, la naturaleza y la propia comunidad; el cuerpo aparece como una parte de la naturaleza, con una «identidad de sustancia».

David Le Breton

El desarrollo del tema, tanto en sus aspectos más pragmáticos, como en los teóricos, pienso que va dejando emerger con cierta frecuencia aspectos en relación con la postura y sus relaciones antropológicas que me parecen interesantes. De hecho, parecen cohesionar y completar una parte difícil de concretar solo con los aspectos más metodológicos propios de la posturología. Esta parte que relaciona aspectos que reúnen actitud y postura es una especie de impulsor que motiva, desde mi perspectiva, la evolución de la misma hacia aspectos psicoterapéuticos y de la energética humana, y constituye también una esperanza o un proyecto de futuro a propósito de lo que consideramos el posicionamiento del individuo y las peculiaridades relacionales de sus captores posturales con el entorno, que crearían un ecosistema envolvente y relacional.

Pienso que, de algún modo, vamos creando una especie de guía de investigación y autoindagación y terapia influenciada también desde las diferentes perspectivas antropológicas, paleoantropológicas y de las ciencias sociales y humanidades en general.

Tengo casi la completa convicción, en cuanto a lo que hemos venido denominando los captores —entre los queestán ojos, piel, oído interno, sistema estomatognático y pies—, que podemos decir que aquello que a nivel filogenético cambió en su evolución más prematura, conserva la impronta de una cierta de jerarquía o anticipación evolutiva y, por lo tanto y a pesar del tiempo, seguirá conservando en esa especie (en este caso la humana) y en su sistema nervioso y sensorial perceptivo una posición privilegiada, tanto en la fisiología o normalidad como en las disfunciones patológicas.

A nivel evolutivo, parece que una chispa prendió en lo profundo de algunos de estos captores y fue el estímulo primigenio necesario para partir en “la búsqueda de la novedad del cambio”, como diría el biólogo Dawking. Y esos cambios que sucedieron fueron los prolegómenos de una evolución que aún sigue prendida en ellos.

 

Unos captores evolucionaron más rápido que otros, fruto probable de esta jerarquía, o de una cierta aleatoriedad, y también de forma evidente respondiendo a una clara necesidad progresiva de evolución. Como apunta desde un aspecto prospectivo el paleoantropólogo Coppens en su libro Le genou de Lucy: «El ser humano no escapa a la inexorable evolución, y el día que empezó a golpear una piedra con otra para cambiar su forma, empezó a cambiar el mundo y ya no ha dejado de hacerlo».

Yo añadiría —sesgado por mi profesión— que el ser humano, desde que transformó su pie y su mirada y empezó a marchar de forma bípeda a explorar entornos no tan conocidos, ha ido cambiando, y sigue haciéndolo en su perspectiva, e intuye o ve nuevos horizontes cada vez más lejanos, es cierto que desde entonces no ha dejado de caminar, algunos buscando paraísos perdidos, o nuevos planetas, y algunos, puede que menos, buscamos aquellos que nos hace más humanos.

Es por todos estos aspectos que, en paralelo al texto base y en torno a la postura, se van añadiendo cuñas conformadas desde un tono más bien antropológico o filosófico que creo son importantes, convenientes —y diría casi necesarias— incluir a modo de ensayo, o desde una opinión personal como antropólogo y posturólogo.

Lo hago apoyándome en algunos autores del ámbito de la psiquiatría, la psicología y las humanidades, y a partir de las síntesis de mis propias concepciones sobre algunos de los aspectos que he ido indagando durante mis formaciones, trabajo personal, investigación y práctica docente; en la cual, desde la antropología del cuerpo y la postura, imparto seminarios sobre los imaginarios corporales y la postura. Tras la experiencia sobre ello, he ido incorporando aquí algunos de los aspectos que creo más relevantes.

Entre otros, escojo algunos de los elementos culturales, históricos, sociales, psicológicos y también otros menos encasillables, que participan en lo que podríamos denominar: una construcción sociocultural y psicológica del cuerpo, su posicionamiento, sus percepciones, y cómo la piel aparece, bajo mi perspectiva, como un umbral sutil a tener en cuenta y, en cierto modo, a atravesar; pero ya lo iremos desarrollando a medida que evolucione el tema.

En todo caso, me parece que desde este conjunto de perspectivas se aportan informaciones clave para entender de forma diferente el dolor y el sufrimiento, en especial en procesos crónicos, en los que se manifiesta como una expresión individual y frecuente en muchos de los problemas del sistema locomotor y la postura, sobre todo cuando su padecer, sin etiología concreta, se etiqueta de idiopático, psicosomático, desproporcionado, etc. La realidad puede ser que tan solo esté en relación con alteraciones del tono postural hasta ahora no tipificadas, con bloqueos diversos por temas pendientes o incluso por alteraciones perceptivas, muchas de ellas a flor de piel.

Según mi teoría, de alguna manera, todo vuelve al pie, en el que empezaron a nivel filogenético los grandes cambios al iniciar la marcha, teniendo en cuenta que este siempre constituirá una especie de interfase entre el suelo y el equilibrio o desequilibrio de cualquier tipo, tanto en lo más concreto y lo más terreno como en lo más elevado y lo simbólico; pero eso, que solo citaremos de forma puntual, pues creo que merece otro libro.

Pienso, y así ha sucedido en mi propio proceso de estudio y comprensión de la postura global, que es conveniente, como se ha insinuado, asociar ciencias y humanidades de forma que —a modo de los dos remos de una barca de cuya simetría de acción dependen el equilibrio, la estabilización y la trayectoria—, a escala de la acción humana sucede lo mismo, y en este caso puede ocurrir que la resultante de fuerzas nos permita llegar a una determinada meta, que sería la comprensión de la globalidad postural y corporal del ser humano.

Está claro que la barca depende en gran parte de la persona que la guía desde sus percepciones, cogniciones, sentimientos y fuerza, unidos a los factores que provienen del propio remado y la resistencia que de forma variable ofrecen el agua, la navegación y las dificultades concretas del viaje. Y es desde estas analogías simbólicas y algunos otros aspectos que pretendo hacer un constructo particular.

Por lo tanto, como en el Ulises mitológico, seguiremos la metáfora marinera y podremos embarcarnos y navegar, aunque sea solo durante el tiempo de lectura de las páginas de estos capítulos. La propuesta es hacerlo sin referentes y sin conceptualizaciones previas, hacia una búsqueda en apariencia nada específica, pero sí enriquecedora. En algunos momentos dejaremos que la ciencia (eso sí, en otros apartados) nos saque de esta especie de film, lleno de simbolismos y metáforas y nos conduzca de nuevo a los diferentes aspectos pragmáticos relacionados con la teoría y metodología; en primer lugar de la posturología y la frontera de la piel y la psicoterapia (aunque yo creo que todo es ciencia humana). Hay también, en el desarrollo del tema, una casi obligada panorámica integrativa de los captores en sus aspectos perceptivos y relacionales desde diversos contemplados ángulos.

Por lo tanto, vamos a dar paso a la reflexión sobre diferentes imaginarios de cuerpos, pieles y culturas, con esa dicotomía que, de Platón a Laín Entralgo (por poner dos referentes), se sigue discutiendo sobre cuerpo y alma; de manera que a modo de un pintor voy a coger mis pinceles y una amplia paleta llena de pastas de colores y mezclas de matices que aparecerán con sus variopintas tonalidades; así podamos, entre todos, dibujar algo meritorio que nos ayude a reflexionar desde otros niveles. Lo haremos sobre unas bases sin las cuales pensamos que las ciencias se desmoronan y deshumanizan en algunos de sus aspectos clave, al perder el espíritu global que habían tenido en las culturas antiguas y en sus aspectos comunes universalizadores y que, también en nuestra cultura occidental, fueron dotadas en los momentos de resurgimiento y esplendor aportados por el Renacimiento, con sus grandes logros y con la convergencia de figuras ilustres (algunas ya citadas).

Para iniciar una aproximación a este tema, me gustaría sugerir que lo analicemos desde un aspecto polarizador, entre otros muchos (algunos de ellos poco claros) que caracterizan las formas de abordar el cuerpo humano y la postura para su estudio.

Si lo tenemos en cuenta, vemos que en el polo más academicista busca solidificar los pilares de las estructuras fisiológicas y bioquímicas que, día tras día, la ciencia ha perfeccionado con el apoyo de sofisticados medios de investigación, en lo que parece un competitivo, y en ocasiones desaforado, intento de salir del vacío en el que, de forma natural, quedan muchas cuestiones —las cuales han de madurar o necesitan de procedimientos más integrativos que, a veces, la ciencia en su rigor metodológico no contempla, desconoce o se está aún investigando.

En el otro polo, si entramos en el terreno más humanista, el amplísimo imaginario existente impulsa, con no menos efervescencia, a la búsqueda de una vanguardia para la que no hay, desde nuestro parecer, rutas nuevas que no vengan de alguna forma ilustradas y estén arraigadas desde las escasas tradiciones auténticas, ya sean religiosas, filosóficas o psicológicas, que alimentaron —y siguen haciéndolo— todo lo que nos humaniza, aunque para ello se adapten a las peculiaridades del momento cultural.

Estos serían para mí, entre otros posibles, los dos extremos en los que parecen moverse muchos de los aspectos desde los que se trata el cuerpo, aunque es evidente que, dicha polaridad no es excluyente.

En medio cabría un amplio abanico de posibilidades de las que me gustaría quedarme con la idea de un punto central que, entre las polaridades y siguiendo algunos de los planteamientos gestaltistas, propuso el psiquiatra Perls, que creemos orientado desde tradiciones budistas y otras corrientes progresistas de la época. Esta idea que, como casi todo, se ha ido modificando con cambios de paradigmas y modelos, persiste en su esencia. Tal punto central, que no pertenece a uno ni otro extremo, porque de hecho es equidistante, procede del degradado de ambos, y encajaría bien en algo que no fuera polar, sino que estuviera ubicado en medio de un continuo, sin centro ni periferia; se cita con frecuencia como espacio vacío. Pero el significado de este término no debe percibirse en un sentido nihilista, sino más bien plantearlo como un vacío fecundo en el que todo aparece y desaparece; desde esta perspectiva, me parece de forma paradójica lleno de contenido y posibilidades creativas.

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